“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
25
Llegó la hora de la cena. Sus amigos de
siempre se deshicieron en besos y abrazos con Esther para felicitarla, y pese a
lo que en un principio Laura temía, la velada fue transcurriendo agradablemente
entre ellos. Hacía tiempo que no se reunían todos juntos, pues el inicio de los
estudios había trastocado sus quedadas y su ritmo de ocio, la mayoría no
coincidían en los horarios, y Javier y Héctor habían pasado un mes en Londres
aquel verano, así que tenían mucho que contarse. Todos querían recuperar el
tiempo perdido, y las risas circulaban por la mesa con normalidad, sin embargo
a Esther le costaba trabajo estar allí.
Esther:
“Hoy celebro mi cumpleaños, si te apetece estás invitada. En principio sólo
vamos a cenar y luego a tomar unas copas… pero si no te apetece cenar, podemos
quedar luego y te invito”.
Maca: “
Ohh gracias, pero hoy no puedo. Tengo que cubrir turno en el pub…. Espero que
lo paséis bien”.
La conversación se repetía en su cabeza una y
otra vez, no por lo que se habían dicho, sino por los gestos. Maca la había
mirado de un modo tan raro tras ver el retrato, casi creía que se había
asustado, luego su mirada se había transformado en agradecimiento y candidez
casi palpables, para terminar ocultándose tras aquel enigmático muro, los
misterios que Maca encerraba hacían que deseara verla de nuevo. Una y otra vez.
---
Eran las dos y media de la mañana cuando el
grupo se fue dispersando. Héctor y Gabriella dijeron que se iban a casa, Javier
terminó perdiéndose con una morena, y a Raúl y a Begoña hacía tiempo que los
habían perdido a propósito. Laura, Eva, Alex y Esther decidieron salir a tomar
un poco el aire con unos cubatas en la mano.
-
¿Entonces
estuviste trabajando con Kate esta mañana? –se
interesó Alejandra por el tema-.
-
Sí,
trabajamos en su estudio –le confirmó Esther-.
-
¿Solas?
–le preguntó-.
-
Bueno,
no…. También estaba Maca, la modelo del postgrado –le dijo Esther-.
-
¿Estaba
Maca? –Laura plantó las orejas tras escuchar aquello-.
-
Sí
–respondió Esther arrepintiéndose de ser tan bocazas-.
-
Buenoooooooooooo…
-musitó Laura dejando su comentario allí-.
Alex y Eva se quedaron mirando a Laura que
ante la mirada asesina de Esther hizo un gesto de colocarse una cremallera
cerrada en la boca.
-
¿Qué
pasa? ¿Es que acaso hay rollito entre vosotras dos o qué? –preguntó de pronto
Eva mirando a Esther con una sonrisita-.
-
¡Claro
que nooo! –se apresuró Esther a negar- Vaya disparate.
-
Quien
juega con fuego termina quemándose –señaló Laura no pudiendo controlarse-.
-
¡Tú
te callas! –le dijo Esther dándole un codazo-.
-
Jajaja…
Osea que hay algo –Eva se rió por el color que estaban tomando las cosas-.
-
Ya
he dicho que no, es ésta… -apuntó Esther dándole una palmada en el hombro a
Laura-… que ve fantasmas donde no los hay. Maca y yo sólo somos amigas.
-
Ya,
amigas… -soltó con retintín Laura-.
-
Sí,
amigas. Es que tras el curso del año pasado coincidimos trabajando en el
hospital de mi madre y desde entonces pues mantenemos el contacto, pero nada
más. Es buena gente –Esther no sabía porqué se estaba justificando, pero lo
hacía-. Además, no sé para qué coño tengo que explicar nada. Somos amigas y
punto.
-
Pues
amigas, amigas, no sé si tendrá muchas… pero te garantizo que tiene una larga
lista de conquistas. En el ambiente se le conoce como la “Diosa de fuego” y te
aseguro que no le viene grande. Esa chica es capaz de prenderte con sólo una
mirada si se lo propone. Ya me gustaría a mí que me incendiara, ya…jajaja –dijo
Eva-.
-
¿Oye,
tu seguro que tenías algo de bisexual, no? …jajajaj –le bromeó Alex tras aquel
comentario tan bollo-.
-
Jajajajajaja…
Vale, vale… me corto un poco. Pero te juro que alucino contigo, no se como
pudiste aguantar viéndola posar casi en bolas ahí, tan cerca tuyo… de Esther lo
comprendo porque no entiende… pero llego a ser tú, y creo que saldría de
aquellas clases consumida tía. ¡Está tremendísima! ¿o no? –Eva siguió a lo
suyo-.
-
Bueno,
la verdad es que Maca es muy atractiva,
aunque yo prefiero otro tipo de belleza –dijo Alex y tomó un trago de su
vaso, y al darse cuenta de cómo Eva y Laura se la quedaban mirando añadió-.
Pero sí, vaya… que indiferente no te deja teniéndola cerca.
A Esther no le estaba haciendo ni puta gracia
que hablaran de Maca en aquellos términos tan impersonales, tan… tan
primitivos. ¿De qué coño iban? Maca era una persona, no un trozo de carne, y
además era una persona maravillosa pero ¿acaso alguna se había interesado en
conocerla? “Claro que no” se contestó a sí misma.
-
¿Pues
sabes dónde trabaja? –Eva seguía ajena a los sentimientos de Esther, Laura y
Alex sin embargo estaban más pendientes de ella e interpretaron perfectamente
la dureza con la que las miró. Dejaron el tema para enmendarse-. En el pub
N’aNas, es amiga de Ana, la dueña, y trabaja allí algunos fines de semana. Me
pregunto si hoy trabajará.
-
Si,
hoy trabajaba –las tres miraron a Esther tras escucharla-. La invité al cumpleaños
pero no pudo venir por eso mismo.
-
¿Lo
dices en serio? ¿la invitaste? –Laura se quedó de piedra-.
-
Ya
te he dicho que es mi amiga –le dijo Esther como respuesta, algo molesta por
todo aquello-.
-
¡Vaya!
Entonces iba en serio que os habéis hecho amigas –exclamó Eva que no salía de
su asombro. Maca era tan distante cuando se movía en el ambiente, tan
seductora, tan inalcanzable. ¿Cómo diablos habrían podido conectar dos personas
tan distintas como ellas?-
-
¿Por
qué no iba a serlo? –preguntó Esther y Eva entonces fue consciente de la dureza con la que la miraba-.
-
Siento
lo de antes Esther, no lo decía a malas ni nada cuando hablaba de Maca. En
realidad siempre ha sido muy amable conmigo cuando le he pedido las copas… -se
disculpó Eva, no quería que la fiesta se aguara por un mal entendido-. Tengo
una idea, ¿por qué no vamos allí a tomarnos la última? Sólo chicas. ¿Qué os
parece?
-
Yo
lo que Esther diga –se guardó las espaldas Laura-.
-
A
mí me da igual, lo que queráis –dijo Alex ante la mirada de Eva, aunque no le
apetecía mucho que el factor Maca se cruzara con Esther aquella noche-.
-
¿Qué
dices Esther? –le lanzó la pelota Eva sin maldad-.
-
Por
mí vamos, así podré invitarla a una copa al menos, ya que no ha podido venir…
–dijo Esther como si nada, pero en realidad desde que Eva lo había propuesto
una llamita se había encendido en su interior. Hacía mucho tiempo que se
preguntaba cómo sería aquella Maca que le había descrito Claudia cuando su
amiga se daba la vuelta o simplemente para pincharla cuando coincidían las tres
en el hospital. Además, no podía negarse que quería verla… quería verla-.
---
Las tres de la mañana, apenas una hora y los
pubs cerrarían sus puertas. Las cuatro amigas se plantaron frente a la puerta
del “N’aNas”, el bar donde trabajaba Maca supuestamente, dispuestas a terminar
su última ronda en aquel pub de ambiente destinado sólo a la clientela
femenina. Eva se pasó el viaje en coche bromeando sobre que tendrían que
turnarse para custodiar a Esther y a Laura, ya que estaba convencida que en
cuanto vieran unas caras nuevas por aquellos lugares, las clientas las
acecharían, a diferencia de a ella y a Alex, que ya habían ido por allí más de
una vez. Pues para sorpresa de Esther, Alejandra había resultado ser una ex
compañera de promoción de Eva y era lesbiana, así que el reencuentro en aquella
cena de fin de curso antes del verano había vuelto a abrir el contacto entre
ellas y ahora que Eva era libre como un pájaro salían alguna que otra vez de
marcha.
-
Ya
te gustaría a ti trincarme… jajajaja… ya -le dijo Laura a Eva cuando le propuso
hacerse pasar por su pareja para ahuyentar a las posibles lagartas-.
-
Bien
sabes tú que sí, pero me lo estás poniendo difícil capulla… jajajaja –le
contestó Eva que a aquellas alturas de la noche ya no se cortaba ni un pelo-.
-
Anda
tira, que tienes un peligro –se la quitó de encima Laura agarrándose a la mano
de Esther-. ¿Qué, quieres ser mi novia postiza? –le preguntó Laura haciéndole
un juego pícaro de cejas-.
-
Jajajaja…
¿Lo estáis diciendo en serio? Ni que fueran a lanzarse como buitres sólo con
vernos –Esther no podía creerse que aun siguieran con aquello-. Sois un atajo
de creídas.
-
Bueno
por si acaso no te separes de mí cariño, ya sabes lo mujer indefensa que soy
–siguió con la broma Laura pestañeando cándidamente-.
Y todas entraron riéndose al local. El buen
humor volvía a reinar entre las cuatro.
En cuanto traspasaron la puerta la penumbra
les hizo tener que readaptar sus pupilas. La música resonaba en el local, y a
medida que fueron adentrándose, focos multicolores empezaron a iluminar las
distintas zonas de la estancia. La pista de baile, por supuesto, era la más
colorida alternando iluminación y sombras que parecían danzar al ritmo de las
notas que estaban sonando. Unas cuantas mesas con sofás permanecían en la zona
más oscura y Esther creyó adivinar el motivo. Alrededor de la pista había una
iluminación intermedia y mesas de pie colocadas estratégicamente para colocar
las copas, y en el fondo, bajo focos blancos y rosas, la barra del bar presidía
la zona alta de la sala. Los ojos de Esther no tardaron en buscar a Maca y
cuando dieron con ella el corazón le golpeó con violencia advirtiéndole de los
riesgos. El pelo le caía suelto y salvaje por la cara, lucía una camiseta
blanca de manga corta algo ajustada y encima llevaba un chaleco negro que le
daba un aire andrógino muy sexy. Aquel último pensamiento cogió totalmente
desprevenida a Esther. ¿Pensaba que Maca era sexy? De pronto Maca se apoyó
sugerentemente sobre la barra mientras servía a un par de chicas que sin lugar
a dudas estaban coqueteando con ella. En su rostro se dibujó una sonrisa pícara
y luego soltó una carcajada, sirvió la copa y se apartó de ellas mientras
acercaba su oído para que otras nuevas se deleitaran teniendo que susurrarle
sus consumiciones. Esther se quedó maravillada ante lo seductoramente atrayente
que parecían tanto sus miradas, como sus gestos, como todo el conjunto de sus
movimientos. Las estaba llevando a su terreno. “¿Así que ésta es su otra cara?”
pensó Esther. Aquella Maca no se parecía en nada al rojo sangre de los posados
de Kate, ni a los azules nata con destellos de verde que había utilizado
aquella mañana… la pintaría de rojo vino, de destellos brillantes de negro, de
púrpuras y líneas discretas de amarillo… la pintaría del embrujo y misterio que
toda ella desprendía.
26
Maca estaba tan entretenida en la barra que
no las vio llegar hasta que ya fue demasiado tarde. Cuando sus ojos se posaron
en la sonrisa clara de Esther tuvo la sensación de pestañear varias veces a fin
de asegurarse de que no era una alucinación o un espejismo.
-
¡¡¿Qué
haces tu aquí?!! –fue lo primero que se le ocurrió decir a Maca cuando se
sentaron a la barra-.
-
Bonita
forma de saludar, si señora –se burló de ella Esther y Maca entrecerró los ojos
en un gesto amenazador, Esther rió, aquella si era la Maca que conocía-.
-
Anda
cállate, y dame dos besos –le dijo Maca
y se inclinó sobre la barra para saludarla como Dios manda-. Pensé que estabais
de cumpleaños con todo el grupo de amigos, pero ya veo que habéis terminado
haciendo una escapada sólo de chicas –dijo Maca explicando al resto por qué se
había sorprendido al verlas-.
Laura dio un codazo a Esther, que estaba tan
atontada con Maca que ni se había molestado en presentarlas. Maca agachó un
instante la mirada para ocultar su sonrisa al percibir el gesto que le había
propinado aquella amiga impaciente.
-
Ah,
si… Maca te presento a mis amigas, bueno a algunas ya las conoces –entendió el
mensaje Esther-.
-
Si,
claro… ¿Cómo estáis Alex, Eva? –se hizo cargo de la situación Maca y las saludó
a ambas dándoles también dos besos-.
-
Bien,
¿Y tú? –le preguntó Alex-.
-
No
me puedo quejar, aunque ya deseando terminar, la verdad –trató de ser agradable
Maca, aunque se preguntaba qué hacía ella en el grupo de Esther. ¿Acaso se
habían estado viendo todo ese tiempo? Tendría que sonsacárselo a Esther, pensó-.
-
¿Ha
habido mucho jaleo? –preguntó Eva para devolverle el interés, aunque aún estaba
alucinando de que aquella Diosa se acordara de su nombre, pues nunca habían
tenido nada y es que Eva con aquella mujer se cortaba bastante-.
-
La
noche ha estado movidita, sí. Bueno, vosotras mismas podéis verlo, aun sigue
bastante animada la cosa –le contestó Maca apoyando las manos sobre la barra en
un gesto casual y barriendo la estancia con la mirada. No fueron pocas las
mujeres que le sonrieron cuando chocaron con sus ojos, y Maca les correspondió
con otra sonrisa muy diferente a la que Esther solía sonsacarle-.
Esther
sonrió al darse cuenta del cambio, ver a Maca en su salsa era muy estimulante y
tan diferente a cómo era en el hospital, que estaba absorta en ella por lo que
Laura tuvo que volver a darle un codazo.
-
Bueno,
y ésta es mi mejor amiga, Laura. De la que ya te he hablado, sin duda –la
presentó finalmente Esther-.
Maca lució su sonrisa más seductora y se
esmeró en inclinarse sobre la barra para darle dos besos a Laura que se quedó
prendada de Maca enseguida.
-
La
famosa Laura, encantada –le susurró Maca antes de replegarse en la barra-
-
Lo
mismo digo, yo también he escuchado hablar mucho de ti –le contestó Laura-.
Y esta vez fue Esther la que le tuvo que dar
un codazo temiéndose que Laura empezara a decir boludeces sobre sus hipótesis
entre ellas dos. Maca no pudo evitar que se le escapara una carcajada, luego se
contuvo ante la mirada recriminatoria que le lanzó Esther.
-
Bueno,
espero que al menos les hayas contado mis virtudes y no mis defectos, ¿eh
mocosa? –le dijo Maca inclinándose esta vez enteramente hacia Esther-.
-
Cómo
si tuvieras virtudes que contar a caso –entró en el juego Esther-.
-
Las
tengo, y muchas… pero aplicarlas contigo sería un poco pervertido –siguió
pinchándola Maca como si las demás no existieran, y arrugó la nariz en un gesto
de poca gracia-. Además, tu madre me mataría.
-
Jajajaja…
Eso si que es bueno, ahora va a resultar que le tienes miedo a mi madre –Esther
estalló en risas, pues era un código que tenían entre las dos en el hospital.
Cuando su madre aparecía en escena, Maca solía ponerse muy formal, entonces Esther
la pinchaba por detrás, y ella le pegaba un manotazo para que la dejara
tranquila, por lo que al final la madre de Esther terminaba echándoles una
bronca a las dos por sus jueguecitos en el trabajo-.
-
¡Claro
que se lo tengo! Tu madre es de las que sería capaz de descargar toda una pistola
de grapas de quirófano encima de mi culo sólo por ponerte una mano encima –le dijo
Maca con una sonrisa, aunque estaba convencida de que en el fondo lo que decía
era cierto-.
-
Jajajaja…
Cobarde –le dijo Esther-.
-
Jajaja…
tú di lo que quieras, pero yo sigo apreciando mi trasero –se defendió Maca
llevándose las manos a su trasero en señal de protegerlo-.
Eva, Alex y Laura presenciaron la escena como
si estuvieran viendo un partido de pinpon o un reality show en el cual no
podían ni pinchar ni rascar nada. Al cabo de unos instantes, Maca se dio cuenta
de que las hacían de menos y terminó preguntándoles qué querían para tomar. En cuanto
tuvieron sus copas en la mano, las tres decidieron acercarse a la pista de
baile dejándolas a solas, a fin de cuentas parecía que ya lo estaban.
-
Dame
un segundo –se disculpó Maca con Esther para atender a otras clientas-
Esther la observó trabajando sin dejar de
maravillarse de lo provocativo que parecían todos sus gestos. “¿Cómo lo hace?”
se preguntó, era como estar observando magia y sin duda sus hechizos alcanzaban
no a pocas de ellas. De pronto una mano traspasó la barra del bar y quiso
atrapar el cuello de Maca para robarle un beso, Maca la cazó rápidamente y se
deshizo de ella con facilidad y hasta con gracia, por lo visto la chica que se
había lanzado iba bebida y Maca le sonreía rechazándola con increíble mano
izquierda, pues la chica terminó sonriendo y desapareciendo con su consumición
sin volver a intentarlo. En cuanto tuvo el frente cubierto Maca regresó hasta
Esther.
-
Veo
que Claudia tenía razón, te las tienes que sacudir como moscas –fue el
comentario que Esther le propinó nada más tenerla delante-.
-
Jajaja…
a Claudia no le hagas ni caso, que es una envidiosa –se rió Maca del comentario-.
Por cierto, creo que tus amigas tampoco se quedan muy atrás, parece que ya han
encontrado con quien divertirse.
Esther la miró con el interrogante escrito en
la cara, y Maca le sonrió antes de hacerle un gesto en dirección a la pista de
baile. Cuando Esther se volvió para ver lo que estaba pasando, descubrió que
sus amigas estaban bailando con unas chicas.
-
Vaya,
pues si que van rápido las cosas por aquí –comentó Esther en un tono
desenfadado. En realidad se sentía aliviada de saber que no la estarían echando
de menos-.
-
Jajaja…
¿es la primera vez que entras a un pub de chicas? –le preguntó Maca intrigada-.
-
Es
curioso, pero sí –Esther se sorprendió al constatarlo, pues haciendo un recuento
general de las personas que estaban más presentes ahora mismo en su vida, tenía
que admitir que se relacionaba con el mundo gay más de lo que ella creía-
-
Ya
veo –chasqueó la lengua Maca pareciéndole divertido como se habían cambiado las
tornas desde aquella mañana. Ahora era ella la que dominaba el terreno- ¿Y qué?
-
¿Qué
de qué? –Esther esbozó una de esas sonrisas burlonas que a Maca la dejaban un
tanto ansiosa-.
-
¡Se
te ve muy cómoda ahí sentada! ¿No tendrás algo que contarme, por casualidad?
–Maca entrecerró los ojos con suspicacia, mientras se inclinaba apoyando los
antebrazos sobre la barra para acercarse a ella con una sonrisa pícara-.
-
Jajajaja…
¿cómo qué? ¿qué cambié de acera? –se rió Esther de que estuviera empleando la
coquetería con ella. No era la primera vez, pero tenía que reconocer que
viéndola en aquel contexto, con aquellas luces, su atuendo, y la suave pero
sugerente línea negra que maquillaban sus ojos, todo adquiría un matiz muy
diferente-.
-
¿Ah,
pero tienes alguna? Porque de tus ligues no sueltas ni prenda, al menos a mí
–contraatacó Maca sin dejar que la sonrisa pícara se le fuera de la cara-.
“Dios es guapísima, ¿cómo lo hace?” pensó
Esther quedándose prendada de ella.
-
Eso
es porque soy libre como el aire –filosofó Esther sobre su estado sentimental
de un modo teatral-, eso, y que no me como un rosco claro –añadió haciendo una
de sus muecas de disgusto-.
Y tras ella ambas empezaron a reír de nuevo.
Durante otro rato siguieron hablando, hasta que en la barra volvió a
aglomerarse gente prediciendo las últimas copas, y claro, también su última
oportunidad de ligar con la bar-woman como bien sospechó Esther. Así que con la
excusa se despidió de Maca para ir a ver que hacían sus amigas.
….
-
Tía,
está buenísima. Mucho mejor al natural que en los cuadros, dónde va a parar.
Verdaderamente follable, aunque sea en abstracto –la asedió Laura nada más
quedarse un segundo con Esther a solas-.
-
Laura!!!!
–le llamó la atención Esther, sorprendiéndose de su comentario-.
-
¿Qué?
Lo dijiste tú, ¿recuerdas? Dijiste que la pintura de aquel chico era como
follársela en abstracto –le recordó Laura con una sonrisita aludiendo a la primera
pintura que vieron de Maca en la exposición de las navidades pasadas-.
Esther se quedó un tanto confusa. En realidad
Maca desprendía un contenido sexual indudable, pero ella veía tantas cosas
además de ella, que aquel aspecto tan llamativo para el resto se diluía para
Esther dejando paso a una atracción mucho más poderosa.
-
Sí,
supongo que sí –Esther no quería entrar en aquello y bebió de su copa para
escabullirse de la conversación-.
Eva y Alex se unieron a ellas poco después, y
luego las nuevas “amigas” que empezaron a rondarlas. Antes de que se dieran
cuenta, Eva había encontrado su ligue de aquella noche y se perdió entre las
sombras, Alex se entretuvo con un par de conocidas que aterrizaron en el local
a última hora, y Laura era atrapada por una chica que no dejaba de bailar con
ella. Esther contempló la escena desde un punto de vista didáctico sin
percatarse de las miradas de interés que suscitaba a su alrededor. Todo aquel
ambiente y aquellas sensaciones eran tan nuevas, que le parecían maravillosas…
en su cabeza los colores tomaban forma, y mientras observaba las distintas
atmósferas que allí se creaban, pensaba en cómo las plasmaría en el lienzo para
que no se perdieran en el olvido.
-
Una
copa a cambio de lo que piensas –le susurraron en el oído-.
Esther sintió un escalofrío. Sabía a quien
pertenecía aquella voz y al girarse se topó con los preciosos ojos de Maca. Sin
saber el motivo el corazón se le disparó, mientras en el rostro de Maca se
dibujaba una sonrisa tímida y sus cuerpos permanecían cercanos aunque
prudenciales.
-
Pensaba
en cómo lo pintaría –le contestó finalmente Esther volviendo a girarse hacia la
pista, volverse era mejor que quedarse presa de la mirada que ahora mismo lucía
Maca en sus bellos ojos. Aquel pensamiento la perturbó más de lo que estaba
dispuesta a reconocer-.
-
¿Y
cómo sería? –Maca sabía que no debía pero no pudo evitarlo. En cuanto Esther le
dio la espalda le entraron unas ganas locas de retenerla, así que su cuerpo
actuó como sin duda lo haría si hubiera sido otra a la que quisiera seducir.
Aproximó su cuerpo hasta casi rozar su espalda y pronunció aquella pregunta
próxima a su oído. En cuanto notó el temblor de Esther supo que su aliento le
había alcanzado creando sin duda aquel efecto-.
A Esther se le cerraron los ojos apenas un
segundo al sentir aquel aire tibio en la sensibilidad de su oreja. “¿Qué me
está haciendo?” se preguntó con el corazón desbocado, sus sentidos parecían más
despiertos que nunca y podía notar el calor que desprendía el cuerpo de Maca
como si jugara frente a un radiador. Trató de concentrarse en la pregunta, en
lo único que la mantendría a salvo de aquellas sensaciones que de pronto tenía.
-
Rojos,
negruzcos con azul metálico… amarillo con blanco…. –Esther empezó a describir
los colores mientras señalaba las zonas a las que se los adjudicaría como si
estuviera distribuyéndolas en el espacio del lienzo-. La excitación de lo
fugaz, rojos brillantes, negro, pizcas de amarillo quizá algo de blanco…
-empezó a describir las sensaciones-.
Maca miró en dirección a la zona oscura de
los sofás, pues a ella se estaba refiriendo Esther sin duda.
-
Juego,
diversión, seducción… bailan los rosas, los verdes y líneas de color fuego…
capas de blanco, de gris enredado… es precioso –siguió Esther ya sumergida en
aquel mundo mientras miraba a la pista de baile-.
Maca la miró a ella aunque aun le daba la
espalda. Allí lo único realmente hermoso era Esther y ni siquiera parecía darse
cuenta. Sin saber cómo, volvía a quedarse prendada de ella olvidándose de todos
los juegos.
-
Baila
conmigo –de pronto Maca tuvo la necesidad de pedírselo-.
Esther se giró tras su petición. Los ojos de
Maca brillaban.
-
¿Qué
has dicho? –Esther salió de su mundo creyendo no haber escuchado bien a Maca-.
-
Te
he pedido que bailes conmigo –le volvió a repetir Maca esta vez con una sonrisa
cándida en el rostro tras ver la perplejidad con que le respondía Esther, la
cuál se había girado hacia ella en cuanto la había escuchado-. No puede ser
algo tan terrible, ¿no?
-
No,
claro que no –se apresuró Esther a responder, temiendo que Maca mal interpretara
su silencio, pues no temía sus intenciones, era simplemente que se había
sorprendido de que se lo pidiera-.
-
Entonces
¿vamos? –preguntó Maca alargando una de sus manos para que Esther la aceptara-.
Esther terminó asintiendo con la cabeza, y
luego tomó su mano. Maca sonrió y luego le dio la espalda arrastrándola tras
ella en dirección a la pista. Esther no estaba muy segura de lo que estaban
haciendo, pero tuvo la impresión de que empezaban a concentrar todas las
miradas entorno a ellas. Las luces menguaron de repente, y la Dj anunció las últimas baladas
de la noche. “¿Vamos a bailar una canción lenta?” aquella idea la desconcertó
más de lo que creía. No sabía lo que era, pero se sintió insegura de pronto. En
cuanto aterrizaron en la pista Maca volvió a girarse, y sus miradas se
encontraron.
-
¿Estás
segura de que quieres bailar esto? –Esther tuvo la necesidad de cerciorarse de
lo que iban a hacer. Sus dudas se reflejaban en su cara dándole un aire
bastante gracioso, al menos eso era lo que opinó Maca que se rió por su
pregunta-.
-
Jajajaja…
Tranquila, ahora mismo estás más segura conmigo que con ninguna de las que estaban
al acecho –le dijo Maca-.
-
¿de
las que me estaban…? -Esther no entendió el comentario pero Maca se empezó a
aproximar a ella y no pudo seguir-.
De repente sólo pudo ser consciente de lo
diferentes que parecían de repente aquellos ojos que ella misma había dibujado
hasta la saciedad. Maca sonreía, y Esther no pudo evitar deleitarse en la
imagen de su boca, el cosquilleo aparecía en sus manos sólo con imaginar
tocarlos, “fresas” pensó. Entonces Maca borró la distancia y rodeó su cuerpo
con los brazos, en menos de un instante Esther se vio envuelta en el calor de
su abrazo y Maca no esperó a que Esther se resistiera, la estrechó contra ella
con dulzura hasta que sintió que la rigidez de la sorpresa menguaba en Esther
que no se demoró en caer contra su pecho y en abrazarse a su cintura. Maca le
dio un beso en el pelo mientras se balanceaban con la música.
-
Eres
tan “tonta”, tan inocente, que ni siquiera te has dado cuenta de que tenías
varias admiradoras esperando su momento para bailar contigo justo esto. ¿Qué
ibas a hacer si no llego a estar para protegerte?... ¡Me debes una… mocosa! –le
susurró Maca con voz dulce y algo más grabe de lo que le era habitual, mientras
aun seguía enterrada en su cabello. Poder tenerla entre sus brazos era una
auténtica delicia-.
-
Entonces
supongo que debería darte las gracias… ¡Gracias! –le dijo Esther incapaz de
mirarla tampoco a la cara en ese momento. Su olor actuaba como un narcótico que
vencía a sus párpados antes ni siquiera de que se diera cuenta, la abrazó más
fuerte por la cintura. Su calor era tremendamente acogedor y no pudo evitarlo.
Maca sonrió al percibir su cercamiento e hizo lo mismo con su abrazo-.
Ninguna de las dos supo que necesitaban tanto
aquel contacto hasta que no lo materializaron.
Continuará...
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