lunes, 13 de agosto de 2012

Dibujada en mi mente -Cap 1 y 2-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.




1.

El despertador sonó una hora antes de lo acostumbrado, y pese a eso, Esther saltó de la cama como si hubiera fuego en sus sábanas. Abrió el armario de par en par y comenzó a remover el perchero. Su madre la escuchó corretear de su cuarto al cuarto de baño, pasillo arriba, pasillo abajo…

-       “¡Esta niña!” –musitó su madre para sí, mientras empezaba a preparar un desayuno que estaba segura que su hija apenas apreciaría-.

Esther tardó algo más de una hora en estar completamente lista. Se miró en el espejo de cuerpo entero del dormitorio de su madre, y se acicaló el pelo con un acompasado pero brusco movimiento de cabeza hasta que consiguió que su pelo ondulado, aún algo húmedo, quedara en la posición que quería. Se guiñó un ojo a si misma, y corrió hasta su cuarto, cogió la cartera y se ajustó el cinturón del vaquero de cintura baja para que mostrara sólo lo justo. “Lista…” se dijo y cerró la puerta de la habitación. El trotar en las escaleras y el salto que Esther siempre daba para zafarse de los últimos peldaños hicieron que su madre asomara la cabeza desde la cocina.

-       El desayuno –le dijo su madre-.
-       ¡Mamá….! –trató de protestar Esther-.
-       ¡El desayuno, Esther…! -le dijo en tono de advertencia-.

“Mierda… siempre igual” –protestó internamente Esther, pero sabía que con su madre no podía, así que corrió a la cocina soltando la mochila en el pie de la escalera de cualquier forma. Se sentó a la mesa con el firme propósito de engullir lo máximo en el menor tiempo posible, aquel era un día demasiado especial como para perder tiempo. Su madre puso las tostadas, el zumo y el café con leche frente a ella… y Esther arrugó la nariz porque si por ella fuera mataría al desgraciado al que se le ocurrió decir “que el desayuno es la comida más importante del día”… ¿A quien le podía entrar todo aquello a las ocho de la mañana? A ella no, sin embargo pagaría porque pusieran el desayuno sobre las diez, justo después de sus dos primeras horas de clase, donde las tripas le podían rugir con tanta intensidad que casi hasta dolía.

-       Come cariño, ya sabes que el desayuno… -empezó su frase favorita su madre-
-       Ya, ya… comida… más importante… blablabla… -Esther se sabía aquella escena de memoria, así que empezó por el zumo mientras pensaba en cómo su madre se había despertado antes que ella. ¿Es que acaso no dormía nunca?-. Pensé que entrabas de tarde hoy.
-       No, le cambié el día a Elisa, hoy libro y mañana entro de noche… -le comunicó su madre-.
-       ¿De noche? ¡Mamáaa! –se quejó Esther, no le gustaba que su madre hiciera las noches en el hospital, y no era por tener que quedarse sola en casa, sino porque se preocupaba por ella-.
-       Cariño, no puedo librarme siempre, además necesito unas cuantas horas extras… estoy segura de que vas a ir a esa facultad, así que más vale que ahorremos un poco para los materiales que seguro tendremos que comprar en breve –le dijo su madre con una sonrisa, pues no era ningún reproche-. ¿Hoy salen las notas?
-       Sí… primero tengo que pasarme por el instituto a recoger los certificados por si acaso los necesito, y luego Laura y yo nos acercaremos a la facultad de Bellas Artes en su coche, hoy ponían las notas de las pruebas, pero aún faltarán las de corte…. –Esther soltó el tenedor, la mano le temblaba sólo de pensarlo-.

Su madre se acercó hasta ella y le acarició el pelo.

-       Todo va a ir bien… eres una artista, de eso no tengo la menor duda –le dijo su madre con dulzura mientras depositaba un beso en su cabeza-. Anda vete, por esta vez te libras –le dio carta blanca su madre para que dejara a medias el desayuno-.

Esther no se lo pensó dos veces y de un salto se puso en pie, besó a su madre y salió por la puerta prometiendo llamarla en cuanto supiera algo. Su madre la vio corretear por el jardín en dirección a la parada del autobús, mientras observaba desde la ventana el trote desgarbado de su hija que se ponía un pañuelo ancho al cuello mientras corría y sujetaba con la boca el cinto de la bandolera de la mochila.

-       Adolescentes –musitó su madre con una sonrisa y cerró la cortina-.


Tal como Esther había previsto, la secretaría del instituto empezó a colapsarse poco después de que ella fuera atendida. Revisó los papeles que le entregaron, y les sacó varias fotocopias por si hacía falta que se las compulsaran. Liberada del papeleo burocrático, salió a la puerta a disfrutar un poco del sol mientras esperaba a Laura que debía estar al caer según los sms que se habían enviado.

El claxon del coche de Laura resonó unos diez minutos después, Esther asomó la cabeza por encima de los dos amigos con los que estaba y la vio bajando la ventanilla del copiloto.

-       ¡Eyyy chicos…. Dejármela tranquila! ¡Hoy nos jugamos nuestro futuro! –gritó Laura desde el coche, y Javier y Héctor se giraron con una sonrisa en la cara-.
-       Buenos días Laura…  ¿es que no piensas ni bajar a darnos un par de besos? –le gritó Javier con una sonrisa maliciosa, hacía tiempo que bebía los vientos por aquella chica y siempre se le escurría entre los dedos-.
-       Ni lo sueñes galán… hoy tenemos prisa, quizá más tarde si me pillas de buenas –le propuso Laura coquetamente sin dejar de reír-. ¿Esther vienes, o qué?
-       Sí, voy –gritó Esther dándole dos besos a cada uno para despedirse, y luego se subió al trote en el coche metiendo el pañuelo que ya no le hacía falta en la mochila-.
-       ¡Te cojo la palabra! –contestó Javier antes de que desaparecieran-.

Y Laura sólo hizo un gesto con la cabeza y luego pisó el acelerador.

-       ¡Tío, esa tía me vuelve del revés… te lo juro! –dijo Javier en cuanto se quedaron a solas los dos amigos-.

Héctor le dio un par de golpecitos en el hombro.

-       Pues la llevas clara, porque te da mil vueltas… y espera a que la cojan en la facultad –le dijo Héctor-.

Javier se giró con el ceño fruncido hacia su amigo.

-       ¿Qué quieres decir con eso? –quiso saber Javier-.
-       Pues que la facultad de bellas artes no tiene nada que ver con nuestro campus de ingeniería precisamente. En cuanto empiecen el curso, estarán de fiesta en fiesta, que si exposición por aquí, que si sesiones audiovisuales por allá… prepárate chaval –le aconsejó Héctor disfrutando de poder martirizarlo-… los tíos de allí o van de sensibles o van de artistas rebeldes, y ambos perfiles se llevan de calle a las tías, se te acabó el chollo de ser el listo y guapo de estas cuatro paredes.
-       ¡Vete a la mierda! –refunfuñó Javier y Héctor se fue riendo tras él mientras las chicas ya estaban muy lejos rumbo a su destino-.


-       ¿Qué, has dormido? –le preguntó Laura en el coche-.
-       Apenas, ¿y tú? –quiso saber Esther-.
-       Ni de coña… estoy como un flan. Me muero por saber las notas, por mucho que Guzmán nos asegure que las pasamos, no me quedaré tranquila hasta que lo vea –comentó Laura haciendo referencia al profesor de artes plásticas de la academia privada en la que ambas amigas habían coincidido hacía ya cuatro años-.
-       Entonces ya somos dos.

Las dos jóvenes guardaron silencio durante unos segundos, hasta que terminaron por mirarse la una a la otra y se pusieron a reír con histeria. Las dos estaban más nerviosas de lo que admitían, su vida era entrar en aquella facultad, y hoy por fin sabrían si lo más difícil estaba superado. El resto del camino se lo pasaron hablando de chicos, de la exposición que se estrenaba en “la refinería” el próximo sábado, y de que seguramente no tendrían problemas con la nota de corte si se ajustaba a la que habían pedido los dos años anteriores. Pronto obtendrían la respuesta.

2.

Maca aparcó el coche sin muchas dificultades cerca de la puerta. El calor del verano le atizó en la cara nada más salir a la calle, se recogió el pelo en una cola alta y cogió la bolsa de deporte antes de cerrar el coche. Aquel iba a ser su último trabajo antes de las vacaciones y ya había terminado sus exámenes, así que sonrió mientras entraba en el campus a pesar de haberse tenido que levantar más temprano de lo que su cuerpo resacoso de los viernes soportaba. En cuanto entró en el edificio, se quitó las gafas de sol y se miró la cara en el espejo. “Podía estar peor…” se dijo para sí repasando con el dedo las ligeras bolsas que habían bajo sus ojos, se puso las gafas de diadema y se dirigió a su destino, tenía que prepararse antes de que llegaran los alumnos para el examen.

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Laura aparcó el coche en el parking, y Esther la siguió cuando con paso decidido Laura se dirigió hacia la secretaría del centro. Esther apenas había estado en aquella facultad un par de veces y aun no conocía bien el camino, pero Laura, que era un par de años mayor que ella, ya hacía tiempo que se codeaba con gente de la facultad y tenía amigos en aquel campus con los que salía de vez en cuando. Laura preguntó en el mostrador mientras Esther se quedaba impresionada mirando trabajos de fotografía, de pintura, de escultura expuestos en los pasillos inmensos de la recepción. La cara se le iluminó en el acto, había tanto con lo que disfrutar, tanto de lo que aprender, que el corazón le brincaba sin contención alguna. De pronto Laura la sacó de su perplejidad.

-       Han salido… -le dijo, y entonces las dos se miraron casi temblando de emoción y nervios-.
-       ¡Me va a dar algo! –consiguió articular Esther al fin-.
-       Pues anda que a mí… tenemos que ir a la sala azul, vamos –le dijo Laura y de un tirón arrastró a Esther con ella por el pasillo-.

Sus pasos apresurados se convirtieron en cuestión de segundos en una carrera con risa histérica. En cuanto llegaron a la sala las dos se pararon en seco frente a la puerta. Había llegado el momento. Las dos guardaron un solemne silencio y tomando aire entraron a la vez. En cuanto se encontraron frente al tablero ambas se miraron y se cogieron de la mano.

-       Pase lo que pase… -empezó a decir Laura-.
-       No lo dejaremos nunca –completó Esther la frase que mil veces se prometían la una a la otra cuando se referían a su carrera como futuras artistas, pues a pesar de ser tan jóvenes, no eran pocos los obstáculos que ya se les habían presentado, ni poca la gente que trataba de quitarles aquella idea como profesión de la cabeza-.

Se giraron hacia el tablón una vez más y cada una buscó sus apellidos y su nombre. “Buenventura… Gallego…. García…. Esther…. Esther García…… APTO”… Esther tardó un segundo en procesar la información, de repente su cerebro entendió la noticia.

-       ¡He pasado! ¡He pasaaaado! –exclamó dando un par de botes-.
-       ¿El tuyo tiene un asterisco? –le preguntó Laura de pronto con el ceño fruncido-.
-       ¡Ehhh! No… espera…. –Esther lo comprobó-. No, ¿por qué? ¿qué pasa?
-       Aquí pone que tengo que hablar con un profesor, en la segunda planta, horario: lunes, miércoles y viernes de 11 a 14 horas, despacho 120 –dijo en voz alta Laura mientras leía la anotación que llevaba consigo el asterisco que llevaba su “apto” adjunto-. ¿Qué hora es?
-       Un poco más de las 12, estamos dentro del horario –le contestó Esther-.
-       Pues vamos… -le dijo Laura volviendo a tirar de ella-.
-       ¿Qué crees que significa? –le preguntó Esther subiendo al ascensor con ella, ahora se sentía un poco culpable por haberse alegrado tanto mientras que Laura parecía preocupada-.
-       No tengo ni idea, al menos ponía “apto” ¿no? Tan malo no tiene que ser –pensaba en voz alta Laura que salió rápida al pasillo en cuanto se abrió la puerta. Los nervios se apoderaban de ella-.
-       Seguro que será para aclarar algún dato del expediente o algo así, no te preocupes, no va a ser nada. ¿Por donde tiramos ahora? –trató de tranquilizarla Esther-.

Las dos miraron a un lado y otro de los pasillos que se abrían en cruz. Aquello era enorme.

-       Vale, tú por la derecha y yo por la izquierda, quien antes lo encuentre grita –le dijo Laura-.

Esther aceptó con un asentimiento de cabeza, y se puso a revisar puerta por puerta, pues en algunas no había números. Laura se alejó de ella en sentido contrario y fue mirando también por los círculos de cristal que algunas de las puertas tenían para observar el interior de las aulas. Los números estaban dispares, y la composición de las placas era abstracto, cada puerta en sí misma era arte y Esther sin darse cuenta fue menguando sus pasos para contemplarlas. Las aulas a las que se había asomado estaban vacías de gente, pero en algunas habían expuestos trabajos que Esther no tardó en curiosear con fugaz mirada. Llegaba casi al final de su primer pasillo cuando empezó a escuchar el inconfundible sonido a papel rasgado, pinceladas… carboncillo, Esther ralentizó su paso sin apenas ser consciente de la emoción que se apoderaba de ella, por fin llegó a aquella puerta de la que provenían los sonidos y sin tan siquiera plantearse lo contrario, se asomó por la ventana circular del aula. “Están pintando”, exclamó con entusiasmo para sí Esther cuando vio a unos quince alumnos frente a sus caballetes pintando y mirando concentrados hacia el modelo a retratar. Con acto reflejo sus ojos se volvieron en la dirección hacía donde apuntaban los ojos del grupo y sin esperárselo se topó con ella. Su corazón empezó a latir con intensidad sin previo aviso, sentada en un taburete cubierto con una sábana roja, una modelo permanecía sentada casi de espaldas a los alumnos, su desnudez corporal permanecía bañada en claros-oscuros con matices de sombras que la profesora debía haber preparado especialmente para ellos por mediación de focos. Esther quedó inmediatamente hipnotizada por la belleza de la silueta… sus piernas largas y delgadas, descansaban una en semiflexión sobre el taburete y  la otra apoyada en vertical en el suelo, sus caderas, cubiertas apenas por las manos de la joven atadas a su espalda a la altura de los glúteos con unas cuerdas blancas algo toscas, permanecían sobre la sábana roja que hacía un claro contraste con su piel ligeramente bronceada pero sin una sola marca para ser ya junio. Esther casi podía sentir la inmensa sensualidad femenina que desprendía aquella chica mientras contemplaba ascendentemente los matices que los músculos de su espalda remarcaban. El cabello castaño claro, caía suave y ligero por su hombro y su espalda, tan largo y natural que parecía que se hubiera levantado recientemente de la cama. Entonces, quien debía ser la profesora, dio una indicación, y la modelo se giró un poco más dejando a la vista de Esther uno de sus pechos… a Esther le pareció hermoso, toda ella era armónica, con cadencias y sobresaltos, todo al mismo tiempo, lo cual resultaba excitantemente embriagador. Esther subió la mirada que hasta ahora se había quedado absorta en la plenitud de aquel seno y el contraste oscuro y turgente de su pezón, retuvo en sus retinas la subida por aquel nervioso cuello, por aquella barbilla altiva pero suave y de pronto las comisuras de los labios de la modelo se alzaron. Sorprendida, Esther alzó la mirada, y los ojos de la chica se clavaron en los suyos atrapándola por entero. El corazón de Esther golpeó con violencia en su pecho, el pulso se le aceleró y el calor llegó hasta sus mejillas, la joven que posaba serena sonrió con mayor amplitud y picardía, y Esther fue consciente en aquel momento de lo que estaba haciendo, la habían pillado embobada… sofocada y avergonzada se echó a un lado de la puerta mientras recobraba el aire. “¡Diosss… que vergüenza!” se dijo para sí, pero el grito de Laura pronto la sacó de aquel momento acalorado en el que se había metido sin previo aviso.

-       ¡Vienes! ¿o qué? –le gritó otra vez Laura, y Esther empezó a correr pasillo abajo para reunirse con ella, mientras en su cabeza se procesaba el momento que acababa de vivir al ser más curiosa de lo que debía, y una sonrisa sin sentido se dibujó de forma clara en su cara-.


Continuará...

2 comentarios:

  1. Hola Rox que bueno que has empezado de nuevo a escribir esta fic...yo estoy leyendo de nuevo el todo asì de poder desfrutar mas de los nuevos capitulos LOL

    besitos ferny

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    1. Eso espero, que los disfrutes ;)

      Me alegra tenerte por aquí. Besos

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