sábado, 13 de octubre de 2012

Dibujada en mi mente -cap 45 y 46-



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.



45

Maca guardó el teléfono sin mirar tan siquiera de quien era la llamada. Miró a Esther y supo que habían ido demasiado lejos para frenar aquello, sin embargo aquel pequeño toque había bastado para recordarle dónde se encontraban. ¿En serio quería hacer el amor con Esther así? ¿con prisas, sin la calma de no verse interrumpidas por alguien o por algo? ¿en un “aquí te pillo, aquí te mato”? ¿En serio así era como iba a ofrecerle su primera vez a Esther? La respuesta fue tan rotundamente negativa, que apartó su cuerpo hirviendo de ella a pesar de arriesgarse a sufrir un bajón de tensión por el frenazo. En su lugar le cogió de la mano.

-       Creo que es hora de irnos a la calle –le dijo Maca tirando de ella-.
-       ¡¡¡¿Lo dices en serio?!!! –a Esther casi se le pusieron los ojos en blanco, no podía creerse que Maca se estuviera reponiendo tan rápidamente de lo que acababan de compartir allí de pie. A ella aún le temblaba todo el cuerpo-.

Maca se giró, aun le ardía la piel, le brillaban los ojos, y su voluntad estaba tan al filo del precipicio que si no salían de allí sabía que cometería una locura, optó por ser sincera.

-       Si nos quedamos aquí… -Maca le soltó la mano, e hizo un gesto de querer abrazarla con mucho más que ternura, aunque finalmente se conformó con posar sus manos sobre los hombros de Esther para explicárselo-… estoy a un paso de perder las formas de todas-todas, y no pienso permitir que la primera vez que nos acostemos juntas sea en casa de tu madre, de Encarna, la jefa de enfermeras… así que nos vamos, ahora, ya… y no discutas.

A Esther se le abrió la boca para decir algo, pero las palabras no acudieron a ella tras procesar que Maca tenía dificultades para contenerse y no hacerle el amor allí mismo. Antes de que pudiera reaccionar, Maca ya tiraba de ella escaleras abajo.

-       ¡Dios, me vas a volver loca…! y pensar que creí que te portarías bien… Necesitamos gente, mucha gente alrededor, esto no me puede estar pasando…-Maca farfullaba inconexamente por lo bajo mientras descendía los escalones. Frenar con aquella calentura encima no podía ser nada sano-.
-       Mejor dicho no pasa porque tú no quieres, ¿no? -Esther iba a decir algo que la calmara, pero no pudo evitar pincharla más todavía, en el fondo le hacía gracia ver a Maca tan alterada y ser ella la causa-.

Maca se giró tras escucharla justo cuando alcanzaban el recibidor. La miró entornando los ojos, y Esther pensó que estaba de lo más sexy cuando se encontraba al límite.

-       Ohhhh, noooo… no juegues conmigo, y no me tientes…. –le advirtió Maca, y por si ese era el intencionado propósito de Esther, hizo acopio de una de sus armas, se acercó a ella con experimentada soltura, rozó su mejilla con la suya, y le susurró al oído-… o ya veremos si eres tan valiente este fin de semana.

A Esther se le erizó el bello sólo de sentir su aliento en su pabellón auditivo, pero todas sus alertas se dispararon cuando Maca se separó con una sonrisa pícara en los labios y ella pudo procesar sus palabras.

-       ¿Este fin de semana? ¿Qué pasa este fin de semana? –preguntó Esther sin demora-

Entonces fue Maca la que no dejó de sonreír satisfecha, abrió la puerta de la calle y ya no tuvo necesidad de tirar de Esther, pues ésta empezó a andar tras ella a la espera de una respuesta que Maca no se molestó en darle.
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Viernes al medio día.

Laura aparcó el coche y cruzó la calle. Ella y Esther habían quedado para comer en el bar de siempre y con los exámenes de repesca que había tenido que hacer Laura, apenas había tenido tiempo para despotricar a gusto con su amiga. Estaba impaciente por someterla al tercer grado, y no se refería en absoluto a aquellas conversaciones esquivas y telefónicas con las que Esther la había despachado sólo para calmar sus ansias de cotilleo. Que Esther y Maca estuvieran saliendo juntas era una bomba atómica, se mirase por donde se mirase. Laura abrió la puerta, y miró hacia la barra. Esther se giró cuando Daniel, el dueño, le avisó de que Laura acababa de entrar. La sonrisa que ambas se regalaron anunció lo mucho que se habían echado de menos aquellos días de salvaguarda.

-       Por finnnn…. ¿Qué, cómo ha ido el último? ¿Lo aprobarás? –le preguntó Esther abrazándola-.
-       Sí, eso espero desde luego. Dani… una cola cuando puedas –le contestó Laura mientras solicitaba una bebida-.
-       Otra para mí, gracias Dani –se apuntó Esther, y las dos fueron andando hasta una de sus mesas preferidas-.
-       Uffff… pensaba que no iba a terminar nunca. Ni te haces una idea de lo que me ha costado concentrarme después de saber la buena nueva. Aun no me puedo creer que estéis saliendo… -le dijo Laura ya sentándose en su sitio, Esther quiso decir algo, pero su amiga aun no había terminado y no le dejó meter baza, así que se limitó a seguir sonriendo-… pero si está buenísima, por no hablar de que es la reina de la independencia… tienes que volverme a contar cómo te lo pidió… -pero volvió a cortar a Esther cuando iba a hacer lo que le pedía-…. ¡ES QUE ES INCREÍBLE!... No me puedo creer que estés con ella. ¿Cómo besa? ¡De miedo, a que si!... no, mejor no me lo digas, no quiero saberlo… imaginarte como lesbiana se me hace bastante raro… no, mejor dímelo, quiero saberlo todo… ¿es una diosa, a que sí?
-       Jajajajaja… -Esther no pudo aguantar más para reírse-. ¡Estás como una cabra! Y sí, lo es –respondió a su pregunta a pesar de todo-.
-       ¿Qué os pongo chicas? –Dani se acercó a llevarles los refrescos y tomarles nota-.
-       Yo un número cuatro –pidió Esther, se sabían el menú de memoria-.
-       Yo el seis, pero sin pepinillo y doble de queso –pidió Laura-. ¿Una de patatas tres salsas?
-       Eso ni se pregunta –le dijo Esther con un guiño y Daniel apuntó también las patatas-.
-       Vale, hamburguesa con bacon, cebolla y queso…. Y otra para ti, pero con doble de queso y chili, y las patatas tres salsas ¿eso es todo? –resumió el camarero-.
-       De momento, sí –dijeron ambas, y Daniel las dejó a sus anchas después de reírse con ellas-.
-       Venga cuéntamelo todo… -insistió Laura tras quedarse a solas-.
-       No pienso contártelo desde el principio otra vez, te lo he contado mil veces al teléfono –se quejó Esther divertida-.
-       Ya lo sé, pero es que no me creo que durmierais juntas y no pasara nada –le dijo Laura entrecerrando los ojos, aquella parte no era muy creíble-.
-       Me lo dices o me lo cuentas… -susurró Esther por lo bajo. Laura no dijo nada, pero la miró con insistencia hasta que su amiga se decidió a hablar-. Resulta que la “Diosa de fuego”, es más “niña buena” de lo que dicen los rumores, o al menos lo es cuando le importa alguien, porque no me ha tocado ni un pelo en toda la semana y no será porque no lo he intentado, que estoy que trepo por las paredes.
-       Jajajajaja…. –se rió Laura de la cara que puso Esther al decir aquello-.
-       ¿Te hace gracia? Pues, no la tiene… ni te imaginas cómo es estar pegada a ella, por no hablar de cómo huele o cómo besa… ¡Dioss, cómo besa!, parece que te va a dar un patatus en cualquier momento. Creo que no estaba tan caliente desde… -Esther se paró haciendo como si se lo pensaba apenas un instante mientras se metía una de las patatas que acababan de llevarles en la boca-…. ¡NUNCA! ¡Nunca he estado tan caliente en mi vida! –terminó reconociendo Esther con una puesta de ojos desorbitados que tuvo su recompensa inmediata-.
-       Jajajjaja… vale, vale… lo pillo –Laura estalló otra vez en una carcajada, y Esther la secundó. Desde luego era muy distinto compartir aquellos pensamientos en persona que al teléfono-. Pero, alguna explicación tiene que tener ¿no?... porque la Maca que yo recuerdo, te comía con los ojos nada más te dabas la vuelta –apuntó Laura-, y muchas veces sin que te la dieras.
-       Quiere que nos lo tomemos con calma –dijo Esther con un gesto resignado de hombros-. No es que yo esté en contra de ir despacio, en realidad me parece encantador y si fuera un chico u otra persona quien lo hiciera, me encantaría que fuera tan considerada, pero… -Esther creía no estar explicándose muy bien “qué estupideces estoy diciendo”, pensó al escucharse-
-       Pero es Maca, y llevas obsesionada con ella desde casi dos años, y estás que revientas… -concluyó Laura por ella, pues entendía muy bien aquella sensación constante de estar a punto de explotar, y no podía hacerse una idea de lo que sería poder besarse con Eva sin dar pie a nada más, cosa que estaba sufriendo Esther en su propia carne pero con Maca-.
-       ¡Eso! –exclamó Esther agradecida por no tener que explicarlo, pero pronto volvió a deshincharse-. Es que, llevo dos años sin acostarme con nadie, y te juro que era muy fácil no pensar en ello, de hecho ni lo pensaba, hasta que me di cuenta de lo que realmente sentía por ella y ahora parece que me he convertido en el anticristo de los cuentos de hadas de Disney… en lugar de romanticismo, sólo tengo sueños eróticos con ella. ¡Es horrible! ¿verdad?
-       Jajajjajaja… -Laura no pudo evitar reírse ante sus palabras-. Lo que te pasa es totalmente normal Esther, no es nada horrible ni mucho menos.
-       Pero yo nunca…. –Esther se calló en cuanto Daniel empezó a acercarse a la mesa para llevarles los platos, ambas esperaron a que se marchara para proseguir con la conversación-. Es que yo nunca había soñado con alguien “haciéndolo” –y aquella confesión fue un susurro-.

Laura la miró extrañada, sin comprenderla.

-       ¿Qué quieres decir?
-       Pues eso, que bueno sí, he tenido sueños eróticos pero normalmente eran por alguna película y nunca era yo en el sueño la que me veía queriendo hacer “cosas” con alguien, pero es que con Maca si me veo “haciendo cosas” y deseando que me “haga cosas”… y yo nunca había tenido ese tipo de sueños con nadie, y es una tortura cuando quedamos juntas, como el miércoles para ir al cine. Hacían esa comedia romántica que tanto me apetecía ver, y nos la tragamos entera, pero yo en lo único que pensaba cuando me cogía de la mano era en besarla por todas partes, y en hacerle el amor allí mismo, no se si me entiendes –le explicó Esther y Laura sonrió entendiéndola perfectamente-.
-       Vale, resumiendo, que como no os dejéis llevar pronto te da un infarto y que te mueres por acostarte con ella –le dijo Laura-.
-       Básicamente, sí… y … SÍ –concluyó afirmativamente Esther-.
-       ¿Y qué piensas hacer? –le preguntó Laura-.
-       Nada –le contestó Esther-.
-       ¿Nada?
-       Eso mismo, nada. Porque cuanto más lo pienso, más lo deseo y más me frustro. Además, sí, me encantaría que pasara algo más entre nosotras, pero francamente, cuando estoy en frío y lo pienso, me “cago” entera de pensar en tener que ser yo quien de el paso… se supone que ella es la experta en ese tema, así que no pienso pasar por el mal trago de andar yo ese primer tramo. Si quiere que demos el paso, va a tener que darme el pie para ello, sino me niego a abrasarme yo sola en ese fuego –le dijo Esther y ambas comieron de su hamburguesa en silencio durante unos minutos mientras cada una procesaba sus propias dudas y fantasmas-.
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Maca salió de la facultad completamente liberada. Acababa de realizar definitivamente su último examen y recibió el sol que golpeó su cara al salir del edificio con total entusiasmo. “Diosss… terminó la tortura” pensó sentándose en el césped para tomar el sol mientras esperaba a Claudia. Los recuerdos de Esther le llenaron la cabeza antes de que se diera cuenta, y una sonrisa brillante se perpetuó en su rostro por la nítida imagen de su sonrisa, de sus ojos, de sus labios… del “mohín” que solía hacer con su nariz cuando no le gustaba lo que estaba ocurriendo y aun así no se quejaba en voz alta. Definitivamente, concentrarse en estudiar cuando la dejaba en casa, había sido una auténtica tortura, pero no había podido renunciar a verla durante la semana porque el sólo hecho de escucharla hablar, de besarla a escondidas, de oler su pelo había sido más que suficiente para hacerla levitar durante las horas en las que se separaban. Era increíble lo mucho que le gustaba Esther, en todos sus sentidos.

-       ¡Por fiiiinnnnn!!!! –exclamó Claudia dejándose caer a su lado, y Maca hasta se sobresaltó por su interrupción-.
-       ¿Qué, cómo te ha ido? –le preguntó Maca reponiéndose-.
-       Creo que bien, pero no quiero repasarlo ni hablar de ello ahora mismo –le dijo Claudia-. ¿Y a ti?
-       Creo que bien también –le contestó y las dos guardaron silencio durante un ratito para desconectar sus neuronas del agotador examen-.
-       ¿A que hora tienes que ir al pub? –le preguntó Claudia, pues sabía que Maca trabajaba esa noche-.
-       A las diez y no me apetece nada de nada –le contestó Maca-.
-       Por qué será que no me sorprende –apuntó Claudia apoyándose en sus codos mientras le regalaba una mirada pícara y suspicaz-. ¿Qué, tienes planes con tu novia?

Maca la miró entornando los ojos, pues Claudia había formulado con retintín aquella última pregunta.

-       Ja… ja… muy graciosa –le contestó Maca, aunque era sorprendente lo rápido que se había hecho a la idea de tener pareja, y lo más increíble de todo es que en absoluto le molestaba, claro que aún no había tenido que vérselas con las embestidas de las clientas del pub porque entre Esther y tener que estudiar, no había salido en toda la semana-. He quedado en pasar a recogerla a las cinco, hoy comía con su amiga Laura.
-       Ohhh… comida de chismorreo. ¿Qué, te estarán evaluando? ¿tú que crees? –Claudia disfrutó pinchándola un poco-.
-       No seas egocéntrica… -le dijo Maca fingiendo que no le importaba caerles bien o no a sus amigas, y cambió de tema-. ¿Tú que piensas hacer? ¿Te dejarás caer esta noche por el pub?
-       Por supuesto. Pienso correrme una juega de “tres pares de narices”. Paso de dormir sola otro fin de semana más… ¡por fin, se terminaron los exámenes! –musitó Claudia con júbilo y alivio, y Maca se le quedó mirando, porque en el fondo era justo, lo mismo, que ella estaba pensando hacer aquel fin de semana-.
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Tras una llamada de teléfono, una comida rápida con Claudia, y pasar por su apartamento para cambiarse de ropa y coger el otro casco, Maca envistió su moto hacia el lugar donde había quedado en pasar a recoger a Esther. En cuanto entró en la calle, la divisó sentada tomándose un helado con Laura en uno de los bancos del pequeño parque mirando hacia la carretera, esperándola. Aparcó frente a ellas y se quitó el casco.

-       Hola, ¿así que ni me esperáis para el helado, no? –fue el saludo que Maca les hizo adjunto a una sonrisa insultante de felicidad por tener frente a sí de nuevo a Esther-.

A Esther casi se le cayó el helado de la mano de puro nervio. En cuanto la vio descender de la moto con aquellos vaqueros que le quedaban de muerte y la vio recolocarse el pelo por encima de uno de sus hombros en uno de sus gestos tan típicos, se quedó sin habla y sin memoria, sólo existía ella.

-       Hola cariño –le susurró Maca acercándose a ella, y la besó brevemente-. Hola Laura, ¿cuánto tiempo? ¿cómo estás?

La saludó Maca, y a Laura le había pasado algo parecido a lo de Esther, que se había quedado “agilipollada” perdida tras ver descender a aquella musa de su Harley Davidson azul cobalto.

-       Eh… holaaa… si. Yo bien, ¿y tú? –le devolvió el saludo Laura con dos besos-
-       Muy bien. Me dijo Esther que también hoy terminabas los exámenes, ¿que tal ha ido? El mío era una locura, pero me ha ido bastante bien –se interesó Maca mientras se ponía otra vez al lado de Esther-. Se te está derritiendo el helado –le dijo a Esther mientras esperaba la respuesta de Laura y sin preguntar, cogió la mano con la que Esther sujetaba el helado y se lo acercó a los labios para chuparlo antes de que el líquido pusiera perdida a Esther-. ¡Está buenísimo! –señaló Maca haciéndole un guiño a Esther, la cual estaba convencida que se le veía la baba a kilómetros de distancia, chorreando-.

A Laura le costó también lo suyo concentrarse tras ver aquella escena que no tenía precio. Había tenido tiempo para asimilar a Esther con Maca, pero verlo en directo era otra cosa muy distinta. Ahora entendía muchísimo mejor las altas combustiones de su amiga, ella estaba convencida de que ya se le hubiera puesto en bolas y lanzado al cuello.

-       ehh.. pues bien, creo que lo aprobaré. La verdad es que no me creo que haya terminado. Supongo que hasta que no salgamos esta noche no lo asimilaré del todo –se centró Laura y se dio cuenta de que se avivaba ante la idea. Pues Eva le había prometido que lo celebrarían por todo lo alto-.

Maca sonrió a Esther cuando ésta empezó a reaccionar y le brindó esta vez su helado para que lo compartieran, cosa que Maca aceptó con gusto.

-       ¿Entonces vais a salir? ¿a dónde pensáis ir? –se interesó por aquello Maca, y se dirigió a ambas para no dar por sentado que Esther tenía que renunciar a sus planes con sus amigas-.
-       Creo que vamos a cenar a un sitio nuevo que ha descubierto Eva, y luego supongo que saldremos por chueca –le contestó Laura-. Eva me ha prometido que no nos recogeremos hasta que desayunemos churros.
-       Jajaja… osea, que va a ser una señora juerga ¿no? –se rió Maca, pues su humor iba mejorando por momentos, y el entusiasmo de Laura empezó a ser contagioso-.
-       En toda regla, tú lo has dicho… aunque como los pubs cierran sobre las cuatro, vamos a ver donde nos metemos hasta las ocho de la mañana para los churros –señaló Laura haciendo un gesto gracioso con la nariz-.
-       ¿Y tú? ¿Te apuntas con nosotras? –le preguntó Esther, pues no habían hablado aún de sus planes para ese fin de semana-.
-       Yo trabajo esta noche en el pub, le he cambiado el turno a Virginia para coger la noche del sábado libre, me lo han confirmado esta mañana por eso no te lo he dicho antes –le anunció Maca a Esther-.
-       Ahh… -exclamó Esther algo decepcionada ante la idea de que no las acompañara-.
-       Pero si os pasáis por el pub antes de la hora del cierre, me engancho a la salida –les dijo Maca, pero sólo miraba a Esther-.
-       Eso está hecho, ¿verdad Esther? –dijo Laura-.
-       Claro que sí –lo corroboró Esther que con reticencia apartó los ojos de la sonrisa y los atrayentes labios de Maca para prestar un poco de atención a su amiga-.
-       Bueno, pues yo creo que me voy a ir a casa a dormir una siesta porque sino esta noche no hay quien aguante. ¿Te llamó cuando me despierte para quedar? –le preguntó Laura tirando ya a la basura los restos de su helado-.
-       Sí, claro –le contestó Esther-.
-       Perfecto. Nos vemos a la noche Maca –se despidió de ella Laura-.
-       Hasta la noche –le contestó Maca con una sonrisa-.
-       Ahhh… y cuidado con lo que hacéis hasta entonces, eh… tortolitas –les gritó Laura ya cruzando la calle, y Esther supo que lo había hecho a propósito, pues si la hubiera tenido al lado la hubiera estrangulado en aquel mismo momento-
-       Jajaja…. Descuida –le contestó Maca riendo-.

Y luego miró como Esther se ponía roja y le enviaba una mirada asesina a Laura por haber no sólo dicho aquellas palabras, sino por el retintín y la picaresca que había empleado para decirlas. Ahora si estaba segura de que aquellas dos habían hablado de ella en su ausencia.

-       ¿Qué? ¿Habéis despotricado a gusto sobre mí? –se aventuró Maca a lanzarle el golpe, y Esther se puso más roja todavía, cosa que hizo estallar a Maca en otra sonora carcajada-….jajajjajaja… ya veo.
-       ¡Ohhh cállate! –se quejó Esther viendo que Maca estaba disfrutando tomándole el pelo y le arreó un suave puñetazo en el hombro-.
-       Jajjajajaj…. Vale, vale –terminó de reírse Maca, pero dejó el tema de inmediato en cuanto clavó sus insistentes ojos en los de Esther-. ¿No piensas darme un beso? Creí que te iba a dar algo cuando te he saludado con uno antes, ¿o es que te daba vergüenza que estuviera Laura? No se si te ha molestado, porque no hemos hablado de esto todavía, pero me salió sin más… espero no haberme pasado…
-       ¿Sabes…? -la interrumpió Esther y la miró con los ojos entrecerrados. Cada vez le gustaba más la cercanía que tenían entre ellas-.
-       Dime –quiso saber Maca-.
-       Piensas demasiado –la acusó Esther y luego tiró de su camiseta atrayéndola hacia ella para darle un prolongado y auténtico beso que no las liberó hasta pasados unos maravillosos instantes-. Y contestando a tu pregunta, no, no me da nada de vergüenza que me beses ni besarte delante de ella… si casi me da algo cuando lo has hecho ha sido sólo por esos vaqueros tan ceñidos que llevas y porque verte bajar de la Harley creo que es demasiado para cualquiera, y sino, se lo preguntamos esta noche a Laura que creo que ese charquito de ahí es el que han hecho sus babas –le dijo Esther señalando una mancha en el suelo ya más animada y resuelta-.
-       Jajajajaja… ¡Estás loca! –le dijo Maca, y cogió su cara entre las manos para volver a besarla-. Encantadora e irresistiblemente loca, ¿lo sabes no?
-       Mmm… si, y no tengo ni idea de quien puede ser la culpa –señaló Esther fingiendo hacerse la tonta, lo que hizo que ambas se rieran en el acto-.
-       Me he pasado todo el día queriendo verte –le susurró Maca con la voz más tomada tras los besos que no podía dejar de darle-.

Esther deslizó sus brazos alrededor de aquella fina y sensual cintura para aproximar más el cuerpo de Maca a ella, pues se había bajado del banco y ahora descansaba las caderas contra su respaldo con Maca entre sus brazos.

-       Pues ya somos dos –le dijo Esther-.
-       ¿Tú también querías verte? –se burló de ella Maca para distraer un poco a las terminaciones nerviosas que se habían puesto a funcionar por todo su cuerpo mandándole mensajes receptivos del aumento de temperatura que estaba teniendo, del hormigueo que empezaba a recordarle aquel fino deseo entre las piernas y de lo cálidamente apetecible que se le antojaba el cuerpo de Esther pegado al suyo-.
-       Ja…ja… muy graciosa –le contestó Esther y acercándose a su boca le susurró-… sabes muy bien lo que quiero decir…

Y Maca lo supo perfectamente cuando Esther la apretó contra ella firmemente al mismo tiempo que llamaba con rapidez a la puerta de sus labios e introducía su lengua suave, húmeda y curiosa en cada recodo de su deseosa boca.

46

Viernes noche.

El local estaba hasta los topes. Maca no había parado de servir copas desde las once y media de la noche, y ya iban a dar casi las tres de la mañana. La noche se le estaba haciendo interminable y en lo único que podía pensar era en ver aparecer a Esther. ¿Dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? ¿Cómo se lo estaría pasando? Por primera vez en mucho tiempo estar tras aquella barra se le antojó un infierno, y empezó a molestarse con las entradas a modo de coqueteo que le hacían algunas de las chicas que se acercaban al bar en busca de algo más.

-       ¿Qué te pongo? –preguntó mecánicamente Maca-.
-       Un malibú con piña, un vozka con naranja y una cocacola –le dijo la portavoz de un grupo de tres-.

Asintió y empezó a servir la bebida, las chicas empezaron a hablar por lo bajo entre ellas y Maca se armó de paciencia cuando vio por el rabillo del ojo como sus dos compañeras le daban un codazo a la chica que le había pedido las bebidas para que se animara. “Por Dios, otra nooo…” pensó, sabiendo que tendría que despacharla amablemente.

-       Aquí tenéis, son quince euros –les dijo Maca tratando de hablar para el grupito-.

Las chicas pagaron y Maca fue hacia la caja para devolverles el cambio, cuando se giró para volver a la barra la chica que le había pedido las copas estaba ya sola. “Mierda!” pensó Maca.

-       Aquí tienes el cambio –le dijo Maca devolviéndole cinco euros-.

Y para su sorpresa la chica le sujetó la mano con la que se los devolvía. Ambas se quedaron mirándose apenas un segundo.

-       Perdona, perdona… no se como… ¡Dios que vergüenza! ¿pero que estoy haciendo? –la joven se puso roja en menos de un segundo al darse cuenta de que había atrapado la mano de una total desconocida sólo porque llevaba toda la noche soñando con hacerlo-.

Maca ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, aquella no era el tipo de chica que se atrevía a lanzarse de aquella forma y no la vio venir. Sin embargo, parecía de repente tan apurada que Maca se sintió obligada a tranquilizarla.

-       No pasa nada, tranquila –le dijo y sonrió para corroborar sus palabras-.
-       Perdona de verdad, yo no suelo… bueno, yo no suelo ser tan … ¿descarada? –la chica se aventuró a poner un calificativo a su gesto, y Maca no pudo evitar sonreír ante su bochorno y su calificativo-.
-       De verdad, no pasa nada, no te preocupes –le aseguró Maca y se dispuso a seguir trabajando pero la chica volvió a llamar su atención-.
-       Espera!... –la detuvo. Maca se le quedó mirando-.
-       ¿Sí?
-       Es que es la primera vez que vengo a Madrid,  y desde que he entrado no he podido evitar fijarme en ti, no es que espere nada, ni nada, pero se que me arrepentiré si no te pregunto algo aunque me respondas que no… -empezó a hablar atropelladamente la joven, y Maca esperó a que terminara- Me preguntaba si podrías bailar conmigo una canción... sólo un baile, nada más –le aseguró la joven y después agachó la mirada un instante hacia su copa antes de enfrentarse al veredicto de Maca-.

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Por fin Esther consiguió arrastrar a las chicas al pub de Maca. La cena había estado muy bien, la comida era buena, las ganas de fiesta aún mejores y pese a que había tenido la sensación de hacer un poco de carabina, Esther se lo había pasado en grande con los pildorazos que se traían entre manos sus dos amigas últimamente. Como habían decidido que beberían, se habían desplazado primero en metro y más tarde en taxi hasta la zona de ambiente. Esther había querido entrar directamente al pub donde estaba Maca, pero Eva y Laura habían insistido en que una vez estuviera con ella las dejaría tiradas, y que aquel no era el plan de fin de curso del que habían hablado. Así que pese a morirse de ganas, Esther accedió a ir de pub en pub mientras trataba que sus dos amigas no la emborracharan, lo cual le fue más fácil a medida que ellas sí lo hacían. Ya habían dado las tres de la mañana cuando Laura y Eva accedieron a concluir la noche en el pub de Maca como habían prometido. A Esther la espera se le había hecho eterna. Hacía siete horas que no besaba a Maca, y el pulso se le salía de la yugular sólo de pensar en volver a hacerlo. El cosquilleo empezó a aparecer en las puntas de sus pies en cuanto entró en el local y el ambiente familiar de la música, la tenuidad y la gente le anunció que estaba dentro. Tiró de Laura y ésta lo hizo de Eva, llevaban un buen rato que no se soltaban de la mano, y Esther estaba convencida de que en cuanto se quitara de en medio, pasaría algo entre ellas. Ambas estaban demasiado bebidas para mentirse en cuanto a sus sentimientos, o lo que era lo mismo, no estaban en condiciones para razonar suficientemente el por qué no hacerlo. La sonrisa se ensanchó en su cara ante la cercana promesa de que en cuanto se adentraran un poco más podría verla, y así fue, esquivó a un par de grupos de chicas y allí estaba la barra del bar y tras ella, Maca. Esther sintió en su espalda el empujón que acababa de recibir de Laura y luego de Eva al detenerse tan bruscamente.

-       Pero que… -Laura iba a quejarse por el choque cuando miró hacia donde los ojos de Esther se clavaban-. ¿Quién es esa?!!

Preguntó con malas pulgas, pues había una chica acaparando a Maca en la barra y ésta le sonreía y hablaba con ella con los codos apoyados en el bar. Esther no respondió, aturdida. No porque Maca hablara con otras chicas, eso siempre lo había hecho y además, ella no era celosa… “¿no lo soy?” se preguntó internamente Esther, pero el vuelco que acababa de darle el corazón no parecía muy dispuesto a contestar negativamente a aquella pregunta. Aquello sin duda fue lo que la paralizó, aquel irracional miedo a que todo fuera demasiado bonito para ser verdad.
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-       Lo siento, pero no puedo salir de la barra, hay mucho trabajo –le dijo Maca a fin de no darle una negativa personal directamente-.
-       Ah, no tiene por qué ser ahora, mis amigas y yo vamos a quedarnos hasta que cerréis, puedo esperar –le dijo la joven que volvió a actuar antes de pensárselo dos veces-. ¡Mierda! Parezco una desesperada o peor, una acosadora… ¿pero qué coño estoy haciendo? –se dijo a sí misma por lo bajo, aunque Maca la escuchó, y luego levantó una mano para despedirse de aquella guapísima bar-woman a fin de no hacer más el ridículo-. Perdona, y olvida lo que te he dicho, no te molesto más… lo siento. ¡Patético! –se dijo mientras se disponía a alejarse-.

A Maca le dio lástima. Se le notaba a la legua que lo de ligar en los bares no era lo suyo, y que había utilizado todo su coraje y algunas copas para acercarse a hablar con ella.

-       Oye, espera… -la llamó Maca suspirando. No podía creerse lo que estaba a punto de hacer. Se recostó sobre la barra para hablar con la chica cuando se  volvió a acercar a ella con una esperanza en los ojos-. Mira, de verdad que me halaga que quieras bailar conmigo, pareces una buena chica y me sabría mal que te lo tomaras como algo personal, pero es que además del trabajo tengo novia, y estoy esperándola, por lo que no me parecería bien aceptar tu invitación aunque sólo sea un baile.
-       Ah, ¿tienes novia?... ¡claro que tienes novia, que tontería! –la chica pasó de la esperanza, a la desilusión y luego a la aceptación. A Maca la expresividad de su rostro le recordó al de Esther, y sonrió abiertamente, tenía tantas ganas de verla que si no llegaba antes de que cerraran el pub ya había decidido localizarla por el móvil e ir a buscarla-. Bueno, gracias por ya sabes… no “darme la patada” directamente, te lo agradezco. Aun no puedo creerme que me haya atrevido a proponértelo…jajaja… es la primera vez en mi vida que hago algo así si te digo la verdad… y no estoy muy segura de querer volver a repetirlo en muchoooo… muchoooo tiempo –la chica se había relajado tras ver como Maca la miraba y al percatarse que también le habían hecho gracia sus comentarios. Ya no se sentía tan patética ni tan avergonzada y se alegró de poder hablar con aquella bellísima mujer que le había parecido una diosa con aquella camiseta de tirantes roja y aquel pelo largo suelto sobre sus hombros desnudos, que distraían, no en demasía, de su generoso y bien proporcionado escote-.
-       Jajaja… Bueno, nadie dijo que dar el primer paso fuera fácil, pero a veces tiene sus recompensas arriesgarse. De hecho por aquí hay bastantes chicas a las que seguro les encantaría que les propusieras un baile –la animó Maca a que siguiera disfrutando de la noche-.
-       Sí, seguro… -no la creyó la joven poniendo los ojos en blanco graciosamente-
-       Jaja… ¿no me crees? –la joven le devolvió una mirada de “por favor..”, y Maca no pudo evitar sonreír-. Esta bien, busquemos una chica para ti… -le dijo de pronto Maca haciendo un gracioso juego de cejas para ella, y la chica abrió tanto los ojos que Maca volvió a reírse-. Vamos a ver…

Maca alzó la mirada en busca de alguien agradable con quien la joven pudiera divertirse antes de que una de las vampiresas del local terminara por cazarla, pero al hacerlo se topó de pronto con Esther y todo se desvaneció en un segundo. El corazón empezó a latir frenético en mitad del pecho, y aguantó la respiración sin darse cuenta. ¡Estaba guapísima! Por acto reflejo su sonrisa se ensanchó más todavía para ella y el brillo de sus ojos los trasformó en dos “canicas” acristaladas, su estado de júbilo le impidió darse cuenta hasta pasados unos instantes de que Esther en cambio tenía una expresión entre aterrada y sorprendida en el rostro. Maca frunció el ceño en muda pregunta al darse cuenta, y Esther desvió apenas una milésima de segundo los ojos de ella hacia la chica de la barra, luego aturdida y avergonzada volvió a mirarla. Maca siguió sus ojos, y de pronto entendió lo que pasaba… “¿Está celosa?... –se preguntó, y al volver a mirarla y comprobar que Esther se avergonzaba, lo supo-… ¡Dios, está celosa!”, a Maca casi se le escapó una risa ante la idea, pero la contuvo a modo de sonrisa.

-       Perdona, te tengo que dejar –se disculpó Maca con la joven, y antes de que nadie la retuviera avisó a su compañera para que la cubriera-.

La sonrisa no le desapareció durante todo el recorrido. Esther sintió sus penetrantes y hermosos ojos clavarse en ella hasta dejarla sin aliento. Su figura, y aquella camiseta roja sobresalían de todo lo demás, y el cuerpo empezó a temblarle cuando la sonrisa de Maca cambió sutilmente de cándida a malévola. Cuando fue capaz de reaccionar Maca ya estaba frente a ella.

-       No vuelvas a dejarme tanto tiempo sola … -musitó Maca con la voz tomada, y a Esther se le derramó por la piel cada palabra como si fuera lava hirviendo-.

El cuerpo le tiritó, los ojos se cerraron inevitablemente, y aquel sabor afrodisíaco de los labios de Maca hicieron que todo empezara a dar vueltas cuando Maca la atrapó por la cintura y empezó a besarla como si no hubiera nadie más en aquel estruendoso espacio.

Continuará...

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