viernes, 7 de junio de 2013

De Blanco y Negro a Color - 60 y 61-




La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
60

Al cabo de una semana más, Esther ya se sentía lo bastante fuerte como para quedarse a solas en la casa sin necesidad de custodia, así que cuando Laura y Eva se subieron al coche para ir al pueblo como cada semana, animó a Maca a que las acompañara y se despejara un poco. Por mucho que lo intentaba, Esther notaba la falta de oxígeno en la joven, y trataba por todos los medios de ensanchar su espacio y distraer su cabeza para que no se agobiara en aquel encierro. Maca dudó, pero sólo un segundo. Se subió al coche animada por Eva y las tres se alejaron por el camino dejando a Esther a solas.

-         Bueno... hora de ponerse al día -se dijo Esther, y regresó a la casa-.

Entró en su habitación y sacó su maleta que parecía vacía, la abrió y tanteó su falso fondo hasta encontrar el hilo que buscaba, despacio tiró de él y el tejido cedió de una pieza, lo quitó de en medio y luego tanteó la otra hoja de la maleta haciendo lo mismo. Frente a ella, como un libro abierto, dieron la cara dos armas de precisión con sus cargadores y sus complementos, y un mini portátil con una antena satélite y varios accesorios igual de sofisticados. Esther sacó el mini portátil, y lo montó sobre la mesa de su escritorio. Calculaba que tendría unas cuatro horas como mucho, con lo cual no tenía tiempo que perder, dado que antes de que volvieran de la ciudad debía encargarse también de aspectos más mundanos de la casa.
Conectó los cables, orientó la antena, enchufó un aparatito minúsculo que le daría la cobertura adecuada y espero a que el sistema se encendiera. En cuanto el programa estuvo activo, Esther no perdió el tiempo, tecleó las claves para acceder a los sistemas de registro que había dejado programados antes de su huída. No se detuvo a revisar los datos, tan solo guardó la información mirándola por encima esperando poder examinarla detenidamente cuando se quedara a solas en su cuarto aquella noche. Una vez finalizado aquel cometido, hackeó las direcciones de correo de  todos los empleados de la empresa Wilson, a los que añadió los personales tanto de Pedro Wilson, Cruz, Javier, Vilches, Héctor, Eva y por supuesto de Maca. No quería dejar cabos sueltos, y tenía que comprobar si la DMIT estaba jugando ya sus bazas. Desechó lo que no tenía importancia, guardó lo que necesitaría un escaneo en busca de códigos de programación de redireccionamiento y clasificó el correo que les pasaría a Maca y a Eva a modo personal.
Esther miró el reloj, aún le quedaba una hora cuando terminó de chequear las rutas de navegación de información del DMIT en busca del seguimiento de su caso. Por lo visto aún no habían tomado una decisión. Así que ella tendría que esperar para mover su siguiente baza. Satisfecha, imprimió los emails y un pequeño dosier al que tendría que echar un vistazo más tarde, luego recogió el equipo colocándolo de nuevo en su escondite.
.....
Maca y Eva disfrutaron en el pueblo mientras compraban los víveres y hasta curioseaban en un par de tiendas de ropa en la calle principal. Volver a estar rodeada de gente y del ritmo comercial, inyectó a Maca una nueva bocanada de aire, la cuál se sorprendió de lo mucho que extrañaba el bullicio ahora que ya no lo tenía.

-         ¿Qué estás mirando? -le preguntó Eva desde su espalda cuando Maca se detuvo en un escaparate-.
-         ¿Te gusta ese suéter? -le preguntó Maca-.

Esther la miró un segundo sin entender, luego vio por encima de su hombro lo que estaba mirando y contestó.

-         Sí, no está mal, pero no te pega mucho ¿no? -le dijo Eva arrugando la nariz, viendo que el suéter era de un corte algo formal para su amiga-
- No es para mí, es para Esther. Se desgarró un suéter parecido a ese en la huída,  y me parece apropiado reponérselo, después de todo es lo menos que puedo hacer ¿no? -le dijo Maca tranquilamente-.

Eva estuvo a punto de dejar que su mandíbula tocara el suelo, pero se contuvo limitándose a mirarla con una ceja alzada y una sonrisa torcida en el rostro.
-         No empieces -le advirtió Maca y entró en la tienda dejándola atrás-.

Al cabo de media hora fueron al punto de encuentro donde Laura ya las esperaba con el coche cargado.

-         ¿Todo bien? -les preguntó-.
-         Sí, nos hemos comprado ropa -le dijo Eva echándosele al cuello y besándola-. Te va a encantar -le susurró Eva con un claro signo de provocación en su actitud-.

Maca no pudo evitar sonreír traviesamente tras ver a Laura carraspear y ponerse roja. Le parecía fascinante como alguien rígido y disciplinado como Laura se desazoraba y se convertía en marioneta en las manos de su amiga. “Me pregunto si con Esther funcionaría...” pensó, pero tan pronto como surgió aquel pensamiento en su cabeza se apresuró a desecharlo. 

Se subieron al coche tras colocar el resto de bolsas en el maletero y volvieron a su refugio. Si el trayecto de ida había sido una balada eterna entre Laura y Eva, la vuelta aún fue peor llena de insinuaciones, miradas y toqueteos preliminares a un fuego que ambas destilaban desde bien lejos. Cuando llegaron a la casa, Maca estuvo tentada de tirarse del coche incluso antes de que el motor se apagara, eran insufribles.

Cogió  todo lo que pudo cargar y se dirigió al interior de la casa.

-         ¡Hemos llegado! -anunció Maca y por lo bajo suspiró- ¡por fin!
Pero nadie contestó y Maca se extrañó. Salió de la cocina donde había dejado los víveres y echó un vistazo en el pasillo de las habitaciones. No parecía haber nadie en la casa. Entonces un golpe seco llamó su atención en el patio de atrás y automáticamente se dirigió hasta allí.

Tras la puerta mosquitera se maravilló de lo que veía. Inconscientemente flanqueó los pasos que la separaban del exterior de la vivienda, atraída por la energía y la belleza del movimiento de Esther que parecía danzar con movimientos fluidos descalza sobre la tierra. Despacio y en silencio se sentó a observarla, parecía tan concentrada que ni se le pasó por la cabeza molestarla. Esther continuó moviéndose despacio, sus piernas recorrían el suelo como si se deslizaran en un equilibrio constante con su respiración y sus brazos que describían movimientos armoniosos. Tan absorta estaba que no escuchó a Laura cuando salió a buscarlas.
-         Ah, estáis aquí -dijo tranquilizándose-.
-         ¿Qué está haciendo? -le preguntó Maca por lo bajo, pues no quería que Esther se interrumpiera-.
-         Tai-Chi Chuan -le contestó Laura-.
-         ¿Eso no es una especie de gimnasia china? -le preguntó Maca recordando que en un gimnasio de su zona lo impartían-.
-         Así es cómo se vende en el mundo occidental, pero en realidad es un arte marcial que significa algo así como “sistema de lucha del principio fundamental”. Esther lo aprendió cuando estuvo destinada en oriente cuatro años, y ves lo que hace ahora... -le indicó Laura y Maca prestó mayor atención-. Está tratando de canalizar su energía en el torso, lo que la ayudará a recuperar su lesión.

Maca no dijo nada, simplemente no pudo apartar los ojos de ella mientras una vez más la imagen que tenía de Esther se desfiguraba. Viéndola envuelta en un pantalón bombacho de lino negro, y con aquella camiseta de algodón de tirantes remarcando la firmeza de su torso, se alejaba demasiado de la abogado de traje planchado y entallado con la que se habían presentado. Los ojos de Esther permanecieron cerrados, Maca pudo respirar la tranquilidad que había en sus facciones. Como en un zoom, pudo detectar cómo las comisuras de los labios de Esther sonreían aunque no se viera a simple vista. ¡Estaba feliz!, y Maca se contagió de su armonía casi al instante. La suave brisa sopló y los trazos de cabello que se escapaban de la coleta de Esther se despejaron de su cara. Los labios de Esther se entreabrieron aspirando el aire y entonces Maca tuvo demasiado. Sintió un golpe directo, como si una onda expansiva fuera enviada del cuerpo de Esther al suyo, sus ojos se encontraron y en una milésima de segundo Maca recordó el sabor de aquella boca que ahora sonreía abiertamente y el calor de aquel cuerpo vigoroso contra el suyo en su despacho. Casi se escuchó jadear y de un salto, como si un hierro a fuego vivo se estampara contra su piel, se puso en pie y se metió en la casa, demasiado asustada, demasiado alterada como para racionalizar qué había sucedido.

61

-         ¿Has visto el yogur líquido de plátano? -preguntó Eva cuando Maca pasó por la cocina-.

Pero Maca ni siquiera contestó y se fue directa hacia el baño. Eva la siguió con una mirada interrogante, “¿qué mosca le ha picado ahora?”, se preguntó, pero siguió buscando en la nevera el yogur.

Maca entró en el baño y atrancó la puerta dejando caer la espalda contra ella mientras sus pensamientos la azoraban.

“¿Qué coño ha sido eso...? ¿qué coño ha sido eso...?”, la pregunta se repetía en su cabeza mientras su respiración luchaba por volver a la normalidad. Alcanzó nerviosa la pila del lavamanos y abrió el grifo, cogió agua y se la llevó a la cara. Algo más aliviada por el frescor del agua alzó la mirada y se encontró con su imagen en el espejo.

-         Vale, Maca... tranquila, esto no es lo que parece -se dijo a sí misma mirándose de frente-.

Pero aún pasaban por su cabeza imágenes sobre el beso de Esther y un mordisco en el estómago acudía como testigo haciéndole más duro el camino hacia la razón.

-         Esto te pasa por meterte en la “casa de Safo” con la monotemática de Eva, que está más caliente que la madre que la parió joder. ¿Por qué coño me meto yo en estas movidas? ¿por qué?... -Maca cogió aire, tratando de controlar su ataque de histeria-. ¡No, ya está... no pasa nada! -pero el temblor de sus manos no decía lo mismo, y su histeria no se aplacaba- ¡Estás salida! Reconócelo Maca... estás salida perdida, y como aquí no hay nadie más a quien echarle el guante, pues vas tú y te enganchas a las fantasías sexuales con ella otra vez... ¡Joderrr, estupendo! Pues ya lo último que me faltaba, ponerme a fantasear con la única persona con la que puedo hablar de algo decente en la casa, genial... ¡Muy bien Maca! ¡Tú a lo tuyo! ¡complicándote un poquito más la vida, hija, di que sí! ¡ME CAGO EN LA PUTA!

Sin darse cuenta, Maca gritó aquella última frase pues estaba fuera de sí. Eva alzó la vista definitivamente de la nevera y fue a buscarla para saber qué pasaba. Dio un par de golpes en la puerta.

-         ¿QUÉEE?!!! -rugió Maca desde el otro lado-.
-         ¿Va todo bien? -preguntó Eva con el entrecejo fruncido, ya preocupada-.

Una risa cínica se escuchó del otro lado y luego un... “cojonudo, no te jodee....” pero Maca no parecía estar intercambiando una conversación con ella.

-         Maca abre la puerta -le ordenó Eva ya algo “mosca”-.

Pero Maca no abrió, Eva volvió a insistir y entonces Maca descorrió el seguro y salió del baño.

-         ¡¿QUE PASA?!! -le preguntó con rabia-.

Eva se la quedó mirando... “uy, uy, uy... que aquí pasa algo” se dijo, pues cuando Maca se salía de sus casillas siempre era por algo.

-         Eso quiero saber yo, ¿qué coño te pasa? -le preguntó Eva sin achicarse-.
-         ¡¡¿Que qué coño me pasa?... ¿Que qué coño me pasa.... ?!! - le respondió Maca aún lanzada-.
-         ¡Sí! ¿qué te pasa?? -la encaró Eva cruzándose de brazos frente a ella a la espera de lo que tuviera que decir-.

Maca estaba dispuesta a rugir como una leona, a lanzarla a los cocodrilos diciéndole que ella tenía la culpa por llenarle la cabeza de pájaros y andarse dando el lote con Laura todo el día delante de sus narices. Sentía la necesidad de hacer responsable a alguien, de quitarse aquel nudo del estómago a cualquier precio, pero se paró en seco tras ver los ojos más que retadores, preocupados de Eva, que sinceramente querían saber qué había pasado para que se pusiera así. Maca pensó inmediatamente en lo que había ocurrido, no podía decirle a Eva lo que estaba pasando por su cabeza aquello sólo hallaría dos vías, una que Eva chasqueara la lengua con un “te lo dije... estás loquita por ella” y entonces Maca se le tiraría al cuello y le daría tal paliza que iba a hacer falta que la sacaran de encima suyo para separarlas... y dos, que se le iluminara la cara y callara, volviendo a hacer ese juego celestino de miradas cada vez que Esther y ella hablaran en el futuro, recordándole incansablemente aunque en silencio, lo que esa misma tarde le hubiera dicho.
-         Nada, es que al final no he comprado los tampax y creo que me va a bajar la regla -dijo Maca cambiando su cara de ira de hacía unos segundos por la de resignación más absoluta-.
-         Oh... -Eva no supo que decir, los ojos se le abrieron por la sorpresa-. No pasa nada, yo tengo.
-         Genial entonces -fue lo único que se le ocurrió decir a  Maca y esquivándola salió del baño para evitar que el interrogatorio se prolongara-.
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-         ¿Cómo ha ido? -le preguntó Esther a Laura en cuanto se quedaron a solas-.
-         Bien, aún no se han movido. Por lo visto les ha caído una buena por dejarnos escapar delante de sus narices, y ahora están un poco atados de manos disputándose la pelota, el equipo de Sara quiere hacerse cargo del dispositivo de nuestra búsqueda, mientras que los altos mandos del comité opinan que hemos pasado a ser de su competencia. Así que siguen con el seguimiento y las escuchas de los implicados.
-         ¿Pedro Wilson? ¿Cruz? -preguntó brevemente Esther asimilando la información-.
-         Bien, bien... no hay de que preocuparse. Les han sometido a interrogatorio claro, pero como tú dijiste, el que hiciéramos la huída mientras los miembros del comité estaban presentes en la discusión de Pedro y Cruz con los abogados, les hace creer más fielmente en que no sabían nada.
- Es un alivio -respiró Esther y luego con cierta duda y desgana añadió- ¿Y Fernando?
-         Por lo que dicen los informes, no se separa de Pedro. Se ha instalado en la casa a la espera de noticias. Lleva tres interrogatorios, pero evidentemente no tiene nada que decir sobre el paradero de Maca. Creo que darse cuenta de que ha sido el último en enterarse de lo que estaba pasando con ella, se lo está haciendo pasar bastante mal -reconoció Laura con una mueca-.
-         Sí, me lo imagino -dijo Esther y guardó silencio-.

Laura la observó. Algo en su instinto ya le había dado indicios de que la relación de Esther con Maca era atípica a lo que antes hubiera visto, pero aún así le costó creer a Eva cuando le contó que la comandante había besado a su amiga y que se había separado del caso porque se veía implicada emocionalmente con ella. Le costaba imaginar una pérdida de control por su parte.... ¿pero acaso no existía también aquel rumor de que Esther había abandonado el ejército con un detonador parecido? Laura nunca se había atrevido a preguntarle cuál había sido la gota que había colmado aquel vaso de infracciones que ya no podía pasar por alto, pero viendo a aquella Esther más humana y terrenal, no se le hacía tan difícil imaginar su dolor ni su reacción ante una traición como la que se rumoreaba.

-         He imprimido unos email para ellas, quiero que los metas en un sobre y finjamos que los has recogido en correos. Ah, no olvides disimular tu letra, a estas alturas de tu relación con Eva no quiero arriesgarme a que ya conozca tu caligrafía -le dijo Esther sacándola de sus pensamientos-.
-         Sí, no te preocupes -le aseguró-. Lo que no entiendo mucho es por qué les tenemos que ocultar que disponemos de ese equipo.
-         Confío en Maca, pero no en su naturaleza. A veces puede ser como una bomba de relojería y no es capaz de darse cuenta hasta que no estalla y ya es demasiado tarde -Esther suspiró llegado a aquel punto, tampoco le hacía mucha gracia mantenerlas apartadas de aquello, pero sabía que no podía arriesgarse-. Simplemente no quiero tentar a alguien con su talento sabiendo que tiene a su alcance una máquina cómo ésta, tampoco sabemos cuánto tiempo estaremos aquí, ni el peso que los días de incomunicación pueden provocar en ella.
-- ¿Eva no te preocupa en ese sentido? -la interrumpió Laura con aquella duda-.
-         Eva te tiene a ti -le dijo como si fuera evidente que por ese hecho ya existía una diferencia abismal entre las reacciones de ambas amigas-. Soportará mejor el encierro, porque te tiene a ti para compartirlo y además, vela por la seguridad de su amiga.  Maca está encerrada lejos de la gente que quiere, la que la mantiene cuerda es Eva, pero aún así... es demasiado independiente, así que no sé cuánto soportará esta situación antes de empezar a desmoronarse. Es mejor que no le demos herramientas para librar la batalla por su cuenta. No esta vez, ¿de acuerdo?
-         Sí, queda claro -contestó Laura-.

Ambas se miraron asintiendo, y emprendieron el regreso a la casa.

Continuará...

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