lunes, 28 de enero de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 76-




“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





76

Conversación telefónica entre Maca y Esther:

-       ¡Me alegro muchísimo! ¿Entonces sólo te queda uno? –le preguntó Maca por sus exámenes-.
-       Sí, menos mal. Empezaba a volverme loca –suspiró con alivio Esther-.
-       No me extraña. Kate me comentó el otro día que además abril y mayo se presentan cargaditos de trabajo para ti. Me hubiera encantado ver tus nuevos cuadros en vivo –le hizo saber Maca, se lamentaba de no haber podido hacer ni siquiera una escapada para visitarla-.
-       Y a mí me hubiera encantado que los vieras, pero sobretodo verte a ti. No puedo creerme que no podamos bajar para Semana Santa –Esther estaba bastante triste por no poder viajar a España, pues habían tenido que sacrificar dichas fechas en pro de no tener que alargarse hasta julio en su beca-.
-       Lo sé, para mí también ha sido un mazazo. Ojalá pudiera escaparme para ir a verte, pero la semana que viene empiezo los exámenes, y entre eso y el trabajo no he podido cuadrar nada –a Maca se le hizo un nudo en el estómago, pues también eran los cuidados de Verónica, y las nuevas responsabilidades con las que Cruz la había cubierto, los motivos que la mantenían tan atada que casi ya no podía respirar-.

El silencio de la impotencia, la rabia y la tristeza se instauró por un momento entre las dos.

-       No dejaré de intentarlo –le hizo saber Maca, ella necesitaba verla más de lo que Esther pudiera imaginarse, más de lo que podía expresarle o manifestarle-.
-       ¿lo prometes? –Esther quería llorar, pensar en otros tres meses sin verla se le antojaban un puro infierno-.
-       Sí… te lo prometo –le dio esperanzas Maca, pues ella también quería tenerlas-.

Amsterdam. Una semana más tarde.

Alex entró en el piso y dejó su abrigo y sus llaves en el recibidor. Cansada ni se molestó en ir a su habitación, se sentó en la cocina y depositó sus libros y apuntes sobre la mesa. Hacía tiempo que no descansaba bien. La culpa y los demonios de aquel fino deseo que sentía por Esther, la estaban torturando cebándose en sus debilidades.

-       Olvídalo ya… ¡ella, no va a pasar! ¡no puede ser! –se dijo a sí misma mientras con cansancio y algo de rabia se cubría la cara con las manos-.
-       ¿Qué no puede ser?  

La voz de Esther hizo que Alex se descubriera el rostro, el cual se había puesto pálido en menos de un segundo.

-       ¿Eh? –Alex se hizo la sueca-.

Esther sonrió, y se acercó a ella.

-       Estabas diciendo que no podía ser, que no iba a pasar algo con una chica… ¿Meike otra vez? –se aventuró Esther en conocer los motivos de sus quebraderos de cabeza-. ¿No te atreves a salir con una alumna?

Alex se quedó completamente fuera de juego. ¿Cómo decirle la verdad? En su lugar se aferró a aquel cable imprevisto que le caía del cielo.

-       puede… -dudó Alex, sin saber muy bien cómo encaminar la conversación a aquellas alturas del partido-

Esther se sentó a su lado.

-       Si quieres mi opinión, es una solemne tontería que te comas la cabeza con ese tema. Las dos sois mayorcitas, y está claro que a Meike le gustas y quiere tema contigo, así que si a ti también te gusta deberíais aprovechar el tiempo que estés aquí, o acabarás arrepintiéndote de no dar ese paso por una tontería como la de que seáis profesora y alumna. Ya no estáis en el instituto, y además no estáis violando ninguna ley que yo sepa, así que yo de ti no me lo pensaría si te gusta –le dijo Esther tratando de animarla, y al hacerlo le acarició el brazo con cariño-.

Alex se quedó mirando su mano, la piel se le puso de gallina y Esther lo notó. Sus ojos volvieron a encontrarse, y Esther se sintió algo incómoda con lo que vio reflejado en ellos, despacio retiró su mano. Alex se lamentó de ser tan consciente de sus sentimientos, y de notar como Esther poco a poco era capaz de percibirlos y sentirse violenta a su lado. Se asustó de su distanciamiento. Dolía.

-       Tienes razón, debería dejarme llevar un poco… gracias por el consejo –le dijo Alex, y levantándose de la mesa se apartó de Esther-. Luego nos vemos ¿vale? Tengo un montón de trabajo por hacer.

Esther la vio alejarse nerviosa, incluso diría que inusualmente triste. La expresión de sus ojos se le grabó a fuego en la cabeza, pues sin saber bien el por qué se sentía responsable de ella.
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Madrid.

-       ¿Hola? –Maca se sorprendió de que Verónica ya estuviera en casa-.
-       ¡Ey!, ¿cómo ha ido ese examen? –quiso saber Vero-.

Maca dejó las cosas en el sofá y luego se acercó a la cocina a ver en qué andaba metida Verónica.

-       Bien, creo que bien vamos… ¿estás cocinando? –le preguntó algo sorprendida Maca, pues que ella supiera, sus dotes culinarias se cernían a los desayunos y alguna improvisación de cena rápida-.
-       Sí, Encarna me dio una receta ayer y quería probarla –le contestó Verónica-.
-       Encarna… ¿mi Encarna? –ahora sí tenía los ojos como platos-.
-       Nuestra Encarna, si no te importa –puntualizó Vero con una sonrisa-. Me ha estado dando algunas pautas rápidas para principiantes, y las estoy poniendo en práctica ahora que ya me encuentro mejor. Dice que la cocina es una buena distracción, y sabes qué… llevaba razón, no he tenido náuseas en todo el día. Aunque creo que más bien es porque ya me están reduciendo la medicación.
-       ¿Te la están reduciendo? ¡Pero eso es fantástico! –Maca había estado tan enfrascada con su trabajo y los estudios, que la tenía un poco abandonada en cuanto a cuidados médicos se refería. La verdad es que su suegra había contribuido mucho a que ella pudiera olvidarse de aquella área-.
-       Sí, según el médico me queda una más. Luego esperaremos un poco y me volverán a hacer las pruebas a ver cómo ha ido –le contó Verónica-.
-       ¡Dios, cómo me alegro de tan buena noticia! –le dijo Maca ya poniéndose a su lado para abrazarla-.

Verónica se dejó abarcar por ella. La verdad es que estaba tan contenta como aterrada, pero eso no se lo dijo.

-       ¿Tiemblas? –le preguntó Maca viendo que el cuerpo de Verónica se encogía-.
-       Un poco –tuvo que contestar Verónica sin atreverse a soltarla-.
-       No tienes por qué preocuparte, estoy segura de que todo ha ido bien. No debes tener miedo –Maca la besó en la cara y siguió abrazándola para darle confianza-.
-       Lo sé, pero mejor… seguimos abrazadas un poco más, ¿vale? –le pidió Verónica-.
-       Claro que sí… nos quedamos así lo que haga falta –le dijo Maca, y siguió acariciándole la espalda hasta que se sintiera lo bastante tranquila para soltarla-.

Amsterdam. Días más tarde.

Kate iba de un lado para otro preparando la comida mientras le contaba a Esther las novedades sobre las exposiciones.

-       Pues los dos cuadros de Florencia se han vendido. Me llamó Paulina y estaba encantada con ellos. La exposición en si ha sido todo un éxito, y les encantaría repetir algo para junio, aunque yo no les he asegurado nada, porque la agenda se apretará en Londres, y no quiero que vayas agobiada más de la cuenta. Además, ya he hablado con un par de colegas míos y están esperándote como agua de mayo… ya verás, te va a encantar Jonh, es un retratista increíble, con él puedes aprender muchísimo y él también aprenderá de ti, estoy segura –le decía Kate-.
-       Genial… -señaló Esther-.

Kate se volvió a mirarla, estaba muy callada tras escuchar tan buenas noticias. Se fue secando las manos con un paño y se acercó a ella, pues Esther estaba enterrando su nariz y sus ganas en un dibujo, su mano danzaba sobre la hoja como si nada y apenas fue capaz de percibir su proximidad.

-       ¿En qué andas? –le preguntó Kate sobresaltándola-.

Por instinto Esther tapó el dibujo con las manos, y aquello hizo que Kate soltara una sonora carcajada, le encantaba inquietarla. Esther arrugó la nariz y frunció el ceño por sus tácticas malvadas.

-       Anda déjame ver -le dijo Kate y Esther tuvo que separar sus manos del dibujo-… uy, estos no son de Maca –Kate se quedó mirando el boceto con mayor interés-. Estos… me suena haberlos visto antes… pero…

De pronto el ruido de la puerta llamó la atención de las dos. Alex entró y dejó sus cosas en el recibidor, luego se las encontró en la cocina que era la primera estancia de la casa.

-       Ah… hola, no sabía que estabais aquí las dos –Alex las saludó y se quedó clavada por la mirada de ambas-… ¿ocurre algo?

Kate miró el dibujo, miró a Alex, y luego miró a Esther. Ésta se sonrojó y apartó la mirada tímidamente. Kate se quedó tan parada que apenas dijo nada. Le devolvió el dibujo a Esther, y luego regresó a la cocina.

-       Nada, en un rato estará la comida –dijo Kate tratando de volver a la normalidad después del shock que le había supuesto descubrir el reciente interés de Esther por dibujar la mirada de Alex… “y qué mirada”, pensó-. ¿Traes hambre?
-       La verdad es que no mucha –contestó con sinceridad Alex que prefirió quedarse apoyada en un rincón de la cocina, lejos de sentarse a la mesa con Esther-.

Esther hacía días que se daba cuenta que Alex la evitaba, quizá el echarla de menos era lo que alimentaba aquel reciente desazón por dibujarla para sentirla cerca.

-       Últimamente estás muy desganada, ¿te ocurre algo? –le preguntó Kate, a ella tampoco le pasaba desapercibido lo apagada que estaba Alex en los últimos días-.
-       Nada importante, trabajo –mintió-. Tengo que corregir las pruebas teóricas y estoy teniendo problemas con las traducciones, además el claustro quiere que se exponga una pequeña muestra de lo realizado en clase y no sé cómo plantearlo. Hay alumnos que tienen buena mano, pero otros quedarían en clara desventaja -entró en conversación Alex alejando sus motivos más personales sobre su apatía-.
-       Seguro que Esther es una de ellas –se metió con su pupila Kate para distender un poco el asunto-.

Esther la miró con cara de pocos amigos, pero al escuchar de nuevo, después de tanto tiempo, la risa de Alex, sucumbió con una espontánea sonrisa.

-       A Esther se le dan mucho mejor otras cosas, eso es un hecho… pero ella no me preocupa, seguro que es capaz de hacer algo para la muestra si se lo propone –le concedió Alex-.
-       Gracias por el voto de confianza Alex, dado el caso –miró a Kate para reprochárselo con la mirada-, es de agradecer.
-       De nada, es lo que pienso –le respondió Alex tranquilamente-. No sé, tengo que pensar bien un motivo, porque no quiero complicarle la vida a los alumnos, a fin de cuentas es un seminario optativo y ha sido poco tiempo para realmente afianzar una buena base de trabajo.
-       ¿por qué no les propones un tema libre? –le sugirió Kate-.
-       ¿Un tema libre? –dudó Alex-. ¿No crees que quizá sea mucha carga dejarlo todo a su elección?
-       Quizá, pero también es la mejor forma de ver qué han aprendido y de qué pasta están hechos. El claustro te ha dicho que quiere ver una muestra, así que es perfecto para dejarles una buena impresión sobre tu método de trabajo. Yo les pondría algún aliciente para participar, no sé… ¿un premio, tal vez? Así se motivarán, pero déjales claro que no podrán exponer todos, así se esforzarán –le dio ideas Kate-.
-       Me parece interesante lo de motivarles con un premio, pero ¿qué podría ofrecerles? Si estuviéramos en Madrid podría motivarles con exponer en la galería de la escuela, pero aquí no tengo recursos con los que premiarles –se mostró interesada Alex con la idea, pero un poco perdida en cómo llevarla a cabo-.
-       ¿Qué tal si les premias con unas sesiones privadas sobre modelaje sobre un desnudo real? A mí siempre me ha funcionado ese sistema en pintura para incentivarlos –le indicó Kate-.
-       Bueno, no sé… puedo tantearles a ver qué reacciones observo, si les interesaría o no. Supongo que podría pedir presupuesto para pagar a un o una modelo por horas para las clases… -empezó a considerar la idea Alex-.
-       Yo lo haré –saltó Kate-.

Esther y Alex levantaron la mirada hacia ella. Kate se giró mientras probaba del cucharón la sopa.

-       No me miréis así, yo posaré. Tengo experiencia y no me importa, además no creo que el departamento suelte ni un duro para una asignatura opcional tal y como están las cosas. Lo haré yo, pero con unas condiciones –las pilló en escuadra Kate-.

Alex ni siquiera se atrevió a preguntar, simplemente estaba alucinando y Esther parecía estar igual que ella, pues seguía con la boca abierta y a la espera.

-       Posaré para dos sesiones, no más, tú realizarás la escultura y los alumnos finalistas sólo mirarán como trabajas. Esas son mis condiciones –le dijo Kate-.
-       ¿sólo eso? ¿tu verdadera condición es que yo sea quién esculpa? –Alex se extrañó de su petición, pues no le sería difícil complacerla, aunque sí toda una responsabilidad por hacerlo lo mejor posible-.
-       Sí, sólo eso. Creo que es importante que vean un talento como el tuyo en acción, sobretodo cuando estás contra reloj… y a ti te vendrá bien para desentumecerte un poco, llevas mucho tiempo dormida impartiendo clases, no quiero que pierdas fuelle –le contó sus verdaderos intereses Kate con una sonrisa perversa-.
-       jajajaja…. hecho. Por verte de esa guisa, bien merece la pena desentumecerse –le contestó Alex entre risas-.

Esther las miró a ambas mientras se lanzaban miradas con las que claramente se retaban, y tuvo que admitir que perpleja y todo como estaba, se sentía feliz de tener el buen rollo de vuelta en la casa.

Continuará...

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