viernes, 14 de septiembre de 2012

Dibujada en mi mente -cap 23 y 24-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.




23

Habían pasado tres semanas desde aquel reencuentro. Maca y Esther coincidían en el hospital cada día, y empezaron a entablar conversaciones sobre sus familias, sus intereses y sus proyectos. Fue así como Maca descubrió que Esther era la hija única de Encarna, que se había preparado para entrar en la facultad de Bellas artes durante cuatro años intensos a pesar de que llevaba dibujando desde que era una cría, y que amaba lo que hacia por encima de todo. Descubrió que le gustaba leer, el cine subtitulado y que para nada era tan torpe o tan ingenua como los demás parecían creer a simple vista, por el contrario tenía un espíritu noble y con grandes ansias de libertad, su sueño era viajar y seguir aprendiendo, poder emocionar con lo que hacía y ser capaz de retratar el mundo con la emoción con que ella lo sentía. A Maca el mundo le parecía maravilloso visto a través de sus ojos, las cosas cotidianas las narraba como si fueran lo más especial del mundo y le costaba trabajo no sonreír cuando estaba a su lado. Todo era de color para ella, no había dobleces en su forma de ser ni malos pensamientos. Si se enfadaba alguna vez, no lo parecía, y cuando algo no le gustaba solía callar y desaprobarlo con rígida mirada en lugar de estallar como sin duda Maca haría. El tiempo pasaba volando cuando estaba a su lado, y le era fácil muy fácil no tener las barreras levantadas cuando estaba con ella. Simplemente Maca se sentía cómoda, un sentimiento que empezó a desvanecerse a medida que se alejaba de sus trece años y que con Esther volvía a retomar como por arte de magia.


-       Maca…. Échame una mano –le pidió Esther desde el pasillo-.
-       ¿Pero que traes ahí? ¿la biblioteca entera? –le preguntó Maca cogiéndole una de las cajas que llevaba en los brazos-.
-       Jajaja… Casi. Les he mangado las revistas guarras a los celadores –soltó Esther por lo bajo para ver simplemente que cara ponía-.
-       ¿lo dices en serio? –Maca se quedó de piedra en un segundo, pero en cuanto vio que Esther se empezaba a reír entendió que se estaba quedando con ella- ¡Serás mentirosa!
-       Jajajajaja… tendrías que haberte visto la cara –se descojonaba Esther por su propia ocurrencia-. Vamos, como que no te hubiera gustado echarles un vistazo de haber sido cierto.

Aquello fue ya demasiado. Maca aprovechó que soltaban las cajas para empezar a torturarla haciéndole cosquillas.

-       Serásssss……. –masculló Maca echándole encima el guante -. Cuantas veces te tengo que decir que no soy ninguna pervertida….
-       Jajajaja… Pues una monjita de clausura…. Jajajaja… no parecías con la pelirroja esa…jajjajaja …. –Esther solía pincharle recordando aquella anécdota, pues había descubierto que Maca se ruborizaba cuando se lo recordaba y le encantaba ver aquel sentimiento en su rostro. Le parecía muy tierno. Claro que eso sí que no se lo decía-.
-       ¿y tu qué hacías mirando?... jajjaja… ¿eh? –se defendió Maca, escucharla reír era lo que más le gustaba de pasar el tiempo con ella-.
-       Jajajjajaja… ¿Qué otra cosa iba a hacer? … jajajaja… No te escondías precisamente –le soltó Esther que ya no podía retroceder más para que dejara de hacerle cosquillas-.
-       Mira que eres mala conmigo –le dijo Maca deteniéndose para por fin liberarla y recobrar el aliento-.
-       Eso supongo que depende de los ojos con que lo mires –le contestó Esther con una dulce sonrisa -.

Sin darse cuenta ambas se habían quedado muy juntas. Esther ya estaba contra la pared, Maca a dos escasos pasos de su cuerpo. En cuanto se dio cuenta de que se estaba quedando embobada mirando sus labios, Maca recobró el control y se separó de ella.

-       Bueno, entonces ¿qué es lo que hay realmente en estas cajas? –le preguntó Maca cambiando así la atmósfera de intimidad que se había creado entre ellas-.

Esther se quedó mirándola en silencio un poco más. Hacía tiempo que venía observando aquella reacción tan suya al parecer, de sentirse incómoda y terminar apartándose cuando se sentía demasiado cerca de ella. ¿Acaso pensaría que Esther mal interpretaría sus intenciones por demostrarle afecto? Esther sabía que Maca no le tocaría ni un pelo en contra de su voluntad, Maca era alguien demasiado noble y honesto para aquello. Sin embargo, a Esther le gustaba tocarla cuando la tenía cerca, ser cariñosa con la gente que apreciaba le era innato y se rebelaba ante aquella barrera “oscura” que Maca levantaba entre ellas para que quizás no fueran mal interpretadas sus intenciones. Con una sonrisa se acercó a ella en silencio y le cogió la mano. Maca se sorprendió al sentirla y la miró con ojos abiertos. Esther le sonrió como si nada y se puso de puntillas dándole un beso en la mejilla.

-       ¿Y esto? –le preguntó Maca-.
-       Esto es para que no salgas corriendo cuando te entran ganas de hacer lo mismo conmigo. ¿O piensas que porque seas lesbiana voy a creer que quieres “violarme” si te acercas? –le bromeó un poco Esther, aunque su mensaje iba muy en serio-.

Maca la miró como si viera un extraterrestre de repente, pero a medida que la observaba y entendía lo que le decía, algo en su interior cayó como un pesado lastre hasta sus pies. Sin darse cuenta apretó aquella mano que Esther sin reservas le había tendido.

-       ¿Tan segura estás de que no corres peligro conmigo? –le devolvió aquel juego Maca ya con una sonrisa en el rostro-.

Esther se encogió de hombros como si tal cosa.

-       Que le vamos a hacer… será que no soy tu tipo, o quizá es más bien… jajaja… que tú no eres el mío –la pinchó del todo Esther ya riéndose-.
-       Ahhhh…. Con que Nooooo, eh?????..... ¿no soy tu tipo, eso has dicho? –sin darse cuenta ambas volvieron a las andadas-.
-       Jajaja… demasiado creída…. Jajajaja… y alta….jajjajajaj…. ah, y pija…jajajaj –Esther no podía parar de provocarla, había encontrado un nuevo hobby en hacerla reír, y sin duda lo conseguía cuando jugaba con ella-.
-       Ohhhh…. ¡Te vas a enterar!, ¡esta vez te has pasado pequeñaja! –le advertía Maca mientras las dos correteaban por el aula, una tratando de escabullirse, la otra tratando nuevamente de cazarla-.
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Así llegaron a Octubre. Esther ya hacía un mes que no trabajaba en el hospital, pero seguía visitando a Maca y a los críos cuando iba a buscar a su madre. Las clases empezaron y cada una empezó a tener más obligaciones por separado, aunque se llamaban por teléfono al menos un par de veces a la semana tratando de no perder el contacto. Laura siempre bromeaba con aquel “affaire d’amour” que se llevaban las dos cuando quería pinchar a Esther, pero ésta terminaba por no entrar al trapo pues se sentía más tranquila ahora que en verdad se conocían y aquel estado también se trasladaba a sus trabajos. Kate le había parado en el pasillo de la facultad y le había dicho que pronto empezarían sus clases, y ella estaba impaciente por presentarle el dibujo en el que había estado trabajando todo el verano y que aún no le había mostrado a fin de sorprenderla y quizá de conseguir que se sintiera orgullosa.


-       ¿Esther, te ha llamado? –le preguntó Maca al teléfono refiriéndose a Kate-.
-       Sí, el sábado a las once en su estudio ¿vas a ir? –le preguntó Esther sin disimular su interés-.
-       Sí, claro. ¿Como te voy a dejar tirada?, ¿a quien vas a dibujar si no voy, tonta? –le dijo con cariño Maca, llevaba cerca de diez días sin verla y la echaba de menos-.
-       Bueno, siempre puedo dibujarla a ella ¿te imaginas? Un día de estos tendríamos que pedirle que posara en una de esas poses de desnudos que tanto le gustan….jajaja… -Esther se rió ante la idea-.
-       Jajaja… sería una pasada.  Te aseguro que si llega ese día, me apunto a liarme con los pinceles y las acuarelas, o lo que sea …jajaja –a Maca también le gustaría ver a Kate en tales circunstancias-. Oye…
-       Dime… -le contestó Esther-.
-       Felicidades –le susurró de pronto Maca-.
-       ¡Te has acordado! Gracias –se emocionó Esther de ver que Maca se había acordado de su cumpleaños-.
-       Claro que me he acordado. Creo que el sábado me llevaré un metro –Maca sonrió a la espera de su respuesta-.
-       ¿Un metro? –se extrañó Esther, aunque imaginaba que Maca le soltaría alguna bordería-.
-       Sí, para ver si has crecido a tus diecinueve, eso sí sería un crimen perdérselo –terminó de pincharla Maca al teléfono-.
-       JA-JA!  Muy graciosa. ¿A ver si porque el mes pasado cumpliste los 24 te crees muy adulta, doña “aquí la pillo aquí la mato”? ¡eh! –Esther también se sumó al carro de ver quien podía más-.
-       Jajajaja… mmm.. ¿detecto celos? ¿acaso te gustaría formar parte del harén? ¿mocosa? –Maca se rió con ganas. Siempre se había opuesto a hablar de sus ligues con Esther, pero había terminado rindiéndose a sus encantos cuando Esther la sonsacó y la animó a hablar de todo y con normalidad con ella, como se lo había visto hacer con Claudia, pues ya se conocían-.
-       ¡Qué más te gustaría! Jajaja… -se rió también Esther, y sin darse cuenta sujetó el teléfono de casa con ambas manos, escuchar la risa de Maca siempre le había parecido algo maravilloso-.
-       Bueno, tengo que entrar a clase, te veo el sábado. ¡Cuídate! –se despidió Maca de ella-.
-       Sí, nos vemos el sábado. Lo mismo te digo, un beso –le mandó Esther-.
-       Mil para ti, preciosa. Disfruta del cumple –le dijo Maca con cariño- Ciao.
-       Ciao.

Esther se dejó caer de espaldas en su cama deleitándose del recuerdo de la llamada. Al cabo de un rato se incorporó y cogió del suelo su mochila, sacó su bloc de dibujo preferido y allí estaba. Los ojos de Maca le devolvían alegres la mirada.

….
24

-       Esther, Esther…. –Laura corrió por el pasillo en dirección a ella-. Por Dios, no corras tanto.
-       Jajaja… mira que eres exagerada, ¿ya has terminado? –le preguntó Esther-.
-       Ya! Por fin! Pensé que esta tarde no terminaría nunca, odio tener clase a última hora los viernes, te lo juro –se quejaba Laura-.
-       Ya, tú como siempre. Mayores resultados a mínimos esfuerzos –se burló Esther de ella-.
-       Ja! Muy graciosa. Oye, al final ¿cómo lo hacemos? –le preguntó Laura-.
-       ¿Cómo hacemos el qué? –Esther no cayó en ese momento-.
-       Lo de celebrar tu cumpleaños, idiota… ¿no dijimos que saldríamos a cenar y de copas mañana? –le recordó Laura, la verdad es que entre semana ahora se veían poco porque Esther tenía una agenda bastante apretada de asignaturas-
-       Ah, eso…. Claro, mañana a las diez en el bar de Kike –propuso Esther-.
-       ¡Hecho! ¿Ya has llamado a los chicos? –le preguntó Laura-.
-       Me falta avisar a Raúl y a Gabi –le contestó Esther-.
-       ¿En serio tenemos que invitarlo? Desde que va de sobrado, está insoportable. Además me cae como el culo que traiga a Begoña, no puedo creer que se hayan vuelto a liar –puso cara de pocos amigos Laura-.
-       Ya, pero no puedo dejar de decírselo. Sería el primer cumpleaños que no pasamos juntos, tendremos que apechugar con ella –le dijo Esther, a ella tampoco le apetecía que se creara un mal rollo en el grupo, pero no podía dar por hecho algo que aun no había sucedido-.
-       Vale, como quieras. Pero en cuanto podamos, nos largamos. Ah, Eva ya ha avisado a Alex, pero vendrán después de cenar. Ya sabes que son algo raritas para los horarios de las comidas –la avisó Laura haciendo una mueca-.
-       Bueno, no pasa nada, luego nos tomamos las copas con ellas –dijo Esther-.
-       Entonces a las diez en el “Kike”. ¿Hasta que hora tienes la clase con Kate? –le preguntó Laura cayendo en la cuenta-.

Esther se encogió de hombros.

-       Con ella nunca se sabe, pero no te preocupes, llegaré a tiempo –le dijo Esther-.

Y ambas amigas se despidieron hasta el siguiente día. Esther se quedó un rato más en el pasillo antes de entrar a su última clase, aún no sabía porqué no le había contado a Laura que a la clase de Kate iba a ir Maca. Por su cabeza pasó el pensamiento de que le encantaría invitarla a su cumpleaños, pero no estaba muy segura de que unir a sus viejos amigos con ella fuera lo más adecuado. Por primera vez, el gozar de alguien en exclusiva, se había convertido en uno de sus bienes más preciados.
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Sábado.

Maca aparcó el coche y se enfundó en su abrigo largo. Hacía un día bastante frío, pero al menos la hora de aquel encuentro era bastante prudente comparada a la del curso. Llamó al fonoporta y la voz de Kate le dio paso enseguida. Mientras subía en el ascensor, se retocó el pelo mirándose al espejo y se dio cuenta de que estaba algo nerviosa. Las puertas no tardaron en abrirse al llegar a la quinta planta del bloque, enfiló un pasillo que ya conocía y vio que la puerta del estudio estaba solamente encajada. Llamó de todas formas antes de preguntar “¿se puede?”, y el “pasa, pasa” de Kate le dio la bienvenida al instante.

-       Dios, hace un frío que pela –dijo Maca cruzando la entrada-.

Besó y abrazó a Kate que le pidió su abrigo, y en seguida divisó a Esther que le sonreía sentada en uno de los bancos de los amplios ventanales.

-       ¿Qué calentita estás aquí? ¿no mocosa? –le dijo Maca a modo de saludo. Si no rompía pronto el hielo le iba a dar un ataque de puro nervio-.
-       Ya ves, ventajas de ser la pequeña de este trío. Kate me ha preparado chocolate calentito –la pico Esther aupando su taza humeante y guiñándolo un ojo-.
-       Eso no se vale, yo también quiero uno –puso cara de inocente Maca para que Kate la tratara del mismo modo-.
-       Jajaja… marchando otro de chocolate. Anda ir sentándoos, que ahora lo preparo –se rió Kate de aquella escena. Era increíble el cambio que había dado Maca con respecto a su modo de relacionarse-.

Maca se acercó hasta donde estaba Esther, y ésta le dejó un sitio para que se sentara a su lado. Las dos se sonrieron, pero se les veía cortadas así que Maca terminó tomando la iniciativa para sortear el posible desastre.

-       ¿Sabes una cosa?, te he traído un regalo –le dijo sin más-.
-       ¿En serio?!!! –A Esther se le iluminó la cara en un segundo y Maca se contagió de ella-.
-       ¡Qué quieres, las pijas tenemos estas cosas!, nos gusta comprar aunque no sea para nosotras –se mofó de ella misma Maca, aunque para nada era cierto en su caso. Le había costado mucho dar con algo que regalarle-.
-       ¡Tonta! –le regañó Esther cariñosamente dándole un empujón en el hombro-.
-       Jajaja... anda toma, a ver si te gusta –le dijo Maca dándole una cajita-.

Esther la cogió con la ilusión que sólo los niños tienen reflejada en su rostro. Destapó con mimo el papel y al abrir la caja, se encontró con una pulsera hecha a mano de las que tanto le gustaban.

-       ¡Ohh, es preciosa! –dijo enseguida-.
-       ¿Te gusta? Está hecha con hilos hindúes –le contó Maca-.
-       ¡Me encanta! ¡en serio! Muchas gracias –le dijo Esther, y sin pensárselo le echó los brazos al cuello y las dos tropezaron en su beso, terminando dándoselo en los labios-.
-       No hay por qué darlas. Me alegro de haber acertado –Maca trató de recobrarse de la sorpresa lo antes posible, y actuó con naturalidad tras el incidente. El corazón se le había puesto a mil por hora-.
-       Has acertado de lleno. Voy a ponérmela -le dijo Esther tratando también de actuar como si nada, pero sintiendo que necesitaba entretenerse en otra cosa-

Maca se fijó en las manos de Esther al intentar desabrochar la pulsera, parecía que le temblaban. “¡Dios, porque tiene que ser tan dulce! La he puesto nerviosa. Torpe más que torpe” se regañó a sí misma, lo último que quería es que las cosas entre ellas cambiaran por culpa de su mente calenturienta. Cogió aire y trató de enmendar el error de su subconsciente al besarla.

-       Trae, deja que te ayude –le dijo Maca en un tono cariñoso y cómplice-.
-       Gracias –dijo Esther aliviada de que Maca hiciera la vista gorda ante sus nervios-.
-       No me des tanto las gracias, o pensaré que has abducido a la amiga que se mete conmigo –bromeó Maca para hacerle entender que todo estaba bien-.
-       Ya sabía yo que en el fondo tienes alma de masoquista. Te va que te meta caña –se enganchó al instante Esther al cable que le tendía-.
-       Bueno, igual te dejo que me ates y me des unos azotes algún día… ¿te gustaría, eh? –en ese momento Maca le hizo cosquillas-.
-       Jajaja… Oh, sí…. Jajaja…. No veo que llegue el día, doña creída –se rió Esther con sus bromas-.

Y en cuestión de minutos volvieron a ser las mismas que se habían conocido en el hospital aquel verano. Nada parecía importar cuando estaban juntas.

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Al cabo de algo más de una hora se pusieron a trabajar. Kate le dio unas indicaciones a Esther y la dejó a solas con Maca pues tenía que ir a un par de sitios. En cuanto se quedaron a solas, a Maca le asaltaron las dudas. “Esta Kate, me las va a pagar… mira que prepararme esta encerrona” se decía en silencio, mientras veía como Esther preparaba el material.

-       Listo, creo que ya lo tengo, podemos empezar cuando quieras –le anunció Esther sentándose en un taburete frente al lienzo-.

Maca permanecía sentada en el sofá a un metro y medio de ella, a pesar de tener que posar vestida se sentía cohibida.

-       ¿Estás bien? –le preguntó Esther con el ceño fruncido tras verla inquieta-.
-       No sé, me resulta raro posar para ti ahora que ya te conozco, me incomoda saber como vas a mirarme –le confesó Maca-.
-       ¿Cómo voy a mirarte? –Esther se sorprendió de aquel término. Sonrió-. ¿Y cómo es eso, a ver?
-       No te hagas la tonta. Tú y Kate os ponéis ahí detrás del caballete ese, y me claváis los ojos con esa mirada soñadora que os sale…. Normalmente no me importa, pero ahora no estoy muy segura de querer que me radiografíes de esa forma, me parece morboso –Maca se sentía tan inquieta, que no pudo evitar que salieran de su boca aquellas palabras. Se sorprendió de la facilidad con que se había abierto con ella, pues Maca no solía ser así con nadie-.

A Esther se le borró la sonrisa tras escucharla. Maca estaba hablando en serio y se removía inquieta e insegura en su asiento. Dejó el carboncillo y se acercó hasta ella. Ésta encogió las piernas y las rodeó con sus brazos cuando Esther se sentó en el sofá a su lado.

-       Si no quieres, lo dejamos. No te pinto –le dijo Esther con una sonrisa sincera-.

Maca se le quedó mirando con cara de sorpresa. Al cabo de un instante de silencio habló.

-       ¿estás loca? Ni en sueños pienso dejar que hagas eso. Tú tienes que practicar, y a saber que elucubraciones enfermizas se le ocurrirían a Kate al respecto –dijo Maca de pronto-. Ni hablar.
-       ¿a Kate? –Esther no la entendió en absoluto-…jajaja… ¿De qué estás hablando? –se rió de sus delirios-.
-       Nada, son cosas mías. Déjalo, volvamos al trabajo anda –le pidió Maca tratando de serenarse-.
-       ¿Seguro? –le preguntó Esther, y en su mirada Maca pudo ver que se lo preguntaba en serio-.
-       Que sí, anda… olvida lo que he dicho –le respondió Maca y volvió a sentarse en la posición que habían acordado-.
-       Espera –la detuvo Esther-.
-       ¿qué? –le preguntó Maca-.
-       Vuelve a la posición en la que estabas –le pidió Esther-.
-       ¿A cual? –le preguntó Maca sorprendida-.
-       A la de rodearte las piernas con los brazos –le dijo Esther mirándola dulcemente-.
-       ¿Me estás tomando el pelo? –Maca entrecerró los ojos, temiéndose que fuera una de sus bromas -.

Pero Esther volvió a acercarse, y la ayudó a colocarse en la posición que le había visto hacía unos momentos. Con una suavidad extrema y un mimo muy cuidado, le acarició la cara y recolocó su pelo para que la luz que entraba por la ventana favoreciera los detalles que en su cabeza ya empezaban a materializarse.

-       Estás preciosa, quédate quieta –le dijo sin más Esther en un susurro, y Maca tuvo la impresión de que no podría moverse ni aunque quisiera. La cercanía de Esther y su abrasadora mirada la habían derretido en cuestión de segundos-.

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Cuando Kate llegó, ellas hacía horas que estaban trabajando. Maca había parado un par de veces para desentumecerse, pero Esther seguía enganchada al trabajo sin poderle poner freno. Era increíble verla trabajar de aquella forma. Era cierto que no era la primera vez que la observaba haciendo aquello, pero tenía la impresión de que había cambiado. Su presencia se intensificaba en la sala como si emborronara lo que la rodeaba, los movimientos de sus manos y sus muñecas eran gráciles, y la pasión con la que se sumergía en el lienzo, hacía que no pudiera estarse quieta levantándose y sentándose a su voluntad y sin descanso. A Maca la gustaba mirarla, pero en cuanto ella posaba sus ojos directamente sobre los suyos y veía como Esther podía “desnudarla”, su tez se acaloraba y tenía que escapar de su presencia para poder serenarse. Maca no se lo tomaba como algo personal ni sexual por parte de Esther, pues creía saber interpretar las miradas, y sabía que la suya era la del artista, la soñadora… como solía llamarle. Esther la miraba más allá de la mera presencia, sin darse cuenta que su intensidad la estaba torturando.

Kate bordeó la escena y miró por detrás de Esther lo que estaba haciendo. Sabía que no debía perturbar aquel momento de inspiración que la joven estaba teniendo, pero en cuanto vio el retrato se reflejó en sus ojos lo impresionada que estaba. Maca, tras ver su reacción cambió la expresión. Esther se quedó quieta, mirándola… de pronto aquel cambio había roto el lazo que la mantenía estrechamente atada a ella. Dejó el pincel.

-       Lo siento –se disculpó Kate en seguida por la interrupción-. No he podido evitarlo, es… ¡maravilloso!

Esther se limpió las manos con el paño y se giró para mirarla, pues ya estaba a su lado.

-       No te preocupes, tenía que tomarme ya un descanso –le dijo Esther con una sonrisa-. ¿En serio te gusta?
-       ¿Bromeas? No puedo creerme lo que estás logrando –Kate casi reía, entusiasmada-.

Se acercó hasta la pintura y observó los trazos de cerca. Era increíble que consiguiera tanta transparencia utilizando aquella técnica, estaba maravillada. Maca vio como en el silencio Esther y Kate se entendían mientras ambas sonreían frente al lienzo.

-       ¿Puedo verlo? –preguntó Maca. Siempre había tenido mucho respecto ante el trabajo no expuesto de los artistas, pero tratándose de Esther sentía una curiosidad casi enfermiza por conocer lo que estaban viendo-.

Kate la miró como si de pronto se diera cuenta de que estaba con ellas. Esther le sonrió y asintió con la cabeza para que se acercara.

-       Anda ven, pero no te asustes, aun no está terminado –le dijo Esther cuando Maca comenzó a caminar hasta ella-.

Esther le tapó los ojos antes de que llegara al cuadro. La colocó a una prudencial distancia para que pudiera apreciar el conjunto de la pintura y luego le dejó mirarla. Maca se quedó muda… ¿En serio era así como ella la veía?

Continuará...

1 comentario:

  1. Ay Rox sabes lo que me encanta mas de tus fics??? Es que todo lo que escribes puedo verlo en mi cabeza como si fuera una pelicula

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