martes, 30 de octubre de 2012

Dibujada en mi mente -cap 55- (FIN. TOMO 1)



“DIBUJADA EN MI MENTE"
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.



55


Las cortinas estaban echadas, el silencio acunaba la estancia, y Maca dormía a un lado de la cama hecha un ovillo. Esther se acercó despacio y se arrodilló en el suelo a su lado… parecía tan tranquila, su rostro era tan sereno… “Maca…” su nombre resbaló dulcemente de entre sus labios, el miedo a haberle hecho daño con su silencio la atemorizaba quizás más que el hecho de perderla. Le acarició la cara mientras apartaba aquellos suaves mechones de pelo que tan bien conocía, y suspiró intensamente… consciente en ese momento de que estaba aguantando la respiración, tenía miedo. “¿Qué voy a decirle?... ¿qué pasará ahora?” se preguntaba, pero aquellas dudas no se resolverían hasta que afrontaran la situación cara a cara y escuchara de boca de Maca lo que tuviera que decirle. Siguió acariciándola, velando su sueño, a la espera… y casi como si Maca pudiera escuchar los engranajes que no dejaban de correr en la cabeza de Esther, Maca terminó abriendo con lentitud sus párpados hasta conseguir focalizar su imagen.

-       ¡Estás aquí! –pronunció Maca adormecida todavía, y a Esther le alegró y al mismo tiempo le entristeció que en sus palabras se reflejara una muestra de alivio-.
-       Sí –contestó Esther aun sabiendo que no había sido una pregunta, y cerrando los ojos depositó un beso dulce y lento en sus labios-. ¡Me quedo contigo!

Esther pronunció aquellas palabras de la nada, no había pensado en ello, pero tampoco se sorprendió ni se mostró arrepentida tras escuchar de su propia voz una decisión que no sabía que su corazón ya había tomado.

-       ¿qué quieres decir? –le preguntó sin entender Maca, sorprendida, despertándose más tras escuchar aquellas palabras-.

Esther sonrió para ella, y acarició con las yemas de sus dedos su lindo rostro.

-       Que me quedo contigo, no voy a aceptar la beca –le respondió Esther y luego volvió a besarla-…. Perdóname, lo siento… no debí dejar que te enteraras de esta forma.

Maca estaba aturdida, un remolino de felicidad se asentaba en su pecho, y sin embargo la pesadez de un rotundo “no” martilleaba su cabeza. Se apartó lentamente de ella y se incorporó en la cama mientras Esther la seguía en silencio con la mirada.

-       Esther, espera un momento… -Maca trataba de entender lo que estaba sucediendo, de hecho creía entenderlo perfectamente pero esperaba no estar en lo cierto-… creí que ya habías aceptado la beca, Kate me dijo que teníais los trámites hechos… que es una gran oportunidad para ti y que estabas contenta.
-       Bueno si, pero eso no importa… lo anularemos, no pueden obligarme a ir, y yo quiero estar contigo –le respondió Esther sentándose en la cama a su lado-.

Maca la miró como si no la conociera. Veía sus ojos decididos defender sus palabras, y veía su risa tranquila revolotear en su cara, y sin embargo lo que decía chocaba frontalmente con aquella Esther apasionada por lo que hacía, llena de ganas de vivir, de volar, de aprender… que sin duda se moría por una oportunidad como la que Kate le había contado a Maca que estaba al alcance de su mano.

-       NO!.... ¡no vas a quedarte! –le dijo Maca bruscamente, no por ella, sino porque el dolor que el puñal que ella misma había acabado por clavarse, le había retorcido las tripas, y aun así luchaba por ignorarlo con todas sus fuerzas-.
-       Maca no pasa nada yo… -Esther se arrimó a ella para hacerle entender su decisión, su dureza de pronto le dio miedo-.
-       No, Esther… -Maca detuvo aquellas manos que pretendieron sujetar su cara-… escúchame tú. No voy a permitir que renuncies a una oportunidad así por mí, por nosotras –corrigió Maca y luego alzó la mirada hacia Esther. Al mirar sus ojos se dio cuenta de que temblaba-. Sería una carga en nuestro equipaje que quizá no llegáramos a superar, y no podría soportar sentirme culpable por ello.
-       Pero Maca, es mi decisión… yo no quiero… no puedo pensar en... –Esther había tratado de evitar pensar en ello, y ahora que notaba como todo su cuerpo la ahogaba se daba cuenta de por qué-… me mata no estar cerca de ti, no sé si puedo hacerlo.

Se miraron. La profundidad y la consciencia de entender perfectamente aquellos miedos, aquellos sentimientos, las envolvió a ambas aislándolas del resto. El amor no entiende de razón, pero la razón tampoco al corazón… y allí estaban ellas, en medio de aquel juego que llaman vida, con sus caminos y sus senderos de cuatro vías en la que sólo tú decides cual tomar hasta el siguiente cruce, hasta la próxima toma de decisiones… y andar, y andar con la esperanza de que aquella persona que has encontrado en una de esas curvas, y que hace que te olvides de que estabas sola, no vuelva a perderse en mitad de aquella jungla.
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Un mes después.

El fin del verano asomaba sus orejas de lobo hasta entonces ignoradas. Maca y Esther no se habían separado más que lo imprescindible en sus vacaciones, y tácitamente evitaban pensar en aquella separación inevitable que se avecinaba. Ambas luchaban porque los lazos de su relación cada vez fueran más firmes y resistieran aquel acuerdo de estar unidas pese a la distancia, a pesar de que en la oscuridad de sus soledades, los demonios y las dudas seguían atemorizándolas.

-       ¿Cómo llevas el tema del equipaje? –le preguntó Maca mientras comían en su apartamento-.
-       Ufff… es de locos. Mi madre se cree que me voy al tercer mundo o algo así, y no hace más que comprar cosas… voy a necesitar cien mil maletas –le contestó Esther y volvió a agachar la mirada hacia el plato-.

Maca la observó. No era la primera vez que notaba a Esther abatida, a medida que se acercaba la fecha de partida era más frecuente ver en ella la ilusión y la desolación en pocos segundos de diferencia, luego conseguían cambiar de tema y volvía a tratar de mostrarse tan llena de vida como siempre. Le preocupaba.
Dejó el cubierto sobre la mesa y se levantó de la silla, Esther alzó la cabeza y la vio andar hasta ella.

-       Hazme sitio –le pidió Maca-.
-       ¿Qué? –Esther se sorprendió, pero se retiró un poco de la mesa cuando vio que Maca pensaba sentarse en su regazo-…jajaja… ¡Estás loca! –le dijo, normalmente era ella la que se sentaba en sus rodillas, y el cambio la hizo reír, era muy agradable tenerla entre sus brazos, aunque francamente, al ser más alta pesaba más que ella-. ¿A qué viene este arrebato?

Maca se acurrucó sobre ella y hundió la cara en su cuello.

-       Quiero ver si aún puedes conmigo, porque no creo que esta vez pueda yo sola –le susurró Maca, y Esther cerró los ojos entendiendo lo que le decía. Ambas iban a tener que ser fuertes-.
-       Te quiero –le dijo Esther al cabo de unos segundos mientras la besaba en el hombro-.
-       Y yo a ti… -le respondió Maca mirándola ya a la cara. Las dos se besaron en los labios-… Esto no va a ser ninguna despedida, lo sabes ¿no?
-       Sí –respondió Esther, pero entonces ¿por qué se le partía el alma en dos sólo de pensar en estar lejos de ella?... le entraron ganas de llorar, pero recordó lo que acababa de pedirle Maca sutilmente, tenía que ser más fuerte por ella, por las dos. Recurrió a lo único que podía evitar que se hundiera más, su humor-. ¿Tendremos cibersexo?
-       Jajajajaja… ¿qué? –Maca se rió ante aquel cambio de atmósfera radical-.

Esther sonrió, escuchar su risa franca y escandalosa era lo mejor del mundo.

-       Ya sabes, web cam, tú y yo... –Esther alzó una ceja divertida y luego añadió arrugando la nariz mientras hacia una mueca pícara y lasciva-… ¡hagamos guarrerías!
-       Jajajajaja… con que guarrerías ¿eh? –Maca reía, su espontaneidad y sus locuras eran un bálsamo para sus oscuridades-.
-       Ohhhh siii…. Tengo la mente llena de ellas ahora mismito –le verificó Esther insinuándose a ella-.
-       ¿ah si? –Maca entró en el juego de su mutuo coqueteo. Era increíble como la sangre se le encendía sólo ante aquella mirada despierta y hambrienta que Esther siempre lucía cuando empezaba a desearla-. Pues eso, tengo que verlo…

Y el susurro de sus últimas palabras hizo que ambas cayeran en la trampa de aquel beso profundo que fue preludio de un desenfrenado sexo en plena mesa de la cocina.
….

Noche previa al viaje.

Las cuatro amigas habían salido aquella noche. Cenaron y trataron de divertirse un rato todas juntas, pero Laura no podía creerse aún que Esther fuera a estar tan lejos de ella, y Maca pese a sus esfuerzos por distender la atmósfera melancólica que las envolvía, se iba ahogando a cada minuto que pasaba. A la una de la mañana, todas decidieron finalizar aquel teatro. Laura se abrazó a Esther, y se despidió de ella… ambas lloraron y luego rieron avergonzadas por el arrebato, prometiéndose que se conectarían por el msn y el facebook para estar informadas una de la otra. Eva también abrazó a Esther y le dio un beso de cariño en los labios… “cuídate, preciosa… que disfrutes de la experiencia”, le dijo… y Esther se lo agradeció, y le pidió que cuidara a Laura, ya que ella no iba a poder vigilarla, y tras un par de bromas con las que se rieron todas, se dieron las buenas noches y las dos parejas se separaron. Maca enlazó sus dedos con los de Esther mientras caminaban en silencio hasta el coche. Había sido duro convencer a la madre de Esther de que aquella noche la pasaría fuera de casa, pero le prometió llegar a tiempo para el desayuno y el resto del día lo pasaría con ella, ya que el avión no salía hasta las nueve de la noche del día siguiente.

-       ¿Estás bien? –le preguntó Maca pese a saber la respuesta, pero el silencio la estaba matando-.

Esther alzó la cara, hasta ahora puesta en sus pasos, y los ojos se le enturbiaron.

-       Oh, cariño…. –Maca la abrazó y la atrajo hacia sí. Esther soltó algunas lágrimas entre sus brazos. Nunca imaginó que una oportunidad que le había hecho tan feliz, se transformaría en algo tan triste-.
-       Lo siento –se disculpó Esther tras reponerse, sintiéndose mal por no cumplir con su parte del trato-.
-       No pasa nada, mi amor… ¿mejor? –Maca le secó la cara con sus manos y se esforzó por brindarle una cálida sonrisa-.
-       Sí –le dijo Esther, sabiendo que mentía, pero si no se autoconvencía y cogía fuerza, no dejaría de llorar en toda la noche y ese no era el tipo de recuerdo que quería dejar a Maca en las últimas horas que pasaran juntas hasta volver a verse-.
-       Vayamos a casa –le dijo Maca tras darle un beso, y la atrajo hacia sí mientras caminaba a su lado con el brazo en su cintura-.

El apartamento de Maca hizo que Esther suspirara. En el último mes había pasado tantas horas entre aquellas paredes, haciendo el amor con Maca en casi todos sus rincones. Esther sonrió al recordar aquello.

-       ¿En qué piensas? –le preguntó Maca que no la perdía de vista, atenta a cada una de sus necesidades-.
-       En que voy a echar de menos asaltarte en cada rincón de esta casa –le dijo, y el recuerdo de besar a Maca, el acariciarla desnuda, sus gemidos, sus besos… sus palabras de amor imprevistas… hizo que un brillo bailara en sus pupilas-. Creo que hemos sabido aprovechar el tiempo, ¿no crees?

Maca vio como la fugaz vitalidad de Esther de pronto volvía a tornarse dramática y oscura. Se le acercó.

-       Aún nos queda mucho que disfrutar por delante –le dijo Maca, que Esther hablara tan derrotista la angustiaba-.
-       Es cierto… -reconoció Esther cabeceando, tenía que dejar de hacer aquello. No era el fin del mundo. Atrajo a Maca rodeándole la cintura con sus brazos-. Hablaremos todos los días.
-       Claro que sí –le aseguró Maca, aunque no hubiera sido una pregunta-.
-       Y nos veremos vía cámara web –le dijo Esther y Maca le recolocó el cabello detrás de la oreja mientras asentía-. Yo te contaré que he estado pintando a mujeres desnudas o quizá sean hombres…
-       Mmm… no sé cuál de los dos prefiero –dijo Maca arrugando la nariz, y el gesto hizo reír a Esther que la besó-.
-       Pensaré en ti constantemente, lo sabes –le aseguró Esther, y sus ojos empezaron a brillar de nuevo. Maca se quedó sin aliento ante aquella mirada que tan bien conocía-.

Las dos se quedaron en silencio. Maca tuvo unas ganas locas de gritarle “¡no te vayas!”, pero se mordió la lengua hasta que el dolor se equiparó con el que sentía internamente. Esther volvió a acercarse a su boca, y la besó lentamente… había un mar de sentimientos escondidos en su saliva, y Maca abrió sus labios para que la inundara con ellos. Despacio se dijeron todo lo que sus voces no decían, se hicieron el amor despacio, sin prisas… sus bocas hablaron de anhelo, sus gemidos del deseo y sus caricias de la melancolía que sentían. Hicieron el amor incansables, con una intensidad que las rompió en llanto, para luego volver a prenderlas con una pasión desmesurada… aquello no era una despedida, pero se le parecía tanto, que ambas se aferraron a cada recuerdo que estaban construyendo beso a beso, hora tras hora… Cuando se fueron a dar cuenta, ya era hora de volver a casa. Maca la llevó en el coche con la sensación de que lo que debería de hacer en realidad era raptarla… no dejar que cogiera ese avión nunca.

-       ¿De verdad no vas a venir al aeropuerto? –le preguntó por undécima vez Esther, pues Maca había dicho que no quería despedirse de ella en un aeropuerto, además estaba el tema de que la madre de Esther aun no sabía que salían juntas, y no quería montar una escena que no podría explicar delante de Encarna-.
-       ¡No me lo pongas más difícil! Ya lo hemos hablado –le pidió Maca, ya al límite de sus fuerzas-.
-       Sí lo se… perdona –Esther guardó silencio, no quería salir de aquel coche, no quería-.

Maca vio claramente que Esther necesitaba un empujón, sino nunca sería capaz de hacer lo que debía.

-       Tu madre debe de estar deseando pasar tiempo contigo –le dijo Maca-.
-       Lo sé, me siento como una mala hija –le dijo Esther mirando por el cristal hacia la puerta de su casa, y luego se giró para clavar sus ojos en ella-, pero es que sólo tengo deseos de estar contigo.

Maca le acarició la cara, se lo estaba poniendo tan, tan difícil.

-       Bueno, pues hagamos una cosa… ahora desayunas, te duchas, te acuestas o haces lo que tengas pensado hacer con tu madre, al medio día hablamos, y cuando vayas a coger el avión me pones un mensaje…. En unas horas estarás en Francia, y yo te prometo que me quedaré despierta toda la noche si es necesario para hablar contigo vía webcam o lo que quieras, ¿tienes el módem que te di? –le preguntó Maca con una sonrisa-.
-       Si –le aseguró Esther, recordando que la última semana Maca se había pasado parte del tiempo configurándole el ordenador y contratándole un operador que funcionara en cualquier país de Europa al que fuera, hasta que Esther se situara y pudiera conectarse a la red local, en previsión a que pudiera contar con ella en cualquier momento vía informática-.
-       Perfecto… pues esta noche tendremos nuestra primera velada romántica en París –le dijo Maca guiñándole un ojo mientras sonreía, y Esther sonrió también a su pesar, porque se deba cuenta del gran esfuerzo que Maca estaba haciendo-.

Esther se quitó el cinturón y se abalanzó sobre ella. Maca recibió aquel desesperado beso sintiendo que todo su ser se rompía a pedazos y sin embargo debía mantenerse entera.

-       Te quiero… -le dijo Esther y las lágrimas silenciosas volvían a empaparle la cara-.
-       No llores más… yo también te quiero –le dijo Maca tratando de limpiarle el rostro mientras seguían besándose, pero al cabo de unos segundos empezó a sentirse también la cara mojada-.
-       No llores mi amor… lo siento –le dijo Esther cuando se dio cuenta de que Maca había reventado, pero ninguna fue capaz de contener el llanto-.

Al cabo de unos minutos ambas se controlaron y trataron de no despedirse la una de la otra… se besaron, quedaron en hablar más tarde, y fingieron que era sólo una mañana más tras un apasionado fin de semana que habían pasado juntas. Cuando el coche enfiló la calle, Esther se tomó un tiempo antes de abrir la puerta de su casa. Maca sin embargo tuvo que pararse un par de manzanas después para poder desahogar todo el peso que llevaba dentro. Aquel iba a ser sin duda el año más largo de sus vidas.

Fin (Tomo 1)

3 comentarios:

  1. Ooohh!!!
    Para cuando el tomo 2??? ;-)

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    1. Pronto... No te preocupes. La historia continua de todas todas.

      Un saludo y gracias por seguir por aqui

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  2. Sigh....sabes lo que pense cuando esta leendo de nuevo todo esto??? Algo que sonaba como "no se si quiero de verdad leer de nuevo el tomo dos".....siiiiiiiiiiiiiiigh

    y despues de un segundo naturalmente me he ido a leer de nuevo el tomo dos porquè no puedo frenarme

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