martes, 12 de febrero de 2013

De Blanco y Negro a Color - 23 y 24 -





La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
23

Esther siguió a Maca hacia el interior del local, al llegar al lugar donde estaban con Eva, no la hallaron. Maca echó un vistazo rápido a la sala, pero nada.

-         No la veo -le dijo Maca a Esther por encima de la música, pero ésta ya se había dado cuenta de que la joven no aparecía dentro de su campo de visión-.

Miró a su alrededor, había demasiada gente y todo estaba excesivamente oscuro. Sin pensarlo dos veces, enfiló hacia la pista mientras Maca se quedaba con la pregunta “¿a donde vas?” en la boca. Cuando la vio subirse sin esfuerzo en un mini podium que había a ras de pista se quedó perpleja, las mujeres que había alrededor del montículo se animaron, Esther sin embargo no parecía darse por aludida, Maca supo así que Eva no era una excepción, pues no eran pocas las que parecían encontrar a Esther atractiva.

“Está como una cabra” -pensó para sí Maca, pero sonrió contemplando la escena.

Esther, inmune ante las peticiones de las alegres espectadoras que la animaban a bailar, revisó desde aquella altura el local. No encontraba a Eva, y una conocida tirantez en su mandíbula puso todos sus músculos en alerta. Bajó de un salto del podium, y se abrió paso hacia los baños, era el único hueco que no alcanzaba a vislumbrar. Había cola, pero no esperó, empujó la puerta...

-         Ehhh... que todas vamos apuradas -se quejó la que esperaba su turno-.
-         No voy a usar el baño, tranquila... sólo será un momento -contestó Esther sin mirarla ni detenerse. Al entrar divisó tres puertas de retretes-. ¿Eva?  ¿estás ahí?

Preguntó, pero nadie contestó. Se agachó y revisó los zapatos por debajo de las puertas, ninguno era de ella pues había chequeado perfectamente a Eva en cuanto la tuvo delante, era algo instintivo que con los años no perdería. Sacó rápidamente el móvil, y marcó con apremio el directo que la comunicaba con Laura. Cinco tonos, nada. Algo pasaba. De pronto la imagen de haber dejado a Maca sola, le latigueó la espalda. Enfiló la puerta en su busca, empujando a su paso a quien se puso por en medio, hasta que la vio. Una mujer de pelo rizado hablaba con ella, Esther se percató de aquellos zapatos pulidos y demasiado robustos para una mujer que pretende ligar en un bar, la ralla diplomática de su pantalón también dio la alarma, pero fue su postura inflexible quien delató su identidad sin ninguna duda.

-         Mira, no te molestes... pero no me interesas para nada, así que si me dejas tranquila, gracias -Maca no sabía ya como quitarse de encima a aquella tía que se le había pegado como una lapa justo cuando había perdido de vista a Esther, a la cual trataba de localizar-.
-         Quizá te interesaría más prestarme atención si hablamos del láser que estás creando -le espetó de pronto la mujer mientras la cogía fuertemente por el brazo-.
-         ¿Quién coño eres tú? -preguntó Maca y acto seguido tiró de su brazo para soltarse, pero la mujer apretó más fuerte-. ¡Suéltame gilipollas!
-         Tranquilícese señorita Wilson, no somos el enemigo, sino su mejor opción. Le conviene entrar en el equipo antes de que las cosas se pongan feas, por las malas siempre es peor -le dijo ella-.
-         ¿Somos? ¿De qué diablos está usted hablando? ¿Quienes son ustedes? Les advierto que no pienso vender el láser a la competencia ni por todo el oro del mundo -respondió de mala gana Maca, pero se quedó fuera de juego y con un gran cabreo cuando aquella horrenda mujer soltó una carcajada ante su contestación-.
-         Jaja... ¿la competencia? ¿cree que vamos a comprar su proyecto? -preguntó cínicamente la mujer en cuanto paró de reír-. Por lo visto, es cierto lo que dicen, de que siempre se entera el último el más interesado. Lamento ser yo quien le ponga al corriente pero, su proyecto ya no le pertenece. Acompáñeme...
-         Que me sueltess zorraaa.... -gritó Maca ante el estirón de aquella mujer, y haciendo acto de su furia, le dio un tremendo pisotón-.

La mujer se lamentó unos segundos, pero pronto alzó una mirada furiosa hacia la joven. Le estaba prohibido agredirla, pero allí no quedaba nadie más para delatarla, y un guantazo no iba a causar grandes estragos así que...
Maca no la vio venir, pues empezaba a abrirse paso entre la gente para huir de allí. La mujer del pelo rizado fue tras ella, pero tan sólo pudo dar dos pasos antes de sentir una punzada de dolor detrás de las rodillas. Tan rápido, tan eficaz, tan sutil que no hubo ruido, ni miradas de sobresalto. Alrededor de ambas todo siguió fluyendo, mientras Esther había golpeado secamente en los huecos poplíteos de aquella mujer doblegando sus rodillas, y la mantenía de pie de espaldas a ella con una llave que podría acabar rompiéndole ambas muñecas.

-         Azucena, cuánto tiempo... ¿Qué, incumpliendo nuevamente las normas? ¿Cuándo aprenderás que no se puede agredir a un civil inocente, a pesar de que no queden testigos que lo corroboren? -le dijo Esther en el oído mientras la mujer se retorcía de dolor de espaldas a ella-.
-         Está agrediendo a una oficial señorita García, será apresada por esto -jugó su única carta Azucena-.
-         Aunque ya no sea tu comandante, te garantizo que tengo muchas formas de privarte de estos privilegios de fuerza que tanto te gusta blandir, y que yo sepa no nos ve nadie... así que más vale que no muevas ni un pelo y que me digas dónde está la otra joven -la paró Esther en seco, apretando más la tensión en ambas muñecas lo cual hizo que Azucena sudara de dolor-.
-         No la tenemos nosotros -le contestó-.
-         ¡Te he dicho que me digas dónde está! -rugió Esther  y Azucena soltó un grito-.
-         Se marchó antes de que pudiéramos interceptarla, se lo juro -gimió Azucena-.

Esther sentía verdadero asco por aquella mujer, era una vergüenza para el cuerpo. Cobarde por naturaleza, vil y rastrera, sólo sabía aprovechar su posición para doblegar, y ante los problemas siempre se escondía. Se conocían desde hacía años, nunca la quiso en la unidad, y no pocas veces sospechó de sus abusos y sus tácticas fuera de los reglamentos de intervención, pero no fue hasta salir del ejército que verificó su verdadera calaña.

-         Si vuelves a acercarte a ellas durante el periodo de recursos, te las verás conmigo, y no te gustará encontrarme, créeme -la amenazó Esther-.
-         Usted no puede amenazarme -se quejó encorajada Azucena, sólo por orgullo-.
-         Oh, sí... claro que puedo, y lo hago. Es curiosa la información que se puede obtener desde el otro lado sobre una oficial que se cree no observada en el terreno... digamos que, ¿el caso Ruiz de Campos nos suena?

La mujer se puso tensa al escuchar aquel apellido. Esther supo que aquella mujer no hablaría de lo ocurrido aquella noche y que se mantendría alejada un tiempo. La soltó.

-         Lárgate... ¡YA! -le espetó Esther en cuanto Azucena se giró con rabia tras verse liberada-.

Sabía que tenía ganas de pegarle, pero Azucena por supuesto no lo hizo y enfiló sus pasos fuera del local. Esther esperó a que se alejara, luego fue a buscar a Maca.

....

-         Beaaa, Beaaa... ¿has visto a Eva? -le preguntó Maca subiendo medio cuerpo a la barra para llamar la atención de su amiga que hablaba sonriente con una monada de pelo oscuro-.
-         Estuvo aquí hace un rato para recoger vuestros abrigos, me dijo que te encontrabas mal y que os ibais, ¿no la has visto? -le contestó Bea extrañada-.
-         No, no la he visto -se preocupó Maca y se pasó nerviosa las manos por el cabello-. Joder...
-         Bueno tranquila, debe estar por aquí -trató de calmarla Bea, pues veía que Maca estaba algo angustiada-.
-         Maca... -de pronto la voz de Esther llamándola la tranquilizó-.
-         Esther, ¿has encontrado a Eva? -le preguntó Maca rápidamente-.
-         No, no la he encontrado -le dijo Esther y Maca se desespero-.
-         Joder, joder... Esther creo que le ha pasado algo, una tía rara me ha estado preguntando cosas, y sabía lo del láser.... ¿y si son los que entraron en la empresa? -A Maca la cabeza se le había puesto a rodar a todo gas-.
-         Esther, ¿qué pasa? -la mujer de pelo oscuro se acercó hasta ellas-.
-         ¿Os conocéis? -preguntó Bea a Kate al ver el cuarteto que se había formado en unos segundos-.
-         Sí, nos conocemos -le contestó Kate, pero luego volvió a centrarse en Esther-.
-         Kate, esta es Maca... Macarena Wilson -dijo Esther con cara de circunstancias-.

Kate echó un vistazo a la joven que estaba a su lado, primero sin entender, luego cayó  en la cuenta.

-         Esther, no puedo saber nada... lo sabes, podrían alegar y retirarme del... -trató de disculparse Kate-
-         Lo sé, lo sé... dame tus llaves, me la tengo que llevar de aquí -la paró Esther, sabía muy bien que no podía meter a Kate en medio, se arriesgaban a no poder contar con su ayuda en el futuro, y la iban a necesitar-.
-         ¿De qué coño habláis? ¿qué es lo que pasa? ¿Esther? -interrumpió Maca entre las dos, cansada de no comprender lo que ocurría allí, se estaba volviendo loca-.
-         Luego, ahora salgamos de aquí -la cortó en seco Esther y Maca supo por su mirada que debía obedecerla-.
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24

Apenas 20 minutos antes....
Eva se quedó en mitad de la oscuridad con un paro cardíaco y sin llegar a ligar la concatenación de lo ocurrido. Todo había pasado rápidamente, sin embargo para ella, cualquier escena que encuadrara a Esther se producía a cámara lenta.

Sin poder reaccionar, poco a poco fue perdiéndolas de vista entre la multitud mientras su corazón volvía a su compás a cada segundo.

“Dios, me ha tocado.... estaba guapísima” pensó, todavía con aquel pequeño temblor en sus piernas. Un empujón accidental la sacó de golpe de su estado.

-         Perdona, ¿te he hecho daño? -le preguntó la joven que había tropezado con ella-.
-         Eh, no, no tranquila... -le contestó Eva y reaccionando, se dio cuenta que mientras ella seguía flotando por la visión de Esther, Maca debía estar vomitando-. Mierdaaaaa... la he dejado a solas con Esther, Maca me mata....

Dijo en voz alta cayendo en la cuenta de que aquellas dos mujeres no se podían ni ver. Sin volver a mirar a la joven que se había disculpado, se aproximó a la barra del bar donde Bea tenía sus abrigos. Al principio no la vio, luego se la encontró coqueteando con una mujer despampanante... “joder, con Bea...” pensó y se acercó hasta ellas.

-         Hola... -saludó Eva-.
-         Ehh, ¿dónde os metéis? Aprovecharos que estoy tras la barra ahora, que cuando vuelva Sofía nos corta el chorro... -le dijo Bea sonriente a su amiga-.
-         Ah nos invitas... que bien, entonces ponme otro whisky... -soltó Kate-.
-         jajaja... Sí, claro... por tu cara bonita. ¿Nunca te han dicho que tienes un morro que te lo pisas? -le contestó Bea coqueteando de nuevo con aquella mujer que no se había separado de la barra-.
-         mmmm... precisamente eso de mis morros, no me lo habían dicho, ves tú -le contestó Kate guiñándole un ojo-.
-         jajajja... ¡Estás mal, eh! -le hizo gracia a Bea-.
-         Ejem... ¿y tú eres? -le preguntó Eva directamente a Kate, visto que aquellas dos estaban en plan tira y afloja, y Bea no hacía las presentaciones-.
-         Kate, yo soy Kate... -se presentó con una sonrisa-.
-         Encantada, yo soy Eva... -le dio dos besos Eva a aquel bellezón-.
-         Lo mismo digo.
Bea vio divertida las presentaciones, pero agachó la mirada para que Kate no la viera reír cuando Eva se giró hacia ella para articular sin sonido un... “estáaa que te cagassssss” , mientras Kate bebía de su vaso mirando hacia la pista.

-         Bueno, pues yo me tengo que ir... sólo venía a buscar los abrigos -le dijo Eva a Bea-.
-         ¿Y eso, tan pronto? -se extrañó su amiga-.
-         Es que Maca ha cogido un pedo que para qué y está echando la pota ahí afuera, así que me la voy a llevar a casa -le aclaró Eva-.
-         Vaya por Dios... entonces toma... ya hablamos mañana -le dijo Bea mientras le pasaba por encima de la barra los abrigos-.
-         Sí, sí.... “HABLAMOS”.... -le dijo Eva levantando una ceja en dirección a Kate y luego le volvió a articular a Bea sin sonido “ DETALLES, TODO...”-.

Bea volvió a reírse y asintió para que Eva se fuera tranquila, cosa que hizo. Se puso su abrigo, cogió el de Maca y se dispuso a salir del local sabiendo que a aquellas alturas su amiga ya habría echado hasta la primera papilla y que tendría que soportar al menos una semana de tortura china por haber dejado que Esther fuera la que lo presenciara. No había recorrido aún la mitad de la sala, cuando de nuevo recibió un empujón.

-         Joder... -dijo a modo de reacción, y se giró a ver quien había sido la bruta-.
-         Lo siento... -se disculpó la joven-.
-         ¿Otra vez tú? -preguntó sin dar crédito Eva, pues era la misma chica de antes-. Tía ten un poco más de cuidado, que ya me has embestido dos veces y me vas a dejar el hombro hecho polvo.
-         Perdona, es que hay mucha gente -le contestó la chica, que no hacía más que mirar por encima del hombro de Eva en lugar de mirarla a la cara-.
-         Bueno, no te preocupes... no ha sido nada... -lo dejó estar Eva, pues tenía que ir a por Maca-.
-         Espera... -la detuvo la joven cogiéndola por los hombros-.
-         ¡¿Qué?! -se sobresaltó Eva por el arrebato de aquella mujer-.

La joven seguía dispersa sin mirarla a la cara y no le respondió.

-         Tía... que tengo prisa, así que si me dices qué quieres y me sueltas... -le dijo Eva tratando de volver a retomar su camino, mientras con un gesto señalaba las manos olvidadas de la joven sobre sus brazos-.
-         Eh, perdona.... -la soltó de forma inmediata, y para retenerla preguntó- ¿Tienes hora?

Eva la miró estupefacta, aquella tía estaba chalada, pero no pudo evitar responder a su petición. Se levantó la manga del jersey, y agachó la cabeza para ver la hora en su reloj, sin sospechar que cuando alzara la mirada para responder a la joven se encontraría con aquella boca enredándose en la suya.
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La había cogido tan de sorpresa, que ni siquiera supo reaccionar. Tan sólo pudo ser consciente de que aquel cuerpo se había estrechado contra el suyo, y que sin saber cómo aquella mujer había conseguido arrinconarla en una pared del local. Cuando la boca de aquella desconocida la liberó, a Eva le temblaba tanto el pulso que las palabras no le salían y sólo su mirada desorbitada habló por las dos.

Laura se aseguró de haber dado esquinazo a aquel par de arpías que había visto entrar en el local mientras hacía su guardia, sabía que mientras Maca estuviera con la comandante no tendría que preocuparse por ella, así que se centró por completo en Eva cuando las vio salir fuera del local. Sin embargo, Azucena y la otra mujer que la acompañaba, habían visualizado a Eva cuando ésta se había acercado a la luz de la barra del bar, y Laura no había tenido más remedio que volver a tropezar con ella para ocultarla nuevamente en las zonas más oscuras y más concurridas de la sala. Cuando Laura se dio cuenta de que no podría apartar a Eva de la trayectoria que llevaban los pasos de Azucena, se lanzó sin pensar sobre la joven, consiguiendo camuflarse así con el resto de parejas que a su alrededor se besaban.

Tras la adrenalina del momento, Laura tuvo que regresar para encontrarse con aquella mirada de sorpresa que se le había quedado a Eva en el rostro. Consciente de las ganas que había puesto al besarla, sintió un poco de vergüenza...

-         Perdona... yo, bueno... no debí, besarte -se disculpó Laura, pero al ver que Eva no reaccionaba se preocupo-. ¿Estás bien?
-         Eh? -fue lo único que le salía-.
-         ¿Que si estás bien? -le volvió a repetir la pregunta Laura-.
-         Sí, claro... -respondió Eva recuperándose poco a poco-.
-         Me alegro... y lo dicho, perdóname por.... -Laura se sintió incómoda de haberse aprovechado de la situación-... bueno por todo. Nos vemos.

Y de nuevo, otra mujer más, de la cual no sabía ni su nombre, se alejó de ella, dejando a Eva varada en mitad de la oscuridad.

Continuará... 

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