domingo, 16 de septiembre de 2012

Dibujada en mi mente -cap 25 y 26-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.




25

Llegó la hora de la cena. Sus amigos de siempre se deshicieron en besos y abrazos con Esther para felicitarla, y pese a lo que en un principio Laura temía, la velada fue transcurriendo agradablemente entre ellos. Hacía tiempo que no se reunían todos juntos, pues el inicio de los estudios había trastocado sus quedadas y su ritmo de ocio, la mayoría no coincidían en los horarios, y Javier y Héctor habían pasado un mes en Londres aquel verano, así que tenían mucho que contarse. Todos querían recuperar el tiempo perdido, y las risas circulaban por la mesa con normalidad, sin embargo a Esther le costaba trabajo estar allí.

Esther: “Hoy celebro mi cumpleaños, si te apetece estás invitada. En principio sólo vamos a cenar y luego a tomar unas copas… pero si no te apetece cenar, podemos quedar luego y te invito”.
Maca: “ Ohh gracias, pero hoy no puedo. Tengo que cubrir turno en el pub…. Espero que lo paséis bien”.

La conversación se repetía en su cabeza una y otra vez, no por lo que se habían dicho, sino por los gestos. Maca la había mirado de un modo tan raro tras ver el retrato, casi creía que se había asustado, luego su mirada se había transformado en agradecimiento y candidez casi palpables, para terminar ocultándose tras aquel enigmático muro, los misterios que Maca encerraba hacían que deseara verla de nuevo. Una y otra vez.
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Eran las dos y media de la mañana cuando el grupo se fue dispersando. Héctor y Gabriella dijeron que se iban a casa, Javier terminó perdiéndose con una morena, y a Raúl y a Begoña hacía tiempo que los habían perdido a propósito. Laura, Eva, Alex y Esther decidieron salir a tomar un poco el aire con unos cubatas en la mano.

-       ¿Entonces estuviste trabajando con Kate esta mañana? –se  interesó Alejandra por el tema-.
-       Sí, trabajamos en su estudio –le confirmó Esther-.
-       ¿Solas? –le preguntó-.
-       Bueno, no…. También estaba Maca, la modelo del postgrado –le dijo Esther-.
-       ¿Estaba Maca? –Laura plantó las orejas tras escuchar aquello-.
-       Sí –respondió Esther arrepintiéndose de ser tan bocazas-.
-       Buenoooooooooooo… -musitó Laura dejando su comentario allí-.

Alex y Eva se quedaron mirando a Laura que ante la mirada asesina de Esther hizo un gesto de colocarse una cremallera cerrada en la boca.

-       ¿Qué pasa? ¿Es que acaso hay rollito entre vosotras dos o qué? –preguntó de pronto Eva mirando a Esther con una sonrisita-.
-       ¡Claro que nooo! –se apresuró Esther a negar- Vaya disparate.
-       Quien juega con fuego termina quemándose –señaló Laura no pudiendo controlarse-.
-       ¡Tú te callas! –le dijo Esther dándole un codazo-.
-       Jajaja… Osea que hay algo –Eva se rió por el color que estaban tomando las cosas-.
-       Ya he dicho que no, es ésta… -apuntó Esther dándole una palmada en el hombro a Laura-… que ve fantasmas donde no los hay. Maca y yo sólo somos amigas.
-       Ya, amigas… -soltó con retintín Laura-.
-       Sí, amigas. Es que tras el curso del año pasado coincidimos trabajando en el hospital de mi madre y desde entonces pues mantenemos el contacto, pero nada más. Es buena gente –Esther no sabía porqué se estaba justificando, pero lo hacía-. Además, no sé para qué coño tengo que explicar nada. Somos amigas y punto.
-       Pues amigas, amigas, no sé si tendrá muchas… pero te garantizo que tiene una larga lista de conquistas. En el ambiente se le conoce como la “Diosa de fuego” y te aseguro que no le viene grande. Esa chica es capaz de prenderte con sólo una mirada si se lo propone. Ya me gustaría a mí que me incendiara, ya…jajaja –dijo Eva-.
-       ¿Oye, tu seguro que tenías algo de bisexual, no? …jajajaj –le bromeó Alex tras aquel comentario tan bollo-.
-       Jajajajajaja… Vale, vale… me corto un poco. Pero te juro que alucino contigo, no se como pudiste aguantar viéndola posar casi en bolas ahí, tan cerca tuyo… de Esther lo comprendo porque no entiende… pero llego a ser tú, y creo que saldría de aquellas clases consumida tía. ¡Está tremendísima! ¿o no? –Eva siguió a lo suyo-.
-       Bueno, la verdad es que Maca es muy atractiva,  aunque yo prefiero otro tipo de belleza –dijo Alex y tomó un trago de su vaso, y al darse cuenta de cómo Eva y Laura se la quedaban mirando añadió-. Pero sí, vaya… que indiferente no te deja teniéndola cerca.

A Esther no le estaba haciendo ni puta gracia que hablaran de Maca en aquellos términos tan impersonales, tan… tan primitivos. ¿De qué coño iban? Maca era una persona, no un trozo de carne, y además era una persona maravillosa pero ¿acaso alguna se había interesado en conocerla? “Claro que no” se contestó a sí misma.

-       ¿Pues sabes dónde trabaja? –Eva seguía ajena a los sentimientos de Esther, Laura y Alex sin embargo estaban más pendientes de ella e interpretaron perfectamente la dureza con la que las miró. Dejaron el tema para enmendarse-. En el pub N’aNas, es amiga de Ana, la dueña, y trabaja allí algunos fines de semana. Me pregunto si hoy trabajará.
-       Si, hoy trabajaba –las tres miraron a Esther tras escucharla-. La invité al cumpleaños pero no pudo venir por eso mismo.
-       ¿Lo dices en serio? ¿la invitaste? –Laura se quedó de piedra-.
-       Ya te he dicho que es mi amiga –le dijo Esther como respuesta, algo molesta por todo aquello-.
-       ¡Vaya! Entonces iba en serio que os habéis hecho amigas –exclamó Eva que no salía de su asombro. Maca era tan distante cuando se movía en el ambiente, tan seductora, tan inalcanzable. ¿Cómo diablos habrían podido conectar dos personas tan distintas como ellas?-
-       ¿Por qué no iba a serlo? –preguntó Esther y Eva entonces fue consciente de la  dureza con la que la miraba-.
-       Siento lo de antes Esther, no lo decía a malas ni nada cuando hablaba de Maca. En realidad siempre ha sido muy amable conmigo cuando le he pedido las copas… -se disculpó Eva, no quería que la fiesta se aguara por un mal entendido-. Tengo una idea, ¿por qué no vamos allí a tomarnos la última? Sólo chicas. ¿Qué os parece?
-       Yo lo que Esther diga –se guardó las espaldas Laura-.
-       A mí me da igual, lo que queráis –dijo Alex ante la mirada de Eva, aunque no le apetecía mucho que el factor Maca se cruzara con Esther aquella noche-.
-       ¿Qué dices Esther? –le lanzó la pelota Eva sin maldad-.
-       Por mí vamos, así podré invitarla a una copa al menos, ya que no ha podido venir… –dijo Esther como si nada, pero en realidad desde que Eva lo había propuesto una llamita se había encendido en su interior. Hacía mucho tiempo que se preguntaba cómo sería aquella Maca que le había descrito Claudia cuando su amiga se daba la vuelta o simplemente para pincharla cuando coincidían las tres en el hospital. Además, no podía negarse que quería verla… quería verla-.

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Las tres de la mañana, apenas una hora y los pubs cerrarían sus puertas. Las cuatro amigas se plantaron frente a la puerta del “N’aNas”, el bar donde trabajaba Maca supuestamente, dispuestas a terminar su última ronda en aquel pub de ambiente destinado sólo a la clientela femenina. Eva se pasó el viaje en coche bromeando sobre que tendrían que turnarse para custodiar a Esther y a Laura, ya que estaba convencida que en cuanto vieran unas caras nuevas por aquellos lugares, las clientas las acecharían, a diferencia de a ella y a Alex, que ya habían ido por allí más de una vez. Pues para sorpresa de Esther, Alejandra había resultado ser una ex compañera de promoción de Eva y era lesbiana, así que el reencuentro en aquella cena de fin de curso antes del verano había vuelto a abrir el contacto entre ellas y ahora que Eva era libre como un pájaro salían alguna que otra vez de marcha.

-       Ya te gustaría a ti trincarme… jajajaja… ya -le dijo Laura a Eva cuando le propuso hacerse pasar por su pareja para ahuyentar a las posibles lagartas-.
-       Bien sabes tú que sí, pero me lo estás poniendo difícil capulla… jajajaja –le contestó Eva que a aquellas alturas de la noche ya no se cortaba ni un pelo-.
-       Anda tira, que tienes un peligro –se la quitó de encima Laura agarrándose a la mano de Esther-. ¿Qué, quieres ser mi novia postiza? –le preguntó Laura haciéndole un juego pícaro de cejas-.
-       Jajajaja… ¿Lo estáis diciendo en serio? Ni que fueran a lanzarse como buitres sólo con vernos –Esther no podía creerse que aun siguieran con aquello-. Sois un atajo de creídas.
-       Bueno por si acaso no te separes de mí cariño, ya sabes lo mujer indefensa que soy –siguió con la broma Laura pestañeando cándidamente-.

Y todas entraron riéndose al local. El buen humor volvía a reinar entre las cuatro.
En cuanto traspasaron la puerta la penumbra les hizo tener que readaptar sus pupilas. La música resonaba en el local, y a medida que fueron adentrándose, focos multicolores empezaron a iluminar las distintas zonas de la estancia. La pista de baile, por supuesto, era la más colorida alternando iluminación y sombras que parecían danzar al ritmo de las notas que estaban sonando. Unas cuantas mesas con sofás permanecían en la zona más oscura y Esther creyó adivinar el motivo. Alrededor de la pista había una iluminación intermedia y mesas de pie colocadas estratégicamente para colocar las copas, y en el fondo, bajo focos blancos y rosas, la barra del bar presidía la zona alta de la sala. Los ojos de Esther no tardaron en buscar a Maca y cuando dieron con ella el corazón le golpeó con violencia advirtiéndole de los riesgos. El pelo le caía suelto y salvaje por la cara, lucía una camiseta blanca de manga corta algo ajustada y encima llevaba un chaleco negro que le daba un aire andrógino muy sexy. Aquel último pensamiento cogió totalmente desprevenida a Esther. ¿Pensaba que Maca era sexy? De pronto Maca se apoyó sugerentemente sobre la barra mientras servía a un par de chicas que sin lugar a dudas estaban coqueteando con ella. En su rostro se dibujó una sonrisa pícara y luego soltó una carcajada, sirvió la copa y se apartó de ellas mientras acercaba su oído para que otras nuevas se deleitaran teniendo que susurrarle sus consumiciones. Esther se quedó maravillada ante lo seductoramente atrayente que parecían tanto sus miradas, como sus gestos, como todo el conjunto de sus movimientos. Las estaba llevando a su terreno. “¿Así que ésta es su otra cara?” pensó Esther. Aquella Maca no se parecía en nada al rojo sangre de los posados de Kate, ni a los azules nata con destellos de verde que había utilizado aquella mañana… la pintaría de rojo vino, de destellos brillantes de negro, de púrpuras y líneas discretas de amarillo… la pintaría del embrujo y misterio que toda ella desprendía.

26

Maca estaba tan entretenida en la barra que no las vio llegar hasta que ya fue demasiado tarde. Cuando sus ojos se posaron en la sonrisa clara de Esther tuvo la sensación de pestañear varias veces a fin de asegurarse de que no era una alucinación o un espejismo.

-       ¡¡¿Qué haces tu aquí?!! –fue lo primero que se le ocurrió decir a Maca cuando se sentaron a la barra-.
-       Bonita forma de saludar, si señora –se burló de ella Esther y Maca entrecerró los ojos en un gesto amenazador, Esther rió, aquella si era la Maca que conocía-.
-       Anda cállate, y dame dos besos  –le dijo Maca y se inclinó sobre la barra para saludarla como Dios manda-. Pensé que estabais de cumpleaños con todo el grupo de amigos, pero ya veo que habéis terminado haciendo una escapada sólo de chicas –dijo Maca explicando al resto por qué se había sorprendido al verlas-.

Laura dio un codazo a Esther, que estaba tan atontada con Maca que ni se había molestado en presentarlas. Maca agachó un instante la mirada para ocultar su sonrisa al percibir el gesto que le había propinado aquella amiga impaciente.

-       Ah, si… Maca te presento a mis amigas, bueno a algunas ya las conoces –entendió el mensaje Esther-.
-       Si, claro… ¿Cómo estáis Alex, Eva? –se hizo cargo de la situación Maca y las saludó a ambas dándoles también dos besos-.
-       Bien, ¿Y tú? –le preguntó Alex-.
-       No me puedo quejar, aunque ya deseando terminar, la verdad –trató de ser agradable Maca, aunque se preguntaba qué hacía ella en el grupo de Esther. ¿Acaso se habían estado viendo todo ese tiempo? Tendría que sonsacárselo a Esther, pensó-.
-       ¿Ha habido mucho jaleo? –preguntó Eva para devolverle el interés, aunque aún estaba alucinando de que aquella Diosa se acordara de su nombre, pues nunca habían tenido nada y es que Eva con aquella mujer se cortaba bastante-.
-       La noche ha estado movidita, sí. Bueno, vosotras mismas podéis verlo, aun sigue bastante animada la cosa –le contestó Maca apoyando las manos sobre la barra en un gesto casual y barriendo la estancia con la mirada. No fueron pocas las mujeres que le sonrieron cuando chocaron con sus ojos, y Maca les correspondió con otra sonrisa muy diferente a la que Esther solía sonsacarle-.

 Esther sonrió al darse cuenta del cambio, ver a Maca en su salsa era muy estimulante y tan diferente a cómo era en el hospital, que estaba absorta en ella por lo que Laura tuvo que volver a darle un codazo.

-       Bueno, y ésta es mi mejor amiga, Laura. De la que ya te he hablado, sin duda –la presentó finalmente Esther-.

Maca lució su sonrisa más seductora y se esmeró en inclinarse sobre la barra para darle dos besos a Laura que se quedó prendada de Maca enseguida.

-       La famosa Laura, encantada –le susurró Maca antes de replegarse en la barra-
-       Lo mismo digo, yo también he escuchado hablar mucho de ti –le contestó Laura-.

Y esta vez fue Esther la que le tuvo que dar un codazo temiéndose que Laura empezara a decir boludeces sobre sus hipótesis entre ellas dos. Maca no pudo evitar que se le escapara una carcajada, luego se contuvo ante la mirada recriminatoria que le lanzó Esther.

-       Bueno, espero que al menos les hayas contado mis virtudes y no mis defectos, ¿eh mocosa? –le dijo Maca inclinándose esta vez enteramente hacia Esther-.
-       Cómo si tuvieras virtudes que contar a caso –entró en el juego Esther-.
-       Las tengo, y muchas… pero aplicarlas contigo sería un poco pervertido –siguió pinchándola Maca como si las demás no existieran, y arrugó la nariz en un gesto de poca gracia-. Además, tu madre me mataría.
-       Jajajaja… Eso si que es bueno, ahora va a resultar que le tienes miedo a mi madre –Esther estalló en risas, pues era un código que tenían entre las dos en el hospital. Cuando su madre aparecía en escena, Maca solía ponerse muy formal, entonces Esther la pinchaba por detrás, y ella le pegaba un manotazo para que la dejara tranquila, por lo que al final la madre de Esther terminaba echándoles una bronca a las dos por sus jueguecitos en el trabajo-.
-       ¡Claro que se lo tengo! Tu madre es de las que sería capaz de descargar toda una pistola de grapas de quirófano encima de mi culo sólo por ponerte una mano encima –le dijo Maca con una sonrisa, aunque estaba convencida de que en el fondo lo que decía era cierto-.
-       Jajajaja… Cobarde –le dijo Esther-.
-       Jajaja… tú di lo que quieras, pero yo sigo apreciando mi trasero –se defendió Maca llevándose las manos a su trasero en señal de protegerlo-.


Eva, Alex y Laura presenciaron la escena como si estuvieran viendo un partido de pinpon o un reality show en el cual no podían ni pinchar ni rascar nada. Al cabo de unos instantes, Maca se dio cuenta de que las hacían de menos y terminó preguntándoles qué querían para tomar. En cuanto tuvieron sus copas en la mano, las tres decidieron acercarse a la pista de baile dejándolas a solas, a fin de cuentas parecía que ya lo estaban.

-       Dame un segundo –se disculpó Maca con Esther para atender a otras clientas-

Esther la observó trabajando sin dejar de maravillarse de lo provocativo que parecían todos sus gestos. “¿Cómo lo hace?” se preguntó, era como estar observando magia y sin duda sus hechizos alcanzaban no a pocas de ellas. De pronto una mano traspasó la barra del bar y quiso atrapar el cuello de Maca para robarle un beso, Maca la cazó rápidamente y se deshizo de ella con facilidad y hasta con gracia, por lo visto la chica que se había lanzado iba bebida y Maca le sonreía rechazándola con increíble mano izquierda, pues la chica terminó sonriendo y desapareciendo con su consumición sin volver a intentarlo. En cuanto tuvo el frente cubierto Maca regresó hasta Esther.

-       Veo que Claudia tenía razón, te las tienes que sacudir como moscas –fue el comentario que Esther le propinó nada más tenerla delante-.
-       Jajaja… a Claudia no le hagas ni caso, que es una envidiosa –se rió Maca del comentario-. Por cierto, creo que tus amigas tampoco se quedan muy atrás, parece que ya han encontrado con quien divertirse.

Esther la miró con el interrogante escrito en la cara, y Maca le sonrió antes de hacerle un gesto en dirección a la pista de baile. Cuando Esther se volvió para ver lo que estaba pasando, descubrió que sus amigas estaban bailando con unas chicas.

-       Vaya, pues si que van rápido las cosas por aquí –comentó Esther en un tono desenfadado. En realidad se sentía aliviada de saber que no la estarían echando de menos-.
-       Jajaja… ¿es la primera vez que entras a un pub de chicas? –le preguntó Maca intrigada-.
-       Es curioso, pero sí –Esther se sorprendió al constatarlo, pues haciendo un recuento general de las personas que estaban más presentes ahora mismo en su vida, tenía que admitir que se relacionaba con el mundo gay más de lo que ella creía-
-       Ya veo –chasqueó la lengua Maca pareciéndole divertido como se habían cambiado las tornas desde aquella mañana. Ahora era ella la que dominaba el terreno- ¿Y qué?
-       ¿Qué de qué? –Esther esbozó una de esas sonrisas burlonas que a Maca la dejaban un tanto ansiosa-.
-       ¡Se te ve muy cómoda ahí sentada! ¿No tendrás algo que contarme, por casualidad? –Maca entrecerró los ojos con suspicacia, mientras se inclinaba apoyando los antebrazos sobre la barra para acercarse a ella con una sonrisa pícara-.
-       Jajajaja… ¿cómo qué? ¿qué cambié de acera? –se rió Esther de que estuviera empleando la coquetería con ella. No era la primera vez, pero tenía que reconocer que viéndola en aquel contexto, con aquellas luces, su atuendo, y la suave pero sugerente línea negra que maquillaban sus ojos, todo adquiría un matiz muy diferente-.
-       ¿Ah, pero tienes alguna? Porque de tus ligues no sueltas ni prenda, al menos a mí –contraatacó Maca sin dejar que la sonrisa pícara se le fuera de la cara-.

“Dios es guapísima, ¿cómo lo hace?” pensó Esther quedándose prendada de ella.

-       Eso es porque soy libre como el aire –filosofó Esther sobre su estado sentimental de un modo teatral-, eso, y que no me como un rosco claro –añadió haciendo una de sus muecas de disgusto-.

Y tras ella ambas empezaron a reír de nuevo. Durante otro rato siguieron hablando, hasta que en la barra volvió a aglomerarse gente prediciendo las últimas copas, y claro, también su última oportunidad de ligar con la bar-woman como bien sospechó Esther. Así que con la excusa se despidió de Maca para ir a ver que hacían sus amigas.

….

-       Tía, está buenísima. Mucho mejor al natural que en los cuadros, dónde va a parar. Verdaderamente follable, aunque sea en abstracto –la asedió Laura nada más quedarse un segundo con Esther a solas-.
-       Laura!!!! –le llamó la atención Esther, sorprendiéndose de su comentario-.
-       ¿Qué? Lo dijiste tú, ¿recuerdas? Dijiste que la pintura de aquel chico era como follársela en abstracto –le recordó Laura con una sonrisita aludiendo a la primera pintura que vieron de Maca en la exposición de las navidades pasadas-.

Esther se quedó un tanto confusa. En realidad Maca desprendía un contenido sexual indudable, pero ella veía tantas cosas además de ella, que aquel aspecto tan llamativo para el resto se diluía para Esther dejando paso a una atracción mucho más poderosa.

-       Sí, supongo que sí –Esther no quería entrar en aquello y bebió de su copa para escabullirse de la conversación-.

Eva y Alex se unieron a ellas poco después, y luego las nuevas “amigas” que empezaron a rondarlas. Antes de que se dieran cuenta, Eva había encontrado su ligue de aquella noche y se perdió entre las sombras, Alex se entretuvo con un par de conocidas que aterrizaron en el local a última hora, y Laura era atrapada por una chica que no dejaba de bailar con ella. Esther contempló la escena desde un punto de vista didáctico sin percatarse de las miradas de interés que suscitaba a su alrededor. Todo aquel ambiente y aquellas sensaciones eran tan nuevas, que le parecían maravillosas… en su cabeza los colores tomaban forma, y mientras observaba las distintas atmósferas que allí se creaban, pensaba en cómo las plasmaría en el lienzo para que no se perdieran en el olvido.

-       Una copa a cambio de lo que piensas –le susurraron en el oído-.

Esther sintió un escalofrío. Sabía a quien pertenecía aquella voz y al girarse se topó con los preciosos ojos de Maca. Sin saber el motivo el corazón se le disparó, mientras en el rostro de Maca se dibujaba una sonrisa tímida y sus cuerpos permanecían cercanos aunque prudenciales.

-       Pensaba en cómo lo pintaría –le contestó finalmente Esther volviendo a girarse hacia la pista, volverse era mejor que quedarse presa de la mirada que ahora mismo lucía Maca en sus bellos ojos. Aquel pensamiento la perturbó más de lo que estaba dispuesta a reconocer-.
-       ¿Y cómo sería? –Maca sabía que no debía pero no pudo evitarlo. En cuanto Esther le dio la espalda le entraron unas ganas locas de retenerla, así que su cuerpo actuó como sin duda lo haría si hubiera sido otra a la que quisiera seducir. Aproximó su cuerpo hasta casi rozar su espalda y pronunció aquella pregunta próxima a su oído. En cuanto notó el temblor de Esther supo que su aliento le había alcanzado creando sin duda aquel efecto-.

A Esther se le cerraron los ojos apenas un segundo al sentir aquel aire tibio en la sensibilidad de su oreja. “¿Qué me está haciendo?” se preguntó con el corazón desbocado, sus sentidos parecían más despiertos que nunca y podía notar el calor que desprendía el cuerpo de Maca como si jugara frente a un radiador. Trató de concentrarse en la pregunta, en lo único que la mantendría a salvo de aquellas sensaciones que de pronto tenía.

-       Rojos, negruzcos con azul metálico… amarillo con blanco…. –Esther empezó a describir los colores mientras señalaba las zonas a las que se los adjudicaría como si estuviera distribuyéndolas en el espacio del lienzo-. La excitación de lo fugaz, rojos brillantes, negro, pizcas de amarillo quizá algo de blanco… -empezó a describir las sensaciones-.

Maca miró en dirección a la zona oscura de los sofás, pues a ella se estaba refiriendo Esther sin duda.

-       Juego, diversión, seducción… bailan los rosas, los verdes y líneas de color fuego… capas de blanco, de gris enredado… es precioso –siguió Esther ya sumergida en aquel mundo mientras miraba a la pista de baile-.

Maca la miró a ella aunque aun le daba la espalda. Allí lo único realmente hermoso era Esther y ni siquiera parecía darse cuenta. Sin saber cómo, volvía a quedarse prendada de ella olvidándose de todos los juegos.

-       Baila conmigo –de pronto Maca tuvo la necesidad de pedírselo-.

Esther se giró tras su petición. Los ojos de Maca brillaban.

-       ¿Qué has dicho? –Esther salió de su mundo creyendo no haber escuchado bien a Maca-.
-       Te he pedido que bailes conmigo –le volvió a repetir Maca esta vez con una sonrisa cándida en el rostro tras ver la perplejidad con que le respondía Esther, la cuál se había girado hacia ella en cuanto la había escuchado-. No puede ser algo tan terrible, ¿no?
-       No, claro que no –se apresuró Esther a responder, temiendo que Maca mal interpretara su silencio, pues no temía sus intenciones, era simplemente que se había sorprendido de que se lo pidiera-.
-       Entonces ¿vamos? –preguntó Maca alargando una de sus manos para que Esther la aceptara-.

Esther terminó asintiendo con la cabeza, y luego tomó su mano. Maca sonrió y luego le dio la espalda arrastrándola tras ella en dirección a la pista. Esther no estaba muy segura de lo que estaban haciendo, pero tuvo la impresión de que empezaban a concentrar todas las miradas entorno a ellas. Las luces menguaron de repente, y la Dj anunció las últimas baladas de la noche. “¿Vamos a bailar una canción lenta?” aquella idea la desconcertó más de lo que creía. No sabía lo que era, pero se sintió insegura de pronto. En cuanto aterrizaron en la pista Maca volvió a girarse, y sus miradas se encontraron.

-       ¿Estás segura de que quieres bailar esto? –Esther tuvo la necesidad de cerciorarse de lo que iban a hacer. Sus dudas se reflejaban en su cara dándole un aire bastante gracioso, al menos eso era lo que opinó Maca que se rió por su pregunta-.
-       Jajajaja… Tranquila, ahora mismo estás más segura conmigo que con ninguna de las que estaban al acecho –le dijo Maca-.
-       ¿de las que me estaban…? -Esther no entendió el comentario pero Maca se empezó a aproximar a ella y no pudo seguir-.

De repente sólo pudo ser consciente de lo diferentes que parecían de repente aquellos ojos que ella misma había dibujado hasta la saciedad. Maca sonreía, y Esther no pudo evitar deleitarse en la imagen de su boca, el cosquilleo aparecía en sus manos sólo con imaginar tocarlos, “fresas” pensó. Entonces Maca borró la distancia y rodeó su cuerpo con los brazos, en menos de un instante Esther se vio envuelta en el calor de su abrazo y Maca no esperó a que Esther se resistiera, la estrechó contra ella con dulzura hasta que sintió que la rigidez de la sorpresa menguaba en Esther que no se demoró en caer contra su pecho y en abrazarse a su cintura. Maca le dio un beso en el pelo mientras se balanceaban con la música.

-       Eres tan “tonta”, tan inocente, que ni siquiera te has dado cuenta de que tenías varias admiradoras esperando su momento para bailar contigo justo esto. ¿Qué ibas a hacer si no llego a estar para protegerte?... ¡Me debes una… mocosa! –le susurró Maca con voz dulce y algo más grabe de lo que le era habitual, mientras aun seguía enterrada en su cabello. Poder tenerla entre sus brazos era una auténtica delicia-.
-       Entonces supongo que debería darte las gracias… ¡Gracias! –le dijo Esther incapaz de mirarla tampoco a la cara en ese momento. Su olor actuaba como un narcótico que vencía a sus párpados antes ni siquiera de que se diera cuenta, la abrazó más fuerte por la cintura. Su calor era tremendamente acogedor y no pudo evitarlo. Maca sonrió al percibir su cercamiento e hizo lo mismo con su abrazo-.

Ninguna de las dos supo que necesitaban tanto aquel contacto hasta que no lo materializaron.

Continuará...

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