“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
78
Amsterdam. Abril.
Esther hizo un
parón frente a la ventana. El cuello empezaba a dolerle y lo desentumeció con
algunos ejercicios mientras con ambas manos mantenía la taza caliente de
cola-cao. Que tranquilo le parecía el mundo los domingos por la mañana. Ella
sin embargo llevaba horas despierta y trabajando. Aquel sería su último mes en
aquella ciudad, y sabía que lo echaría de menos pese a todo y sobretodo por…
-
Alex –suspiró Esther al pensar en ella-.
Bebió de su taza
tranquila. Desde que Kate le había abierto definitivamente los ojos no había
podido hablar con Alex. No porque no quisiera solucionarlo, sino porque no
sabía cómo plantear la situación ni cómo arreglarlo con ella. En clase se
trataban como siempre, pero últimamente apenas paraba en casa. Alex lo achacaba
al trabajo, pero Esther sabía que no era cierto, consciente al fin de todas sus
reacciones. Cuando estaban cerca, Alex casi no soportaba mirarla a la cara, se
ponía nerviosa y dudaba en todo su comportamiento hacia ella. Esther había
desistido de abordarla porque la veía pasarlo mal, sin embargo la echaba mucho
de menos. Su compañía, su risa, sus conversaciones sobre arte…. su olor, su
contacto. Darse cuenta de aquella parte tan física que les faltaba, atormentaba
también a Esther, pues se sentía culpable y responsable de ello. Quizá si ella
hubiera sido más consciente de lo que sucedía, podría haber sido más
considerada y no abrazarla ni tocarla tanto. Seguramente aquella manía tan suya
de demostrar afecto y buscar proximidad con la gente que quería, había supuesto
una tortura para Alex. Esther no estaba segura de hasta qué punto había llegado
a confundir con sus gestos a su amiga.
-
Buenos días
Esther se giró
algo sobresaltada, y al encontrarse con Alex no pudo evitar que sus ojos la
recorrieran por entero. Sus Convers azules, sus pantalones vaqueros, su
camiseta gris de tirantes y su chaqueta deportiva. Esther no pudo evitar
fijarse en su escote a medida que Alex fue quitándose la bufanda que llevaba en
el cuello. Estaba muy guapa pese a no haber pasado la noche en casa.
-
¿De buena mañana, y ya trabajando? –se interesó
Alex en lo que hacía. Esther le sorprendía tanto. Era incansable,
increíblemente apasionada en su arte y por ello la admiraba-. ¿Puedo?
-
Sí, adelante –le dio permiso Esther para que
echara un vistazo a lo que estaba haciendo-.
Alex se acercó
un poco más, y echó un vistazo a la mesa de trabajo de Esther. En cuanto vio
los dibujos que había sobre ella, los ojos se le abrieron como platos. Esther
esperaba su reacción, llevaban mucho tiempo sin hablar y sabía que sería toda
una sorpresa para Alex descubrirse entre sus bocetos, para ella también había
sido toda una sorpresa redescubrirla como modelo.
-
Eres tú, ¿te importa? –le dijo Esther poniéndose
ya a su lado-.
Alex no supo que
decir, no se lo esperaba en absoluto. Esther estaba trabajando en una especie
de composición, y para ello tenía repartidos sobre la mesa unos siete bocetos
suyos en diferentes ángulos, verse a través de sus ojos era abrumador.
-
No sé qué decir –contestó Alex-. No, supongo que
no… es sólo que, no me lo esperaba. ¿Desde cuándo…?
-
jajaja… salió sin más, tenía que aprovecharlo
–Esther se rió, porque en realidad estaba nerviosa de enseñar aquella parte a
Alex, pero no tenía nada que esconder y no quería que se malinterpretaba-.
Supongo que eres importante para mí, y que ahora que te siento lejos, te echo
de menos.
Esther se mordió
los labios, su arrolladora franqueza volvía a hacerle hablar más de la cuenta.
“Mierda” pensó, temiendo asustarla o confundirla.
Ambas se miraron
a los ojos, las palabras no dichas, los sentimientos, los miedos, la culpa y la
separación sin explicación se agolparon entre ellas. Alex se puso a llorar.
-
Lo siento, lo siento… no quise hacerte sentir
mal… oh Dios, Alex –Esther la abrazó sin pensar en nada más-, perdóname, no
debí… mierda.
Pero era tarde,
pues la puerta de aquella presa que Alex estaba manteniendo con tanto esfuerzo,
se desmoronó por completo.
Madrid.
Maca entró por
la puerta destrozada. Eran las 9 de la mañana y aún no se había acostado. Se
aseó un poco en el cuarto de baño y luego se puso el pijama. Dudó entre
quedarse en el sofá y no despertar a Verónica, o meterse en la única cama que
había en el piso, pero su espalda le dio un aviso difícil de eludir, y terminó
por acostarse entre sus sábanas.
-
¿Ya estás aquí? –ronroneó Verónica al
percibirla-. ¿Qué hora es?
-
Las nueve y cuarto –le contestó Maca ocupando su
lado de la cama ahora que Verónica le había dejado espacio-.
-
¿Las nueve y cuarto? ¿dónde has estado?
–Verónica se despertó un poco al saber la hora-.
-
Es que me he pasado por el hospital después del
turno en el pub, quería saber cómo seguía el niño de la UCI –le informó Maca-.
-
¿Y cómo estaba? –se interesó su amiga, sabía que
aquel caso había preocupado especialmente a Maca-.
-
Estable, hoy lo subirán seguramente a planta
-
Bien, me alegro -Verónica la abrazó por la
espalda en modo cuchara y le dio un beso en el cogote-. Buena médico, ahora
duerme… trabajas demasiado.
-
Lo sé… estoy agotada –reconoció Maca y se dejó
acunar por el abrazo familiar de Verónica, últimamente el calor humano de su
amistad era lo único que la mantenía cuerda-.
Ambas se durmieron en pocos minutos.
Amsterdam.
-
¿Estás más tranquila? –le preguntó Esther
mientras le preparaba un café-.
-
Sí, siento lo de antes… es que yo… -Alex ahora
se sentía avergonzada por haber estallado de aquel modo, pero es que ya no
soportaba más aquella situación. Por más que había querido alejarse de ella, le
dolía tanto, que cuando Esther pronunció aquellas palabras todo se le vino
abajo. Ella también la echaba en falta, muchísimo-. Esther, hay algo de mí que
no sabes y que necesito decirte…
Alex no sabía cómo reaccionaría Esther, pero ya no podía acallarlo por
más tiempo. Su amistad se estaba perdiendo de todas formas por su silencio. No
podía seguir así. Esther se sentó a su lado, y le tendió la taza, escuchándola.
-
Verás… ufff… es que no es fácil –Alex la miró a
los ojos. “Dios mío de mi vida… la voy a perder en cuanto lo sepa”, pensó con
temor-. La razón por la que me he estado alejando de ti últimamente, es que yo…
bueno yo…
Esther vio como Alex volvía a agachar la mirada, observó sus manos que
fuertes y temblorosas aguantaban la taza que le había servido, y se le encogió
el corazón de saber que sufría por ella.
-
Alex… -Esther posó su mano sobre uno de sus
brazos, y con ello obtuvo de nuevo la mirada temerosa de su amiga frente a la
suya-. Suéltalo.
-
¡Me he enamorado de ti! –le soltó Alex de golpe
al verse empujada por su mirada penetrante y oscura-.
Alex esperó la reacción de retirada de Esther, pero no la hubo. Seguía
allí, tocándola, tranquila.
-
¿Me has escuchado? –sintió la necesidad de
cerciorarse de ello-.
-
Sí, claro que sí –Esther sonrió-.
-
¿Y? –a Alex le iba a dar un ataque de ansiedad-.
-
Eres mi amiga, y no voy a mentirte, después de
tu repentino alejamiento y tus reacciones empezaba a sospecharlo –Esther eludió
meter por en medio a Maca y a Kate, porque no quería que Alex pensara que
habían estado hablando de ella a sus espaldas-. Tú sabes que yo te quiero, eres
importante para mí, pero no de ese modo. Amo a Maca.
-
Lo sé, siempre lo he sabido… yo nunca he
pretendido que tú y yo… nunca… -Alex quería hacerle entender que ella jamás
pretendió que Esther la amara, pero no podía evitar sus sentimientos pese a
ello-. Sé que estás enamorada de Maca, y qué tú y yo sólo somos amigas, pero no
pude manejar mis sentimientos hacia ti. Temí que todo se descontrolara, te
dieras cuenta de que te quería y huyeras de mí. No hubiera soportado una cosa
así.
-
¿Y pensaste realmente que huyendo tú sería
mejor? –le preguntó Esther, pues era evidente que no había funcionado, y que la
bola de silencio había crecido tanto que las había hecho sufrir a las dos-.
-
No es fácil hablar de algo así, Esther –Alex ni
siquiera sabía cómo estaban pudiendo abordar el tema en aquel momento-.
-
Lo sé, perdona –Esther había tenido aquella
conversación en su cabeza unas cuantas veces en los últimos días, puesto que
había querido hablar con Alex para solucionarlo en varías ocasiones. Así que se
centró en decir lo que quería decirle, antes de que se les agotara el tiempo-.
Yo, siento mucho no poder corresponderte Alex, lo que sí necesito que sepas es
que me importas y que te quiero de verdad, pero como amiga. Sé que esto quizá
no sea nada fácil para ti, así que entenderé que quieras que sigamos
manteniéndonos alejadas si estar conmigo te hace daño. No quiero que sufras, en
serio, quiero que seas feliz.
Alex ni siquiera había podido dar un sorbo a su bebida. Su propia
confesión y luego las palabras de Esther, retumbaban aún en su interior
poniéndole los nervios a flor de piel. ¿Qué hacer? ¿Cómo seguir y qué camino
escoger? Ella ya dudaba de todo. Estar alejada de Esther le hacía mal,
claramente la destrozaba, pero estar con ella… Alex no podía prometer no
amarla, ni siquiera sabía dónde poner los límites. Quizá Esther, ahora que conocía
sus sentimientos, sí pudiera ponerlos por las dos y encauzar de nuevo esa
amistad que tanto añoraba.
-
Te echo de menos, no sólo porque sienta cosas
por ti, echo mucho de menos nuestras conversaciones, nuestras risas… nuestra
amistad. No quiero que se rompa por mi culpa –le dijo finalmente Alex-.
-
Yo tampoco quiero que la perdamos por la mía –le
contestó Esther-.
-
¿Y qué propones que hagamos? –Alex se atrevió a
mirarla a los ojos, esperanzada y aterrada a la vez-.
Esther se
encogió de hombros y sonrió.
-
No lo sé. Quizá simplemente sea cuestión de
permanecer juntas y de hablar cuando algo nos preocupe. Yo desde luego, no
volveré a desabrocharte más la blusa y hablar de tus sujetadores… -Alex estalló
en una carcajada que también le subió los colores. Esther la acompañó en su
risa pero prosiguió-, y tú podrías dejar de salir por piernas cada vez que me
ves, y volver a hablar conmigo de cualquier cosa sin tener miedo a que huya o
te rechace.
Alex sintió como
todo su cuerpo se relajaba tras aquella declaración de intenciones. Aún
recordaba el calor que había sentido bajo su mirada aquel día que Esther
acababa de mencionar, y no podía creerse que Esther estuviera al corriente de
sus reacciones. Estaba avergonzada, pero también aliviada. Sonrió para ella,
con ella.
-
Me parece, perfecto –le expresó mirándola a los
ojos-.
Esther también
la miró, a esos ojos verdes que ya tan bien conocía y que por fin ya no tendría
que dibujar más tristes ni angustiados.
Continuará...
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