martes, 2 de abril de 2013

De Blanco y Negro a Color - 39 y 40 -




La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.


39

-         ¿Cuántos llevas? -le preguntó Maca mientras seguía con su trabajo-.
-         12 ¿cuántos necesitamos? -le dijo Eva-.
-         Pues por lo menos 20, según ELISA eso nos permitirá unos 9 minutos antes de que el rastreador satélite termine de analizar los 1000 servidores, y no creo que pueda conseguir desviar la señal mucho más, así que tendrán que bastar para que nos enteremos de algo -le dijo Maca encogiéndose de hombros-.
-         Pues entonces aun nos quedan por reclutar 8000 más hasta los 20,. no creo que nos de tiempo para mañana, tendremos que esperar -le dijo Eva mirándola-.
-         Supongo que no nos queda más remedio si queremos hacerlo bien -admitió Maca-.
-         Maca, tenemos visita -le anunció ELISA y acto seguido le volcó a la pantalla principal la imagen de Esther que estaba en la puerta de su despacho esperando a que le abriera-.
-         Hostiaaaaaaaa.... -dijo Eva, y del sobresalto se tiró tan fuerte hacia atrás que se cayó al suelo con la silla incluida-.
-         Pero.... jajajaja -Maca no pudo evitar reírse-. Tú definitivamente...jajaja... estás mal eh.
-         Ufff... joder, que daño... -decía Eva frotándose la espalda-. Coño, ayúdame ¿no?
-         Jajajajaja.... -Maca seguía muerta de risa pero se levantó para ayudarla-. Lo tuyo con Esther es muy fuerte eh...jajaja...
-         ¡Eggg... muy graciosa! -seguía diciendo Eva ya incorporada y con un resquemor en las lumbares-. Como que a ti no se te han puesto de corbata también, lista.
-         jajajaja... bueno, pero no soy yo la que del susto casi se desnuca -se burló Maca, sin desmentirlo-.
-         Anda, cierra esto y abre, que al final ya verás como nos pillan -le dijo Eva y Maca admitió que tenía razón-.

Ordenó a ELISA que modificara la información de los ordenadores y volcara los archivos del láser, lo cual realizó rápidamente guardando los cambios del proyecto que Eva había nombrado como “que rollo de embrollo” a modo de enclave. Eva recolocó la silla y se sentó mirando a uno de los ordenadores disimulando trabajar en el diseño del cilindro y el cableado. Maca se acercó a abrir la puerta manualmente, aunque no hiciera falta.

-         Hola cavernícolas, ¿es qué no pensáis salir de aquí en la vida? -le preguntó Esther con una sonrisa magnánima en el rostro-.
-         ¿Qué sonriente estás, no? ¿pasa algo? -le preguntó Maca que inevitablemente se contagió de la satisfacción de su rostro-.
-         Bueno, si me dejáis entrar igual os lo cuento -la chantajeó ella-.
-         jaja... venga vale -a Maca le pareció divertida la actitud de Esther y se apartó para que entrara-.
-         ¿En qué andáis? -preguntó-.
-         En el apasionante mundo de la aleación, ¿no se supone que soy una simple mecánica de cortocircuitos para el gobierno? -contestó Maca viendo que Eva se ponía de nuevo nerviosa con la pregunta, se le daba fatal mentir-.
-         Pues eso es sin duda lo que van a tener que creer, puesto que acabo de despacharlos sin que puedan llevarse nada más que una copia del proyecto y un boceto de en lo que sin duda vamos a tener que convertir el láser en el tiempo que nos queda -les anunció Esther-.
-         ¡¡¿Ya han estado aquí?!! -preguntó Eva al fin poniéndose de pie sorprendida-.
-         Han estado y se han ido -contestó Esther-.
-         Pero si... ¿qué hora es? – de pronto Maca se percató del tiempo-.
-         ¡Hostia son casi las cuatro! -dijo Eva incrédula-.
-         Anda frikies...jajaja... vamos a comer, yo invito -les dijo Esther risueña tras ver sus caras de alucine-.
-         Acepto, me ha entrado un hambre de repente tremendo -se apuntó Eva cogiendo su chaqueta-.
-         Pues anda que a mí -añadió Maca y su tripa empezó a rugir-.
-         Jajaja... vaya dos, desde luego vivís en Babia. Anda vamos y os sigo contando -las siguió Esther, y una vez más se maravilló de cómo a una simple orden de Maca el sistema ELISA sellaba por completo aquella habitación-.
.....
Azucena las vio salir del edificio y maldijo al ver que Esther iba con ellas.

-         Mierda, es que nunca aprenderá que no se debe mezclar lo profesional con lo personal ¿o qué? -se dijo para sí mientras salía del vehículo y empezaba a seguirlas a un distancia mucho mas prudencial de lo que hubiera sido si Esther no estuviera allí-.

Al llegar al restaurante, las tres empezaron a pedir un poco de todo. Si en algo coincidían era en su apetito y por lo que Esther les iba contando, aquel día había que celebrarlo, así que pidieron también vino y licores, y se entretuvieron mas de la cuenta en la sobremesa ya que la jornada laboral para ellas había finalizado.

Eran casi las seis de la tarde cuando decidieron abandonar el local.

-         El licor de mora estaba mortal -iba diciendo Eva agarrada del brazo de Maca mientras andaban por la calle-.
-         No, si un poco más y te lo terminas tú sola -le espetaba Maca muerta de risa-.
-         Me parece que ninguna de las dos puede hablar mucho, que habéis ido a la par -se entrometía Esther recibiendo una cara fruncida de las dos-.
-         Bueno al menos a nosotras no nos importa perder un poquito los papeles, doña estirada -se la devolvió Maca-.
-         Será la edad que me vuelve precavida -dijo Esther con sorna-.
-         ¡Ohhhhhhhhh... la edad..... no veas lo mayor que eres! De aquí nada te regalamos el bastón o mejor, mejor... un tacatá -arremetió Maca-.
-         Jajajaja... un tacatá... jajaja -secundó Eva con la risa floja que el alcohol le generaba-. Es buenísimo... jajaja
-          Déjate de buscar excusas y afloja un poco, por Dios santo, si estás buena, no sé porque no te permites un homenaje -soltó sin más Maca, ya que no calculaba la repercusión de su subconsciente-.
-         Ah, estoy buena -repitió Esther a ceja alzada y una sonrisa picara en el rostro-. Vaya, gracias.
-         Como un queso, pero como no me das bola -salió Eva al ruedo y Maca le tuvo que dar un codazo para que se diera cuenta de que metía la pata-.
-         Jajaja... ¿cómo que no te doy bola? -se rió Esther de los disparates que decían-.
-         Bueno que no me dabas bola, antes... digo que ahora ya no quiero que me des bola, o sí, no sé, que creo que lo quería, pero como apareció la desconocida que besa que te cagas... claro que ahora ya no es una desconocida porque resulta que se llama L.... -Eva empezó a divagar enterrándose a sí misma en algo que lamentaría a la mañana siguiente. Por suerte Maca le tapó la boca-.
-         Joderrrr Evita.... cuando la cagas lo haces a lo grande chata -le dijo Maca para que se callara-.
-         ¡¡¡¿Pero qué he dicho?!!! -puso Eva cara de “yo no he sido”, tan inocente y tan sorprendida que Esther no pudo contener la risa-.
-         Jajajajajjaja.....

Maca se giró a mirarla, y también empezó a reírse contagiada por sus ganas. Eva las miró a las dos con la sonrisa floja, estaba claro que sus sentidos no estaban en la misma onda, así que empezó a reírse con ellas sin saber muy bien hasta que punto se había ido de la lengua.
De pronto el teléfono de Esther empezó a sonar.

-         ¿Sí? -contestó Esther-.
-         Tenéis a cuatro agentes pisándoos los talones -le anunció Laura-.
Esther siguió andando tratando de disimular el vuelco que le había creado aquella noticia.
-         Al principio era sólo Azucena, pero cuando habéis salido del restaurante han llegado tres más, debe haber pedido refuerzos. He tenido que improvisar para que no me vieran, estoy vigilándoos desde la azotea del centro comercial -le anunció Laura-.
-         Vale, reúnete con nosotras en cuanto puedas, vamos para allá -le dijo Esther tratando de tomar de nuevo el control de la situación-.
-         ¿A dónde vamos? -le preguntó Maca una vez Esther colgó el teléfono-.
-         Al centro comercial, Laura está comprando unas cosas y ha sugerido que nos tomemos algo con ella -mintió Esther, pues no quería que la actitud de ellas cambiara, ya que aquello avisaría a los agentes de que los habían descubierto, y ella sola no podría hacerles frente teniendo que velar por las dos-.
-         ¿Ha dicho que nos vamos a reunir con Laura? -preguntó Eva tirando del brazo de Maca-.
-         Anda calla... y toma un chicle, por si te vuelve a morrear -le dijo Maca por lo bajo, mientras le metía un chicle en la boca divertida, pues desde que Eva se había liberado, estaba de un destartalo y un gracioso incorregible.
....
40

Cuando llegaron al centro comercial para Esther se abrió un abanico de posibilidades. Disimuladamente empezó a revisar el número de salidas de emergencia, las zonas con más ángulos muertos para poder esconderse, las tiendas que mayor número de gente albergaban para aprovecharlo llegado el caso. Agradeció que Laura fuera tan eficiente. Redirigirlas al centro comercial había sido sin duda la mejor opción teniendo en cuenta que ellos eran cuatro operativos, contra dos y dos pesos muertos. En aquellas circunstancias los agentes simplemente podrían estar a la expectativa sin poder pasar a la acción, aun así, Esther y Laura tendrían que conseguir darles esquinazo y encargarse de Eva y Maca.
No pasó mucho tiempo hasta que Laura apareció en el campo de visión de Esther.

-         Ahí está Laura -dijo Esther y empezó a encaminar sus pasos hacia su compañera-.
 Maca y Eva fueron tras ella.
-         ¿A qué está buena? -le preguntó Eva aprovechando que Esther no podía oírlas-.
-         Y yo que sé -le dijo Maca desesperada-.
-         Ah, si sabes que Esther está buena, pero no puedes darme tu opinión sobre Laura ¿no? -le saltó Eva y Maca se quedó mirándola con la boca abierta-.

Eva la miró esperando una respuesta, así que Maca volvió a fijarse en Laura, la cual no le llamaba especialmente la atención. Revisó sus vaqueros ceñidos, su pelo suelto y el suéter que lucía. Determinó que era mona, aunque no sobresaliera.

-         Sí, está buena... ¿contenta? -le contestó al fin Maca para satisfacerla-.
-         Ves, tanto no costaba coño -le dijo Eva y Maca se resignó al ver que Eva daba un tras pie al dar el siguiente paso. Definitivamente Eva había abusado del licor de Mora más de la cuenta, se sonrió al pensar en qué terminaría la tarde-.

Cuando llegaron a la altura de Laura, ya Esther hablaba con ella, entonces no supo el motivo, pero intuyó que algo no iba bien.

-         ¿Qué pasa? -preguntó por instinto-.

Laura la miró con cara de circunstancias, Esther sin embargo no pudo evitar admirar su agudeza aunque no fuera el momento más idóneo para ello.

-         Laura, encárgate de Eva -dijo Esther-.

Laura esquivó a Esther y se plantó delante de Eva con determinación, la cual la miró interrogante.
-         Lo siento -le dijo Laura a Eva y acto seguido la volvió a besar-.

Maca las miró alucinada, pero Esther le cogió de la cintura y se la llevó.

-         ¿Pero qué? -empezó a decir Maca aturdida-.
-         Nos están siguiendo, llevan haciéndolo desde que salimos del restaurante. Laura se encargará de Eva para darles esquinazo, y tu vendrás conmigo, son cuatro y nosotras sólo dos para protegeros, es mejor que nos separemos de momento, así que no pongas esa cara de susto y disimula o tendré yo también que besarte para tapar esa cara de alucine que llevas puesta -le explicó y advirtió Esther-.

Y Maca pasó de la sorpresa, al desconcierto, luego al temor y por último a un escalofrío que no supo en qué apartado catalogar.

-         ¿Quiénes son? -reaccionó finalmente Maca-.
-         Una es la mujer que te asaltó en el pub, los otros tres no los conoces. Son del DMIT, no deberían estar aquí -le contestó Esther mientras se paraba a comprar un par de batidos en uno de los kioscos de la zona más concurrida-.
-         ¿Del DMIT? -preguntó Maca sin poder coordinar la información-.
-         Te lo dije, Departamento Militar de Inteligencia y Tecnología, son los que llevan tu caso -le amplió la información Esther-. Toma, bebe un poco y deja la mayor parte del contenido para cuando yo te diga.

Maca la miró contrariada, pero rápidamente se dio cuenta que aquella actitud la delataría, así que bebió un sorbo, hizo como si se interesara por los juegos de unos críos que había cerca y echo un vistazo. No tardó mucho en reconocer a un tipo que no debía estar allí. “Así que es verdad... definitivamente, estoy en una película” pensó Maca, y al volverse fue ella quien cogió la mano de Esther. Esther la miró suspicaz.

-         Bueno, no me mires así, prefiero una mano a que me morrees -le dijo Maca y Esther tuvo que sonreír por su ocurrencia-.
-         Anda vamos -le dijo, y la arrastró con tranquilidad hasta una tienda-.

Cogió un par de prendas y se las dio a Maca mientras le quitaba el batido.

-         Entra ahí -le dijo-.
-         ¿Quieres que me pruebe ropa, ahora? -le preguntó incrédula-.
-         No, quiero que entres ahí y hagas como que te la pruebas, ahora vendré a por ti -le dijo, y de un empujón la metió en uno de los habitáculos.

Maca esperó tras la cortina sin saber muy bien que hacer. Al final decidió espiar el exterior retirando un poco la tela y vio a Esther cerca de la entrada de la tienda, movilizando disimuladamente alguno de los expositores. “¿Qué está haciendo?” se preguntó, y se dio cuenta de que mientras volvía al vestuario ya no llevaba los vasos de batido, de repente obtuvo respuesta a su pregunta al reconocer a la mujer del pub y a otro hombre que iba con ella. Ambos entraron veloces al reconocer a Esther y entonces algo les hizo resbalar montando un espectáculo. Esther sonrió sin volver la vista atrás. Maca descorrió la cortina.

-         Vamos -le dijo Esther cogiéndola de la mano y salieron por la puerta de atrás mientras la gente se había arremolinado entorno al incidente-.
-         ¿Cómo lo has hecho? -le preguntó Maca alucinando en colores-.
-         Es increíble lo resbaladizos que se vuelven estos batidos si los mezclas con un poquito de aceite de máquina -le dijo Esther enseñándole una botellita blanca-.
-         Yo lo flipo contigo, te lo juro -le dijo Maca-.
-         Vaya, gracias -le contestó Esther y ambas descendieron a la planta baja-.
-         ¿Qué hacemos ahora? -le preguntó Maca sin separarse de ella-.
-         Esperar a que venga Laura con Eva -le comunicó Esther-. Entremos.

Maca obedeció y entraron en uno de los pasillos de personal del edificio. Miró a un lado y a otro, y se dio cuenta de que debía ser un acceso hacia la planta de mantenimiento. Luego se le quedó mirando.

-         Manejas leyes, eres capaz de meterte debajo de un láser sin inmutarte, sabes leer estadística cuántica avanzada, llevas arma y eres capaz de burlar a agentes entrenados. ¿Me vas a decir de una vez quién eres? -la pilló por sorpresa Maca recapitulando información-.

Esther la miró fijamente, las preguntas habían llegado más tarde de lo que ella esperaba, pero finalmente allí estaban y ahora sólo quedaba decidir si decir la verdad o la mentira estudiada.

-         Fui una de ellos.

Maca la miró con asombro, aquello si que no se lo esperaba.

-         De hecho, fui la jefa del departamento entero -añadió Esther con tono poco importante y Maca no supo cómo reaccionar-. Empezaron a jugar sucio, yo me cansé de mirar para otro lado, y aproveché un incidente para marcharme. Ellos siguen queriendo saltarse las reglas y hacer como que todo vale, y yo me he dedicado a tratar de que todo se haga como ha de hacerse desde el otro lado... fin de la historia.
- Eh... -Maca quiso añadir algo, pero en ese momento Laura entró con Eva-.
-         Ya estamos aquí. Perdón por el retraso -se disculpó Laura y Maca pareció detectar enrojecimiento en sus mejillas, miró a Eva y detectó la misma tonta vergüenza-.

“Por el amor de Dios, esto no puede estar pasando”, alucinó Maca sólo de pensar que aquellas dos estaban tonteando en plena persecución con el gobierno.

-         No importa, ahora a esperar -dijo Esther-.
-         Esperar ¿a qué? -preguntó Maca concentrándose de nuevo en lo importante-.
-         A que decidan que nos han perdido el rastro -le dijo ella-.

Y todas se quedaron aguardando mientras veían como los cuatro agentes se reencontraban en medio del centro comercial. La mujer empezó a dar órdenes, y volvieron a separarse para buscar, de pronto uno de ellos se dirigió hacia donde se encontraban.

-         ¡Vamos, por aquí! -ordenó Esther cogiendo a Maca, y Laura hizo lo mismo con Eva-.

Abrieron varias puertas, y al fin Esther entró en una de las salas de máquinas. Estaba oscura y no era muy amplia aunque por la cantidad de máquinas y recovecos parecía un buen escondite. Esther dio órdenes en silencio a Laura que se escondió con Eva en uno de los huecos entre dos inmensos aparatos de aire acondicionado. Maca y Esther hicieron lo propio detrás de las bombas de agua que había cerca de la puerta. No pasó mucho tiempo hasta que el hombre abrió la puerta de la sala donde se encontraban.

-         Shhh... -le susurró Esther poniéndole una mano encima de la boca a Maca cuando ésta, sin querer, emitió un sonido de sobresalto al ver que el agente empuñaba una pistola-.

El agente cubrió con la vista la sala desde la puerta y luego decidió inspeccionarla. El pulso de Maca empezó a acelerarse atemorizado, ¿qué pasaría si las encontraba? ¿a caso se atrevería a disparar? La cosa empeoró cuando el agente empezó a acercarse a la zona donde se habían escondido Laura y Eva. Sin esperárselo, Esther sacó su pistola y Maca se removió por instinto haciendo un ligero ruido. Esther reaccionó acorralándola más contra la pared, rogando porque la oscuridad las encubriera.

-         Deja de moverte -le susurró en el oído y Maca asintió incapaz de mover ni un solo pelo-.

Esther volvió la cabeza para vislumbrar al agente, pero su cuerpo seguía contra el de Maca mientras con una mano se sujetaba en la pared para no aplastarla y con la otra sostenía el arma esperando lo peor. El agente como era lógico se encaminó hacia la zona donde había escuchado el ruido, pero no había luz y sí mucha chatarra y suciedad por en medio, finalmente desistió de tener que enfangarse demasiado en su tarea. Reculó hacia la puerta y se marchó.

-         Ya se ha ido  -dijo entonces Maca queriendo salir de allí cuanto antes-.
-         Espera -la detuvo Esther inmovilizándola de nuevo y gracias que lo hizo, porque el agente abrió de golpe la puerta pasados unos instantes, esperando coger infraganti a quien pudiera esconderse dentro, pero no vio nada y finalmente se escucharon sus pasos apresurados por el pasillo-. Ahora sí.

Se apartó de Maca y guardó el arma, Laura no tardó en salir a su encuentro.

-         ¿Crees que seguirán mucho rato por aquí? -le preguntó Laura-.
-         No lo creo, empezarán a pensar que hemos salido del centro e irán a cubrir los otros puestos de vigilancia -le comunicó Esther-.
-         ¿Qué estarán tramando? -pensó en voz alta Laura-
-         No lo sé, pero no me gusta. Quizá quieran atemorizarla o persuadirla teniendo un encuentro personal con ella  -buscó respuestas Esther-.
-         ¿Podéis dejar de hablar como si no estuviéramos aquí? - saltó de pronto Maca con los nervios a flor de piel-.

Entonces Esther volvió a mirarla, parecía asustada pero también furiosa, tenía el pelo despeinado, y la vena de la garganta hinchada por la ira y la adrenalina acumulada. Le pareció hermosa, pero también vulnerable y a la vez voluble, entonces supo que no debía dejarla sola.

Continuará...

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