jueves, 4 de abril de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 88-




“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





88

Madrid.

Maca quiso llamarla un montón de veces, pero su turno se complicó al lado de Cruz, y cuando quiso darse cuenta era la una de la madrugada. Cansada se dio una ducha en el mismo hospital y se cambió antes de irse.

“Maldita sea… debí contárselo antes, soy una imbécil”

Cerró la taquilla de un portazo, enfadada consigo misma.

-       Mal día, ¿eh?

La voz de una desconocida la hizo girarse sobresaltada.

-       Lo siento, pensaba que estaba sola -Maca se disculpó por el ruido-.
-       Tranquila, a veces sienta bien descargar adrenalina. No te preocupes, prometo no chivarme de tus destrozos a los de mantenimiento –bromeó la mujer de pelo castaño y sonrisa afable que de la nada había aparecido frente a ella-.
-       Es un alivio, gracias –contestó Maca-.
 
La mujer empezó a quitarse su ropa para ponerse el pijama de trabajo que había en la taquilla. Maca sin saber por qué se quedó allí, quieta y callada, aún perdida en sus propios pensamientos.

-       No es asunto mío, pero… ¿te encuentras bien? –la desconocida la rescató de nuevo de su silencio-.
-       Eh? sí, estoy bien –volvió de nuevo Maca al presente-.

La mujer se recogió el pelo largo en una cola de caballo mientras la observaba en silencio, se colgó del cuello el fonendoscopio y con paso sereno se aproximó a Maca. Cuando Maca notó el dorso de aquella mano desconocida y a la vez tan cálida sobre su mejilla, tembló.

-       No te conozco y no sé qué te ha pasado, pero pareces agotada. ¿Te importa? –le preguntó la mujer colocando sus dedos sobre la arteria del cuello de Maca mientras con su reloj de muñeca trataba de controlar ya su pulso-.

Maca se quedó callada, sin saber por qué le dejó hacer. Le había cogido tan de improvisto que una desconocida se le aproximara de aquella forma, que no pudo por más que permitírselo.

-       Estás un poco baja, pero nada que no se solucione con una buena cura de sueño y una buena dosis de hidratos de carbono. Ten, te vendrá bien si aún tienes que conducir hasta casa –la mujer sacó una chocolatina de su bolsillo y se la puso en la mano-.
-       Gracias, pero no la necesito –le contestó Maca-.

La mujer sin embargo no le hizo caso, e ignoró el gesto de Maca de devolvérsela.

-       Créeme, sí la necesitas –le dijo con voz tranquila, y con paso resuelto se separó de ella-. De donde yo vengo, matarían por una de esas, así que haz un buen uso de ella o me enfadaré, ¿de acuerdo?

A Maca no le dio tiempo a contestar, la desconocida atravesó la puerta de los vestuarios y desapareció sin más dejándola de nuevo sola. Maca miró aún aturdida hacia el vacío y luego al peso palpable que tenía en su mano. Observó la chocolatina que aquella extraña mujer le había dado y no reconoció el idioma del envasado. Aún así, la imagen de un niño de color sonriendo transmitía claramente lo delicioso y valioso de aquel chocolate que le había caído de la nada.

Amsterdam. 1 a.m.

Para cuando el local empezó a llenarse de estudiantes, Esther ya llevaba unas cuantas copas entre pecho y espalda. Alex la observaba preocupada, había un aura negra alrededor de Esther desde que se la había encontrado furiosa y resentida en casa esa misma tarde. Al principio entendió que le pidiera salir esa noche, estaba claro que Esther necesitaba evadirse de lo que estaba sucediendo y que quedarse quieta la agobiaba, sin embargo a aquellas alturas de la velada el comportamiento de Esther se había vuelto frívolo, imprevisible y bastante turbador. No sólo no había rastro de su amable charla con los compañeros, o de ese buen rollo que normalmente despedía entorno a ella, sino que había estado cortante con Meike, había discutido con un par de tíos y ahora se había lanzado a bailar con una morena que no conocían de nada. Alex no sabía si le molestaba más ver claramente que Esther acabaría cometiendo una auténtica estupidez, o que hubiera escogido a aquella morena para perder los papeles.

-       ¿Qué es lo que le pasa?

La pregunta inesperada de Meike le hizo apartar la mirada de Esther.

-       Tiene problemas con su pareja –le contestó Alex-.
-       Ah, entiendo. ¿Y vas a dejar que se desquite con esa? –le preguntó Meike-. 

Alex la miró entonces a los ojos. Meike era una mujer de pocas palabras, pero siempre increíblemente directa y clara. De hecho Alex se había quedado bastante cortada cuando le había sido sincera diciéndole que le gustaría enrollarse con ella y que no le importaba si era sólo por unos meses, que le gustaba y quería pasarlo bien el tiempo que durara sin demasiados problemas. Alex no estaba acostumbrada a aquellas cosas, en el fondo era una romántica empedernida, enamorada platónicamente de Esther desde hacía ya demasiado tiempo, y pese a que había intentado olvidarse de su forma de ser entregándose a la relación sin problemas que le ofrecía Meike, ambas sabían que no había funcionado y nunca funcionaría por ese mismo motivo. Alex soñaba con el amor, Meike agradecía y disfrutaba de lo que quería y la vida le entregaba.

-       No puedo hacer nada, es cosa suya. Ella elige –le contestó Alex-.
-       Ella ahora mismo no sabe ni lo que quiere, ni lo que le pasa ni lo que en realidad hace –le dijo Meike-.
-       Por eso mismo no quiero ser yo con quien se desquite, me destrozaría –le contestó Alex y Meike supo de lo que le hablaba, ya llevaban tiempo conversando sobre aquel punto-. La quiero.

Meike la atrajo hacia sus brazos y la retuvo unos segundos bajo su abrigo, luego se miraron a los ojos y sin querer evitarlo Meike la besó dulcemente en los labios mientras en los ojos de Alex caían unas lágrimas silenciosas.

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La cabeza de Esther era un hervidero, como su sangre. A pesar de acercarse a la pista de baile para que la música retumbara sobre su cuerpo más que las horas de silencio que habitaban en ella esperando una llamada de Maca que no se había producido tras su pelea, nada conseguía suavizar aquel remolino que a aquellas alturas de la noche, y bajo el alcohol, se presentaba huracanado arrollando sus entrañas. Miró a la mujer con la que estaba bailando, ni siquiera sabía por qué había aceptado su invitación, sólo se había fijado en sus ojos, color miel como los de Maca, y luego en su actitud felina, tan segura de sí misma que a Esther la había enfurecido. Perversamente decidió jugar, jugar con ella. ¿Qué había de malo en que ella también coqueteara un poco? Se lo había visto hacer a Maca cientos de veces en el pub, y saber que nunca había sido después de estar juntas, no la frenó para dejar que la morena se le arrimara y cogerla de la cintura.

-       “Bailas muy bien” –le susurró la morena-

Esther se rió con ganas. A pesar de que la chica se lo susurró en inglés, aquel halago típico de ligue le hizo demasiada gracia.

-       Ese tipo de frases no funcionarán conmigo –quiso ser mala-.

La morena se le quedó mirando un poco perpleja ante sus palabras, pero sonrió gratamente bajo sus ojos brillantes y aprovechó una canción lenta para abrazarse a ella.

-       ¿Y qué se supone que funciona contigo? Me gustaría saberlo –le preguntó mientras dejaba que su mano descendiera por la espalda de Esther hasta la curva de inicio de sus glúteos-.

Esther no se molestó en mirarla, ni siquiera reaccionó a aquel sobeteo descarado que le resultó patético. “¿En serio les funciona? Debe ser acojonante quererse tanto que hasta llegues a creer que con un poco de milonga caerán todas rendidas a tus pies”, pensó Esther. Por un momento la figura explosiva de Verónica se materializó ante sus ojos y se puso rígida de golpe. Su sonrisa blanca, sus ojos, su paso y toda su actitud corporal despedían una seguridad en sí misma aplastante, como si fuera capaz de conseguir todo aquello que quería sin más, sin dudas ni trabas. Esther apretó los dientes, y también sus manos entorno a la mujer que tenía entre sus brazos. Sin pretenderlo hizo que sus cuerpos quedaran totalmente pegados y la morena se sintió alentada. Ambas permanecieron bailando estrechamente unidas pero por distintas razones, hasta que Esther pudo focalizar sus ojos lejos de la ira y al levantarlos vio a lo lejos a Meike besando a Alex.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Mira es que en serio a ti con este trozo seriaalgo así como "no hay comentarios" pero que quieres....no me lo puedo callar si esto lo venía diciendo yoooo que tanta cosa escondida no es buena pal alma.......pero sabe sque me jode? que Esther tanto que pone el grito en el cielo con l de Vero y Maca que no pasa de ser una amiga que ayuda a la otra y más encima la madre de Esther es cómplice!!! coñoooooooooooooo
    Quizás lo que me jode es que Esther hace un rato ya sabe que alberga ciertos sentimientos por Alex y ahí está calladita como `puta!!!!!!!!!!!! coño que se nota su inmadurez cuando pasan este tipo de cosas......no todo es blanco y negro ........pero que digo si eso es un refran popular!!!!!!!

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    1. Chiquilla! respiraaa! que te va a dar algo! jeje!...y sip estoy de acuerdo contigo, Esther siente algo por Alex y también lo oculta y ahora ha encontrado la excusa perfecta para sacarlo a la luz....negro muuuy negro veo yo el futuro de estas dos juntas....a calla! que no he encendido la luz jeje!

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