domingo, 13 de enero de 2013

De Blanco y Negro a Color - 13 y 14 -




La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.




13
El despertador sonó, pero Esther lo apagó de un golpe apenas dos segundos después de que sonara. No había pegado ojo en toda la noche barajando las posibilidades de aquel caso.
“¿De verdad crees que tendremos que llegar a ese extremo? ¿qué habrá que destruir el proyecto?” le había preguntado Cruz antes de salir del despacho.
“Si no puedo desvincularla del todo de él, será la única forma de evitarlos” , le había respondido ella, y desde aquel momento, una carga mayor se había instaurado sobre sus hombros, pues a pesar de aquella rebeldía y aquellos desplantes maleducados, se veía en la obligación de proteger a aquella joven.
Se dio una ducha parca, y se plantó frente a su ropero. Todo estaba colocado en pulcro y maniático orden, cada traje con su camisa, cada conjunto con sus zapatos embellecidos… mirándolo Esther era consciente de que jamás podría escapar del todo de su procedencia, eligió uno al azar y cerró el armario, no era el momento de librar aquella batalla. Se aseó, desayuno, y salió rumbo a la oficina.
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Dos horas más tarde, Maca llegaba al mismo recinto donde Esther ya estaba trabajando. A su lado Eva iba hablando con ella de camino a la sala común.
-       De verdad Maca, tendrías que colaborar un poquito más, se trata de tu empresa a fin de cuentas ¿no? –le iba diciendo Eva tras reñirla por haberla vuelto a tener con el guardia de seguridad-.
-       Ya, ya lo sé… pero, ¿es que no se te hace raro todo esto? Un día nadie nos echa cuenta, y al otro, parece que vamos a entrar en un recinto de jurisprudencia… Me pone los pelos de punta –le contestaba Maca-.
-       Bueno, sí, pero aquí lo importante es que no nos roben el trabajo, y si para eso tenemos que poner el dedito en la maquina esa pues se pone y punto, que no es tan grave –dijo Eva-.
Maca se la quedó mirando con cara de sorpresa.
-       ¿Qué? –le preguntó Eva-.
-       ¿Desde cuándo has sido tú tan pacíficamente sumisa a los cambios que coartan tu libertad? –le espetó Maca burlándose de ella-.
-       No lo soy, pero tampoco soy una rebelde sin causa como otras –le devolvió la pelota Eva-.
-       Ósea que ahora soy yo la rebelde sin causa, ¿te parece poca causa el tener que tratar con esa muralla con piernas que me han puesto de supervisora? –se defendió Maca risueña-.
-       Esther no es ninguna muralla, parece buena tía en realidad –dijo de pronto Eva esquivando la mirada de Maca a propósito-.
Maca se paró en seco, mientras Eva siguió andando.
-       ¿Qué pasa ahora? –le preguntó Eva girándose a ver porqué se había parado.
-       ¿Ya la llamas por su nombre de pila? –le preguntó Maca-.
-       Sí, nos presentamos… y… -Eva se iba poniendo nerviosa con el tema-. Bueno que mas da… se llama Esther no, pues eso.
Eva se giró queriendo retomar el paso, pero Maca la alcanzó y la cogió del brazo.
-       Eva mírame –le pidió Maca-.
Y Eva a regañadientes la miró. Maca no dijo nada, se limitó a ver lo que su amiga no decía, pero no lograba descifrar que era.
-       Hay algo que no me estás diciendo, te lo noto –le dijo de pronto Maca dejando de sonreír-. No te habrás aliado con ella, ¿no?
-       Claro que no… estás loca o qué, además no creo que esté en un bando distinto al nuestro por si sirve de algo –le contestó Eva por lo bajo, al igual que Maca le había preguntado-.
-       Pues algo te pasa, y tiene que ver con ella… no me mientas, sabes que no soporto la mentira –le dijo Maca empezando a molestarse por las posibilidades de traición que se le empezaban a pasar por la cabeza-.
Eva la miró, notando la fuerza que de pronto había tomado tanto la mano de Maca alrededor de su brazo, como el destello de sus ojos. Era hora de confiar.
-       No es lo que tú piensas –le susurró Eva-
-       ¿Entonces qué diablos es? ¡Me estas poniendo nerviosa! Si sabes algo que yo no sé sobre lo que está pasando, deberías decírmelo, soy tu mejor amiga coño… -le reprochó Maca-.
Eva observó que varias cabezas aparecían por los cubículos, seguramente las orejas y el cotilleo acababan de ponerse a funcionar, y aquello era lo último que quería. Así que cogió a Maca del brazo y la invitó a seguirla.
-       Te lo diré, pero aquí no… vamos.
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Teresa cogió el teléfono, sin quererlo ni beberlo, había pasado de ser sólo la secretaria de Cruz a ser una secretaria pluriempleada, pues ahora también se ocupaba de la agenda de Esther.
-       Pues esto sí que no eh… al menos un plus de productividad me van a tener que dar, estaría bueno que trabaje el doble de gratis, que se han pensado que soy, la tonta del bote… -refunfuñaba Teresa mientras marcaba el acceso directo al despacho de Esther, finalmente ésta lo cogió-. Una tal Laura quiere verla, no ha dado su apellido.
-       Dígale que pase, por favor Teresa –le pidió Esther-.
-       Enseguida… -le contestó y nada mas colgar empezó de nuevo a refunfuñar-. Esto es la leche, haber quien coño es ahora la Laura esa… pues esto lo hablo yo con Cruz hoy mismo, vamos que si lo hablo.
Mientras Teresa seguía con su batalla de a uno, Laura accedía a la planta. Cuando se abrieron las puertas del ascensor, el resto de trabajadores se la quedaron mirando unos segundos, pero gracias a su acertado atuendo informal pasó casi inadvertida. Disimuló preguntando por el despacho de Esther, a pesar de conocer dónde estaba ubicado por sus incursiones al edificio en los últimos días, luego se dirigió hacia él en busca de su superiora.
-       Adelante –la invitó a pasar Esther al escuchar los golpes en la puerta-.
-       Con su permiso comandante –lo secundó Laura sin pensar tras cerrar la puerta-.
-       Laura, en qué habíamos quedado… -la reprendió Esther poniéndose en pie-.
-       Perdone, digo perdona… no volverá a pasar Esther –corrigió su torpeza Laura, pues no se acostumbraba a hablar a aquella mujer de tú a tú-.
-       No pasa nada, ¿lo tienes? –le preguntó Esther sentándose en una esquina de la mesa escritorio-.
-       Sí –Laura se abrió la cazadora y sacó del bolsillo interno un sobre, se acercó a Esther y se lo entregó-.
-       Siéntate por favor –le pidió Esther mientras abría el sobre sin prestarle demasiada atención-.
-       Gracias –le contestó Laura-. No hay demasiada información sobre las costumbres del “sujeto”, porque apenas salió de la casa en el fin de semana.
Añadió Laura viendo que Esther empezaba a leer el informe que había adjuntado a las fotografías que había tomado. En él detallaba cosas habituales, horas de entrada y de salida, detalles de los sucesos más destacados, números de móvil tanto de recepción como de envío… en fin, cosas habituales para un trabajo como el que le había pedido, sin embargo Laura estaba algo inquieta, pues había tomado algunas fotografías que no sabía si se ajustarían a la petición que le había hecho Esther dado que hasta ella se había inquietado al tener que hacerlas.
Esther terminó de echar el primer vistazo al informe, cogió el sobre con las fotos y empezó a pasarlas sin reparar excesivamente en los detalles, hasta que llegó a una que la traspasó como un rayo sin previo aviso.
…..
Petrificada y sin habla se había quedado Maca tras lo que Eva acababa de contarle.
-       Joder, al menos podrías decir algo y no quedarte ahí con cara de idiota –le reprochó Eva que para aquel entonces estaba colorada como un pavo-.
Maca trató de reaccionar.
-       Pero tú estás segura que… -empezó a preguntarle Maca sin poder terminar de poner palabras a lo que quería decir-.
-       Hay mira, y yo que sé… no me pasaba algo así desde tú ya sabes cuándo –le soltó Eva levantándose nerviosa de la silla-.
-       Pero tú y yo éramos unas crías tonteando a aprender a besar, ¿qué teníamos… 11, 12 años…? ¡no es lo mismo Eva! –le decía Maca-.
Eva la miró, sabía que tenía razón… pero no podía pensar en que aquel nuevo huracán despertado significara algo más que una fantasía infantil y pasajera.
-       ¿Y qué quieres que te diga? ¿Eh?... Es verla y se me revuelve el estómago, y no me estoy refiriendo a un dolor de tripa… no, sino a tú ya sabes qué…. –le decía Eva enfocando con la mirada a sus partes-.
Maca la siguió con la mirada, y al percatarse de a que se refería su amiga le dio un escalofrío.
-       Vale, ahórrate los detalles…. –le pidió Maca y se sentó en el sofá atónita. Su cabeza no podía concebir la idea de que a su amiga la pusiera en órbita aquella estirada mujer-. Pero si es de lo más estirado, cómo te puede poner…. Poner así.
-       Eso me pregunto yo –suspiró Eva, y se sentó a su lado-. No tiene nada que ver conmigo, pero me topo con sus ojos y te juro que me tiembla hasta el último pelo… es un sin sentido, si hasta me desmayé con su olor.
-       ¿Te desmayaste por esooo? –se escandalizó de pronto Maca que pegó un bote en el sofá-
-       Bueno supongo que también por los cafés… hay mira, yo que sé… estaba nerviosa porque había entrado de improvisto, llevaba toda la mañana tomando café esperando a que te dignaras a aparecer, y de repente se me acercó, me invadió su perfume y ya sólo me acuerdo de ti montando la marimorena –se justificó como pudo Eva-.
-       Joder, joder, joder…. Yo es que flipo –fue todo lo que Maca pudo alcanzar a decir-.
-       Ya, es que es para flipar…. –añadió Eva haciendo una mueca de fatalidad-.  ¿Te acuerdas de Gabi?
-       ¿Qué Gabi? –le preguntó Maca sin entender-.
-       Gabriela Dávila, iba un par de cursos por encima del nuestro en la facultad, su padre nos invitó a aquella fiesta de presentación del coche por combustión ecológica… -le dio más datos Eva-.
-       Ah, ya… ya me acuerdo. Se las daba de diva porque todos estaban tras ella, me caía como el culo con sus aires de superioridad –cayó en la cuenta Maca-.
-       Lo sé, por eso nunca te dije que nos liamos –le soltó la segunda bomba del día Eva-.
-       ¿QUÉEEE? –Maca abrió los ojos tanto como la boca-.
-       Bueno no duró mucho, porque tenías razón, era una prepotente de cuidado y se liaba con todo lo que se movía, pero digamos que me ayudó a explorar el lado oscuro de lo políticamente correcto –le explicó Eva que necesitaba quitarse todo aquello de encima-. Era una zorra, para lo malo, pero también para lo bueno –añadió con una sonrisa perversa-.
Maca la miró tratando de reconocer a su amiga entre aquel amasijo de libertinaje lésbico en el cual se estaba zambullendo a cada confesión.
-       Te he escandalizado… -aseguró Eva tras ver como Maca la miraba-.
-       No, no es eso… bueno un poco, pero no es eso… es sólo que, bueno… ¿Dónde estaba yo cuando te pasaban estas cosas? Pensé que lo sabíamos todo la una de la otra, que no había secretos –dijo Maca mirándola-.
-       Y no los hay, aquello fue un episodio que pasó sin pena ni gloria, o eso fue lo que quise creer… pero ahora que ha vuelto este remolino, ya no sé qué pensar al respecto de mis preferencias –le contestó Eva con una mueca-. Al fin de cuentas, admitámoslo, siempre me fue de pena con los tíos.
-       Bueno, pero eso es porque te has liado con cada indeseable que ya te vale… -le dijo Maca-.
-       Eso también… pero para ser del todo sincera, la verdad es que este tío vivo sólo lo he sentido con mujeres –dijo arrugando la nariz Eva-. Primero fue contigo, luego con la zorra y ahora está Esther. ¿Lo llevo crudo, no?
Maca la miró, identificando aquel tono jocoso que ocultaba un gran temor, y comprendió que Eva seguía siendo aquella niña con trenzas que mil y una vez tuvo que sacar de apuros durante su niñez.
-       Bueno, en peores plazas hemos toreado… -le dijo Maca pasándole un brazo por los hombros-. Además, míralo por el lado bueno…
-       ¿Ah, pero es que tiene alguno? –sonrió Eva sospechando que se iba a burlar de ella-.
-       Claro, siempre hay un lado bueno, y en este caso es que ya no volveremos a discutir por el culo de un tío –le soltó de pronto Maca-.
-       Jajaj… Vete a la mierdaaa… -le contestó Eva dándole un codazo-.
-       ¿Qué? ¡Es cierto, no? … jajajjaa…
14
Laura salió del despacho nada más obtener el permiso de su superiora. En su cabeza la conversación concluida seguía rondándola como si hubiera cometido un error en su trabajo.
“  - ¿Era necesario tomar este ángulo de su intimidad?... –le preguntó Esther tan pronto como pudo apartar la vista de la fotografía-.
-       Fue el único que pude conseguir para identificar a su acompañante, ya que no salió de la casa en ningún momento solo y siempre estaba encima de ella –trató de justificarse Laura-.
-       Le recuerdo oficial, que no buscamos pruebas de ningún tipo, y que sólo necesitamos familiarizarnos con las rutinas de la sujeto, una leve descripción hubiera sido suficiente –le contestó Esther en un tono parco-
-       Si, señora… no volverá a suceder –le aseguró Laura avergonzada-.

Esther vio como Laura le devolvía la mirada a pesar del enrojecimiento que empezaba a aparecer en sus mejillas. Suspiró y trató de relajarse, ya no era comandante, no quería seguir imponiéndose a la gente con la que cooperaba con temor.
-       No se preocupe, sé que hizo lo que consideró más oportuno dado el caso. Sólo quiero que entienda, que hablamos de una civil ajena a lo que sucede, no es una candidata a tumbar en un juicio, sino todo lo contrario, nuestra misión es protegerla… No estamos consiguiendo pruebas, ¿queda claro? –añadió Esther suavizando el tono-.
-       Sí comandante… digo Esther –le contestó Laura-.
-       Me alegro, porque voy a necesitar que la siga un periodo de tiempo más prolongado. Quiero saber si esto que me ha traído es un reflejo de su vida cotidiana o un hecho puntual. Necesitamos saber más de ella, con y como se mueve… todo lo que podamos descubrir de su día a día, será fundamental dadas las circunstancias –le solicitó Esther-.
-       ¡Por supuesto! ¿Qué tiempo estipula oportuno que la siga? –le preguntó Laura ya anotando en su cabeza la orden-.
-       Un par de semanas… no creo que dispongamos de demasiado tiempo, además yo también la estaré cotejando de cerca. Con eso deberá bastar –añadió Esther cruzándose de brazos-.
-       Tendrá el informe en su mesa tras ese periodo –le aseguró Laura-.
-       Lo sé, confío en usted –le dijo sinceramente Esther y le regaló una de aquellas sonrisas-.
-       Gracias –es lo único que pudo decir Laura y tras despedirse se levantó de la silla y salió por la puerta-.”
Laura alcanzó el ascensor envuelta en sus pensamientos, y al alzar su mirada la divisó antes de cerrarse las puertas. Aquella visión le molestaría en las retinas más de lo que hubiera imaginado jamás.
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Eva salía acompañada de Maca hacia la sala común. Relajada, como si una tremenda carga se convirtiera en plumas, sonreía y bromeaba con su amiga, como hacía tiempo no hacían.
-       Anda déjalo ya, ¡¿quieres?! –trataba de hacer callar a Maca que inexplicablemente había encontrado de nuevo su sentido del humor cínico y no dejaba de chincharla con respecto a sus nuevos gustos-.
-       Bueno, pero en serio… ¿cuándo te cojo cita con el oculista? –le decía Maca con una sonrisa-.
-       ¿Con el oculista? ¿Y para qué quiero yo un oculista? –se perdía Eva, que para algunas cosas era más que inocente-.
-       Bueno tú dirás, si para una vez que pones el ojo en alguien lo pones en “la muralla” muy bien de la vista no es que debas estar… - se burlaba Maca de ella, pues le encantaba chincharla y además había descubierto que rebautizar a la nueva con un apodo como aquel la desestresaba-. Hija, ya que te lanzas de cabeza a la otra acera, al menos no sé, apunta por lo menos un poco ¿no?
-       Ahhh… pero te quieres callar –le pellizco Eva en el brazo llevándosela para dentro de la sala mientras le rechistaba por lo bajo-. Para que lo sepas, ando perfectamente de la vista … en todo caso te la tendrás que revisar tú bonita.
-       ¿YO?... jajajaj... Es a ti a quien te tiemblan las piernas por ella, y la verdad Eva, tienes que reconocer que una sex-simbol Esther, pues como que no es –siguió en sus trece Maca divertida-.
-       Buah… pues no, no lo es, pero es que a mí las bellezas exuberantes pues como que no me van nada –entraba al trapo Eva arrugando la nariz-.
-       Oyeee… que yo te gustaba, y ahora no me vas a decir que soy un callo capulla.. jajjajaja… -la interrumpió Maca bromeando-.
-       Jajjjajjja… tienes que reconocer que a los doce tenías tu puntito… -la siguió Eva-… tremendo culo tenías.
-       Ahhh… -abrió los ojos como platos Maca divertida-… y lo tengo, no te jode y por si no te acuerdas, he ganado en tetas.
-       A ver… -le dijo Eva tratando de cogerle una-.
-       Jajajja …. Quitaaa bichooo… -le contestó Maca dando un cachete en la mano estirada de Eva-.
-       Jajajaj… -se rieron las dos mientras terminaban de servirse un café-. En serio, ya sé que Esther aparentemente pues un bellezón no parece, pero tiene un atractivo peculiar, ¿no crees?
-       Pues no, no creo… aunque tampoco me he fijado, así que no te sabría decir –le contestó Maca dándole un sorbo a su café mientras se sentaba en uno de los taburetes-.
-       Pues a mí sí me lo parece. Me gusta como le queda la ropa por ejemplo, parece que es inarrugable en ella, con ese porte erguido sin ser rígido, esa cintura casi de niña y su paso decidido…
Sin darse cuenta Eva entró poco a poco en un recuerdo detallado de la primera vez que Esther apareció ante sus ojos. Maca empezó a escucharla con una sonrisa tonta y compasiva, como sólo se te puede quedar cuando tu mejor amiga empieza a babear por alguien, sin embargo, alzó los ojos del café y sobre el hombro derecho de Eva la descripción de ésta se materializó por el pasillo. Como si la viera por primera vez, Maca sin darse cuenta empezó a ver a Esther a través de los ojos de Eva.
-       Esas manos tan chiquitas pero fuertes… y lo firme de su vientre, le quedan de miedo las camisas ¿no te has fijado? –siguió Eva y Maca negó apenas con la cabeza-. Pues me encanta, aunque lo que más me gusta es su garganta… es muy sensual, y lo peor es que parece que no se da cuenta, o sí se da y por eso siempre deja esa apertura exacta donde puedes percibir cuando su pecho se hincha con la rotundidad de su voz y esa clavículas marcadas…. ¡Agg me pongo mala con eso!
-       Creo que estás delirando… -consiguió articular Maca mientras escondía la mirada en el café, pues le había perturbado darse cuenta que mientras Eva hablaba, ella misma se había quedado contemplando los contornos de Esther que a unos diez metros de la puerta había sido retenida por Javier-.
-       Sí, es posible… -reconoció Eva pasándose las manos por la cara-. Pero te juro que como me vuelva a mirar con esos ojos marrones que parecen que te están haciendo una radiografía y encima me sonría, me caigo muerta otra vez, porque yo no sé lo que me pasa con ella, pero me atonta de todas-todas.
Y como a cámara lenta, Maca fue clavada en la silla cuando la mirada de Esther la atrapó a través del cristal. Por un momento, Maca creyó percibir la misma inquietud por ser pillada en la mirada de Esther, pero entonces su rostro se dulcificó y fue apuñalada por la sonrisa blanca que Eva acababa de describir.
-       Oh, mierda… -maldijo Maca cuando se le derramó parte del café-.
-       ¿Te has quemado? –le preguntó Eva colocando unas servilletas sobre el café derramado en la mesa, luego se acercó a ella-.
-       No, no… no te preocupes –la tranquilizó Maca-.
-       Desde luego, a patosa no hay quien te gane… -la chinchó Eva aprovechando que tenía la guardia bajada-.
-       Ja, ja… muy graciosa. Pues sabes qué… que ahí te quedas con tu amorcito, me voy a ver si me limpio esto.
Fueron las últimas palabras que Maca le susurró a Eva, antes de cruzar la puerta por la que empezaba a pasar Esther.
-       Señorita Wilson… -empezó a saludarla Esther-.
-       Eh… ¡Hola! –fue lo único que se atrevió a decirle-. Eva, nos vemos para comer….
Y Maca se perdió por el pasillo bajo la atenta mirada de su amiga que en aquellos momentos se estaba cagando en toda su nación por dejarla a solas con aquella mujer, y bajo la misteriosa mirada de Esther.
-       Es que se ha manchado con el café… -la justificó Eva, pues no se le ocurría ningún otro tema de conversación-.
-       Entiendo… ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? –le preguntó Esther con sinceridad mientras se servía de la cafetera-.
-       Sí, gracias… hoy me aseguré que fuera descafeinado –añadió Eva levantando la taza que sostenía-.
Esther se dejó caer contra la encimera en un gesto casual, mientras con media sonrisa se llevaba su propio café a los labios. Eva tomó un buen trago del suyo, pues empezaba a ponerse nerviosa sabiéndose a solas con ella. La camisa desabotonada de Esther no le facilitó que se relajara.
….
Maca cerró la puerta de su despacho, enfiló hacia las ventanas y las abrió. Necesitaba un poco de aire, el cual recibió como un soplo fresco en la cara. Al cabo de unos minutos empezó a tranquilizarse.
“Desde luego…. rayo lo tópico. Mi mejor amiga me confiesa apenas un rato que le gustan las tías, y voy yo y al segundo, me monto la película sola… -se dijo a si misma entre risas-… jajaja… desde luego, más vale que me baje pronto la regla, porque estoy de un calentón que no es normal, entre el fin de semana de locos con Fernando y esto, tengo el cupo completo para el mes entero, vamos”
Y con aquel argumento, Maca se fue tranquilizando mientras volvía a pisar con pies de plomo su suelo, y se centraba por completo en el trabajo.

Continuará...

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