lunes, 29 de abril de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 92-




“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.


92

Amsterdam

-       La cena está lista –gritó Kate desde la cocina-.

Alex y Esther habían llegado por separado a casa, y desde que lo habían hecho había reinado un silencio inusitado entorno a ellas. Kate estaba extrañada por ello, pero respetaba sus espacios. Cuando ambas aparecieron en la puerta de la cocina para sentarse a la mesa, no dijo nada pese a notar como sus miradas se evitaban. El ambiente estaba bastante cargado, y Kate no sabía si quería conocer los verdaderos motivos de ello. Después de hablar con Maca, sabía que Esther no sería capaz de procesar lo que quisiera que en su cabeza se tejía entorno a la figura de su novia con Verónica. ¿Y quién podía reprochárselo? Verónica era toda una mujer, hermosa, segura de sí misma, amenazadoramente apabullante cuando fijaba un objetivo, llena de vivencias… Experiencia que Esther ya había demostrado no saber manejar en el pasado, causándole una gran inseguridad entorno a todo lo que se refería a su relación con Maca. Kate se acordaba perfectamente de las lágrimas, las dudas, los conflictos de personalidad y las preguntas entorno al amor que le había formulado Esther en Navidad cuando sus primeros ataques de celos y las primeras roturas de cascarón aparecieron en ella. Entregarse a sus estudios no podía dar solución a aquellas cuestiones de vida, Kate lo sabía, Maca lo sabía, Verónica lo sabía… habían estado en aquellas encrucijadas, habían perdido cosas en esos caminos, ¿pero Esther? ¿qué decisiones, caminos, y tretas adoptaría para lograr “ver”, en lugar de sólo “mirar”? La baraja acababa de escaparse y desparramarse en el suelo, como reagruparla sólo le pertenecía a Esther.

-       ¿Y cómo va lo del concurso? ¿Ya les has contado lo que hablamos? –introdujo un poco de conversación Kate, y prefirió hacerlo con un tema neutral entorno a Alex-.
-       Ah, sí. Se lo he comunicado hoy a los chicos, estaban muy emocionados. Se han alegrado muchísimo –le contestó Alex agradeciendo que alguien la sacara de aquel martilleo constante que sentía. Cada vez que pensaba en que pronto no podría ver a Esther frente a ella cenando, aunque fuera en silencio, algo se le moría. Aquellos momentos de convivencia, eran todo un tesoro que guardaría por siempre-. No sé cómo agradecerte que me permitieras que todos entraran a participar en el posado.
-       No seas tonta, no me tienes que agradecer nada. Me da lo mismo posar para tres que para cien… pero, ¿no son tantos no? –bromeó Kate poniendo cara de susto ante tal idea-.
-       Jajaja… no, sabes que no. Sólo son dieciséis –le contestó Alex-.

Entre Kate y Alex comenzó una conversación fluida y despreocupada sobre trabajo, aquello permitió a Esther observarlas aunque en realidad su cabeza estaba muy lejos de allí. Concretamente en la cantidad de mensajes que había recibido de Maca aquella tarde y que no había podido contestar, no porque no quisiera hacerlo, sabía que Maca estaba angustiada, pero se sentía tan fuera de sí ahora mismo. ¿Qué iba a decirle? Cada vez que pensaba en Maca, en Verónica… una puñalada tras otra le atravesaba el corazón, no podía entender que Maca hubiera hablado con tanta ligereza sobre lo que estaba ocurriendo entre ellas. Maca insistía en decir que sólo eran amigas, pero… ¿era posible algo así con alguien con quien hasta hace relativamente poco te acostabas? ¿con alguien con la que tienes un lazo más estrecho que con tu propia familia? ¿alguien con quien te besas sin más, que ocultas a tu pareja, que comparte tu espacio, tu tiempo, que entiende tu forma de ser, de pensar y de vivir? “Meses… me lo ha ocultado meses”, pensó Esther totalmente derrotada. ¿Cómo había podido hacerle aquello? Las manos de Esther se llenaron de ira y el tenedor se clavó con fuerza en su próximo trozo de carne. Alex y Kate se sobresaltaron, prestándole toda su atención.

-       ¿Qué…!!! –exclamó Kate-.
-       Lo siento, no se… -Esther se disculpó en el acto-.

El rostro de Kate cambió de la sorpresa a la preocupación mientras observaba como Esther soltaba los cubiertos y se limpiaba la boca apresuradamente con la servilleta.

-       Será mejor que me vaya a mi cuarto, no me encuentro muy bien… perdonad.

Tras aquello Esther se puso en pie recogiendo su plato para marcharse. Kate buscó la mirada de Alex, la cual parecía tan preocupada, pero no tan desconcertada, como ella. Vio como Alex permanecía callada, pero el brillo de sus ojos delataba lo angustiada que se sentía por Esther, y Kate decidió tomar el mando. Se levantó de la silla y siguió a Esther que ya se había precipitado fuera de la cocina.

-       Esther, Esther… para –Kate se vio en la necesidad de retenerla cogiéndola del brazo y al hacerlo se dio cuenta de que todo el cuerpo de Esther temblaba-. ¿Pero qué demonios es lo que… -antes de que terminara la pregunta, Esther se precipitó contra su pecho y empezó a llorar-… pasa?

Alex escuchó el llanto desgarrado de Esther desde la cocina y todo su mundo se vino también a bajo. Ahora ya no podía ayudarla, porque para Esther ella también formaba parte del problema.

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Madrid.

-       ¡Maldita sea! ¡Esther, maldita sea! –gritó Maca tras su último vano intento de comunicarse con ella. Eran más de las doce de la noche-.
-       Vaya, parece que tengo el don de la inoportunidad

Maca se giró bruscamente. Se creía sola en la sala de descanso y justo entonces volvió a aparecer la mujer de la chocolatina del día anterior.

-       Perdona… -empezó a disculparse Maca algo aturdida-.
-       No, perdona tú. Parece que siempre aparezco para joderte tu momento de desahogo, lo siento –le contestó la mujer con una sonrisa afable en el rostro-. Con tu permiso pillo un café rapidito y me piro para que puedas continuar con lo que estabas haciendo, ¿vale?

Maca la vio dirigirse rápidamente a la máquina de café con aquel aire desenfadado y cómico a la vez, y no pudo evitar que el peso de sus hombros se aligerara.

-       En serio no tienes por qué darte ninguna prisa… -le quiso hacer saber Maca-.
-       Ohhh, si… si tengo. Con lo gafe que soy, nuestro próximo encuentro será tú lanzando el teléfono ese que aferras con tanta rabia hacia algún lado, y seguro que me da a mí en un ojo. No sería la primera vez, te lo aseguro –le contestó y Maca no pudo evitar ni la sonrisa ni una tímida risa manifiesta-.

La mujer se giró risueña hacia Maca, ya con el café en la mano. Finalmente veía a aquella chica sin arrugas de preocupación en el rostro, y le gustó.

-       Gracias –le dijo Maca-.
-       De nada –le dijo la mujer. Ambas sabían que Maca había necesitado aquella válvula de escape, y que se lo estaba agradeciendo sin más-.

La mujer pasó por su lado y le guiñó un ojo amable antes de despedirse.

-       Espero que lo que te preocupa se solucione. Estás muy guapa cuando te ríes, así que sería una pena que dejaras de hacerlo. Cuídate.

Maca la vio alejarse tras la puerta sin apenas darle tiempo a reaccionar a su último comentario. ¿Le acababan de lanzar algún cebo? Pese al currículum ligón de Maca, se sintió confusa.

Amsterdam. Mañana siguiente.

Entre que no había pegado ojo la noche anterior con la preocupación del desliz con Alex, y lo agotador del llanto tras la cena, Esther se quedó dormida casi literalmente en los brazos de Kate. Había querido contarle a su mentora lo que le estaba pasando, pero las palabras no habían salido, solo las lágrimas, y así, acunándola y diciéndole que no se preocupara, se había ido durmiendo bajo el abrigo protector de Kate. Esther no recordaba cuándo ni cómo había cerrado los ojos, pero ahí estaba, en el sofá del comedor con una almohada bajo la cabeza y un edredón sobre su cuerpo. La sensación de vacío se apoderó de nuevo de ella y se acurrucó aun más buscando un calor que no sentía. No le apetecía nada, no quería nada… sólo dormir, dormir y no pensar. Escuchó la casa, parecía vacía pero no se atrevía a sacar la cabeza y mirar el reloj.  Sabía que tarde o temprano tendría que hablar con Kate, enfrentarse a Alex, pero ahora mismo no se sentía con fuerzas de poner palabras a todo lo que le estaba pasando. Asomó un poco y se dio cuenta de que era muy tarde para que su mentora siguiera en casa. Perezosamente se puso en pie y fue hasta el baño aún bostezando, en cuanto abrió la puerta se quedó petrificada.

-       ¿Qué…?.... ¡Esther!

Alex cogió la toalla corriendo y se cubrió lo más rápido posible tras reponerse del sobresalto que le supuso que Esther de golpe y repente abriera la puerta del aseo justo en el momento que ella salía de la ducha.

-       Perdona, perdona…. –Esther se giró de espaldas con segundos de demora. La visión del cuerpo desnudo de Alex era algo que ni por asomo se esperaba encontrar, y tardó en poder apartar sus ojos asombrados de ella-.
-       Tranquila, ha sido sólo el susto. No esperaba que te despertaras, debí echar el pestillo de todas formas –le dijo Alex algo sonrojada y nerviosa, pero ya más repuesta-.
-       Bueno, dejo que termines de asearte. Lo siento –reaccionó Esther y quiso abandonar el baño-.
-       No, entra tú… yo ya he terminado, tengo la ropa en el cuarto –le cedió el baño Alex-.
-       ¿Seguro?
-       Sí, claro. Pasa tú, yo ya estoy.

Alex se precipitó hacia la salida, y entre las dos se produjo un subconsciente movimiento de choque. Las dos taponaron durante unos segundos el paso de la otra, hasta que al final tuvieron que detenerse, reírse y ponerse de acuerdo para poder salir y entrar del pequeño espacio.

-       Todo tuyo –le dijo Alex ya consiguiendo salir-.
-       Gracias

Esther cerró la puerta en cuanto Alex salió por ella. Se tomó unos segundos para reponerse del calor y el sobresalto que se había llevado por la desnudez de Alex, y no pudo evitar sonreír tras recordar el tropiezo….

-       Madre mía, que barbaridad ¿no?  -se dijo Esther para sí frente al espejo-

Si Alex ya era atractiva vestida, desnuda sin duda, ganaba… y mucho.

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Alex se quedó un poco parada tras ver a Esther moviéndose en la cocina. Aún se sentía un poco turbada por lo ocurrido en el baño, pero más preocupada estaba por su llanto angustiado de anoche, así que se armó de valor y trató de acercarse a ella sólo como su amiga.

-       ¿Estás mejor? –le preguntó Alex-.
-       ¿mm? –Esther se giró tras escuchar su voz, pero no entendió su pregunta-.
-       Por lo de anoche, te oí llorar, ya sabes.
-       Ah, ya… sí, estoy mejor –contestó sin pensar Esther, pero luego se enfrentó a los ojos sinceros de Alex y tuvo que variar su respuesta-. En realidad no sé muy bien como estoy ahora mismo. Es un sube y baja.

Alex la vio encogerse de hombros y esbozar una triste sonrisa de disculpa. Por un segundo le entraron ganas de apoyarla con su abrazo, pero se contuvo. Si aún quedaba una posibilidad de amistad entre las dos quería conservarla.

-       Bueno, tranquila… es normal que te sientas así. En cuanto Maca y tú lo habléis lo solucionaréis, estoy segura –le dio aliento Alex pese a quebrantar con ello el suyo-.

Esther la vio moverse en busca de una taza de café. “¿Por qué lo haces, Alex?”, pensó. A ella no podía engañarla, ya no. La había observado tanto, la había dibujado tanto, que era asombrosa la claridad con que se le revelaban los pequeños detalles que hablaban de su dolor, su tristeza, su alegría o su deseo. Hasta tal punto podía leer Esther en ella cuando se encontraba serena, despejada como ahora de todo lo que le estaba sucediendo, que podía percibir el quiebro nervioso que se le ponía a Alex en la voz con sólo mencionar el nombre de Maca. El “te quiero” que pronunció Alex la noche del beso, volvió a Esther golpeándola fuertemente. Nerviosa dejó de mirarla, y se limitó a terminar su desayuno.

Alex dudó en si quedarse a desayunar con ella, pero le pareció raro salir despavorida después de haberle dicho a Esther que por ella todo estaba olvidado, así que se sentó.

-       ¿Qué vas a hacer hoy? –le preguntó Alex-.
-       ¿Cómo?
-       ¿tienes clases? No sé, os queda tan poco tiempo aquí, pensé que ya habías terminado las horas lectivas.
-       En realidad sí, pero sigo asistiendo a algunas asignaturas para adelantar materia –le respondió Esther-.
-       Ah, genial –le respondió Alex, que tras aquel breve intento de entablar conversación se sumó a su silencio-.

“Dios mío, qué difícil es hablar con ella. En cuanto la miro a la cara sólo tengo ganas de besarla de nuevo. ¿A quién coño pretendo engañar?”, pensaba Alex apurando su café. La lucha constante de querer huir de ella y a la vez permanecer a su lado, era horrible.

-       Alex, ¿te puedo hacer una pregunta?
-       Sí, claro. Dime.

-       ¿Crees que soy una hipócrita? ¿Qué debería contarle lo que pasó entre nosotras a Maca? –pese a sus miedos, necesitaba exteriorizar aquellas dudas-.

Alex no se esperaba que volvieran a sacar el tema.

-       Esther, estás dolida y un poco perdida ahora mismo, pero no creo que seas una hipócrita por lo que pasó entre nosotras la otra noche. Fue sólo un incidente. Lo que hay entre Maca y Vero no sé qué será, pero entre nosotras tengo muy claro que tus sentimientos hacia mí son sólo de amistad y es todo lo que deseo, de verdad, lo respeto profundamente. El beso fue algo sin importancia, no deberías pensar más en ello. Estabas enfadada, bebida, y bueno… pasó. Sé que no eras tú en ese momento, de otro modo no hubiera pasado.

Esther la miró un segundo a los ojos, y luego tuvo que apartar la mirada. El corazón le latía a mil por hora y no estaba muy segura de cómo corresponder a ello. El silencio se instauró de nuevo en la cocina. Alex quiso que sus palabras la tranquilizaran, pero no estaba segura de haberlo conseguido. De pronto Esther se puso de pie y dejó los restos de su desayuno en el fregadero sin decir nada. Alex la siguió con la mirada inquieta, pero respetó su espacio y su silencio.

-       ¿Y qué pasaría si digo, que… qué sí era consciente, qué quería besarte? –le espetó con voz temblorosa Esther-. ¿Eso no me convertiría en una hipócrita?

Los ojos de Alex expresaron su sorpresa y su desconcierto tras aquello. Su corazón empezó a brincar sin aviso, y un nudo en la boca del estómago se instaló para revolverle las tripas.

-       Amo a Maca, pero también quise besarte, no por ella, sino por ti. ¿En qué clase de persona me convierte eso, Alex? ¿Quién demonios soy? Ahora mismo no sé… no puedo… -a Esther se le quebró la voz en aquel punto-.

Alex se puso en pie y fue hasta ella para abrazarla antes de que se desmoronara. Procesar lo que Esther acababa de confesarle, tendría que esperar.

Continuará...

2 comentarios:

  1. DIOS!!! pobre Esther, esa duda interna es horrible, y lo digo por experiencia. Y Laura ya podía haberse callado... si al menos Kate supiera que Esther tiene esa imagen de Maca y Vero y encima el desliz con Alex...Haría algo por ayudarla, como siempre....

    PD: Enhorabuena!! me encanta la historia, es una pareja a la que cogí mucho cariño en la serie, pero la verdad es que con esta historia van subiendo a mi pequeño pedestal :)

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    1. Gracias por tus palabras María, la verdad es que Esther si que tiene un GRAN problema y un embrollo enorme en la cabeza y en su corazón, para que lo vamos a negar. Veremos a ver como sale de ésta y como "acomoda" las cajitas.

      Desde luego, Maca y Esther fueron unos personajes que se colaron en muchas de nosotras, aunque los guionistas nos desesperaron a mucho, y cabrearon a muchas otras. A mí me tenían de los nervios por sus cagadas, así que empecé a escribir sobre ellas en su foro.. y de ahí, a aquí estamos con estas historias, que son para todas vosotras.

      Así que si estás contenta con ella, yo también lo estoy. Gracias por comentar, se agradece no estar sola. Un saludo

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