viernes, 31 de agosto de 2012

Dibujada en mi mente -Cap 19 y 20-


“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





19

A pesar de que Esther fue en el coche con Kate y Maca, la verdad es que al llegar al restaurante varios compañeros del género masculino boicotearon los asientos alrededor de la modelo, por lo que su intención de sentarse junto a ella para conocerla mejor se vio truncada. Sin embargo, aquello no hizo que mermaran sus ganas de pasarlo bien, pues esa noche empezaban sus verdaderas vacaciones de verano y sentía una mezcla extraña pero agradable en mitad del estómago. La compañía de Alex, la compañera que la había ayudado en el último mes a integrarse, contribuyó en gran medida a que la cena discurriera divertida y agradable, y pronto pudo olvidarse de que el mundo no giraba entorno a Maca, o al menos eso creía.

-       No has dejado de controlarla en toda la noche –le susurró de pronto Kate sobresaltando a Maca que trataba de hacer cómo que atendía a las chorradas de uno de los alumnos que quería ligar con ella-.
-       ¡Déjalo ya, quieres! ¡No es cierto! –masculló entre dientes Maca, lo último que necesitaba en aquellos instantes era que Kate la empujara más hacia aquel abismo-.
-       Hubiera dado cualquier cosa por ver tu cara cuando te aplicaba el hielo –siguió martirizándola Kate, enterarse de aquel accidentado encuentro había sido la guinda perfecta para aquel fin de curso y lo estaba disfrutando-. ¿Qué, se derritió en segundos?
-       Mierda Kate… -le pegó un codazo Maca, no pudiendo disimular por más tiempo ante el muchacho e ignorándolo sin disimulo para volverse hacia Kate-. No sé lo que pretendes con esto pero…

Kate sonrió pícaramente, y Maca entrecerró los ojos.

-       Yo no pretendo nada, sólo digo lo que tú no te atreves a admitir –le contestó Kate-.

Los ojos curiosos de los que tenían alrededor empezaban a posarse en ellas. Maca se dio cuenta y no quiso continuar.

-       Voy al baño –dijo sin más y se levantó de la mesa-.
-       Y yo –contestó para mayor consternación de Maca, Kate-.
-       Genial –suspiró Maca pasándose una mano por la cara para tranquilizarse. “En qué carajo me estoy metiendo”-.

Maca entró en el baño perseguida por Kate. Había un gran espejo, dos lavamanos, y dos puertas con sus correspondientes W.C. En cuanto cerraron la puerta y se vieron a solas, Maca no tardó en estallar.

-       ¿Se puede saber que pretendes? Si piensas que voy a echarme al cuello de esa niña, es que aún no me conoces –le advirtió Maca algo más agitada de lo que le gustaría-.

Kate sin embargo estaba muy serena, se había apoyado en la pila de los lavamanos y la contemplaba con los brazos descansados a ambos lados del cuerpo.

-       ¿No piensas decir nada? –Maca se impacientaba ante su silencio y su cara de regodeo-.

Kate ladeó un poco la cabeza y entrecerró los ojos un segundo antes de hablar con ella.

-       ¡Así que te interesa! –concluyó Kate-.
-       Claro que me interesa saber a qué estás jugando tratando de meterme por los ojos a esa cría –contestó Maca sin entender qué le pasaba a su amiga con aquel tema-.
-       No, no me refiero a mí, me refiero a que de veras te interesa Esther –la corrigió de su error Kate-.
-       ¡Por Dios santo! No hay quien hable contigo cuando te pones así, te lo juro –resopló Maca dejando el tema por zanjado, y se perdió en uno de los baños-.

Kate sonrió con agrado. Nunca se hubiera imaginado que el encanto de Esther traspasara algo más que el mero dibujo, pero por lo visto lo estaba haciendo y aquel hecho inesperado la hacía feliz pues tenía la impresión de que podían aportarse muchas cosas la una a la otra. Cuando Maca salió del baño para lavarse las manos, se vio a Kate en la misma posición que la dejó pero esta vez parecía haber borrado por fin su sonrisa pícara de la cara.

-       ¿En serio me ves capaz de liarme con una cría sólo por puro capricho o porque me guste? Yo no voy queriendo joder a la gente, ¿sabes?  –le dijo Maca más calmada, aunque en realidad se sentía triste y dolida porque Kate la viera como una devora mujeres, capaz de no tener en cuenta la inocencia de alguien como Esther-.

En ese momento Kate se incorporó de su posición y se puso a la espalda de Maca, la abrazó por la cintura.

-       No, eso no es lo que veo en ti, en absoluto. Lo que veo en ti es más profundo y honesto, y lo que no logro comprender es cómo ella pudo verlo con tanta claridad desde el principio –le dijo Kate cogiéndola completamente por sorpresa-.
-       ¿Qué quieres decir con ella? –Maca se giró entre los brazos de Kate para que se lo aclarara-.

Kate sonrió con candidez.

-       Lo que quiero decir es justamente lo que he dicho Maca. Ella te mira y ¡te ve!, no me preguntes cómo lo hace, pero te ve –le dijo Kate y empezó a andar hacia la puerta-. No importa cuánto te escondas o te disfraces, al final ella terminará por encontrarte, aunque ni ella misma se de cuenta todavía de que te busca. ¡Suerte!

Y tras aquellas palabras Kate abandonó los lavabos dejando a una Maca mucho más confusa de lo que ya estaba antes de que se iniciara aquella conversación extraña entre las dos. “¿Y eso que coño significa?” se preguntó Maca, que salió del baño como alma que se lleva el diablo para alcanzar a Kate. Tenía que aclararle todo aquello.

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A pesar de que trataba de involucrarse con el resto de compañeras que estaban compartiendo mesa con ella y olvidarse de todo lo demás, Esther no pudo pasar por alto el hecho de que Maca se levantara de la mesa precipitadamente seguida de cerca por Kate. Su corazón se aceleró en un segundo sin saber el motivo, y ya no pudo concentrarse en las conversaciones que a su alrededor se convirtieron en un mero murmullo. “¿Por qué me pasa esto?” se preguntaba. El hecho de haber entablado conversaciones con Maca, el hecho de poder conocerla en cierta forma, había calmado un poco aquel desasosiego que sentía cuando se encontraba a solas y los días pasaban inconmensurablemente despacio hasta volver a poder dibujarla, a poder verla. La modelo se había hecho real,  tenía nombre y voz propia, y a pesar de que en muchos momentos se exhibía fría y distante, Esther ya había comprobado que no era cierto, creando un vínculo de atracción más fuerte ante el hecho de querer descubrir todo de ella. Esther seguía pasando horas y horas tratando de dibujarla, describiendo sobre el papel lo que los gestos y la piel de Maca le contaban en sus largas horas de posado. “No puedo creer que haya terminado”, aquel remolino de pensamientos le hizo sentirse indispuesta de pronto.

-       Ahora vengo… -fue todo lo que le dio tiempo a decir antes de levantarse de la mesa para ir corriendo al baño, estaba a punto de vomitar-.

De pronto se chocó con Kate.


-       Esther! –a Kate sólo le hizo falta mirar su cara pálida para saber que algo marchaba mal-. Vamos.

Iban a entrar cuando Maca abrió la puerta y por poco las atropella a ambas.

-       ¡Maca, quítate de ahí! –le dijo Kate apurada, deteniéndola con un brazo mientras hacía paso a Esther-.
-       ¿Qué…? –Maca se dio cuenta de que Esther se encontraba mal-. ¿Qué, qué le pasa?
-       No lo sé –le dijo Kate ya ayudando a Esther a entrar en uno de los servicios-.

Maca se quedó petrificada, quería hacer algo pero… Kate cerró la puerta del baño, y entonces se escuchó a Esther “echando el pato”.

-       Maca, trae mi bolso, por favor –le pidió Kate desde el otro lado de la puerta-.

Maca tardó en reaccionar, pero al final lo hizo.

-       Voy –le dijo, y de camino a la mesa no pudo dejar ni un segundo de sentirse preocupada por Esther-.

Cuando Maca regresó al baño Esther ya estaba mojándose la cara y haciendo gárgaras en el baño. Kate le acariciaba la espalda con cariño, reconfortándola.

-       A saber cuántas copas de sangría te has tomado –apenas le regañaba Kate, pues su reproche venía adjunto a una sonrisa ancha y comprensiva-.
-       Si apenas he bebido, creo que me han sentado mal los nachos –le decía Esther resoplando aún encorvada sobre el lavamanos-.
-       ¿los de las ocho salsas? –le preguntó Kate-.
-       ¡Agggg… ni me lo menciones! –a Esther le entró un repelus. Aquellos eran los estragos sin duda de tener una madre tan preocupada por su alimentación, en cuanto tomaba comida basura y los nervios o las preocupaciones se le sumaban, el estómago se le convertía en una batidora a mil revoluciones-.
-       Jajaja… está bien, mejor no hablemos de comida –se rió Kate, pues por las “carasas” de Esther sabía que el mal trago había pasado-.
-       ¡Sí,  mejor! –aprobó aquel punto Esther-.

Maca presenció la escena completamente aturdida. “¿Por qué me he quedado paralizada? ¿por qué no he tomado el control de la situación como hago siempre?”, se preguntaba, pues su sangre fría solía ser una de sus cualidades más destacadas como médico. Ella siempre tomaba el control, pasase lo que pasase, pero en cuanto vio a Esther mal, no pudo. ¿Por qué?

-       He traído tu bolso –se pronunció Maca-.

“Esa voz” a Esther le dio un escalofrío y como a cámara lenta se giró para encontrarse con Maca. Sus ojos se encontraron, como tantas otras veces, las dos quedaron conectadas en milésimas de segundo.

-       Ahh, gracias Maca –Kate sonrió ante las miradas que se dirigían las dos, sin embargo ninguna de ellas estaba en condiciones de darse por aludida. Cogió el bolso que le había tendido Maca y se puso a rebuscar en su interior-. Anda, toma… siempre llevó uno por si acaso, pero la verdad es que luego nunca lo uso, estoy acostumbrada al eléctrico.

Esther sintió como si la desengancharan de golpe después de haberse quedado pegada a un enchufe. Miró hacia Kate y luego hacia un pequeño neceser desechable que contenía un minúsculo cepillo, una mini pasta de dientes y  un bote de elixir bucal.

-       Oh gracias –contestó Esther volviendo a la realidad, pero de pronto le dio vergüenza saberse observada por Maca y se puso roja sin atreverse a empezar a cepillarse los dientes delante de ella. Lo último que le faltaba es que Maca la viera escupir espuma por la boca, ya había sido lo suficientemente bochornoso pensar en que la había escuchado “potando”-.

Maca no supo cómo, pero leyó en Esther como si se lo gritara y también se sintió violenta.

-       Bueno, ya veo que lo tenéis todo controlado… mejor vuelvo a la mesa –anunció de pronto-. ¡Me alegro de que estés mejor, Esther!
-       Gracias –le dijo ella girándose a mirarla y le regaló una de sus plenas sonrisas-.

Maca sintió como la piel le quemaba ante aquella chiquilla tan polivalente que la cogía completamente desprevenida. Así que no supo que decir y se marchó. Esther se quedó unos segundos mirando hacia la puerta por la que se había esfumado su silueta, olvidándose de todo como le pasaba siempre que se encontraba con ella, por eso se sobresaltó cuando vio la sonrisa de Kate en el espejo.

-       Aiiiiihhhh…. –pegó un pequeño grito Esther por el susto-.
-       Parece que se te olvida todo cuando la tienes delante –le dijo Kate para mayor desasosiego de Esther-.

Esther se puso más roja todavía.

-       jajajaja… ¡Está bien! –dio por concluido el tema Kate, pues estaba convencida de que Esther todavía ni siquiera podía imaginar a lo que se refería y mucho menos ponerle nombre. A fin de cuentas, Esther era tan despistada y tan inocente en muchos aspectos todavía, que no era ni el momento ni quien para abrir “aquella puerta”-. ¡Estoy impaciente por ver tu trabajo! –y con aquel comentario y un guiño, también decidió dejarla a solas para que se tomara el tiempo que parecía estar necesitando-.
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20

Tras el incidente todo pareció volver a la normalidad. Kate, como prometió, consiguió pases para el “Bohemia” y los que se apuntaron a ir al pub se distribuyeron entre los coches que habían llevado para facilitar el trayecto. Alex insistió en que Esther fuera en el suyo, y esta vez también se quedó con las ganas de disfrutar de la presencia de Maca aunque fuera sólo un rato, pues aquel era también uno de sus mayores defectos, no sabía decir que no a la gente.  Era cerca de la una cuando el grupo entró junto en el pub. Kate y Maca no tardaron en ser absorbidas por gente asidua al local, y Esther viendo que su objetivo se distanciaba empezó a mirar a su alrededor en busca de Laura y Eva, pues habían quedado en reunirse allí. De pronto vio una mano que se agitaba en la pista, Laura la había divisado antes que ella.

-       Ahora voy, voy a saludar a unas amigas que están en la pista –se disculpó Esther con Alex, que hasta ese momento la dirigía por la multitud cogiéndola de la mano-.
-       Vale, nosotras estamos en el palco reservado. ¿Te voy pidiendo algo? –le preguntó Alex con una sonrisa antes de soltarla-.
-       No, gracias. Aún tengo el estómago algo revuelto. Luego quizás –le dijo Esther-.
-       Ok. Allí estamos –le dijo Alex despidiéndose de ella-.
-       Vale –contestó Esther y empezó a dirigirse a la pista de baile-.

Laura se echó a sus brazos nada más tenerla en frente.

-       Estherrrrrrrrrrrrrrr!!!! –gritó Laura dándole besos en la cara-. ¡Tíaaaaaaaaaaa que guayyyyyyyyyy! Cuando me llamaste y me dijiste que habías echado el pato en la cena, pensé que terminarías rajándote otra vez.
-       Pues ya ves que no –le contestó Esther, que en realidad reconocía que hubiera sido su opción A de no haber sido por Maca. No podía evitar aquella sensación de necesitar prolongar el tiempo con ella, aunque fuera desde la distancia. Era una sensación de pérdida difícil de comprender, incluso para sí misma-.
-       Eiii, Estherrr!!! ¡Qué bien, ya estamos todas! –de pronto Eva apareció también a su lado y le dio dos besos-.
-       Hola Eva. Cuanto tiempo –la saludó Esther-.
-       Jajja.. Sí, la verdad es que te vendes cara. Ya me ha ido contando Laura que no has parado quieta en todo el curso. Vaya rachita que llevas, eh muchacha –le dijo Eva guiñándole un ojo. Se les veía muy contentas a las dos-.
-       Pues sí, la verdad es que no me puedo quejar. ¿Y vosotras qué? Que os veo la mar de animadas –les preguntó Esther-.
-       Jajaja… bueno nosotras como siempre, hemos hecho una botellona antes de venir en honor a que ya no tengo novio –le dijo Eva-.
-       Vaya… ¿eh de decir que lo siento o? –Esther no estaba muy segura de que aquel hecho fuera una mala noticia para Eva-.
-       Jajaja… No, mejor di que te alegras. Yo al menos me alegro, se le estaba subiendo demasiado las estrellitas a la cabeza así que he pasado del tema. Además, yo no suelo tener problemas para entretenerme, ¿verdad Laurita? –le hizo un guiño Eva a Laura mientras la cazaba echándole un brazo alrededor de los hombros-.
-       Ya te gustaría que tropezara de nuevo en esa piedra, ya … jajaja… -le contestó Laura, y Esther no supo descifrar a qué se referían, pero le pareció una conversación privada-.
-       Jajajja… no tientes a la suerte, nunca se sabe –le contestó Eva risueña, y la soltó-. Esther, ¿estás mejor de tu tripa?
-       Ehhh…. –se sorprendió Esther porque de nuevo la conversación se dirigiera hacia ella-. Sí, gracias, ya estoy bien.
-       Genial, entonces vamos a pillarnos algo a la barra. Ya que os quedáis a dormir a mi casa y que va a manejar Marta, no tenemos límite –propuso Eva feliz-.
-       Eso es lo que me preocupa, que tú no tengas límite. Esther, por Dios, no me dejes a sola con ésta esta noche –fingió preocupación Laura para reírse de Eva-.
-       Jajaja… sí, tú patalea, patalea… que luego ya sabemos tú y yo como terminas –le contestó Eva y antes de salir en dirección a la barra le dio un pellizco en el culo a Laura que hizo que ésta diera un salto-.

En cuanto Eva empezó a perderse entre la gente, Esther cogió a Laura por el brazo.

-       Tengo la sensación de que me estoy perdiendo algo –le dijo Esther mientras seguían a Eva a una cierta distancia-.
-       Bah… lo de siempre. Eva no sabe estar sola y en cuanto sale de una relación tiene la sensación de que ha desperdiciado el tiempo, así que trata de ligarse a todo lo que se menea –le dijo Laura como si nada-.

Esther se quedó parada, sorprendida.

-       ¿Me lo estás diciendo en serio? –le preguntó Esther perpleja-.
-       Jajaja… y tan en serio. Así que tú hoy lejitos de ella, que va bebida y acabará por hacer alguna tontería, aunque me da la sensación de que hoy tiene el chip nostálgico y está que me las lanza todas a mí –prosiguió Laura hablando-.
-       ¿Nostálgico? ¿En ti?... –Esther meneó la cabeza saturada-. Espera un segundo, me estás diciendo que tú y Eva…. Que Eva y tú, alguna vez…. –Esther iba pedo la última vez, pero recordaba perfectamente la aclaración de Eva sobre su bisexualidad-.
-       Eva y yo nos liamos, sí. ¿Te da cosa? –le preguntó Laura arrugando la nariz-.
-       No, no… claro que no –Esther se apresuró a contestar porque no quería que Laura pensara que sentía algún tipo de homofobia o desprecio al respecto-. Es sólo que, me he quedado muerta. ¿Por qué nunca me lo habías dicho?

Laura se encogió de hombros.

-       Nunca nos preguntamos. ¿Y tú? –le preguntó Laura de pronto-.
-       ¿Yo qué? –se sobresaltó Esther, aunque no estaba segura a lo que se refería Laura-.
-       Jajaja… venga Esther, que llevas un año dibujando sin parar a una tía en bolas. No me digas que nunca has tenido un “rollo” con alguna amiga –Laura casi lo daba por hecho, aunque nunca lo hubieran comentado-.
-       Yo… no, nunca. ¿Y qué tiene que ver que dibuje a Maca con que creas que he tenido inclinaciones lésbicas? –Esther ahora no sólo estaba sorprendida sino que también estaba en pleno shock. “¿Cómo diablos hemos llegado a esta conversación?” se preguntó-.
-       Jajaja… supongo que nada si tú lo dices. Anda vamos a tomarnos esa copa, que creo que después de mi confesión la estás necesitando…jajaja… -se rió Laura de la expresión de su cara-.

Pero en cuanto Esther le dio un codazo como reprimenda y se dejó coger de la mano, sonrió al saber que la reciente noticia no había causado la menor brecha entre ellas. Todo seguía como siempre.

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A pesar de haber sido interceptada por la dueña del local y un par de conocidas, Maca no se mantuvo muy presente en las conversaciones, por el contrario si lo estuvo de la dirección de Esther. Cuando aquella rubita risueña de Alex invitó a Esther a ir en su coche, Maca había estado a punto de dirigirle una mirada asesina. No se lo había preguntado nunca a Kate, porque en aquellos asuntos no le hacía falta, sabía a ciencia cierta que Alex era lesbiana y no podía creer que Esther fuera tan ingenua para no darse cuenta de que Alex le había echado el ojo casi desde el principio. “Menuda loba” se quejó Maca con enojo. Al menos ella siempre iba de frente, pero Alejandra se disfrazaba de amiga para conseguir “otras cosas” y eso le repateaba. De pronto Esther se detuvo entre la gente, la inclinación de Alex para hablarle en el oído casi produjo un quemazón en sus venas, Maca estaba que echaba chispas por aquellos juegos seductivos, tan evidentes para ella, tan ajenos a Esther por lo visto. Se tranquilizó al ver que por fin se separaban, pero su tranquilidad apenas duró un minuto, hasta que una morena bajita se le echó al cuello y empezó a darle besos en la cara. Se quedó de piedra. “¿Quién coño es esa?” se preguntó Maca, y en cuanto vio a Eva saludando a Esther el mundo se le cayó encima, pues conocía a Eva ya que asistía de vez en cuando al pub de ambiente donde Maca ponía las copas cuando trabajaba los fines de semana. ¿Acaso se estaba equivocando completamente con respecto a Esther? ¿Y si en realidad “entendía” más de lo que parecía? ¿a caso estaba salvaguardando una inocencia que no existía? Aquel mar de dudas empezó a correr por su mente hasta marearla.

Continuará...

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