viernes, 7 de septiembre de 2012

Dibujada en mi mente -Cap 21 y 22-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





21

Kate pensó que por un día había hecho bastante por ellas y decidió quitarse de en medio para divertirse. Bailó con alumnas y con alumnos, bebió con gente que hacía tiempo no veía y que frecuentaba el local más que ella, conversó, rió, la noche pasaba rauda y agradablemente al menos para ella. Sin embargo, fue cerca de las dos y media de la mañana, cuando la presencia de Maca acercándose a la pista acaparó su atención por entero.

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Esther finalmente se había animado tras encontrarse con sus amigas. Bailó, bebió y se rió entre las disparatadas ocurrencias de Laura y las no muy discretas insinuaciones de Eva. Sin darse cuenta el tiempo pasó sin aquel extraño sentimiento de querer perseguir a Maca a donde quiera que fuera, y Alex terminó siendo presentada a sus amigas, en vista que había bajado a la pista a bailar con ellas y otra compañera de clase. Todo discurría en sana normalidad, hasta que la divisó entrando en la pista de baile. Esther se paró en seco nada más verla.

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La incomodidad de Maca fue creciendo a medida que veía como una Esther desconocida se abría ante sus ojos. Por más que la observaba, habían desaparecido su timidez, su pasar desapercibido y su torpeza casi adorable. En su lugar una mujer de carne y hueso bailaba con bastante sensualidad y ritmo junto a sus compañeras de pista, reía hasta que se le saltaban las lágrimas, y adormecía sus inseguridades con cubatas en su mano. Maca no pudo soportarlo. Estar pendiente de aquella niña se le antojaba desmesurado, no tenía paciencia para aquellos juegos, no tenía tiempo de perder el tiempo… se acomodó en la barra y pidió varios whiskys mientras trataba de recuperar quien era. ¡Ella también quería divertirse! Por fin una mirada que sí entendía cazó sin disimulo ni pudor la suya. Sin reparo ni timidez, Maca se la mantuvo con maestría extrema. La mujer pelirroja que la observaba terminó colocándose a su lado en la barra, lo cual no fue una sorpresa para ella….

-“¿Qué quieres tomar? ¡Te invito!” - fue la frase que la joven empleó para entablar una conversación con una Maca que sintió el cosquilleo en sus manos sólo con imaginar dónde posarlas-.
Tomaron otro whisky, esta vez juntas. Sandra, la joven pelirroja, coqueteó con ella con descaro, y Maca rió en el acto. “Por fin, alguien que sabe lo que quiere” se dijo para sus adentros, el resto tomó su curso cuando Sandra la invitó a bailar, y Maca cogió su mano para llevarla a la pista. Sin plantearse más que aquel instante, Maca y la joven empezaron a bailar sin importarles nada. El coqueteo que habían comenzado ya en la barra se trasladó a sus movimientos que eran invitaciones a lo que podrían llegar a hacer aquella noche si ambas querían. A Maca no le costó demasiado seducir a su compañera con los movimientos de su cuerpo, lo cual la hizo sonreír cuando se encontró a Sandra solicitando estar más pegada a ella tomándola sin recato por la cintura para atraerla. “A la mierda los alumnos babosos y a la mierda el abstracto y el sensible arte” se dijo para sí, y antes de que se dieran cuenta, Sandra y Maca terminaron comiéndose la boca en mitad de la pista.

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-       Esa no es…. –Laura empezó la frase pero no pudo terminarla tras ver lo que veía-.
-       Madre mía, esas dos necesitan ir a algún sitio privado, y rápido –Eva no pudo callarse su opinión y lo dijo bien en alto-.
-       Joder con la modelo. Está buena desnuda, pero vestida y bailando no veas como gana, eh –Alex tampoco pudo quedarse callada. Ver a aquella diosa volviendo loca a aquella pelirroja allí en medio era más de lo que se podía pedir en mil años de fantasías tórridas-.
-       Esther… -Laura la cogió del brazo, pues era la única que ante aquella escena temió por ella-.

Esther miró a Laura sin verla en realidad, apenas un segundo. Luego volvió a centrar su mirada en la figura de aquellas dos mujeres que habían quebrantado su tranquilidad por entero. El aturdimiento inicial al ver a Maca, se había convertido en una extraña excitación tras contemplarla bailando, y ahora que las veía a ambas besándose, una lava torrencial se disparó por sus venas sin que Esther pudiera adjudicar a aquella emoción tan nueva un nombre.

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“¡Por Dios, Maca! En verdad le has empezado a tener miedo” pensó Kate tras ver a Maca comportarse de aquella guisa. Y haciendo caso omiso a los comentarios que se arremolinaron entorno a ellas, Kate decidió que era hora de ir despidiéndose y volver a casa. El año había dado para mucho, pero estaba convencida de que el futuro daría para mucho más.


22

Mediados de Agosto.

-       Esther, vamos a llegar tarde.

Esther escuchó a su madre metiéndole prisa.

-       Qué ya bajoo!! –le dijo en un grito-. ¿Dónde diablos la he metido?

Volvió a mirar debajo de la ropa apilada, debajo de la cama y en los cajones hasta que terminó dándose por vencida. “Mierda, tendré que improvisar con esto” se dijo cogiendo uno de los pañuelos que solía atarse a la muñeca, pues no daba con la gorra que quería llevarse ese día. Cogió la cartera con los materiales y bajó las escaleras al trote.

-       Listo! Ya estoy –anunció Esther con una sonrisa a su madre-.
-       No sé por qué siempre tienes que esperar hasta el último momento, ¿es que acaso no puedes dejarlo todo listo por la noche antes de salir con los chicos?  -la regañó su madre, aunque le era difícil enfadarse con ella en serio viéndola tan feliz. En realidad se sentía muy orgullosa por lo que estaba haciendo-.
-       Anda mami, no me seas gruñona, que yo te quiero mucho –se la “cameló” Esther-.
-       Anda, anda… tira para el coche que sabes más que los ratones colorados –le dijo su madre, y tanto ella como su hija se fueron riendo hasta el coche-.

….

Maca se bajó del AVE y el bochorno que sintió nada mas pisar la calle no tuvo nada que envidiarle al que hacía en Sevilla. Se puso las gafas de sol, y decidió pillar un taxi. Quería pasarse por el apartamento a dejar el equipaje antes de presentarse en el hospital. La llamada de su supervisora en prácticas del año pasado casi había sido un regalo del cielo, pues con la excusa de que iban a contratarla para echar una mano en la guardería de pediatría había podido escaparse de la presión casi asfixiante que ejercían no sólo sus padres, sino el ambiente social en el que se movían, sobre todo en aquellos actos vacacionales donde la hipocresía y las apariencias era lo que reinaba. Con mejor ánimo tras recordar de lo que se había librado, se subió al primer taxi que pilló libre y ya no pudo borrar la sonrisa de su cara en todo el viaje.

Eran cerca de las diez y media cuando Maca llegó al hospital. Cruz, su anterior supervisora y jefa de pediatría pasó a recogerla en cuanto le anunciaron de su llegada.

-       Maca…. –la saludó dándole un abrazo-. Te estaba esperando, pero que guapa estás. Se nota que te sientan bien las vacaciones, espero que a mí me den el mismo resultado… estoy que no veo la hora de que llegue septiembre para comprobarlo –le confesó-.
-       Cruz. Me alegro de verte –le correspondió Maca, y su sentimiento era sincero, pues admiraba a aquella mujer-. Tú también estás guapísima pese a tu “no descanso”.
-       Gracias, cariño. Anda vamos a mi despacho, que ya me ha llegado tu contrato. Como te dije aún no he podido conseguirte lo que quisiera, pero al menos con este tipo de contrato cobrarás más que con el de voluntaria, y podrás tener más tiempo para las rondas con los niños –se disculpó Cruz-.
-       Tranquila, me halaga el mero hecho de que cuentes conmigo para esto. Me gusta estar aquí y así puedo aprender de ti por el camino –le dijo Maca- Además, me has librado de un tedioso fin de verano con mis padres. Ni te imaginas lo insufribles que pueden llegar a ser, aun insisten en buscarme novio.
-       Jajajaja… bueno, eso si que me hubiera gustado verlo –se rió Cruz por aquello, pues tras varios años de contar con ella conocía bastante bien la historia de Maca, incluidas sus orientaciones sexuales. Entre las dos había un gran compromiso y bastante confianza-. Bueno, aquí disfrutarás un poco más de las “vistas” supongo –le insinuó Cruz con intención y Maca levantó una ceja interrogativa-. Jajajaja… Espera a ver a nuestro último fichaje, esa niña es encantadora, además de fantástica con los niños, pero ni se te ocurra buscarle las cosquillas que es la hija de Encarna.
-       ¿De Encarni? ¿La jefa de enfermeras? –le preguntó Maca con una sonrisa-.
-       La misma –se lo verificó Cruz-.
-       Esta mujer no cambiará nunca, ¿es que acaso no piensa coger vacaciones? –dijo Maca recordando lo implicada que era aquella mujer en su trabajo. Aún recordaba el primer encuentro tirante que tuvieron entre ambas, pero la verdad es que con el tiempo se habían ganado el respeto la una de la otra y ahora se profesaban un mutuo afecto que se convertía en bromas cuando coincidían en el trabajo-.
-       Jajaja… ya sabes como es. Creo que las coge a principios de octubre y en Navidad, dice que prefiere estar en casa los primeros días que su hija empieza la facultad. Esa mujer se desvive por ella, y si te digo la verdad, no me extraña. Es una buena chica, está encargándose de la animación de los críos, ya la conocerás, se nota todo el cariño con el que Encarna la ha criado, te lo aseguro.
-       Me lo creo, Encarna es un trozo de pan –reconoció Maca, pues admiraba el amor incondicional de aquella mujer hacia los demás, así que como no iba a ser así con su propia hija-.
-       Ni que lo digas.

….

-       Bertoo…. ¿A dónde crees que vas? –Esther cogió al renacuajo de cinco años que entre risas quería escapar pasillo a bajo-… jajajja… mira que eres trasto, ¿a dónde ibas?
-       A pintarle a Antonia… -le dijo el crío entre risas, pues Esther le hacía cosquillas a modo de advertencia-.
-       Eso, a pintarle a Antonia en el mostrador, para que nos haga luego limpiárselo con la lengua…jajjaa… -se rió Esther y le sacó la lengua-.
-       Jajjaa…

El crío también se rió y sacó la suya haciendo muecas con Esther. Luego se sentó con los demás en círculo.

-       Venga, que esto ya está preparado. ¿A ver Ana…? -Esther terminó de abrocharle el traje improvisado de plástico desechable a una niña de siete años. A veces le era duro pensar que aquellos críos estaban pasando por enfermedades tan difíciles, era increíble como a pesar de aquellos tratamientos infernales aún tenían fuerzas para sonreír y batallar con ella en las clases de arte plástico que llevaba a cabo en el hospital. Sólo por verles la cara de felicidad aquellas horas ya merecía la pena haber aceptado aquel trabajo, a pesar de que era casi simbólico lo que le pagaban-. Vale, listo…. Cada uno con su cubito ¿vale?.... ¡venga, a pintar! –anunció Esther, y en el acto todos los críos empezaron a hundir sus manitas en los cubos de colores que Esther les había preparado por la sala y fueron entrando en el lienzo gigante que ella había diseñado y pegado al suelo con cinta aislante. Aquel día, pintarían con las manos, y los niños estaban encantados de trastear por el suelo entre colores.

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Maca firmó el contrato, se cambió en el vestuario y empezó a revisar las fichas y el trabajo que tendría que hacer en la guardería de la planta de pediatría. A veces había ayudado en ella, así que no le supuso un gran esfuerzo saber como poner al día los registros, en una media hora lo tuvo todo controlado. Miró el reloj, Cruz le había dicho que ese día las actividades no se realizarían en la guardería debido a que la hija de Encarna había preparado una actividad poco convencional en la sala vacía de juntas de la planta porque era más grande. Por lo visto había aprovechado rollos de camilla para improvisar un lienzo gigante que había pegado en el suelo, y había pedido batas de quirófano desechables para los niños, gorros y peucos, y los críos pintarían con las manos y sus pies en el lienzo improvisado. A Maca le pareció una idea genial para los críos, y muy acertada. Se mordió el labio inferior pensando en si debería ir a verlo o esperar a que trajeran a los críos, pero en vista de que no había nadie y dado la hora que era se decidió por echar un vistazo, a fin de cuentas, lo mismo daba supervisarlos en la guardería que en la sala improvisada de dibujo, así que se dirigió hacia el final del pasillo con curiosidad. A medida que se iba acercando ya escuchaba las risas y el gran estruendo que estaban formando, la sonrisa se le plantó en el rostro sólo de imaginarse lo bien que se lo estarían pasando.

-       No, no…. Raúl, María… a mí no… -de pronto una voz de adulta sonó en medio de las risas-.

“¿Qué estarán haciendo?” se preguntó antes de llamar a la puerta. Parecían estar pasándoselo en grande. Llamó para no entrar sin avisar, pero como era lógico nadie la escuchó así que abrió la puerta. El pulso se le paró en seco, para luego ponérsele a mil en un segundo. El golpeteo en su pecho se hizo casi frenético cuando vio en mitad de un corro de críos con las manos llenas de pintura, a una Esther con un pijama de quirófano desechable enfundando, un pañuelo en el pelo y la cara llena de pintura. Los niños se habían puesto a batallar con ella, y ella se reía con aquella risa clara como la mañana, mientras los levantaba del suelo, los perseguía, les pintaba la nariz con sus manos y fingía que la vencían para que ellos pudieran hacer lo mismo con ella. El suelo pareció tambalearse bajo sus pies al volver a verla. “Esther es la hija de Encarna”.

….

-       Vale, vale…. Fin de la clase…..jajajja… alto…. –terminó gritando Esther al cabo de un rato. Los niños aún se abalanzaban hacia ella, pero poco a poco fueron todos volviendo a la calma-.

Algunas auxiliares acudieron a ayudarla con los críos, para quitarles el kimono improvisado, aunque era más que evidente, que la clase había hecho bastantes estragos y abría que ducharlos antes de la comida.

-       Maruja, es pintura al agua…. No te preocupes, saldrá enseguida –le dijo Esther a la auxiliar para garantizarle que la pintura saldría sin problemas bajo el grifo-.
-       Desde luego… anda que tienes unas ocurrencias –le dijo la mujer, pero no pudo evitar sonreír al verle la cara de felicidad a Esther y mucho menos tras ver como Berto, el niño al que estaba atendiendo, aún reía-. Eres un granuja, anda vamos a ducharte.
-       Estherrrr….. –el niño no quería irse de su lado y la llamaba-.
-       Anda dame un beso y ve a ducharte, que hay que comer –le dijo Esther cogiéndolo en brazos para que la besara, y por qué no, para que terminara de marcharle la cara con sus manos llenas de color amarillo-…. Jajaja… venga corre, ve con Maruja, que no se enfade.

Uno a uno los fue despidiendo con las manos mientras trataba de hacerse cargo del estruendo que tendría que recoger ahora que la clase había terminado. Algunos de los padres de los críos ayudaron a recogerlos y la felicitaron por hacerles pasar tan buen rato, y con aquello a Esther le bastaba. Estaba tan contenta de que lo hubieran pasado bien y hubo tanta gente que se arremolinó en la sala en cuestión de minutos que no se dio cuenta de que unos ojos insistentes no habían dejado de estar fijos en ella desde que la habían divisado.

-       Creo que vas a necesitar esto.

De pronto ese alguien se dirigió hacia ella tendiéndole una toalla.

-       Ah gracias…. –se giró Esther para agradecer el detalle y de pronto se topó con ella. Se quedó paralizada-.

La poca gente que quedaba en la sala fue desapareciendo y tan solo las dos se quedaron mirándose sin poder articular palabra.

-       Maca!!! –Esther pensó que estaba en un sueño hasta que escuchó salir de sus labios aquel nombre-. ¿Qué haces tú aquí?
-       Lo mismo podría preguntar yo, de no ser porque he visto tu demostración de talento antes –le contestó Maca que había tenido tiempo para reponerse, ventaja que sin duda le llevaba-. Has estado genial, a los críos les ha encantado. ¿Cómo estás?
-       Gracias –le dijo Esther con cierta timidez de la que pareció reponerse en seguida. Cogió la toalla que le tendió Maca-. Bueno, ahora mismo algo pringosa por la pintura, pero muy bien gracias por preguntar. ¿Y tú? ¿cómo estás? La última vez que nos vimos fue en la cena de fin de curso ¿qué tal tu pie?
-       ¿Mi pie?, ah bien gracias –Maca se quedó cortada por un instante. De pronto la imagen de Esther arrodillada ante ella y la sensación que tuvo estando bajo su embrujo, se cruzó con aquella otra en la que Maca abrió los ojos en mitad de un beso tórrido con una pelirroja y divisó a Esther mirándola a lo lejos. Casi lo había olvidado-.
-       Me alegro. Veo que llevas el uniforme del hospital. ¿Ya has empezado las prácticas? –continuó la conversación Esther reponiéndose del primer impacto con gran soltura-. Se me hace aún un poco raro imaginarte de médico… jajaja… pero te sienta bien la bata, en serio.

Maca tuvo que parpadear. La sonrisa que lucía Esther era tan contagiosa y su vitalidad tan pura, que aquel comportamiento y aquella conversación tan casual le parecía irreal de repente.

-       En realidad todavía no estoy de prácticas, me han contratado para la guardería de pediatría hasta que empiecen –respondió a su pregunta Maca acostumbrándose aún a que todo fuera a fluir de forma tan sencilla entre ellas-.
-       ¿En serio? ¡Eso es estupendo!, yo terminaré el cinco de septiembre, por la facultad ya sabes. Así que seremos compañeras de curro, es increíble ¿no? –le dijo Esther con naturalidad y alegría-.
-       Sí, la verdad es que sí –tuvo que reconocer Maca, que empezó a ilusionarse con aquella idea-.
-       ¿Me echas una mano para salir de aquí?... jajaja… con lo patosa que soy, me veo en el suelo como lo haga sola –le pidió de pronto Esther y aquella risa suya resonó en la sala dejando a Maca anclada a ella-.
-       Eso está hecho, siempre y cuando no termines tirándome a mí en el intento –aceptó Maca ayudándola a salir del lienzo lleno de charcos de pintura-.
-       Jajaja… gracias –le dijo Esther una vez se vio a salvo de no salir patinando-.
-       De nada –le respondió Maca y empezó a ver como Esther se despojaba del pijama desechable de quirófano que la cubría-.

Maca tragó saliva al contemplarla. Esther llevaba debajo unos pantalones bastante cortos y una camiseta de tirantes que dejaron a la luz su tierno bronceado. En cuanto se sacó la camisa del pijama por la cabeza, su ligera camiseta se subió dejando a la vista su ombligo, su abdomen y sus costillas suavemente marcadas. Aquel cuerpo no tenía nada que ver con el de una niña, y las sensaciones que empezó a tener al respecto le hicieron apartar la mirada en el acto.

-       ¿Sabes algo de Kate? –le preguntó Maca para entretener a su mente en algo distinto a lo que estaba pensando-.

Esther se quitó el pañuelo del pelo y se lo peinó como pudo pues lo llevaba rizado. Maca se dio cuenta de que ya había terminado de cambiarse y se giró para mirarla.

-       Nos vemos una vez al mes y hablamos por teléfono y email, le llevo los trabajos que hago y ella me los supervisa. ¡Es genial trabajar con ella! ¿Y tú? ¿Os habéis visto? –le preguntó Esther. Aquel hecho también había cogido por sorpresa a Maca pues había estado hablando con Kate apenas hacía una semana y ni siquiera había mencionado a Esther para nada-.
-       No, hablamos hace una semana para contarme que este año quiere empezar el postgrado en octubre con el inicio del curso –le dijo Maca-.
-       Ah sí, a mí también me lo ha contado ¿contaremos contigo? –le preguntó Esther como si nada-.

“¿Contaremos?” aquella pregunta en plural la dejó algo perpleja.

-       Eh, sí… claro ¿tú también vas a hacerlo? –quiso enterarse Maca. De repente saber que Esther y Kate estaban estrechando tanto sus lazos volvió a despertar toda su curiosidad e interés-.
-       Bueno no, yo no puedo, porque este segundo curso Kate me ha pedido que coja algunas asignaturas también de tercero, y tendré mucho que estudiar, pero creo que nos veremos en alguno de los seminarios porque a Kate le interesa que practique ciertos aspectos –le explicó Esther-.

“¿Ciertos aspectos? ¿Qué diablos está tramando Kate? Ya puedo hacerme una idea de que “aspectos” le interesa que practiques… ¿De verdad se le habrá metido en la cabeza ponernos de nuevo juntas? ¿por eso me comentó lo de unas clases extras individuales? ¿Se referiría a ella?” se preguntó Maca recordando la conversación que habían mantenido por teléfono días atrás.

-       Vaya, veo que sigues a pleno rendimiento –fue todo lo que se le ocurrió decir a Maca mientras en su cabeza se revolvían las especulaciones de los intereses reales de Kate-.

Esther se encogió de hombros en un gesto tremendamente dulce. Maca se olvidó de repente de todo cuando se miraron.

-       ¡Es lo único que amo, así que…! Sarna con gusto no pica, o eso dicen –dictaminó Esther con sencillez-.

Y Maca quedó prendada por aquella pasión que relucía en sus ojos. Nunca había conocido a nadie como ella.

Continuará...

1 comentario:

  1. Estoy enganchadisima. Por favor sigue y mi enhorabuena. Me encanta.

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