“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)
DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.
89
Amsterdam.
La gente y el
ruido no contribuyeron positivamente al malestar que Alex poco a poco fue sintiendo.
Las heridas sangraban dentro de ella, y ni las palabras de consuelo ni el beso
sincero y sin reproches de Meike podían aliviarlas. Con problemas por el
amasijo de gente que ya había en el recinto, poco a poco se fue abriendo paso
en dirección a los servicios. Ya casi había conseguido llegar a ellos cuando de
pronto Esther le cortó el paso.
-
¿Te vas? –le preguntó-.
-
No, sólo voy al baño –le contestó Alex algo
sorprendida-.
Esther se quedó
quieta entre ella y la dirección que Alex pretendía seguir.
-
¿Te pasa algo? –preguntó Alex finalmente, Esther
estaba muy rara-.
-
No… -contestó secamente-. ¿Sigues saliendo con
Meike?
Alex parpadeó
por lo inesperado de la pregunta.
-
No, ¿por qué piensas que…?
-
¿Entonces os besáis sin más? ¿por qué sólo sois
amigas?
La mirada
impertérrita de Esther asustó a Alex. Nunca la había visto así, tan seria, tan
fría.
-
Esther, vamos a dejarlo, creo que no eres tú
ahora mismo y no quiero pagar los platos rotos esta noche.
Fue sincera Alex
con ella y quiso quitarse de en medio para evitar problemas, pero Esther no le
dejó hacerlo. Bruscamente la arrastró con ella hasta dejar su espalda contra
una de las paredes del local.
-
¿Se puede saber qué haces? –le preguntó Alex
completamente desconcertada-. Me has hecho daño.
Esther no la escuchó
y la miró peligrosamente.
-
Quiero saber qué hay entre Meike y tú –le dijo
Esther-.
Alex no entendía
nada, pero aquella no era la Esther que conocía. A punto estuvo de rebelarse y
no contestarle, pero algo en su actitud hizo que se lo pensara dos veces y
tratara de tranquilizarla.
-
Esther, no hay nada entre Meike y yo ahora mismo.
Solamente somos amigas, lo sabes –le contestó Alex-.
-
Aún así os besáis, acabo de veros –le espetó
Esther, y Alex no pudo descifrar lo que había en sus ojos-. Os besáis en la boca
como si no significara nada, restándole el valor y la importancia a un gesto
tan íntimo y privado. ¿Qué es lo siguiente? ¿también le dices que “la quieres”?
¿acaso también devalúas el significado de esas palabras? ¿Todo vale, todo sirve
y carece de importancia en este nuevo concepto de “amistad” que está tan de
moda? ¿también le mientes con un “te quiero”, sin más? ¡Contesta! ¡Contesta
maldita sea! –rugió Esther-.
-
¡No!... ¡Nooo lo hago! ¡Yo no soy Maca!, ¿de
acuerdo? –estalló Alex fuera de sí, completamente alterada por la rabia de las
palabras de Esther-. Yo sólo, Meike sólo… me besó y yo lo necesitaba, no le
debo explicaciones a nadie. Sólo quería sentir que le importo y le gusto a
alguien para varia, yo sólo…
-
A mí me importas –la acalló Esther-.
Alex y ella se
miraron a los ojos, los de Esther estaban oscuros e inexpresivos pese a sus
palabras, los de Alex dolidos y asustados, temblando como su propia alma tan
sólo por tenerla cerca.
-
Lo sé, pero no es a ese tipo de “importancia” a
la que me refería ahora mismo –dijo Alex en voz baja, y agachando la cabeza
trató de salir de allí para alejarse de Esther-.
-
Tal vez sí lo sea... -susurró-.
Esther giró
sobre sí misma y sujetó a Alex por el brazo cuando iba a marcharse. Sin
pensárselo dos veces tiró de ella y con la otra mano sujetó su nuca para que no
escapara a aquel beso que de improvisto le robó sin mediar palabra. La mecha se
prendió en Alex tan rápidamente como una chispa sobre la pólvora. Sin embargo,
todas sus alarmas de incendios se encendieron al notar el alcohol en el gusto
de sus labios.
-
No, esto no está bien –trató de resistirse Alex
pese a lo que sentía-.
Pero el cuerpo
de Esther se pegó al suyo, y sus manos, que abrasaban, cobijaron su cara para
retener su boca mientras que aquellos labios, que una vez a traición fueron
besados por Alex mientras Esther dormida, le arrancaron un gemido inesperado
cuando con insistencia y asombrosa destreza se abrieron paso entre los suyos
para inundarla de saliva cálida y apremiantes caricias que Alex ansiaba desde
hacía mucho.
…
Por unos
instantes Alex perdió la razón y casi hasta el conocimiento, mareada por la
presión que el cuerpo inexplicablemente vigoroso de aquella mujer a la que casi
sacaba una cabeza ejercía pegado al suyo. Se dejó hacer sin más, incapaz de
reconocer los límites entre la boca de Esther y la suya propia, notando como su
alma se debilitaba a la par que lo hacía su cuerpo. Esther la devoraba, y sus
manos se volvieron increíblemente atrevidas sobre la ropa de Alex, la cual notó
la dureza de la pared nuevamente contra su espalda, mientras la presión de la
pierna de Esther se colaba entre las suyas. Un nuevo gemido se escapó de sus
labios y Esther la dejó respirar mientras se entretenía apasionadamente en su
cuello. Todo se tambaleaba. Alex fue consciente de que no controlaba nada de lo
que allí sucedía, Esther se estaba desquitando, sólo eso, y ella acabaría rota
cual muñeco de trapo cuando Esther recobrara la razón y se diera cuenta de su
grave error.
-
Esther, no… no lo hagas… por favor, para –le
pidió Alex en apenas un susurro consumido por el fuego y el dolor que sentía-.
-
¿por qué? –preguntó sin aliento Esther. Absorta
en la fragancia de aquella nueva piel y en el propio fuego que sentía residir
en su sangre tras haber depositado sus labios por primera vez en los de Alex-.
-
¿por qué? –musitó Alex a punto del llanto y
entre jadeos-. Por qué yo a ti si “te quiero”.
Las palabras
atizaron fuertemente a Esther que se quedó clavada, hundida en el hueco de su
cuello. El cuerpo de Alex tembló, fruto de la tensión acumulada y de las
lágrimas que pretendía contener con demasiado esfuerzo. Esther se separó de
ella, y al mirarse en los ojos de Alex supo cuánto daño acababa de causarles, a
ambas. Una lágrima traicionera se escapó surcando la mejilla de Alex, el
corazón de Esther se resquebrajó un poco más de lo que ya se encontraba.
-
Lo siento, no… no sabes cómo lo siento Alex, yo…
-Esther no sabía qué decir ni cómo disculparse. Apenas podía comprender lo que
acababa de ocurrirle para propiciar algo así-.
-
Lo sé, tranquila -le dijo Alex, pero no pudo
evitar que una nueva lágrima surcara su cara-.
Esther trató de
borrarla con su mano sin tan siquiera pensárselo. No podía verla así, y sin
esperárselo, su acto de ternura desencadenó el llanto desolado de Alex. Esther
la abrazó tan fuertemente, con un ansia tan real por detener el dolor causado,
que también lloró con ella incapaz de poder disculpar ni sus actos ni los
sentimientos reales que había despertado por Alex. Acababa de abrirse entre
ellas, la caja de Pandora.
Continuará...
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