“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
27
Casi
dos meses después.
Noviembre se diluyó en el tiempo casi como un
espejismo y las vacaciones de Navidad llamaron a la puerta anunciando un
necesario respiro. Esther cruzó el hall de la facultad de camino a la galería
que dentro de una semana escasa expondría los trabajos de sus excompañeros de
postgrado, la decoración y el ambiente distendido que se respiraba parecía
mantenerla de buen humor casi constantemente. Llamó al timbre ubicado fuera de
la galería y dio su nombre al encargado de que no entraran curiosos a ver el
trabajo previo a la exposición que iba a celebrarse, en cuanto entró divisó a
Kate, pues no dejaba de dar indicaciones en voz alta para que los lienzos y
demás obras se colocaran correctamente en la sala. Esther sonrió, le gustaba
ver a Kate activa y aquel mes sin duda lo estaba, por lo que ni tan siquiera
pudieron llevar a cabo su seminario
privado mensual, algo que sin duda le había venido bien también a Maca, pues la
pobre estaba haciendo turnos dobles entre las prácticas y su trabajo en la
guardería del hospital, además de alternar un fin de semana sí y otro no en el
pub de ambiente.
-
Ah,
ya estás aquí –la recibió con una sonrisa Kate-. Mario, sigue tú… salgo a comer
y vuelvo en una hora y media como mucho.
-
No
te preocupes, yo me encargo –le dijo su ayudante-.
Y Kate tomó de los hombros a Esther para
salir de allí.
-
¿Estás
segura de que no prefieres quedarte a comer en la galería? Podemos dejar la
cita para otro momento –le dijo Esther aun preocupada por interferir en su
ritmo de trabajo. Sabía lo importante que era para Kate la organización de
aquel evento-.
-
No
te preocupes, estaba deseando que vinieras a raptarme –le dijo Kate con una
pletórica sonrisa-. Anda cuéntame, ¿se sabe algo ya?
-
No,
aun no. Envié los formularios que me diste, y de momento todo está dentro de
plazo. El 12 de enero se supone que anunciarán quienes son los escogidos –le
informó Esther de cómo iba el nuevo proyecto que tenían entre manos-.
-
Bah,
ni te preocupes, estoy segura que te seleccionarán. Tendrían que estar locos
para no hacerlo –le dijo Kate. Pues hacía un par de semanas que había entregado
a Esther los formularios para presentarse a las becas de jóvenes pintores
nacionales y estaban a la espera de confirmaran su participación-. ¿Tienes una
idea de con qué te gustaría presentarte? ¿Vas a hacerlo con alguno de la
colección del hospital que me enseñaste, o con los últimos de Maca? La verdad
es que ambos temas son muy buenos.
-
En
realidad había pensado presentar algo en lo que llevo trabajando desde el
verano –le anunció Esther-.
Kate se detuvo en medio del pasillo para
mirarla. Esther no había mencionado que estuviera trabajando en nada en
especial, estaba intrigada.
-
Algo
que no he visto aún, por lo que veo –advirtió Kate por el destello de emoción y
gran respeto que tenía reflejado Esther en su mirada-. ¿Es lo que llevas ahí?
Kate señaló con un gesto de cabeza el
portadibujos que Esther llevaba en la mano y del que parecía no tener muy claro
si atrever a desprenderse. Acertó.
-
Enséñamelo
–le pidió Kate ante el silencio temeroso de Esther. Si estaba tan nerviosa por
querer y no querer mostrárselo, debía significar que había puesto en ello una
parte bastante importante de ella misma. Se moría por ver con qué la
sorprendería aquella vez-.
-
¿quieres
verlo? ¡¡¿Aquí?!! –Esther se sorprendió, pues seguían en medio del pasillo
desierto-.
-
Aquí
o allí, ¿qué importa eso? ¡Quiero verlo! Enséñamelo –le volvió a pedir Kate y
alargó la mano para que Esther se decidiera a entregárselo-.
Aún con dudas, Esther le dio el portadibujos
y Kate la miró una vez más antes de abrirlo para ver lo que contenía. Esther
guardó silencio manteniéndose a la espera de su reacción. Estaba nerviosa, y
mantuvo las manos inmersas en los bolsillos traseros de su vaquero para no
llevarse las uñas a la boca. Kate no dijo nada, se volvió de lado a Esther para
tener cierta intimidad y pasó lentamente el trabajo que le había entregado.
-
¿Cuánto
llevas trabajando en esto? –le preguntó de pronto Kate, Esther no supo
interpretar lo que estaba sintiendo-.
-
Desde
julio –le contestó Esther, pues tenía por norma responder a todas sus
preguntas, directa y claramente-.
-
¿Cuándo
lo terminaste? –volvió a preguntar Kate aun con la mirada hundida en aquellos
cuatro dibujos que formaban en su conjunto una colección-.
-
Han
sufrido modificaciones hasta hace una semana, por eso no te los he enseñado
antes –le contestó Esther, no sabía si Kate estaba molesta por aquello-.
Kate apartó sus ojos tremendamente azules del
trabajo de Esther y la miró directamente a ella.
-
Ni
siquiera te das cuenta de lo que haces, ¿verdad? –Kate no se lo decía como un
reproche, en realidad su cara reflejaba admiración y perplejidad, respeto-. Por
cosas como éstas es por lo que a veces me pregunto ¿qué hago yo tratando de
enseñarte? –Kate no sonreía, estaba seria- ¡Esther, es lo mejor que he tenido
el gusto de ver en muchísimo tiempo! ¡Es sublime!
-
Gra…
gracias –Esther se quedó cortada. Normalmente Kate solía mostrarse ante sus
trabajos pletórica de felicidad, pero aquella vez, sintió realmente un respeto
profundo en sus palabras-.
-
¡Es
sublime! –le repitió Kate esta vez cogiéndola del mentón para que no le
apartara la mirada. Necesitaba realmente que Esther de una vez por todas
creyera en lo grande que era. Nunca había visto un talento como el suyo y si
todo iba según sus planes, Esther tendría la oportunidad de explorarlo y eclosionarlo
muy pronto fuera de las limitaciones de aquel país. Pero eso aun era pronto
para contárselo-. Ven, vamos a mi despacho. Pediré que nos suban algo de
cafetería… tienes mucho que contarme y yo mucho que decirte sobre tu trabajo.
Y Esther sólo pudo asentir tímidamente ante
la sonrisa y la mirada que le regaló Kate, sin dejar de pensar que tendría que
decirle a Maca que la perdonara, pues ahora entendía cómo debía sentirse cuando
se refería a que ella y Kate la miraban como si la radiografiaran. “¿Cómo puede
soportarlo?” pensó.
…..
14h.
Día de la exposición.
-
Maca,
necesito que antes de marcharte me entregues el parte de incidencias en
guardería del último mes. Tengo que adjuntarlo a la memoria de planta ¿vale?
–le pidió Cruz asomándose un momento a la sala-.
-
Sí
claro. Lo repaso en un momento, lo imprimo y te lo llevo al despacho antes de
marcharme –le aseguró Maca terminando de auscultar a uno de los críos-.
-
Gracias
cariño. Si no estoy déjaselo a Encarna, que está centralizando los informes en
la unidad de enfermería ¿vale? –le dijo Cruz-.
-
Vale
–le contestó Maca, y sonrió tras verla marchar no sin antes guiñarle un ojo.
Aquella mujer era increíble, ¿cómo podía llevar todo para delante? pensó Maca
mientras la escueta visita de Cruz le dejaba una sonrisa en la cara-.
-
¿Qué
felices estamos esta mañana, no?
De pronto una voz que conocía muy bien la
sacó de sus pensamientos. Como si tuviera un resorte levantó la cabeza para
encontrarla con la mirada, y allí estaba. Esther en el quicio de la puerta, con
su eterna sonrisa en la cara.
-
Dirás
tarde –la corrigió Maca terminando lo que estaba haciendo, y dejando marchar al
crío para que regresara a sus dibujos-.
-
Bueno,
supongo que sí. Nunca he sido muy de reloj –se justificó Esther mientras no
podía dejar de mirar a Maca. Todo lo que hacía le cautivaba, desde cómo había
acariciado cariñosamente el pelo de aquel niño antes de dejarle marchar, hasta
cómo se colocaba el fonendoscopio alrededor del cuello para luego retirarse el
cabello en un tic muy suyo-.
-
¿Qué?
¿te has perdido? –le preguntó Maca ya junto a ella-.
-
Pues
no –le contestó Esther, y tuvo que hacer un esfuerzo para centrarse, sabía que
le estaba sonriendo como una idiota-. No, es que he venido a por mi madre.
Habíamos quedado en comer juntas porque, por si te has olvidado, esta noche es
la exposición de Kate y con la fiesta que han montado las chicas después no iré
a dormir a casa, así que no nos veremos. Ya sabes, ¡fiesta! –le explicó Esther
haciéndole un juego de cejas y luego arrugando la nariz-. Ya conoces como es mi
madre, no puede pasar sin mí ni un día, no le hace gracia.
-
No
me extraña, a mí tampoco me la hace –le dijo de pronto Maca acercándose a su
oído con una sonrisa para luego retirarse tras el mostrador. Aún tenía que sacar
el informe de Cruz-
Esther sonrió, Maca solía regalarle ese tipo
de comentarios telegráficos como muestra de su cariño y a ella le gustaba saber
que aquellas sensaciones de querer pasar tiempo juntas eran recíprocas.
-
Supongo
que irás ¿no? –le preguntó Esther apoyándose sobre el mostrador mientras veía
como Maca se colocaba frente al ordenador-.
-
¿a
dónde? –se hizo la tonta Maca, aunque su sonrisita burlona la delataba-.
-
Ya
sabes a dónde. ¿No tienes curiosidad por ver cómo te veían los del curso? Te
aseguro que hay algún que otro trabajo bastante interesante –se quiso quedar
con ella Esther-.
-
¡¿Los
has visto?! –le preguntó sorprendida Maca pues conocía bien lo recelosa que era
Kate con aquellas cosas, y Esther sonrió al saber que había conseguido captar
toda su atención-.
-
Jajaja…
No, claro que no… Kate me hubiera sacado los ojos, ya sabes como es. Quiere que
todo sea una sorpresa para todos. Me dejó curiosear algunos de los trabajos que
desechó, pero no los que ha escogido. La verdad es que habían versiones muy
interesantes de Claudia y tuyas en los que ha desechado, así que tiene que ser
tremendo lo que ha escogido finalmente. Me muero de curiosidad ¿tú no? –le
preguntó Esther apoyando la cara sobre las manos, pues sus codos descansaban
sobre el mostrador-.
Maca dejó de mirar a la pantalla y se le
quedó mirando. Cómo decirle que la única versión que le importaba realmente de
cómo la vieran era la suya. Desde que Esther le había enseñado aquel primer
retrato en casa de Kate, ya no le había dejado ver ningún trabajo suyo más. “No
quiero que influya sobre nosotras” le había dicho, y Maca lo había aceptado sin
reservas, pues tenía que reconocer que verse a través de los ojos de Esther la
abrumaba.
-
¿quieres
que te diga la verdad? –le preguntó Maca con malicia, tratando de hacerse la
interesante-.
-
Claro
-
Pues
no, la verdad es que no siento nada de curiosidad. Claudia siempre lleva el
conteo a ver quien de las dos sale más veces expuesta, pues tenemos un juego
privado sobre las perversiones posturales que elige Kate… jajaja… -le confesó
Maca-.
-
Jajaj…
¿en serio? –Esther se rió con ganas y Maca disfrutó de su risa-.
-
Muy
en serio. Aunque supongo que este año volveré a ganar yo, porque al tener
Claudia que trabajar en lo de neurocirugía, me tocó a mí hacer el seminario entero
de los desnudos –le dijo Maca sin darle importancia y volvió a centrarse en el
informe que ya estaba imprimiendo-.
Tras unos instantes
de silencio en los que Esther se quedó mirándola mientras Maca empezaba a
recoger hojas de la impresora, le preguntó.
-
¿Cómo
lo haces? –quiso saber Esther-.
-
¿El
qué? –se giró Maca para mirarla sin entender-.
-
Ponerte
allí en medio, delante de desconocidos que no dejan de centrar su mirada en ti,
desnuda, y quedarte tan tranquila, cómo si nada –le explicó Esther-. Yo no
sería capaz de hacer algo así, me moriría de la vergüenza.
-
Bueno,
supongo que al menos para mí, no se en el caso de Claudia, el cuerpo es un mero
traje. No es más que piel, músculos y huesos… algo material y, a la larga si
tienes suerte, fungible así que, no pienso que realmente me esté desnudando
delante de nadie. No es mi cuerpo lo que soy, ¿no crees? –le explicó Maca-.
-
Por
supuesto que no –reconoció Esther-.
-
Además,
la mayoría de las veces, por no decir todas, están tan aterrados, tan cortados
o tan excitados que no suelen ver más allá de lo que les gustaría ver. Es fácil
acostumbrarse a ese tipo de miradas cuando las has visto mil veces sobre ti, y
yo llevo haciéndolo desde los doce años, así que… –terminó de hablar Maca con
un gesto de “no importa” en sus hombros que a Esther la dejó más preocupada que
indiferente.
“¿En serio ha tenido que soportar ese tipo de
miradas desde que era adolescente? ¿Quien puede crecer feliz percibiendo algo
así?” pensó Esther recordando alguno de los cuadros que Kate había desechado,
pero no se atrevió a seguir en aquella línea de conversación.
-
¿Irás?
–le volvió a preguntar Esther, esta vez con una voz más baja de lo que
esperaba-.
Maca volvió a girarse hacia ella al notar el
sutil cambio en su voz, y la preocupación que vio en su rostro la impactó.
“¿Qué te ocurre?”, tuvo la necesidad de preguntarle, pero no lo hizo.
-
Sí,
por supuesto –le contestó Maca atenta aún a sus reacciones-.
-
Bien,
porque quiero que vayas –le dijo Esther clavándole la mirada y Maca no pudo más
que asentir con la cabeza. De pronto volvía a tener aquella sensación de
sentirse maniatada ante la voluntad de aquella mujer, que no tenía nada de
mocosa ni de infantil en su forma de mirarla-. Bueno, me voy a buscar a mi
madre, nos vemos esta noche –le dijo Esther regalándole esta vez una sonrisa-.
-
Eso
está hecho –le contestó Maca tratando de reponerse de aquella sensación extraña
que envolvía a Esther-.
Esther se giró hacia
la puerta tras despedirse, pero en el último momento reculó y corrió tras el
mostrador para darle un beso en la mejilla.
-
Hasta
la noche –le dijo y salió corriendo por el pasillo-.
-
Hasta
la noche –le respondió Maca a pesar de que Esther ya no podía oírla pues había
salido de la habitación-.
¿Por qué siempre la dejaba con el corazón
desbocado con aquellas muestras impredecibles de afecto?
….
-
¿Kate?
–Esther sacó el móvil y la llamó nada más despedirse de Maca-. Sí, oye… ¿iba en
serio lo que me dijiste? ¿lo de que te encantaría exponerlas?.... ¡Pues
hazlo!... No, no me importa…. Ya lo sé, ¡me da igual la beca!.... ¡por favor! …
¿por qué?... –Esther se paró un segundo en medio del pasillo, aun sentía que la
ahogaba aquella sensación oscura que había percibido en Maca hablando de si
misma-. ¡Necesito que ella lo vea! –las palabras salieron de su boca sin más,
pensar en cómo serían los retratos que harían sus compañeros de ella la
angustiaba. Sería más de lo mismo, serían hermosos, sin duda… pero… ella
tendría aquella sensación de ser mirada sin ser vista. Esther quería evitarlo.
Kate aceptó sin reservas-. Gracias Kate…
La sonrisa volvió a su rostro tras aquella
noticia, pero pronto las dudas de saber si estaba haciendo o no lo correcto le
asaltaron. ¿Cómo acogería Maca que fuera ella la que la mostrara?
28
22h.
Noche de la exposición
Maca aparcó el coche, y ella y Claudia
bajaron de él para encaminarse hacia la exposición. Habían tenido la intención
de ir más tarde, pero Maca aún estaba preocupada por Esther y habían adelantado
la cita.
-
En
serio que estoy alucinando de que hayas querido conducir esta noche –le decía
Claudia mientras las dos caminaban por el césped para cruzar el campus, pues
habían tenido que aparcar algo lejos-.
-
No
empieces de nuevo ¿quieres? Me apetecía, eso es todo –le contestó Maca-.
-
Ya,
si no me quejo, pero es que llevas unos meses irreconocible. Apenas sales, y
por lo que yo sé cuando sales del pub vuelves a casa… ¡sola! Y hoy, que se
supone que vamos de juerga, decides que quieres conducir… ¿desde cuando has
cogido tú el coche para ir a una fiesta? ¡¡Si siempre terminas en casa de
alguien o terminamos en un taxi con un “bolillón” del quince!!! ¿No pensarás
beber y conducir, no? –de pronto Claudia la amenazó con el dedo por si se le
había pasado tal disparate por la cabeza-.
-
¡Claro
que no! Sólo me apetecía tener el coche a mano, nada más. No es tan grave.
Además, si la cosa se pone interesante pues lo dejaré aparcado donde sea y
pillaré un taxi como siempre ¿cuál es el problema? ¡No entiendo porqué hay que
hacer de todo esto una película! –le dijo Maca como si su comportamiento fuera
el más normal del mundo, pero Claudia sabía que no lo era, en Maca al menos
no-.
-
Yo
sólo digo que estás irreconociblemente formal, y no me quejo ¿eh? Es sólo que
me pilla por sorpresa. ¿No te pasará nada malo, no? –le preguntó de pronto
Claudia-.
-
Jajajajaja…
¡Dios Claudia! ¿pero tú te estás escuchando? Es increíble que te estés
preocupando por mí porque he decidido tomarme las cosas un poquito más con
calma. En serio, no me pasa nada, es sólo que pronto nos lloverán los primeros
exámenes y quiero centrarme en ellos todo lo que pueda –le contestó Maca con
una sonrisa-.
-
Ya
–Claudia se la quedó mirando un segundo. Era cierto que todos estaban ya de los
nervios en la facultad pero Maca no era del tipo de persona que se amedrentaba
ante la presión, además tenía la clara convicción de que la influencia de
Esther era la real causa de aquel estado tranquilo y equilibrado de su amiga-.
¿Y no tendrá nada que ver “esto” con Esther?
-
¿Con
Esther? –Maca quiso hacerse la tonta con el tema-.
-
Sí,
con Esther. ¡Venga Maca! Que nos conocemos… y he visto como la miras, bueno
mejor dicho, como os miráis, porque la niña cortita no es precisamente que se
quede la verdad –Claudia hacía mucho tiempo que no veía a dos personas tan
conectadas la una con la otra, aunque lo realmente increíble es que ninguna de
las dos quisiera darse cuenta de aquel hecho-.
-
No
sabes de lo que hablas –Maca no quería hablar de aquello, se puso tensa-
-
Claro
que lo sé, y tú también lo sabes sólo que… -Claudia no se dio cuenta de que
pisaba terreno pantanoso hasta que Maca se paró en seco y se encaró con ella-.
-
¡Sólo
que no te incumbe! –la frenó Maca-. No quiero estúpidos juegos especulativos
entorno a ella, ¿vale?
-
Sí,
claro… vale –le contestó Claudia. Nunca la había visto así, al menos no con
ella-.
Maca se dio cuenta casi al instante de su
dureza con Claudia. Suspiró.
-
Perdona,
no debí… -Maca quería disculparse por aquel arrebato, tomó aire para explicarse-.
Es sólo que hacía mucho tiempo que no conseguía conectar con nadie como con
Esther, realmente aprecio muchísimo su amistad, y no quiero que nada lo
estropee. No quiero bromas sobre su sexualidad, no quiero que nadie me llene la
cabeza con estúpidos juegos de seducción… lo digo en serio, no quiero nada de
toda esa mierda entre las dos. Está bien tal y como está. ¿Entiendes?
-
Sí,
lo entiendo –le respondió Claudia, y en ese mismo momento entendió
perfectamente lo que significaba Esther realmente para Maca. Se había enamorado
de ella-.
-
Anda
vamos –Maca trató de enmendarse regalándole a Claudia una de sus tímidas
sonrisas-. Kate debe estar histérica por enseñarnos la exposición.
-
¿Y
cuándo no lo está tratándose de estar rodeada de chicas guapas? –bromeó Claudia
para hacerle ver a Maca que no pasaba nada-.
-
Jajaja…
cierto –se rió Maca entendiendo a qué se refería su amiga-. Vamos allá… espero
que este año se nos de igual de bien que el anterior ¿no?
-
Jajaja…
lo dirás por ti capulla, que te fuiste “calentita” a casa, yo en cambio me
quedé aguantando la vela con Kate, cogió un “pedo” de aquí no te menees –le recordó
Claudia lo que sucedió en la exposición del año anterior. Ya que Maca ligó y
ella tuvo que devolver a Kate sana y salva a casa-.
-
Jajaja…
bueno, pues ya sabes que hoy tienes que ser más rápida coqueteando si no
quieres que te pase lo mismo –se burló de ella Maca-.
-
¡serás
capulla! –se quejó Claudia dándole un empujón-.
Y las dos hicieron como si no hubiera
existido nada de lo dicho apenas unos instantes antes. Pues su amistad llevaba
mucho tiempo en pie como para no entender cuando las tuercas era mejor no
apretarlas.
---
La exposición estaba en su máximo apogeo.
Estudiantes y no estudiantes recorrían los distintos espacios habilitados a las
obras mientras comentaban, reían o admiraban alguna pieza. Kate acaparaba toda
la atención entre preguntas, saludos y comentarios de reconocimiento por el
trabajo realizado, y entre toda aquella aura de expectación, Esther trataba en
vano de tranquilizarse.
-Ten, tener algo entre las manos quizás te
ayude a relajarte un poco –le dijo Laura tendiéndole la primera copa que había
pillado del catering que circulaba por la sala-.
- Gracias, lo estaba necesitando –dijo
Esther, y casi sin respirar vació la copa de martini que Laura le había
tendido-.
Laura se le quedó mirando atontada.
-
Joder,
pues si que empezamos bien la noche ¿no? –comentó Laura una vez Esther hizo una
mueca de repelus por lo fuerte del alcohol y volvía a la normalidad-.
-
Tú
calla, y píllame otra –le pidió Esther que no estaba para nada en ese momento-.
La tripa la tenía encogida después de haber
visto su obra expuesta, y el revuelo que había causado entre los asistentes.
-
Toma
anda, pero trata de tomarte ésta más despacio, que sino vas a acabar fatal como
siempre –le sugirió Laura que no entendía su nerviosismo, pues el trabajo de
Esther estaba teniendo un gran éxito en la exposición y era el rumor más
escuchado entre los alumnos-.
-
Laura
–la llamó Esther-.
-
¿qué?
–le contestó-.
-
¿Y
si nos vamos? –le sugirió Esther, aunque más que una pregunta era casi una
súplica-.
-
¿Por
qué?!! –Laura se sorprendió de que lo pidiera-.
-
Creo
que ha sido un gran error. Llevo fatal estar tan expuesta, no quiero ni pensar
en cómo se sentirá Maca cuando lo vea… ¡Dios, en qué andaría yo pensando!
–comentó Esther más casi para si misma que para Laura, y de un trago volvió a
terminarse la segunda copa. Aquella vez sólo tuvo que cerrar los ojos un
segundo en lugar de que se le contrajera la cara… el licor pasó por su garganta
suavemente-. ¡En qué estaría pensando! –se repitió-.
-
Mmmm…
pues no lo sé, pero creo que es un poco tarde para huir. ¡Mira! –le contestó
Laura mientras mantenía la mirada fija en un punto lejano de la sala-
Esther siguió su mirada de referente y se
topó con Maca y Claudia que entraban a la exposición. El corazón le dio un
brinco tan fuerte que estuvo tentada de salir despavorida. ¿Qué iba a hacer si
Maca reaccionaba mal ante la atención desmesurada que Esther había direccionado
entorno a ella sin tan siquiera pretenderlo? Esther había creído que dejar que
Maca viera su trabajo entrañaría una especie de lenguaje secreto entre las dos,
algo con lo que decirle que podía verla, que no todo el mundo la veía con
segundas intenciones, que existía más allá de aquella apariencia física que la
envolvía de forma indiscutiblemente hermosa; pero lo cierto era que Kate había
decidido exponer tan sólo una de las obras que le había entregado para que
pudiera optar con las demás a la beca, y para su consternación había sido quizá
la más sugerente de todas, justo la única de la colección que Esther hubiera
obviado pues vista en solitario para ella carecía de sentido, o para ser
sincera, mandaba un mensaje muy concreto, la gran atracción que sentía hacia
ella.
-
Madre
mía, madre mía… -empezó a musitar Esther mientras trataba de rehuír de aquel
encuentro-.
-
¿A
dónde crees que vas? –le preguntó Laura sujetándola para que no se escabullera-.
-
No
puedo hacerlo, no puedo enfrentarme a esto –dijo Esther. Pues tras escuchar y
ver la reacción de la gente ante su trabajo, había caído en la cuenta del gran
contenido erótico con que la perspectiva de su obra se veía, algo de lo que no
había sido plenamente consciente mientras lo pintaba y que ahora quedaba
totalmente visible y al alcance de todos, también de Maca. De repente tuvo
miedo de que su obra fuera percibida de igual manera por ella, de no haber sido
capaz de trasmitir la dulzura, la introspección silenciosa y entrañable que albergaba pese a aquella
apariencia intimidatoria, excitante de su figura-.
-
Vamos
a ver, respira –la ancló al suelo Laura tomándola de los hombros-. Has
trabajado duro, tienes un gran talento y hoy se expone algo de tu trabajo. ¡Es
magnífico Esther! Y la gente está flipando… Lo que tienes ahora mismo es un
ataque de pánico escénico y es muy normal, así que relájate, tranquila… Estoy segura de que a Maca también le va a encantar,
como a todos.
A Esther aquello no la tranquilizó en
absoluto, pero ya era tarde para escapar. Kate había visto llegar a Maca y a
Claudia, y se desprendió del círculo que la había raptado para saludarlas.
Ahora las tres se encaminaban entre risas y conversaciones privadas hacia la
zona donde se encontraba el trabajo de Esther junto a la de otros excompañeros
del curso de postgrado, y ella no podía pensar en otra cosa que no fuera en la
reacción de Maca y en lo hermosa que estaba mientras caminaba hacia ellas.
Continuará...
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