lunes, 11 de marzo de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 83-





“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.




83

Amsterdam

Terminadas las tutorías fuera de horario lectivo, Alex empezó a recoger para marcharse. Satisfecha por el interés que estaban mostrando algunos de sus alumnos hacia aquella especie de concurso improvisado, no le importó perder horas extras en resolver sus dudas y en ayudarles a materializar sus ideas. Comprobó que el aula estaba en orden y apagó las luces. Los pasillos largos y silenciosos a aquellas horas de la tarde siempre la sorprendían, era tan diferente al bullicio a cualquier hora de España. Dejó algunos apuntes en su casillero del claustro de profesores, y se despidió de los pocos compañeros que aún quedaban trabajando. De camino a la salida, vio que en una de las aulas de libre acceso aún había luz y sintió curiosidad por saber quién permanecía activo a aquellas horas. En cuanto miró por la ventana redonda de la puerta y vio a Esther, se le dibujó una sonrisa inmensa en la cara. ¿Quién más podía perder la noción del tiempo como ella? ¡Nunca paraba!

-       Eres la única alumna que sigue activa en la planta, ¿lo sabes? –la interrumpió Alex dándole un susto de muerte-… jajaja…. perdona –no pudo evitar reírse al verla dar un salto del taburete-.
-       Joder, Alex… casi me da un ataque –se quejó Esther recomponiéndose-.

Alex se acercó a mirar lo que hacía, y al hacerlo su corazón fue acelerándose, pues Esther seguía trabajando en los bocetos sobre ella.

-       ¿Aún sigues con ello? –le preguntó asombrada y a la vez cohibida-.
-       Sí, no acaba de convencerme –le dijo sin más Esther, empezaba a sentirse frustrada porque no podía plasmar lo que quería-. ¡Esto es un completo desastre!

Anunció Esther y soltó los pinceles de mala gana. Alex la miró aturdida, para ella era asombroso lo que estaba viendo, ni en sueños sería capaz de imaginar que alguien la reflejara de aquella forma.

-       ¿Lo dices en serio? ¡A mí me parece impresionante! –le señaló Alex-.
-       ¡Pues no lo es! –la insatisfacción de Esther rugió en el aula.

Esther empezaba a entender lo que había querido decirle Kate con estar bloqueando sus emociones y con ello su capacidad de transmisión, y cuanto más cuenta se daba de ello, más atada y enfadada se sentía. Miró a Alex, y se dio cuenta de que había gritado pagando su cansancio y su frustración artística con ella.

-       Perdona, es que… no me está saliendo cómo debería.

Alex vio como Esther volvía a sus pinceles, esta vez para recogerlos y limpiarlos. Claramente se estaba dando por vencida, y el abatimiento se reflejó en su rostro y en sus ojos. Un nudo se instauró en el pecho de Alex, no le gustaba ver a Esther así, haría cualquier cosa por levantar su ánimo, por ver el brillo ilusionado en sus ojos de nuevo. Sabía cómo se sentía Esther, esa impotencia y tristeza ante la incapacidad de dar forma a algo tan claro en tu cabeza, le había pasado tantas veces y sin embargo, siempre que ocurría, era difícil no caer en sus garras aunque en el fondo sólo fuera cuestión de tiempo.

La joven dejó sus cosas en una silla y se quitó el abrigo decidida. Esther se volvió hacia ella al oír el ruido que producían sus movimientos.

-       ¿Qué haces? –le preguntó curiosa-.

Alex se arromangó las mangas de su jersey en un acto muy suyo de ponerse manos a la obra, y cogió un taburete que situó en medio de la sala, frente al caballete de Esther.
-       ¿Aquí está bien? –preguntó Alex con una sonrisa-.
-       ¿Bien para qué? –quiso saber Esther-.
-       Voy a posar para ti, ¿estás bloqueada no? –Alex se sentó en el taburete con naturalidad, estaba nerviosa pero aquello era parte de todo artista, y estaba dispuesta a echarle una mano-. Te ofrezco el original, es decir, a mí –sonrió Alex algo inquieta-. Quizá te resulte más fácil terminar tu obra así. ¿Qué, cómo me pongo?

Esther se quedó mirándola desconcertada. Vio la sonrisa de Alex, que pretendía ser tranquila y en cambio ella sabía que era nerviosa por prestarse a sus ojos. La calidez y gratitud se transmitieron en su mirada cuando sonrió para serenar a Alex.

-       ¿En serio quieres hacer esto? –le preguntó Esther, no tenía ningún derecho a someter a Alex a su escrutinio-.

Alex se encogió de hombros.

-       ¿Se te ocurre algo mejor para que termines a tiempo este trabajo? Si puedo ayudarte, lo haré. Tú también lo harías por mí, ¿no?
-       Sí, por supuesto que sí –le aseguró Esther con una sonrisa-. Está bien, hagámoslo, quizá funcione.
-       Ok. ¿Cómo me pongo? ¿estoy bien así? –Alex se removió un poco en el taburete, claramente estaba fuera de lugar, lo suyo era el otro lado y no se sentía muy cómoda con ser contemplada, así que aun convencida de prestarse a aquel ejercicio, no dejaba de estar nerviosa-.
-       Espera…

Esther se acercó a ella, y la colocó un poco más cerca para que la luz no hiciera sombras en su rostro, tomó su cara entre las manos y condujo su cabeza y su mentón más bajos, permitiendo que Alex no tuviera que mirarla de frente para no sentirse tan violenta.

-       Mira allí, a aquel punto fijo –le indicó Esther notando que a Alex se le había cortado la respiración cuando la había acariciado. Se lamentó de tener tanto poder sobre ella y procuró no tocarla de nuevo-. Perfecto, trataré de hacerlo lo más rápido que pueda. ¿Lista?
-       ¡Lista! –le contestó Alex cerrando un momento los ojos, y tomando aire, más tranquila-.
-       Perfecto –respondió Esther y volvió tras su caballete-.

Contemplando su rostro a aquella prudencial distancia, Esther poco a poco se fue olvidando de todo lo que envolvía a su relación con Alex, y fue profundizando lentamente en sus encantadores detalles.

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Madrid.

-       Maca, cuando termines con el informe sube a mi despacho, tengo que hablar contigo de una cosa –le anunció Cruz interrumpiéndola frente al ordenador-.
-       Eh, sí… vale –le contestó Maca apresuradamente, pues Cruz desapareció de su vista tan rápido como había llegado-.

Miró a la pantalla, y le costó volver a centrarse en el historial que tenía delante. Se pasó las manos por los ojos cansados por la guardia de 48 horas que llevaba ya cumplida, y respiró hondo para terminar lo que estaba haciendo. Al cabo de media hora, ya había terminado con su último cometido y subía al despacho de Cruz cambiada y con la mochila a cuestas para luego irse a casa.

-       Adelante –la voz de Cruz sonó al otro lado de la puerta tras tocar para pedir permiso-.
-       Ya estoy aquí Cruz –se anunció Maca-.
-       Pasa, pasa… siéntate –le pidió Cruz que empezó a dejar a un lado lo que estaba haciendo-. ¿Cómo estás? ¿Qué tal los últimos exámenes?
-       Bien, creo que bien, hasta el viernes no me darán la última nota, pero de momento todo aprobado. Gracias por preguntar.
-       Me alegro, no esperaba menos de ti. Bueno, tengo algo para ti, ha llegado al medio día pero como estabas en urgencias he pensado que era mejor esperar a que acabaras tu turno –Cruz le tendió un sobre din A4 a Maca, estaba cerrado y venía del comité de la Beca-.

Maca se quedó parada en la silla, lo cogió con sus manos temerosas y una tempestad de contradicciones se agolparon en su cabeza. El miedo tanto al rechazo como a la aprobación de aquella Beca cortó su cuerpo como una mala digestión.

-       ¿Te encuentras bien? –le preguntó Cruz preocupada tras ver lo blanca que se ponía Maca de repente-.
-       No, no mucho –Maca se había mareado-.

Cruz salió de detrás del escritorio y se sentó a su lado cogiéndole la muñeca con sus manos y tomándole el pulso.

-       A ver, reclínate tranquila y respira. Debes estar agotada, no se por qué nunca hago caso a Encarna, tienes una suegra que es una guardiana nata, siempre me regaña por explotarte en exceso –le hizo saber Cruz para tranquilizarla, y la verdad es que Maca no pudo evitar reír ante la imagen de la jefa de enfermeras riñendo a la directora general. Encarna era capaz de cantarle las cuarenta a cualquiera-. ¿Mejor?
-       Sí, mejor –le hizo saber Maca ya más tranquila. De todas formas Cruz insistió en que tomara un poco de agua y  luego le dio un caramelo con azúcar-. Gracias.
-       ¿Estás nerviosa? –le preguntó Cruz con una sonrisa viendo que no se decidía a abrir el sobre que estaba mareando en sus manos-.
-       Bastante nerviosa –confesó Maca-.
-       Está bien, tómate tu tiempo. Sea cual sea el veredicto, tu futuro va a ser muy prometedor en la pediatría, estoy completamente convencida de ello –le aseguró Cruz tomándola de la barbilla para que se miraran, en sus ojos había una fe ciega en su potencial y su sonrisa dio sosiego a Maca-.
-       Gracias Cruz, nunca podré agradecerte el que te hayas volcado tanto en mi carrera y mis sueños –a Maca se le hizo un nudo en la garganta, tenía ganas de llorar-.

Cruz la abrazó tiernamente, y tras unos minutos de desahogo, le apretó el hombro con confianza.

-       ¿Qué, lo abrimos? –le instó Cruz viéndola más serena. Ella también se moría de curiosidad por saber si Maca lo había conseguido-.

Maca asintió con la cabeza, cogió aire y desgarró el sobre. De él sacó un dosier bastante gordo y una hoja de papel que lo presidía. Los ojos de Maca se desplazaron raudos por las líneas, al igual que los de Cruz que a su lado no pudo más que buscar cual lince la respuesta a la beca. Casi a la vez, ambas dieron con el resultado, Cruz pegó un grito de alegría y la abrazó dándole la enhorabuena. Maca había conseguido una de las becas y el dosier era claramente la información que necesitaría para los cambios que se avecinaban. La futura pediatra se quedó sin habla, los comentarios alegres de Cruz quedaron mitigados, como ensordecidos. Una alegría especial por el reconocimiento a sus esfuerzos se instauró en su pecho dejando salir una sonrisa incrédula en su rostro, sin embargo el pensamiento de Esther hizo que el miedo y las dudas también acudieran a su cuerpo que tembló sin esfuerzo.

Continuará...

1 comentario:

  1. Cada vez mas complicado el asunto!! Y cada vez mas enganchada ;)

    Saluditos!

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