lunes, 19 de noviembre de 2012

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 60-



“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.



60



Todo estaba en calma menos sus sentidos, menos sus manos. Un mechón suave de pelo acariciaba la mejilla de Maca mientras dormía, Esther podía sentir lo cálido de su rubor… “rosado, pizcas de blanco… debería hacer más caso a Kate”, pensaba Esther mientras se lamentaba por no llevar consigo un kit de pinturas en el bolso, ahora tenía que conformarse con el folio y el lápiz que había encontrado entre las cosas de Maca. Los detalles que definirían la sensual línea que describía la forma curvilínea del perfil de su novia desnuda, empezaron a plasmarse en el papel… Esther no había podido dormirse. Habían hecho el amor nada más cruzar la puerta de aquel apartamento hasta quedar saciadas y rendidas, pero la imagen de su desnudez impresa en las retinas, la electricidad que sentía cuando la tocaba, cuando se entregaba a ella, cuando la hacía suya…. habían despertado a Esther con una necesidad angustiosa de poseerla nuevamente, y sólo había dos modos de conseguirlo para ella, despertarla y volverle a hacer el amor, o poseer cada recodo de su cuerpo mientras lo plasmaba con sus dibujos. Esther decidió dejarla descansar, pero su ansiedad la consumió hasta ser más fuerte que el placer de permanecer a su lado quieta, y tuvo que salir de la cama para dibujar, dibujarla. Hacía tanto que no sentía aquella fuerza invisible, electrizante y a la vez enloquecedora entre sus manos…. Esther volvió a sentir como Maca la engullía, cada detalle que perfilaba sobre el papel era un paso más hacia la profundidad de perderse a si misma para perecer en ella, pero no podía evitar dar cada paso, adentrarse en aquel laberinto más y más. Las manos empezaron a obsesionarse en sus recodos… las sombras de la unión de sus muslos, bajo sus senos y su mentón… la respiración de Esther estaba agitada, su corazón golpeaba el pecho con demasiada fuerza, pero ¿cómo parar? Difuminó con la yema de su dedo algunos trazos de lápiz… “¿por qué nunca puedo…?”, se acomplejó Esther de no lograr hacerle justicia… dejó a un lado los hombros, repasó su cuello… pequeños trazos para trasmitir profundidad y mayor perspectiva… y de nuevo su boca, Esther se mordió los labios mientras retocaba los suyos… su nariz, sus pómulos…. Maca se movió en aquel instante, a Esther casi se le resbaló el lápiz de entre los dedos idiotizada. El momento mágico de verla despertar había llegado, llevaban tanto tiempo no pudiendo compartirlo que se quedó sin respiración, a la espera… un pequeño gesto para desperezarse, y el primer  intento de abrir los ojos… Maca arrugó la nariz e hizo una graciosa mueca por la luz, pronto se daría cuenta de que Esther no estaba a su lado y cuando su rostro reflejó aquel instante de lucidez, Esther sonrió por haber sido capaz de predecirlo. Sus ojos. A Esther le escocieron las manos, pero ya era tarde para el lápiz y el papel… ya no podía desanclar sus pupilas de sus preciosos y adormilados ojos.

-       ¿Qué haces ahí? –le preguntó Maca aún despertándose-… Anda ven… vuelve a la cama.

La reclamó Maca, y Esther dejó el boceto encima del taburete donde se había sentado para dibujarla. En cuanto su cuerpo se envolvió de la calidez de la piel de Maca, gimió. Maca la estrechó más fuertemente contra ella tras escucharla, siempre la cogía por sorpresa su predisposición, pues en el fondo nunca creía ser digna de un amor tan noble como el que Esther le brindaba.

-       ¿Qué hacías ahí sentada? ¿dibujabas? –volvió a preguntarle Maca en un susurro-.

Esther tenía enterrada la cara en su cuello, ese que había intentado dibujar unos minutos antes… sus labios lo besaron allí donde la sangre corre tan superficial que la piel adquiere otro sabor, una temperatura distinta… ¿cómo pretender plasmar un detalle así con pintura? Ahora le parecía tan ridículo si quiera intentarlo, su lengua trazó con saliva lo que su talento jamás conseguiría… el escalofrío que recorrió a Maca por lo que Esther le estaba haciendo reafirmó sus pensamientos.

-       Soy distinta cuando te tengo cerca –musitó Esther casi como si de un embrujo se tratara mientras sus dientes pellizcaban ya el lóbulo de su oreja-.

A Maca se le cerraron los ojos, en un segundo volvía a estar tan caliente como la primera vez.

-       ¿distinta? –preguntó Maca casi sin saber lo que decía, las manos de Esther empezaban a pasearse por su piel lentas pero imparables-.
-       Es como si rellenaras vacíos que no sabía que tenía… potencias aspectos de mi personalidad que hacen que me sienta casi siempre descontrolada –contestó Esther antes de introducir la punta de su lengua en el pabellón auditivo de Maca consiguiendo robarle un sonoro gemido-.
-       Descontrolada… sí… ya entiendo –y por supuesto que Maca lo entendía, ¿acaso no le pasaba a ella lo mismo cuando la tenía cerca, cuando pensaba en ella?-.
-       Soy más impulsiva, más impaciente… -las manos de Esther se escabulleron entre los muslos de Maca directamente sin cortapisas hasta su sexo-… mucho más cariñosa de lo que de por sí ya soy –Maca tuvo que abrir la boca para respirar, porque Esther empezaba a demostrarle cada palabra que iba diciendo, se encontraba totalmente excitada-… hay cosas de mí que ni tan siquiera conocía, que no creí posibles… -le confesó Esther llevándose a la boca el dedo que había impreso de la humedad de Maca apenas un instante antes, Maca tembló al observarla chupándolo. Esther podía tener en un momento un aspecto angelical y al siguiente, el deseo la distorsionaba haciéndola bastante peligrosa, el brillo que había en sus ojos en aquel instante lo demostraba-… esta fuerza que siento… -Esther volteó a Maca y atrapó sus brazos anclándola de espaldas contra el colchón-… es increíble, es como si estuviera tan viva… pero también es aterradora… -musitó Esther suavizando la presión de sus manos mientras se dejaba caer rendida sobre aquel torso desnudo tan parecido y tan distinto al suyo-… lo que siento por ti me nubla la razón, a veces creo que sería capaz de morir por ti… y me asusto –Maca cerró los ojos ante aquello, y sintió su entrega en un beso sensual y dulce… ligero como una pluma sobre sus labios ya húmedos, enloquecedor como el más exquisito néctar-… pero lo que más me aterra es este veneno que atiza mis impulsos haciendo que no me reconozca… -Esther descendió por su barbilla, por sus clavículas mordisco a mordisco, distanciándose un poco sobre ella para contemplarla-… cuando imagino que otras te han tocado, que podrían tocarte en un futuro... –la tempestad creció en Esther como el escozor de un látigo… gracias a Maca también conocía lo amargo de la furia, lo irracional de los celos-… por un instante pierdo la razón, me enfurezco y yo… -Esther no lo dijo, pero el arañazo que sintió Maca entre sus pechos producido por sus uñas describió perfectamente a lo que Esther se refería. Maca ahogó un quejido de dolor y la miró a los ojos. La expresión que tenía Esther reflejada en ellos era una mezcla entre la disculpa, el miedo y algo mucho más oscuro. Maca lo reconocía, había vivido allí durante mucho tiempo. Rápidamente pensó que por hoy ya habían cumplido el cupo de las introspecciones y decidió rescatarla-.
-       Soy sólo tuya… -le dijo, y Esther tembló reconociendo su voz y el presente-
-       Lo… lo siento… -Esther se dio cuenta del arañazo, aun sus dedos permanecían engarrotados sobre su piel… sus ojos se llenaron de desconcierto y tristeza tras comprender su exceso-.
-       Soy sólo tuya…-volvió a repetir Maca despegando la espalda de la cama y atrapándola entre sus brazos-.

Los labios de Maca cubrieron con dulzura los temblorosos labios de Esther hasta que la sintió rendirse finalmente… tranquila. Cuando la sintió calmada, volvió a buscar su deseo acariciándola, tocando en sitios tan secretos que arrancaron de Esther gemidos aún presa de su boca. Maca la despertaba. Esther volvió al punto en donde se encontraban antes de la interrupción en muy poco tiempo, y su lengua y sus manos buscaron de nuevo la piel de Maca olvidando por completo aquel pasaje en el que le había producido daño físico.

-       Quiero sentirte dentro de mí…. –jadeo Esther mordiéndole el lóbulo de la oreja-… quiero que estés dentro de mí –le suplicó, pero la fuerza con que Esther la atraía apretándole los músculos de la espalda, era más como una orden, una exigencia. Maca deslizó como pudo una mano entre ellas y la penetró con sus dedos, estaba ya tan húmeda-.

El gruñido de Esther hizo que Maca se desbordara. ¿Cómo alguien con un cuerpo tan pequeño podía contener esa pasión, esa energía? Maca había tenido amantes muy activas, increíblemente calientes e impetuosas, pero con Esther era otra cosa. Ella se entregaba incondicionalmente, sin miedos, sin reservas, sin ese pulso invisible que en un grado u otro siempre aparece entre dos personas que se acuestan juntas, por diversión, por miedo o por pura inseguridad. En Esther no existía nada de todo eso, no había dobleces, ella se abandonaba con fe ciega, sin tapujos, sin medidas… sin más…  y exigía, nunca le era suficiente, Maca a veces temía no ser lo bastante para ella y se arrojaba a las llamas de su pasión como un camicace.  ¡No!, Esther era y sería siempre para ella la única, la irremplazable, no sólo por quien era, sino porque Maca recordaba muy bien quien había sido antes de que Esther entrara en su vida y nunca dejaría volver a aquella mujer fría e incompleta, no ahora que la luz llenaba cada recodo de su ser, de su cuerpo...

-       ¡Maca..! –pronunció su nombre Esther, rota-

Y Maca volvió a la realidad enviando bien al fondo sus inseguridades, sus temores. En un instante, sus envestidas fueron más precisas y sus caricias más certeras, Maca supo que había llegado el momento y la presión en el interior de Esther se cernió más sobre sus dedos. La dejó jadeante descansar con la cabeza en su hombro, mientras ambas tomaban aliento tras el clímax. A Maca le dolía la muñeca, pero se resistió a sacar los dedos de su interior aún y aguantó un poco más sin moverse hasta que se recompusiera.

-       ¿Dónde estabas? –le preguntó de pronto Esther con una voz que volvía a ser dulce, como la de una niña-.

Maca aprovechó para liberarse de sus pliegues, y la vio entrecerrar los ojos mientras lo hacía.

-       Dentro de ti, ¿no lo recuerdas? –bromeó Maca pese a saber a qué se refería-.

Esther le acarició el pelo con ambas manos, hundiendo con ternura sus dedos en lo suave de aquel pelo que adoraba, adormeciéndola como si de un canto de sirenas se tratara… Preguntándose si había sido cosa suya, o había perdido por un instante a Maca entre sus sombras, al final decidió desistir del tema.

-       Lo recuerdo perfectamente –musitó Esther besándola. Maca se dejó convencer, se dejó embriagar por ella y sus mieles-… y es hora de que tú también lo recuerdes.

Esther volvió a hacerle el amor, y Maca volvió a tocar el cielo con sus manos.

--
Encarna vio a Esther esquivando gente para dirigirse a la mesa. Al final habían decidido comer en el búrguer del centro comercial para no tener que preocuparse de llegar o no a la película.

-       Las hamburguesas… por fin –anunció Esther sentándose con ella-. Estaba deseando salir de la cola… tengo tanta hambre que al final he pedido el tamaño gigante… -Esther sonrió enseñándole a su madre el tamaño de su refresco, sus patatas y su hamburguesa-… ¿crees que me cabrá en la panza?
-       Jajaja… no lo sé, pero estoy segura de que harás tu mejor esfuerzo –se rió su madre por sus cosas-.
-       Jajaja… estoy hambrienta –se rió Esther, y luego le dio un buen bocado a su hamburguesa-.

Su madre la vio disfrutar de la comida, el apetito nunca le había faltado a su hija, pero ahora parecía famélica… sin querer pensó en Maca.

-       ¿A dónde habéis ido a comer que te has quedado con tanta hambre? –le preguntó Encarna-.

Esther la miró por encima de su refresco, el cual estaba utilizando para bajar un par de patatas por su garganta. Su madre seguía echando kétchup a su comida y no parecía preguntarlo por nada en especial, ella sin embargo si pensaba en algo muy concreto… en Maca y ella haciendo el amor hasta las cinco de la tarde y en la hora tarde que habían llegado a su cita con Laura y Eva, olvidándose de comer en el proceso.

-       mmm… no se como se llamaba, era un sitio pijo de esos que le gustan a Maca. Muy bonito, pero con raciones escasas –se inventó Esther, y no pudo evitar sonreír tras pensar en la cara que pondría Maca cuando se lo contara-
-       Que raro que haya escogido un sitio así… ella también suele tener buen apetito cuando come conmigo, de hecho es algo que siempre me recuerda a ti –soltó su madre de un modo casual, aunque era cierto-.

Esther ésta vez si se atragantó con el mordisco, y tuvo que esforzarse en tragar antes de poder preguntar.

-       Coméis…grgrrr –carraspeó para poder hablar-… ¿soléis comer juntas? ¿Maca y tú?
-       Últimamente bastante… Ya sabes que Maca pasa mucho tiempo en el hospital, y Cruz la está metiendo en sus operaciones… creo que quiere meterle el gusanillo de la cirugía pediátrica, pero no veo a Maca muy por la labor, aunque se le da francamente bien…. No sé…. En fin… últimamente formamos un buen equipo, ya sabes que Cruz prefiere que esté yo en sus intervenciones, y Maca y yo le hacemos alguna que otra broma cuando se nos pone muy pesada… a las dos nos lleva de cabeza. De hecho tuve que ayudar a Maca en un trabajo el mes pasado, nos llevó una semana dar con la tecla que le pedía Cruz a la pobre… esa niña trabaja demasiado, siempre lo he dicho… demasiado.

Esther estaba sorprendida. Maca le había mencionado algo al respecto, pero sólo de pasada, y por lo que comentaba su madre parecía que sus lazos eran mucho más estrechos que de simple pasada en el hospital.

-       ¿Y Laura y Eva? ¿Cómo están? –le preguntó su madre pareciendo cambiar de tema-.
-       Tan locas como siempre…jajaja… -se rió Esther tras recordar su reencuentro con ellas. Era increíble que después de estar tanto tiempo dando vueltas en círculo, finalmente se hubieran decidido a estar juntas… formaban toda una auténtica pareja, alocada, pero pareja a fin de cuentas-.
-       Me alegro… y ¿qué? ¿Laura se ha decidido ya a decirle a su madre que quiere compartir piso con ella cuando termine la carrera? –le preguntó su madre-.

Esther abrió los ojos como platos.

-       ¿Tú?... ¡¡¿Tú sabías eso?!! –le preguntó asombrada. Esther se había enterado aquella misma tarde, pues Laura le había guardado la sorpresa-
-       ¿El qué? ¿lo de que quiere irse a vivir con Eva? ¿o lo de que son pareja? –le preguntó Encarna la mar de tranquila-.

A Esther se le olvidó por completo la comida, incluso el cerrar su mandíbula que se había quedado descolgada ante las palabras de su madre.

-       No pongas esa cara, tu madre no es tonta y Laura es como si fuera mi segunda hija… la veía angustiada, tú no estabas para hablar y yo sí –resumió la situación su madre-. Además, no creo que le resultara tan difícil contármelo… no soy ninguna madre retrógrada, me considero más bien una madre tolerante y moderna, ¿no crees?
-       Ehh… sí, claro –contestó Esther, sin saber muy bien en realidad que decir-.

Se había quedado muerta tras los nuevos acontecimientos. De pronto le entró el pánico… Laura había podido hablar con su madre, pero ella no de lo suyo con Maca.

-       Y bueno…. ¿tú no tienes nada que contarme? –atacó de nuevo Encarna antes de darle un sorbo a su refresco-.

Esther sintió que le temblaban las piernas cuando su mirada y la de su madre se encontraron por encima de la mesa, ambas a la espera.

-       Esto…. Que… ejggggrrr –carraspeo Esther, porque se había quedado sin voz-… ¿qué … qué quieres que te cuente?
-       Mmmm… no se, déjame que lo piense….. –Encarna empezaba a divertirse con aquello-… ¿Maca?

Esther dio un respingo en su asiento… “Dios, lo sabe” se dijo para sí, y la sonrisa que lució su madre en el rostro se lo confirmó.

-       Mamá yo…. No…. –Esther no quería que su madre pensara que no le tenía confianza-.
-       ¿Estáis juntas? Digo… como pareja, novias… como se llame ahora, tú ya me entiendes –la ayudó a aligerar su madre. Esther se puso toda roja de golpe-. Ohhh, sí…. ¡Estáis juntas! ¿Desde cuándo?... ¿no será desde el verano pasado cuando empezasteis a trabajar juntas, no? No me puedo creer que en tanto tiempo no te hayas atrevido a contármelo…
-       No, mamáaa… -se apresuró a desmentirlo Esther-, empezamos a salir juntas este verano, cuando terminamos los exámenes de junio… y de verdad… no me puedo creer que estemos hablando de esto.

Esther estaba sintiendo una vergüenza horrible, se sentía como en un mundo surrealista del cual parecía ser la protagonista.

-       ¿La quieres? –le preguntó su madre calmadamente-.

Esther levantó la cara para mirarla, sus ojos decían más que cualquier cosa que pudiera decir así que sólo dijo “sí”.

-       Entonces todo está bien. Lo único que yo siempre he querido para ti es que seas feliz, y Maca parece dispuesta a hacerte feliz –le dijo su madre y el alivio que sintió Esther de pronto fue como si le dieran alas. Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo mucho que le importaba que su madre las aceptara, a ella y a Maca-.
-       Mamá… -la llamó Esther, pues Encarna había vuelto de nuevo a su comida-.
-       ¿Si?
-       Gracias –le dijo Esther-.

Encarna la miró interrogante, no creía que fuera necesario que su hija le agradeciera nada… simplemente se había enamorado, de una mujer sí, no de un hombre, pero esas cosas no podían controlarse con la razón y en realidad Encarna estaba feliz de ver que su hija no se cerraba en banda al amor por las desilusiones vividas con su padre y ella.

-       Anda ven aquí… -la reclamó su madre, y Esther no tardó en colocarse a su lado para dejar que la abrazara-. Eres mi hija, yo siempre te querré y no me gustaría que al crecer te alejaras de mí… yo siempre estaré para escucharte ¿de acuerdo? Quiero estar en tu vida.

Le hizo saber su madre.

-       Lo se, siento no habértelo contado antes pero… es que pasó muy rápido, luego lo de la beca y… no sabía como sacar el tema, pero iba a contártelo, te lo juro –quiso dejarlo claro Esther-. Mamá, yo no esperaba que pasara esto pero… la quiero de verdad, te lo hubiera contado tarde o temprano, Maca no es un capricho.

Y no, no lo era… Encarna podía verlo en sus ojos, también lo había visto durante la cena en los de Maca. Sentían una atracción y una debilidad la una por la otra tan bonita como inquietante. Su madre tenía miedo de que fueran demasiado jóvenes para esperar toda una vida juntas basándose en lo que ahora sentían. Conocía bien a su hija y por mucho que se aferrara a su lado práctico de la vida, en el fondo Esther era una romántica, como lo era ella a su edad, como aún lo era ahora.

-       No, ya me di cuenta anoche de que no… ¿no os besaríais en la cocina? ¿u otras cosas? –le preguntó de pronto su madre-.

Esther ahora sí que estaba roja y avergonzada, eso era cruzar el límite de lo que una hija podía contarle a su madre, de todas, todas.

-       ¡Mamáaa! –le llamó la atención Esther-.
-       ¿qué?...jajajaja…. –Encarna se rió, porque nunca había visto a su hija así, tan roja, tan nerviosa y tan azorada, no pudo evitar pincharla… de hecho, Esther había heredado de ella aquella picardía traviesa que tanto le gustaba emplear contra Maca y ahora la sufría en sus propias carnes-… ¡¡Cómo si hubierais disimulado mucho las ganas que os teníais!! Maca no hacía más que pegar brincos en la silla cada vez que la mirabas, y tú no hacías más que torturarla lanzándole indirectas en la cena… No se si será cierta o no la reputación que tiene Maca con las chicas, pero te aseguro que si hay algo de cierto, he de reconocerle que hizo un esfuerzo sobrehumano anoche… ¿sabías que la llaman la Diosa de fuego?...jajaja
-       Ohhh mamáaaaaa….

Esther se tapó la cara con las manos muerta de la vergüenza, si hubiera podido se hubiera metido en un agujero allí mismo para desaparecer, pero no fue posible y tuvo que soportar un par de burlas más de su madre antes de que la liberara de cumplir aquella condena que era la pena que debía pagar por no haberse sincerado antes con ella.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Para cuando el siguiente? De verdad que estoy enganchadisima con tu historia... Se puede sentir tanta pasion asi por alguien? Todos los dias reviso tu pagina para ver si hay novedades... Te felicitooo!!! Me encanta tu manera de escribir, haces magia con las letras...

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    1. Wowwww gracias!! ¡Me halagas!

      Me alegra que estés enganchadísima a mi historia, porque a mi también me trae de cabeza aunque en muchos más sentidos y no todos adorables...jajaja.

      Gracias por seguir el blog de cerca en busca de más, por supuesto el próximo capítulo está al caer... tranquil@.

      Un saludo!!

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