martes, 23 de abril de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 91-




“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.





91

Amsterdam.

Alex vio como los alumnos poco a poco iban saliendo del aula y mientras eso sucedía, más nerviosa se ponía al ver que Esther remoloneaba para no abandonarla con ellos. Estaba claro que quería que se quedaran a solas. La cabeza de Alex no había parado de pensar, decirse y desdecirse, tratando de encontrar la mejor salida posible para salvar la relación entre las dos, pues Alex tenía la clara convicción de que Esther se arrepentiría de lo ocurrido y pronto alzaría entre ellas esa invisible muralla que las alejaría irremediablemente. En dos semanas, Kate y Esther se marcharían, y Alex no tenía ninguna duda del alivio que para Esther supondría no tenerla ya a su alrededor. En cambio, ¿cómo iba ella a soportar no ver a Esther? ¿hablar, compartir… reír con ella y distinguir sus olores entre la ropa de la colada diaria?  “¡Qué estúpida he sido! Debí aprovecharme cuando tuve oportunidad, todo va a romperse de igual modo”, pensó conmocionada Alex mientras terminaba de recoger las últimas carpetas sin atreverse a mirar más allá de su escritorio.

-       Alex

Alex escuchó su nombre pronunciado en aquel suave murmullo que le erizaba la piel, y tuvo que cerrar los ojos para que no le doliera tanto.

-       Alex, ¿podemos hablar? –le preguntó temerosa Esther. Sus manos temblaban y se aferró a las asas de su mochila para evitarlo-.
-       Claro –contestó Alex atreviéndose finalmente a levantar sus ojos de lo que estaba haciendo-.

Entre las dos hubo un instante de silencio, pero Esther había tomado la decisión de aclarar las cosas y disculparse, y se armó de valor.

-       Alex, necesito volverte a pedir perdón por lo de anoche. Yo… -Esther no sabía cómo expresar todo lo que sentía, el remolino interno que habitaba en ella la mantenía mareada en un continuo movimiento-. Llevo todo el día angustiada por ello, y aunque me dijeras que me quedara tranquila, y que no pasaba nada, sé que te he hecho daño y conociéndote, se que te debe estar afectando –Esther tenía un nudo en la garganta, y aunque una parte de ella quiso tocarla al ver sus ojos brillantes, resistió su gesto hundiendo esta vez las manos en los bolsillos de su vaquero-. No sabes lo culpable que me siento por haber defraudado nuestra amistad y aprovecharme así de ella. No sé que pudo ocurrir para comportarme así contigo.

En aquel punto Esther ya no se atrevió a seguir mirándola, la culpa se unía a un fuego extraño cuando recordaba besar a Alex, el calor de su cuerpo, las ansias sentidas por tocarla… En unos segundos, la ropa había sobrado tanto aquella noche. La mente de Esther recordó dónde habían ido a parar sus manos mientras se besaban, y sin querer sus ojos se posaron en el escote de Alex furtivamente. Las manos de Esther empezaron a sudar y agradeció tenerlas en sus bolsillos. “Dios mío, soy una hipócrita. ¿Por qué me está pasando esto?”

Alex vio como Esther se retorcía incómoda frente a ella, las señales estaban claras, la muralla empezaba a alzarse entre las dos. Todo había sido un grave error, Esther la había besado ofuscada por los sentimientos encontrados que la traición de Maca le provocaban. Podía haber sido cualquiera, pero le había tocado a ella y ahora la perdería del todo, perdería su amistad, poder estar a su lado… Esther se alejaría bien lejos para evitarse problemas.  “Nunca debí decirle que la quiero, nunca… Soy tan estúpida. ¿Quién no correría ante algo así teniendo pareja?” El silencio y la incomodidad de Esther, empezaron a ahogarla. La sensación de que se le escapara de entre las manos era insoportable. Alex no podía imaginar no tenerla en su vida, simplemente no podía por mucho que a veces pensara que sería lo mejor.

-       ¡No ha sido tan grave! –la voz de Alex sonó sorprendiéndolas a las dos. Esther alzó la cabeza ante sus primeras palabras y su tono jocoso, pues aliviaba-. Somos amigas, nos apreciamos, y sé que estás pasándolo mal con Maca. Ahora mismo debes de estar hecha un lío con el tema, y bueno… simplemente pasó, no eras realmente tú. La rabia a veces adopta formas extrañas y cometemos estupideces por pura rebeldía. En serio, estoy bien, sólo fue un beso y no deberías comerte la cabeza por ello, no fue para tanto. Además no es la primera vez ni que me pasa ni que me he visto en una situación parecida por mi propio despecho. Relájate, no es tan raro ¿sabes? –Alex quiso quitarle hierro al asunto pues parecía su única salida, y se calzó de una indiferencia y una fuerza que para nada poseía-. Sé que debes sentirte fatal por Maca, pero de verdad que sólo fue un beso sin importancia, estas cosas pasan.
-       A mí no, a mí estas cosas no me pasan –le dijo Esther-.

Sus ojos se clavaron cual espejos. Alex tragó saliva, y por un momento bajo la firme e inflexible mirada de Esther, tuvo la sensación de que su coraza y determinación volverían a caerse.

-       Sí, me imagino que no –Alex se puso más seria, la angustia de Esther por lo ocurrido era evidente. Estaba claro que para ella las acciones, las palabras, eran importantes, no podía banalizarlas. Su entereza era algo que admiraba enormemente-. ¿Aún quieres a Maca?
-       ¡Sí!

La contestación rotunda de Esther taladró a Alex pese a esperarla, siempre había sabido la respuesta a aquella pregunta y nada lo cambiaría.

-       Entonces es todo lo que importa. Por mi parte no hay ningún problema, tú estabas allí, yo estaba allí, y un desafortunado momento de calor lo tiene cualquiera. Para mí está olvidado, ¿amigas?

Esther contempló la mano extendida de Alex hacia ella, se sentía descolocada y nada tranquila con lo que sentía pese a que Alex se lo ponía tan fácil.  ¿Qué estaba haciendo realmente? ¿De verdad podían olvidar lo ocurrido? Esther no sabía si sería capaz de algo así, no era su forma de ser. Sentía que amaba tanto a Maca, y sin embargo…

-       Amigas –contestó Esther tomando su mano, y sólo su simple contacto turbó a las dos a pesar de sus esfuerzos por disimularlo-.

Madrid.

Maca se reunió con Verónica en el pasillo del hospital.

-       ¿Ya has terminado? –le preguntó Maca, pues sabía que Verónica tenía una de sus revisiones con el oncólogo-.
-       Sí, todo bien. Antonio dice que la radioterapia ha ido muy bien y que se me ve más fuerte. La verdad es que yo también me siento con más energía, no sé… tengo mis momentos, ya sabes, pero voy mejor.
-       ¿Ya has cogido cita con la psicóloga? –le preguntó Maca mientras andaban -.
-       No, todavía no

Maca se paró en seco. Aquello ya lo habían discutido.

-       ¿Qué? –preguntó Vero con cara de buena chica-.
-       Ya sabes qué… -le dio como respuesta Maca alzando una ceja suspicaz-.
-       ¡Estoy bien! Sólo fue un momento de bajón, pero desde que hablamos estoy mucho mejor… empiezo a asimilarlo –le aseguró Verónica-.
-       Sí, por eso no has vuelto a salir de noche y por eso mismo no contestaste al mensaje de Paula el otro día –le dijo Maca volviendo a retomar el paso-. En serio Verónica, tienes que coger las riendas de la situación, no te veo célibe para el resto de tu vida, tarde o temprano necesitarás estar a solas con alguien y no estaría nada mal que te ayudaran a solventar esta fase de duelo que necesitas pasar tras lo ocurrido.
-       Lo sé, lo sé… ¡Dios, cuando te pones así te odio! –le reprochó Verónica. Maca tenía el don de empujarla a hacer cosas de las que por norma se escondía-. Llamaré para pedir cita con la terapeuta, ¿contenta?
-       Sí.

Verónica sabía que su respuesta era sincera, pero la pelea con Esther y el no poder localizarla en todo el día, mantenía una pesadumbre y un cansancio en el rostro de su amiga fuera de lo normal.

-       ¿Todavía no has podido hablar con ella? –le preguntó-.
-       No, este puto trabajo no me deja tiempo de nada –estalló Maca estresada mientras recogía en la mesa de enfermería los papeles de alta que tenía que pasar a ordenador lo antes posible-.

Verónica le frotó la espalda mientras Maca descargaba su mal humor apoyada en el mostrador.

-       Lo siento, es que… parece que no quiera cogerme el teléfono, no sé nada de ella desde ayer, ni un puto mensaje y no saber en qué piensa me está matando –se desahogó Maca. No estar bien con Esther la desconcentraba enormemente. Hasta Cruz se había dado cuenta de que no estaba en lo que estaba aquella tarde-.
-       Joder, lo siento Maca, pero tranquila. Seguramente está en clase o haciendo algo, y no puede responderte –quiso tranquilizarla Vero-.
-       Vero, siempre me responde… en la facultad tiene internet, si no puede contestar al teléfono siempre me escribe por washap –Maca sacó su móvil y le enseñó la pantalla. Había un montón de mensajes y ruegos de Maca hacia Esther-.

Verónica torció el gesto.

-       Ups, pues o bien está muy cabreada o se le ha jodido el móvil. No sabes cómo me alegro de que no sepa que te besé, ¿te imaginas? ¡Me mataría! –la verdad es que se sentía bastante culpable de la situación, pero no pudo evitar bromear, no le gustaba ver a Maca así-.
-       No lo digas ni en broma –contestó Maca-. Ahora mismo, no sé con qué Esther estoy tratando, te lo juro… estoy en terreno desconocido, y te aseguro que no me gusta, no me gusta nada.
-       Si quieres que hable con ella, sabes que sólo tienes que decírmelo, en serio –se ofreció Verónica-.
-       No, es mejor que sea yo quien aclare las cosas con ella… eso si me deja –se lamentó Maca-. Te tengo que dejar Vero, tengo mucho trabajo y no soy muy buena compañía ahora mismo. Lo siento.
-       Tranquila, no te preocupes por mí. Te veo en casa mañana –le dijo Vero y la besó en la mejilla-. Ánimo, seguro que se resuelve.
-       Sí. Nos vemos.

Maca se alejó por el pasillo con la cabeza gacha y un montón de trabajo bajo el brazo. Verónica se lamentó de no poder hacer nada por ella.

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