lunes, 18 de febrero de 2013

De Blanco y Negro a Color - 25 y 26 -





La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.


25

-         ¿A dónde vamos? -le preguntó Maca deteniendo a Esther una vez fuera del local-.
-         Te llevo a casa -le contestó Esther-.
-         ¿Sin Eva? ¡No pienso moverme de aquí si no es con ella! -le aseguró Maca, y Esther comprendió por su mirada que era un término innegociable-.
-         ¿Lleva móvil encima? -preguntó Esther sacando su teléfono para marcar el número, sabía que no serviría de nada, dado que estaba segura que Laura estaba de guardia y ni si quiera había respondido a su aviso de llamada, pero comportarse de forma natural aunque absurda, era mejor que enfrentarse a la verdad que estaban ocultando a Maca-.
-         ¡No! -respondió Maca con cara de fuera de juego-.
-         ¿No? -se extrañó Esther, nadie salía hoy en día sin móvil de su casa-.
-         ¡NO, VALEEE!... Se suponía que hoy salíamos en plan “chicas in the nigth” y no queríamos cargar con todos los chismes... que coño me iba a imaginar que nos íbamos a separar esta noche -estalló Maca, dado la ridícula idea que habían tenido ella y Eva de salir de marcha sin medio de localización-.
-         Vale, vale... no pasa nada -contestó Esther viendo que Maca ya estaba suficientemente alterada-.
-         No pasa nada, pero a ver qué leches hacemos ahora para localizarla -contestó Maca pasándose nerviosamente las manos por el pelo-.

De pronto el teléfono de Esther empezó a sonar. En cuanto vio la pantalla, lo descolgó.

-         ¿Sí? -Esther trató de contestar lo más normal posible, aunque tenía preguntas que necesitaban contestación urgente-.
-         Lo lamento, no pude atender su llamada, estaba... -dudó Laura de cómo catalogar lo que estaba haciendo cuando la comandante la llamó-... ocupándome de la otra joven, las dos oficiales entraron en el local y estuvieron muy cerca de interceptarla.
-         Ah, hola... cuánto tiempo, no te preocupes iba a llamarte ahora -disimuló Esther ante la atenta mirada de Maca-. Entonces, ¿todo bien?
-         Sí, salió del local sin ser vista en busca de ustedes. Las estoy vigilando a todas en este instante -le informó Laura-.
-         Vaya, me alegro, me alegro... ¿dónde quedamos pues? -siguió disimulando Esther más tranquila de saber que Eva estaba bien-.
-         Eva está sentada en el portal 41, las está esperando -Laura tragó saliva, cuando se había alejado de Eva en la oscuridad había observado como la chica había tardado en reaccionar. La siguió hasta que la vio salir del local con los abrigos mientras se aseguraba que no la siguiera nadie más... cuando salieron ambas, no había rastro de la comandante ni de Maca, sin embargo Eva no parecía preocupada. Se sentó en aquel portal, y había permanecido allí, callada y a la espera de forma extraña. Laura estaba preocupada-... ¿Esther?
-         Dime... -contestó esperando más noticias-.
-         Es mejor que vuelvan a casa, yo me encargaré de que por esta noche las dejen tranquilas -le dijo Laura, no atreviéndose a contarle a la comandante todos los hechos por teléfono-.
-         Estupendo, me parece una buena idea. Nos llamamos, besos -cerró la comunicación Esther y guardó el móvil-.
-         Si has terminado de quedar con tus amigas, podríamos centrarnos un poco en Eva, ¿tal vez? -le dijo Maca con cara de pocos amigos-. ¡Eres increíble te lo juro! ¿cómo puedes estar tan tranquila con lo que está pasando?
-         ¿Y qué está pasando exactamente, según tú? -quiso saber Esther, que dado las noticias que tenía por Laura volvía a sentir la seguridad del control-.
-         ¡¡¡¡Qué van a por nosotras!!! ¿Estás ciega o qué? -le espetó Maca atónita-.
-         Maca no exageres, ya sabíamos que alguien estaba tratando de hacerse con información sobre el proyecto, pero de ahí a que te imagines que van a por vosotras ... ¡Venga ya! Ni que fuera esto una película de Hollywood -se hizo la sueca Esther, tratándola de exceso de fantasía para evitar que Maca se recreara más en sus ideas -.
-         ¿Sí? Pues menudo numerito policial te has marcado tú con tu amiga y ese “me la tengo que llevar de aquí” para ser puro desvarío mío, ¿no? -le espetó Maca cruzándose de brazos esperando la contestación de Esther-.
-         Jajja.. -Esther se rió, sabía disimular muy bien-.
-         ¿De qué coño te ríes? -se enfadó Maca, volviendo a recordar lo mal que le caía aquella mujer con su autosuficiencia-.
-         Perdona, perdona... es que.... -Esther dejó de reír poco a poco-. Maca, Kate es Juez, le pedí que echara un vistazo a los temas legales de nuestro caso, y cómo quiero que nos eche una mano con algunos asuntos, no puede tratar contigo, puesto que eres la parte implicada. Por eso no quiso saber nada, y por eso yo la paré en sus divagaciones, ya que tan sólo quería que me dejara las llaves del coche para llevaros a casa, que bastante acción habéis tenido por esta noche,  al menos tú... ¿o te tengo que recordar el bolillón que te he visto echar hace un rato en esa calle?

Maca abrió la boca, desencajada. Aquel nuevo dato la había dejado fuera de juego. Se frotó la frente, todavía resistiéndose a la idea de que todo fuera producto de una borrachera mal llevada y una imaginación desbordada. Negó con la cabeza, no, había algo raro en todo aquello...

-         ¿Y Eva? Si tan lógico ves lo que ha pasado aquí, entonces ¿dónde coño está Eva? -blandió la pregunta Maca, como si con ella ganara el punto definitivo-.
-         Pues supongo que debe estar por aquí fuera, buscándonos... ¿no? -dijo Esther elevando los hombros-.
-         ¿Sí? ¿Dónde, a ver? -le preguntó Maca girándose de espaldas a Esther para visualizar lo máximo posible la calle-.

Esther se puso a su lado, disimulando, aunque sabía exactamente donde localizar a Eva. De pronto el grupo de chicas que había estado tapando el portal 41, se despejo y Maca la vio.

-         ¡Eva! -pronunció Maca y salió disparada a cruzar la calle en busca de su amiga-.
Esther sonrió satisfecha y permaneció clavada en su sitio viendo como Maca se agachaba hasta donde estaba sentada Eva, y por lo que a simple vista parecía, la reprendía por haber desaparecido del local sin previo aviso. Todo parecía volver a la ilógica realidad.

26

El lunes por la mañana Maca llegó a la oficina antes que nadie. Se había pasado todo el domingo pensando en lo ocurrido aquella noche, y cuánto más lo revivía, más cosas extrañas veía a su alrededor. Por supuesto, había tratado de aclarar datos con Eva, pero su amiga había estado fuera de juego todo el domingo visitando a sus padres, así que la información en su cabeza hervía inconexa con un gran número de interrogantes. Entró en la sala común tras encender las luces de toda la planta. Puso en marcha la cafetera y se sentó a esperar, se encontraba inquieta, pero sabía que en aquel estado su cabeza siempre funcionaba mejor. Recogió la taza de café y se encerró en su despacho, era hora de poner a funcionar a ELISA en cosas más urgentes que el láser.
---
Esther entró en su apartamento sudada y aún contando sus pulsaciones tras la hora de footing. Se encontraba inquieta, y el encuentro con Azucena y los métodos de la unidad, le habían recordado el porqué no podía dormirse, su cuerpo había puesto a funcionar una adrenalina que a penas podía controlar. Estaba furiosa, pero también estaba preocupada... lo peor de todo era, que por mucho que lo intentara, Maca no le era indiferente y dado las circunstancias, eso podía resultar un gran problema. Se duchó, desayunó y salió para el despacho. Había mucho que hacer, y poco tiempo para actuar.
....
Unas horas más tarde.

-         Cruz, Esther ha dicho que necesitaba verte en cuanto llegaras -le anunció Teresa-.

Cruz miró su reloj, las diez y media de la mañana.

-         Gracias Teresa -le dijo y le entregó su cartera de mano-. ¿Me la dejas en el escritorio, por favor?
-         Sí, claro -le contestó y miró como Cruz se dirigía al despacho de Esther-.

No sabría justificar los motivos, quizá fuera una intuición que con el tiempo una secretaria llegaba a desarrollar, pero fue la expresión de Esther y luego el interrogante preocupado que se había dibujado en el rostro de Cruz, el que le dio la certeza de que algo gordo estaba pasando.

Cruz llamó a la puerta del despacho, y en cuanto Esther le dio permiso entró.

-         Hola, ¿qué tal el fin de semana?  -la saludó Cruz con una sonrisa-.

Esther alzó la cabeza de los papeles que estaba mirando, miró a Cruz y ésta dejó de sonreír. Algo pasaba.

-         Tenemos que hablar Cruz -le dijo Esther en el tono mas suave y neutral que pudo-.

Cruz se sentó frente a ella.

-         ¿Qué pasa, Esther? -preguntó directamente-.

Y Esther tomó aire, se reclinó sobre el respaldo de su silla, y empezó por el principio.
....
Maca salió del despacho en busca de otra taza de café. Estaba esperando a que la cafetera rugiera para volver a lo que estaba haciendo cuando Eva salió del ascensor, Maca miró el reloj, eran más de las once. Como el café no acababa de hervir, decidió interceptar a su amiga en el pasillo.

-         Buenooo.... por una vez no es a mí a quien se le han pegado las sábanas ¿eh? -aprovechó Maca para meterse con ella-.
-         ¡Qué graciosa! -contestó Eva con una mueca-.
-         Jajaja... pero mira que te sientan mal los lunes, eh Evita -le dijo Maca cogiéndole la mejilla con un pellizco juguetón-. Yo pensaba que después de la juerga del sábado amanecerías de mejor humor.
-         Mira, ni me hables del sábado, que tú no sabes el fin de semana que llevo. La cabeza me va a estallar -le confesó Eva bajando la voz para que no la oyeran los demás-.
-         ¿Y eso? -preguntó Maca con una sonrisa-.

Eva miró alrededor. Luego cogió a Maca del brazo.

-         Anda, vamos a mi despacho y te cuento... que no quiero encontrarme con Esther -le dijo Eva dejando a Maca tan intrigada, que la siguió sin rechistar olvidando hasta  el café-.
---
Mientras en el despacho de Esther:

-         No me puedo creer lo que está pasando. ¿Cómo ha podido suceder esto? -decía Cruz negando con la cabeza, sumergida en el impacto que el relato de Esther había producido en ella-.

Esther le dejó un poco de tiempo para asimilarlo. Si hubiera sido otra persona la que hubiera tenido en frente, se hubiera mantenido firme y habría cortado de raíz todo aquel improductivo lamento, pero era Cruz y ni siquiera su estudiada frialdad militar, le hacía inmune a la preocupación de su amiga.

-         ¿Qué piensas hacer? -le preguntó finalmente Cruz con una indefensión en el rostro y un temor mal disimulado en la mirada-.
-         Aún tenemos algo de tiempo. Legalmente, mientras el comité estudia el caso, no pueden acercarse a ella ni tratar de influir en su decisión de ningún modo, lo que pasó el sábado fue una clara invasión de lo estipulado por ley -trató de explicarle Esther para calmarla-.
-         Entonces, podemos denunciarlo y... -Cruz creyó ver una luz, pero Esther intervino antes de que se hiciera falsas ilusiones-.
-         No es tan fácil. Han infringido una cláusula del protocolo, pero evidentemente saben que no hay pruebas suficientes que puedan alterar el proceso. Si el comité considera que es de seguridad nacional, no podremos hacer nada -le dijo Esther-.
-         Pero... no pueden obligar a una persona a dejar todo lo que conoce por... por... -Cruz no podía creer que aquello estuviera pasando, se sentía desesperada-.

Esther se acercó a ella, Cruz ya no la miraba tratando de contener las lágrimas que se agolpaban en su garganta ante una situación tan injusta.

-         Cruz, aun no han ganado.... aún tenemos algo de tiempo -le dijo Esther, pero Cruz seguía sin mirarla. Esther se agachó para estar a su altura, y le cogió el mentón para que la mirara-. ¡No la voy a dejar tirada! ¿vale?
-         Pero si ellos fallan a favor... ¿entonces qué? -preguntó con temor Cruz y una lágrima resbaló por su mejilla sin remedio-.

Esther sintió que le quemaba la piel, ¿y si no podía parar a tiempo aquello? ¿y si a pesar de sus esfuerzos, el consejo determinaba que Maca les pertenecía? Un sudor frío e inexplicable le heló por un momento la sangre. Apartó la mirada de los ojos de Cruz y se concentró en aquella lágrima salada que mojaba ahora sus dedos posados en el mentón de su amiga, luego la volvió a mirar.

-         Entonces, me la llevaré yo primero -le respondió Esther, y Cruz vio aquella fuerza inexplicable de Esther que siempre le había sorprendido-.

Asintió y se abrazó a Esther agradecida de tenerla consigo, luego lloró de puro nervio en los brazos de su amiga.
......

-         ¿Cómoooo? -Maca dio un salto en el asiento ante lo que Eva acababa de confesarle-
-         Joder, no me hagas repetirlo -se quejó Eva tapándose la cara con las manos-.
-         Pero tía, si es que en menos de dos semanas has pasado de no quererte comer un rosco... a quererte comer la panadería entera. ¿Tú, qué pasa? ¿Qué te gustan todas o qué? -abría los ojos como platos Maca-.
-         ¡Ay Dios... si es que yo que sé! ¡Estoy hecha un lío! -dijo Eva y luego tímidamente se quitó las manos de la cara-. Es que tú no sabes como me besó... me temblaron hasta las pestañas.
-         ¡Serás puta! -le soltó Maca mientras le tiraba un cojín a la cara-.
-         Jajajaja... quise contártelo allí mismo, pero no quería que Esther se enterara -se disculpó Eva por no haberlo contado antes-.
-         Eso, ¿y qué pasa con tu brote amoroso por Esther ahora? -aprovechó para preguntar Maca dado los nuevos acontecimientos-.
-         ¿Cómo que qué pasa? -no entendió la pregunta Eva-.
-         Pues eso, que si tanto la flipaste con la desconocida esa, no te gustará tanto Esther si a la primera que se te amorra ya ves estrellitas ¿no? -concluyó Maca como si su suposición fuera tan clara como el agua-.
-         No, no... pero si a mí me sigue gustando Esther, ¿eh? -se defendió Eva-.
-         Ya, te gusta, pero a la primera lesbiana que te come la boca ya se te caen las bragas igualmente... así que lo de tu facilidad “enamoratoria” es un poco sospechosa ¿no te parece? -siguió con su teoría Maca-.
-         Bueno, es que la tía besaba bien y yo estaba un poco susceptible porque había visto a Esther que estaba guapísima esa noche, pero nada más. Eso fue pues… un achuchón de sábado, pero a mí Esther me mola, me gusta hablar con ella y todo eso.
-         Ya, y todo eso... -repitió sus palabras Maca-. ¿Y qué es todo eso, exactamente? Porque que yo sepa, mucho tiempo no es que hayáis tenido para conoceros tanto.
-         Bah... no se trata de cuánto tiempo pases con alguien, sino lo que sucede en ese tiempo, y  yo me pongo mala en cuanto la veo -le aseguró Eva-.
-         Bueno normal, yo también me pongo enferma nada más la veo... jajaja ... -se rió Maca de aquel comentario-.
-         Gilipollas... jajaja... tú ya sabes a lo que me refiero -le dio un empujón Eva tras ver como Maca se sentaba a su lado y se burlaba de ella-.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario