“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca & Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
63
Eran las siete
de la mañana cuando Esther salió de la ducha de Maca. Se miró al espejo del
cuarto de baño y la locura de tener que acompañar a Verónica hasta su hotel y
hacerle compañía hasta que se le pasara un poco el mono no dejaba de cruzar por
su mente.
-
“Venga Maca… os podríais quedar”… “Un trío como
en los viejos tiempos”…
Frases sueltas
que entre risas y verdades había soltado Verónica por el camino y que Maca no
se había molestado en desmentir. “Esther, no te vuelvas loca…. Sabías que Maca
tenía un pasado… un tanto… “peculiar””… se dijo un poco sarcástica a sí misma,
pero la verdad es que si nunca le había importado el pasado de Maca, la idea de
imaginarla metida en drogas y orgías le costaba de asimilar. Negó aquellos
pensamientos con su cabeza, y tras terminar de peinarse salió del cuarto de
baño. Maca la esperaba ya con el pijama puesto en el sofá.
-
Hola –la saludó Maca con timidez al encontrarse
con sus ojos-.
-
Hola –le contestó Esther sintiéndose un poco
culpable por haber necesitado algo de espacio cuando Maca había sugerido que se
ducharan juntas y ella la había rechazado-.
-
¿Aún sigues enfadada? Siento lo de Verónica, no
esperaba que la noche terminara así, pero no podía dejarla tirada –se disculpó
Maca por lo ocurrido. Si no conseguía solucionarlo con Esther, Verónica se las
pagaría muy caras-.
-
No estoy enfadada, Maca –le contestó Esther,
pero la ceja alzada de Maca le hizo pensar un poco mejor cómo se sentía
realmente-. Bueno, quizá estaba un poco molesta, no era el tipo de plan que
tenía pensado para esta noche, pero entiendo que es tu amiga y que no la podías
dejar tirada, no te preocupes.
-
Pues si no estás enfadada, dime ¿qué es lo que
te pasa? Tengo la impresión de que algo te está reconcomiendo por dentro y no
quieres decírmelo, ¿son celos de nuevo? –le preguntó directamente Maca, pues no
le pasaba desapercibida la barrera invisible que aún mantenía Esther entre
ellas, de hecho aún no se había ni atrevido a ir hasta el sofá con ella. Seguía
de pie, vestida con el pijama que había llevado hasta el interior del baño para
no tener que cambiarse ante sus ojos, y aquel pelo aún húmedo que ella se moría
por enredar entre sus dedos, recostado en uno de sus hombros. Esther no se daba
cuenta, pero la estaba matando de ansiedad con su distanciamiento y su
silencio-. Esther, por favor… habla conmigo.
Quizá fue el temblor en aquella súplica, o aquellos ojos que le pedían
que les echara una mano con gran necesidad, pero los pasos de Esther se
sintieron atraídos hacia ella como un imán. Se sentó a su lado, Maca le hizo
sitio esperando alguna pista, alguna palabra que le entreabriera la puerta que
necesitaba para llegar a ella. Esperó, paciente.
-
No sé si son celos –Esther soltó un hondo
suspiro antes de hablar. La miró a los ojos-… nunca me había sentido así antes,
creo que en el fondo jamás he sentido celos por nadie, y ahora no se si todo
esto que siento, si todas estas preguntas que me angustian y sin querer me
formulo, tienen que ver con ellos, o simplemente es que me doy cuenta de lo
simple que es mi vida en comparación a la tuya… no sé qué pensar…
-
No te entiendo… ¿qué preguntas? –Maca se sintió
bastante perdida ante aquella declaración-.
-
¡Vas a pensar que soy idiota! ¡Oh Dioss… no me
creo que algo así me esté afectando! El pasado sólo es pasado… -Esther se
sintió bastante avergonzada de pronto y tuvo que ponerse de nuevo en pie. Aquel
veneno que le corría por las venas por querer saber sin querer saber en
realidad, atentaba completamente con la idea que tenía Esther sobre ella misma.
Sus principios de tolerancia, libertad e individualidad se iban a la mierda a
pasos agigantados, y lo peor es que no podía evitarlo-.
Maca se inquietó
tras verla así. Se puso de pie y la cogió por los brazos para que dejara de
mirar a todos lados excepto a ella.
-
Esther, ¿qué preguntas? ¡Me estás asustando!
Y Esther
entendió por su voz que era cierto, Maca la miraba asustada.
-
¿Era cierto? –se atrevió a introducir la
conversación que le rondaba por la cabeza desde que Verónica había aparecido en
escena-.
-
¿El qué? –quiso saber Maca-.
-
¿Alguna vez has tomado drogas? –Esther se sintió
como una niñata y una santurrona de pronto, pero tenía que saberlo-
Maca la soltó,
aliviada y un poco desconcertada por la importancia que Esther parecía haberle
dado a aquel tema.
-
Bueno sí, alguna vez. Esther… mira –Maca se pasó
una mano por la cara nerviosa, en realidad no sabía cómo alguien como Esther
podía tomarse ciertas cosas. Parecía muy abierta, nunca le había visto juzgar a
nadie en realidad, pero en el fondo Maca siempre había sospechado que se debía
más a su inocencia y carencia de experiencia en ciertas cosas, que en una
tolerancia activa propia de un bagaje, cómo era su caso-… siéntate –Esther dejó
que Maca la guiara al sofá y se sentó junto a ella-. Verás, es cierto que
alguna vez he tomado drogas, no es que me enorgullezca de ello, pero tampoco le
doy la importancia que parece que tú le estás dando. Hubo un tiempo que me dejé
llevar un poco más de la cuenta por ellas, pero se terminó cuando empecé a
estudiar la carrera… bueno –tuvo la necesidad de ser completamente sincera
Maca-… en realidad alguna vez he tomado algo para aguantar en época de exámenes
pero sólo estimulantes nunca “pastillas” ni coca…
Esther se quedó
callada y un poco boquiabierta, cosa que hizo que Maca se sintiera como una
completa drogodependiente ante sus ojos de pronto.
-
¿y lo de los tríos? También decía la verdad,
¿no? –se atrevió a preguntar Esther-.
Maca la miró a
los ojos, pero de pronto se sintió bastante sucia bajo su mirada que era como
la de una niña de seis años que acaba de descubrir quienes son realmente los
Reyes Magos.
-
Sí, también, pero hace mucho de eso y sólo lo
hice tres o cuatro veces y en momentos muy puntuales de mi vida –Maca fue esta
vez la que tuvo la necesidad de levantarse de aquel sofá. En realidad no sabía
si toda aquella conversación llegaría a buen puerto o estaba encaminada a un
gran desastre-.
-
¿Con Verónica? –Esther no supo por qué tuvo la
necesidad de formular aquella pregunta, la sola idea de imaginar a Maca en la
cama con otra, con otras, ya estaba
siendo suficiente tortura como para añadir una cara conocida a tan pintoresco
cuadro-.
Maca se le quedó
mirando con pavor. “¿En serio quieres saber eso?...” se preguntó Maca no
sabiendo a qué atenerse, ¿pero acaso tenía otra salida salvo decir la verdad?
No podía mentirle, Esther lo sabía, se lo habían prometido la una a la otra
hace mucho. Se rindió pese a saber que aquello la enloquecería.
-
Sí, alguna de las veces fue con ella.
-
¿Cuántas veces? –Esther apartó la mirada de
ella-.
-
Por favor Esther, ¿qué importa eso? Estás
tratando de hacerte daño innecesariamente, Verónica simplemente es una amiga…
-
¡¡Una amiga con la que tienes un sexo bastante
activo!! ¿no crees? –le espetó Esther con un calor que le abrasaba la cara-.
Maca se quedó
desconcertada por la furia que vio en sus ojos. Al final todo se había reducido
en un abrir y cerrar de ojos a los celos.
-
Esther, estás siendo injusta. Nunca te he
ocultado quien he sido, quien soy. Verónica es SÓLO una amiga, nada más desde
que estoy contigo. Antes era una amiga y una de mis amantes, no la única, ya
que estamos… Acaso, ¡¡¡¿quieres saber con cuántas me acostaba a la semana, al
mes? ¿quieres? ¿eso te haría sentir mejor?!!! –Maca tenía miedo, mucho miedo de
verse bajo el prisma que Esther de pronto la estaba mirando. Ella ya sentía que
no la merecía, aquel había sido siempre su mayor temor, el saber que alguien
tan inocente y sincero como Esther, había puesto sus ojos esperanzados en
alguien roto e incompleto como ella. Se había acostado con tantas mujeres que
no recordaba sus nombres ni muchos de sus rostros… había amanecido tirada en
camas desconocidas, sabía lo que era perder el conocimiento tras una borrachera
mezclada con cocaína, los escalofríos y la tremenda sed de pasar el mono el día
después, lo mierda que se sentía una, y lo fluorescente que era echar un polvo
toda colocada… había tocado el fondo algunas veces, había sabido recomponerse
después, pero Esther no sabía nada de aquello, no podía saberlo. Su vida salvo
la separación de sus padres había sido perfecta, perfecta… no tenía ni un
maldito punto de oscuridad, salvo el de ahora, salvo la mirada que ahora mismo
tenía mientras se miraban, y a Maca le mataba el simple hecho de saberse la
responsable de ello-.
-
No… no quiero
Maca soltó un
quejido ansioso tras escuchar la susurrada negación de Esther. “Gracias a
Dios…” pensó Maca, pues de haber tenido que responder a aquello estaba segura
de que su imagen quedaría completamente deteriorada.
-
Esther, no puedo cambiar mi pasado… si pudiera
seguramente cambiaría muchas cosas… -Maca trató de hacerle comprender que
seguía siendo la misma persona de la que se había enamorado-.
-
Lo sé, no tienes que disculparte por ser quien
eres, soy yo la que está perdiendo los papeles… -reconoció Esther que se sentía
nuevamente a punto del llanto. “¿Qué me está pasando?”, pensó-.
-
Nunca te he mentido,… sólo quiero estar contigo,
no hay nadie más en mi vida ahora. ¡Estoy contigo… sólo contigo! ¡Te quiero!
¡Eres todo para mí! –le aseguró Maca arrodillándose junto al sofá, frente a
ella-.
Esther sintió
sus cálidas manos en el rostro y sin saber por qué las lágrimas empezaron a
brotar silenciosamente de sus ojos. Maca se apresuró a abrazarla, a consolarla,
pero ya era tarde, había un mar tempestuoso dentro de ella que no sabía
apaciguar, y Esther tenía la sensación de que poco a poco la iba ahogando,
silenciosamente y sin sentido.
Continuará...
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