lunes, 7 de enero de 2013

De Blanco y Negro a Color - 11 y 12 -




La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.

11
El inicio de la mañana había bastado para que Maca se encerrara en su despacho nada más salir del ascensor. Eva trató en vano de que saliera a tomar café y charlar con ella, pero en el fondo sabía que no era buena idea dirigir los tiempos cuando se trataba de Maca. Así que con resignación, fue a la sala común sola por cuarta vez en la mañana, esperando que dado la hora que era, su amiga se dignara a asomar la cabeza.
Mientras en el despacho de Esther el teléfono y el ordenador portátil no habían parado de recibir y enviar información.
-       No, no me está entendiendo, lo necesito para ya –ordenaba tajantemente Esther con el bluetooth del teléfono móvil en la oreja-. Sé muy bien de qué plazos estamos hablando, como también sé lo milagrosamente que se reducen con una orden judicial… No, no hay ninguna orden judicial, pero para usted como si la hubiera, le doy una semana, o le aseguro que no haber hecho un simple click en su ordenador, se convertirá en el peor de sus errores. Buenas días.
Esther se quitó el manos libres de la oreja, se pasó la mano por el cabello y miró por el ventanal de la oficina que Cruz había puesto a su servicio. La ciudad manifestaba tanta agitación como la que ella misma sentía, se esforzó por pararse a respirar y volver a tomar el control. Desde su confrontación con Maca había ido acumulando tensión sin tomar conciencia de ello, una cadena frenética de trabajo se había sumado a su estado para su pesar.
“ Es sólo una civil, una jovencita, es normal que se comporte así”
Se recordó a sí misma, y suspiró consiguiendo relajar las facciones de su rostro. Se sentó frente al ordenador y revisó el correo electrónico, la respuesta que esperaba de Laura apareció en el buzón de entrada. Inmediatamente abrió el email y allí estaban, las intenciones de Maca en su incursión al sistema informático aquella mañana. Esther leyó el informe, el cual entre todos los datos técnicos venía a explicar qué Maca había insertado hábilmente un detector de transferencia de datos y unos programas de seguridad para que nadie pudiera acceder accidentalmente a huellas o datos personales que permitieran acceso a alguien ajeno a los autorizados. Esther tuvo que releerlo un par de veces, pues lo último que esperaba ver reflejado en él, era un magistral retoque del sistema que aún hacía más infalible el instalado por Laura.
“Increíble… así que no estaba saboteándolo, sino perfeccionándolo”.
Reflexionó para sí Esther, mientras se dejaba caer sobre el respaldo de su silla frotándose la barbilla. Estaba claro que Maca tenía mucho que decir sobre el asunto, si tan sólo pudiera convencer a Cruz de que le dejara advertirla sobre la situación, estaba convencida de que teniendo al “sujeto” consciente del problema todos los riesgos se minimizarían. Tras pensarlo unos segundos, Esther decidió que debía volver a intentar hablar con Maca, se levantó de la silla y salió de su despacho, con o sin la autorización de Cruz, había que quitar la venda de los ojos de Maca.

Las miradas de los informáticos no se hicieron esperar cuando enfilando el pasillo con su característico caminar, Esther hizo acto de presencia en la planta. Ninguno se atrevió a interceptarla ni tan siquiera con un “hola”, aún no sabían muy bien que opinar de la nueva después de lo que se habían encontrado aquella mañana al llegar a sus puestos de trabajo, así que fingieron trabajar mientras Esther alcanzaba la puerta del despacho de Maca. La primera sorpresa fue ver que había un interfono conectado a la puerta con cámara de visión. A Esther le pareció gracioso, tenía que reconocer que Maca era bastante peculiar. Sonrió para sí, y llamó al timbre… allí llegó su segunda sorpresa.
-       Identifíquese, por favor –le solicitó una voz de mujer muy conseguida para ser por ordenador-.
-       Esther García –contestó ella sin estar muy segura de que aquello fuera suficiente para la máquina-.
Tras unos segundos, obtuvo la respuesta a sus dudas.
-       Señorita García, en estos momentos no me está permitido dar acceso a personal directivo. Si quiere dejar algún mensaje, lo registraré y será comunicado a la señorita Wilson en cuanto termine el código de aislamiento. Gracias –le contestó ELISA, dejando a Esther por unos instantes fuera de juego-.
-       Está bien, trasmítale que necesito mantener una conversación con ella, por asuntos de la empresa –le contestó Esther-.
-       Así lo haré, que pase un buen día y disculpe las molestias –se despidió ELISA y a Esther no le dio tiempo a añadir nada más-.
Esther se dio la media vuelta sin dejar de sonreír, aún no se creía lo que acababa de ocurrirle, despachada por una puerta. “¡Increíble!” se dijo para sí, y cuando se disponía a volver a su despacho, algo le hizo cambiar de opinión. En la sala acristalada que había en mitad de la planta, un rostro familiar le hizo dirigirse hasta allí.
Eva esperó de pie a que la cafetera volviera a escupir café, era el cuarto que se tomaba, se moría de asco sin poder hablar con alguien de lo que le estaba pasando, pero desde luego dado el acontecimiento de aquella mañana Maca no era la más indicada para poder compartirlo.
-       Hola, ¿es aquí donde se puede tomar un café?
A Eva le fallaron por un momento las rodillas al escuchar aquella voz. Tanta mala suerte no era posible. Se giró a cámara lenta y allí, a escasos seis pasos de ella, aquella mujer volvía a abrir el boquete en mitad de su estómago.
-       ¿Estás bien? –le preguntó Esther viendo a la joven un poco pálida-.
-       Eh… sí, sí perdona… Es que estaba absorta en mis cosas y me has asustado. Llegas justo a tiempo, estoy preparando una nueva cafetera, tardará unos minutos solamente –reaccionó Eva con diálogo un poco atropellado-.
-       Genial –dijo Esther esbozando una sonrisa magnánima-. Tú eres Eva, ¿no? Con todos los cambios, creo que no nos han presentado.
Eva se sujetó a la encimera con una mano, mientras recibía con la otra el saludo de Esther. Sentir el calor que emanaba de la palma de aquella mujer no ayudaba en nada a sus planes de enemistad eterna para con ella.
-       Sí, soy Eva, encantada señorita García –consiguió articular-.
-       Esther, por favor –la corrigió dulcemente ésta-.
-       Está bien, Esther entonces –consintió Eva sintiendo que la mano le ardía cuando fue liberada de la de Esther-.
El sonido de la cafetera le permitió ganar un poco de compostura lejos de la mirada de la desconocida. Cogió un par de tazas, y sirvió los cafés.
-       ¿Cómo lo quieres? –le preguntó de espaldas a Esther-.
-       Espera ya te ayudo yo… -le contestó Esther poniéndose junto a ella, tan cerca que Eva recibió de golpe el olor de su perfume como si de una bofetada se tratara. Hacía tanto tiempo que no le pasaba algo así, que se mareó-.
12
-       Eva… Eva… ¿estás bien?
Eva empezó a percatarse de aquella voz familiar a medida que volvía en sí.
-       ¿Se puede saber que le ha hecho? –preguntaba alterada la misma voz-.
-       Deje de comportarse como una histérica, y acérqueme la vinagrera –contestó tajante y enfadada la voz que la había hecho temblar-. ¡YA!
Maca obedeció la orden de Esther y le acercó la vinagrera. Esther la destapó y pasó el fuerte olor cerca de la nariz de Eva que terminó de reaccionar abriendo los ojos. Maca se arrodilló para estar con ella.
-       Eva, ¿estás bien? –le preguntó ayudándola a incorporarse-.
-       Eh… sí, creo que sí –contestó Eva aturdida mientras veía como el puesto que ocupaba hasta hacia unos segundos Esther era reemplazado por el de su amiga-. ¿Qué.. qué ha pasado?
-       Eso es lo que me gustaría saber a mí –dijo entre dientes Maca mientras miraba de reojo como Esther colocaba la vinagrera en su sitio-.
-       Esther.. –la llamó Eva-
-       Te has desmayado… pero tranquila, no te dejé caer al suelo. Por cierto ¿cuántos de estos te has tomado? –le dijo Esther señalándole la taza de café-.
-       No lo sé, creo que 4 o 5… -contestó Eva-.
Maca abrió los ojos como platos.
-       ¿Pero tú eres tontaaa o quéee? –le regañó Maca de pronto-. La cafeína te sienta como el culo, ¿cómo te has tomado 4 cafés?
-       Pero si me los tomé descafeinados como siempre… -se defendió Eva sin entender-.
-       Me temo que no… -añadió Esther cogiendo el tarro del que se había estado sirviendo Eva-… alguien por equivocación ha debido de cambiar las tapas de los botes, porque este es café, café.
-       No vuelvas a darme un susto como este, te enteras… -le amenazó Maca-.
-       Bueno, lo siento… no lo sabía –se disculpó Eva-. Eh, que estoy bien.
-       Eres una idiota coño… casi me da algo cuando ELISA me avisó –le dijo Maca dándole un ligero empujón, ya más sonriente por el alivio de que sólo hubiera sido un susto-.
Esther las siguió con la mirada pero sobre todo escuchó atenta la escena, y aquel nuevo dato hizo que dejara de quedarse al margen.
-       ¿Dice que ELISA la avisó? ¿Cómo es posible? –quiso saber Esther-.
Maca se giró a mirarla, como si una mosca cojonera interrumpiera en su almuerzo.
-       Creo que eso no es de su incumbencia –le respondió de mala gana- Además, seguro que no han sido sólo los cafés los que han hecho que Eva se desmaye, ¿qué, ya le estaba usted aplicando el tercer grado? Porque vistos los métodos a los que está acostumbrada, no me extrañaría nada.
-       Maca, por favor –la contuvo Eva cogiéndola del brazo-.
Al ver los ojos de su amiga, Maca tuvo que echar el freno. No sabía el motivo, pero cada vez que se cruzaba con aquella mujer algo feroz se apoderaba de ella causando que la atacara con o sin motivo.
-       Esther sólo me saludó, íbamos a tomar un café juntas y me debí desmayar… ¿vale? –le aclaró Eva apaciguándola-.
-       Vale… -aceptó Maca-. Perdone, es que me he puesto un poco nerviosa. ELISA está conectada a aquella cámara, por eso pudo avisarme.
Esther se giró hacia donde señalaba Maca, descubriendo que en aquella sala sí había una cámara de vigilancia no convencional.
-       ¿Por qué en esta sala si poseen cámara y en el resto del recinto no? –siguió preguntando Esther-.
-       Porque la utilizo para saber cuando mis amigos están tomando un café, y no dejar mi trabajo a medias… no me gusta comer sola –le contestó sin darle mucha importancia, pero para Esther si la tenía. Pues empezaba a darse cuenta de que se le escapaba la dimensión que abarcaba ELISA-. Anda, déjame que te ayude a levantarte del suelo.
Aquellas palabras hicieron que Esther pospusiera sus pensamientos. Se agachó y se puso al otro lado de Eva. Entre las dos ayudaron a levantarla.
-       Gracias, pero estoy bien, de verdad –dijo Eva viendo a Maca preocupada cuando la cercanía de Esther contra su cuerpo creó un temblor involuntario en ella-.
-       Pero si estás temblando, voy a ir al botiquín a por el termómetro … a ver si no va a ser el café, y la liamos –dijo Maca, pero antes de salir de la sala hizo una advertencia-. Como la deje sola se las verá conmigo, ¿estamos?
-       Sí –respondió Esther un poco divertida por aquel comentario y la seriedad con que la joven le había amenazado. Nadie en su sano juicio se hubiera atrevido a hacer algo así, sin embargo ya había salido de la base, y el mundo allí tenía otras dimensiones que no dejaban de sorprenderla-.
-       Se pone así cuando se asusta, pero en el fondo no muerde –le dijo Eva llamando su atención-.
-       Entiendo –le contestó Esther tranquilizadora-. Es su amiga, es normal que la proteja.
-       No, no lo entiende… Maca siempre ha sido alguien muy especial, no le gusta mostrar sus sentimientos ni quien es, y son muy pocas las personas por las que se deja ver, parecía que empezaba a cambiar, pero con la muerte de su madre hace un par de años, empezó a recular más que nunca. Así que es normal que ataque a todo aquel que amenace lo que ella conoce y quiere. Y ahí entra usted…
-       ¿Yo? Pero si yo no pretendo atacar nada… -dijo Esther sorprendida-.
-       No lo pretende, pero lo está haciendo… mire a su alrededor, todo lo que ve no sólo es su trabajo, sino que son sus amigos, su espacio y lo que ama, su gran afición… y usted acaba de llegar y ya ha empezado a cambiarlo. No me mal entienda, a mí me parece bien que haya un poco más de protección por aquí… pero razonarlo con Maca es otra cosa –le explicó Eva-.
Esther miró por la cristalera, en cierto modo Eva sólo había puesto palabras a lo que ella sospechaba, a lo que había pretendido explicarle a Cruz antes de aceptar el trabajo.
-       ¿Y cómo puedo hacerlo? –le preguntó Esther clavándole una mirada que Eva identificó de compasiva-. Aunque no quiera causarles molestias, es mi trabajo.
-       Lo sé, y ella en el fondo también lo sabe… dele tiempo, es lista, lo comprenderá –le quitó hierro Eva a la situación-.
…..
Esther estaba a punto de irse a casa cuando Cruz apareció en el umbral de su puerta.
-       Hola –le saludó Esther-.
-       ¿Un día duro? –le preguntó Cruz viéndole la cara-.
-       Digamos que los he tenido mejores –suspiró Esther mientras dejaba de mirar por la ventana-. ¿Por qué no me dijiste que la madre de Maca murió?
-       No lo consideré importante –se sorprendió Cruz de aquella pregunta-.
-       ¿No consideraste importante decirme que su madre murió a causa de que se negaran a meterla en quirófano por falta de fiabilidades técnicas y que su hija pasó 23 noches de hospital sin separarse de ella viéndola agonizar poco a poco? –Esther se había puesto a indagar sobre el suceso apenas Maca había regresado para quedarse con Eva-. ¿Cuándo empezó a trabajar en el láser?
-       No lo sé –le contestó Cruz-.
-       ¿Cómo qué no lo sabes? –la voz de Esther se endurecía, el estrago de los detalles de la muerte de aquella mujer la habían llenado de una furia por impotencia que amenazaba con estallar-.
-       Tardó casi un año en regresar al trabajo, se aisló, viajó, y cuando regresó apareció con ideas, con planos… no sé, es posible que empezara a pensar en ello ya en el hospital… o quizá unos meses después, no te lo podría especificar, pero volvió con todo tan claro en su cabeza que empezó a trabajar sin descanso –se justificó Cruz pensando que aquello tendría que contestar a la pregunta de Esther-. Estábamos tan preocupados por ella y de repente volvía a ser la misma, volvió a salir, volvió a trabajar… a sonreír. Sin darnos cuenta todos empezamos a volcar nuestras energías en el proyecto sin más.
Esther se paseó por la habitación.
-       Pues hicisteis mal, necesitaba ayuda para superarlo y en su lugar la dejasteis que volcara todo su resentimiento y toda su esperanza de salvación en la creación de ese láser… y ahora me pedís que sea yo quien la obligue a que lo destruya y lo entierre al olvido. ¿Cómo crees que me siento? –le dijo Esther con una mirada que apuñaló a Cruz tanto como ella misma se sentía apuñalada-.
Cruz agachó la mirada, Esther tenía razón, la habían escogido como cabeza de turco, no lo habían pretendido, pero era así.

Continuará...

4 comentarios:

  1. Combinacion perfecta! Tecnologia & Maca/Esther..
    Te sigo!!

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  2. Esto se va a convertir en una bomba sexual :-P.

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