“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
61
En Noche Buena y
Navidad, tuvieron que estar separadas. Maca tuvo que volver a Jerez para
celebrar las fiestas con su familia, y Esther tuvo que hacer lo mismo con la
suya. Esther le había contado a Maca por teléfono que su madre ya sabía que
salían juntas, lo cual explicaba que ahora se encontrara nerviosa y titubeante
en la puerta de su casa. “Oh, Maca… no seas niña… llama de una puta vez, no va
a comerte”, se dio aliento Maca y apretó el timbre. Maca hubiera preferido
llamar al móvil a Esther y pedirle que saliera de casa, decirle que la estaba esperando
en el coche, pero finalmente comprendió que dada la relación profesional que
mantenía con su madre, no sería muy digno no dar la cara ahora que todas las
cartas estaban sobre la mesa.
-
Voyyy… -se escuchó el grito de Esther y un trote
de escaleras tras la puerta-.
A Maca el
corazón le iba a mil por hora. En cuanto se abrió la puerta y se encontró con
sus ojos ya sabía que no aguantaría mucho sin besarla, su necesidad por ella
era devastadora.
-
Hola –saludó Maca con una sonrisa tímida-.
-
Hola… anda pasa –le dijo Esther cogiéndola de la
mano y tirando de ella-
Maca hubiera
preferido no entrar, pero no se opuso y se vio afinando el oído en busca de
alguna señal que le indicara si Encarna estaba o no en casa. Esther se dio
cuenta de su nerviosismo, sonrió.
-
Estamos solas… por esta vez te libras de saludar
a tu suegra –le dijo Esther alegremente, y en cuanto escuchó el suspiro de
alivio que soltó su novia se echó a reír-…jajaja… vaya “cobardica” estás hecha.
-
¡Eso no es cierto! No le tengo miedo…. –se
defendió Maca, pero Esther la miró incrédula sin dejar de sonreír
suspicazmente-… bueno, quizá un poco, pero dadas las circunstancias creo que el
nerviosismo es más que justificado.
-
¿Dadas las circunstancias? Vayaaaa… pensé que a
estas alturas ya tendrías más que asumido tu lesbianismo –se divirtió con ella
Esther-.
-
¡Muy graciosa!... sabes que no lo digo por eso…
Es que, bueno… es la primera vez que soy “oficialmente” la novia de alguien…
no, no se muy bien como comportarme ahora que tu madre ya sabe que tú y yo…
bueno…
Maca trató de
expresar cómo se sentía al respecto, pero no le era fácil hablar de
sentimientos y menos de los suyos. Estaba nerviosa, quería a Esther, apreciaba
a Encarna… quería ser una buena persona para ambas, sólo que… aún pensaba en
cómo serlo, sin darse cuenta en realidad que siempre lo había sido. Pasar por
su propia vida saltando de cama en cama sin que nada volviera a afectarla,
había dejado secuelas en ella difíciles de ver, muescas del dolor, el abandono,
los miedos y las inseguridades que gotita a gotita se habían ido instaurando en
su subconsciente. Esther la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia si tomándola
por la cintura.
-
¿Que tal si te comportas simplemente cómo eres?
–le sugirió Esther en tono cariñoso-. Te confesaré que a las dos nos gustas
bastante así… -le dijo bajando la voz, como si fuera un secreto entre ambas-.
Maca sonrió. Su
lado racional y adulto le hacía darse cuenta de lo estúpido de sus
inseguridades, pero la realidad era que las palabras de Esther la habían
aliviado enormemente. La besó, dulcemente… tanto que a Esther se le olvidó
respirar.
-
Gracias… siempre sabes que decir para que me
sienta mejor –le dijo Maca sonriéndole mientras le acariciaba la cara-.
Esther guardó
silencio. La expresión que tenía en aquel momento Maca era tan… tan…
-
¡Ven! ¡Subamos!... –de pronto Esther tiró de
ella-.
-
¡¡Esther!!... NO… no podemos…. –se resistió Maca
ya encima de algunos escalones-. No deberíamos hacer esto en casa de tu madre
–le dijo Maca cuando consiguió que Esther se detuviera-.
-
Sólo será un momento, no vamos a hace nada malo…
-le dijo Esther que notaba un cosquilleo en mitad del estómago que casi había
olvidado-.
-
Bueno, eso dices siempre y no terminamos muy
correctamente que digamos… -se mantuvo firme Maca aunque Esther había
conseguido tirar unos peldaños más de ella-
De pronto Esther
se detuvo y se giró hacia ella con la mirada encendida y un brillo especial en
sus ojos… Maca lo conocía, pero en aquel instante no cayó en su significado,
hasta que Esther habló y toda su piel se puso de gallina.
-
Necesito que poses para mí –le explicó Esther y
luego volvió a tirar de su mano-… sólo será un momento, tranquila.
Y menos
tranquilidad Maca sintió de todo, pues aguardar quieta mientras Esther la
devoraba literalmente con sus ojos mientras la pintaba, era mucho peor de lo
que recordaba.
---
La mañana de Noche Vieja.
Kate bostezó de
camino al comedor con dos tazas de café en las manos. Esther había irrumpido
bruscamente en su estudio a las ocho y media de la mañana, y a pesar de haberla
dejado entrar y haberse vuelto a meter un par de horas más en la cama, aún no
tenía dominados plenamente los sentidos.
-
Los cafés –anunció Kate sentándose en uno de los
sillones-.
Kate tomó un
sorbo de su taza y se pasó los dedos por el pelo para peinarse un poco, pero
Esther no dio señales de vida. Kate miró
hacia ella, el sonido del pincel sobre el lienzo se había vuelto más delicado,
más atento y supo que Esther estaba perfilando algún detalle. Hacía mucho
tiempo que no veía a Esther tan volcada en algo, Kate casi podía identificarse
con aquella aura eléctrica que Esther desprendía mientras se sumergía en su
obra. Por un momento se sintió melancólica, pero pronto desechó profundizar en
aquellos recuerdos y volvió a intentar llamar su atención.
-
¡Esther!
-
Mmm?? –consiguió ronronear Esther sin pausar su
que hacer-.
-
¿quieres venir a tomarte el puto café? ¡por
favor! –le pidió esta vez Kate-
Esther reconoció
el tono dulce pero definitivo de su voz, y supo que debía hacerle caso si no
quería encontrarse con el estupendo mal humor que Kate podía tener recién
levantada si no se respetaban sus pausas. Con reticencia soltó el material y se
fue limpiando las manos con un trapo de camino hacia el sofá. Se sentó frente a
ella en silencio y tomó un trago del café que Kate amablemente le había
preparado aun sin habérselo pedido. Kate copió su gesto y la observó en
silencio un poco más. Era increíble la capacidad de abstracción que tenía
aquella niña, cuando se le metía algo en la cabeza era incapaz de abandonarlo.
Saber que Esther no estaba con ella aunque estuviera presente la hizo por fin
sonreír.
-
¿Maca? –preguntó Kate-.
-
Mm… ¡¿Qué?! –reaccionó Esther ante la mención de
aquel nombre-.
-
El cuadro… ¿se trata de Maca? –preguntó Kate
haciendo un gesto hacia el trabajo que Esther acababa de abandonar a
regañadientes-.
Esther sonrió y
se encogió de hombros como respuesta.
-
Ya veo –reconoció Kate, y volvió a concentrarse
en su café-.
Esther la miró
dubitativa, quería preguntarle algo, pero a veces la figura de Kate era tan
imponente que se sentía cohibida… eran amigas, más que eso diría ella, pero el
profundo respeto que le profesaba como artista y mentora a veces se interponía
entre ellas.
-
Alguna…. –Esther carraspeó al sentir su voz
débil-… ¿alguna vez te ha pasado?
Kate le prestó
atención.
-
¿a qué te refieres con que “si alguna vez me ha
pasado”? –le preguntó Kate con una ceja suspicaz alzada-.
-
¡Esto!... bueno… lo que me pasa a mí con Maca…
el sentirte tan enganchada a algo o a alguien que no puedes escapar de ello… a
veces siento que…. –Esther se paró en seco-.
Kate se irguió
un poco en su asiento tras notar el recelo que Esther sentía a verbalizar sus
pensamientos, sus sentimientos, frente a ella.
-
A veces sientes ¿qué?… -la animó a proseguir y
Esther la miró de frente. Kate leyó en ella una angustia que nunca antes le
había conocido. ¿Qué estaba pasando?-.
-
No lo sé –dijo Esther-.
-
Sí, sí lo sabes… ¿qué es lo que sientes?...
–insistió Kate-, ¡Esther! –la apremió y como respuesta obtuvo un gran suspiro y
un rehuir de su mirada-.
Kate aguardó.
-
No lo sé… es que a veces…. A veces siento que me
engulle. La miro, hace algún gesto y… no se… todo se precipita
descontroladamente dentro de mí. No, no puedo detenerlo… pensaba que con el
tiempo,… bueno que ahora que somos pareja, ya sabes… bueno, que cambiaría, pero
es peor que antes. Me desvelo pensando en ella, tengo líneas, curvas, colores
dentro de mi cabeza de su risa, de sus pies descalzos, del aura sensual que
desprende cuando hacemos…. –Esther se puso roja de repente por lo que había
estado a punto de decir, Kate sonrió sin más-.
-
Cuando hacéis el amor –terminó la frase por ella
y Esther hundió la mirada en su taza antes de tomar otro sorbo de café-.
Kate sospechaba
que había algo más que Esther no decía.
-
¿Qué es lo que realmente te preocupa, Esther?
–le preguntó Kate-
Esther tardó una
eternidad en poner palabras a sus miedos.
-
Perderme
por completo, ¡no saber quien soy!… -dijo rotundamente, y esta vez levantó la
mirada en busca de que Kate la tranquilizara-… cuando estoy con ella, es cómo….
no se describirlo… todo se magnifica y siento que no sé quien soy… soy yo, pero
no soy yo… es como si rasgaran mis límites, nunca sé donde acabaré, no tengo el
control de la situación y me asusto… por eso… necesito saber si a ti alguna
vez… ¿te ha pasado?
La taza de Kate
fue depositada en la mesita auxiliar que las separaba. En silencio, Esther
observó su figura esbelta erguirse frente a ella y cruzar la distancia que las
separaba hasta terminar teniendo a Kate sentada a su lado. Kate abrió sus
brazos, y Esther se sintió atraída irremediablemente por ellos, con más
necesidad de la que sospechaba se precipitó a hundirse en el ofrecimiento que
le brindaban y Kate no se demoró en cobijarla y arroparla. Esther se puso a
llorar sin entender realmente qué le pasaba. Ninguna dijo nada, Kate la dejó
desahogarse y ella se desahogó hasta sentirse avergonzada.
Noche. Fiesta de Fin de año.
-
Dios mío… ¡he llegado al paraíso! –exclamó
Verónica acoplándose de nuevo al otro lado de la barra, donde su amiga, y
muchas más veces amante, terminaba de cumplir con su trabajo sirviendo a un par
de chicas-. Cuando me dijiste que trabajabas en Noche Vieja, pensé que no podía
estar hablando con la misma Macarena Wilson que yo conozco, pero después de ver
por dónde te mueves, hasta yo trabajaría aquí. ¡Diosss… pienso ponerme las
botas!... ¿Por qué estás segura que no quieres que tú y yo…. terminemos esta
noche…? –Verónica aprovechó que Maca ya se había recostado sobre la barra para
hablar con ella, para coquetearle sensualmente muy cerca de su boca-.
Maca sonrió y no se molestó en apartarse. Sabía cómo era Verónica y cómo
manejarla, por no hablar del gran refugio que había supuesto para ambas el
encontrar una relación como la que hacía años mantenían, sin compromisos ni
recelos ni reproches. Que hubiera decidido subir a Madrid para Noche Vieja
había sido una grata sorpresa que Maca no se molestó en analizar. Su excelente
descaro sexual siempre la hacía sonreír, por no mencionar lo realmente
agradable que era a la vista.
-
¿en la cama? –terminó la pregunta Maca
divertida-.
-
Vaya, ¡¿por quién me tomas?! –se hizo la
ofendida Verónica-.
-
Jajaja… -Maca rió por su gesto- O sea… qué no me
estabas preguntando si acabaríamos teniendo sexo esta noche.
-
Por supuesto que hablaba de tener sexo, pero
parece mentira que conociéndome pienses que acabaríamos teniéndolo en un sitio
tan corriente como una cama –le sacó de su error Verónica haciéndole ojitos y
mostrando con gran destreza y naturalidad su generoso busto-.
Maca esta vez estalló en una sonora carcajada. Aquella mujer era
incorregible.
-
Lo siento, rubia explosiva, pero ya te dije que
tengo otros planes –le contestó Maca mientras se incorporaba para atender a
otra chica-.
-
Ya… que tienes novia… eso es algo que tampoco
entiendo, ves tú –siguió como si nadie las hubiera interrumpido-.
-
Aquí
tienes –le dijo Maca a la chica que acababa de servirle mientras seguía
conversando con Verónica-. No hay nada que entender, estoy con la persona que
quiero y tengo todo lo que necesito.
-
¡¡¿lo dices en serio?!! –Verónica sabía que Maca
tenía novia desde hacía tiempo, habían hablado de ella cuando Maca había ido a
visitar a su familia a Jerez, pero aun la idea le resultaba inverosímil
viniendo de ella… es que había cambiado tanto, en tan poco-. ¿Cómo diablos se
puede tener todo lo que se necesita con una sola persona? ¿en serio no echas de
menos tu otra vida? ¡Venga ya, Maca! ¡Qué nos conocemos!... ¡Que te he visto
ojeándome el escote!... –Verónica sonrió con malicia ante aquel gesto que por supuesto
no le había pasado desapercibido, Maca sin embargo no lo negó y le devolvió la
sonrisa afable y tranquilamente-… sabes perfectamente de lo que te hablo. La
vida es demasiado corta y hay demasiado por descubrir para apartarse a un lado
y sólo mirar… tú y yo somos más de acción, ¿o ya hace tanto que no te acuerdas?
–esta vez Verónica le pasó un dedo por los labios mientras permanecía a un
escaso palmo de su boca-.
Entre las dos se hizo un silencio. Maca leyó la promesa de locura y
desenfreno sin ataduras que le brindaban los ojos de Verónica, la habían
disfrutado muchas veces juntas, y a Maca siempre le habían parecido excitantes
las perspectivas de aquel camino, pero ahora, teniéndola frente a ella, no
podía dejar de desear que un día Verónica tuviera la suerte de vivir lo que
ahora mismo ella misma vivía por y con
Esther.
….
Esther estaba
más que ansiosa por encontrarse con Maca. Tras la cena y tomarse las uvas con
su madre y sus tías, Laura y Eva fueron a buscarla para ir a la fiesta que se
daba en el pub dónde Maca trabajaba aquella noche. La idea no es que hubiera
ilusionado a Esther, sabía que Maca no había podido librarse del trabajo y que
necesitaba el dinero, pero ella hubiera preferido tenerla para sí sola. Los
días pasaban tan rápido, que cada vez se sentía más angustiada con la idea de
volver a marcharse y ese estado de ánimo iba cobrándose lentamente presos en
ella con arrebatos que aún no lograba comprender como el que había
protagonizado con Kate aquella mañana. Para colmo Maca le había anunciado a la
hora de la comida, que una amiga suya de Sevilla había venido a visitarla, y
aunque Maca le aseguró que en ningún caso alteraría los planes iniciales que
tenían de irse solas a casa tras la fiesta, Esther había vivido con recelo
aquella noticia. En cuanto las chicas y ella se abrieron paso entre la gente
que ya abarrotaba pletórica el pub, y divisó a la rubia despampanante que
estaba tocándole los labios a su novia, supo que tenía motivos justificados
para ello. Aquella debía ser Verónica, y Maca lucía demasiado sonriente y
relajada frente a ella.
Continuará...
Que ganas de seguirte sage......
ResponderEliminarGracias!! ;)
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