“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
92
Amsterdam
-
La cena está lista –gritó Kate desde la cocina-.
Alex y Esther
habían llegado por separado a casa, y desde que lo habían hecho había reinado
un silencio inusitado entorno a ellas. Kate estaba extrañada por ello, pero
respetaba sus espacios. Cuando ambas aparecieron en la puerta de la cocina para
sentarse a la mesa, no dijo nada pese a notar como sus miradas se evitaban. El
ambiente estaba bastante cargado, y Kate no sabía si quería conocer los verdaderos
motivos de ello. Después de hablar con Maca, sabía que Esther no sería capaz de
procesar lo que quisiera que en su cabeza se tejía entorno a la figura de su
novia con Verónica. ¿Y quién podía reprochárselo? Verónica era toda una mujer,
hermosa, segura de sí misma, amenazadoramente apabullante cuando fijaba un
objetivo, llena de vivencias… Experiencia que Esther ya había demostrado no
saber manejar en el pasado, causándole una gran inseguridad entorno a todo lo
que se refería a su relación con Maca. Kate se acordaba perfectamente de las
lágrimas, las dudas, los conflictos de personalidad y las preguntas entorno al
amor que le había formulado Esther en Navidad cuando sus primeros ataques de
celos y las primeras roturas de cascarón aparecieron en ella. Entregarse a sus
estudios no podía dar solución a aquellas cuestiones de vida, Kate lo sabía,
Maca lo sabía, Verónica lo sabía… habían estado en aquellas encrucijadas,
habían perdido cosas en esos caminos, ¿pero Esther? ¿qué decisiones, caminos, y
tretas adoptaría para lograr “ver”, en lugar de sólo “mirar”? La baraja acababa
de escaparse y desparramarse en el suelo, como reagruparla sólo le pertenecía a
Esther.
-
¿Y cómo va lo del concurso? ¿Ya les has contado
lo que hablamos? –introdujo un poco de conversación Kate, y prefirió hacerlo
con un tema neutral entorno a Alex-.
-
Ah, sí. Se lo he comunicado hoy a los chicos,
estaban muy emocionados. Se han alegrado muchísimo –le contestó Alex
agradeciendo que alguien la sacara de aquel martilleo constante que sentía.
Cada vez que pensaba en que pronto no podría ver a Esther frente a ella
cenando, aunque fuera en silencio, algo se le moría. Aquellos momentos de
convivencia, eran todo un tesoro que guardaría por siempre-. No sé cómo
agradecerte que me permitieras que todos entraran a participar en el posado.
-
No seas tonta, no me tienes que agradecer nada.
Me da lo mismo posar para tres que para cien… pero, ¿no son tantos no? –bromeó
Kate poniendo cara de susto ante tal idea-.
-
Jajaja… no, sabes que no. Sólo son dieciséis –le
contestó Alex-.
Entre Kate y
Alex comenzó una conversación fluida y despreocupada sobre trabajo, aquello
permitió a Esther observarlas aunque en realidad su cabeza estaba muy lejos de
allí. Concretamente en la cantidad de mensajes que había recibido de Maca
aquella tarde y que no había podido contestar, no porque no quisiera hacerlo,
sabía que Maca estaba angustiada, pero se sentía tan fuera de sí ahora mismo.
¿Qué iba a decirle? Cada vez que pensaba en Maca, en Verónica… una puñalada
tras otra le atravesaba el corazón, no podía entender que Maca hubiera hablado
con tanta ligereza sobre lo que estaba ocurriendo entre ellas. Maca insistía en
decir que sólo eran amigas, pero… ¿era posible algo así con alguien con quien
hasta hace relativamente poco te acostabas? ¿con alguien con la que tienes un
lazo más estrecho que con tu propia familia? ¿alguien con quien te besas sin
más, que ocultas a tu pareja, que comparte tu espacio, tu tiempo, que entiende
tu forma de ser, de pensar y de vivir? “Meses… me lo ha ocultado meses”, pensó
Esther totalmente derrotada. ¿Cómo había podido hacerle aquello? Las manos de
Esther se llenaron de ira y el tenedor se clavó con fuerza en su próximo trozo
de carne. Alex y Kate se sobresaltaron, prestándole toda su atención.
-
¿Qué…!!! –exclamó Kate-.
-
Lo siento, no se… -Esther se disculpó en el
acto-.
El rostro de
Kate cambió de la sorpresa a la preocupación mientras observaba como Esther
soltaba los cubiertos y se limpiaba la boca apresuradamente con la servilleta.
-
Será mejor que me vaya a mi cuarto, no me
encuentro muy bien… perdonad.
Tras aquello
Esther se puso en pie recogiendo su plato para marcharse. Kate buscó la mirada
de Alex, la cual parecía tan preocupada, pero no tan desconcertada, como ella.
Vio como Alex permanecía callada, pero el brillo de sus ojos delataba lo
angustiada que se sentía por Esther, y Kate decidió tomar el mando. Se levantó
de la silla y siguió a Esther que ya se había precipitado fuera de la cocina.
-
Esther, Esther… para –Kate se vio en la
necesidad de retenerla cogiéndola del brazo y al hacerlo se dio cuenta de que
todo el cuerpo de Esther temblaba-. ¿Pero qué demonios es lo que… -antes de que
terminara la pregunta, Esther se precipitó contra su pecho y empezó a llorar-…
pasa?
Alex escuchó el llanto desgarrado de Esther desde la cocina y todo su
mundo se vino también a bajo. Ahora ya no podía ayudarla, porque para Esther
ella también formaba parte del problema.
---
Madrid.
-
¡Maldita sea! ¡Esther, maldita sea! –gritó Maca
tras su último vano intento de comunicarse con ella. Eran más de las doce de la
noche-.
-
Vaya, parece que tengo el don de la inoportunidad
Maca se giró
bruscamente. Se creía sola en la sala de descanso y justo entonces volvió a
aparecer la mujer de la chocolatina del día anterior.
-
Perdona… -empezó a disculparse Maca algo
aturdida-.
-
No, perdona tú. Parece que siempre aparezco para
joderte tu momento de desahogo, lo siento –le contestó la mujer con una sonrisa
afable en el rostro-. Con tu permiso pillo un café rapidito y me piro para que
puedas continuar con lo que estabas haciendo, ¿vale?
Maca la vio
dirigirse rápidamente a la máquina de café con aquel aire desenfadado y cómico
a la vez, y no pudo evitar que el peso de sus hombros se aligerara.
-
En serio no tienes por qué darte ninguna prisa…
-le quiso hacer saber Maca-.
-
Ohhh, si… si tengo. Con lo gafe que soy, nuestro
próximo encuentro será tú lanzando el teléfono ese que aferras con tanta rabia
hacia algún lado, y seguro que me da a mí en un ojo. No sería la primera vez,
te lo aseguro –le contestó y Maca no pudo evitar ni la sonrisa ni una tímida
risa manifiesta-.
La mujer se giró
risueña hacia Maca, ya con el café en la mano. Finalmente veía a aquella chica
sin arrugas de preocupación en el rostro, y le gustó.
-
Gracias –le dijo Maca-.
-
De nada –le dijo la mujer. Ambas sabían que Maca
había necesitado aquella válvula de escape, y que se lo estaba agradeciendo sin
más-.
La mujer pasó
por su lado y le guiñó un ojo amable antes de despedirse.
-
Espero que lo que te preocupa se solucione.
Estás muy guapa cuando te ríes, así que sería una pena que dejaras de hacerlo.
Cuídate.
Maca la vio
alejarse tras la puerta sin apenas darle tiempo a reaccionar a su último comentario.
¿Le acababan de lanzar algún cebo? Pese al currículum ligón de Maca, se sintió
confusa.
Amsterdam. Mañana siguiente.
Entre que no
había pegado ojo la noche anterior con la preocupación del desliz con Alex, y
lo agotador del llanto tras la cena, Esther se quedó dormida casi literalmente
en los brazos de Kate. Había querido contarle a su mentora lo que le estaba
pasando, pero las palabras no habían salido, solo las lágrimas, y así,
acunándola y diciéndole que no se preocupara, se había ido durmiendo bajo el
abrigo protector de Kate. Esther no recordaba cuándo ni cómo había cerrado los
ojos, pero ahí estaba, en el sofá del comedor con una almohada bajo la cabeza y
un edredón sobre su cuerpo. La sensación de vacío se apoderó de nuevo de ella y
se acurrucó aun más buscando un calor que no sentía. No le apetecía nada, no
quería nada… sólo dormir, dormir y no pensar. Escuchó la casa, parecía vacía
pero no se atrevía a sacar la cabeza y mirar el reloj. Sabía que tarde o temprano tendría que hablar
con Kate, enfrentarse a Alex, pero ahora mismo no se sentía con fuerzas de
poner palabras a todo lo que le estaba pasando. Asomó un poco y se dio cuenta
de que era muy tarde para que su mentora siguiera en casa. Perezosamente se
puso en pie y fue hasta el baño aún bostezando, en cuanto abrió la puerta se
quedó petrificada.
-
¿Qué…?.... ¡Esther!
Alex cogió la
toalla corriendo y se cubrió lo más rápido posible tras reponerse del
sobresalto que le supuso que Esther de golpe y repente abriera la puerta del
aseo justo en el momento que ella salía de la ducha.
-
Perdona, perdona…. –Esther se giró de espaldas
con segundos de demora. La visión del cuerpo desnudo de Alex era algo que ni
por asomo se esperaba encontrar, y tardó en poder apartar sus ojos asombrados
de ella-.
-
Tranquila, ha sido sólo el susto. No esperaba
que te despertaras, debí echar el pestillo de todas formas –le dijo Alex algo
sonrojada y nerviosa, pero ya más repuesta-.
-
Bueno, dejo que termines de asearte. Lo siento
–reaccionó Esther y quiso abandonar el baño-.
-
No, entra tú… yo ya he terminado, tengo la ropa
en el cuarto –le cedió el baño Alex-.
-
¿Seguro?
-
Sí, claro. Pasa tú, yo ya estoy.
Alex se
precipitó hacia la salida, y entre las dos se produjo un subconsciente
movimiento de choque. Las dos taponaron durante unos segundos el paso de la
otra, hasta que al final tuvieron que detenerse, reírse y ponerse de acuerdo
para poder salir y entrar del pequeño espacio.
-
Todo tuyo –le dijo Alex ya consiguiendo salir-.
-
Gracias
Esther cerró la
puerta en cuanto Alex salió por ella. Se tomó unos segundos para reponerse del
calor y el sobresalto que se había llevado por la desnudez de Alex, y no pudo
evitar sonreír tras recordar el tropiezo….
-
Madre mía, que barbaridad ¿no? -se dijo Esther para sí frente al espejo-
Si Alex ya era
atractiva vestida, desnuda sin duda, ganaba… y mucho.
---
Alex se quedó un
poco parada tras ver a Esther moviéndose en la cocina. Aún se sentía un poco
turbada por lo ocurrido en el baño, pero más preocupada estaba por su llanto
angustiado de anoche, así que se armó de valor y trató de acercarse a ella sólo
como su amiga.
-
¿Estás mejor? –le preguntó Alex-.
-
¿mm? –Esther se giró tras escuchar su voz, pero
no entendió su pregunta-.
-
Por lo de anoche, te oí llorar, ya sabes.
-
Ah, ya… sí, estoy mejor –contestó sin pensar
Esther, pero luego se enfrentó a los ojos sinceros de Alex y tuvo que variar su
respuesta-. En realidad no sé muy bien como estoy ahora mismo. Es un sube y
baja.
Alex la vio
encogerse de hombros y esbozar una triste sonrisa de disculpa. Por un segundo
le entraron ganas de apoyarla con su abrazo, pero se contuvo. Si aún quedaba
una posibilidad de amistad entre las dos quería conservarla.
-
Bueno, tranquila… es normal que te sientas así.
En cuanto Maca y tú lo habléis lo solucionaréis, estoy segura –le dio aliento
Alex pese a quebrantar con ello el suyo-.
Esther la vio
moverse en busca de una taza de café. “¿Por qué lo haces, Alex?”, pensó. A ella
no podía engañarla, ya no. La había observado tanto, la había dibujado tanto,
que era asombrosa la claridad con que se le revelaban los pequeños detalles que
hablaban de su dolor, su tristeza, su alegría o su deseo. Hasta tal punto podía
leer Esther en ella cuando se encontraba serena, despejada como ahora de todo
lo que le estaba sucediendo, que podía percibir el quiebro nervioso que se le
ponía a Alex en la voz con sólo mencionar el nombre de Maca. El “te quiero” que
pronunció Alex la noche del beso, volvió a Esther golpeándola fuertemente.
Nerviosa dejó de mirarla, y se limitó a terminar su desayuno.
Alex dudó en si
quedarse a desayunar con ella, pero le pareció raro salir despavorida después
de haberle dicho a Esther que por ella todo estaba olvidado, así que se sentó.
-
¿Qué vas a hacer hoy? –le preguntó Alex-.
-
¿Cómo?
-
¿tienes clases? No sé, os queda tan poco tiempo
aquí, pensé que ya habías terminado las horas lectivas.
-
En realidad sí, pero sigo asistiendo a algunas
asignaturas para adelantar materia –le respondió Esther-.
-
Ah, genial –le respondió Alex, que tras aquel
breve intento de entablar conversación se sumó a su silencio-.
“Dios mío, qué
difícil es hablar con ella. En cuanto la miro a la cara sólo tengo ganas de
besarla de nuevo. ¿A quién coño pretendo engañar?”, pensaba Alex apurando su
café. La lucha constante de querer huir de ella y a la vez permanecer a su
lado, era horrible.
-
Alex, ¿te puedo hacer una pregunta?
-
Sí, claro. Dime.
-
¿Crees que soy una hipócrita? ¿Qué debería
contarle lo que pasó entre nosotras a Maca? –pese a sus miedos, necesitaba
exteriorizar aquellas dudas-.
Alex no se
esperaba que volvieran a sacar el tema.
-
Esther, estás dolida y un poco perdida ahora
mismo, pero no creo que seas una hipócrita por lo que pasó entre nosotras la
otra noche. Fue sólo un incidente. Lo que hay entre Maca y Vero no sé qué será,
pero entre nosotras tengo muy claro que tus sentimientos hacia mí son sólo de
amistad y es todo lo que deseo, de verdad, lo respeto profundamente. El beso
fue algo sin importancia, no deberías pensar más en ello. Estabas enfadada,
bebida, y bueno… pasó. Sé que no eras tú en ese momento, de otro modo no
hubiera pasado.
Esther la miró
un segundo a los ojos, y luego tuvo que apartar la mirada. El corazón le latía
a mil por hora y no estaba muy segura de cómo corresponder a ello. El silencio
se instauró de nuevo en la cocina. Alex quiso que sus palabras la
tranquilizaran, pero no estaba segura de haberlo conseguido. De pronto Esther
se puso de pie y dejó los restos de su desayuno en el fregadero sin decir nada.
Alex la siguió con la mirada inquieta, pero respetó su espacio y su silencio.
-
¿Y qué pasaría si digo, que… qué sí era
consciente, qué quería besarte? –le espetó con voz temblorosa Esther-. ¿Eso no
me convertiría en una hipócrita?
Los ojos de Alex
expresaron su sorpresa y su desconcierto tras aquello. Su corazón empezó a
brincar sin aviso, y un nudo en la boca del estómago se instaló para revolverle
las tripas.
-
Amo a Maca, pero también quise besarte, no por
ella, sino por ti. ¿En qué clase de persona me convierte eso, Alex? ¿Quién
demonios soy? Ahora mismo no sé… no puedo… -a Esther se le quebró la voz en
aquel punto-.
Alex se puso en
pie y fue hasta ella para abrazarla antes de que se desmoronara. Procesar lo
que Esther acababa de confesarle, tendría que esperar.
Continuará...
DIOS!!! pobre Esther, esa duda interna es horrible, y lo digo por experiencia. Y Laura ya podía haberse callado... si al menos Kate supiera que Esther tiene esa imagen de Maca y Vero y encima el desliz con Alex...Haría algo por ayudarla, como siempre....
ResponderEliminarPD: Enhorabuena!! me encanta la historia, es una pareja a la que cogí mucho cariño en la serie, pero la verdad es que con esta historia van subiendo a mi pequeño pedestal :)
Gracias por tus palabras María, la verdad es que Esther si que tiene un GRAN problema y un embrollo enorme en la cabeza y en su corazón, para que lo vamos a negar. Veremos a ver como sale de ésta y como "acomoda" las cajitas.
EliminarDesde luego, Maca y Esther fueron unos personajes que se colaron en muchas de nosotras, aunque los guionistas nos desesperaron a mucho, y cabrearon a muchas otras. A mí me tenían de los nervios por sus cagadas, así que empecé a escribir sobre ellas en su foro.. y de ahí, a aquí estamos con estas historias, que son para todas vosotras.
Así que si estás contenta con ella, yo también lo estoy. Gracias por comentar, se agradece no estar sola. Un saludo