La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
25
-
¿A dónde vamos? -le preguntó Maca deteniendo a Esther una vez fuera del
local-.
-
Te llevo a casa -le contestó Esther-.
-
¿Sin Eva? ¡No pienso moverme de aquí si no es con ella! -le aseguró
Maca, y Esther comprendió por su mirada que era un término innegociable-.
-
¿Lleva móvil encima? -preguntó Esther sacando su teléfono para marcar el
número, sabía que no serviría de nada, dado que estaba segura que Laura estaba
de guardia y ni si quiera había respondido a su aviso de llamada, pero
comportarse de forma natural aunque absurda, era mejor que enfrentarse a la
verdad que estaban ocultando a Maca-.
-
¡No! -respondió Maca con cara de fuera de juego-.
-
¿No? -se extrañó Esther, nadie salía hoy en día sin móvil de su casa-.
-
¡NO, VALEEE!... Se suponía que hoy salíamos en plan “chicas in the
nigth” y no queríamos cargar con todos los chismes... que coño me iba a
imaginar que nos íbamos a separar esta noche -estalló Maca, dado la ridícula
idea que habían tenido ella y Eva de salir de marcha sin medio de
localización-.
-
Vale, vale... no pasa nada -contestó Esther viendo que Maca ya estaba
suficientemente alterada-.
-
No pasa nada, pero a ver qué leches hacemos ahora para localizarla
-contestó Maca pasándose nerviosamente las manos por el pelo-.
De pronto el teléfono de Esther empezó a
sonar. En cuanto vio la pantalla, lo descolgó.
-
¿Sí? -Esther trató de contestar lo más normal posible, aunque tenía
preguntas que necesitaban contestación urgente-.
-
Lo lamento, no pude atender su llamada, estaba... -dudó Laura de cómo
catalogar lo que estaba haciendo cuando la comandante la llamó-... ocupándome
de la otra joven, las dos oficiales entraron en el local y estuvieron muy cerca
de interceptarla.
-
Ah, hola... cuánto tiempo, no te preocupes iba a llamarte ahora
-disimuló Esther ante la atenta mirada de Maca-. Entonces, ¿todo bien?
-
Sí, salió del local sin ser vista en busca de ustedes. Las estoy
vigilando a todas en este instante -le informó Laura-.
-
Vaya, me alegro, me alegro... ¿dónde quedamos pues? -siguió disimulando
Esther más tranquila de saber que Eva estaba bien-.
-
Eva está sentada en el portal 41, las está esperando -Laura tragó
saliva, cuando se había alejado de Eva en la oscuridad había observado como la
chica había tardado en reaccionar. La siguió hasta que la vio salir del local
con los abrigos mientras se aseguraba que no la siguiera nadie más... cuando
salieron ambas, no había rastro de la comandante ni de Maca, sin embargo Eva no
parecía preocupada. Se sentó en aquel portal, y había permanecido allí, callada
y a la espera de forma extraña. Laura estaba preocupada-... ¿Esther?
-
Dime... -contestó esperando más noticias-.
-
Es mejor que vuelvan a casa, yo me encargaré de que por esta noche las
dejen tranquilas -le dijo Laura, no atreviéndose a contarle a la comandante
todos los hechos por teléfono-.
-
Estupendo, me parece una buena idea. Nos llamamos, besos -cerró la
comunicación Esther y guardó el móvil-.
-
Si has terminado de quedar con tus amigas, podríamos centrarnos un poco
en Eva, ¿tal vez? -le dijo Maca con cara de pocos amigos-. ¡Eres increíble te lo
juro! ¿cómo puedes estar tan tranquila con lo que está pasando?
-
¿Y qué está pasando exactamente, según tú? -quiso saber Esther, que dado
las noticias que tenía por Laura volvía a sentir la seguridad del control-.
-
¡¡¡¡Qué van a por nosotras!!! ¿Estás ciega o qué? -le espetó Maca
atónita-.
-
Maca no exageres, ya sabíamos que alguien estaba tratando de hacerse con
información sobre el proyecto, pero de ahí a que te imagines que van a por
vosotras ... ¡Venga ya! Ni que fuera esto una película de Hollywood -se hizo la
sueca Esther, tratándola de exceso de fantasía para evitar que Maca se recreara
más en sus ideas -.
-
¿Sí? Pues menudo numerito policial te has marcado tú con tu amiga y ese
“me la tengo que llevar de aquí” para ser puro desvarío mío, ¿no? -le espetó
Maca cruzándose de brazos esperando la contestación de Esther-.
-
Jajja.. -Esther se rió, sabía disimular muy bien-.
-
¿De qué coño te ríes? -se enfadó Maca, volviendo a recordar lo mal que
le caía aquella mujer con su autosuficiencia-.
-
Perdona, perdona... es que.... -Esther dejó de reír poco a poco-. Maca,
Kate es Juez, le pedí que echara un vistazo a los temas legales de nuestro
caso, y cómo quiero que nos eche una mano con algunos asuntos, no puede tratar
contigo, puesto que eres la parte implicada. Por eso no quiso saber nada, y por
eso yo la paré en sus divagaciones, ya que tan sólo quería que me dejara las
llaves del coche para llevaros a casa, que bastante acción habéis tenido por
esta noche, al menos tú... ¿o te tengo
que recordar el bolillón que te he visto echar hace un rato en esa calle?
Maca abrió la boca, desencajada. Aquel nuevo
dato la había dejado fuera de juego. Se frotó la frente, todavía resistiéndose
a la idea de que todo fuera producto de una borrachera mal llevada y una
imaginación desbordada. Negó con la cabeza, no, había algo raro en todo
aquello...
-
¿Y Eva? Si tan lógico ves lo que ha pasado aquí, entonces ¿dónde coño
está Eva? -blandió la pregunta Maca, como si con ella ganara el punto
definitivo-.
-
Pues supongo que debe estar por aquí fuera, buscándonos... ¿no? -dijo
Esther elevando los hombros-.
-
¿Sí? ¿Dónde, a ver? -le preguntó Maca girándose de espaldas a Esther
para visualizar lo máximo posible la calle-.
Esther se puso a su lado, disimulando,
aunque sabía exactamente donde localizar a Eva. De pronto el grupo de chicas
que había estado tapando el portal 41, se despejo y Maca la vio.
-
¡Eva! -pronunció Maca y salió disparada a cruzar la calle en busca de su
amiga-.
Esther sonrió satisfecha y permaneció
clavada en su sitio viendo como Maca se agachaba hasta donde estaba sentada
Eva, y por lo que a simple vista parecía, la reprendía por haber desaparecido
del local sin previo aviso. Todo parecía volver a la ilógica realidad.
26
El lunes por la mañana Maca llegó a la
oficina antes que nadie. Se había pasado todo el domingo pensando en lo
ocurrido aquella noche, y cuánto más lo revivía, más cosas extrañas veía a su
alrededor. Por supuesto, había tratado de aclarar datos con Eva, pero su amiga
había estado fuera de juego todo el domingo visitando a sus padres, así que la
información en su cabeza hervía inconexa con un gran número de interrogantes.
Entró en la sala común tras encender las luces de toda la planta. Puso en
marcha la cafetera y se sentó a esperar, se encontraba inquieta, pero sabía que
en aquel estado su cabeza siempre funcionaba mejor. Recogió la taza de café y
se encerró en su despacho, era hora de poner a funcionar a ELISA en cosas más
urgentes que el láser.
---
Esther entró en su apartamento sudada y aún
contando sus pulsaciones tras la hora de footing. Se encontraba inquieta, y el
encuentro con Azucena y los métodos de la unidad, le habían recordado el porqué
no podía dormirse, su cuerpo había puesto a funcionar una adrenalina que a
penas podía controlar. Estaba furiosa, pero también estaba preocupada... lo
peor de todo era, que por mucho que lo intentara, Maca no le era indiferente y
dado las circunstancias, eso podía resultar un gran problema. Se duchó,
desayunó y salió para el despacho. Había mucho que hacer, y poco tiempo para
actuar.
....
Unas horas más tarde.
-
Cruz, Esther ha dicho que necesitaba verte en cuanto llegaras -le
anunció Teresa-.
Cruz miró su reloj, las diez y media de la
mañana.
-
Gracias Teresa -le dijo y le entregó su cartera de mano-. ¿Me la dejas
en el escritorio, por favor?
-
Sí, claro -le contestó y miró como Cruz se dirigía al despacho de
Esther-.
No sabría justificar los motivos, quizá
fuera una intuición que con el tiempo una secretaria llegaba a desarrollar,
pero fue la expresión de Esther y luego el interrogante preocupado que se había
dibujado en el rostro de Cruz, el que le dio la certeza de que algo gordo
estaba pasando.
Cruz llamó a la puerta del despacho, y en
cuanto Esther le dio permiso entró.
-
Hola, ¿qué tal el fin de semana?
-la saludó Cruz con una sonrisa-.
Esther alzó la cabeza de los papeles que
estaba mirando, miró a Cruz y ésta dejó de sonreír. Algo pasaba.
-
Tenemos que hablar Cruz -le dijo Esther en el tono mas suave y neutral
que pudo-.
Cruz se sentó frente a ella.
-
¿Qué pasa, Esther? -preguntó directamente-.
Y Esther tomó aire, se reclinó sobre el
respaldo de su silla, y empezó por el principio.
....
Maca salió del despacho en busca de otra
taza de café. Estaba esperando a que la cafetera rugiera para volver a lo que
estaba haciendo cuando Eva salió del ascensor, Maca miró el reloj, eran más de
las once. Como el café no acababa de hervir, decidió interceptar a su amiga en
el pasillo.
-
Buenooo.... por una vez no es a mí a quien se le han pegado las sábanas
¿eh? -aprovechó Maca para meterse con ella-.
-
¡Qué graciosa! -contestó Eva con una mueca-.
-
Jajaja... pero mira que te sientan mal los lunes, eh Evita -le dijo Maca
cogiéndole la mejilla con un pellizco juguetón-. Yo pensaba que después de la
juerga del sábado amanecerías de mejor humor.
-
Mira, ni me hables del sábado, que tú no sabes el fin de semana que
llevo. La cabeza me va a estallar -le confesó Eva bajando la voz para que no la
oyeran los demás-.
-
¿Y eso? -preguntó Maca con una sonrisa-.
Eva miró alrededor. Luego cogió a Maca del
brazo.
-
Anda, vamos a mi despacho y te cuento... que no quiero encontrarme con
Esther -le dijo Eva dejando a Maca tan intrigada, que la siguió sin rechistar
olvidando hasta el café-.
---
Mientras en el despacho de Esther:
-
No me puedo creer lo que está pasando. ¿Cómo ha podido suceder esto?
-decía Cruz negando con la cabeza, sumergida en el impacto que el relato de
Esther había producido en ella-.
Esther le dejó un poco de tiempo para
asimilarlo. Si hubiera sido otra persona la que hubiera tenido en frente, se
hubiera mantenido firme y habría cortado de raíz todo aquel improductivo
lamento, pero era Cruz y ni siquiera su estudiada frialdad militar, le hacía
inmune a la preocupación de su amiga.
-
¿Qué piensas hacer? -le preguntó finalmente Cruz con una indefensión en
el rostro y un temor mal disimulado en la mirada-.
-
Aún tenemos algo de tiempo. Legalmente, mientras el comité estudia el
caso, no pueden acercarse a ella ni tratar de influir en su decisión de ningún
modo, lo que pasó el sábado fue una clara invasión de lo estipulado por ley
-trató de explicarle Esther para calmarla-.
-
Entonces, podemos denunciarlo y... -Cruz creyó ver una luz, pero Esther
intervino antes de que se hiciera falsas ilusiones-.
-
No es tan fácil. Han infringido una cláusula del protocolo, pero
evidentemente saben que no hay pruebas suficientes que puedan alterar el
proceso. Si el comité considera que es de seguridad nacional, no podremos hacer
nada -le dijo Esther-.
-
Pero... no pueden obligar a una persona a dejar todo lo que conoce por...
por... -Cruz no podía creer que aquello estuviera pasando, se sentía
desesperada-.
Esther se acercó a ella, Cruz ya no la
miraba tratando de contener las lágrimas que se agolpaban en su garganta ante
una situación tan injusta.
-
Cruz, aun no han ganado.... aún tenemos algo de tiempo -le dijo Esther,
pero Cruz seguía sin mirarla. Esther se agachó para estar a su altura, y le
cogió el mentón para que la mirara-. ¡No la voy a dejar tirada! ¿vale?
-
Pero si ellos fallan a favor... ¿entonces qué? -preguntó con temor Cruz
y una lágrima resbaló por su mejilla sin remedio-.
Esther sintió que le quemaba la piel, ¿y si
no podía parar a tiempo aquello? ¿y si a pesar de sus esfuerzos, el consejo
determinaba que Maca les pertenecía? Un sudor frío e inexplicable le heló por
un momento la sangre. Apartó la mirada de los ojos de Cruz y se concentró en
aquella lágrima salada que mojaba ahora sus dedos posados en el mentón de su
amiga, luego la volvió a mirar.
-
Entonces, me la llevaré yo primero -le respondió Esther, y Cruz vio
aquella fuerza inexplicable de Esther que siempre le había sorprendido-.
Asintió y se abrazó a Esther agradecida de
tenerla consigo, luego lloró de puro nervio en los brazos de su amiga.
......
-
¿Cómoooo? -Maca dio un salto en el asiento ante lo que Eva acababa de
confesarle-
-
Joder, no me hagas repetirlo -se quejó Eva tapándose la cara con las
manos-.
-
Pero tía, si es que en menos de dos semanas has pasado de no quererte
comer un rosco... a quererte comer la panadería entera. ¿Tú, qué pasa? ¿Qué te
gustan todas o qué? -abría los ojos como platos Maca-.
-
¡Ay Dios... si es que yo que sé! ¡Estoy hecha un lío! -dijo Eva y luego
tímidamente se quitó las manos de la cara-. Es que tú no sabes como me besó...
me temblaron hasta las pestañas.
-
¡Serás puta! -le soltó Maca mientras le tiraba un cojín a la cara-.
-
Jajajaja... quise contártelo allí mismo, pero no quería que Esther se
enterara -se disculpó Eva por no haberlo contado antes-.
-
Eso, ¿y qué pasa con tu brote amoroso por Esther ahora? -aprovechó para
preguntar Maca dado los nuevos acontecimientos-.
-
¿Cómo que qué pasa? -no entendió la pregunta Eva-.
-
Pues eso, que si tanto la flipaste con la desconocida esa, no te gustará
tanto Esther si a la primera que se te amorra ya ves estrellitas ¿no? -concluyó
Maca como si su suposición fuera tan clara como el agua-.
-
No, no... pero si a mí me sigue gustando Esther, ¿eh? -se defendió Eva-.
-
Ya, te gusta, pero a la primera lesbiana que te come la boca ya se te
caen las bragas igualmente... así que lo de tu facilidad “enamoratoria” es un
poco sospechosa ¿no te parece? -siguió con su teoría Maca-.
-
Bueno, es que la tía besaba bien y yo estaba un poco susceptible porque
había visto a Esther que estaba guapísima esa noche, pero nada más. Eso fue
pues… un achuchón de sábado, pero a mí Esther me mola, me gusta hablar con ella
y todo eso.
-
Ya, y todo eso... -repitió sus palabras Maca-. ¿Y qué es todo eso, exactamente?
Porque que yo sepa, mucho tiempo no es que hayáis tenido para conoceros tanto.
-
Bah... no se trata de cuánto tiempo pases con alguien, sino lo que
sucede en ese tiempo, y yo me pongo mala
en cuanto la veo -le aseguró Eva-.
-
Bueno normal, yo también me pongo enferma nada más la veo... jajaja ...
-se rió Maca de aquel comentario-.
-
Gilipollas... jajaja... tú ya sabes a lo que me refiero -le dio un
empujón Eva tras ver como Maca se sentaba a su lado y se burlaba de ella-.
Continuará...
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