La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
27
Cruz salió del despacho de Esther en cuanto
se tranquilizó un poco. Tenían muchas cosas que hacer, y el tiempo era vital en
aquellos momentos.
“Cruz, ya no
podemos esperar más... Tenéis que informar a Maca, y es mejor que seáis
vosotros”... Por
más que aquellas palabras de Esther se repetían en su cabeza, y por más que
supiera que ya no podían atrasar más aquella conversación, a Cruz seguían
faltándole las fuerzas. Entró en su despacho, Teresa le dijo algo, pero ni siquiera
pudo prestarle atención. Si se detenía no sabía si volvería a tomar coraje.
Descolgó el auricular, marcó y espero.
-
Hola Cruz, ¿cómo va todo? -le saludó Pedro Wilson en cuanto vio la identificación
de llamada-.
-
No tan bien como nos gustaría...
-
¿Qué pasa? ¿es por Maca? -se puso tenso al instante-.
-
Sí, es por Maca... pero tranquilo, no le ha pasado nada... sólo que
tenemos que hablar con ella de lo que está pasando -le dijo Cruz-.
-
No Cruz, no quiero que viva atemorizada por algo que no sabemos si...
-
Pedro, no me estás escuchando... te estoy diciendo que se lo tenemos que
contar y ya. El sábado dos agentes trataron de interceptarla.
-
¿Quéee? -el padre de Maca sintió un pinchazo en el pecho, y se sentó-.
-
No pasó nada, por suerte Esther y un agente de su equipo la tenían
vigilada y la mantuvieron a distancia. Esther ya ha denunciando la infracción
por vía legal, de todas formas me ha comentado que el proceso va deprisa y que
ya no puede esperar ni a la colaboración ni a tratar de convencer a Maca para
que reajuste las características del proyecto. Deberíamos decírselo, es la
única forma de que Maca entienda y colabore -le aseguró Cruz-
Pedro analizó la información tan rápido como
le fue posible, aún se notaba alterado, y el pecho le palpitaba con fuerza, sin
embargo no estaba dispuesto a meter a su hija en medio de aquella presión.
-
No le diremos nada...
-
Pero...
-
¡AUN NO, CRUZ!... -le dijo con autoridad y Cruz se calló-. Desde ahora,
Esther tiene carta blanca y absoluta sobre el proyecto. Dile que reajuste todo
aquello que crea que puede dejar a mi hija al margen sobre la creación del
láser, documentos, características... todo. Desde ahora Maca dejará de ser a
todos los efectos la creadora del láser, de sus pataletas me encargo yo...
vosotras sólo aseguraros de que no se acerquen a mi hija.
Cruz se había quedado muda, no esperaba que
Pedro tomara una decisión así, arrebatarle el proyecto a Maca era como...
como.... ni siquiera podía imaginarse el efecto que causaría.
-
Como tú digas -fue lo único que acertó a decir.
Pedro se despidió y ambos colgaron el
teléfono. Cruz dudó durante unos minutos sobre lo que hacer, luego marcó el
número de extensión de Esther y la puso al corriente de los nuevos acontecimientos.
-----
-
¡Maldita sea! -gritó Esther en cuanto terminó de hablar con Cruz y colgó
el teléfono-.
La rabia y la impotencia le ardían por las
venas haciéndole andar de un lado para otro tratando de tranquilizarse, al
final no pudo contenerse más, de un golpe seco barrió la mesa del escritorio
echando por el suelo todo lo que había en ella ha excepción del portátil. Sabía
que podía ocurrir, cargar con el trabajo sucio era parte de su responsabilidad,
tomar decisiones que no serían bien acogidas, aguantar sentimientos de rencor,
recelo, antipatías y odios era frecuente cuando las cosas se ponían feas y ella
tenía que imponerse, sin embargo no era justo. No era justo y lo peor de todo
era que no lo veía necesario, no aquella vez, no cuando estaba segura de que
Maca podría comprender, podría colaborar, era inteligente, fuerte y
despierta... podría aportar sus ganas y su ingenio para ayudar, para ver lo que
otros no podían.... podría... Esther se detuvo en seco ante sus pensamientos.
¿Por qué le dolía tanto imaginar el rencor que iba a despertar en Maca?
---
Maca y Eva se disponían a salir a comer, cuando
el ascensor se abrió y Pedro Wilson apareció tras sus puertas.
-
Papá.... ¿Qué haces tú aquí? -le preguntó Maca alegrándose tanto de
verle que le saltó al cuello con un gran
abrazo-.
A Pedro se le partía el alma, la retuvo con
cariño y la besó.
-
¿Es que un padre no puede venir a invitar a su hija a comer? -le
respondió él con una sonrisa-.
-
Por supuesto que sí, has llegado justo a tiempo, porque Eva y yo nos
moríamos de hambre -le dijo Maca golpeándose graciosamente la tripa-.
-
Entonces, no hay más que añadir... ¿a dónde las llevo señoritas? -les
preguntó Pedro metiéndose de nuevo en el ascensor y vio contento que ambas se
metían con él en el habitáculo-.
-
Sorpréndenos -le dijo su hija-.
Y Pedro se relajó, pues calmó su conciencia
diciéndose que estando Eva tendría que aplazar un poco más el hablar cara a
cara con su hija. A fin de cuentas, muy pronto descubriría que el proyecto ya
no estaba en sus manos.
28
-
¿A dónde crees que vas? -le dijo Kate agarrándola de la cintura y volviendo
a tirar de Bea hacia la cama-.
-
Jajaja... ¿pero es que no piensas salir de la cama nunca? -le preguntó
entre risas Bea, mientras una nueva lluvia de besos de aquella mujer caía sobre
su cuello-.
-
¿para qué? Aquí tengo todo lo que necesito -le contestó risueña Kate y
se detuvo para mirarla a los ojos-.
-
No sé de qué psiquiátrico te has escapado, pero estás loca -le dijo Bea
mientras le acariciaba la cara-.
-
Mmm... y ¿eso cómo me lo he de tomar? -le preguntó Kate-.
Bea sonrió franca y abiertamente, jamás
había conocido a alguien como aquella mujer. No sabía como habían terminado
juntas, pero desde el sábado no habían podido despegarse, era como si una fuera
el complemento de la otra, y no podían separarse. En un segundo estaban
hablando de la vida con la familiaridad que crean los años entre dos amigas,
como se reían y caían en una maraña de lujuria que parecía no tener fin. Por
más que la racionalidad de Bea quería despertar, la vitalidad y naturalidad de
Kate la aplacaba como si lo que estaba sucediendo entre ellas fuera lo que
tenía que ser.
-
¿Qué? ¿no piensas contestar? -le preguntó con una sonrisa Kate-.
Bea no contestó, pasó sus brazos alrededor
de su cuello y la atrajo hacia sí. Una nueva ola de besos volvió a enredarlas.
Entre ellas las palabras eran la más parca vía de comunicación.
Tras reponerse del último combate, Bea
consiguió convencer a Kate de que necesitaba una ducha y comer algo. Kate la
dejó ir de su lado, se puso de pie y miró complacida el revuelo que aquel fin
de semana había dejado en su dormitorio.
“Igual si estoy loca”, se dijo con sonrisa
pícara al recoger los restos de una sábana que había quedado desgarrada por el
suelo. Aquella chica la habían puesto del revés. Aún desnuda se dirigió al
salón mientras estiraba su larga anatomía, y le sorprendió no sentirse tan
dolorida como esperaba. Alcanzó el móvil y se dio cuenta que estaba apagado,
parecía no tener batería. De forma perezosa lo colocó en la torre de alimentación
que había en una de las mesitas auxiliares, mientras el teléfono se recargaba
un poco, decidió recoger el salón pues la idea de meterse en la ducha con Bea
se le estaba pasando por la cabeza y si la llevaba acabo sabía que acabarían de
nuevo en la cama. Se sentó en el sofá, y apretó el botón de encendido del
móvil, esperó y pronto saltó un mensaje que le indicaba 10 llamadas perdidas.
Cogió el celular, y descubrió que 8 eran de Esther, aquello la hizo volver a la
realidad. Marcó devolver llamada y espero con el ceño fruncido a que su amiga
contestara.
-
¿Si? -le respondió Esther, que como estaba conduciendo no vio de quién
era la llamada que le entraba-.
-
¡Hola princesa! ¡Me has estado llamando! ¿No es así? -le dijo Kate-.
-
Hola bicho... ¿sé puede saber dónde te metes? Desde el sábado no sé nada
de ti... tengo tu coche, iba a pasarme por el juzgado a devolvértelo ahora -le
dijo Esther-.
-
No estoy en el juzgado -le dijo Kate-.
-
Bueno, pues dime dónde estás y te recojo, necesito un poco de aire
fresco y el paseo me vendrá bien -contestó Esther-.
-
¿Problemas en el curro? -le preguntó Kate detectando aquel tono de
agobio-.
-
¿De verdad quieres saberlo? -contestó Esther aunque sabía la respuesta-.
-
No, mejor no... ya sabes -dijo Kate-.
-
Lo sé, anda dime... ¿dónde te recojo? -le preguntó Esther cambiando de
tema, oírla le sentaba bien-.
-
Estoy en mi casa -le dijo Kate y con una sonrisa añadió-... y no estoy
sola.
-
Jajajaj... vale, y por tu tonito, he de suponer que es uno de tus
“ligues”, ¿no? -Esther no pudo evitar sonreír, le parecía increíble la
facilidad que tenía Kate para ligar-. ¿Qué, necesitas que salga a tu rescate?
¿O de ésta puedes librarte tú solita?
-
Mmm... eres mala conmigo, no siempre es así -le contestó Kate con una
mueca aunque en el fondo sabía a qué se refería Esther, pues tenía fama de no
entablar relaciones de mas de un par de semanas-.
-
¿A no? -la reto Esther-.
-
Puede que con esta no... -dijo en voz alta, y al hacerlo se dio cuenta
de que quería al menos creerlo-.
-
Vaya, interesante... me muero por conocerla -añadió Esther y era verdad
que le gustaría saber de quien se trataba si era cierto que Kate parecía
mostrarse algo más interesada de la cuenta-.
-
Bueno, ya la conoces, al menos de vista -confesó Kate-.
A Esther casi se le salieron los ojos de sus
órbitas al escuchar aquel dato.
-
¿Quien? ¡Dispara! -la apremió su amiga-.
-
La camarera que estaba en la barra conmigo el sábado, la amiga de Maca
-le dijo Kate-.
-
¡¿Estás de broma?! -Esther no daba crédito-.
-
No, se llama Bea... y no hemos salido de mi apartamento desde el sábado,
ufffff si yo te contara -añadió Kate y una sonrisa pícara volvió a aparecer en
su rostro pensando en la joven-
-
No, no... mejor no me lo cuentes, que nos conocemos. De verdad que
empiezo a pensar en serio que tienes el complejo de Peter Pan -Esther cabeceaba
mientras hablaba, le parecía increíble que Kate tuviera aquella facilidad para
anular de su vida diaria las preocupaciones e inconvenientes que sin duda
supondría mantener una relación con aquella joven-.
-
Buenooooo... ya vas a empezar con la brasa esa de la edad y bla... bla
bla... -Kate puso los ojos en blanco por aquel tema-.
-
¡Está bien! Nada de dar la brasa pero tú, haz el favor de poner los pies
de vez en cuando sobre la tierra, que ya sabemos cómo puede terminar esto
-quiso zanjar el tema Esther, pero como siempre su amiga fue la que puso la
guinda-.
-
Pues con unos polvos cojonudos... los que tú deberías echar de vez en
cuando a ver si así dejabas de pensar menos y disfrutar un poco más -le soltó
sin medias tintas Kate-.
-
Jajaj... mira que eres bruta -no pudo evitar reírse Esther ante
aquello-.
-
Y tú reprimida -se sonrió Kate satisfecha de conseguir que Esther dejara
de actuar como su madre-. ¿Qué, vas a venir a por mí o qué?
-
¿Y Bea? –preguntó-.
-
Está en la ducha, tiene que irse a la facultad -empezó a decir Kate-.
-
¿Aun está en la facultad? ¿Pero tú con quien coño ligas? -volvió a
escandalizarse Esther-.
-
Que nooo pesada, que está de profesora de apoyo en la facultad de
empresariales y para que te calles ya y te quedes tranquila tiene 28 años y un
coco cojonudamente amueblado, así que no me des más la paliza o te juro que te
llamaré abuela por el resto de los siglos -la amenazó Kate-.
-
Vale, vale... perdona, es que estoy un poco susceptible con el tema
últimamente -reconoció Esther y se dio cuenta al decirlo, de que era verdad-.
-
Ya lo veo ya.... - y añadió Kate al percatarse- Oye, y ¿no tendrá nada
que ver con el tema ese pequeño bombón del que te estás ocupando? ¿o sí?
-
Puff.. ¡tú estás loca! ¡Por supuesto que no! -dijo Esther
apresuradamente, aunque la suspicacia de Kate le había cogido desprevenida-.
¿Te recojo entonces?
Kate se quedó un poco mosca por
aquello, pero lo dejó correr
.
-
Sí, me ducho, cambio y listo -le contestó Kate-.
-
Vale, te pego un toque al móvil cuando llegue, que no quiero interrumpir
“nada” -le dijo Esther recalcando aquel “nada” que sin duda significaba
encontrarse en medio de un escarceo sexual de Kate con aquella chica-.
-
Ok, nos vemos. Besos
......
Continuará...
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