viernes, 24 de agosto de 2012

Dibujada en mi mente -Cap 13 y 14-



 “DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





13

Jueves.

Laura llamó a la puerta del estudio de Esther a pesar de que estaba abierta.

-       ¿Se puede? –preguntó con una sonrisa-.

Esther se giró sobresaltada, estaba tan metida en lo que hacía que ni siquiera había escuchado que llamaran al timbre o que su madre hubiera abierto la puerta de casa.

-       Joderrr… ¡que susto! –se quejó Esther poniéndose una mano en el pecho-. ¡Casi me da un “jamacuco”, tía!
-       Pues menos mal que he llamado a la puerta… jajaja… Desde el fin de semana estás en Babia –le recriminó Laura acercándose con sus cosas al escritorio-.
-       ¿Qué hora es? –le preguntó Esther evitando el tema-.
-       Las seis, habíamos quedado para estudiar ¿recuerdas? –le dijo Laura sacando su trabajo-.

Esther cerró una libreta y trató de guardarla bajo el follón de apuntes que tenía encima de la mesa antes de que Laura la viera.

-       ¿Qué tienes ahí? –le preguntó Laura con una sonrisa traviesa, pues Esther era demasiado mala disimulando, y mucho más mintiendo-. ¿No tendrás algo que no quieres que vea, no?
-       ¡No digas bobadas anda! –dijo Esther tratando de aparentar indiferencia, pero su cara no la acompañaba y Laura se empezó a reír-.
-       Enséñamelo, no seas tonta… -le pidió Laura extendiendo la mano-.
-       ¡No sé de qué me hablas, te lo juro! –le dijo Esther poniéndose a abrir los libros que necesitaban para empezar a estudiar, pero su tono de piel empezó a colorearse delatándola más todavía-.
-       ¡Venga yaaa! Se que estabas dibujándola…. –le dijo Laura, y de un tirón extrajo la libreta que había escondido Esther antes de que ésta consiguiera reaccionar-.
-       Joder Lauraaaaa… -se quejó Esther tratando de quitársela de las manos-… es privado.
-       Jajaja… -Laura se rió de sus intentos de quitarle la libreta, y la abrió a fin de que Esther parara de intentarlo-. ¡Vayaaaaa… y tanto que es privado! –soltó Laura parándose en seco tras ver lo que Esther había estado haciendo, incrédula pasó una página, y luego otra, y otra…-.

Esther se pasó las manos por la cara… “mierda, por si no bastara con saber una misma que se está volviendo loca, encima también tengo que pasar por el bochorno de que sea público”… pensó.

-       Tía, tú estás mal…. Pero que muy mal…. –pronunció Laura lentamente y giró el cuaderno hacia Esther-. ¿Se puede saber desde cuando has empezado a tener esta habilidad compulsiva?

Esther miró los trazos repetitivos sobre las hojas…. Siluetas de sus brazos, de sus piernas, su espalda… y esos ojos… Esther trazaba y trazaba bocetos incompletos de ella, de mil ángulos diferentes… día y noche… no podía detenerlo, no desde aquel fin de semana. La obsesionaba. Miró a Laura a los ojos, ella tenía razón, su dibujo se había vuelto compulsivo, casi caótico, buscando la perfección de plasmar todo lo que sentía. Esther resopló, no tenía fuerzas ni ganas de explicarlo.

-       Anda, vamos a estudiar –dijo sin más volviendo a sentarse-.

Laura se le quedó mirando esta vez sin rastro ya de bromas. ¿Qué le pasaba? Acudió a su lado, Esther ya se había puesto a preparar lo que tenían que estudiar.

-       ¿Esther, estás bien? ¡Era sólo una broma! Perdona… -le dijo Laura devolviéndole el cuaderno, tenía la sensación de que había metido la pata-.

Esther apoyó un codo sobre el escritorio y dejó caer su cabeza contra su mano mientras la miraba y con la otra cogía la libreta.

-       No es eso, no te preocupes… ya sé que no me juzgas Laura –le dijo Esther y se le quedó mirando pues Laura aun tenía aquella invitación a hablar en el rostro-. Es que no sé… pensaba que aceptando la posibilidad de poder dibujar a esta tía de verdad, me quitaría esta cuenta pendiente que llevo arrastrando, y de repente me encuentro con esto –trató de explicarse Esther abriendo las páginas de aquella libreta-.

Laura contempló las hojas mientras Esther las pasaba algo angustiada.

-       ¿Qué coño estoy haciendo Laura? Es peor que antes, no paro de dibujarla… cuanto más la miraba más diferente se me mostraba… no logro captar sus detalles, la miro y lo mismo la encuentro fría que de pronto trasmite calor… No sé, quizá es que estoy volviéndome loca –concluyó Esther pasándose las manos por el pelo-.
-       Tú no tienes nada de loca, créeme –le dijo Laura pasándole un brazo por los hombros y dándole un abrazo-.
-       Ya… pues empiezo a tener mis serias dudas. Se supone que cuando uno tiene material visible, tangible para trabajar, pues le es más fácil hacerlo… pero a mí me está pasando lo contrario. Es como si se fuera a esfumar si dejo de dibujarla, ¿entiendes?
-       Lo que entiendo es que estás sometida a un estrés brutal. ¡No, escúchame! –le dijo Laura viendo que Esther resoplaba ignorándola-. Te has pasado los últimos seis meses haciendo trabajos a un nivel que la mayoría no alcanza hasta tercer curso, y algunos no alcanzan en su puta vida. Tú no te das cuenta, porque te apasiona lo que haces, pero ya el mero hecho de cambiar del instituto a la facultad es una mochila de cien kilos a cuestas para la mayoría de nosotros, y tú además de colgártela a las espaldas te has dedicado a escalar la montaña más empinada que se te ha puesto por delante… ¿Sabes cuando fue la última vez que saliste un fin de semana con los chicos y conmigo?
-       Y eso que tiene que ver, sabes que he estado muy ocupada con… -se defendió Esther como si Laura se lo estuviera recriminando-.
-       Desde Enero, Esther… -le contestó Laura ignorándola-.

Esther abrió los ojos como platos, no podía ser.

-       Sí, exacto… -le dijo Laura como si contestara a sus preguntas-. Primero fue por los exámenes, luego por lo del curso con Kate y hasta ahora.
-       Pero hemos quedado los viernes –le dijo Esther, de pronto tuvo la sensación de que su vida había transcurrido sin ella en el último año-.
-       Sí, pero damos una vuelta y luego te recoges… y la última vez que quedaste con la pandilla para comer y echar una peli hace ya más de un mes –le hizo memoria Laura-.
-       Joder… pero si hablé con Rául hace nada… -Esther empezó a tomar conciencia de la realidad y se dio cuenta de que su concepto del tiempo estaba desvirtuado-… mierda no, fue hace un par de semanas por lo del nuevo coche.
-       Coche que todos ya hemos probado porque fuimos a la sierra –le anunció Laura-.
-       ¿A la sierra? ¿cuándo? –Esther no podía creérselo, no se había enterado de nada-.
-       La semana pasada, te avisé, pero tú tenías que estudiar por lo del nuevo curso del fin de semana, para que no te pillara el toro ¿lo recuerdas? –le contestó Laura-.
-       Sí, es verdad –reconoció Esther, el mazazo de darse cuenta de lo ausente que había estado para sus amigos empezaba a desentumecerla-.
-       Lo que trato de decirte es que no te agobies… que llevas tantos meses metida en el trabajo y los estudios que es normal que ahora esto también se te venga encima, así no hay ser humano que aguante –concluyó Laura volviendo de nuevo a la libreta que había abierto la caja de los truenos de su amiga-.

Esther miró de nuevo sus dibujos.

-       Quizá tengas razón… demasiada presión para funcionar –reconoció Esther y le dedicó una tímida sonrisa-.
-       Pues sí… así que tranquila.
-       Sí  - contestó Esther-.
-       Venga, pongámonos a estudiar lo que nos queda y luego nos vamos a dar una vuelta. Creo que hoy  a las nueve y media Javier y Héctor iban a Twister, podemos quedar con ellos ¿te apetece? –le preguntó Laura-.
-       La verdad es que sí –le dijo Esther con una sonrisa, de pronto le apetecía muchísimo volver a ver a su gente-.
-       Genial… pues al curro. Cuanto antes empecemos, antes acabamos.

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 14

“Rojo. Rojo como la sangre… como amapolas rojas bajo el pleno sol del medio día, rojo como el carmín desfigurado en una mejilla, rojo del corazón de la sandía… Rojo. “¿Cómo puede latir tan rápido?”… Rojo… una luz no invitada incide en su hombro desnudo. “La piel debería ser pálida”, pienso… pero es carne, color carne que no se conseguir en mis mezclas…. Y la tela cae como una cortina suave por su espalda… roja, cálida… rojo. “Necesito más rojo”…  su pierna esconde pliegues y sombras que invitan al misterio, mientras su piel se estremece bajo el rojo arterial que ahora bombea en su calidez…. “Si pudiera tocarla”.

-       Esther…. Esther…despierta.
-       ¡¡¿Qué? ¿qué?!! –se despertó sobresaltada sin saber dónde estaba-.
-       Tíaaa… no chilles, que me duele todo –la voz pastosa de Laura le devolvió a la realidad-.

Miró a su alrededor. Los zapatos por el suelo de cualquier forma, los vaqueros sobre la silla, su mochila al pie de la mesa de Laura. Se pasó una mano por el pelo, habían salido por todo lo alto aquella noche y se había quedado a dormir en casa de Laura porque su madre tenía guardia. Cerró los ojos un segundo, a ella también le dolía todo.

-       ¿Qué hora es? –le preguntó Esther tratando de ponerse en activo-.
-       Las ocho… -musitó Laura que dormía a su lado, pues ella no contaba con cama nido para las visitas-.
-       ¡LASSS OCHOOOO! ¡MIERDAAAAA… MIERDAAAAA! –Esther salió de la cama dando botes, pues a ese paso llegaría tarde-.


Laura se echó la almohada por lo alto. Lo último que necesitaba eran aquellos gritos de buena mañana. Esther se quitó el pijama de camino al baño, se duchó a toda prisa y volvió a la habitación al cabo de un cuarto de hora.

-       Laura, coño levanta y échame una mano. Me tienes que llevar, sino llego tarde… -le dijo Esther destapándola para que espabilara-.
-       Noooo…. Por Dios santo…. Si casi nos acabamos de acostar, ¿no puedes hacer “pellas” como una adolescente normal? ¡Coño, que es sábado! –le pidió Laura, que a aquellas horas no estaba para nadie-.
-       Joder que no…. Venga, espabila…. Un trato es un trato…  -Esther esta vez le quitó las sábanas directamente de la cama, pues Laura se había vuelto a cubrir de pies a cabeza con ellas-. Yo me desmelenaba un poco y salíamos de fiesta, y tú te asegurabas de que pudiera llegar a la clase de Kate ¿recuerdas? –le recordó con retintín Esther a un escaso palmo de su cara-.
-       Mierdaaaa –musitó Laura rendida-.
-       Pues eso, venga… -le dio prisa Esther-. Te pillo unos calcetines, que no se donde coño he soltado los míos. Tía tu habitación es un desastre, que lo sepas –le fue diciendo Esther mientras terminaba de dar vueltas y vestirse por la habitación-.

Laura se puso en pie y abrió el armario en busca del chándal, pues pensaba volverse a meter en la cama en cuanto cumpliera con su parte del trato. En otros quince minutos ya habían conseguido meterse en el coche rumbo a la facultad.

-       Tía, ¿cuándo te ha dado tiempo ha ducharte? –sentada ya al volante, Laura se dio cuenta de que Esther llevaba el pelo mojado-.
-       Mientras remoloneabas en la cama –le contestó Esther con una sonrisa-. La verdad es que lo necesitaba, tengo el cuerpo que parece que me han dado una manta de palos.
-       Pues anda que yo… en cuanto te deje me voy a la cama y no salgo de ella hasta que sea de noche de nuevo –dijo Laura toda seria-.

Esther la miró y ambas empezaron a reírse. A pesar de no estar para muchos trotes aquella mañana, las dos sabían que la noche que habían pasado de fiesta había sido increíble. Esther tuvo la agradable sensación de retomar aquella otra parte de su vida, donde no existía la presión de los estudios ni las altas expectativas ni aquel carácter obsesivo y perfeccionista que se apoderaba de ella cuando no lograba lo que quería.

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El espejo le devolvió su imagen, y Maca se quedó mirándose como muchas veces antes. ¿Quién era aquella mujer? Se preguntaba, había tanta gente que se acercaba a ella atraída por aquel aspecto, y sin embargo para ella el cuerpo era un traje tan frío a veces. “Sólo carne” pensó, amasijo de músculos, arterias y venas… edredón de vísceras sangrantes, toscas y a la vez tan perfectas. Cubrió su desnudez con la bata. “Envoltorio en envoltorio” pensó con una sonrisa cínica… si la gente entendiera lo efímera y frágil que era aquella carne, si se dieran cuenta que en un segundo toda su apariencia puede cambiar, que nada de eso importa… El recuerdo de Marta atravesó su mente y apartó su vista del espejo. A veces, odiaba tanto su aspecto.


Esther llegó cuando el resto de compañeros ya estaban preparando el material para el trabajo de aquel día. Miró a su alrededor, y atisbó a Kate explicándole alguna cosa a un par de alumnos que le enseñaban sus trabajos. Cogió el material y soltó en el pupitre lo que no necesitaba, se acercó hasta Alex que la saludó y le dio dos besos, y se colocó en su sitio a su lado. A pesar de haber llegado tarde, se sorprendió de lo tranquila que se encontraba. Sin duda, empezarse a tomar las cosas con un poco más de calma, sería una buena receta para ella.
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-       Bueno pues empecemos –anunció Kate al grupo-.

Maca se quedó quieta en la postura que Kate le había indicado y a pesar de que siempre escuchaba las explicaciones que daba a los alumnos, aquel día era uno de esos días en los que su mente no podía quedarse quieta. Tomó aire tratando de calmarse, su cuerpo debía permanecer quieto mientras su mente parecía estar frenética, llena de interrogantes e inquietudes, de viejos fantasmas y nuevas pesadillas en las que no quería regodearse. Aquella semana había sido tan dura, perder a Andrés, el niño de la 306 había sido…. Maca cerró los ojos apenas un par de segundos, no podía pensar en eso ahora, los abrió y volvió a tomar aire. Era imposible quedarse quieta con aquello rondándole por la cabeza, así que empezó a emplear el método que mejor le venía en aquellos casos, observar a los alumnos. Empezó a fijarse uno por uno en ellos. Ella también sabía como catalogarlos, leer en los rostros de la gente siempre había sido una cualidad que había sabido jugar a su favor. Deseo, concentración, preocupación… más deseo, envidia, sexo… sexo… podía leerlo en sus ojos, en sus labios, en las arrugas de su frente… en aquella mandíbula apretada, y otra vez en el dilatar de sus ojos. Sonrió cínicamente, apenas un segundo antes de volver a relajar su rostro. La historia se repetía constantemente, podía imaginar como la veían, la mayoría de los varones antes de terminar el mes habrían soñado con ella, por obsesión creativa o por pura lujuria, otros y sobretodo en el caso de las chicas, la envidia o la admiración aparecería, quizá en alguna también despertara el deseo… aquello la volvió a hacer sonreír. “Dios, que creída y superficial que eres” se dijo a sí misma, y eso le hizo sonreír todavía más, al menos aquel juego lo conocía, tan volátil, tan intrascendente, que no entrañaba peligro alguno. Buscó a Kate con la mirada, le gustaba Kate porque era clara. No se escondía ni se anunciaba, simplemente era y por eso le gustaba. La observó ayudando a uno de los alumnos y luego la vio sonreír… sonreír sincera y abiertamente a una muchacha. A Maca le llamó la atención la candidez de su rostro, Kate no solía brindar aquella mirada de admiración y orgullo con mucha frecuencia. Las vio hablar en voz baja intrigada, Kate no podía borrar la sonrisa de su cara, y la joven sin embargo parecía tan frustrada que empezaba a gesticular para mayor diversión de Kate. Al cabo de unos minutos, Kate le revolvió el pelo en un gesto que Maca no le conocía, y dándole un apretón en el hombro se separó de la alumna. Maca siguió a Kate con la mirada, sorprendida en realidad de descubrir aquella nueva faceta suya, ¿a caso le gustaba aquella alumna? No, Maca desechó el factor deseo de aquella ecuación que empezaba a montar considerándolo del todo absurdo, había otra sensación en su sonrisa, en el modo de mirarla… ¿pero qué era? Kate cambió de nuevo el rostro cuando empezó a ayudar a otro compañero, siempre amable pero no tan vivo como el que acababa de verle. El momento se había evaporado, y Maca sin embargo había encontrado la intriga que la mantendría a salvo de sus propios pensamientos. Curiosa, barrió con los ojos de nuevo la estancia en busca de la joven que había desencadenado aquel pasatiempo, y se quedó quieta, clavada como si la hubieran atado de repente en la silla. La joven también la miraba, tan profunda y abiertamente que Maca tuvo por primera vez la sensación de que alguien, de veras, la miraba.

Continuará...

4 comentarios:

  1. en la última hora me he leido estos 14 capitulos de tu historia... y he de darte mi enhorabuena, creo que es la mejor que he leido nunca. Sobre todo, felicidades por ese ultimo párrafo de Maca, simplemente, genial!! =)

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    1. Me alegra mucho que hayas dado con mis historias y que te esté gustando. Espero que la disfrutes hasta el final.

      Gracias por dejar tu opinión. Un saludo ;)

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  2. Ay como me gusta...lo de los suenos colorados de Esther ha siempre sido una de mi parte favorida, se compriende cuanto està envolcrada en ambas la pintura y Maca....

    Y esto de como por primera vez Maca nota de verdad a Esther es practicamente perfecto

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    1. Gracias!

      Me alegra que alguien aprecie el detalle de esta "primera apreciación" real de Maca hacia Esther, porque creo que es muy importante en el desarrollo de la relación que las une en el futuro... así como los matices que detecta Maca en Kate con respecto a sus afectos y atenciones hacia Esther.

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