(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
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En menos de un
instante, Maca perdió el control por completo. Llevaba tanto tiempo
esperándola, ansiando verla, tocarla, besarla… sus manos se sentían tan
necesitadas, deseosas de recorrer un cuerpo que tenían miedo de olvidar por la
distancia, que se escabulleron por su cuenta bajo el borde del vestido de
Esther raudas y veloces, perdiendo toda compostura.
-
Oh, Dios mío… -gimió Esther tomando aire, de
pronto recordó que su madre siempre le había advertido que no jugara con fuego
si no quería quemarse. Maca era la prueba viviente de que llevaba razón-.
Maca se detuvo
con el pulso batiéndole a mil revoluciones, y un vértigo ensordecedor.
-
Esto no está bien… -susurró Maca apoyándose
contra la mesa para no caerse-.
-
Daría lo que fuera por estar en tu apartamento
ahora mismo –musitó consumida Esther, sentía que la piel le ardía y sólo había
sido un beso-.
-
Pero no lo estamos… y a mí me va a dar algo. ¿Es
que quieres volverme loca? ¿Sabes cuándo fue la última vez que guardé celibato
cuatro meses? –Maca estaba dispuesta a recurrir a la ironía y al humor, con tal
de salir de aquel canto de sirenas que le susurraba “arrástrala al cuarto de
baño y hazla tuya… ya”-. Mmm… deja que lo piense…. ¡No, negativo! ¡Tantísimo
que ni me acuerdo! Por si se te ha olvidado, yo no solía ser una “niña buena”
antes de conocerte –le susurró Maca levantando una ceja, y aquella alusión a
sus reformados hábitos de “doña libertinaje” a “novia del año” consiguieron
sacarle una sonrisa a Esther-. No puedes ponerte ante mí, con esos ojitos de
corderito, esa piel de loba y pedirme que te bese sin más, porque ¿sabes
qué?... no quiero besarte, lo que quiero es comerte entera… ¡por el amor de
Dios!… ¡estamos en casa de tu madre! ¡MI JEFA DE ENFERMERAS! –Maca desorbitó
los ojos en aquel punto mientras bajaba la voz-… y yo sólo tengo ganas de
echarte un polvo que te haga temblar hasta las orejas, ¿te ha quedado claro?
-
Claridad meridiana, sí –respondió Esther con una
sonrisa insultante en la cara-.
-
Agggrr… -Maca tuvo que gruñir de pura
impotencia. Era mirarla y querer volverse loca otra vez. Quiso tocarla, pero se
contuvo… - ¡Me vas a matar! Pórtate bien y ten piedad de mí, ¿quieres?… por lo
menos hasta mañana… hasta que podamos hacer lo que no podemos hacer aquí y
ahora –le pidió Maca ya alejándose de ella y buscando los bombones y las pastas
de té en la despensa para distraerse-. Será mejor que empecemos a cumplir con
lo que nos ha pedido tu madre o…
Esther se abrazó
a su espalda haciéndola enmudecer de golpe. Maca era todo lo que había deseado,
sin tan siquiera saber que la había soñado.
-
Te quiero –le susurró, y lo decía de verdad-.
-
Yo también te quiero –se rindió Maca de nuevo y
suspiró entre sus brazos, su dulzura era sobrecogedora, no podía contra ella,
ni tampoco quería combatirla-.
-
Me portaré bien, y… rogaré porque sea mañana –le
aseguró Esther antes de soltarla-.
-
Por Dios, sí… si hay alguien ahí arriba, por
favor que te oiga y que pase rápido esta noche, porque te juro que estoy que
exploto ya… -pronunció en plan cómico Maca mirando al cielo, aunque no dejaba
de ser cierto-.
-
Jajaja… lo se cariño, yo también –agradeció
Esther verla de nuevo con su sentido del humor, pues la había visto muy tensa
desde el aeropuerto-.
Esther depositó
un beso en su espalda y la liberó para seguir colocando las cosas en el
lavavajillas antes de poner en una bandeja el café y lo que le había pedido su
madre.
---
Maca no supo
dónde meterse el resto de la velada. Cuando llegaron con los cafés y los
dulces, Encarna, Claudia y Kate ya estaban sentadas en el sofá frente a la tele
viendo la proyección de una cinta de vídeo con una Esther de menos de medio
metro de altura. Para su consternación, le tocó sentarse con Esther en un dos
plazas, y la ternura que le despertaba verla de cría correteando y llena de
pinturas hasta las pestañas, no fue suficiente para salvaguardarla de aquel
deseo creciente que le estaba destrozando una vez más los nervios. “¿Es qué
siempre va a ser así?” se lamentó Maca de sentirse tan descontrolada. Pero era
tan consciente de la presencia de Esther a su lado, que casi podía escuchar el
crepitar de sus medias cuando cruzó las piernas en un acto tan casual y tan
erótico para Maca, que no pudo evitar que su mirada se clavara en sus rodillas,
en lo visible de sus muslos apretados, cálidos… tan suaves, tiernos y tersos
como los recordaba…. Maca empezó a salivar sin darse cuenta, y al levantar la
mirada se topó con la sonrisa de Esther que sabía perfectamente en lo que
estaba pensando y descruzó las piernas apretando el muslo contra el de ella. La
mirada de Maca se clavó como un relámpago en el televisor, pues como un rayo
había sido el chispazo que se disparó hacia su entrepierna en ese preciso
instante.
-
Desde luego ya apuntabas maneras –comentó Claudia-.
-
Jajaja… bueno, yo no diría tanto… creo que
pintaba con todo menos con las brochas –contestó Esther, tras verse a si misma
pisando con las deportivas llenas de pintura azul una hoja de dibujo-.
-
Jajaja… Es que ya estabas innovando –apuntó
Kate, que estaba encantada de ver aquel video-.
-
Tuve que tirar la ropa a la basura, y me pasé
casi tres días quitándole restos de pintura cuando la bañaba…jajaja… -les contó
Encarna. Adoraba aquella cinta, porque Esther apenas tenía cinco años y acababa
de recibir su primer equipo de pinturas… nunca había visto a su hija disfrutar
tanto como aquel día-.
Aquel
pensamiento hizo que Encarna buscara a su hija en aquel instante, y al igual
que en la cinta la vio sonreír feliz, pero esta vez no le sonreía a ella y a la
cámara, sino que sonreía sólo para Maca mientras disimuladamente se dejaba caer
junto a ella en el respaldo acariciándole en el proceso la pierna.
“Definitivamente… ha crecido muy rápido”, pensó Encarna con un suspiro y volvió
a concentrarse en la Esther de cinco años.
---
23 de diciembre. A la mañana siguiente.
Esther bajó las
escaleras al trote. Maca le había hecho una llamada perdida en el móvil, y eso
significaba que la esperaba ya en la puerta con el motor encendido. Su madre
salió a su encuentro antes de que alcanzara el recibidor.
-
Eiii, eiii…. No tan deprisa, ¿es que te quieres
partir la cabeza? –la regañó con una sonrisa como cuando era más pequeña-.
Esther también
le sonrió, y dio un salto para salvar los últimos peldaños.
-
Me están esperando, mamá… llego tarde -le dijo
Esther y le dio un rápido beso en la mejilla-.
-
¿Maca? –preguntó su madre con una ceja alzada-.
-
Sí, ha venido a recogerme… hemos quedado con Eva
y Laura –le dijo de pasada Esther-.
-
¡ya! –exclamó su madre más para sí que para su
hija. Lo que Esther estaba haciendo a sus veinte años, ella lo había hecho a
los dieciséis y al final tanto fue el cántaro a la fuente que tuvo que casarse
embarazada, algo de lo que no se arrepentía, pero que tampoco aconsejaría a
nadie… “bueno, al menos ellas no corren ese riesgo”, pensó por un instante
Encarna y al darse cuenta de lo que implicaba le dio un escalofrío, en ese
momento se dio cuenta de que jamás estaría preparada para imaginar a su hija y
el sexo, fuera con quien fuera-. ¿A qué hora vuelves?
Esther se giró
ante la pregunta, su madre no solía ser de esas madres que ponían hora.
-
No sé, ¿por? –se encogió de hombros Esther-.
-
Olvídalo… -Encarna también se dio cuenta de que
estaba actuando de forma extraña y desistió con un gesto-… anda vete.
Esther no se
quedó tranquila y se acercó a ella mientras se colocaba el abrigo.
-
¿qué pasa? ¿necesitas que vuelva a una hora?
¿quieres que hagamos algo o…? –preguntó Esther, el sentimiento de culpa por no
pasar todo su tiempo con su madre no era fácil de llevar después de haberla
tenido tan lejos-.
-
Bueno, había pensado que ya que he cogido estos
días libres, podíamos ir al cine y a cenar… ya sabes, salir un poco en plan
madre-hija… sin agobiar, claro… -quiso no presionarla Encarna-, pero salir un
poco juntas.
Esther sonrió.
-
De veras que te estás haciendo viejita eh mami…
-se burló de ella Esther sólo para escucharla, y en respuesta obtuvo un
pellizco en el trasero por meterse con ella. Esther la abrazó-. Me parece
genial, hagámoslo… ¿pero primero cena y luego cine, vale?
-
¿Sí? ¿te apetece? –su madre se animó al
instante-.
-
Claro que sí…. A las ocho y media estaré aquí,
¿de acuerdo? –le prometió Esther dándole un beso y ya alejándose por el
recibidor-.
-
Perfecto…. Te estaré esperando…. –se despidió su
madre de ella-.
-
Ciaooo
-
¡Pásatelo bien!... ¡Da recuerdos de mi parte!
-Encarna la vio salir por la puerta-.
-
Si…. De tu parte –gritó Esther despidiéndose con
la mano y cerrando tras ella-.
Encarna se quedó
contemplando la puerta de la calle, y se sorprendió del vacío, pero sobretodo
del silencio que se apoderaba de la casa cuando Esther se marchaba. Algo que no
debería ser tan evidente ya que su hija no era muy alborotadora ni habladora
cuando estaba en casa, pero sin embargo así era, y ahora se daba más cuenta que
nunca. “Definitivamente sí me estoy haciendo mayor… necesito un hobby o un
novio…jajaja”, se dijo para sí Encarna y hasta se rió por su ocurrencia. Por un
momento mientras volvía a la cocina estuvo tentada de mirar a escondidas desde
la ventana, pero no lo hizo… algunas curiosidades era mejor no satisfacerlas
nunca.
---
Maca esperó
ansiosa tamborileando con las manos el volante del coche. En cuanto la vio
salir por la puerta, su corazón aceleró todo lo que hasta ahora se había
contenido y se dio cuenta de que estaba mucho más que nerviosa. Su sonrisa
cristalina la iluminó antes incluso de abrir la puerta del coche, en un segundo
el aroma de Esther invadió el vehículo por completo y casi la hizo gemir de
ansiedad.
-
Hola preciosa –la saludó Esther tomando asiento a
su lado, y su voz se quedó en un susurro sin tan siquiera pretenderlo-.
-
Ho…. Mmgrr… -carraspeó Maca, no le salía la
voz-… hola
Esther sonrió
más todavía por aquello. Aún no lograba entender como alguien como ella podía
intimidar y causar tal deseo en alguien como Maca, a fin de cuentas era Maca la
impresionante, no hacía falta más que echarle un vistazo para darse cuenta de
ello. Sin embargo, cuando Maca la miraba, cuando estaban juntas… Maca la hacía
sentir la mujer más bella y especial del mundo, era un momento mágico al cual
Esther no terminaba de acostumbrarse. Con aquel pensamiento en la cabeza,
Esther cubrió la distancia que las separaba y la besó.
-
Tu madre podría… -Maca trató de prevenir un
posible desastre, pero Esther la hizo callar atrayéndola por la nuca y
reanudando un beso que no detuvo hasta sentir el total abandono de su formal y
precavida novia-.
-
Me moría de ganas de hacerlo, ¿tú no? –le
preguntó Esther liberándola a escasos centímetros aún de su boca-.
-
Ohh… ya lo creo que sí… -contestó Maca y se
lanzó esta vez ella a besarla, a lo que Esther no se opuso en absoluto-.
Al cabo de unos
minutos Esther empezó a preocuparse porque no hubieran ni tan siquiera movido
el coche. Maca tenía razón, su madre podía terminar pillándolas, pues parecía que
ninguna de las dos podía detenerse cuando empezaban.
-
Creo que… -Esther trató de hablar entre los
espacios de aire que le dejaba Maca mientras ésta seguía dándole cortos y
sensuales besos en los labios-… si no… -esta vez Maca le mordisqueo el labio
inferior haciéndole perder la cabeza-… mmm…. Oh, vale –gimió Esther y se dejó
llevar por la suavidad de aquella lengua que ya estaba cosquilleando la suya-.
Al cabo de unos
instantes las manos empezaron a tomar un serio papel entre las dos. Esther se
separó sin aliento.
-
Espera… ¡tiempo muerto! Uffff…. –Esther se pasó
las manos por el pelo mientras tomaba aire y trataba de detener el “tío vivo”
que se había apoderado de sus terminaciones nerviosas-… deberíamos marcharnos,
mover el coche de aquí antes de que nos pillen.
-
Ahora, ¿no? ¡¡¡Ahora!!! –Maca exhaló un
suspiro-. Ves, nunca me haces caso…. Me calientas en el peor sitio y luego
esperas que sirva para algo cuando me frenas de golpe…. Mira como me tienes el
pulso –le regañó Maca por hacerle siempre perder la cabeza y luego cortarla en
seco. La mano que pretendía arrancar el coche le temblaba. A Esther le pareció
muy dulce pese a todo-.
-
¿Estás insinuando que soy una calienta…? –Esther
se paró en aquel punto, ¿cómo lo llamarían?, “calienta braguetas” no pegaba mucho
dado que Maca era lo menos parecido a un chico-.
-
Bragas… -terminó la expresión Maca por ella, y
aquello hizo sonreír más aún a Esther-
-
¿Calienta bragas? –preguntó Esther divertida-.
-
Sí, exactamente eso es lo que estás hecha… y ¡me
estás matando NIÑAAAAAAAA…! –le gritó histérica Maca porque no conseguía atinar
con la llave. Aquel arrebato consiguió que Esther se meara de la risa y ella
también lo hizo tras escucharla. Hacerla reír era lo único que aliviaba la
tensión sexual que sentía por ella-.
Esther le dio un
beso en la cara mientras Maca ya ponía el coche en marcha.
-
Pues creo que aún te voy a dar otro motivo para
que quieras matarme –anunció Esther-… bueno en realidad dos.
Maca se le quedó
mirando sin terminar de introducir la primera marcha al coche. Esther le
devolvió la mirada con cara de niña buena.
-
Dispara… -le espetó Maca temiéndose más
desastres de los suyos-.
-
El primero es que tengo que estar aquí de vuelta
a las ocho y media, mi madre quiere que tengamos una noche en plan madre e hija
y no le he podido decir que no –le anunció Esther-.
Maca ya se
esperaba no poder retener a Esther con ella todo el tiempo, así que aquello no
supuso un duro golpe en sus expectativas, aún tenían por delante más de seis
horas para estar juntas.
-
Eso es normal, tu madre te ha echado mucho de
menos, no pasa nada –le dijo Maca entendiéndolo perfectamente-, ¿y el segundo
motivo? –quiso saber-.
-
He quedado con Eva y Laura a las cinco y media…
-soltó en plan rápido Esther, pues los planes iniciales entre Maca y ella habían
sido claros, comer juntas y pasar la tarde a solas-.
-
¡Estherrrr… noooo! –exclamó Maca golpeando el
manillar con la cabeza, rindiéndose ante las jugarretas que siempre le hacía su
novia. Sus planes de llevarla a algún buen sitio a comer y luego arrastrarla
hasta su apartamento se esfumaban-.
-
¡Lo siento! No podía decirles que no… Laura me
llamó y…. ¿sabes lo difícil que es decirle que no tienes ni un minuto para ella
a tu mejor amiga, porque tienes pensado no parar de “follarte” a tu novia? –le
soltó Esther esperando el efecto de sus palabras, y sin duda lo consiguió
porque Maca pegó un respingo nada más escuchar la última frase. De pronto la
miró con ojos abiertos como platos-.
-
¿Qué… qué has dicho? –preguntó Maca para
cerciorarse-.
-
¿Qué es difícil decirle a tu mejor amiga que no
tienes tiempo para ella? –se hizo la tonta Esther ya sonriendo, era tan fácil
provocarla-.
-
No… lo otro… lo otro… -la apremió Maca para que
volviera a repetirlo-.
La comisura de
los labios de Esther se alzó pícaramente llegadas a aquel punto. Inclinó el
cuerpo hacia Maca y con el tono más bajo y sensual del que fue capaz le
susurró…
-
Tachemos lo del restaurante, y vayámonos
directas a tu casa… creo que puedo apañármelas para saciarte el apetito.
En aquel momento
Maca supo que no habría coche en el mundo que corriera lo suficiente para
satisfacer la necesidad acuciante que sentía por encontrarse ya a solas con
Esther en su apartamento.
Continuará...
hemos llegado al punto en q fue el fic interruptus :))
ResponderEliminarNoop!! ..jajaja..
EliminarEn realidad llegué a colgar en el foro hasta el capítulo 61, así que nos quedan dos para empezar la continuación del fanfic... pero ya queda menos!
:*
hmmm pues o no los recuerdo o esos q tu dices me los perdi :p
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