lunes, 8 de abril de 2013

De Blanco y Negro a Color - 41 y 42 -




La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.


41

Tras aguardar una hora más para asegurarse de que los agentes no estaban en el centro comercial,  Esther propuso registrarlas en algún hotel hasta que consiguiera poner en claro a que se debía aquel procedimiento irregular por parte de la DMIT, sin embargo Maca se negó a no regresar a su casa.

-         Maca, ya deben estar esperando que vuelvas allí -le empezó a decir Esther-.
-         Más razón para ir, no pienso dejar a mi padre solo y no pienso esconderme -le dijo ella con un tono definitivo en la voz-.

Esther la miró por un momento, entendía su preocupación y aunque no lo viera conveniente, su valentía desinteresada le hacía ganar puntos ante ella. Barajó las posibilidades, sabía que el regreso de Maca a la casa no entrañaba peligro, por lo menos hasta que se celebrara la vista de su caso, pero no le hacía gracia volver a poner a Maca bajo los ojos controladores del DMIT. Finalmente accedió.

-         Está bien, pero Eva se quedará a dormir contigo, así Laura y yo no tendremos que separarnos para hacer guardia -dijo Esther-.
-         Por mí vale -dijo Eva que no tenía ninguna gana de volver a su apartamento sola después de aquello-.
-         Y no saldréis de casa hasta que yo vaya a por vosotras. En principio el DMIT no puede invadir la residencia habitual de los implicados, pero pueden aprovechar vuestros traslados para interceptaros y necesito un poco de tiempo para pararles los pies, ¿estamos? -añadió Esther severamente-.
- Sí, de acuerdo -le aseguró Maca mirándola a los ojos desde el asiento de atrás del coche de Laura-.

Esther esperó en silencio, quería que quedara claro que en aquel punto era intransigible y no lo dio por sentado hasta que Maca le aguantó la mirada sin dobleces. Se giró hacia el frente, y entonces asintió cuando Laura la miró esperando que diera luz verde. Maca sintió que el nudo en su estómago no terminaba de disolverse mientras veía pasar las calles a través de la ventanilla, no dejaba de pensar que en algún lugar de ahí fuera, alguien la seguía y observaba como un búho, y ahora sabía que llevaban traje, placas y armas.

.....
Azucena se puso furiosa en cuanto supo que Eric había sacado el arma reglamentaria mientras inspeccionaba su área. Sabía que si aquello llegaba a saberse, las culpas recaerían sobre ella, pues a pesar de tener vía libre para tratar de presionar al sujeto, las órdenes eran claras respecto a no utilizar bajo ningún concepto la presión física, sino más bien el soborno o en el peor caso, el chantaje.  Lo apartó del operativo y programó cubrir por parejas los puntos claves de vigilancia, el edificio de la empresa, la casa residencial de ambas y hasta el apartamento del novio de Maca. Cuando el equipo de vigilancia de la casa de Maca le informó de que habían llegado ambas al recinto, Azucena respiró aliviada pues ya no tendría que anunciar a su superior que les había perdido el rastro y con un poco de suerte, nadie tendría que enterarse del desliz que había realizado uno de los hombres bajo su mando. Sin embargo saber que Esther parecía estar implicada personalmente con la sujeto, le hizo refrenar su júbilo, pues aquello sin duda entorpecería sus planes.
...
Cuando Maca abrió la puerta lo primero que hizo fue llamar a su padre en voz alta, pero nadie contestó. Entonces Esther le tendió una nota que había colgada en el espejo del recibidor.

-         ¿Es esta su letra? -le preguntó-.

Maca cogió la nota en la que su padre le explicaba que llegaría mañana por la mañana y que iría directamente a la oficina, pues había tenido que asistir a una gala benéfica fuera de la ciudad.

-         Sí, es de él -dijo decepcionada y algo inquieta-.

Esther leyó en su rostro lo necesitada que estaba de hablar con él.

-          Llámalo, así te quedarás más tranquila -le propuso Esther-.

Pero Maca una vez más desestimó su proposición.

-         No, no quiero preocuparle y sé que me notaría rara si le llamo ahora mismo. Es mejor que no se entere de esto, sólo serviría para subirle más la tensión -dijo Maca mientras se abrazaba a si misma nerviosa-.
-         Entonces haré yo un par de llamadas y luego te llamaré para decirte si todo está bien con respecto a él, así dormirás más tranquila -le dijo Esther-.
-         Gracias -le contestó Maca, su cara expresó sincero agradecimiento a pesar de las circunstancias-.

Esther volvió a quedar presa de su rostro, pero se obligó a ponerse en marcha. Les pidió a Eva y a Maca que esperaran en la puerta mientras ella revisaba el resto de la casa, cuando todo estuvo en orden se despidió de ellas y salió asegurándoles que Laura y ella estarían muy cerca y que no tenían de qué preocuparse. Ambas se lo agradecieron de nuevo y cerraron la puerta con cerrojo cuando se marchó.
....
Esther estuvo hablando por teléfono hasta altas horas de la noche y no se dio por satisfecha hasta que consiguió una cita ante el presidente del comité para el día siguiente. Por suerte Laura había sacado fotografías de los agentes fuera del bar siguiéndolas, las cuales podrían servir para demostrar que estaban saltándose el procedimiento, y así conseguir una especie de orden de alejamiento que no servía de mucho, pero había que intentarlo. Por desgracia, la sala de máquinas había estado demasiado oscura y el momento había sido demasiado tenso para pensar en sacar alguna prueba de que un agente había empuñado el arma. Esther sabía que si la hubieran tenido aquello les habría proporcionado sin duda no sólo la retirada de vigilancia sino una dura sanción para el equipo de seguimiento.

-         ¿Otro café? -le ofreció Laura tendiéndole una taza-.
-         Sí, gracias -le contestó Esther recostándose en uno de los sillones del apartamento que Laura había alquilado para establecer el puesto de vigilancia-.
Laura le entregó la taza y luego echó un vistazo por el telescopio. Revisó la calle que estaba desierta y tranquila, luego enfocó el coche del DMIT que permanecía a la espera con dos agentes que parecían más dormidos que despiertos, y por último se coló en la habitación de Maca que hacía más de una hora que permanecía a oscuras. Laura lamentó no poder volver a ver a Eva, y se la imaginó durmiendo placidamente, deseando ocupar un lugar en sus sueños.

Esther contempló a Laura mientras le daba un sorbo a su café. Aún no había tenido la oportunidad de hablar con ella dado que se había pasado las horas colgada al teléfono tratando primero de cerciorarse de que Pedro Wilson se encontraba en perfecto estado, y posteriormente de que algo como lo de aquella tarde no se repitiera en el futuro.

-         ¿Duermen? -preguntó en un intento de introducir conversación-.
-         Eso parece -le contestó Laura dejando de mirar por la mirilla-.
-         ¿Y ellos? -le preguntó Esther-.
-         También empiezan a dar cabezadas, no creo que sus órdenes vayan más allá de recopilar información -manifestó Laura que había vuelto a enfocar hacia el coche patrulla-.
-         Yo tampoco lo creo -dijo Esther antes de tomar otro sorbo-.

Laura dejó de mirar por el telescopio y se recostó en el otro sillón cerca de Esther. Por un momento bebieron en silencio, pero pronto Esther volvió a sacar un tema de conversación.

-         ¿Desde cuándo besar al tutelado se ha convertido en una maniobra de despiste? -soltó de pronto Esther-.

Laura casi se atragantó con el sorbo que acababa de dar al café, Esther esperó con una sonrisa burlona en su cara mientras su compañera se reponía.

-         Yo, bueno pensé que... en fin, no sabía cómo.... -Laura no atinaba a dar una contestación coherente y estuvo tentada de decir la verdad, que en lo único que pudo pensar cuando la tuvo en frente fue en besarla-.
-         ¿Te gusta, no es eso? -le tendió una oportunidad única Esther, pues solo tenía que decir que sí-.
-         Sí -dijo Laura y notó un alivio en su pecho, pero inmediatamente pensó en su responsabilidad-. Pero acataré cualquier orden que crea oportuno en beneficio de su seguridad.

Esther la miró. Laura era una mujer fiel, honrada y con algo que le faltaba a muchísima gente, con sentido del honor. Su fidelidad y su honor la habían hecho años atrás abandonar su puesto en una carrera fructífera en el ejército, sólo por seguir a su superior, es decir, a ella. Creía fervientemente en lo que Esther hacía y en quién era, y a pesar de encontrarse fuera de los rangos, y de aquel mundo de órdenes y obediencias, seguía tratándola con respeto sin cuestionar sus actuaciones. Esther sintió un profundo cariño por aquella mujer, nunca se lo había dicho con aquellas palabras, pero esperaba que lo supiera por los años de compañía y gestos que habían compartido bajo circunstancias nada favorables.

-         Sé bien que lo harías -le dijo finalmente-.

Laura se sintió más tranquila por la seguridad que detectó en la voz de Esther, pues nada lamentaría más que perder su respeto por unos sentimientos mal entendidos. Le gustaba Eva, había sido un flechazo que jamás creyó posible, y no quería ni pensar en tener que renunciar a volver a estar a su lado, pero jamás antepondría sus sentimientos a la seguridad de ella o a los valores por los que luchaba.

-         No es una forma muy ortodoxa de proceder, pero tengo que decir que ha surtido efecto en ambos propósitos -prosiguió de repente Esther de forma tranquila mientras tomaba otro sorbo mirando hacia el frente-.
-         ¿ambos propósitos? -se aventuró a preguntar Laura-.
-         Sirvió para despistar al DMIT y sin duda ha servido para que te hagas un hueco en sus pensamientos -le dijo de pronto mirándola a los ojos con una media sonrisa-.

Laura no podía creer lo que estaba escuchando, ¿acaso Esther sabía algo que ella no supiera?

-         Si no me equivoco, también le gustas -le anunció de pronto Esther-.

Y sin poder evitarlo, Laura se contagió de la sonrisa plena que ya vestía sin disimulo la cara de su comandante.

42

A pesar de haber sabido por Esther que su padre estaba bien y de que no tenían porqué preocuparse con respecto a aquellos agentes, Maca no dejó de sentirse alterada desde que habían salido del centro comercial. Mientras escuchaba a Eva contarle cómo Laura la había besado y arrastrado en medio de la multitud hasta conseguir despistar a los dos gorilas que les seguían, Maca no pudo más que disimular un entusiasmo por su amiga que apenas distraía sus propios demonios. Incapaz de cenar, pensar o hablar, se había excusado con Eva para tomar un baño. Mientras el agua caliente resbalaba por su cuerpo, las imágenes de los últimos descubrimientos sobre su vida la invadieron no dejándole asumir el control de su propio ser. Se sentía extraña, alterada y con los sentimientos a flor de piel, motivos todos ellos que empleó como excusa cuando finalmente Eva y ella se acostaron, y la oscuridad volvió a mostrarle de frente aquel temblor que aún perduraba y que nacía desde su vientre invadiéndola de la cabeza a los pies.

Trató de dormirse, pero no podía. Eva mantenía la respiración acompasada a su lado, y Maca envidió su capacidad para no alterar por nada su rutina de sueño, sin embargo ella era incapaz. Cada vez que cerraba los ojos y se sumía en el silencio de sus pensamientos, volvía a ella aquel olor penetrante, aquella adrenalina acumulada en su garganta, la intensa consciencia del calor de su cuerpo y la firmeza de su presencia. Maca volvió a abrir los ojos tomando bocanadas de aire como si se ahogara, su razón le decía que era tan ridículo sentir vergüenza por haberse sentido extrañamente excitada en aquella situación, atrapada entre la pared y el cuerpo de Esther, que se resistía a creer que no fuera capaz de dejarse arrastrar por el sueño por miedo a que fluyera aquella fantasía caprichosa que se había colado en su cabeza sin esperárselo. Despierta encontraba mil razones que justificaban su reacción: la presión que estaba viviendo, la adrenalina descargada por el miedo, la admiración oculta y curiosa que le despertaba aquella mujer, aquel sentimiento de seguridad que le brindaba desde que la conocía, las continuas charlas con Eva sobre relaciones lésbicas. No era la primera vez que una mujer se colaba en una de sus fantasías, ya había pasado por ello cuando era más joven, de hecho se había besado con chicas probando, probándose, y nunca supuso un problema o un determinante de su sexualidad. ¿Entonces por qué? ¿por qué no podía simplemente cerrar los ojos y dejarse llevar? ¿dejar que su cabeza soñara, fantaseara con aquel momento oscuro, en el que el cuerpo de Esther se había apretando contra el suyo, le había susurrado al oído quemando su sensibilidad aun sin ser consciente de ello, y había taladrado su piel con su olor y un calor inigualable?

“Agggg... es ridículo, es cómo tener miedo de follarse a George Clooney en sueños... ¡¡por Dios bendito, es sólo un estúpido calentón!!”, se desesperó Maca levantándose de la cama. Abrió el armario de medicamentos que había en su cuarto de aseo, y buscó las pastillas para dormir. Abrió el grifo y se tomó dos de ellas mientras bebía un par de sorbos de agua. Ya no tendría que darle más vueltas. Aquel día por fin llegaría a su fin.
...

Esther volvió a mirar por el objetivo, todo parecía en orden. Revisó su reloj, aun quedaba algo más de una hora para despertar a Laura para que la relevara. Se encaminó a la cocina y se sirvió otro café, estaba exhausta, pero se resistía a dormirse y perder el control de sus pensamientos. Desde que había hablado con Laura respecto a sus sentimientos por Eva, no dejaba de imaginarse como sería entregarse a un sentimiento como aquel. Analizando su pasado, se había dado cuenta de que era tremendamente cobarde, pues jamás había sido capaz de ser ella quien diera el primer paso en una relación, en realidad si lo pensaba, su actitud había sido bastante pasiva, ocupando siempre una posición segura en cuanto a manifestar sus sentimientos, y contemplativa para cuando no había sido correspondido su interés en alguien. Mirando atrás tenía que reconocer que jamás hubiera encontrado la decisión de besar a alguien sin que ésta se le acercara primero, y mucho menos arriesgarse a intentar lo que Laura por instinto había hecho con Eva.
Bebió poco a poco de su taza pensando en ello, y mientras divagaba en sus actos pasados tuvo que reconocer que el origen de aquellas reflexiones residían en Maca. Aún podía sentir su pulso acelerando latiendo contra su cuerpo mientras la había mantenido pegada a la pared para ocultarse en las sombras de aquel cuarto. Sabía que no había sido necesario, pero su olor era tan embriagador a aquella distancia, que no pudo resistirse a susurrarle en el oído con tal de acercarse más a su tibia piel. Repasando el recuerdo, se avergonzaba de haber disfrutado de aquel encuentro  mientras Maca temblaba por el miedo de aquella situación no buscada.
Se levantó del sillón y miró de nuevo al exterior. El cielo empezaba a clarear, la ventana de Maca seguía oscura y las calles solitarias, el coche patrulla no daba muestras de peligro, se apartó de la mirilla y se recostó en el quicio de la ventana mientras su foro interno imaginaba cómo hubiera sido atreverse a besarla.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario