miércoles, 16 de enero de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 74-





“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.



74





Llegó finales de marzo. Los exámenes de Esther se sumaron a sus compromisos con varias galerías universitarias donde debía exponer parte de lo que había estado creando durante aquel viaje tan intenso y fugaz, como eterno en cuanto a su vida privada se refería. Los plazos, la multitud de trabajos prácticos a entregar y las pruebas escritas, envolvieron a Esther en una espiral de sueño retrasado, estado de alerta permanente e incapacidad de pensar más allá de su día a día. Maca dejó de llamarla a diario, pues la veía agobiada y falta de tiempo, además ella misma estaba inmersa en sus próximos exámenes, aunque a diferencia de su novia, aun le quedaban un par de semanas de momentánea tranquilidad. Momentánea porque Cruz la había hecho oficialmente su ayudante en quirófanos y ya no podía escapar de ninguna de sus operaciones. Cuando Cruz estaba de guardia, Maca debía sumarse a ellas aunque estuvieran fuera de sus horas lectivas. La directora del hospital le había conseguido a Maca una beca interna que la remuneraba lo suficiente para poder liberarse de su trabajo en la guardería. Según Cruz, era hora de que su potencial no se desviara más allá de la pediatría, y vigilaba tanto su descanso como su trabajo en pro de que rindiera al máximo. Maca estaba preocupada, le daba la sensación de que Cruz le preparaba para algo importante y sus actos le hacían pensar cada vez más en la beca de investigación a la que le había inscrito a escondidas, sin embargo cada vez que estaba en uno de los casos que Cruz le brindaba, Maca se desvanecía de la tierra, inmersa en la complejidad, responsabilidad e inigualable sensación de estar ayudando de verdad a aquellos niños. Por fin se sentía un médico de verdad, por fin los años de estudio, tanta práctica y sacrificios merecían la pena, la luz, después de todos aquellos años de días emborronados, aparecía claramente sobre ella.

-       ¡Maca! –la voz de Cruz llamándola le hizo despegar los ojos del libro-.
-       Dime Cruz –le respondió enseguida-.
-       ¿Estás estudiando? –le preguntó con prisas desde la puerta-.
-       Sí, pero no pasa nada… ¿necesitas algo? –Maca dejó todo lo que estaba haciendo-.
-       Ha entrado una urgencia de pediatría, entro en quirófano en diez minutos… si quieres, en esta seguramente puedo apañarme sola per… -Cruz dudó, necesitaba que Maca también rindiera en sus exámenes-.
-       No, no… me apunto –le dijo al vuelo Maca que rauda se puso en pie y la siguió-.

Mientras caminaban por el pasillo, Cruz la sondeó.

-       ¿Cómo va la preparación de los exámenes? ¿Vas bien? ¿necesitas tiempo, descanso…? –quiso saber Cruz-.
-       No, tranquila… voy bien, al no tener que estar en la guardería y Esther estar de exámenes aprovecho las horas libres para prepararme. Esta vez los he cogido con más tiempo que nunca, la verdad. No me gustaría llevarme sorpresas –le contestó Maca-.
-       ¡Estupendo! Hazme un favor… avísame cuando queden cuatro días para tu primer examen, así programaré las operaciones y las prácticas que quiero que hagas, fuera de esas fechas. Quiero que te concentres al máximo en sacarlos bien –le dijo Cruz ya entrando en quirófanos para empezar con la desinfección-.

Maca se puso la bata como Cruz, el gorro y los peucos. La siguió para la limpieza de manos.

-       De verdad que no es necesario que…
-       ¡He dicho que me avises 4 días antes! ¿De acuerdo? –la atajó severamente Cruz alzando un dedo enjabonado hacia Maca-.
-       Si, de acuerdo –Maca no se atrevió a contradecirla, la respetaba profundamente-.
-       ¡Buena chica!... ahora, vamos –Cruz suavizó su expresión y tono, y le sonrió antes de guiñarle un ojo para que entraran a la zona de operaciones-.

Amsterdam

Alex silenció un poco más la televisión en cuanto salieron los créditos de la película. Kate hacía ya dos horas que se había ido a la cama, porque al día siguiente tenía reuniones de trabajo temprano, y con los últimos preparativos de las exposiciones de Esther había tenido un día muy movidito. Las dos se estaban volcando con Esther, tratando de quitarle trabajo de encima, porque la veían cansada y dando todo lo mejor de sí. Por las mañanas Esther madrugaba y se la encontraban pintando en el estudio, acudía a clases, a prácticas y luego a la biblioteca entre examen y examen. Apenas paraba para comer, y solían encontrársela mordisqueando cualquier cosa mientras terminaba trabajos prácticos que tenía que entregar, para colmo su perfeccionismo había retrasado hasta el último día de plazo una de las obras que expondría en abril. Por eso Alex se había sorprendido cuando en lugar de irse a la cama, había dicho que se quedaba a ver la película con ella.

-       Por hoy ya es suficiente… como no desconecte un rato voy a estallar. Además me encanta esta película…

Había dicho Esther cerrando de un manotazo los apuntes, y se sentó en el sofá con ella. Kate las abandonó al poco tiempo, y en su retirada les apagó la luz viendo que a Esther empezaban a cerrársele los ojos. Alex estaba tranquila, la preocupación por el estrés de Esther la mantenía alejada de su deseo e inquietudes, hasta que al cabo de media hora más, el cuerpo de Esther, que parecía tan lejos de ella, se le cayó encima. Se había dormido.
Alex dudó, pero finalmente trató de despertarla e indicarle que se fuera a la cama. Esther remugó como toda respuesta, susurró… “solo un poquito más…” y al segundo intento de Alex, un “… ahora voy”… y luego lo dejó por imposible, porque cada vez que la despertaba para que se fuera, Esther más se amoldaba y abrazaba a su regazo. Finalmente optó por echarle una manta por encima para que no se enfriara y siguió viendo la película. Al principio Alex lo llevó bastante bien, la película era movida y le mantuvo a salvo, pero poco a poco el calor de la cabeza de Esther sobre su regazo, su mano ya caliente apoyada en su muslo, y aquel perfume de champú que ya tan bien conocía, se fueron agudizando hasta terminar de taladrarla.

“Dios mío, ¿por qué me tiene que estar pasando esto a mí ahora?... Ni que tuviera quince años”. Alex tuvo una clara visión de su nerviosismo la primera vez que fue al cine con una chica que le gustaba y se pasó toda la película temblando pensando en cogerle de la mano. Miró a Esther, parecía tan a gusto y serena, que era imposible no contagiarse de ella, de su belleza casi infantil, de su nariz, su ojos cerrados y su boca entreabierta… de sus manos cálidas y pequeñas que le estaban destrozando las entrañas. ¡Qué fácil sería mandarlo todo a la mierda! Por momentos Alex se sentía tentada a hacerlo, cogerla, besarla y olvidarse por fin de aquello. A veces era tal la desesperación que sentía, que incluso deseaba que Esther lo supiera todo, que la rechazara y la apartara de su lado, al menos así podría hacerse a la idea de aquel imposible que le tenía maniatada de pies y manos.

Sus dedos se movieron por inercia para apartar un cabello de su cara, y al hacerlo acariciaron su mejilla con miedo pero decididos. Bajo su caricia Esther tiritó apenas una milésima de segundo y se reacomodó sobre sus piernas. Las manos de Alex no se detuvieron y siguieron el recorrido de su hombro y su brazo, que aún debajo de aquella manta eran reconocidos. Esther volvió a moverse sobre ella, y todas las terminaciones de Alex se encendieron al segundo.

“¡Es una locura!... tengo que salir de aquí”, se alarmó Alex por lo que su mente ya pensaba y decidida empezó a despertar a Esther.

-       Esther… Esther… -la llamó suavemente al principio, luego moviéndola un poco más fuerte-.
-       mmmm…. –apenas articuló un murmullo-.
-       Ha terminado la película… nos tenemos que ir a la cama –continuó Alex insistiendo, estaba muy nerviosa… necesitaba salir de allí, sino….-
-       Si… si… -Esther no se enteraba de nada, sus palabras salían por inercia pero ni abría los ojos ni se movía de su regazo-.

Alex se levantó, tenía que hacerlo, sentía que iba a perder la compostura si Esther volvía a abrazar su muslo y su regazo una vez más para que no se marchara su almohada, que era en lo que se había convertido Alex para ella.

-       Ehh… ¿qué…?... –Esther abrió un poco los ojos aturdida-.
-       Ha terminado la película, tenemos que irnos a la cama… te estás enfriando –le dijo Alex con dulzura sintiéndose culpable por haberla despertado a traición finalmente-
-       Sí… -Esther no rechistó, se enrolló en la manta y empezó a incorporarse buscando a tientas las zapatilla. Estaba tan cansada que le costaba abrir los ojos-.

Alex se agachó y le puso amablemente las zapatillas viendo que ella tanteaba a ciegas con el pie en el suelo. Aquel gesto le hizo sonreír, Esther siempre le había despertado una gran ternura.

-       Venga, te acompaño o acabarás dándote contra las puertas –se le prestó Alex un poco más-.

Y ayudándola a incorporarse, fue guiando a Esther hacia su cuarto, ya que no podía abrir ni los ojos y luchaba aún por no desvelarse. Le quitó las zapatillas, la metió en la cama y la arropó en completo silencio. Esther no dijo nada, y pareció caer dormida casi al instante. En realidad Alex tenía la sensación de que ni siquiera se había despertado en su traslado, como si fuera un sonámbulo. Aquel pensamiento le hizo sonreír de nuevo, y sin querer se quedó un rato contemplándola. Las ganas de volver a tocarla se hicieron patentes, era tan jodidamente atrayente para ella que su cabeza empezó a crear los matices de su frente, sus mejillas y su boca sobre esteatita en su cabeza. Que difícil representar tanta calidez en un material frío. Sus dedos se detuvieron a unos centímetros de los labios de Esther. Sus pensamientos le habían llevado a arrodillarse frente a su cama y casi hasta tocarla, sin apenas darse cuenta. El corazón le dio un vuelco… no podía hacer lo que estaba sintiendo… ¿o sí? Las pulsaciones se desbocaron en su garganta, su respiración se entrecortó a diferencia de la regularidad en la de Esther, y casi sin pensarlo, sin más… sus labios rozaron los de aquella bella durmiente, mientras eran arropadas por la oscuridad.

Continuará...

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