viernes, 23 de noviembre de 2012

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 61-



“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca&Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.



61


En Noche Buena y Navidad, tuvieron que estar separadas. Maca tuvo que volver a Jerez para celebrar las fiestas con su familia, y Esther tuvo que hacer lo mismo con la suya. Esther le había contado a Maca por teléfono que su madre ya sabía que salían juntas, lo cual explicaba que ahora se encontrara nerviosa y titubeante en la puerta de su casa. “Oh, Maca… no seas niña… llama de una puta vez, no va a comerte”, se dio aliento Maca y apretó el timbre. Maca hubiera preferido llamar al móvil a Esther y pedirle que saliera de casa, decirle que la estaba esperando en el coche, pero finalmente comprendió que dada la relación profesional que mantenía con su madre, no sería muy digno no dar la cara ahora que todas las cartas estaban sobre la mesa.

-       Voyyy… -se escuchó el grito de Esther y un trote de escaleras tras la puerta-.

A Maca el corazón le iba a mil por hora. En cuanto se abrió la puerta y se encontró con sus ojos ya sabía que no aguantaría mucho sin besarla, su necesidad por ella era devastadora.

-       Hola –saludó Maca con una sonrisa tímida-.
-       Hola… anda pasa –le dijo Esther cogiéndola de la mano y tirando de ella-

Maca hubiera preferido no entrar, pero no se opuso y se vio afinando el oído en busca de alguna señal que le indicara si Encarna estaba o no en casa. Esther se dio cuenta de su nerviosismo, sonrió.
-       Estamos solas… por esta vez te libras de saludar a tu suegra –le dijo Esther alegremente, y en cuanto escuchó el suspiro de alivio que soltó su novia se echó a reír-…jajaja… vaya “cobardica” estás hecha.
-       ¡Eso no es cierto! No le tengo miedo…. –se defendió Maca, pero Esther la miró incrédula sin dejar de sonreír suspicazmente-… bueno, quizá un poco, pero dadas las circunstancias creo que el nerviosismo es más que justificado.
-       ¿Dadas las circunstancias? Vayaaaa… pensé que a estas alturas ya tendrías más que asumido tu lesbianismo –se divirtió con ella Esther-.
-       ¡Muy graciosa!... sabes que no lo digo por eso… Es que, bueno… es la primera vez que soy “oficialmente” la novia de alguien… no, no se muy bien como comportarme ahora que tu madre ya sabe que tú y yo… bueno…

Maca trató de expresar cómo se sentía al respecto, pero no le era fácil hablar de sentimientos y menos de los suyos. Estaba nerviosa, quería a Esther, apreciaba a Encarna… quería ser una buena persona para ambas, sólo que… aún pensaba en cómo serlo, sin darse cuenta en realidad que siempre lo había sido. Pasar por su propia vida saltando de cama en cama sin que nada volviera a afectarla, había dejado secuelas en ella difíciles de ver, muescas del dolor, el abandono, los miedos y las inseguridades que gotita a gotita se habían ido instaurando en su subconsciente. Esther la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia si tomándola por la cintura.

-       ¿Que tal si te comportas simplemente cómo eres? –le sugirió Esther en tono cariñoso-. Te confesaré que a las dos nos gustas bastante así… -le dijo bajando la voz, como si fuera un secreto entre ambas-.

Maca sonrió. Su lado racional y adulto le hacía darse cuenta de lo estúpido de sus inseguridades, pero la realidad era que las palabras de Esther la habían aliviado enormemente. La besó, dulcemente… tanto que a Esther se le olvidó respirar.

-       Gracias… siempre sabes que decir para que me sienta mejor –le dijo Maca sonriéndole mientras le acariciaba la cara-.

Esther guardó silencio. La expresión que tenía en aquel momento Maca era tan… tan…

-       ¡Ven! ¡Subamos!... –de pronto Esther tiró de ella-.
-       ¡¡Esther!!... NO… no podemos…. –se resistió Maca ya encima de algunos escalones-. No deberíamos hacer esto en casa de tu madre –le dijo Maca cuando consiguió que Esther se detuviera-.
-       Sólo será un momento, no vamos a hace nada malo… -le dijo Esther que notaba un cosquilleo en mitad del estómago que casi había olvidado-.
-       Bueno, eso dices siempre y no terminamos muy correctamente que digamos… -se mantuvo firme Maca aunque Esther había conseguido tirar unos peldaños más de ella-

De pronto Esther se detuvo y se giró hacia ella con la mirada encendida y un brillo especial en sus ojos… Maca lo conocía, pero en aquel instante no cayó en su significado, hasta que Esther habló y toda su piel se puso de gallina.

-       Necesito que poses para mí –le explicó Esther y luego volvió a tirar de su mano-… sólo será un momento, tranquila.

Y menos tranquilidad Maca sintió de todo, pues aguardar quieta mientras Esther la devoraba literalmente con sus ojos mientras la pintaba, era mucho peor de lo que recordaba.

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La mañana de Noche Vieja.

Kate bostezó de camino al comedor con dos tazas de café en las manos. Esther había irrumpido bruscamente en su estudio a las ocho y media de la mañana, y a pesar de haberla dejado entrar y haberse vuelto a meter un par de horas más en la cama, aún no tenía dominados plenamente los sentidos.

-       Los cafés –anunció Kate sentándose en uno de los sillones-.

Kate tomó un sorbo de su taza y se pasó los dedos por el pelo para peinarse un poco, pero Esther no dio señales de vida.  Kate miró hacia ella, el sonido del pincel sobre el lienzo se había vuelto más delicado, más atento y supo que Esther estaba perfilando algún detalle. Hacía mucho tiempo que no veía a Esther tan volcada en algo, Kate casi podía identificarse con aquella aura eléctrica que Esther desprendía mientras se sumergía en su obra. Por un momento se sintió melancólica, pero pronto desechó profundizar en aquellos recuerdos y volvió a intentar llamar su atención.

-       ¡Esther!
-       Mmm?? –consiguió ronronear Esther sin pausar su que hacer-.
-       ¿quieres venir a tomarte el puto café? ¡por favor! –le pidió esta vez Kate-

Esther reconoció el tono dulce pero definitivo de su voz, y supo que debía hacerle caso si no quería encontrarse con el estupendo mal humor que Kate podía tener recién levantada si no se respetaban sus pausas. Con reticencia soltó el material y se fue limpiando las manos con un trapo de camino hacia el sofá. Se sentó frente a ella en silencio y tomó un trago del café que Kate amablemente le había preparado aun sin habérselo pedido. Kate copió su gesto y la observó en silencio un poco más. Era increíble la capacidad de abstracción que tenía aquella niña, cuando se le metía algo en la cabeza era incapaz de abandonarlo. Saber que Esther no estaba con ella aunque estuviera presente la hizo por fin sonreír.

-       ¿Maca? –preguntó Kate-.
-       Mm… ¡¿Qué?! –reaccionó Esther ante la mención de aquel nombre-.
-       El cuadro… ¿se trata de Maca? –preguntó Kate haciendo un gesto hacia el trabajo que Esther acababa de abandonar a regañadientes-.

Esther sonrió y se encogió de hombros como respuesta.

-       Ya veo –reconoció Kate, y volvió a concentrarse en su café-.

Esther la miró dubitativa, quería preguntarle algo, pero a veces la figura de Kate era tan imponente que se sentía cohibida… eran amigas, más que eso diría ella, pero el profundo respeto que le profesaba como artista y mentora a veces se interponía entre ellas.

-       Alguna…. –Esther carraspeó al sentir su voz débil-… ¿alguna vez te ha pasado?

Kate le prestó atención.

-       ¿a qué te refieres con que “si alguna vez me ha pasado”? –le preguntó Kate con una ceja suspicaz alzada-.
-       ¡Esto!... bueno… lo que me pasa a mí con Maca… el sentirte tan enganchada a algo o a alguien que no puedes escapar de ello… a veces siento que…. –Esther se paró en seco-.

Kate se irguió un poco en su asiento tras notar el recelo que Esther sentía a verbalizar sus pensamientos, sus sentimientos, frente a ella.

-       A veces sientes ¿qué?… -la animó a proseguir y Esther la miró de frente. Kate leyó en ella una angustia que nunca antes le había conocido. ¿Qué estaba pasando?-.
-       No lo sé –dijo Esther-.
-       Sí, sí lo sabes… ¿qué es lo que sientes?... –insistió Kate-, ¡Esther! –la apremió y como respuesta obtuvo un gran suspiro y un rehuir de su mirada-.

Kate aguardó.

-       No lo sé… es que a veces…. A veces siento que me engulle. La miro, hace algún gesto y… no se… todo se precipita descontroladamente dentro de mí. No, no puedo detenerlo… pensaba que con el tiempo,… bueno que ahora que somos pareja, ya sabes… bueno, que cambiaría, pero es peor que antes. Me desvelo pensando en ella, tengo líneas, curvas, colores dentro de mi cabeza de su risa, de sus pies descalzos, del aura sensual que desprende cuando hacemos…. –Esther se puso roja de repente por lo que había estado a punto de decir, Kate sonrió sin más-.
-       Cuando hacéis el amor –terminó la frase por ella y Esther hundió la mirada en su taza antes de tomar otro sorbo de café-.

Kate sospechaba que había algo más que Esther no decía.

-       ¿Qué es lo que realmente te preocupa, Esther? –le preguntó Kate-

Esther tardó una eternidad en poner palabras a sus miedos.

-        Perderme por completo, ¡no saber quien soy!… -dijo rotundamente, y esta vez levantó la mirada en busca de que Kate la tranquilizara-… cuando estoy con ella, es cómo…. no se describirlo… todo se magnifica y siento que no sé quien soy… soy yo, pero no soy yo… es como si rasgaran mis límites, nunca sé donde acabaré, no tengo el control de la situación y me asusto… por eso… necesito saber si a ti alguna vez… ¿te ha pasado?

La taza de Kate fue depositada en la mesita auxiliar que las separaba. En silencio, Esther observó su figura esbelta erguirse frente a ella y cruzar la distancia que las separaba hasta terminar teniendo a Kate sentada a su lado. Kate abrió sus brazos, y Esther se sintió atraída irremediablemente por ellos, con más necesidad de la que sospechaba se precipitó a hundirse en el ofrecimiento que le brindaban y Kate no se demoró en cobijarla y arroparla. Esther se puso a llorar sin entender realmente qué le pasaba. Ninguna dijo nada, Kate la dejó desahogarse y ella se desahogó hasta sentirse avergonzada.


Noche. Fiesta de Fin de año.

-       Dios mío… ¡he llegado al paraíso! –exclamó Verónica acoplándose de nuevo al otro lado de la barra, donde su amiga, y muchas más veces amante, terminaba de cumplir con su trabajo sirviendo a un par de chicas-. Cuando me dijiste que trabajabas en Noche Vieja, pensé que no podía estar hablando con la misma Macarena Wilson que yo conozco, pero después de ver por dónde te mueves, hasta yo trabajaría aquí. ¡Diosss… pienso ponerme las botas!... ¿Por qué estás segura que no quieres que tú y yo…. terminemos esta noche…? –Verónica aprovechó que Maca ya se había recostado sobre la barra para hablar con ella, para coquetearle sensualmente muy cerca de su boca-.

Maca sonrió y no se molestó en apartarse. Sabía cómo era Verónica y cómo manejarla, por no hablar del gran refugio que había supuesto para ambas el encontrar una relación como la que hacía años mantenían, sin compromisos ni recelos ni reproches. Que hubiera decidido subir a Madrid para Noche Vieja había sido una grata sorpresa que Maca no se molestó en analizar. Su excelente descaro sexual siempre la hacía sonreír, por no mencionar lo realmente agradable que era a la vista.

-       ¿en la cama? –terminó la pregunta Maca divertida-.
-       Vaya, ¡¿por quién me tomas?! –se hizo la ofendida Verónica-.
-       Jajaja… -Maca rió por su gesto- O sea… qué no me estabas preguntando si acabaríamos teniendo sexo esta noche.
-       Por supuesto que hablaba de tener sexo, pero parece mentira que conociéndome pienses que acabaríamos teniéndolo en un sitio tan corriente como una cama –le sacó de su error Verónica haciéndole ojitos y mostrando con gran destreza y naturalidad su generoso busto-.

Maca esta vez estalló en una sonora carcajada. Aquella mujer era incorregible.

-       Lo siento, rubia explosiva, pero ya te dije que tengo otros planes –le contestó Maca mientras se incorporaba para atender a otra chica-.
-       Ya… que tienes novia… eso es algo que tampoco entiendo, ves tú –siguió como si nadie las hubiera interrumpido-.
-       Aquí tienes –le dijo Maca a la chica que acababa de servirle mientras seguía conversando con Verónica-. No hay nada que entender, estoy con la persona que quiero y tengo todo lo que necesito.
-       ¡¡¿lo dices en serio?!! –Verónica sabía que Maca tenía novia desde hacía tiempo, habían hablado de ella cuando Maca había ido a visitar a su familia a Jerez, pero aun la idea le resultaba inverosímil viniendo de ella… es que había cambiado tanto, en tan poco-. ¿Cómo diablos se puede tener todo lo que se necesita con una sola persona? ¿en serio no echas de menos tu otra vida? ¡Venga ya, Maca! ¡Qué nos conocemos!... ¡Que te he visto ojeándome el escote!... –Verónica sonrió con malicia ante aquel gesto que por supuesto no le había pasado desapercibido, Maca sin embargo no lo negó y le devolvió la sonrisa afable y tranquilamente-… sabes perfectamente de lo que te hablo. La vida es demasiado corta y hay demasiado por descubrir para apartarse a un lado y sólo mirar… tú y yo somos más de acción, ¿o ya hace tanto que no te acuerdas? –esta vez Verónica le pasó un dedo por los labios mientras permanecía a un escaso palmo de su boca-.

Entre las dos se hizo un silencio. Maca leyó la promesa de locura y desenfreno sin ataduras que le brindaban los ojos de Verónica, la habían disfrutado muchas veces juntas, y a Maca siempre le habían parecido excitantes las perspectivas de aquel camino, pero ahora, teniéndola frente a ella, no podía dejar de desear que un día Verónica tuviera la suerte de vivir lo que ahora mismo ella misma vivía  por y con Esther.

….

Esther estaba más que ansiosa por encontrarse con Maca. Tras la cena y tomarse las uvas con su madre y sus tías, Laura y Eva fueron a buscarla para ir a la fiesta que se daba en el pub dónde Maca trabajaba aquella noche. La idea no es que hubiera ilusionado a Esther, sabía que Maca no había podido librarse del trabajo y que necesitaba el dinero, pero ella hubiera preferido tenerla para sí sola. Los días pasaban tan rápido, que cada vez se sentía más angustiada con la idea de volver a marcharse y ese estado de ánimo iba cobrándose lentamente presos en ella con arrebatos que aún no lograba comprender como el que había protagonizado con Kate aquella mañana. Para colmo Maca le había anunciado a la hora de la comida, que una amiga suya de Sevilla había venido a visitarla, y aunque Maca le aseguró que en ningún caso alteraría los planes iniciales que tenían de irse solas a casa tras la fiesta, Esther había vivido con recelo aquella noticia. En cuanto las chicas y ella se abrieron paso entre la gente que ya abarrotaba pletórica el pub, y divisó a la rubia despampanante que estaba tocándole los labios a su novia, supo que tenía motivos justificados para ello. Aquella debía ser Verónica, y Maca lucía demasiado sonriente y relajada frente a ella.

Continuará...

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