viernes, 21 de septiembre de 2012

Dibujada en mi mente -cap 29 y 30-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.




29

-       ¡Hola! –la saludó Maca con una sonrisa nada más encontrarse-.
-       Ho..hola –contestó Esther presa de su mirada clara, de su semblante sereno-.
-       ¿Cómo estás Laura? –saludó con dos besos Maca a Laura-. Esta es Claudia, una amiga mía… Claudia, esta es Laura –hizo las presentaciones Maca aprovechando que Kate había vuelto a ser raptada unos minutos-.
-       Hola Claudia –saludó Laura con dos besos a la amiga de Maca después de que Esther hiciera lo mismo-.
-       Hola –dijo Claudia-. ¿Ya habéis visto la exposición?
-       Sí, llevamos un ratito por aquí ¿y vosotras? ¿acabáis de llegar? –Laura supo que tendría que darle un margen de reacción a Esther, así que se hizo con la conversación-
-       Sí, acabamos de llega. Íbamos a empezar a dar la vuelta, pero Kate nos dijo que Esther estaba aquí y Maca se empeñó en venir a saludar primero –soltó Claudia de pronto, y Maca sintió que le ardían las orejas del apuro. “Cabrona… ya te podías haber ahorrado ese dato” pensó Maca, pero Claudia simplemente le sonrió ante su mirada asesina e hizo como si nada-.
-       ¿Os apetece volver a dar la vuelta a la exposición con nosotras? –sugirió Maca para cambiar de tema y disolver aquel silencio que había causado la esclarecedora información de Claudia-
-       Claro, por mí vale –le dijo Laura encantada de la vida de poder pasar un rato con aquellas dos mujeres. Claudia le había caído bien de inmediato y por otro lado, Esther no parecía estar muy participativa, así que pensó que hablar con Maca la tranquilizaría-.
-       Sí, claro… -aceptó también Esther que ya se encontraba bajo la atenta mirada de Maca-…. Pero… empecemos por el principio, que sino no tiene gracia ¿no?

Laura le dedicó una mirada cómplice, pero no dijo nada. Claudia y Maca aceptaron sin plantearse ningún motivo en especial y las cuatro se encaminaron hacia la otra punta de la sala, mientras Esther conseguía retardar por más tiempo aquel encuentro con lo inevitable.

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-       ¡Estas muy callada! –le dijo Maca en un momento en el Laura le explicaba a Claudia el concepto de una de las esculturas que había expuestas, pues era su especialidad-.
-       ¿YO?!! –Esther se sobresaltó-.
-       Sí, Esther… ¿Qué te pasa? –A Maca no podía engañarla, y no quiso hacerse la tonta. Estaba preocupada por su comportamiento hacia ella, era como si se alejara-.

Esther se encontró de pronto con sus ojos profundos, con su preocupación reflejada en lo tenso de su mandíbula… suspiró, era imposible fingir con ella.

-       Vale, me pasa algo –admitió Esther-.
-       ¿Conmigo? –preguntó Maca de inmediato, el corazón se le había disparado-.
-       Bueno… si y no –Esther no era muy buena con la mentira, así que no supo disimular-.

A Maca se le hizo un nudo en la garganta, ni siquiera sabía qué era lo que le había hecho, pero Esther estaba tensa y ella era la causa. Se asustó.

-       ¿Qué quiere decir “si y no”? ¿Estás enfadada conmigo? ¿He hecho algo que…. –Maca sin darse cuenta empezó a ponerse nerviosa-.
-       No… NOOO… -se apresuró a frenar aquellas ideas Esther-. No estoy enfadada contigo Maca, ¿de dónde te sacas eso?
-       Acabas de decir que te pasa algo conmigo… -se justificó Maca aturdida-.
-       Bueno, quise decir que tiene algo que ver contigo, pero no es por ti… bueno sí, algo por ti es, pero… -Esther se estaba enredando ella sola-.
-       Esther… -la frenó Maca cogiéndola por los hombros-. ¿Quieres soltar de una vez qué es lo que pasa? ¡Me vas a volver loca!

Esther se quedó prendada por aquellos ojos color miel que brillaban expectantes, de repente el rostro algo asustado y a la vez ansioso de Maca hicieron que a su mente fueran destellos de ámbar con pizcas de color chocolate… azul cielo y rallas de blanco surcaron el marco en el que plasmaría aquel instante. Se lo contó todo.

-       ¡¡¿Y Eso es todo?!! ¿Esa es tu preocupación? –le preguntó Maca que volvía a sonreír ya disipados sus temores de haber hecho algo mal con ella-.
-       ¿Te parece poco? Ni siquiera te he pedido permiso para… -Esther no quería que se lo tomara tan a la ligera. Su preocupación por ella había sido sincera-.
-       ¡Esther! –su nombre se resbaló de sus labios como una caricia-. No tienes que pedirme permiso para ello… es tu obra, debes exponerla. Y yo me siento alagada de que me hayas elegido como modelo, deja de preocuparte. ¡Estoy segura de que el cuadro es fantástico!
-       ¡Es sublime! –de repente Kate apareció tras ellas-.
-       ¿El qué es sublime? –Claudia escuchó a Kate y volvió con ellas-.
-       La obra de Esther. ¡Es maravillosa! ¡Tenéis que verla! –les dijo Kate rodeando a Esther con un brazo.

Esther ya no podía ponerse más roja de lo que estaba, primero Maca se había tomado a la ligera que estuviera preocupada por haber expuesto algo suyo sin consultarle, y ahora Kate le regalaba toda aquella atención desmesurada que la sobrecogía por entero. ¿Por qué se tomaban aquello tan a la ligera? O mejor dicho… ¿por qué para ella era tan importante lo que expresaba aquel cuadro?

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La sala estaba llena y la zona donde se encontraba el trabajo de los alumnos de Kate no fue una excepción. En cuanto Claudia y Maca entraron en ella, la gente empezó a mirarlas y los cuchicheos volaron hasta sus oídos como un rumor. Ellas estaban acostumbradas a ello, y pareció no afectarles. En cambio a Esther le ardía la cara y tuvo que agacharla para poder sobrevivir con su timidez entre aquellas miradas que la señalaban. Claudia comentó con Maca las obras en las que aparecían, e incluso bromeaban con alguno de los cuadros más atrevidos en los que salían. Las dos admiraban respetuosamente el trabajo que Kate había elegido, pero eso no impedía que hicieran comentarios mordaces que Kate acogió con excelente humor. No había pizca de tensión entre ellas, y Esther empezó a relajarse al observar las reacciones de Maca ante el trabajo de sus compañeros. Sin duda ella estaba mucho más acostumbrada a aquella exposición que Esther. De pronto llegaron a la suya, y la gente que se aglomeraba entorno a ella las dejó pasar en cuanto se dieron cuenta de que iban con Kate. A Esther se le hizo un nudo en el estómago y no pudo dar ni un paso más. Mientras, Maca… se quedaba clavada frente a la obra de Esther.

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2 horas más tarde.

-       Maca, ¿quieres algo más? –le preguntó Claudia viendo que Maca no contestaba al camarero que les sugería los postres-.
-       Eh… -Maca salió de su pensamiento-. Un café, gracias.
-       A mí la tarta de manzana y la cuenta, nada más gracias –le dijo Claudia al camarero que se retiró nuevamente-.
Claudia se le quedó mirando, Maca volvía a mirar por la ventana, ausente.

-       ¿Aún estás pensando en ello? –le preguntó Claudia-.
-       ¿El qué? –Maca no estaba muy centrada y tuvo que hacer un esfuerzo para regresar al presente-.
-       Digo que te has quedado fuera de juego desde que has visto el cuadro de Esther –aclaró Claudia viendo que tendría que decir las cosas directamente si quería retener la atención de Maca más de cinco minutos seguidos-. La verdad es que a mí también me ha sorprendido y mucho. No sabía que esa chica tenía tanto talento. ¡Es increíble! No me extraña que Kate esté tan encaprichada de ella.
-       Sí, tiene mucho talento –reconoció Maca mientras agradecía al camarero el café y enterraba sus ojos en la taza-.
-       ¿Quieres? –le ofreció Claudia un bocado de su tarta-.
-       No, gracias… cómetela tú –le agradeció Maca su ofrecimiento-.
-       Está buenísima –dijo Claudia dando un primer bocado y luego como si tal cosa, empezó a indagar-. ¿Cuándo pasó?
-       ¿Cuándo pasó el qué? –preguntó Maca desconcertada-.
-       Ese momento. Está claro que no posaste expresamente para ella, la verdad es que el ángulo desde el que te ha pintado es bastante sugerente, tengo curiosidad. ¿No me lo vas a contar? –le dijo Claudia y Maca por un momento se quedó con la boca abierta… luego la cerró y volvió a clavar sus ojos en el café-.
-       Fue por casualidad…

Y Maca empezó a contarle cómo había ocurrido. De pronto volvió a verse en aquel vestuario de la sala de profesores muchos meses atrás, Esther estaba arrodillada frente a ella y la sensación de calor que sintió bajo sus ojos volvió a inundarla. La imagen del cuadro de Esther se materializó en su cabeza… se vio a si misma contemplada desde abajo. La sinuosidad de sus piernas apenas mal cubiertas con el blanco albornoz, la delicadeza, vulnerabilidad y gran sensualidad que su figura despertaba con el cabello caído hacia delante, mirándola… aun podía ver a Esther a sus pies, aplicando un hielo que en ningún momento experimento como frío. El color carne con mezclas de suaves rosados se evocó en su mente al recordar como Esther había dibujado su escote. Hasta que no lo vio reflejado en el cuadro creía que ella no se había dado cuenta de su desnudez, pero si lo había hecho… pudo ver el brillo en sus ojos color miel, tal como Esther los había percibido y el corazón se le puso a galopar en un instante. Su rostro había sido perfilado con gran detalle, su mandíbula tímida, sus pómulos algo sonrosados, sus labios entreabiertos y aquel aura cálida y casi infantil que sintió al verse cuidada por ella… el agradecimiento y la atracción que sintió por Esther volvió a su mente con aquel recuerdo, pero esta vez era tan distinto, pues sabía como ella la había visto, y no era solo su soledad y su ternura lo que contemplaba Esther, también fue consciente de cada parte carnal que envolvía a Maca. Estaba desconcertada.

30

El campus estaba lleno. La fiesta de navidad solía tener bastante éxito y aquella vez no fue una excepción. Eva y Alex se reunieron con Laura y Esther alrededor de los coches. La música sonaba por los altavoces del campus, y la gente bebía, bailaba, reía y hablaba en una atmósfera de mutuo entendimiento. Sin embargo Esther no terminaba de encontrar su tranquilidad, algo había cambiado y no sabía determinar que era. La sorpresa de Maca al ver el cuadro le traspasaba la mente, la admiración, el aturdimiento, la timidez, y… ¿un destello de pasión? El corazón le dio una patada al recordar aquel instante en el rostro de Maca. No tenía sentido.
Esther se acostó sobre el capó del coche de Laura y se tapó la cara con las manos. “¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella? ¿por qué me obsesiona tanto? Es ridículo… si al menos hubiéramos podido hablar, si al menos supiera lo que piensa después de haber visto el cuadro…” pensó Esther, pero aquello no fue posible pues unos amigos de Kate quisieron conocer a la artista y Esther fue raptada antes de que pudiera escuchar de Maca una palabra. Cuando quiso reunirse de nuevo con ellas Maca y Claudia habían desaparecido, según Laura se habían ido a cenar. Esther había estado tentada de llamar a Maca por teléfono, la ansiedad que sentía era abrumadora, pero cuando ya tenía el móvil en la mano algo la detuvo… un miedo desconocido. No sabía que hacer con aquellos nuevos sentimientos, estaba asustada, perdida. ¿Por qué de pronto todo parecía tan complicado? ¿por qué cuando miraba de nuevo aquel cuadro que ella misma había creado milímetro a milímetro descubría una intimidad, un erotismo que hasta ahora no había visto?

-       Esther, ¿estás bien?

Esther se quitó las manos de la cara y se topó con la de Alex. Se incorporó.

-       Sí, claro –se apresuró a responder-.
-       ¿Seguro? –insistió Alex un poco preocupada por ella, pues la había estado observando y la veía inquieta y ausente-.
-       Si, no te preocupes. Es sólo que me duele un poco la cabeza pero se me pasará –contestó Esther-.
-       Acabo de hablar con Kate. Ya han cerrado la exposición y me ha preguntado si teníamos entrada para ir al pub Bohemia, Claudia, Maca y ella van a ir allí. Me ha dado cinco entradas por si queremos ir –le dijo Alex, y los ojos de Esther expresaron el brinco que había dado su corazón al escuchar la noticia. Alex no dijo nada pero sintió la punzada de dolor en mitad de su pecho. Cada vez tenía más claro que Esther sentía algo muy diferente a la amistad por Maca-. Toma

Alex le tendió las entradas a Esther y ésta las cogió. Para Esther se abría una puerta en cambio para Alex se cerraba. En menos de media hora, las cuatro amigas salieron hacia el pub con el coche, Alex conducía.
….

Kate, Claudia y Maca llegaron antes al local. La pintora saludó a las dueñas y pronto tuvieron una de las mesas con sofá de la sala vip a su disposición. En cuanto les tomaron nota se sentaron, pues cómo aun no había mucha gente se lo servirían en la mesa.

-       Por fin, creía que no se terminaría nunca. Había tanta gente que me han llevado de cabeza toda la noche –dijo Kate refiriéndose a la exposición-.
-       La verdad es que no has parado. Además, había gente extranjera ¿no? –apuntó Claudia recordando haber escuchado a Kate hablando en inglés y en francés en más de una ocasión-.
-       Sí, llamé a unos cuantos amigos míos. Hoy era un día importante –dijo Kate y una sonrisa se asomó a su rostro-, quería que vieran el trabajo de Esther.

Maca levantó la cabeza en cuanto escuchó aquel nombre. Kate lo estaba esperando y fijó su mirada en ella con sobriedad. A Maca le recorrió un escalofrío.

-       Pensaba que Esther no iba a exponer, ella me dijo que fue una decisión de última hora, ¿cómo has podido avisar a esa gente con tan poco tiempo? –la agudeza de Maca acudió en ese instante como si se encontrara en peligro-.
-       Los avisé hace una semana –respondió con tranquilidad Kate a su pregunta-.
-       ¡Una semana! –musitó Maca para si, en el rostro de Kate no había rastro de sonrisa ni de juegos ni de dudas… De repente la idea de lo ocurrido se instauró en su cabeza-. Ibas a exponer ese cuadro de Esther sin que ella lo supiera.
-       Así es –reconoció Kate, a Maca la pilló por sorpresa un sentimiento de enfado que trepó por todo su cuerpo ante aquella respuesta, pero la autoridad implacable de los ojos de Kate hicieron que pronto se sintiera derrotada, agachó de nuevo la mirada-. Ella se merece lo mejor, y yo voy a hacer lo que pueda por dárselo. Ya te lo dije.

Era cierto, todo aquello era cierto, pero Maca sintió un frío interno de pronto que hizo que no se atreviera a preguntar nada más. ¿Por qué se sentía de aquella forma?

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Tardaron en aparcar, pero finalmente lo consiguieron. Eva y Laura iban ya bastante bebidas, en cambio Esther y Alex se habían mantenido sobrias aunque por distintas razones. En cuanto entraron en el local, la tenuidad de las luces hizo que deceleraran el paso hasta adaptarse. Laura se colgó del brazo de Esther.

-       Eva está tratando de meterme mano, y yo voy bastante pedo, así que no me pierdas de vista o terminaré haciendo una locura, te lo aviso –le dijo Laura-.
-       Calla y ayúdame a buscar a Maca, necesito hablar con ella –Esther no estaba para nadie más en aquel instante. Su necesidad de Maca era casi como una droga-.
-       Joderrrr!!! ¡A que al final la que te va a tener que vigilar soy yo! –musitó Laura tratando de estabilizarse un poco-.
-       ¿Qué? –Esther no escuchó lo que Laura había dicho, la música estaba alta y ella estaba centrada en divisar a Maca-.
-       Nada, nada… -Laura no quiso entrometerse, Esther tendría que abrir los ojos tarde o temprano. Su amiga era lenta para darse cuenta de según que cosas, pero no era de las que reculaba-.
-       Creo que allí está Kate, vamos –siguió a lo suyo Esther-.

Y cogiendo la mano de Laura tiró de ella hasta la zona vip que estaba al fondo del local.

-       Hola!! –a Esther se le iluminó la cara en cuanto vio a Kate, pero al darse cuenta de que estaba sola se decepcionó un poco-.
-       Eiii… ¡habéis venido!... Si están conmigo –dijo Kate al guarda que vigilaba la zona y retiró la cinta para dejarlas pasar-. Sentaros, a vosotras no os conozco ¿no? –dijo Kate tras saludar con dos besos a Esther y a Alex y darse cuenta de la presencia de aquellas dos mujeres que no conocía-.
-       Estas son Eva y Laura, unas amigas mías –les presentó Esther-.
-       Encantada, yo soy Kate –les dijo dándole dos besos a cada una con total naturalidad y alegría-.
-       El gusto es… mío –dijo Laura totalmente cortada-.
-       Y mío… -se apuntó Eva totalmente embobada-.

Para Eva, Kate no era una diosa, era la reina de las diosas, y Laura desde que conoció su trabajo era una admiradora incondicional de aquella mujer. No podían creerse que estuvieran sentadas junto a ella.

-       ¿Queréis tomar algo? Ya hay mucha gente así que ya no sirven en la mesa, pero puedo ir a la barra a por… -se ofreció amablemente Kate, estaba encantada de que Esther hubiera ido-.
-       No, no te preocupes Kate, iremos nosotras a por las bebidas –dijo Alex-.
-       Si, claro… vamos nosotras, ¿verdad Laura? –le golpeó Eva para que dejara de babear-.
-       Ehh?... si, si… ¿usted quiere algo? –le preguntó Laura a Kate super cortada-.
-       Jajajjja… por Dios, tutéame o me dará un infarto. ¿Tan mayor te parezco? –Kate se conmovió ante el rubor que apareció en las mejillas de Laura. La juventud tenía un encanto muy especial, pensó-.
-       NOOO… CLARO QUE NO…. ESTÁ… ¡estás estupenda! –las palabras salieron de la boca de Laura de forma atropellada mitad por culpa del nerviosismo y mitad a causa del alcohol. Se le inflamaron las orejas tras delatarse-.
-       Jajaja… -Kate volvió a reírse. Laura y Eva pensaron que tenía una risa preciosa mientras la escuchaban-. Gracias –se apiadó Kate de aquel piropo traicionero que había causado que la muchacha se abochornara y le regaló una sonrisa plena-. Tomaré un martini seco. ¿Y vosotras?

Kate giró la atención entorno a Alex y Esther que no se habían pronunciado todavía.

-       Yo una coca-cola Laura –le pidió Esther-.
-       Vale, ¿y tú Alex? –le preguntó Eva-.
-       Yo voy con vosotras –les dijo Alex y las tres se fueron a la barra a por las copas dejando a Esther y a Kate a solas-.
-       Son encantadoras –le dijo Kate a Esther en cuanto sus amigas se marcharon-.
-       Lo que son es idiotas, además de estar como cabras –la rectificó Esther-.
-       Jajajjajajajaja –se rió Kate de sus palabras y de su gesto gruñón, pues Esther estaba avergonzada por el comportamiento de Eva y Laura en cuanto a Kate-. ¡Qué dura eres!
-       Pero si les ha faltado ponerse de rodillas y un babero –siguió metiéndoles caña Esther para regocijo de Kate que estalló en una nueva carcajada-.
-       Bueno, al menos me han subido un poco la autoestima, que no está mal para una noche –le dijo Kate regalándole un guiño coqueto y Esther tuvo que callar, a ella también Kate la sorprendía muchas veces, la encontraba muy hermosa-. ¿Qué te ha parecido la exposición?
-       Impresionante –le contestó de inmediato Esther-. Has hecho un trabajo increíble.
-       Gracias –le agradeció Kate-. ¿Pero…?
-       ¿pero? –se sorprendió Esther de aquel interrogante-.
-       Siempre tiene que existir un “pero”, ¿cuál es el tuyo? –le preguntó Kate con una sonrisa afable-.

Esther volvió a sentir que podía leer su mente, de pronto volvió a sentirse minúscula.

-       No he podido hablar con Maca, sigo preocupada por saber que piensa del cuadro –reconoció Esther que aquel era el “pero” que no terminaba de hacerle disfrutar de aquella magnífica exposición-.
-       Entiendo –Kate la miró con ojos casi maternales, Esther no se dio cuenta pues mantenía la cabeza agachada, avergonzada en cierto modo. No estaba muy segura de si era lo correcto, pero aun así lo hizo-. Entonces ¿por qué no bajas a la pista de baile y se lo preguntas?

Esther levantó la cabeza de inmediato y se topó con el brillo azulado de sus ojos.

-       Anda ve, está bailando con Claudia, luego me cuentas –la empujó Kate a ir hacia Maca, pues Esther ya la buscaba con la mirada-.
-       Ahora vuelvo –se despidió Esther con una sonrisa y poniéndose en pie bajó los escalones hacia la pista de baile, acababa de encontrar a Maca-.

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Maca sonreía. Sonreía mientras Claudia bailaba con ella y la involucraba dándole vueltas. A Esther se le contagió de inmediato aquella sonrisa. Sin darse cuenta se deslizó hacia ella como si un campo magnético la atrajera. El pulso se le aceleró mientras la observaba, y sin saber cómo olvidó todo propósito cuando sus ojos se encontraron. La música pareció menguar, la gente se difuminaba y Esther sólo podía ser consciente de aquella luz que los ojos de Maca poseían. Detuvo sus pasos un segundo, pero Maca asintió levemente con la cabeza invitándola y Esther fue atraída de nuevo hacia ella.

-       Eiiiii…. ¡La artistaaaaaaaaa! –gritó Claudia en cuanto la vio a su lado. La música volvió a su volumen de repente-. ¡Que bien guardado te lo tenías, eh! El cuadro es fantástico, menudo talento. Me ha encantado, bueno… a las dos. ¿Verdad que sí Maca?

Maca asintió sin dejar de sonreír, y Esther quedó aliviada al instante.

-       ¿Te ha gustado? –le preguntó, pero Maca hizo un gesto en su oído, no la oía bien-.

Esther se acercó hasta ella, y la tomó del brazo antes de ponerse de puntillas.

-       ¿Te ha gustado? No te lo pude preguntar antes –le dijo Esther en el oído-.
-       Claro que sí, es precioso… -le contestó Maca-… como tú.

A Esther le subieron los colores de inmediato bajo su mirada. A pesar de que sus preocupaciones quedaban disipadas su corazón empezó a latir con mayor intensidad. No sabía por qué, pero no pudo bromear con Maca aquella vez. Su forma de mirarse había cambiado, o quizá había cambiado la conciencia con la que ella la miraba… Esther no pudo evitar perderse con los ojos en sus labios, estaban tan cerca.

Un cambio de música empezó a sonar.

- ¿Cómo se te dan los ritmos latinos? –le preguntó de pronto Maca-.
- ¿Qué? –Esther regresó a la realidad-.

Las comisuras de los labios de Maca se ensancharon y antes de que se diera cuenta, Esther se vio raptada por aquellos brazos que rodearon su cintura y la hicieron voltear sobre la pista. Maca rió tras ver su cara de sorpresa, Esther se contagió de su buen humor y la siguió sin reservas. Sin darse apenas cuenta, volvían a establecer aquella burbuja que las aislaba del resto, Esther se dio cuenta mientras bailaba con ella que sería capaz de seguirla al fin del mundo.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Es una verdadera delicia todo lo que escribes, me encanta esta historia y como la estás llevando, todo los sentimientos que expresas, una maravilla.
    Muchos besos.
    Pal.

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    1. Gracias Pal!
      La delicia es saber que no escribo para mi y el vacío, y que os entretengo en el intento.
      Muchas gracias por dejar tu opinión.

      Sage

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