“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
9
Febrero terminó, arrastrando con él todo el
periodo de exámenes. Esther había escapado de ellos con nota, en cambio a Laura
le suspendieron tres pero lo celebró por todo lo alto dado que la paliza que se
había dado para poder ponerse al día había sido tremenda. Las risas y los
grupos de estudiantes en el césped al medio día volvieron al campus, y Esther
disfrutó de su paseo por él de camino a su última clase. Nada más entrar en el
aula sintió que pasaba algo. Sus compañeros hablaban enardecidos entre ellos y
Esther sintió curiosidad por tanto alboroto.
-
¿Qué
es lo que pasa? ¿de que estáis todos hablando? –preguntó Esther al grupito que
estaba más próximo a ella, y con los que solía sentarse en aquella clase-.
-
¿No
lo sabes? –le preguntaron dos de ellos-.
-
¿El
qué? –negó con la cabeza Esther-.
-
Están
programando un curso para alumnos de primero hasta tercero de creación y
métodos de pintura avanzada, y por lo que se sabe lo dará Katherin Hollimake.
¿Te imaginas? ¡Tiene que ser una pasada! –le comentó emocionada una de sus
compañeras-.
“Katherin Hollimake…” murmuró internamente
Esther y su cabeza se llenó de los cuadros que sus alumnos habían expuesto
antes de Navidad.
-
Y
¿dónde hay que apuntarse? –preguntó inmediatamente-.
Como respuesta obtuvo risas de algunas de las
personas que conformaban aquel pequeño grupo que se le quedó mirando cómo si
fuera un bicho raro.
-
No
te puedes apuntar, es ella quien los elige. Ella no trabaja con cualquiera,
¿entiendes? –le contestó con arrogancia la que más mal le caía del grupo-.
-
Sí,
claro que lo entiendo –le contestó Esther sin dejarse amedrentar. Que aquella
estúpida fuera hija de uno de los decanos de aquella universidad no le daba
derecho a creerse más que el resto, pero como no tenías ganas de pelear, pasó
del grupo y decidió tomar asiento-.
El resto de sus compañeros siguió
chismorreando hasta que entró el profesor y todos guardaron silencio. Una hora
más tarde, Esther ya estaba recogiendo sus cosas para irse a casa cuando el
profesor Suárez se acercó hasta ella.
-
Esther,
me gustaría hablar un momento contigo ¿es posible? –le preguntó el profesor y
ella contestó lo único que podía-.
-
Por
supuesto.
-
Estupendo,
vayamos a mi despacho –se alegró el profesor de que dispusiera de tiempo, y
tomando la iniciativa, salió del aula acompañado de la muchacha-.
---
-
¡No
lo estás diciendo en serio! –Laura casi gritaba desde el otro lado del auricular-.
¡ME ESTÁS TOMANDO EL PELO!
-
Jaja…
te juro que ni yo misma me lo creo. Fuimos a su despacho y me lo soltó así,
como si nada –le contaba Esther, que aún estaba flotando en una nube-.
-
Pero…
¿pero qué te dijo exactamente? ¿Qué ibas a hacer el curso con Hollimake por que
sí, o qué?
-
No,
primero me explicó que la facultad estaba preparando un curso avanzado para
unos cuantos alumnos que destacaran en pintura, porque por lo visto el año que
viene salen becas y hay un par de concursos para menores de veinte años a nivel
estatal… -le empezó a contar toda la historia Esther-.
-
¿Y
sólo va a ser de pintura? –la interrumpió Laura decepcionada-.
-
Por
lo visto sí, aunque creen que lo ampliarán para próximas ediciones… el caso es
–Esther no quería irse por las ramas-, que va y me dice que lleva siguiendo mis
progresos desde el primer día, y que le mostró uno de mis dibujos a la
profesora que va a llevar el seminario, y que había sido una de las escogidas
para realizar el curso si estaba interesada. Que tenía que pensármelo, porque
era una oportunidad, pero que lógicamente se realizaría fuera del horario
lectivo y que supondría también bastante trabajo extra.
-
¿Y
tú que le has dicho? –quiso cerciorarse de la respuesta Laura, aquella era una
oportunidad única para un alumno de primero-.
-
¡QUE
SÍ! ¡QUÉ COÑO IBA A DECIRLE!... ¡Voy a estar en un curso dirigido por Katherin
Hollimake! ¡NO PUEDO CREERLOOO! –Esther ya chillaba al teléfono, y Laura
también lo hacía contagiándose de la alegría que sentía por su amiga-
-
Y
pensar que hasta hace poco no sabíamos quien era, ¡es increíble! –apuntó Laura
después de varios grititos de euforia colectiva-.
-
Ya
te digo –coincidió con ella Esther-.
-
Por
cierto… ¿y qué dibujo tuyo le enseñó a la profesora? –preguntó de pronto
Laura-.
Esther se quedó en blanco.
-
¿Te
puedes creer que con los nervios ni le pregunté? –le dijo con sinceridad Esther
cayendo en la cuenta-.
-
Jajaja…
sí, me lo creo…. ¡VAS A IR A UN CURSO DE KATHERIN HOLLIMAKE! ¡QUE FUERTEEE!
–empezó de nuevo a chillar Laura por el auricular, aquello era lo realmente
importante-.
-
Jajajjaja….
¡SIIIIII! –volvió a sentir Esther el tremendo subidón de euforia por la
noticia-.
10
Esther entró en la facultad con un
nerviosismo especial recorriéndole las entrañas. Era sábado por la mañana y
apenas había coches en el aparcamiento, el campus apenas empezaba a despertar y
los alumnos no recorrían sus jardines como entre semana. Esther sonrió cuando
el sol le dio en la cara antes de cruzar el umbral del edificio. En cierto
modo, era como su primer día de universidad y se sintió inquieta y a la vez
excitada, por fin conocería a Katherin Hollimake en persona y no sólo eso, sino
que podría aprender de ella.
Entró en el aula y unos diez alumnos más se
distribuyeron entre los pupitres con la misma expectación en sus miradas.
Esther echó un rápido vistazo, pero sólo reconoció a una de las presentes y
para su consternación era la tía más repelente y la peor que le caía de toda su
clase. Ya iba a darle esquinazo cuando la muy arpía se cruzó en su camino con
falsa sonrisa.
-
Esther…
¿No me digas que también te han elegido? –la saludó con falsa sonrisa Azucena-.
“Joder… lo que hace el enchufe de tener un
padre catedrático… ¡MIERDA!” … pensó Esther con disgusto.
-
Pues
sí, parece ser que sí –le contestó Esther con una sonrisa aún más falsa, por
ella le podían dar por culo a Azucena y a su bendito padre, porque si algo
tenía claro era que no estaba dispuesta a que nadie le jodiera aquella oportunidad-.
-
¡Que
bien! –musitó Azucena como si se alegrara, pero a Esther no le pasó
desapercibido el disgusto que las comisuras apretadas de su boca reflejaban-
“¿No te lo esperabas eh?... ¡Pues te jodes!”,
a Esther casi se le escapaba una sonrisa cínica, aquella niña de papá sin
talento tenía que estar que trinaba de ver a alguien como ella codeándose en
aquel selecto círculo y disfrutó del momento.
-
Sí,
¿verdad? –contestó Esther con una sonrisa-.
-
Si
quieres nos sentamos juntas, no conocer a nadie es bastante duro… jaja… bueno
me imagino que debe ser duro, la verdad es que yo nunca he tenido ese problema,
ya sabes… por mi padre me codeo con bastante gente –se ofreció Azucena como haciéndole un favor,
mientras saludaba con un gesto de la mano a un par de chicos que se sentaron en
el lateral izquierdo una fila por delante de ellas-.
Esther se giró para
ver a quienes saludaba. Uno de los chicos sonrió, parecía ir de sobradillo como
Azucena, el otro en cambio se sentó con el ceño fruncido y se puso a preparar
su material en la mesa sin importarle los intereses de su amigo. Ambos parecían
mayores que ellas, lo cual no le sorprendió en absoluto, Azucena nunca solía ir
con gente de su edad y se las daba de “doña importante” por ello, Esther suspiró
,“¡es patética!”, pensó. En clase no le gustaba tener malos rollos, pero
aquella iba a ser una actividad extracurricular y no le apetecía nada pasarse
el resto de meses desarrollando una farsa, así que decidió cortar por lo sano.
-
No,
gracias… creo que prefiero sentarme por las primeras filas. No te lo tomes a
mal, pero ya que es una experiencia nueva, prefiero enriquecerme totalmente de
ella y ello conlleva también conocer al resto de compañeros. Ya nos vemos –le
dijo Esther y sin esperar a la respuesta de Azucena, se abrió paso en la
segunda fila y se sentó junto a una chica a la cual se presentó inmediatamente
con una clara sonrisa-.
Azucena volvió a su
asiento con cierto arrebato de ira… “ya me las pagarás, don nadie” pensó para sí,
pero en seguida cambió de cara en cuanto Kate atravesó el marco de la puerta.
-
¡Buenos
días a todos! –Kate dejó caer una mochila en el suelo y se dirigió al grupo con
una sonrisa en la cara-. Veo que la hora no ha supuesto ningún tipo de problema
para vosotros ya que no detecto lagañas en vuestros ojos… jajaja… eso por
supuesto es una buena señal, porque puede significar un par de cosas –Kate se
sentó sobre el escritorio del profesor dejando colgar sus largas piernas y
arremangándose el suéter por los antebrazos-. La primera que estáis tan
ilusionados por este curso que no os ha costado nada salir de la cama esta
mañana para venir, la segunda… que es posible que vengáis tan acojonados que ni
siquiera hayáis podido dormir –Kate les regaló una sonrisa cálida y
comprensiva, y a Esther se le contagió pues ambos habían sido su caso, estaba
tan acojonada por no cumplir con las expectativas y a la vez tan ilusionada por
la oportunidad que no había pegado ojo en toda la noche-. Y ambas son algo
bueno, porque significan que estáis vivos, y gente viva es lo que quiero
–terminó de decir Kate dando una palmada y cruzando sus manos en el regazo-.
Bueno, me llamo Katherin, pero a partir de este momento me llamaréis todos
Kate. En mi clase no encontraréis una profesora que os de lecciones, yo no
estoy aquí para enseñaros sino para ayudaros a sacar lo que tenéis guardado aquí
y aquí –Kate se señaló el pecho y luego la cabeza con un dedo-. Si estáis
muertos, conmigo no haréis nada, no voy a mandaros deberes, no voy a explicaros
lecciones ni técnicas de pintura… yo trabajo con las sensaciones, y si carecéis
de ellas, he debido de equivocarme al elegiros y sois libres para marcharos del
seminario en cualquier momento. Pero los que se despierten con la cabeza llena
de ideas, paseen por las calles y vean lo que les rodea como si fueran postales
o fotografías…quienes se despierten con colores en sus cabeza día tras día…
esos, esos descubrirán con mi ayuda que son capaces de plasmar cosas que creían
hasta ahora inimaginables –Kate se topó en aquel punto de su discurso con los
ojos de Esther y su brillo se vio recompensado por un ligero asentimiento de la
cabeza de Kate y un esbozo de sonrisa-.
Esther casi sintió
que le leía la mente y el corazón se le desbocó tras sus palabras. Aquella
mujer desprendía una vitalidad excepcional e irresistible.
-
Por
supuesto, me hago cargo de que sois alumnos-alumnas entre primero y segundo… y
bueno, alguno de tercero –el chico que había sonreído a Azucena se dio por
aludido y sonrió con mayor amplitud, Esther pegó un resoplido, “otro patético”
pensó pero pronto dejó de mirarlo para volver a lo que estaba diciendo Kate-, y
que andáis un poco escasos de recursos con los que trabajar sobre el lienzo,
pero no os preocupéis por eso ni penséis que jugáis con desventaja porque esto
no es una competición con los compañeros, sino con vosotros mismos; y yo pondré
a vuestro alcance esas herramientas cuando las necesitéis ¿de acuerdo? –terminó
de decirles Kate y escuchó tímidos “sí” por el aula-. Bueno, pues entonces,
creo que podemos empezar… -Kate saltó de la mesa y se puso en pie-. ¡Venga
arriba! –les invitó a hacer lo mismo que ella al resto de los presentes-. Coger
un cuaderno y un lápiz, el resto de cosas se queda en el aula que ahora cerraré
con llave…
-
¿A
dónde vamos? –preguntó uno-.
Y Kate se volvió al grupo con una inmensa
sonrisa.
-
¡A
mirar… todo empieza cuando aprendes a ver! –les dijo Kate y todos la siguieron
cuando sin mayores explicaciones condujo al grupo fuera del aula hacia los
jardines del campus-.
---
Maca se colgó el fonendoscopio al cuello
mientras salía al pasillo. Aquel niño había entrado poco después de haber
finalizado su turno, pero se había sentido incapaz de dejar el caso a medias y
ahora arrastraba el sueño de la noche con el hambre voraz de las diez y media
de la mañana.
-
Eiii
–la llamó una voz en el pasillo-.
Maca se giró y se topó con Claudia.
-
¿Qué
haces tú aquí? –se sorprendió Maca, pues era sábado-.
-
He
venido con mi tutor. Tiene una operación ahora a las once y media y me va a
dejar entrar al quirófano –le contestó Claudia con una sonrisa, se le veía
emocionada-.
-
¡Qué
guay! –Maca trató de devolverle la sonrisa, pero estaba agotada-.
-
Sí,
la verdad es que sí… ¿y tú? ¿no se suponía que tu turno terminaba a las siete y
media? ¡Ya estás haciendo de las tuyas! ¿eh? –le preguntó Claudia-.
Maca se encogió de
hombros, y el cansancio dejó aparecer la dulzura de su verdadero rostro en el
gesto, algo raro de ver para quienes realmente no la conocían.
-
Ya
me conoces… es superior a mí –le contestó Maca sin resistencia-.
-
Vamos,
te invito a un café, porque así te vas a caer de la moto en la primera curva
–le ofreció Claudia cogiéndola por los hombros-. Si es que en el fondo eres una
blanda de cojones Maquita… una blanda de cojones.
Y Maca tuvo que reírse por el comentario de
su amiga mientras se dirigían hacia la cafetería.
En cuanto se terminaron el café, Maca se
sintió más despierta.
-
Uff,
lo necesitaba. La noche de los viernes es infernal, te lo juro… -le dijo Maca-.
-
Ya,
ingresan muchos críos… -Claudia la comprendía, sabía que para Maca ser médico
era lo único en su vida, lo más importante… y su especialidad era la pediatría,
algo que le chocaba a todo aquel que la conocía por su aparente seguridad y
frialdad en el trato, y por aquella fama, no poco merecida, de no tomarse nada demasiado
en serio… pero esa era la otra cara de su moneda, esa era la cara de la
“hipocresía del adulto” como solía llamarlo Maca. La única verdad era que Maca
era una fiel promesa de la pediatría, que tenía una mano izquierda y un sexto sentido
para los niños innato, y que verla trabajar y estar rodeada de ellos era de los
únicos momentos del día en que podías ver a una Maca muy distinta a la que se
daba a conocer fuera de aquellas cuatro paredes. Claudia estaba convencía que
solo allí era plenamente feliz-.
Maca asintió con la
cabeza pero no dijo nada, se echó hacia atrás en el respaldo de su silla y
permaneció callada unos instantes.
-
¿En
qué piensas? -le preguntó Claudia, sabía
que algo preocupaba a Maca-.
-
Me
han vuelto a denegar la beca –dijo Maca-.
-
¡No
puedo creerlo! ¡Si tus notas son excelentes! –Claudia no lo entendía-.
-
Lo
son, pero la cuenta corriente de mis padres lo es más, y como aún no soy
independiente no me la conceden –le contestó Maca con una sonrisa que pretendía
decir “no importa”, algo que por la mirada apagada pero rabiosa de Maca,
Claudia no se creyó-.
-
¡No
es justo! Ellos no te pasan ni un duro para la carrera… tendrías que
emanciparte Maca, así no puedes seguir. Sacándote la carrera y trabajando como
estudiante de apoyo en el hospital por dos duros, y ya sabes lo que opino de
que te saques pelas en el bar de copas los fines de semana hasta las tantas –le
advirtió Claudia-.
-
No
puedo emanciparme, para ellos sería todo un escándalo social… ¡Los mataría de
vergüenza! -Maca estaba resignada. Sus padres eran grandes empresarios
jerezanos, y el que ella quisiera estudiar medicina y no seguir el legado de la
familia dirigiendo la empresa, había sido un golpe que sus progenitores aún no
le habían perdonado. Como castigo, le retiraron los fondos para sus estudios
pensando que así conseguirían que Maca entrara por el aro y estudiara
empresariales, pero el orgullo de Maca era mayor de lo que nadie supuso, y
entró en la facultad de medicina pese a todos los inconvenientes. No les debía
nada, y no quería nada de ellos… y pese a que no contaba con su apoyo en cuanto
a la carrera escogida, para Maca seguían siendo sus padres y no quería hacerles
un daño innecesario-. Además, ya ha pasado lo peor. Los del postgrado de bellas
artes están a punto de empezar las prácticas y Kate me ha dicho que no hay
ningún problema en adelantarme el dinero, así que sólo tengo que aguantar unos
meses más y luego dejaré el pub por las noches. No te preocupes, saldré de ésta
compañera –le dijo Maca esbozando la mejor de sus sonrisas aunque sus ojeras no
eran precisamente muy alentadoras-.
Claudia cogió la mano
que su amiga había extendido hacia ella y la acarició con cariño.
-
Vale,
pero si necesitas dinero… no, no, escúchame –le insistió Claudia viendo que Maca
ya reculaba-… si necesitas dinero o cualquier cosa, prométeme que me lo dirás.
-
Pero
si tú necesitas la pasta tanto como yo, Claudia –se negó Maca-.
-
Bueno,
pero al menos quiero que cuentes conmigo… quizá no tenga el dinero para
prestarte, pero te aseguro que dos cabezas piensan mejor que una, así que
prométemelo –le pidió Claudia de nuevo-.
-
Bueno
pesada… te lo prometo –cedió Maca. Realmente agradecía la amistad incondicional
que tenía con Claudia, era de las pocas mujeres que había en su vida a la cual
no había jodido, y esperaba que así siguiera siendo-.
-
Genial…
-se contentó Claudia y se levantó de la mesa para darle un beso-. Y ahora, vete
a casa a descansar, yo voy a ver si ya ha llegado mi tutor para saber que tengo
que hacer.
-
De
acuerdo –Maca se levantó de la mesa-.
-
¿Trabajas
esta noche? –le preguntó Claudia mientras pagaba los cafés, no dejando que Maca
se rascase el bolsillo. Aquel gesto, por pequeño que fuera, consiguió sacarle
una sonrisa cálida a Maca-.
-
Sí,
trabajo esta noche. ¿Te pasarás? –le preguntó Maca ya saliendo con ella de la
cafetería-.
-
Sí
claro. ¿Sobre la una? –propuso Claudia-.
-
Vale.
En principio sólo tengo turno hasta las tres, pero ya sabes que recogiendo y todo
eso se nos harán las cuatro –le recordó Maca arrugando la nariz-.
-
Bueno,
no importa… hacemos lo de siempre, te espero y luego si no tienes ningún ligue
de por medio te quedas en mi casa que está más cerca del centro –le ofreció
Claudia-.
-
Jajaja…
Habla por ti, porque te aseguro que hoy de lo que menos tengo ganas es de
ligar, estoy muerta –se rió Maca por lo adelantado del plan de Claudia-.
-
Sí,
sí… eso me lo cuentas esta noche, en cuanto hayas dormido un poco ya veremos de
que humor te levantas bonita –le echó en
cara Claudia su sana pero innegable lívido-.
-
Jajajaja…
joder, ni que fuera una salida –se quejó Maca ya muerta de risa-.
-
¡Anda,
vete ya…. Pervertida! –la terminó de
echar Claudia dándole un azote en dirección a la puerta de los vestuarios-. Nos
vemos esta noche, descansa
-
Y
tú también –le gritó Maca mientras Claudia se alejaba por el pasillo-.
Continuará...
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