jueves, 20 de diciembre de 2012

De Blanco y Negro a Color - 5 y 6 -



La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.



5
Pasaron tres días en los que el ritmo de la oficina permaneció inmutable, nada parecía distinto y sin embargo todo había cambiado. Con ese pensamiento Cruz se quedó contemplando el ir y venir de sus informáticos a través de la cortina de su despacho. Esther aún no le había llamado, Pedro estaba más nervioso que nunca, y ella no había escogido el momento ni la excusa adecuada para justificar la inmediata incorporación de Esther en la oficina. El tiempo se agotaba, y no sabía qué hacer.
Se retiró de la ventana y se sentó en su sillón, al menos le consolaba que Maca no hubiera vuelto a preguntar, aunque era cuestión de tiempo que las preguntas se formularan una vez tuvieran a Esther en el equipo. Conocía a Maca desde que tenía 15 años, lo único que quería era mantener a salvo y lejos de aquel conflicto de intereses, a aquella mocosa que había conocido mientras la pillaba infraganti desmantelando las piezas del televisor de su padre porque había descubierto como conseguir ampliar la capacidad de recepción de la imagen con un microprocesador parabólico aun no creado. Se frotó la frente, el dolor de cabeza no se había ido desde que había recibido aquella última carta de notificación. Lo único que le daba un poco de paz, era saber que Esther estaba al mando, sin embargo eso no solucionaba la salvaguardia de la integridad emocional de Maca, sino que más bien la empeoraría. Aquella joven de 24 años no estaba hecha para las jaulas, y había visto muchas veces los procesos en los que se envolvía Esther para saber, que los límites serían estrechos y rígidos. Cómo reaccionara Mara, era lo que más le preocupaba.
De pronto su teléfono móvil empezó a sonar. En la pantalla el nombre de Esther la hizo apretarse contra el respaldo. Inmediatamente lo descolgó.
-       ¡Esther! –pronunció con más ansiedad de la que pretendía-.
-       Hola Cruz, perdona que no te haya llamado antes, pero me he tenido que mover deprisa. ¿Cómo vais por ahí? –le preguntó Esther con serenidad-.
-       Lo único que he podido intercalar es que se va a agregar una asesora en legalidad y conflictos gubernamental al equipo. Ellos no preguntan, y yo no veo capaz de vaticinar nada –le comunicó Cruz, sabía que no era mucho, pero esperó que Esther se hiciera cargo de lo que significaba para ella su equipo-.
-       Bueno, no te preocupes, yo me encargaré. ¿Cuándo vas a presentarme? –tomó la iniciativa Esther-.
-       Cuando tú me digas –le cedió las riendas a su amiga-.
-       El viernes es un buen día, el fin de semana les servirá para acomodar preguntas y respuestas, les dará un margen de preparación mental para los cambios –le explicó con decisión Esther-.
-       Me parece bien, el viernes pues –le concedió Cruz-. ¿Necesitas que haga algo?
-       Sí… -dijo con rotundidad Esther, y pudo notar como Cruz tragaba saliva a la espera de lo que su amiga le fuera a pedir-. Necesito que me des luz verde para empezar una investigación sobre Maca, necesito mucha información, y que la prepares para colocarse bajo mi mando.
-       Esther eso no… -Cruz se esperaba lo peor, pero eso era sin duda peor de lo esperado-.
-       Ellos ya la están investigando, y supongo que no queréis que le asigne una protección de perímetro, así que será mejor que estreches su círculo entorno a mí, o no podré hacerme cargo. Mientras sepan que está bajo mi mando, no se acercarán tanto. Es toda la comodidad que le puedo proporcionar Cruz, créeme –le atajó Esther antes de que le reprochara-.
Cruz se frotó de nuevo la frente, aquello no lo controlaba, ni siquiera sabía que terreno pisaba.
-       Está bien, cómo tú digas… hablaré con ella hoy o mañana, el viernes la tendré preparada –le aseguró Cruz-.
-       Perfecto, Cruz…
-       Dime
-       Es lo mejor, lo siento –le dijo Esther sinceramente-.
-       Lo sé, lo sé, no te preocupes es sólo que todo esto es… –Cruz suspiró cansada-… demasiado.
Esther se hacía cargo de ello, lamentaba que Cruz se encontrara en aquella situación, pero lamentarse no les serviría de nada.
-       Va a ir bien, no te preocupes, no voy a dejar que se la lleven –le dijo Esther y rompiendo una de sus reglas añadió-. Lo prometo.
-       Tú nunca prometes –identificó las señales Cruz, y como una chispita de luz algo se instauró en su pecho-.
-       Entonces ya sabes hasta donde estoy dispuesta a dar en esto –le concedió Esther con honestidad-.
-       Gracias Esther –es lo único que pudo añadir tras el nudo que sus palabras habían dejado en ella-.
-       De nada. Nos vemos el viernes, descansa –se despidió de ella Esther-.
-       Hasta el viernes –añadió Cruz antes de que Esther colgara-.
Y se quedó sentada en su despacho un par de horas más, tratando de encarar lo que Esther le había pedido que hiciera antes de su llegada.
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En la sala común, Maca se entretenía con Eva contando batallitas pasadas. De pronto el móvil de Maca empezó a sonar, ella miró la pantalla y tras ver la foto identificadora se le dibujó una sonrisa plena en el rostro.
-       Hola vándalo -le saludó de forma típica entre ellos-.
-       Hola preciosa, ¿cómo va el día? –le preguntó él-.
-       Tranquilo, estoy con Eva echándonos unas risas -le contó ella-.
-       Desde luego, tenéis un chollo que no es normal. Si lo llego a saber, hubiera prestado más atención en su día al ordenador que me regaló mi padre a los doce años –le dijo él divertido, pues siempre le impresionaba la libertad creativa que la empresa les concedía-. Encima que sois unos piratillas informáticos os dan cancha ancha, increíble.
-       Jajaja… ¿detecto envidia? –le contestó ella-.
-       Envidia y celos… -añadió él-.
-       Ah, celos… qué interesante –arrastró las palabras ella conociendo el juego-. ¿Y se puede saber exactamente de qué?
-       De que ellos te tengan más horas que yo –le susurró él, y a Maca se le dibujó una sonrisa de picardía en el rostro tras escuchar sus juegos-.
-       Bueno, no se trata de la cantidad de horas, sino de la “calidad” de los sucesos en el tiempo empleado –le espetó ella, aludiendo sin duda al contacto físico constante que habían tenido el domingo-.
-       Quiero más de eso, si no te importa –solicitó él-.
-       Bueno, creo que eso soy capaz de dártelo –le dijo ella coqueteando-.
-       ¿Cuándo? –le apremió él-.
-       ¿Esta noche? ¿A las diez, en tu casa? –le propuso ella-.
-       Hecho, yo me encargo de la cena, tú del postre –terminó por formalizar el plan él con una sonrisa que traspasaba el auricular-.
-       Jajaja… vale. Entonces hasta la noche –le contestó-.
-       Hasta la noche preciosa –se despidió él y antes de colgar añadió-. Te quiero.
-       Ídem, besitos –le dijo ella y colgaron casi a la vez-.
Eva se giró cuando vio que ya había colgado.
-       ¿Fernando? –preguntó aunque conocía la respuesta por su cara-.
-       Sí, hemos quedado para esta noche, quiere que lleve el postre –le hizo el resumen rápido a su amiga mientras elevaba suspicaz una ceja-.
-       Que asquito das, anda déjate de joder con los detalles que unas estamos a dos velas, asquerosa –le dijo ella dándole un empujón-.
-       Jajajaja…. Porque quieres, siempre es porque quieres –le rebatió Maca-.
-       Sí, sí, lo que tú digas. Bueno qué, ¿nos vamos a comer o qué? –preguntó Eva mirando el reloj-.
-       Hoy no puedo, Cruz me llamó por el interno para decirme que comemos juntas –le dijo Maca-.
-       ¿Y eso? –sintió curiosidad Eva-.
-       No sé, supongo que tiene que hablar conmigo de algo de la empresa, rollos burocráticos, ya sabes –no le dio importancia Maca y más bien su cara esbozaba aburrimiento ante la reunión-.
-       Bueno tía, pues que sea leve… voy a ver si Teresa se viene. Nos vemos luego, ¿no? –le preguntó saliendo ya de la sala-.
-       Of course –le dijo ella y terminándose el refresco que se estaba tomando con Eva, salió hacia el despacho de Cruz-.
6
Maca y Cruz salieron hacia un restaurante japonés que había dos calles más a bajo, y mientras andaban se pusieron al día sobre asuntos personales. Cruz le preguntó por Fernando, Maca le preguntó por su hija, y las dos consensuaron su opinión sobre lo que había dicho el médico de Pedro, tras la última subida de tensión que había sufrido hacía ya un mes y por la cual, seguía un tratamiento farmacológico.
-       Es que es un cabezón, no sabe desconectar –le comentaba Maca pasando dentro del local-.
-       Lo sé, no paro de decírselo, pero ya sabes que no puede evitar ciertas cosas –lo corroboró Cruz-. Además, entiendo que esté nervioso, pero eso no va a solucionar nada.
-       ¿Y por qué está nervioso? –aquella noticia era la primera que tenía Maca al respecto-
-       Bueno ya sabes, está nervioso por el lanzamiento del nuevo proyecto, es normal. Es algo muy grande Maca, y tú estás en medio, así que está nervioso porque todo te salga bien –atajó con habilidad Cruz, escondiendo las sombras de todo aquello-.
-       Bueno sí… no sabía que estaba preocupado por eso, en realidad no tiene por qué, los plazos van según lo previsto y aunque es cierto que me queda aún trabajo, esta vez tengo claro que lo conseguiré. La prueba del mes pasado, lo confirma –le dijo Maca con una sonrisa-.
Cruz la miró tratando de esbozar una sonrisa similar a la de ella. De que Maca estaba cerca, cerquísima de conseguir la perfección de su proyecto no tenía la menor duda, pues la carta que habían recibido tan sólo 8 horas después de que se llevara a cabo la prueba práctica en el laboratorio, lo confirmaba de todas, todas.
El camarero apareció disipando el momento, y ambas decidieron pedir un combinado para picar de varios platos. Bebieron licor y degustaron los entrantes, cuando el camarero ya había servido el combinado de platos principales, Cruz se dio cuenta de que si no lo hacía ya, el tiempo volvería a jugar en su contra.
-       Maca –la llamó Cruz-.
-       Dime –respondió ella llevándose un bocado a la boca sin mirarla-.
-       Hay algo de lo que tengo que hablar contigo y te voy a pedir que trates de entenderlo, porque son decisiones que tu padre y yo hemos tomado recientemente, y que creemos importantes para la empresa –le dijo Cruz captando por completo la atención de los ojos de Maca-.
-       ¿Qué pasa? –la atajó Maca, no era normal ver a Cruz tan seria-.
-       Sabes que hemos contratado una asesora legal que llegará en breve al equipo –comenzó Cruz-.
-       Sí, la mujer del otro día, Esther ¿no? ¿qué pasa con eso? –la animó a seguir-.
-       Bueno, va a hacer algo más que asesorar legalmente el nuevo proyecto, desde el viernes estarás a su cargo, y le hemos dado luz verde para implantar un plan de seguridad en torno al lanzamiento del nuevo prototipo –le escupió sin más Cruz y trató de mantenerse firme, aunque estaba deseando beberse de un trago el chupito de licor que tenía entre las manos-.
-       Espera, espera un momento… ¿Cómo que estaré a su cargo? ¿Qué coño significa eso? Y, ¿para qué diablos necesitamos un plan de seguridad? Nunca antes lo hemos necesitado –las preguntas evidentes no tardaron en llegar-.
-       Para que Esther pueda hacer su trabajo, va a tener que instaurar una serie de cambios, que ya ella en su momento explicará porque yo la verdad no sé muy bien en qué consisten exactamente, así que se va a convertir en la nueva subdirectora por así decirlo, y cómo tú eres la creadora y coordinadora del proyecto, tendrás que estar bajo su tutela para asegurar que minimizamos los riesgos de infiltración –Cruz sabía que en todo lo que decía, no llegaba a explicarle nada, pero es que no podía contarle nada, esa era la realidad-.
-       ¿Pero de qué coño me estás hablando? ¿Subdirectora, cambios, riesgos de infiltración? Ni que el Condensador Láser de termo frecuencia fuera un secreto nacional. ¿No crees que os estáis pasando un poco con todo esto? –a aquellas alturas Maca ya no abría sólo los ojos como platos, sino que se notaba su incomprensión y la furia que ello le producía en la voz -.
-       Es posible, pero tu padre ha dado la orden y yo la he secundado, nosotros somos los encargados de los asuntos burocráticos y comerciales, y tras valorar el alcance de tu proyecto estamos de acuerdo en que tenemos que pasar a otro nivel –Cruz se acercó por encima de la mesa para que no la oyeran- Maca, esto no se trata de un nuevo filtro de inducción aerodinámica para segadoras, ni del digital máster de aleación para miembros amputados, estamos hablando de un láser capaz de detectar por sensores térmicos el punto de operación y de descargar con un margen de error del 0’0001 nanomilímetro sobre el lugar de impacto con una carga inteligente tras un análisis pormenorizado de biopsia. Tú mejor que nadie sabes la revolución en el mundo de la cirugía que supone, y no estamos preparados para los problemas, no sólo de patente, sino de comercialización que va a suponer. Esther es la mejor, y además es una vieja amiga mía, así que todos vamos a hacer lo que nos diga por nuestro bien y por el de la empresa de tu padre y tuya.
Maca la escuchó con atención, porque pocas veces había visto a Cruz tan alterada y tan tajante con algo. Por primera vez desde que se conocían, Maca detectó en su rostro un temor a algo que por lo que parecía se le escapaba de las manos.
-       Está bien, si vosotros creéis que es lo indicado, colaboraré –le dijo Maca tratando de minimizar el surco que había aparecido en el ceño fruncido de Cruz-.
-       ¿Seguro? ¡Es importante! –se quiso asegurar Cruz-.
-       Lo prometo, haré lo que tu amiga me pida, si con ello consigo que tú dejes de tener esa cara y de que a mi padre la tensión le deje de oscilar como en un tío vivo, colaboraré en lo que pueda –añadió Maca y le regaló una sonrisa, porque no soportaba la tensión que se había formado en torno a aquel tema-.
-       De acuerdo –aceptó Cruz, y Maca pudo ver como también sonreía más aliviada-.
….
Eran las once y media de la noche, cuando Maca se levantó de la cama para vestirse.
-       ¿A dónde crees que vas? –la retuvo él cogiéndola del brazo y volviéndola a introducir bajo las sábanas-.
-       Fernando, tengo que irme a casa… mañana tengo que levantarme temprano para ir a la oficina, hay un montón de cosas por hacer y no sé si me dará tiempo –le aseguró ella volviéndose a zafar de él y saliendo otra vez de la cama-.
La verdad es que desde su reunión con Cruz al medio día, todo había cambiado. Hubiera preferido irse directamente a casa desde el trabajo, pero le supo mal dejarlo colgado, y por un instante pensó que estar con él la reconfortaría, nada más lejos de la realidad.
-       Claro que te dará tiempo, siempre te da, además eres la dueña… anda, por qué no te quedas esta noche, no seas tonta –le susurró él poniéndose a su espalda y besándola en el cuello-.
Maca odiaba aquella expresión, y su humor le hizo responder.
-       No soy tonta. Tengo que irme, eso es todo –le dijo de mala forma-.
-       ¿Y ahora que mosca te ha picado? –le preguntó él-. Ya sabes que te lo digo de forma cariñosa, no es para que te pongas así, ¿no?
Maca suspiró, él tenía razón, pero no por ello dejaba de molestarle. Se giró para mirarlo mientras se abrochaba los vaqueros, y tras ver su cara decidió que no tenía por qué pagarla con él.
-       Tienes razón, perdóname ¿vale? –le pidió Maca-. Eh, mírame… -le dijo cogiéndole la cara entre sus manos-, el sábado que ya no habrá toque de queda me quedo a dormir ¿vale? Así podemos remolonear en la cama la mañana del domingo ¿trato hecho?
-       ¿De verdad? –le preguntó él poco convencido, pues su chica no era muy partidaria de comprometer todo su fin de semana, le gustaba demasiado su independencia-.
-       Sí, de verdad –y diciéndole aquello le dio un beso largo y profundo que volvió a calentarlo sin ella pretenderlo-.
-       ¿Ves como me dejas? –le dijo él tras ver como Maca se separaba de su lado-.
-       Perdona cariño, el sábado te recompenso –le aseguró, y dándole otro beso corto y rápido, salió del dormitorio, cogió su casco y su chaqueta, y descendió hasta el garaje para volver a casa-.
Era cerca de la una cuando Maca abrió la puerta tras dar un largo paseo en moto por la ciudad. Depositó sus cosas en la entrada y al ir hacia la cocina para picar algo, vio que un destello de luz salía del comedor. Se acercó al gran salón, su padre estaba en el sofá mirando la tele.
-       Papá, ¿qué haces despierto a estas horas? –le preguntó Maca asomándose-.
-       Nada… me estaba entreteniendo viendo este documental, pero ya me iba a la cama –le dijo él-.
-       ¿Estás bien? –le preguntó Maca sintiéndolo algo extraño-.
Pedro Wilson miró a su hija, y como respuesta pegó unos golpecitos en el cojín de su lado para que se sentara con él. Maca dio la vuelta al sofá y se acurrucó en los brazos de su padre.
-       Perdona al carcamal de tu padre, hoy echo de menos muchísimo a tu madre, pero se me pasará –le dijo él mientras la besaba en la cabeza-.
Maca se estrechó entre sus brazos.
-       Yo también la echo mucho de menos –le aseguró ella-.
-       Lo sé, ¿cómo ha ido el día? –le preguntó-.
-       Bien, tranquilo como siempre… Cruz me ha comentado lo de la asesora legal y lo de los cambios que va a haber para proteger el nuevo láser -introdujo el tema Maca-.
-       Maca yo… -su padre se removió inquieto, ella se separó de su pecho y lo atajó-.
-       Lo sé, no te preocupes, colaboraré en esto. Cruz ya me ha explicado lo importante que es para ti el que ceda en esta situación, así que lo haré ¿vale? –le aseguró su hija regalándole una sonrisa, cosa que a su padre le tranquilizó y consiguió que también sonriera cabeceando como aprobación-. Aun no entiendo muy bien tanto alboroto, pero si vosotros opináis que esa Esther merece la pena en lo que hace, por mi no hay problema.
Terminó de añadir Maca mientras volvía a los brazos de su padre, sin sospechar el vuelco ansioso que en él se producía dado que acaba de poner en manos de una desconocida lo que más quería, su hija.

Continuará...

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