miércoles, 15 de agosto de 2012

Dibujada en mi mente -Cap 3 y 4-




“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





3.



TRES MESES DESPUÉS

Esther salió al jardín con el bol de ensalada en la mano, aquel iba a ser su último día de vacaciones de verano y un pequeño grupo de amigos se había reunido en casa de Raúl para hacer una barbacoa y bañarse en la piscina.

-       ¿no te metes? –le preguntó Raúl a Esther en cuanto pisó el césped-.
-       Ni hablar, demasiado fría para mí –gritó Esther simulando un escalofrío y devolviéndole una sonrisa-.

Raúl se echó a reír, y conociendo lo friolera que era no insistió y siguió jugando en el agua con los chicos. Ella en cambio se acercó hasta Héctor que se encargaba ese día de la barbacoa.

-       ¿Cómo va? –le preguntó Esther-.
-       Bien, veinte minutitos y lo tendremos todo en la mesa. ¿Tienes hambre? –le dijo Héctor-.
-       Hambre es poco, me muero por hincar el diente que no es lo mismo –contestó Esther con una inmensa sonrisa-.

Héctor exageró su postura para acentuar el repaso que le estaba haciendo con la mirada.

-       Pues para lo canija que estás, nadie diría que comes como una lima –le tomó el pelo Héctor y Esther le dio un codazo de reproche-.
-       No estoy canija, estoy normal –refunfuñó ella, pero ya no tenía caso discutir porque ambos se echaron a reír-.

Como predijo Héctor, a la media hora ya estaban todos alrededor de la mesa. La conversación y las risas fueron sucediéndose de forma natural como era habitual entre ellos. Javier trató de sentarse al lado de Laura, pero como no lo consiguió se pasó de morros gran parte de la comida, lo cual hizo que Laura se divirtiera más todavía y empezara a soltar anécdotas de las suyas. Esther disfrutaba de la compañía de todos ellos, sin embargo se quedaba abstraída con facilidad, llevaba así casi todo el verano y aquel día no fue una excepción. Tras la sobremesa, Héctor decidió que era un buen momento para tomar la siesta a la cual se le sumó Gabriela y Nacho, mientras que Javier aprovechó para rondar a Laura pues se habían quedado solos mientras Rául se encargaba de reorganizar todo en el lavavajillas y Esther se retiraba bajo el olivo del patio con su cuaderno de dibujo.


Esther no sintió su llegada hasta que lo tuvo mirando por encima de su hombro.

-       Guauu… esta vez te ha salido súper sexy – silbó Raúl interrumpiéndola-.

Esther cerró el cuaderno de golpe.

-       ¿siempre tienes que hacer lo mismo? Sabes lo que me jode que miren mi trabajo sin que esté terminado… -le soltó Esther con cara de pocos amigos-.

Pero Raúl se sentó a su lado y le robó un beso de los labios antes de que protestara más por haberla espiado.

-       Anda, no te enfades, si está muy bien… es más, yo me pongo cachondo sólo de verlo, eso tiene que decir algo bueno ¿no? –bromeó Raúl a sabiendas de jugársela con Esther-.
-       Ala… ya está, el machito ibérico salió –se rió de él Esther-. Nunca entenderé porque los tíos os ponéis soeces ante una tía desnuda…. No lo entiendo. Esa es la diferencia entre una chica y un chico, os vamos por delante, porque aunque a veces lo pensemos, no cometemos el tras pies de decirlo en voz alta.
-       Jajaja… ya, es que vosotras sois mas listas –se rió Raúl con el comentario de Esther, y entendió que su buen humor seguía latente, no se había enfadado-.

Esther abrió el cuaderno otra vez, Raúl permaneció callado a su lado mientras veía como ella retocaba aquel cuerpo desnudo de mujer con su lápiz.

-       Yo lo que no entiendo es por qué repites una  y otra vez este mismo dibujo de mil ángulos diferentes, llevas todo el verano igual. ¿Qué pasa, que te pone a ti también, o qué? –le dijo con ligereza y sin mal rollo Raúl-.

Esther se alejó el cuaderno y lo miró con perspectiva. Ninguno de sus bocetos hacía justicia al modelo que mantenía a salvo en su cabeza y arrugó la nariz.

-       Ya te lo he dicho, tengo que practicar el retrato corporal antes de que lleguen las clases –dijo sin más, pues era la versión que repetía casi automáticamente cuando la pillaban dibujando aquel cuerpo. Explicar los motivos por los que aquella imagen fortuita en la facultad de bellas artes la obsesionaba, quedaría demasiado raro para gente que no entendía la magnitud de lo que para ella englobaba aquel reto. La imagen de aquella chica la seguía de noche y de día, y no podía parar de tratar de dibujarla. Estaba tan viva en su cabeza, que no conseguía plasmarla en papel de ningún modo-.

Raúl se puso en pie de un salto, y Esther lo miró con sorpresa.

-       Entonces dibújame a mí –le sugirió quitándose la camiseta-.
-       ¡Anda estate quieto! –exclamó Esther mientras trataba de contener la risa ante las posturas que Raúl estaba protagonizando para ella-. ¡Que tonto te pones! –le dijo Esther en tono cariñoso cuando Raúl paró de hacer monerías para volver a su lado-.
-       Bueno, pero he conseguido tu atención aunque sea un ratito ¿no? –le respondió él dándole otro beso-.
-       Sí, pero sólo un ratito –le contestó ella dejando el bloc de dibujo a un lado, mientras volvían a besarse-.

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Maca abrió un ojo, y la luz mortecina de la tarde pareció invitarle a que abriera el otro. Trató de levantarse de aquella cama que no era la suya, y un brazo y una pierna ajena le recordaron que no estaba sola. Su cabeza amenazó con sutiles punzadas el pasarle factura por las copas y la juerga a la que se había visto sometida ese fin de semana. Se zafó como pudo de las garras de su acompañante y se levantó de la cama, de camino al lavabo miró el reloj, ya eran las seis de la tarde. “Necesito una ducha” se dijo a sí misma, y ya que estaba desnuda aprovechó para dársela. Diez minutos más tarde la rubia con la que había estado retozando gran parte de la noche y del día asomó su melena por la mampara de la ducha.

-       ¿Hay sitio para mí ahí dentro? –le preguntó, y Maca abrió la puerta como toda respuesta-.
-       Se me ha hecho tardísimo –le dijo Maca a su acompañante que ya estaba besándole en el cuello mientras Maca compartía con ella el agua caliente-.
-       ¿Y eso te supone un gran problema? –le preguntó aquella mujer mordiéndole el labio-.
-       Mmm… no, pero si seguimos así lo terminará siendo. El tren sale a las nueve de la noche, y tengo que preparar aún el equipaje –le contestó Maca, aunque las caricias de Verónica volvían a causar gran efecto en ella-.
-       Bueno, pues seré rápida –le anunció Verónica y Maca la vio descender por su cuerpo hasta quedarse de rodillas ante ella y hacerle abrir las piernas-.


A las nueve menos cuarto de la tarde Maca salía del taxi. Corrió por la estación de tren hasta la puerta del “AVE” y consiguió llegar a tiempo al último tren de alta velocidad que salía ese día hacia Madrid. Ya en el tren, se permitió cerrar los ojos y descansar un poco. Las visitas a sus padres en Jerez, siempre terminaban con una escala indispensable en Sevilla que acababa convirtiéndose en fines de semana de lo más tórridos, y las agujetas de su cuerpo la hicieron sonreír al recordar los juegos a los que Verónica le había sometido. “Esta mujer, es peor que yo”, pensó para sí Maca. Verónica y ella se conocían desde hacía mucho, y por supuesto también hacía mucho tiempo que habían dejado muy claros los términos de la relación que mantenían, tanto una como la otra disfrutaban de su libertad, y porque no decirlo, de su libertinaje… un mutuo acuerdo de buen sexo y buena compañía siempre que a ambas les apeteciera, y lo normal es que así fuera cuando se veían. Con una sonrisa pícara Maca dejó por concluido su fin de semana, mientras con los cascos de su ipod en los oídos se abandonaba en el duermevela que el movimiento del tren le producía.

4.

El curso dio comienzo, y con él un mundo nuevo y emocionante se abrió de par en par para Esther. Las clases le parecían apasionantes, las exposiciones y quedadas con los compañeros estaban cargadas de buen ambiente y nuevas aspiraciones. Todo era nuevo y sin embargo tan familiar. La magia que se había apoderado de ella cuando entraba en el estudio de Guzmán para recibir sus clases particulares en los últimos años, impregnaba ahora cada recodo de aquel campus, cada clase, cada materia… cada persona nueva que conocía, con sus excentricidades y sus tan particulares ideas. En lugar de reprimirse, encontraba a profesores y compañeros que la invitaban a explorar, experimentar y compartir… y más pronto de lo que se imaginó, se vio a sí misma realizando mejoras en su trabajo. No había herramienta que los profesores pusieran a su alcance, con la que ella no experimentara en busca de un solo objetivo…. conseguir plasmar en lienzo o papel, lo que sus ojos, su mente y su sentir le dibujaban tan claramente en su mente.

Sin darse cuenta pasaron los meses y a la vuelta de la esquina se asomaron las vacaciones de Navidad. Laura la vio sentada en el césped al salir de su última clase y se apresuró a llegar hasta ella.

-       Eyyy… por fin he terminado… ¡empiezan las vacaciones! –gritó Laura pletórica mientras se lanzaba al suelo junto a Esther-.
-       Enhorabuena… -le dijo Esther removiéndole el pelo mientras ambas sonreían-. A mí sólo me queda una tutoría con el profesor de  “Idea, Concepto y Proceso en la Creación Artística”.
-       ¿Y eso? –le preguntó extrañada Laura-.

Esther se encogió de hombros antes de responder.

-       Ni idea, debe ser algo del trabajo voluntario para subir nota. ¿Tú no lo hiciste al final, no? –le preguntó Esther-.
-       No tía, no me daba tiempo –le respondió Laura-.
-       Jajaja… no me extraña, últimamente no paras quieta –le dijo con retintín Esther, pues Laura parecía que aún no se había puesto al día con los viejos y los innumerables nuevos amigos que siempre la invitaban a fiestas a las que ella por supuesto no sabía decir que no-.
-       Jajaja… ¡ya! ¡tengo que frenar un poco sino me van a caer todas en los exámenes de enero! –dijo Laura arrugando la nariz-. ¿Me echarás una manita, no?
-       Claro que sí –le dijo Esther volviendo a concentrarse en el boceto que aún no había concluido-.
-       ¿Qué haces? –se interesó Laura por saber en qué andaba metida ahora Esther y se asomó a su cuaderno-. ¡Vayaaa!

Exclamó Laura poniéndose más erguida a su lado, miró hacia el edificio real que se alzaba ante ellas y luego volvió a valorar el dibujo que Esther estaba detallando.

-       ¡Tíaaa… es cojonudo! –la felicitó Laura sinceramente-. Ahora me explico porque el otro día la cotilla de Teresa y el mosquita muerta de Rusti hablaban tan envidiosos de ti.
-       ¿Cómo? –Esther se sorprendió de aquella información y levantó la cara de su trabajo con un interrogante en la mirada-.
-       Parece ser que te estás haciendo ya un nombrecito, compañera… jajaja –le dijo Laura cogiéndola por los hombros-. ¡Esto está de puta madre! –volvió a admirar Laura el boceto de Esther-.
-       En estos momentos no se si mandarte a la mierda o darte las gracias –contestó Esther, pero la arruga en su frente que se había formado al conocer que algunos compañeros chismorreaban sobre ella a sus espaldas, empezó a desaparecer de su rostro mientras volvía a clavar los ojos en el dibujo que ahora sostenía Laura-. Las naturalezas muertas no me preocupan demasiado, en cambio los retratos…. –Esther arrugó la nariz, seguía peleando consigo misma con respecto aquel tema. A pesar de tener tanto trabajo, aún no había renunciado por completo al boceto de la chica desnuda que aún a veces se le presentaba de improvisto en la cabeza-.

Con un gesto de mano pasó un par de páginas hacia atrás en el bloc de dibujo y dejó que Laura viera a lo que se refería.

-       No me puedo creer que aún sigas obsesionada con esto. ¡Está que te cagas Esther! No sé porque le das tantas vueltas –le dijo Laura al contemplar la espalda de aquella enigmática mujer a la que Esther había pillado posando en aquella misma facultad cinco meses atrás-.

Esther evaluó con autocrítica el último boceto que había hecho de la chica. Tenía que reconocer que estaba mucho mejor ahora que las diversas clases y sus tutorías con algunos profesores le habían brindado nuevas perspectivas, pero lo que a Esther le reconcomía es que la chica de su dibujo no estaba viva. Su recuerdo de ella en la cabeza en cambio sí, por eso Esther no podía dejar de intentarlo… había encontrado algo fascinante que no era capaz de plasmar tal cual pretendía y no pararía hasta conseguirlo.


-       ¡Es sólo papel! –exclamó Esther absorta en sus ideas-.

Laura se le quedó mirando tratando de entenderla. Conocía a Esther y sabía que era mucho más apasionada de lo que a primera vista parecía, sobretodo cuando se trataba de sus creaciones, aún así no llegaba a captar aquel encaprichamiento. Esther le devolvió la mirada con convicción.

-       Sabes a lo que me refiero, esto no es lo que vi, no es lo que quiero pintar –se defendió Esther ante la mirada de Laura que le decía “¿pero que más quieres?” , la cual poco a poco fue cediendo-.
-       ¿Sabes que te digo? –le contestó finalmente Laura-.
-       ¿qué? –quiso saber Esther-.
-       Que exiges demasiado. Viste a esa tía hace más de cinco meses y por muy poco tiempo, lo cual significa que es casi de locos que pretendas recrear esta figura sin tener a la modelo delante. Seguramente tu cabeza ya ha magnificado demasiado la percepción que tuviste de ella –le contestó Laura-.
-       Es muy posible… -tuvo que reconocer Esther, pero es que esa sensación de impotencia por no poder retratarla como quería, la perseguía como una cuenta pendiente-.
-       Tal como yo lo veo, tienes dos opciones; o te las apañas para averiguar quién coño era esa mujer y le pides que pose para ti para poder terminar de una vez este puto dibujo, o bien te olvidas de una vez por todas del tema y te relajas un poco…. Ya llegaremos a trabajar con modelos de carne y hueso de aquí a un par de cursos, aún tenemos mucho que aprender, no te atormentes –le aconsejó Laura-.
-       ¡ya! Si tienes razón…. –terminó por ceder Esther, y sin querer darle más bombo al asunto, cambió de tema-. Bueno qué, ¿vamos mañana a lo de la exposición por Navidad que hacen los de los últimos cursos, o pasamos de pisar el campus en sábado?
-       Nos pasamos, ¿no? –propuso Laura-.
-       Lo que quieras –lo dejó a su elección Esther-.
-       Pero nos pasamos por la noche, que Eva me ha comentado que luego montan una fiesta que ni te cuento –a Laura le chispearon los ojos con la idea-.
-       Jajaja… tía, tú es un no parar eh –se rió Esther, pero también a ella empezaba a apetecerle salir de marcha para variar-.
-       Joder, si no disfrutamos ahora no se cuando –expuso su punto de vista Laura con un divertido juego de cejas-.
-       Jajajaj… Vale. Bueno te dejo, voy a ver que quiere el profesor y luego me piro a casa –le anunció Esther poniéndose en pie y guardando sus cosas en la mochila-.
-       Vale –aceptó Laura poniéndose de pie también-. Yo llamo a Eva para que me cuente el plan y mañana te llamo para quedar, porque supongo que tú esta noche nada ¿no?
-       No puedo, Raúl y yo vamos al cine, que lleva casi un mes detrás mía y a lo tonto, a lo tonto, no coincidimos por su trabajo o mis estudios –se excusó Esther-.
-       Bueno vale... pero mañana sólo chicas –le advirtió Laura adelantándose a que Raúl o los chicos quisieran apuntarse-.
-       ¡Eso por supuesto! –le aseguró Esther y ambas amigas se chocaron la mano con complicidad antes de separar sus caminos-.

….

Mientras en la facultad de medicina.

-       ¡Nos vemos tras las vacaciones! ¡Disfruten de las fiestas, pero estudien! Los exámenes están a la vuelta de la esquina –les dijo el profesor tras que sonara el timbre que anunciaba el final de la clase-.

Tras sus palabras los alumnos empezaron a recoger y salir del aula con gran murmullo. Maca se puso la cazadora, introdujo su libreta en la mochila y salió de clase como el resto de sus compañeros.

-       Ey, Maca…. Maca … -la llamó una voz conocida cuando andaba por el pasillo-.

Maca se paró para mirar, Claudia se fue abriendo paso entre la gente que iba y venía. Maca se despidió de la compañera de clase con la que iba hablando y espero a su amiga.

-       Creí que no ibas a terminar nunca –le dijo Claudia dándole un beso en la mejilla-.
-       ¿Me estabas esperando? –le preguntó Maca sonriendo, pues se alegraba de verla-.
-       ¿Tú que crees? –dijo Claudia como respuesta-.
-       Jajaja… vale, tú dirás –le contestó Maca mientras Claudia se colgaba de su brazo y las dos se dirigían a la salida del edificio-.
-       He estado pensando que ya que no hay forma humana de que tú familia te deje quedarte a pasar las fiestas aquí, esta noche tenemos que hacer una despedida como Dios manda… -Claudia la miró divertida-.
-       ¿Has estado pensando? ¡Miedo me das! –le contestó Maca empezando a animarse en realidad-. ¿Qué tienes en mente?
-       ¡Eso ya lo verás! –le anunció Claudia y se la llevó de allí entre risas-.


Continuará...

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Creo que ese es un sentimiento que todas las seguidoras de Hospital Central tenemos en común. Nunca entendí esa línea de guión tan básica, gratuita e iracunda entre Raúl y Esther.

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