“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
Continuará...
45
Maca guardó el teléfono sin mirar tan
siquiera de quien era la llamada. Miró a Esther y supo que habían ido demasiado
lejos para frenar aquello, sin embargo aquel pequeño toque había bastado para
recordarle dónde se encontraban. ¿En serio quería hacer el amor con Esther así?
¿con prisas, sin la calma de no verse interrumpidas por alguien o por algo? ¿en
un “aquí te pillo, aquí te mato”? ¿En serio así era como iba a ofrecerle su
primera vez a Esther? La respuesta fue tan rotundamente negativa, que apartó su
cuerpo hirviendo de ella a pesar de arriesgarse a sufrir un bajón de tensión
por el frenazo. En su lugar le cogió de la mano.
-
Creo
que es hora de irnos a la calle –le dijo Maca tirando de ella-.
-
¡¡¡¿Lo
dices en serio?!!! –a Esther casi se le pusieron los ojos en blanco, no podía
creerse que Maca se estuviera reponiendo tan rápidamente de lo que acababan de
compartir allí de pie. A ella aún le temblaba todo el cuerpo-.
Maca se giró, aun le ardía la piel, le
brillaban los ojos, y su voluntad estaba tan al filo del precipicio que si no
salían de allí sabía que cometería una locura, optó por ser sincera.
-
Si
nos quedamos aquí… -Maca le soltó la mano, e hizo un gesto de querer abrazarla
con mucho más que ternura, aunque finalmente se conformó con posar sus manos
sobre los hombros de Esther para explicárselo-… estoy a un paso de perder las
formas de todas-todas, y no pienso permitir que la primera vez que nos
acostemos juntas sea en casa de tu madre, de Encarna, la jefa de enfermeras…
así que nos vamos, ahora, ya… y no discutas.
A Esther se le abrió la boca para decir algo,
pero las palabras no acudieron a ella tras procesar que Maca tenía dificultades
para contenerse y no hacerle el amor allí mismo. Antes de que pudiera reaccionar,
Maca ya tiraba de ella escaleras abajo.
-
¡Dios,
me vas a volver loca…! y pensar que creí que te portarías bien… Necesitamos
gente, mucha gente alrededor, esto no me puede estar pasando…-Maca farfullaba
inconexamente por lo bajo mientras descendía los escalones. Frenar con aquella
calentura encima no podía ser nada sano-.
-
Mejor
dicho no pasa porque tú no quieres, ¿no? -Esther iba a decir algo que la
calmara, pero no pudo evitar pincharla más todavía, en el fondo le hacía gracia
ver a Maca tan alterada y ser ella la causa-.
Maca se giró tras escucharla justo cuando
alcanzaban el recibidor. La miró entornando los ojos, y Esther pensó que estaba
de lo más sexy cuando se encontraba al límite.
-
Ohhhh,
noooo… no juegues conmigo, y no me tientes…. –le advirtió Maca, y por si ese
era el intencionado propósito de Esther, hizo acopio de una de sus armas, se
acercó a ella con experimentada soltura, rozó su mejilla con la suya, y le
susurró al oído-… o ya veremos si eres tan valiente este fin de semana.
A Esther se le erizó el bello sólo de sentir
su aliento en su pabellón auditivo, pero todas sus alertas se dispararon cuando
Maca se separó con una sonrisa pícara en los labios y ella pudo procesar sus
palabras.
-
¿Este
fin de semana? ¿Qué pasa este fin de semana? –preguntó Esther sin demora-
Entonces fue Maca la que no dejó de sonreír
satisfecha, abrió la puerta de la calle y ya no tuvo necesidad de tirar de
Esther, pues ésta empezó a andar tras ella a la espera de una respuesta que
Maca no se molestó en darle.
----
Viernes
al medio día.
Laura aparcó el coche y cruzó la calle. Ella
y Esther habían quedado para comer en el bar de siempre y con los exámenes de
repesca que había tenido que hacer Laura, apenas había tenido tiempo para
despotricar a gusto con su amiga. Estaba impaciente por someterla al tercer
grado, y no se refería en absoluto a aquellas conversaciones esquivas y telefónicas
con las que Esther la había despachado sólo para calmar sus ansias de cotilleo.
Que Esther y Maca estuvieran saliendo juntas era una bomba atómica, se mirase
por donde se mirase. Laura abrió la puerta, y miró hacia la barra. Esther se
giró cuando Daniel, el dueño, le avisó de que Laura acababa de entrar. La
sonrisa que ambas se regalaron anunció lo mucho que se habían echado de menos
aquellos días de salvaguarda.
-
Por
finnnn…. ¿Qué, cómo ha ido el último? ¿Lo aprobarás? –le preguntó Esther
abrazándola-.
-
Sí,
eso espero desde luego. Dani… una cola cuando puedas –le contestó Laura
mientras solicitaba una bebida-.
-
Otra
para mí, gracias Dani –se apuntó Esther, y las dos fueron andando hasta una de
sus mesas preferidas-.
-
Uffff…
pensaba que no iba a terminar nunca. Ni te haces una idea de lo que me ha
costado concentrarme después de saber la buena nueva. Aun no me puedo creer que
estéis saliendo… -le dijo Laura ya sentándose en su sitio, Esther quiso decir
algo, pero su amiga aun no había terminado y no le dejó meter baza, así que se
limitó a seguir sonriendo-… pero si está buenísima, por no hablar de que es la
reina de la independencia… tienes que volverme a contar cómo te lo pidió… -pero
volvió a cortar a Esther cuando iba a hacer lo que le pedía-…. ¡ES QUE ES
INCREÍBLE!... No me puedo creer que estés con ella. ¿Cómo besa? ¡De miedo, a
que si!... no, mejor no me lo digas, no quiero saberlo… imaginarte como
lesbiana se me hace bastante raro… no, mejor dímelo, quiero saberlo todo… ¿es
una diosa, a que sí?
-
Jajajajaja…
-Esther no pudo aguantar más para reírse-. ¡Estás como una cabra! Y sí, lo es
–respondió a su pregunta a pesar de todo-.
-
¿Qué
os pongo chicas? –Dani se acercó a llevarles los refrescos y tomarles nota-.
-
Yo
un número cuatro –pidió Esther, se sabían el menú de memoria-.
-
Yo
el seis, pero sin pepinillo y doble de queso –pidió Laura-. ¿Una de patatas
tres salsas?
-
Eso
ni se pregunta –le dijo Esther con un guiño y Daniel apuntó también las
patatas-.
-
Vale,
hamburguesa con bacon, cebolla y queso…. Y otra para ti, pero con doble de
queso y chili, y las patatas tres salsas ¿eso es todo? –resumió el camarero-.
-
De
momento, sí –dijeron ambas, y Daniel las dejó a sus anchas después de reírse
con ellas-.
-
Venga
cuéntamelo todo… -insistió Laura tras quedarse a solas-.
-
No
pienso contártelo desde el principio otra vez, te lo he contado mil veces al
teléfono –se quejó Esther divertida-.
-
Ya
lo sé, pero es que no me creo que durmierais juntas y no pasara nada –le dijo
Laura entrecerrando los ojos, aquella parte no era muy creíble-.
-
Me
lo dices o me lo cuentas… -susurró Esther por lo bajo. Laura no dijo nada, pero
la miró con insistencia hasta que su amiga se decidió a hablar-. Resulta que la
“Diosa de fuego”, es más “niña buena” de lo que dicen los rumores, o al menos
lo es cuando le importa alguien, porque no me ha tocado ni un pelo en toda la
semana y no será porque no lo he intentado, que estoy que trepo por las
paredes.
-
Jajajajaja….
–se rió Laura de la cara que puso Esther al decir aquello-.
-
¿Te
hace gracia? Pues, no la tiene… ni te imaginas cómo es estar pegada a ella, por
no hablar de cómo huele o cómo besa… ¡Dioss, cómo besa!, parece que te va a dar
un patatus en cualquier momento. Creo que no estaba tan caliente desde… -Esther
se paró haciendo como si se lo pensaba apenas un instante mientras se metía una
de las patatas que acababan de llevarles en la boca-…. ¡NUNCA! ¡Nunca he estado
tan caliente en mi vida! –terminó reconociendo Esther con una puesta de ojos
desorbitados que tuvo su recompensa inmediata-.
-
Jajajjaja…
vale, vale… lo pillo –Laura estalló otra vez en una carcajada, y Esther la
secundó. Desde luego era muy distinto compartir aquellos pensamientos en
persona que al teléfono-. Pero, alguna explicación tiene que tener ¿no?...
porque la Maca
que yo recuerdo, te comía con los ojos nada más te dabas la vuelta –apuntó
Laura-, y muchas veces sin que te la dieras.
-
Quiere
que nos lo tomemos con calma –dijo Esther con un gesto resignado de hombros-.
No es que yo esté en contra de ir despacio, en realidad me parece encantador y
si fuera un chico u otra persona quien lo hiciera, me encantaría que fuera tan
considerada, pero… -Esther creía no estar explicándose muy bien “qué
estupideces estoy diciendo”, pensó al escucharse-
-
Pero
es Maca, y llevas obsesionada con ella desde casi dos años, y estás que
revientas… -concluyó Laura por ella, pues entendía muy bien aquella sensación
constante de estar a punto de explotar, y no podía hacerse una idea de lo que
sería poder besarse con Eva sin dar pie a nada más, cosa que estaba sufriendo
Esther en su propia carne pero con Maca-.
-
¡Eso!
–exclamó Esther agradecida por no tener que explicarlo, pero pronto volvió a
deshincharse-. Es que, llevo dos años sin acostarme con nadie, y te juro que
era muy fácil no pensar en ello, de hecho ni lo pensaba, hasta que me di cuenta
de lo que realmente sentía por ella y ahora parece que me he convertido en el
anticristo de los cuentos de hadas de Disney… en lugar de romanticismo, sólo
tengo sueños eróticos con ella. ¡Es horrible! ¿verdad?
-
Jajajjajaja…
-Laura no pudo evitar reírse ante sus palabras-. Lo que te pasa es totalmente
normal Esther, no es nada horrible ni mucho menos.
-
Pero
yo nunca…. –Esther se calló en cuanto Daniel empezó a acercarse a la mesa para
llevarles los platos, ambas esperaron a que se marchara para proseguir con la
conversación-. Es que yo nunca había soñado con alguien “haciéndolo” –y aquella
confesión fue un susurro-.
Laura la miró extrañada, sin comprenderla.
-
¿Qué
quieres decir?
-
Pues
eso, que bueno sí, he tenido sueños eróticos pero normalmente eran por alguna
película y nunca era yo en el sueño la que me veía queriendo hacer “cosas” con
alguien, pero es que con Maca si me veo “haciendo cosas” y deseando que me
“haga cosas”… y yo nunca había tenido ese tipo de sueños con nadie, y es una
tortura cuando quedamos juntas, como el miércoles para ir al cine. Hacían esa
comedia romántica que tanto me apetecía ver, y nos la tragamos entera, pero yo
en lo único que pensaba cuando me cogía de la mano era en besarla por todas
partes, y en hacerle el amor allí mismo, no se si me entiendes –le explicó
Esther y Laura sonrió entendiéndola perfectamente-.
-
Vale,
resumiendo, que como no os dejéis llevar pronto te da un infarto y que te
mueres por acostarte con ella –le dijo Laura-.
-
Básicamente,
sí… y … SÍ –concluyó afirmativamente Esther-.
-
¿Y
qué piensas hacer? –le preguntó Laura-.
-
Nada
–le contestó Esther-.
-
¿Nada?
-
Eso
mismo, nada. Porque cuanto más lo pienso, más lo deseo y más me frustro.
Además, sí, me encantaría que pasara algo más entre nosotras, pero francamente,
cuando estoy en frío y lo pienso, me “cago” entera de pensar en tener que ser
yo quien de el paso… se supone que ella es la experta en ese tema, así que no
pienso pasar por el mal trago de andar yo ese primer tramo. Si quiere que demos
el paso, va a tener que darme el pie para ello, sino me niego a abrasarme yo
sola en ese fuego –le dijo Esther y ambas comieron de su hamburguesa en
silencio durante unos minutos mientras cada una procesaba sus propias dudas y
fantasmas-.
----
Maca salió de la facultad completamente
liberada. Acababa de realizar definitivamente su último examen y recibió el sol
que golpeó su cara al salir del edificio con total entusiasmo. “Diosss… terminó
la tortura” pensó sentándose en el césped para tomar el sol mientras esperaba a
Claudia. Los recuerdos de Esther le llenaron la cabeza antes de que se diera
cuenta, y una sonrisa brillante se perpetuó en su rostro por la nítida imagen
de su sonrisa, de sus ojos, de sus labios… del “mohín” que solía hacer con su
nariz cuando no le gustaba lo que estaba ocurriendo y aun así no se quejaba en
voz alta. Definitivamente, concentrarse en estudiar cuando la dejaba en casa,
había sido una auténtica tortura, pero no había podido renunciar a verla
durante la semana porque el sólo hecho de escucharla hablar, de besarla a
escondidas, de oler su pelo había sido más que suficiente para hacerla levitar
durante las horas en las que se separaban. Era increíble lo mucho que le
gustaba Esther, en todos sus sentidos.
-
¡Por
fiiiinnnnn!!!! –exclamó Claudia dejándose caer a su lado, y Maca hasta se
sobresaltó por su interrupción-.
-
¿Qué,
cómo te ha ido? –le preguntó Maca reponiéndose-.
-
Creo
que bien, pero no quiero repasarlo ni hablar de ello ahora mismo –le dijo
Claudia-. ¿Y a ti?
-
Creo
que bien también –le contestó y las dos guardaron silencio durante un ratito
para desconectar sus neuronas del agotador examen-.
-
¿A
que hora tienes que ir al pub? –le preguntó Claudia, pues sabía que Maca
trabajaba esa noche-.
-
A
las diez y no me apetece nada de nada –le contestó Maca-.
-
Por
qué será que no me sorprende –apuntó Claudia apoyándose en sus codos mientras
le regalaba una mirada pícara y suspicaz-. ¿Qué, tienes planes con tu novia?
Maca la miró entornando los ojos, pues
Claudia había formulado con retintín aquella última pregunta.
-
Ja…
ja… muy graciosa –le contestó Maca, aunque era sorprendente lo rápido que se
había hecho a la idea de tener pareja, y lo más increíble de todo es que en
absoluto le molestaba, claro que aún no había tenido que vérselas con las embestidas
de las clientas del pub porque entre Esther y tener que estudiar, no había
salido en toda la semana-. He quedado en pasar a recogerla a las cinco, hoy
comía con su amiga Laura.
-
Ohhh…
comida de chismorreo. ¿Qué, te estarán evaluando? ¿tú que crees? –Claudia
disfrutó pinchándola un poco-.
-
No
seas egocéntrica… -le dijo Maca fingiendo que no le importaba caerles bien o no
a sus amigas, y cambió de tema-. ¿Tú que piensas hacer? ¿Te dejarás caer esta
noche por el pub?
-
Por
supuesto. Pienso correrme una juega de “tres pares de narices”. Paso de dormir
sola otro fin de semana más… ¡por fin, se terminaron los exámenes! –musitó
Claudia con júbilo y alivio, y Maca se le quedó mirando, porque en el fondo era
justo, lo mismo, que ella estaba pensando hacer aquel fin de semana-.
----
Tras una llamada de teléfono, una comida
rápida con Claudia, y pasar por su apartamento para cambiarse de ropa y coger
el otro casco, Maca envistió su moto hacia el lugar donde había quedado en
pasar a recoger a Esther. En cuanto entró en la calle, la divisó sentada
tomándose un helado con Laura en uno de los bancos del pequeño parque mirando
hacia la carretera, esperándola. Aparcó frente a ellas y se quitó el casco.
-
Hola,
¿así que ni me esperáis para el helado, no? –fue el saludo que Maca les hizo
adjunto a una sonrisa insultante de felicidad por tener frente a sí de nuevo a
Esther-.
A Esther casi se le cayó el helado de la mano
de puro nervio. En cuanto la vio descender de la moto con aquellos vaqueros que
le quedaban de muerte y la vio recolocarse el pelo por encima de uno de sus
hombros en uno de sus gestos tan típicos, se quedó sin habla y sin memoria,
sólo existía ella.
-
Hola
cariño –le susurró Maca acercándose a ella, y la besó brevemente-. Hola Laura,
¿cuánto tiempo? ¿cómo estás?
La saludó Maca, y a Laura le había pasado
algo parecido a lo de Esther, que se había quedado “agilipollada” perdida tras
ver descender a aquella musa de su Harley Davidson azul cobalto.
-
Eh…
holaaa… si. Yo bien, ¿y tú? –le devolvió el saludo Laura con dos besos-
-
Muy
bien. Me dijo Esther que también hoy terminabas los exámenes, ¿que tal ha ido?
El mío era una locura, pero me ha ido bastante bien –se interesó Maca mientras
se ponía otra vez al lado de Esther-. Se te está derritiendo el helado –le dijo
a Esther mientras esperaba la respuesta de Laura y sin preguntar, cogió la mano
con la que Esther sujetaba el helado y se lo acercó a los labios para chuparlo
antes de que el líquido pusiera perdida a Esther-. ¡Está buenísimo! –señaló
Maca haciéndole un guiño a Esther, la cual estaba convencida que se le veía la
baba a kilómetros de distancia, chorreando-.
A Laura le costó también lo suyo concentrarse
tras ver aquella escena que no tenía precio. Había tenido tiempo para asimilar
a Esther con Maca, pero verlo en directo era otra cosa muy distinta. Ahora
entendía muchísimo mejor las altas combustiones de su amiga, ella estaba
convencida de que ya se le hubiera puesto en bolas y lanzado al cuello.
-
ehh..
pues bien, creo que lo aprobaré. La verdad es que no me creo que haya
terminado. Supongo que hasta que no salgamos esta noche no lo asimilaré del
todo –se centró Laura y se dio cuenta de que se avivaba ante la idea. Pues Eva
le había prometido que lo celebrarían por todo lo alto-.
Maca sonrió a Esther cuando ésta empezó a
reaccionar y le brindó esta vez su helado para que lo compartieran, cosa que
Maca aceptó con gusto.
-
¿Entonces
vais a salir? ¿a dónde pensáis ir? –se interesó por aquello Maca, y se dirigió
a ambas para no dar por sentado que Esther tenía que renunciar a sus planes con
sus amigas-.
-
Creo
que vamos a cenar a un sitio nuevo que ha descubierto Eva, y luego supongo que
saldremos por chueca –le contestó Laura-. Eva me ha prometido que no nos
recogeremos hasta que desayunemos churros.
-
Jajaja…
osea, que va a ser una señora juerga ¿no? –se rió Maca, pues su humor iba
mejorando por momentos, y el entusiasmo de Laura empezó a ser contagioso-.
-
En
toda regla, tú lo has dicho… aunque como los pubs cierran sobre las cuatro,
vamos a ver donde nos metemos hasta las ocho de la mañana para los churros
–señaló Laura haciendo un gesto gracioso con la nariz-.
-
¿Y
tú? ¿Te apuntas con nosotras? –le preguntó Esther, pues no habían hablado aún
de sus planes para ese fin de semana-.
-
Yo
trabajo esta noche en el pub, le he cambiado el turno a Virginia para coger la
noche del sábado libre, me lo han confirmado esta mañana por eso no te lo he
dicho antes –le anunció Maca a Esther-.
-
Ahh…
-exclamó Esther algo decepcionada ante la idea de que no las acompañara-.
-
Pero
si os pasáis por el pub antes de la hora del cierre, me engancho a la salida
–les dijo Maca, pero sólo miraba a Esther-.
-
Eso
está hecho, ¿verdad Esther? –dijo Laura-.
-
Claro
que sí –lo corroboró Esther que con reticencia apartó los ojos de la sonrisa y
los atrayentes labios de Maca para prestar un poco de atención a su amiga-.
-
Bueno,
pues yo creo que me voy a ir a casa a dormir una siesta porque sino esta noche
no hay quien aguante. ¿Te llamó cuando me despierte para quedar? –le preguntó
Laura tirando ya a la basura los restos de su helado-.
-
Sí,
claro –le contestó Esther-.
-
Perfecto.
Nos vemos a la noche Maca –se despidió de ella Laura-.
-
Hasta
la noche –le contestó Maca con una sonrisa-.
-
Ahhh…
y cuidado con lo que hacéis hasta entonces, eh… tortolitas –les gritó Laura ya
cruzando la calle, y Esther supo que lo había hecho a propósito, pues si la
hubiera tenido al lado la hubiera estrangulado en aquel mismo momento-
-
Jajaja….
Descuida –le contestó Maca riendo-.
Y luego miró como Esther se ponía roja y le
enviaba una mirada asesina a Laura por haber no sólo dicho aquellas palabras,
sino por el retintín y la picaresca que había empleado para decirlas. Ahora si
estaba segura de que aquellas dos habían hablado de ella en su ausencia.
-
¿Qué?
¿Habéis despotricado a gusto sobre mí? –se aventuró Maca a lanzarle el golpe, y
Esther se puso más roja todavía, cosa que hizo estallar a Maca en otra sonora
carcajada-….jajajjajaja… ya veo.
-
¡Ohhh
cállate! –se quejó Esther viendo que Maca estaba disfrutando tomándole el pelo
y le arreó un suave puñetazo en el hombro-.
-
Jajjajajaj….
Vale, vale –terminó de reírse Maca, pero dejó el tema de inmediato en cuanto
clavó sus insistentes ojos en los de Esther-. ¿No piensas darme un beso? Creí
que te iba a dar algo cuando te he saludado con uno antes, ¿o es que te daba
vergüenza que estuviera Laura? No se si te ha molestado, porque no hemos
hablado de esto todavía, pero me salió sin más… espero no haberme pasado…
-
¿Sabes…?
-la interrumpió Esther y la miró con los ojos entrecerrados. Cada vez le
gustaba más la cercanía que tenían entre ellas-.
-
Dime
–quiso saber Maca-.
-
Piensas
demasiado –la acusó Esther y luego tiró de su camiseta atrayéndola hacia ella
para darle un prolongado y auténtico beso que no las liberó hasta pasados unos
maravillosos instantes-. Y contestando a tu pregunta, no, no me da nada de
vergüenza que me beses ni besarte delante de ella… si casi me da algo cuando lo
has hecho ha sido sólo por esos vaqueros tan ceñidos que llevas y porque verte
bajar de la Harley
creo que es demasiado para cualquiera, y sino, se lo preguntamos esta noche a
Laura que creo que ese charquito de ahí es el que han hecho sus babas –le dijo
Esther señalando una mancha en el suelo ya más animada y resuelta-.
-
Jajajajaja…
¡Estás loca! –le dijo Maca, y cogió su cara entre las manos para volver a
besarla-. Encantadora e irresistiblemente loca, ¿lo sabes no?
-
Mmm…
si, y no tengo ni idea de quien puede ser la culpa –señaló Esther fingiendo
hacerse la tonta, lo que hizo que ambas se rieran en el acto-.
-
Me
he pasado todo el día queriendo verte –le susurró Maca con la voz más tomada
tras los besos que no podía dejar de darle-.
Esther deslizó sus brazos alrededor de
aquella fina y sensual cintura para aproximar más el cuerpo de Maca a ella,
pues se había bajado del banco y ahora descansaba las caderas contra su
respaldo con Maca entre sus brazos.
-
Pues
ya somos dos –le dijo Esther-.
-
¿Tú
también querías verte? –se burló de ella Maca para distraer un poco a las
terminaciones nerviosas que se habían puesto a funcionar por todo su cuerpo mandándole
mensajes receptivos del aumento de temperatura que estaba teniendo, del
hormigueo que empezaba a recordarle aquel fino deseo entre las piernas y de lo
cálidamente apetecible que se le antojaba el cuerpo de Esther pegado al suyo-.
-
Ja…ja…
muy graciosa –le contestó Esther y acercándose a su boca le susurró-… sabes muy
bien lo que quiero decir…
Y Maca lo supo perfectamente cuando Esther la
apretó contra ella firmemente al mismo tiempo que llamaba con rapidez a la
puerta de sus labios e introducía su lengua suave, húmeda y curiosa en cada
recodo de su deseosa boca.
46
Viernes
noche.
El local estaba hasta los topes. Maca no
había parado de servir copas desde las once y media de la noche, y ya iban a
dar casi las tres de la mañana. La noche se le estaba haciendo interminable y
en lo único que podía pensar era en ver aparecer a Esther. ¿Dónde estaría? ¿Qué
estaría haciendo? ¿Cómo se lo estaría pasando? Por primera vez en mucho tiempo
estar tras aquella barra se le antojó un infierno, y empezó a molestarse con
las entradas a modo de coqueteo que le hacían algunas de las chicas que se
acercaban al bar en busca de algo más.
-
¿Qué
te pongo? –preguntó mecánicamente Maca-.
-
Un
malibú con piña, un vozka con naranja y una cocacola –le dijo la portavoz de un
grupo de tres-.
Asintió y empezó a servir la bebida, las
chicas empezaron a hablar por lo bajo entre ellas y Maca se armó de paciencia
cuando vio por el rabillo del ojo como sus dos compañeras le daban un codazo a
la chica que le había pedido las bebidas para que se animara. “Por Dios, otra
nooo…” pensó, sabiendo que tendría que despacharla amablemente.
-
Aquí
tenéis, son quince euros –les dijo Maca tratando de hablar para el grupito-.
Las chicas pagaron y Maca fue hacia la caja
para devolverles el cambio, cuando se giró para volver a la barra la chica que
le había pedido las copas estaba ya sola. “Mierda!” pensó Maca.
-
Aquí
tienes el cambio –le dijo Maca devolviéndole cinco euros-.
Y para su sorpresa la chica le sujetó la mano
con la que se los devolvía. Ambas se quedaron mirándose apenas un segundo.
-
Perdona,
perdona… no se como… ¡Dios que vergüenza! ¿pero que estoy haciendo? –la joven
se puso roja en menos de un segundo al darse cuenta de que había atrapado la
mano de una total desconocida sólo porque llevaba toda la noche soñando con
hacerlo-.
Maca ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar,
aquella no era el tipo de chica que se atrevía a lanzarse de aquella forma y no
la vio venir. Sin embargo, parecía de repente tan apurada que Maca se sintió
obligada a tranquilizarla.
-
No
pasa nada, tranquila –le dijo y sonrió para corroborar sus palabras-.
-
Perdona
de verdad, yo no suelo… bueno, yo no suelo ser tan … ¿descarada? –la chica se
aventuró a poner un calificativo a su gesto, y Maca no pudo evitar sonreír ante
su bochorno y su calificativo-.
-
De
verdad, no pasa nada, no te preocupes –le aseguró Maca y se dispuso a seguir
trabajando pero la chica volvió a llamar su atención-.
-
Espera!...
–la detuvo. Maca se le quedó mirando-.
-
¿Sí?
-
Es
que es la primera vez que vengo a Madrid,
y desde que he entrado no he podido evitar fijarme en ti, no es que
espere nada, ni nada, pero se que me arrepentiré si no te pregunto algo aunque
me respondas que no… -empezó a hablar atropelladamente la joven, y Maca esperó
a que terminara- Me preguntaba si podrías bailar conmigo una canción... sólo un
baile, nada más –le aseguró la joven y después agachó la mirada un instante
hacia su copa antes de enfrentarse al veredicto de Maca-.
----
Por fin Esther consiguió arrastrar a las
chicas al pub de Maca. La cena había estado muy bien, la comida era buena, las
ganas de fiesta aún mejores y pese a que había tenido la sensación de hacer un
poco de carabina, Esther se lo había pasado en grande con los pildorazos que se
traían entre manos sus dos amigas últimamente. Como habían decidido que
beberían, se habían desplazado primero en metro y más tarde en taxi hasta la
zona de ambiente. Esther había querido entrar directamente al pub donde estaba
Maca, pero Eva y Laura habían insistido en que una vez estuviera con ella las
dejaría tiradas, y que aquel no era el plan de fin de curso del que habían
hablado. Así que pese a morirse de ganas, Esther accedió a ir de pub en pub mientras
trataba que sus dos amigas no la emborracharan, lo cual le fue más fácil a medida
que ellas sí lo hacían. Ya habían dado las tres de la mañana cuando Laura y Eva
accedieron a concluir la noche en el pub de Maca como habían prometido. A
Esther la espera se le había hecho eterna. Hacía siete horas que no besaba a
Maca, y el pulso se le salía de la yugular sólo de pensar en volver a hacerlo.
El cosquilleo empezó a aparecer en las puntas de sus pies en cuanto entró en el
local y el ambiente familiar de la música, la tenuidad y la gente le anunció
que estaba dentro. Tiró de Laura y ésta lo hizo de Eva, llevaban un buen rato
que no se soltaban de la mano, y Esther estaba convencida de que en cuanto se
quitara de en medio, pasaría algo entre ellas. Ambas estaban demasiado bebidas
para mentirse en cuanto a sus sentimientos, o lo que era lo mismo, no estaban
en condiciones para razonar suficientemente el por qué no hacerlo. La sonrisa
se ensanchó en su cara ante la cercana promesa de que en cuanto se adentraran
un poco más podría verla, y así fue, esquivó a un par de grupos de chicas y
allí estaba la barra del bar y tras ella, Maca. Esther sintió en su espalda el
empujón que acababa de recibir de Laura y luego de Eva al detenerse tan
bruscamente.
-
Pero
que… -Laura iba a quejarse por el choque cuando miró hacia donde los ojos de
Esther se clavaban-. ¿Quién es esa?!!
Preguntó con malas pulgas, pues había una
chica acaparando a Maca en la barra y ésta le sonreía y hablaba con ella con
los codos apoyados en el bar. Esther no respondió, aturdida. No porque Maca
hablara con otras chicas, eso siempre lo había hecho y además, ella no era
celosa… “¿no lo soy?” se preguntó internamente Esther, pero el vuelco que
acababa de darle el corazón no parecía muy dispuesto a contestar negativamente
a aquella pregunta. Aquello sin duda fue lo que la paralizó, aquel irracional miedo
a que todo fuera demasiado bonito para ser verdad.
----
-
Lo
siento, pero no puedo salir de la barra, hay mucho trabajo –le dijo Maca a fin
de no darle una negativa personal directamente-.
-
Ah,
no tiene por qué ser ahora, mis amigas y yo vamos a quedarnos hasta que
cerréis, puedo esperar –le dijo la joven que volvió a actuar antes de pensárselo
dos veces-. ¡Mierda! Parezco una desesperada o peor, una acosadora… ¿pero qué
coño estoy haciendo? –se dijo a sí misma por lo bajo, aunque Maca la escuchó, y
luego levantó una mano para despedirse de aquella guapísima bar-woman a fin de
no hacer más el ridículo-. Perdona, y olvida lo que te he dicho, no te molesto
más… lo siento. ¡Patético! –se dijo mientras se disponía a alejarse-.
A Maca le dio lástima. Se le notaba a la
legua que lo de ligar en los bares no era lo suyo, y que había utilizado todo
su coraje y algunas copas para acercarse a hablar con ella.
-
Oye,
espera… -la llamó Maca suspirando. No podía creerse lo que estaba a punto de
hacer. Se recostó sobre la barra para hablar con la chica cuando se volvió a acercar a ella con una esperanza en
los ojos-. Mira, de verdad que me halaga que quieras bailar conmigo, pareces
una buena chica y me sabría mal que te lo tomaras como algo personal, pero es que
además del trabajo tengo novia, y estoy esperándola, por lo que no me parecería
bien aceptar tu invitación aunque sólo sea un baile.
-
Ah,
¿tienes novia?... ¡claro que tienes novia, que tontería! –la chica pasó de la
esperanza, a la desilusión y luego a la aceptación. A Maca la expresividad de
su rostro le recordó al de Esther, y sonrió abiertamente, tenía tantas ganas de
verla que si no llegaba antes de que cerraran el pub ya había decidido localizarla
por el móvil e ir a buscarla-. Bueno, gracias por ya sabes… no “darme la
patada” directamente, te lo agradezco. Aun no puedo creerme que me haya
atrevido a proponértelo…jajaja… es la primera vez en mi vida que hago algo así
si te digo la verdad… y no estoy muy segura de querer volver a repetirlo en
muchoooo… muchoooo tiempo –la chica se había relajado tras ver como Maca la
miraba y al percatarse que también le habían hecho gracia sus comentarios. Ya
no se sentía tan patética ni tan avergonzada y se alegró de poder hablar con
aquella bellísima mujer que le había parecido una diosa con aquella camiseta de
tirantes roja y aquel pelo largo suelto sobre sus hombros desnudos, que
distraían, no en demasía, de su generoso y bien proporcionado escote-.
-
Jajaja…
Bueno, nadie dijo que dar el primer paso fuera fácil, pero a veces tiene sus
recompensas arriesgarse. De hecho por aquí hay bastantes chicas a las que
seguro les encantaría que les propusieras un baile –la animó Maca a que
siguiera disfrutando de la noche-.
-
Sí,
seguro… -no la creyó la joven poniendo los ojos en blanco graciosamente-
-
Jaja…
¿no me crees? –la joven le devolvió una mirada de “por favor..”, y Maca no pudo
evitar sonreír-. Esta bien, busquemos una chica para ti… -le dijo de pronto
Maca haciendo un gracioso juego de cejas para ella, y la chica abrió tanto los
ojos que Maca volvió a reírse-. Vamos a ver…
Maca alzó la mirada en busca de alguien agradable
con quien la joven pudiera divertirse antes de que una de las vampiresas del
local terminara por cazarla, pero al hacerlo se topó de pronto con Esther y todo
se desvaneció en un segundo. El corazón empezó a latir frenético en mitad del
pecho, y aguantó la respiración sin darse cuenta. ¡Estaba guapísima! Por acto
reflejo su sonrisa se ensanchó más todavía para ella y el brillo de sus ojos
los trasformó en dos “canicas” acristaladas, su estado de júbilo le impidió
darse cuenta hasta pasados unos instantes de que Esther en cambio tenía una
expresión entre aterrada y sorprendida en el rostro. Maca frunció el ceño en
muda pregunta al darse cuenta, y Esther desvió apenas una milésima de segundo los
ojos de ella hacia la chica de la barra, luego aturdida y avergonzada volvió a
mirarla. Maca siguió sus ojos, y de pronto entendió lo que pasaba… “¿Está
celosa?... –se preguntó, y al volver a mirarla y comprobar que Esther se
avergonzaba, lo supo-… ¡Dios, está celosa!”, a Maca casi se le escapó una risa
ante la idea, pero la contuvo a modo de sonrisa.
-
Perdona,
te tengo que dejar –se disculpó Maca con la joven, y antes de que nadie la
retuviera avisó a su compañera para que la cubriera-.
La sonrisa no le desapareció durante todo el
recorrido. Esther sintió sus penetrantes y hermosos ojos clavarse en ella hasta
dejarla sin aliento. Su figura, y aquella camiseta roja sobresalían de todo lo
demás, y el cuerpo empezó a temblarle cuando la sonrisa de Maca cambió
sutilmente de cándida a malévola. Cuando fue capaz de reaccionar Maca ya estaba
frente a ella.
-
No
vuelvas a dejarme tanto tiempo sola … -musitó Maca con la voz tomada, y a
Esther se le derramó por la piel cada palabra como si fuera lava hirviendo-.
El cuerpo le tiritó, los ojos se cerraron
inevitablemente, y aquel sabor afrodisíaco de los labios de Maca hicieron que
todo empezara a dar vueltas cuando Maca la atrapó por la cintura y empezó a
besarla como si no hubiera nadie más en aquel estruendoso espacio.
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