“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
21
Kate pensó que por un día había hecho
bastante por ellas y decidió quitarse de en medio para divertirse. Bailó con
alumnas y con alumnos, bebió con gente que hacía tiempo no veía y que
frecuentaba el local más que ella, conversó, rió, la noche pasaba rauda y
agradablemente al menos para ella. Sin embargo, fue cerca de las dos y media de
la mañana, cuando la presencia de Maca acercándose a la pista acaparó su
atención por entero.
---
Esther finalmente se había animado tras
encontrarse con sus amigas. Bailó, bebió y se rió entre las disparatadas
ocurrencias de Laura y las no muy discretas insinuaciones de Eva. Sin darse
cuenta el tiempo pasó sin aquel extraño sentimiento de querer perseguir a Maca
a donde quiera que fuera, y Alex terminó siendo presentada a sus amigas, en
vista que había bajado a la pista a bailar con ellas y otra compañera de clase.
Todo discurría en sana normalidad, hasta que la divisó entrando en la pista de
baile. Esther se paró en seco nada más verla.
---
La incomodidad de Maca fue creciendo a medida
que veía como una Esther desconocida se abría ante sus ojos. Por más que la
observaba, habían desaparecido su timidez, su pasar desapercibido y su torpeza
casi adorable. En su lugar una mujer de carne y hueso bailaba con bastante sensualidad
y ritmo junto a sus compañeras de pista, reía hasta que se le saltaban las
lágrimas, y adormecía sus inseguridades con cubatas en su mano. Maca no pudo
soportarlo. Estar pendiente de aquella niña se le antojaba desmesurado, no
tenía paciencia para aquellos juegos, no tenía tiempo de perder el tiempo… se
acomodó en la barra y pidió varios whiskys mientras trataba de recuperar quien
era. ¡Ella también quería divertirse! Por fin una mirada que sí entendía cazó
sin disimulo ni pudor la suya. Sin reparo ni timidez, Maca se la mantuvo con
maestría extrema. La mujer pelirroja que la observaba terminó colocándose a su
lado en la barra, lo cual no fue una sorpresa para ella….
-“¿Qué quieres tomar? ¡Te invito!” - fue la
frase que la joven empleó para entablar una conversación con una Maca que
sintió el cosquilleo en sus manos sólo con imaginar dónde posarlas-.
Tomaron otro whisky, esta vez juntas. Sandra,
la joven pelirroja, coqueteó con ella con descaro, y Maca rió en el acto. “Por
fin, alguien que sabe lo que quiere” se dijo para sus adentros, el resto tomó
su curso cuando Sandra la invitó a bailar, y Maca cogió su mano para llevarla a
la pista. Sin plantearse más que aquel instante, Maca y la joven empezaron a
bailar sin importarles nada. El coqueteo que habían comenzado ya en la barra se
trasladó a sus movimientos que eran invitaciones a lo que podrían llegar a
hacer aquella noche si ambas querían. A Maca no le costó demasiado seducir a su
compañera con los movimientos de su cuerpo, lo cual la hizo sonreír cuando se
encontró a Sandra solicitando estar más pegada a ella tomándola sin recato por
la cintura para atraerla. “A la mierda los alumnos babosos y a la mierda el
abstracto y el sensible arte” se dijo para sí, y antes de que se dieran cuenta,
Sandra y Maca terminaron comiéndose la boca en mitad de la pista.
--
-
Esa
no es…. –Laura empezó la frase pero no pudo terminarla tras ver lo que veía-.
-
Madre
mía, esas dos necesitan ir a algún sitio privado, y rápido –Eva no pudo
callarse su opinión y lo dijo bien en alto-.
-
Joder
con la modelo. Está buena desnuda, pero vestida y bailando no veas como gana,
eh –Alex tampoco pudo quedarse callada. Ver a aquella diosa volviendo loca a
aquella pelirroja allí en medio era más de lo que se podía pedir en mil años de
fantasías tórridas-.
-
Esther…
-Laura la cogió del brazo, pues era la única que ante aquella escena temió por
ella-.
Esther miró a Laura sin verla en realidad,
apenas un segundo. Luego volvió a centrar su mirada en la figura de aquellas
dos mujeres que habían quebrantado su tranquilidad por entero. El aturdimiento
inicial al ver a Maca, se había convertido en una extraña excitación tras
contemplarla bailando, y ahora que las veía a ambas besándose, una lava
torrencial se disparó por sus venas sin que Esther pudiera adjudicar a aquella
emoción tan nueva un nombre.
---
“¡Por Dios, Maca! En verdad le has empezado a
tener miedo” pensó Kate tras ver a Maca comportarse de aquella guisa. Y
haciendo caso omiso a los comentarios que se arremolinaron entorno a ellas, Kate
decidió que era hora de ir despidiéndose y volver a casa. El año había dado
para mucho, pero estaba convencida de que el futuro daría para mucho más.
22
Mediados de Agosto.
-
Esther,
vamos a llegar tarde.
Esther escuchó a su madre metiéndole prisa.
-
Qué
ya bajoo!! –le dijo en un grito-. ¿Dónde diablos la he metido?
Volvió a mirar debajo de la ropa apilada,
debajo de la cama y en los cajones hasta que terminó dándose por vencida.
“Mierda, tendré que improvisar con esto” se dijo cogiendo uno de los pañuelos
que solía atarse a la muñeca, pues no daba con la gorra que quería llevarse ese
día. Cogió la cartera con los materiales y bajó las escaleras al trote.
-
Listo!
Ya estoy –anunció Esther con una sonrisa a su madre-.
-
No
sé por qué siempre tienes que esperar hasta el último momento, ¿es que acaso no
puedes dejarlo todo listo por la noche antes de salir con los chicos? -la regañó su madre, aunque le era difícil
enfadarse con ella en serio viéndola tan feliz. En realidad se sentía muy
orgullosa por lo que estaba haciendo-.
-
Anda
mami, no me seas gruñona, que yo te quiero mucho –se la “cameló” Esther-.
-
Anda,
anda… tira para el coche que sabes más que los ratones colorados –le dijo su
madre, y tanto ella como su hija se fueron riendo hasta el coche-.
….
Maca se bajó del AVE y el bochorno que sintió
nada mas pisar la calle no tuvo nada que envidiarle al que hacía en Sevilla. Se
puso las gafas de sol, y decidió pillar un taxi. Quería pasarse por el
apartamento a dejar el equipaje antes de presentarse en el hospital. La llamada
de su supervisora en prácticas del año pasado casi había sido un regalo del
cielo, pues con la excusa de que iban a contratarla para echar una mano en la
guardería de pediatría había podido escaparse de la presión casi asfixiante que
ejercían no sólo sus padres, sino el ambiente social en el que se movían, sobre
todo en aquellos actos vacacionales donde la hipocresía y las apariencias era
lo que reinaba. Con mejor ánimo tras recordar de lo que se había librado, se
subió al primer taxi que pilló libre y ya no pudo borrar la sonrisa de su cara
en todo el viaje.
Eran cerca de las diez y media cuando Maca
llegó al hospital. Cruz, su anterior supervisora y jefa de pediatría pasó a
recogerla en cuanto le anunciaron de su llegada.
-
Maca….
–la saludó dándole un abrazo-. Te estaba esperando, pero que guapa estás. Se
nota que te sientan bien las vacaciones, espero que a mí me den el mismo
resultado… estoy que no veo la hora de que llegue septiembre para comprobarlo
–le confesó-.
-
Cruz.
Me alegro de verte –le correspondió Maca, y su sentimiento era sincero, pues
admiraba a aquella mujer-. Tú también estás guapísima pese a tu “no descanso”.
-
Gracias,
cariño. Anda vamos a mi despacho, que ya me ha llegado tu contrato. Como te
dije aún no he podido conseguirte lo que quisiera, pero al menos con este tipo
de contrato cobrarás más que con el de voluntaria, y podrás tener más tiempo
para las rondas con los niños –se disculpó Cruz-.
-
Tranquila,
me halaga el mero hecho de que cuentes conmigo para esto. Me gusta estar aquí y
así puedo aprender de ti por el camino –le dijo Maca- Además, me has librado de
un tedioso fin de verano con mis padres. Ni te imaginas lo insufribles que
pueden llegar a ser, aun insisten en buscarme novio.
-
Jajajaja…
bueno, eso si que me hubiera gustado verlo –se rió Cruz por aquello, pues tras
varios años de contar con ella conocía bastante bien la historia de Maca,
incluidas sus orientaciones sexuales. Entre las dos había un gran compromiso y bastante
confianza-. Bueno, aquí disfrutarás un poco más de las “vistas” supongo –le
insinuó Cruz con intención y Maca levantó una ceja interrogativa-. Jajajaja…
Espera a ver a nuestro último fichaje, esa niña es encantadora, además de
fantástica con los niños, pero ni se te ocurra buscarle las cosquillas que es
la hija de Encarna.
-
¿De
Encarni? ¿La jefa de enfermeras? –le preguntó Maca con una sonrisa-.
-
La
misma –se lo verificó Cruz-.
-
Esta
mujer no cambiará nunca, ¿es que acaso no piensa coger vacaciones? –dijo Maca
recordando lo implicada que era aquella mujer en su trabajo. Aún recordaba el
primer encuentro tirante que tuvieron entre ambas, pero la verdad es que con el
tiempo se habían ganado el respeto la una de la otra y ahora se profesaban un
mutuo afecto que se convertía en bromas cuando coincidían en el trabajo-.
-
Jajaja…
ya sabes como es. Creo que las coge a principios de octubre y en Navidad, dice
que prefiere estar en casa los primeros días que su hija empieza la facultad.
Esa mujer se desvive por ella, y si te digo la verdad, no me extraña. Es una buena
chica, está encargándose de la animación de los críos, ya la conocerás, se nota
todo el cariño con el que Encarna la ha criado, te lo aseguro.
-
Me
lo creo, Encarna es un trozo de pan –reconoció Maca, pues admiraba el amor
incondicional de aquella mujer hacia los demás, así que como no iba a ser así
con su propia hija-.
-
Ni
que lo digas.
….
-
Bertoo….
¿A dónde crees que vas? –Esther cogió al renacuajo de cinco años que entre
risas quería escapar pasillo a bajo-… jajajja… mira que eres trasto, ¿a dónde
ibas?
-
A
pintarle a Antonia… -le dijo el crío entre risas, pues Esther le hacía cosquillas
a modo de advertencia-.
-
Eso,
a pintarle a Antonia en el mostrador, para que nos haga luego limpiárselo con
la lengua…jajjaa… -se rió Esther y le sacó la lengua-.
-
Jajjaa…
El crío también se rió y sacó la suya
haciendo muecas con Esther. Luego se sentó con los demás en círculo.
-
Venga,
que esto ya está preparado. ¿A ver Ana…? -Esther terminó de abrocharle el traje
improvisado de plástico desechable a una niña de siete años. A veces le era
duro pensar que aquellos críos estaban pasando por enfermedades tan difíciles,
era increíble como a pesar de aquellos tratamientos infernales aún tenían
fuerzas para sonreír y batallar con ella en las clases de arte plástico que
llevaba a cabo en el hospital. Sólo por verles la cara de felicidad aquellas
horas ya merecía la pena haber aceptado aquel trabajo, a pesar de que era casi
simbólico lo que le pagaban-. Vale, listo…. Cada uno con su cubito ¿vale?....
¡venga, a pintar! –anunció Esther, y en el acto todos los críos empezaron a
hundir sus manitas en los cubos de colores que Esther les había preparado por
la sala y fueron entrando en el lienzo gigante que ella había diseñado y pegado
al suelo con cinta aislante. Aquel día, pintarían con las manos, y los niños
estaban encantados de trastear por el suelo entre colores.
--
Maca firmó el contrato, se cambió en el
vestuario y empezó a revisar las fichas y el trabajo que tendría que hacer en
la guardería de la planta de pediatría. A veces había ayudado en ella, así que
no le supuso un gran esfuerzo saber como poner al día los registros, en una
media hora lo tuvo todo controlado. Miró el reloj, Cruz le había dicho que ese
día las actividades no se realizarían en la guardería debido a que la hija de Encarna
había preparado una actividad poco convencional en la sala vacía de juntas de
la planta porque era más grande. Por lo visto había aprovechado rollos de
camilla para improvisar un lienzo gigante que había pegado en el suelo, y había
pedido batas de quirófano desechables para los niños, gorros y peucos, y los
críos pintarían con las manos y sus pies en el lienzo improvisado. A Maca le
pareció una idea genial para los críos, y muy acertada. Se mordió el labio
inferior pensando en si debería ir a verlo o esperar a que trajeran a los
críos, pero en vista de que no había nadie y dado la hora que era se decidió
por echar un vistazo, a fin de cuentas, lo mismo daba supervisarlos en la
guardería que en la sala improvisada de dibujo, así que se dirigió hacia el
final del pasillo con curiosidad. A medida que se iba acercando ya escuchaba
las risas y el gran estruendo que estaban formando, la sonrisa se le plantó en
el rostro sólo de imaginarse lo bien que se lo estarían pasando.
-
No,
no…. Raúl, María… a mí no… -de pronto una voz de adulta sonó en medio de las
risas-.
“¿Qué estarán haciendo?” se preguntó antes de
llamar a la puerta. Parecían estar pasándoselo en grande. Llamó para no entrar
sin avisar, pero como era lógico nadie la escuchó así que abrió la puerta. El
pulso se le paró en seco, para luego ponérsele a mil en un segundo. El golpeteo
en su pecho se hizo casi frenético cuando vio en mitad de un corro de críos con
las manos llenas de pintura, a una Esther con un pijama de quirófano desechable
enfundando, un pañuelo en el pelo y la cara llena de pintura. Los niños se
habían puesto a batallar con ella, y ella se reía con aquella risa clara como
la mañana, mientras los levantaba del suelo, los perseguía, les pintaba la
nariz con sus manos y fingía que la vencían para que ellos pudieran hacer lo
mismo con ella. El suelo pareció tambalearse bajo sus pies al volver a verla.
“Esther es la hija de Encarna”.
….
-
Vale,
vale…. Fin de la clase…..jajajja… alto…. –terminó gritando Esther al cabo de un
rato. Los niños aún se abalanzaban hacia ella, pero poco a poco fueron todos
volviendo a la calma-.
Algunas auxiliares acudieron a ayudarla con
los críos, para quitarles el kimono improvisado, aunque era más que evidente,
que la clase había hecho bastantes estragos y abría que ducharlos antes de la
comida.
-
Maruja,
es pintura al agua…. No te preocupes, saldrá enseguida –le dijo Esther a la
auxiliar para garantizarle que la pintura saldría sin problemas bajo el grifo-.
-
Desde
luego… anda que tienes unas ocurrencias –le dijo la mujer, pero no pudo evitar
sonreír al verle la cara de felicidad a Esther y mucho menos tras ver como
Berto, el niño al que estaba atendiendo, aún reía-. Eres un granuja, anda vamos
a ducharte.
-
Estherrrr…..
–el niño no quería irse de su lado y la llamaba-.
-
Anda
dame un beso y ve a ducharte, que hay que comer –le dijo Esther cogiéndolo en
brazos para que la besara, y por qué no, para que terminara de marcharle la
cara con sus manos llenas de color amarillo-…. Jajaja… venga corre, ve con
Maruja, que no se enfade.
Uno a uno los fue despidiendo con las manos
mientras trataba de hacerse cargo del estruendo que tendría que recoger ahora
que la clase había terminado. Algunos de los padres de los críos ayudaron a
recogerlos y la felicitaron por hacerles pasar tan buen rato, y con aquello a
Esther le bastaba. Estaba tan contenta de que lo hubieran pasado bien y hubo
tanta gente que se arremolinó en la sala en cuestión de minutos que no se dio
cuenta de que unos ojos insistentes no habían dejado de estar fijos en ella
desde que la habían divisado.
-
Creo
que vas a necesitar esto.
De pronto ese alguien se dirigió hacia ella
tendiéndole una toalla.
-
Ah
gracias…. –se giró Esther para agradecer el detalle y de pronto se topó con
ella. Se quedó paralizada-.
La poca gente que quedaba en la sala fue
desapareciendo y tan solo las dos se quedaron mirándose sin poder articular
palabra.
-
Maca!!!
–Esther pensó que estaba en un sueño hasta que escuchó salir de sus labios
aquel nombre-. ¿Qué haces tú aquí?
-
Lo
mismo podría preguntar yo, de no ser porque he visto tu demostración de talento
antes –le contestó Maca que había tenido tiempo para reponerse, ventaja que sin
duda le llevaba-. Has estado genial, a los críos les ha encantado. ¿Cómo estás?
-
Gracias
–le dijo Esther con cierta timidez de la que pareció reponerse en seguida.
Cogió la toalla que le tendió Maca-. Bueno, ahora mismo algo pringosa por la
pintura, pero muy bien gracias por preguntar. ¿Y tú? ¿cómo estás? La última vez
que nos vimos fue en la cena de fin de curso ¿qué tal tu pie?
-
¿Mi
pie?, ah bien gracias –Maca se quedó cortada por un instante. De pronto la
imagen de Esther arrodillada ante ella y la sensación que tuvo estando bajo su
embrujo, se cruzó con aquella otra en la que Maca abrió los ojos en mitad de un
beso tórrido con una pelirroja y divisó a Esther mirándola a lo lejos. Casi lo
había olvidado-.
-
Me
alegro. Veo que llevas el uniforme del hospital. ¿Ya has empezado las
prácticas? –continuó la conversación Esther reponiéndose del primer impacto con
gran soltura-. Se me hace aún un poco raro imaginarte de médico… jajaja… pero
te sienta bien la bata, en serio.
Maca tuvo que parpadear. La sonrisa que lucía
Esther era tan contagiosa y su vitalidad tan pura, que aquel comportamiento y
aquella conversación tan casual le parecía irreal de repente.
-
En
realidad todavía no estoy de prácticas, me han contratado para la guardería de
pediatría hasta que empiecen –respondió a su pregunta Maca acostumbrándose aún
a que todo fuera a fluir de forma tan sencilla entre ellas-.
-
¿En
serio? ¡Eso es estupendo!, yo terminaré el cinco de septiembre, por la facultad
ya sabes. Así que seremos compañeras de curro, es increíble ¿no? –le dijo
Esther con naturalidad y alegría-.
-
Sí,
la verdad es que sí –tuvo que reconocer Maca, que empezó a ilusionarse con
aquella idea-.
-
¿Me
echas una mano para salir de aquí?... jajaja… con lo patosa que soy, me veo en
el suelo como lo haga sola –le pidió de pronto Esther y aquella risa suya
resonó en la sala dejando a Maca anclada a ella-.
-
Eso
está hecho, siempre y cuando no termines tirándome a mí en el intento –aceptó
Maca ayudándola a salir del lienzo lleno de charcos de pintura-.
-
Jajaja…
gracias –le dijo Esther una vez se vio a salvo de no salir patinando-.
-
De
nada –le respondió Maca y empezó a ver como Esther se despojaba del pijama
desechable de quirófano que la cubría-.
Maca tragó saliva al
contemplarla. Esther llevaba debajo unos pantalones bastante cortos y una
camiseta de tirantes que dejaron a la luz su tierno bronceado. En cuanto se
sacó la camisa del pijama por la cabeza, su ligera camiseta se subió dejando a
la vista su ombligo, su abdomen y sus costillas suavemente marcadas. Aquel
cuerpo no tenía nada que ver con el de una niña, y las sensaciones que empezó a
tener al respecto le hicieron apartar la mirada en el acto.
-
¿Sabes
algo de Kate? –le preguntó Maca para entretener a su mente en algo distinto a
lo que estaba pensando-.
Esther se quitó el pañuelo del pelo y se lo peinó
como pudo pues lo llevaba rizado. Maca se dio cuenta de que ya había terminado
de cambiarse y se giró para mirarla.
-
Nos
vemos una vez al mes y hablamos por teléfono y email, le llevo los trabajos que
hago y ella me los supervisa. ¡Es genial trabajar con ella! ¿Y tú? ¿Os habéis
visto? –le preguntó Esther. Aquel hecho también había cogido por sorpresa a
Maca pues había estado hablando con Kate apenas hacía una semana y ni siquiera
había mencionado a Esther para nada-.
-
No,
hablamos hace una semana para contarme que este año quiere empezar el postgrado
en octubre con el inicio del curso –le dijo Maca-.
-
Ah
sí, a mí también me lo ha contado ¿contaremos contigo? –le preguntó Esther como
si nada-.
“¿Contaremos?” aquella pregunta en plural la
dejó algo perpleja.
-
Eh,
sí… claro ¿tú también vas a hacerlo? –quiso enterarse Maca. De repente saber
que Esther y Kate estaban estrechando tanto sus lazos volvió a despertar toda
su curiosidad e interés-.
-
Bueno
no, yo no puedo, porque este segundo curso Kate me ha pedido que coja algunas asignaturas
también de tercero, y tendré mucho que estudiar, pero creo que nos veremos en
alguno de los seminarios porque a Kate le interesa que practique ciertos
aspectos –le explicó Esther-.
“¿Ciertos aspectos? ¿Qué diablos está
tramando Kate? Ya puedo hacerme una idea de que “aspectos” le interesa que
practiques… ¿De verdad se le habrá metido en la cabeza ponernos de nuevo
juntas? ¿por eso me comentó lo de unas clases extras individuales? ¿Se
referiría a ella?” se preguntó Maca recordando la conversación que habían
mantenido por teléfono días atrás.
-
Vaya,
veo que sigues a pleno rendimiento –fue todo lo que se le ocurrió decir a Maca
mientras en su cabeza se revolvían las especulaciones de los intereses reales
de Kate-.
Esther se encogió de hombros en un gesto
tremendamente dulce. Maca se olvidó de repente de todo cuando se miraron.
-
¡Es
lo único que amo, así que…! Sarna con gusto no pica, o eso dicen –dictaminó
Esther con sencillez-.
Y Maca quedó prendada por aquella pasión que
relucía en sus ojos. Nunca había conocido a nadie como ella.
Continuará...
Estoy enganchadisima. Por favor sigue y mi enhorabuena. Me encanta.
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