jueves, 16 de agosto de 2012

Dibujada en mi mente -Cap 5 y 6-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





5

Maca se levantó sobre las cuatro de la tarde del sábado. La cena con las chicas y el quemar de pista de baile de después, las había llevado a recogerse casi a las ocho de la mañana. Claudia la recibió en la cocina con una taza de café, y una aspirina efervescente para la resaca.

-       Por fin… ¿ha dormido bien la bella durmiente? –le preguntó Claudia que empezaba a sentirse mucho más humana después del baño, la aspirina y el segundo café que tenía en la mano-
-       ¡Dios, la cabeza me va a estallar! –musitó Maca sintiéndose la boca seca y la garganta áspera-. No entiendo por qué me dejas hacer estas tonterías, se supone que eres mi amiga.
-       Jajaja… te recuerdo que fuiste tú la que quiso ligar con esa chica a base de chupitazo… jajaja –se burló de ella Claudia-.

Maca arrugó la nariz mientras se dejaba caer en la silla frente a los dos brebajes.

-       ¿Por cierto? ¿Entró al trapo o qué? –quiso saber Claudia, pues no pudo quedarse al resultado de la jugada de Maca, ya que ella misma había ligado con una ricura que no estaba nada mal y se perdieron el hilo durante más de tres horas-.
-       ¿Tú qué crees? –le dijo Maca y como toda respuesta se separó un poco el cuello de la camiseta. Un discreto pero efectivo chupetón empezaba a amoratar en la base del cuello-. Al final resultó ser medio vampiro… ¡A ver qué coño hago yo con esto ahora! –se quejó Maca, aunque tenía que reconocer que había disfrutado bastante durante el proceso, y la sonrisa se asomó a su cara-.
-       Si, se te ve muy afectada, ya lo creo… -simuló Claudia una gran preocupación y las dos se miraron por encima de sus tazas de café y se echaron a reír-.
-       ¡La verdad es que no estuvo mal! –reconoció Maca empezando a notar como el calor del café hacía efecto en su organismo-.
-       ¿Y cuándo no lo está? ¡Te juro que no conozco a nadie más gay que tú…! ¡te gustan todass! –exclamó su amiga, y realmente lo pensaba. Hacía cuatro años que se conocían, desde que empezaron sus estudios de medicina, y jamás la había visto ir en serio con ninguna chica, sin embargo se las ligaba a todas. Claudia realmente no sabía como Maca se apañaba para conseguirlo, pero fueran lesbianas, bisexuales o “heteros”, si se le ponían a tiro, siempre algo de ellas cazaba-.

Maca se encogió de hombros ante tal acusación. Terminó su aspirina con un repelús que menguó tras el siguiente sorbo de café.

-       Siempre hay algo de ellas que me gusta, no lo puedo evitar –contestó Maca como defensa-.
-       Ya, no hace falta que lo jures –le dijo Claudia y ambas volvieron a echarse a reír-.
-       ¡Dios, necesito una ducha! –exclamó de pronto Maca, aún la cabeza le daba vueltas y más después de reírse-.
-       Pues ya sabes dónde está. Yo mientras voy a preparar algo para comer, porque sino no nos va a dar tiempo a ir a la exposición –dijo Claudia mientras se ponía en pie para recoger las tazas y ponerse manos a la obra-.
-       ¿Qué exposición? –preguntó Maca con sorpresa-.
-       ¿No te acuerdas? Kate nos invitó a la exposición de su postgrado y dijimos que iríamos. La exposición es esta noche y luego hay una fiesta en el campus de despedida por Navidad –le recordó Claudia-.
-       ¡Mierda! ¡lo olvidé! –dijo Maca pasándose la mano por el cabello-. ¿Crees que expondrá algo de nosotras? –le preguntó poniéndose también de pie y llevando su vaso al fregadero-.
-       Creo que Kate dijo que hay dos o tres trabajos a los que dio el visto bueno para que se expusieran –contestó a su pregunta Claudia, pues ambas llevaban tres años trabajando para Kate como modelos en la facultad, algo que les ayudaba a obtener algo de independencia monetaria sin emplear demasiado esfuerzo y que a ambas amigas, por distintas razones, no les venía nada mal-. ¡Me muero de curiosidad! –dijo Claudia con una sonrisa y un juego de cejas divertido. Aquel pique que existía entre ellas sobre qué partes de su anatomía se le abría antojado a Kate más provocativa para mostrar mediante los trabajos de sus alumnos las divertía a ambas-. ¿Cómo iba el tanteo? ¿Cuatro a cinco?
-       ¡Ya te gustaría! … jajaja… -se rió Maca de ella-. Tú, cuatro… y yo, seis expuestas,  y la verdad, no te hagas muchas ilusiones porque no creo que esta noche consigas cogerme la delantera. En el examen final de junio, Kate eligió una figura bastante sugerente… seguro que alguno de sus geniecitos salidos, se ha esmerado en presentarle su proyecto –la picó del todo Maca y Claudia le dio un pellizco en el culo antes de que saliera de la cocina-.
-       ¡Cochina engreída! ¡Eso ya lo veremos! –le gritó Claudia mientras escuchaba a Maca reírse de camino al baño-.

….

Laura pasó a recoger a Esther sobre las nueve de la noche. En cuanto se montó en el coche supo que estaba de mal humor.

-       Uy, ¿y esa cara? Pensaba que te apetecía salir esta noche –le preguntó Laura-
-       Y me apetece un montón, es sólo que he vuelto a tenerla con Raúl hace un momento al teléfono. Yo no sé que parte no entiende cuando le digo que no somos novios, que yo hago lo que quiera con mi vida sin tener que darle explicaciones –estalló Esther, que le hicieran chantaje emocional era de las cosas que más podían sacarla de quicio-.
-       Bueno, tienes que reconocer que vosotros dos tenéis una relación bastante “rarita” –le contestó Laura mientras conducía-.

Esther se giró en su asiento para mirarla, mientras en su cara se alzaba una ceja con una sola frase escrita “qué significa eso de rarita”.

-       Es la verdad, no me mires así. Os conocéis desde que erais unos mocosos, hacéis todo juntos…. –empezó a decir Laura-.
-       ¡No hacemos todo juntos! –se opuso Esther pero Laura la ignoró-.
-       Pues como si lo hicierais porque cuando no estáis juntos os llamáis mil veces. Además, que os enrolléis cuando os viene en gana, la verdad… no es que facilite precisamente discernir si sois o no una pareja. A veces me da la impresión que sois lo más parecido a un matrimonio… ¡Auuuhhh! –exclamó Laura tras el pellizco que le arreó Esther en el brazo tras su último comentario-.
-       Pues yo se lo puedo decir más alto, pero más claro no… Él sabe de sobra lo que pienso de las relaciones “excesivamente” serias a nuestra edad. ¡Acabo de cumplir los dieciocho, por el amor de Dios! No pienso atarme a nadie por mucho que a él se le antoje ejercer de machito conmigo. Si no lo quiere entender, es su problema –estalló de nuevo Esther, realmente le molestaba tener aquel tipo de discusiones con Raúl, pero lo que sin duda más le cabreaba, era tropezar siempre en la misma piedra-.

Los padres de Esther se habían convertido en pareja antes de cumplir los catorce, y a los diecisiete, su madre, ya se había quedado embarazada de ella por lo que se casaron en seguida. Cinco años después Encarna, su madre, supo lo que era convertirse en una madre soltera porque su padre se había quitado de en medio para vivir lo que él había llamado “mi propia vida”, y pese a todo, Esther había tenido una infancia feliz puesto que su madre lo había representado todo para ella. A pesar de ello, Esther tenía en su mente muy presente aquel trazado de caminos, y desde muy joven tomó la determinación de no cometer ese mismo error. El amor jamás supondría una atadura para ella… tenía ganas de volar, y nadie se lo impediría.

-       ¡Es culpa mía! –musitó Esther bajándose de su nube de rabia-. Nunca debí pasar la línea de la amistad con él, por mucho que Raúl me asegure que sólo quiere lo mismo que yo, pasar un buen rato y tener una amiga con quien contar sin más mal rollo, creo que en cierta forma se está enganchando.
-       Bueno, tampoco te autofrageles ahora, que él tampoco es ningún santo. Aún me estoy acordando del numerito que montó en octubre con la tía esa, cómo se llamaba… -empezó a rescatarla Laura de la culpa que ahora se estaba infligiendo-.
-       ¿Con Begoña? –preguntó Esther-.
-       Sí, esa… menuda nos dio con esa, trayéndosela al grupo para darse el morro. Daba hasta vergüenza ajena, tía –recordó Laura el incidente-. ¿No me digas que no te jodió aunque sólo fuera un poco?-.

Esther miró por la ventana y se encogió de hombros, la verdad era que lo que más le había molestado era la actitud de Raúl hacia el grupo esos días, pues le había parecido fuera de lugar y un sin sentido, pero en realidad jamás se sintió celosa por Begoña, ni por ella, ni por ninguno de los ligues que había tenido Raúl hasta entonces. A ella simplemente, le daba igual.

-       Si te digo la verdad, no mucho… -dijo Esther en voz alta-. Creo que lo hizo porque se sentía un poco amenazado por el ritmo de inicio de curso que llevábamos tú y yo, ya sabes, como para llamar la atención.
-       Dirás, para llamar “tú” atención … -puntualizó Laura-.
-       Sí, supongo que sí –reconoció Esther con un suspiro, ya ni se acordaba cómo Raúl y ella habían pasado de tener una relación de pura amistad y confraternización, a aquel amasijo de enredos en los que se había convertido estar juntos-.
-       Lo dicho, vosotros tenéis un rollito de lo más “raro” –volvió a coincidir en su primera opinión Laura sin percatarse que aquella gota de agua que se había derramado tras la discusión con Raúl, estaba conduciendo a Esther a un planteamiento definitivo con respecto a su vida-.

6.

Kate se reunió con las chicas en cuanto pudo escaparse un poco de los trámites burocráticos de la exposición.

-       ¡Me alegra que hayáis venido! –les dijo dándoles dos besos y un abrazo afectuoso a cada una-. ¿Qué, ya habéis visto lo que hay expuesto?
-       No, aún no. Se nos ha hecho tarde al tener que ir a casa de Maca para que se cambiara –Kate repasó fugazmente lo que llevaban puesto con la mirada-. Es que anoche nos fuimos de juerga y se acostó en mi piso –terminó de explicar Claudia divertida, esperando aquel guiño travieso que sin duda Kate les regalaría-.
-       ¡Tú sí que no pierdes el tiempo! –se pronunció Kate regalándole ese gesto cómplice que existía entre ellas cuando hablaban de la sensualidad de Maca-.
-       ¡Por Dios, sois peor que un par de colegialas salidas…! ¿queréis dejarme tranquila? –se quejó Maca de aquel juego que mantenían con respecto a ella-

-       Jajaja… pues si lo sabes, no te enfades… -se rió Kate del gesto de Maca y la cogió por la cintura para acercarla-. ¡Te pones mucho más guapa! –le susurró en el oído-.
-       ¡Estás loca! –le dijo Maca, pero ya había caído en el encanto de aquella mujer, y contagiándose también de su sonrisa, le dio el beso que la insistente y profunda mirada de los ojos azules de Kate solicitaban-. Desde luego, empiezo a pensar que lo de ser profesora de esta facultad es sólo pura fachada… a saber a cuántas jovencitas encandilas durante el curso.
-       Jajajaja… por suerte, esto no es el colegio ni el instituto, pero no… no me ligo a mis alumnas, eso lo dejo para vosotras –le contestó Kate divertida-. Anda venir, os haré de guía.

Y cogiéndolas por el brazo se llevó a las dos al interior de la sala.

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 A pesar de lo que en un principio se pudiera pensar, la sala de exposiciones estaba bastante llena de gente joven para ser sábado por la noche. Seguramente, pensó Esther, la fiesta que tenía lugar después de la inauguración en el campus era la atracción principal de aquella multitud, sin embargo ella estaba encantada contemplando y aprendiendo de cada pieza que estaba allí expuesta.

-       Ostras, ¿y ésta de quien es? –preguntó Laura mientras le daba la vuelta a una escultura en alabastro que había llamado especialmente su atención, pues la pasión de Laura era la escultura, a diferencia de la de su amiga, que era la pintura-.
-       Esteban Sánchez, estudiante de quinto curso –le anunció Esther revisando el libreto que tenía en la mano-. ¡Jolín, éste ya tiene algún que otro premio en su currículum! ¿te imaginas?
-       ¡Es una preciosidad! –Laura no le prestaba atención, la sinuosidad de la escultura era adictiva-.

Esther también la contempló durante un rato, hasta que Eva llamó la atención de las dos.

-       ¡Eyy… chicas! ¡Que bueno, habéis venido! –las saludó Eva dándoles un par de besos-. Se va a montar una cuando esto termine, increíble –les anunció-.
-       ¡Eso espero! Porque yo estoy pletórica con eso de que no tenemos ya clase hasta el siete de enero –reconoció Laura cogiéndose a la cintura de Eva, mientras ésta le pasaba el brazo por los hombros en señal de estar plenamente de acuerdo con ella-.
-       ¡Va a ser la leche! –le aseguró Eva con una gran sonrisa-. ¿Ya lo habéis visto todo? Un par de amigas y yo estamos tomándonos algo en la cafetería mientras el resto termina de darle la vuelta a esto. Lucía y Tania han pillado un montón de bebida de la tienda de su madre para luego –les susurró Eva, aunque en realidad la información iba más hacia Laura, pues a Esther no la conocía mucho, pero la veía bastante formalita y joven como para incitarla al desmadre en que realmente su compañía se convertía en una noche como aquella-.
-       Jajaja… ¡te estoy viendo venir, que lo sepas! –se rió Laura, pues ambas tenían una energía muy parecida, había veces que parecía que se leían el pensamiento y ambas sonrieron-.

Eva le guiñó un ojo y le dio un beso en la mejilla.

-       ¡Que guay, que os hayáis apuntado! –le dio como toda respuesta Eva a Laura y luego volvió a preguntarles-. ¿Qué, os venís ya conmigo? ¿o termináis de darle la vuelta?
-       ¿Esther? –le pidió opinión Laura con una sola mirada, y Esther vio que claramente para Laura, la exposición había pasado a un segundo plano-.
-       Ir yendo vosotras, quedé con el profesor Suárez que miraría el trabajo de una de las profesoras colaboradoras, una tal Katherin no se qué –dijo Esther encogiéndose de hombros-, me dijo que lo comentaríamos al volver de vacaciones.
-       ¿Para eso era la tutoría ayer? –le preguntó Laura, pues no se había acordado de preguntarle antes-.

Esther asintió con la cabeza.

-       No sé, supongo que querrá que aprenda algo del estilo, o algo parecido –comentó Esther, pues la verdad es que el profesor no había querido darle más explicaciones, simplemente le había aconsejado que viera el trabajo de los alumnos de aquella profesora-.
-       ¿Estáis hablando de Kate? –intervino Eva incrédula porque no la conocieran, Esther y Laura se la quedaron mirando sin entender-. ¿Katherin Hollimake?
-       Sí, creo que ese era el nombre que dijo –contestó Esther contenta por recordar el nombre de la profesora-.
-       ¿Sabes quien es? –le preguntó Laura-.
-       ¿Estás de broma? ¡Esa tía es un puto genio! Londres, Berlín, Nueva York… ha expuesto en gran parte del mundo, se la rifan en las galerías, pero por suerte para nosotros, quería volver a España, así que tenemos que dar las gracias porque colabore impartiendo un postgrado en esta facultad, además está como un queso y sólo tendrá unos diez años más que yo –Laura le dio un codazo, Eva ya se iba por las ramas, sin embargo aunque Esther no entendió aquella última puntualización, no preguntó-. ¡No me puedo creer que no sepáis quien es, tenéis que ver su trabajo, es espectacular! –retomó el hilo Eva sin darle importancia a la interrupción-. Lo que sus alumnos exponen no tiene nada que ver con su obra, pero la verdad es que es de lo mejorcito de la exposición… son obras que no te dejan en absoluto indiferente. ¡Vamos! Voy con vosotras, es algo que no os debéis perder.

Esther y Laura se miraron algo desconcertadas, pero la siguieron en cuanto Eva emprendió el paso. Si aquella mujer conseguía despertar el interés de Eva, es que al menos merecería la pena.

--
Tres horas más tarde, la cena y la fiesta estaba en su máximo apogeo por todo el campus, sin embargo Esther aún permanecía en fase de shock. Sin esperárselo había ido a topar con la profesora que había dirigido el grupo que había estado pintando a la modelo que la había llevado de cabeza todo el verano. “¿Cómo es posible?” aún se preguntaba Esther, sin poder borrar de su mente el lienzo de un metro por metro y medio de mezcla de azules, naranjas y amarillos que había utilizado uno de esos alumnos para representar aquella espalda que la asaltaba aún de noche. Era espectacular. Se había quedado impactada al verla representada de aquella forma, sin embargo, ella tenía su propia visión sobre aquella figura y el ver expuesto aquel trabajo, sólo había provocado en ella un mayor deseo por sacarla fuera de su cabeza. Laura se le acercó con otro cubata, y le cambió el que tenía vacío en la mano por el lleno.

-       Toma, pero que sepas que ya estás algo “pedo” –le advirtió Laura-.
-       ¡Es increíble! –musitó Esther haciendo caso omiso a las palabras de Laura-.
-       ¿El qué? –le preguntó Laura quedándose un rato a su lado-.
-       Nunca me la imaginé así, quiero decir que los azules le daban un aspecto, no sé… más fríos en el trazo de los muslos, y ese naranja para el contorno del pecho era un poco… ¿obsceno?…
-       ¿Obsceno?... –Laura casi escupió el trago que acababa de dar- ¡Querrás decir, sexy! ¡El lienzo era puro fuego, nena!… hasta un tonto podía verlo, las sombras entre las piernas, los tonos cálidos en la copa del seno, en los labios desdibujados… ¡Vamos Esther!, no te me pongas en plan mojigata ahora. ¡Obsceno! –exclamó Laura incrédula-.

Esther se la quedó mirando más de la cuenta, más que nada porque la imagen de su amiga empezaba a tener una estela que casi no conseguía focalizar. Entrecerró los ojos mientras asimilaba toda aquella reflexión que le había hecho Laura, y tomando un trago tuvo que reconocer que ella tenía razón, el buen arte nunca podía catalogarse de obsceno.

-       Cierto, “mea culpa” –reconoció Esther-. El cuadro era caliente…
-       Cierto… -apoyó el termino Laura-.
-       Y sexy… muy sexy -prosiguió Esther y Laura siguió asintiendo a su lado mientras bebía de su vaso-.
-       Vamos, que era como estar follándosela pero en abstracto –dijo de pronto Esther, sin más-

Y esta vez Laura si que escupió el trago, empezó a toser y ambas se rieron como locas y sin sentido, lo cual confirmó que acababan de traspasar la línea entre la sobriedad y la embriaguez.


                                                                        Continuará...

2 comentarios:

  1. Siempre me hace mucha gracia lo de follarsela en abstracto..LOL.. es una de las mejor frases de Esther para mi

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    1. jajajaja... para mí también. Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad ;)

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