domingo, 7 de octubre de 2012

Dibujada en mi mente -cap 41 y 42-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.



41


Esther se quedó muda, maniatada por el peso real de sus palabras, por su mirada sincera mezcla de valor y de temor que la bañaba como litros y litros de agua de mar. Profundamente abandonada a aquella llama de esperanza que ni la razón puede apagar, el corazón vibró ante el intento de sonrisa tímida de Maca, a la espera. ¿Qué decir? Quería creer que podía imaginarse por lo que había pasado, pero ¿quién podría saber lo que se siente ante algo así? Ella no, sus caminos habían sido tan distintos, y sin embargo allí estaban, justo paradas en aquel cruce, una frente a la otra rodeadas de toda esa luz, de esa energía electroestática que se concentraba trasformándolas en los polos de un imán. Catión y anión, destinados a aquel encuentro, y por muy diferentes u opuestos que parezcan, irremediablemente unidos. A pesar de las dudas de Maca, de sus palabras, ella quería intentarlo. No era algo físico, no era algo emocional ni racional, era otra cosa, algo que ella no sabía nombrar sólo sentir, y ante lo que sabía era inútil luchar. ¿Se destrozarían? Era posible. No porque no les funcionara, sino porque aun sin poder tenerla, ya el grado de dolor y de felicidad que experimentaba con ella era capaz de batirla de extremo a extremo como si la lanzaran cual muñeca de trapo de pared a pared. ¿Tenía algún sentido? ¡Lo era todo! ¿Por qué de repente tenía esos aires románticos que le partían en dos? ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿las dos?... pero si no lo era, ¿acaso importaba? ¡No! Las preguntas, las dudas, los miedos se apresuraban con exceso, pero sólo había una cosa que era real y tangible, lo suficientemente sólida para mantenerla allí, maniatada. ¡Maca!

-       ¿Maca? –se atrevió por fin a nombrarla-.
-       ¿Sí? –le respondió Maca, atenta a sus reacciones. Aun no sabía que opinaba Esther de todo aquello, sólo había hablado ella-.

Esther la miró a los ojos, en realidad no había podido dejar de hacerlo después de sus palabras, pero sentía que navegaban a otra profundidad en muy poco tiempo, y ella necesitaba asegurarse de que entendiera, de que creyera lo que estaba a punto de decirle.

-       ¡No voy a hacerte daño! –le aseguró Esther, tan suave como una caricia, tan rotundo como el sol cuando aparece-.

Maca sintió un gran temblor tras escucharla, y durante unos instantes guardó silencio asimilando su ofrecimiento a pesar de saber que nada ni nadie podría asegurarles el futuro. Sonrió ante sus nobles propósitos, en realidad Maca no necesitaba que le asegurara nada, no necesitaba ninguna garantía. Había permanecido inerte durante demasiados años, su alma superviviente aún luchaba y seguiría haciéndolo por ella, por las dos.

-       Lo sé –le dijo Maca sonriendo. El peso que había en su pecho se había ido derritiendo, y en su lugar la mirada cálida e inocente de Esther volvía a nutrir todos aquellos sentimientos que no se había atrevido a profesarle, hasta ahora-.

Esther sintió la fuerza con que Maca la traspasaba mientras la miraba. De repente fue consciente de la cercanía que guardaban, del brillo de sus ojos, y de la sensualidad que de su cuerpo emanaba. La piel se le erizó en menos de lo que su corazón empezó a correr aún sin haber movido un solo milímetro de su cuerpo. “¿Qué va a pasar ahora?” se preguntó Esther con repentino nerviosismo y síntomas de taquicardia aderezados de un cosquilleo recientemente despertado. Las comisuras de los labios de Maca se alzaron un poco más como respuesta a su estado y sintió que dejaba de respirar como por arte de magia.

-       Vamos… volvamos a casa –le dijo Maca suavemente y poniéndose de pie, le tendió la mano para que hiciera lo mismo-.

Esther se dejó ayudar, y ambas se pusieron a recoger las cosas que habían traído en silencio. El tono de voz de Maca, más grave y cálido al pronunciar aquellas últimas palabras, repiqueteaba en los oídos de Esther como crepitar de madera seca consumiéndose en el fuego. Un fuego, que la temperatura de la piel de Maca al posarse sobre su mano, había prendido cada mecha de pólvora de los incendiarios nervios que ahora recorrían a Esther por todo el cuerpo. Eran sólo las cinco de la tarde, y pronto estarían en casa, las dos a solas.

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Al llegar al apartamento, Maca dejó que Esther fuera la primera en pasar a ducharse para ella ir terminando de guardar las cosas del picnic. Mientras guardaba las bebidas que no se habían bebido en el frigorífico, una sonrisa bastante pícara se le resbaló de los labios, y tuvo que reñirse a sí misma para controlar el júbilo y la travesura que se habían apoderado de ella después de haberse desprendido de tan pesada carga. “No seas mala… está nerviosa, pórtate bien o al final la cagarás de nuevo por otros motivos” se dijo Maca, pero el repentino mutismo y nerviosismo que se había instalado en el cuerpo de Esther, no dejaba de hacerle gracia. Por supuesto, se había controlado para no atormentarla, y había puesto música para liberar a Esther de la carga de tener que mantener una conversación durante la vuelta. A Maca se le escapó una carcajada al recordar lo azorada que se había puesto Esther cuando en el parking había tenido que inclinarse hacia ella para ayudarla a desabrocharse el cinturón del coche, pues había terminando enredando la mochila con el pulsador en su intento de huída fuera del vehículo. “¡Ay Dios!... mejor ni pienso en lo que sé que está pensando que va a pasar entre nosotras, porque si no…”, se dijo Maca haciendo un esfuerzo para no volver a reírse. Hacía tanto tiempo que no se sentía tan viva, tan feliz, que su euforia iba creciendo y con ella su relajación en total contraposición con lo que le pasaba a Esther.

Esther se sentó en el WC, desnuda. Encendió el grifo y dejó correr el agua a la espera de que empezara a salir agua caliente, pero al cabo de unos segundos se le olvidó por completo. Su cabeza iba a mil por hora con imágenes dispersas de Maca, de mujeres desconocidas “haciéndolo” en las películas que ella había alquilado para estar preparada, de la lengua de Maca en su boca… “¡Madre míaaaa! ¡Madre míaaa!... ¿y qué hago yo ahora? Bueno, ha reconocido que está enamorada de mí,… ¿significa eso que está dispuesta a que pase “algo” entre nosotras?... ¡No, no! ¡Dios, soy una salida! Acaba de contarme esa trágica historia y yo sólo pienso en si vamos a acostarnos … “ , Esther se tapó la cara con las manos, hasta pensarlo le daba vergüenza, pero no podía evitarlo, tenía el cuerpo hinchado y no era precisamente de lo mucho que habían comido en su escapada al campo. “¡Ay Dios míoooo!!!... ¡Me va a dar un ataque!.... respira, Esther, respira que seguro que no va a pasar nada, que para dar el planchazo Maca es especialista… -Esther arrugó la nariz ante aquella idea que en parte la aliviaba y en parte, no le hacía ni pizca de gracia-,  pero si no quiere que pase nada entonces ¿por qué me ha estado mirando como cuando coquetea en el pub? ¡¡Qué digo cómo en el pub…!!”, Esther se corrigió a si misma en aquel punto, Maca la miraba muchísimo más profunda y sensualmente de lo que jamás le había visto mirar a nadie en el tiempo que se conocían. A Esther se le subieron los colores al límite, de pronto se dio cuenta de que el vaho de la pequeña habitación parecía ya casi una niebla londinense… “Mierdaaaa…. La ducha”, cayó en la cuenta del agua que corría, y se levantó de un salto para meterse en la ducha. Si no lograba serenarse un poco, acabaría poniéndose en evidencia nuevamente, y esta vez no quería ser ella la que patinara adelantándose en el paso.

Esther agradeció poder contar con tiempo neutral entre ambas. La ducha le había templado algo los nervios, y ese estado ansioso y a la “espera” en el que se hallaba, pero el hecho de que Maca desapareciera en el cuarto de aseo dándole un margen aún más amplio para recuperar el control de si misma, había sido una bendición. De pronto el móvil de Esther empezó a sonar. Se levantó del sofá en el que se había sentado y rebuscó entre su ropa en busca del celular. Cuando dio con él vio que era Laura. Resopló. “Genial, siempre llama en el momento más oportuno” se dijo Esther con cinismo.

-       Hola trasto… ¿Qué pasa? –le contestó Esther nada más aceptar la llamada-.
-       Hola peque… eso más bien te lo tendría que preguntar yo, ¿qué tal vas? –le preguntó Laura con interés, pero sin querer entusiasmarse mucho, pues sabía que las cosas entre Maca y Esther se habían complicado un poco-.
-       Pues no se, bien… supongo que bien –Esther no supo que responder de repente, y en cuanto dio aquella respuesta tan dubitativa cerró los ojos lamentándose, pues evidentemente aquello suscitaría las preguntas de Laura… “mierda”-.
-       ¿Cómo que supones? –allí estaba la pregunta de tonito suspicaz-.
-       Mira Laura, ahora mismo no puedo hablar de esto –Esther bajó la voz, no quería que Maca la escuchara hablar de ellas a sus espaldas-.
-       ¿Por qué hablas tan bajito? ¡ohhh! ¿Está ella ahí? ¿a tu lado? –cayó en la cuenta Laura de lo que podía estar pasando-.
-       No, no… está duchándose, pero no quiero que se entere de que hablamos de ella –le dijo Esther-.
-       Pero si aun no hemos hablado nada… uy, tú estás muy rara ¿no? –le espetó Laura ya despertada de curiosidad por el comportamiento de Esther-. ¿Qué ha pasado? ¿Ella está bien? ¿Era tan grave como dijo Claudia?
-       Sí, era grave, pero ella ya está bien. Anoche se tomó la pastilla y descansó un poco, y hoy hemos ido al campo y bueno… también se ha desahogado un poco de la “presión” –Esther se sintió rara hablando sin hablar de lo que realmente había pasado, ¿pero qué iba a decirle a Laura? Maca estaba a punto de salir de la ducha y no iba a ponerse ahora a contarle todo lo sucedido a Laura-. Mira Laura, ahora no puedo hablar… más bien porque estoy de los nervios que por otra cosa, pero mañana cuando vuelva a casa te lo cuento todo.
-       Oyeee… oyeee… espera, sólo una cosaaa –Laura temió que Esther le colgara, la verdad es que estaba rara, rara… pero ella aún quería hacerle una pregunta-.
-       Dime –la apremió Esther que ya no oía el grifo de la ducha-.
-       ¿dormisteis juntas? –le preguntó Laura-.
-       Ufff… tú siempre pensando en lo mismo, tía…. –se quejó Esther, aunque no pudo evitar reír-.
-       ¿Eso es que sii!!! –a Laura casi le salió un gallo en la voz-.
-       Sí, pero no pasó nada sexual así que no te hagas cávalas en la cabeza. Y ya, mañana hablamos, te cuelgo –le contestó Esther-.
-       Vale, vale… pero mañana quiero el informe con pelos y señales. Ahhh… y llama a tu madre para reportarte, no sea que le de por localizarnos en casa  –le avisó Laura-.
-       Cierto, ahora la llamó. Un beso –se despidió Esther de ella-.
-       No es a mí a quien tienes que dárselo… -apuntó Laura con picardía-.
-       Muy graciosa… muy graciosa. Ciao –le dijo Esther antes de colgar-.
-       Ciao.

“¡Esta Laura!... –resopló Esther con una sonrisa mientras marcaba el teléfono de su madre-, menos mal que me ha recordado lo de mi madre”, pensó Esther esperando a que sonara el tercer tono. En ese momento Maca abrió la puerta del baño y salió envuelta en el albornoz. Esther se quedó atontada mirándola, y Maca la observó levantando una ceja interrogante ante la que Esther tardó en reaccionar.

-       Mi madre –le anunció en un susurro Esther, y Maca asintió regalándole una sonrisa. De pronto la voz de su madre concentró toda su atención-. ¡Mamá!... Sí, ¿cómo estás? ¿Ya estás en casa?... ah, sales ahora para allá. ¿Estás cansada no?... ya… no, nosotras muy bien. No, no nos recogimos muy tarde… ah, ¿qué has llamado a casa esta mañana…? ya, pero no estábamos, no, hemos comido fuera aprovechando el día tan bueno que ha hecho. No, al campo, de picnic… -Esther observó como Maca cogía su pijama de debajo de la almohada y sin darse cuenta se quedó a la espera de que se quitara el albornoz, lo cual hizo de espaldas a ella sin percatarse de que Esther la observaba-.

Esther estuvo a punto de olvidar que tenía sujeto el móvil en la mano, y tuvo que hacer malabares para que no se le cayera al suelo cuando Maca se puso en pie para subirse el pantalón, y su espalda desnuda quedó al descubierto antes de ponerse la camiseta. El estruendo hizo que Maca se volviera a mirarla, ya vestida.

-       Mamáa!!... no, nada… que no es nada –su madre insistió para consternación de Esther que estaba segura que ya estaba roja como un tomate-, que se me había resbalado el móvil… -Maca sonrió y Esther quiso que la tierra se le tragara “genial, ahora sabe que la estaba mirando… muchas gracias mamá” pensó-, si, ya sé… soy una patosa, pero no se ha caído. Vale… sí, vale…. Ohhh no, espera, que esta noche también salimos… Mamá…. Sí, que si quieres localizarme que llevo el móvil… que no, que no lo rompo… ya se que es el tercero mamá… vale –su madre era única para avergonzarla, ¿por qué iba a ser menos aunque fuera a distancia?-. Sí, yo también te quiero… vale, tranquila, iremos con cuidado. Sí… besitos, descansa. Vale, te llamo mañana, besos. Adiós.

Maca se acercó a ella mientras terminaba de colgar el teléfono.

-       Nos matará si se entera que le hemos mentido –le dijo Maca y Esther se sorprendió de lo cerca que la tenía de pronto-.
-       En todo caso, me matará a mí, tú no has hecho nada -apuntó Esther, pues en realidad era ella la que estaba engañando a su madre y aun no tenía muy claro por qué, bueno si lo tenía, no quería preocuparla pensando en qué se traía entre manos con respecto a Maca, al menos no hasta que ella misma supiera a donde llevaba todo aquello-.
-       Aún… -susurró Maca alejándose de ella hacia la cocina, y a Esther se le disparó el corazón como un cohete.

 “¿Qué ha querido decir con “aún”?” la cabeza de Esther se lo empezó a preguntar como un eco imparable, mientras Maca se perdía tras la puerta del frigorífico. Aquella iba a ser una noche muy larga.

42

Esther apenas podía concentrarse en la película que Maca había sugerido que vieran después de ofrecerle un batido del frigorífico. A pesar de que Maca había encendido el aire acondicionado, los sofocos a los que se veía sometida Esther cada vez que miraba las largas y desnudas piernas de Maca enroscadas sobre el sofá la tenían consumida, y tuvo que llenar su vaso nuevamente para acallar sus otras necesidades. Por fin, el televisor anunció el fin de la película, y Esther esperó ansiosa alguna señal que la pusiera en aviso de lo que sucedería entre ellas a partir de ahora. Si no hablaban pronto, sus terminaciones nerviosas acabarían haciéndola saltar por los aires de un momento a otro, estaba segura.

-       y fin… -dijo Maca leyendo los rótulos y pulsando el stop del DVD mientras se incorporaba y se sentaba bien en el sofá-. Ha estado bien, pero un poco lenta la trama ¿no? –comentó Maca y se giró hacia Esther-.
-       Ehh… sí, la verdad es que sí –contestó Esther dándose por aludida. En realidad a ella se le había hecho eterna teniendo que permanecer callada e inmóvil para no delatarse-.

Las dos se quedaron mirándose en silencio. No es que a Maca le pasaran desapercibidas las necesidades de Esther, en realidad estaba haciendo un esfuerzo hercúleo para no lanzarse sobre ella desde que la había visto salir del cuarto de baño con su pijama de verano y su pelo húmedo ondulando sobre los hombros. Le sería tan fácil llevársela a la cama, hacerle el amor y dejar atrás todo lo demás, pero no quería hacerlo, no al menos de aquel modo. Había pasado demasiado tiempo ansiando encontrarla, aunque ni ella misma se hubiera dado cuenta de ello hasta que Esther cruzó aquella invisible puerta. Lo que sentía por Esther era algo que no se había atrevido a desear, que no se había atrevido a soñar ni a pensar desde Marta… ella materializaba el verdadero final y también el comienzo, justo en aquel orden, y no tendría prisas con ella. Esta vez, haría las cosas mejor, esta vez… todo tendría su espacio y su tiempo.

-       ¿Cenamos? –sugirió Maca, poniéndose de pie con un grácil salto-.
-       Sí, claro –se apuntó Esther y se levantó para ir tras ella viendo que Maca iba hacia la cocina-.

Maca se entretuvo mirando los estantes de su despensa en busca de algo que cenar, aunque en realidad era más bien un intento por mantener sus pensamientos a raya.

-       Creo que me apetece un poco de comida basura, ¿y a ti, qué te apetece? –le propuso Maca girándose de pronto, pillando a Esther totalmente desprevenida-

Esther se quedó clavada y muda. A Maca el corazón le brincó como un saltamontes acorralado, pues Esther se la estaba comiendo a ella con los ojos de arriba a bajo, y el brillo de sus ojos no tuvo tiempo para esconder nada cuando los alzó para mirarla a la cara. “Oh mierda… ¿se ha dado cuenta?... joder, di algo” pensaba Esther azorada, aun con la mandíbula desencajada y sintiendo que toda la sangre se apresuraba a concentrarse en sus mejillas.

-       Vale –Esther no estaba preparada para pronunciar una respuesta más larga-.

Maca tuvo que parpadear un par de veces antes de entender que Esther ya se había pronunciado con respecto a la cena. Carraspeó tratando de hacerse de nuevo con el control de la situación, y apartó sus ojos de ella. “Dios, su mirada aún es más intensa que cuando está pintando… ¿cómo es posible?” se preguntó Maca mientras volvía a mirar el interior de la despensa en busca de refugio. Estaba empezando a dudar en serio de contar con el suficiente autocontrol para hacer las cosas bien por una vez.

-       ¿Qué tal una pizza? –preguntó Maca, esta vez sin atreverse a girarse-.
-       Por mi está bien, me gustan las pizzas –contestó Esther “me gustan las pizzas, vaya gilipollez… como siga con este don de palabra, la llevo clara”, pensaba mientras-.
-       Mmm… podemos pedirla, pero a mí me gusta más hacerla –le dijo Maca atreviéndose a girarse-.

Esther supo que le pedía opinión por su gesto de hombros.

-       Pues la hacemos, a mí con que lleve queso y jamón de york… -se decidió Esther-.
-       ¿queso y jamón de york? –preguntó Maca arrugando la nariz en un gesto entrañable- ¿Sólo eso? ¿en serio?
-       Jajaja… que quieres, soy fácil de complacer –Esther descargó su tensión en una carcajada tras ver su cara-.
-       Mmm… no lo tengo yo tan claro, ya lo comprobaremos –le espetó Maca con una sonrisa maliciosa, y a Esther se le cortó la respiración-

“¿qué ha querido decir?” se preguntó Esther, pero pronto Maca empezó a darle indicaciones para que le ayudara con los ingredientes y tuvo que concentrar todas sus fuerzas en que sus manos no fueran a parar fuera de su masa de pizza.

-       jajaja… ¿qué es eso? ¿un rosco? –Maca se rió de la forma en que Esther se estaba peleando con su masa-
-       Se me pega a los dedos… cómo… -era la primera vez que Esther elaboraba una pizza desde cero, de normal su madre o las pedía, o compraba la masa hecha para añadirle los ingredientes, pero Maca la había cogido desprevenida elaborando su propia masa y ahora peleaba con un amasijo de harina, aceite y agua entre sus dedos-.
-       Jajaja…, a ver, ponle un poco más de agua… así… espera, es que tiene que quedar compacta, a ver… -Maca ni siquiera lo pensó, estaba tan feliz de poder cocinar con alguien, para alguien, que introdujo sus manos en la masa guiando las manos de Esther y sólo se dio cuenta de las consecuencias cuando sintió el escalofrío que pasó de los dedos de ésta hacia los suyos-… eh, sí… -carraspeó-, así mejor, amasa un poco más ya casi está.

“¡¡¡QUÉ AMASE!!!... ¡Dios santo!!, ¿pero cuánto más vamos a aguantar así?!! ¿Es que todo lo tengo que hacer yo? ¡Soy la única que ardeee aquíii!”, Esther se hubiera puesto a gritar si no fuera porque aun le temblaban las rodillas después de haber notado a Maca en su espalda y sus manos entrelazándose pegajosas con las suyas. Aquello había sido lo más asqueroso y a la vez más erótico que había sentido nunca.

“Oh mierda, no debí tocarla….esto no está saliendo como yo creía. ¡Dios, que bien huele!... no, noo… no puedo pensar en eso. ¡MACA CONTROLATE!” pensaba Maca mientras, y durante unos instantes las dos guardaron silencio concentrándose en lo que estaban haciendo.

Terminaron de preparar la masa, y Esther se dejó guiar dejando que fuera Maca quien decidiera los ingredientes. Precalentaron el horno y dispusieron las pizzas en la bandeja, y la espera se convirtió en un tormento silencioso para Esther que se debatía en si hablar o no. “ A la mierda… tengo que saberlo”, se decidió al fin.

-       Maca, ¿te puedo hacer una pregunta? –le dijo Esther mientras su mirada permanecía atenta a la puerta del horno, como la de Maca-.
-       Claro, dime –le contestó Maca sin sospechar lo que le esperaba-.
-       Antes, esta tarde… en el lago… ¡joder, estoy tartamudeando!… ups, lo siento –Esther se puso roja al darse cuenta de que aquello lo había expresado en voz alta. Maca centró su atención en ella esta vez, y le sonrió dulcemente para tranquilizarla-.
-       ¿Qué pasa con eso? –la animó a seguir Maca, aunque su pulso también empezó a acelerarse-.
-       Sólo me gustaría saber… quiero saber si… -Esther no terminaba de arrancarse-.
-       ¿Sí?
-       Saber si tú y yo… si entre tú y yo –a Maca se le ensanchó la sonrisa con un toque de picardía, Esther era tan dulce y estaba tan mona cuando se ponía nerviosa-. ¡¡¿Podrías echarme una mano con esto, no?!! –finalmente Esther estalló y a Maca se le escapó una carcajada. Aquellos repentinos contrafuertes de su carácter estaban siendo un increíble y estimulante descubrimiento-.
-       Jajajaja… perdona –se disculpó Maca deteniendo su risa tras ver como a Esther se le ponían los ojos en blanco-.
-       Eso, tu ríe, yo estoy aquí que me va a dar un jamacuco, completamente histérica y nerviosa porque te tengo cerca, y porque ni siquiera se que piensas tú de todo esto… no se si quieres que sigamos con nuestra amistad, o si tus palabras de antes significaban algo más… no sé, tal vez una puerta para que intentemos dar un paso más, porque yo me muero por estar cerca de ti, te miro y sólo tengo ganas de besarte, y no puedo hacerlo porque… ¡joderrr yo ni siquiera sabía que era lesbiana! Y me estoy volviendo loca porque no se que quieres, no se ni siquiera que posibilidades hay entre nosotras de… -Esther se había arrancado y no podía parar, todo salía a trompicones por su boca, y Maca tuvo que concentrarse para entender todo los miedos, dudas y preguntas que albergaba. ¿Tan parca había sido en cuanto expresar sus sentimientos hacia ella?-.
-       Esther… -la llamó Maca-.
-       Se que has sufrido mucho, y quizá lo que tratabas de decirme en el lago era justamente eso, que no te sientes preparada para tener intimidad conmigo, pero yo no se si puedo seguir así… quiero decir que quiero estar a tu lado, pero no se si soy lo bastante fuerte para aguantar que sólo seamos amigas… ¡joder, suena fatal! ¿Qué no puedo ser tu amiga?... –Esther no escuchaba, su cerebro, sus hormonas, sus sentimientos estaban todos revueltos y acababan de explosionar en un combinado imparable-.
-       Esther… -volvió a intentarlo Maca-.
-       ¿en qué clase de persona me estoy convirtiendo?... olvida lo que he dicho, claro que podemos ser amigas… es sólo que yo, yo no puedo dejar de sentir esto por ti, y estoy histérica… eso es, soy una idiota histérica

Maca se cansó de esperar, se cansó de escuchar su delirar y la tomó de la cara para besarla. Esther se mareo nada más sentir sus labios insistentes atrapando los suyos, y cerró los ojos en contraposición con su boca. Las manos de Maca en su cara se trasformaron en una dulce calentura para sus terminaciones faciales, y cuando sus lenguas se saludaron no pudo evitar que su garganta emitiera un suave gemido. Maca la liberó muy despacio, pero no se alejó de ella. Esperó a que Esther abriera los ojos con sus múltiples preguntas asomándose a sus pupilas, a pesar de que a ella misma le había costado horrores deshacer ese beso y abrir los suyos.

-       ¿Maca? –Esther pronunció su nombre antes de abrir los ojos-.
-       ¿Si? –le preguntó Maca con la respiración aun agitada-.
-       ¿qué quieres de mí? –le preguntó Esther y sus ojos se encontraron-.

Maca vio su ternura, sus miedos, sus anhelos… el corazón de Esther se abrió para ella en forma de pregunta, y supo que jamás nadie se le había entregado con tanta transparencia e inocencia como ella.

-       ¡Quiero que salgas conmigo! –le pidió Maca, y Esther parpadeo por la sorpresa, casi sin entender-.
-       ¿Qué salga contigo? ¿qué quieres decir? –preguntó Esther sintiéndose torpe. Sabía lo que quería decir “salir con alguien”, pero tratándose de Maca era como si le hablaban en chino, y no sabía si había entendido si aquella frase tenía la misma interpretación para las dos-.

Maca se ruborizó de golpe, pero mantuvo sus ojos en ella, le debía ser tan valiente como Esther lo había sido todo ese tiempo. Sonrió para mitigar su miedo al rechazo, aquel sentimiento de vergüenza por sentirse tan expuesta.

-       Quiero decir que me encantaría que salieras conmigo, como una pareja… juntas… -trató de responder a su pregunta Maca-.
-       Me estás pidiendo que seamos ¿novias, o algo así? –Esther se dio cuenta del mal rato que le estaba haciendo pasar a Maca prolongando aquello, pues ella no era precisamente una persona de palabras y mucho menos de compromisos, pero la adrenalina se acababa de disparar por su torrente sanguíneo y le era casi imposible detener aquel torbellino de felicidad que encontró regocijo perpetuando aquel momento-.
-       Más bien, sin el “algo así”. Sí, si tú quieres darme una oportunidad –se expuso totalmente Maca, a la espera de que Esther se pronunciara-. Te quiero.

A Esther se le aflojaron las rodillas, se le iluminó la cara y le estalló el corazón con impetuosos latidos, todo en aquel orden y en una milésima fracción de segundo.

-       Por fin… ya pensaba que tendría que torturarte para que te rindieras –le ronroneo Esther con una voz que se oscureció de deseo mientras se colgaba de su cuello, y esta vez no esperó a que Maca la besara, sino que la besó ella mientras hacía un pequeño paréntesis en la comisura de sus labios para decirle “yo también te quiero”-.

Continuará...

4 comentarios:

  1. Estas publicaciones significa que "dibuja en mi mente" tendrá un final?? enganchada estaba a esta historia.

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    1. Sí, mi intención siempre fue terminar la historia, aunque lógicamente distintas situaciones personales me impidieron llevarla a término en su momento. Por eso la he retomado en este nuevo proyecto, y la historia tendrá final para lo que llamé "Tomo 2" y que es el que dejé incompleto en su día en el foro (para las que le interese, mi intención es también colgar las actualizaciones en el foro de Maca y Esther, pues no olvido el seguimiento y apoyo que obtuve los años que estuve escribiendo).

      Así que gracias por seguirme hasta aquí... y bueno, te invito a releerla para tenerla fresca para cuando lleguen las nuevas entregas que calculo serán en noviembre viendo el ritmo que llevo.

      Un saludo, anónim@ (gracias por comentar)

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    2. Alegría que me acabas de dar :) Siempre es bonito ponerle final a esa historia que durante tanto rato me enganchó y emocionó. Gracias por el esfuerzo de retomarla y continuar; a releer se ha dicho. Un saludo.

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    3. jajaja... gracias a ti por tu apoyo.

      Un saludo, y que disfrutes nuevamente de su lectura. ;)

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