miércoles, 19 de junio de 2013

De Blanco y Negro a Color - 64 y 65 -




La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.



64

“¿Estoy coqueteando? ... ¡Estoy coqueteando con ellaaa! ¡Diosssss.... ¿qué coño estoy haciendo?”, iba diciéndose Maca mientras se apresuraba a entrar en la casa con la cara descompuesta tras darse cuenta de lo que acababa de decirle a Esther.

Abrió la nevera y sacó una botella de agua fría... “Estoy maalll... muy mal... ¿me habrá entendido? .. ¡no! ¡no creo... no me entiendo ni yo!.. Ay Dios.... ¿porque tengo tanto calor?... Porque está buena... ¡Mierda! ¿cómo es que pienso que está buena?... Joderrrr... joder... joderrrrr.... ¡a qué acabo liándolaaa!”

-         ¿Has terminado? -la interrumpió la voz de Esther-.

Maca la miró aún con la sorpresa que le suponía tener aquellos sentimientos encontrados con  aquella mujer reflejada en sus ojos.

-         El agua... ¿me das un poco? -le aclaró Esther con calma esperando su respuesta mientras una media sonrisa bailaba en sus ojos-.

Entonces Maca se miró la mano que sostenía el agua y cayó en la cuenta de que se estaba pasando la botella fría por el escote para refrescarse. Inmediatamente la apartó tendiéndosela a Esther mientras su rostro empezaba a encenderse por el rubor.

-         Ya he terminado -dijo nerviosa-. Hace demasiado calor.

Maca trató de salir de allí. Cada palabra que añadía la acercaba más al abismo, Esther trató de liberarla apartándose de su camino, pero cada vez que elegía un lado, Maca elegía el mismo y acabaron en un baile de encontronazos.

-         jajaja... vale, espera -se rió finalmente Esther y la detuvo para deshacer aquel caos de esquivos cogiéndola por los hombros-.

Maca la miró desesperada, la risa de Esther se desvaneció bajo aquel rostro. Maca tenía las mejillas sonrojadas, la mirada brillante y oscura, y el rostro devorado por el bochorno, la desesperación y... ¿el deseo? Esther dejó caer sus manos por los brazos de Maca sin esperar que el gesto se convirtiera en una caricia, pero al notar la piel de Maca erizarse se le aceleró el corazón por lo que estaba haciendo. Maca agachó la mirada conteniendo el aliento, y Esther se sintió atraída como un imán ante sus respuestas. Sin querer dio un paso hacia a ella, la escuchó respirar con demasiado esfuerzo...

-         Maca... -la voz de Esther fue casi un susurro, un jadeo...-

Maca no se atrevía a mirar, su cuerpo se había transformado en un manojo de nervios extraño que la mantenía rígida e inestable. Escuchó a Esther también conteniendo la respiración cuando se aventuró a dar un paso más. Lentamente alzó la mirada hasta alcanzar la suya. Sus labios se entreabrieron a la vez, en un intento de respiración bajo el calor que se produjo entre las dos.

-         Buenossss diasssssssssssssssssssssssssss..... ¿no hace un díaaaaa estu.... -Eva se las quedó mirando en conjunto, y en cuanto ambas se separaron como si les hubiera dado un calambrazo poniéndose cada una lejos de la otra, las observó por separado- ... pendo??

Maca escondió la cara simulando buscar en el armario algo de comer, si hablaba ahora y le fallaba la voz, no podría esconder la verdad a Eva. “¿Pero de qué coño verdad estás hablando?“, se dijo a sí misma, aunque su cuerpo le respondió inmediatamente dejando a su cabeza fuera de combate.

-         Sí, hace un día estupendo, pero se os han pegado las sábana, ¿eh? -fue Esther la que le contestó, tratando de llamar su atención, pues Eva se había quedado fija en Maca y seguía analizando su comportamiento-.
-         Mmm... un poco... -le contestó Eva encogiéndose de hombros-, pero es que se está que te cagas en la cama, ¿o no?
-         jajajaja.... eso parecía por lo que se escuchaba en la casa -le contestó Esther atrayendo ya por entero la atención de Eva-.
-         ¿No jodas que...?..... -Eva se puso roja-.
-         Sepp.... se escucha todo ... jajajaj... -decidió atormentarla Esther, al menos aquello distraería el remolino que sentía en mitad del estómago. Se obligó a no buscar a Maca por el rabillo del ojo, y centrarse sólo en Eva-.
-         Ostras.... jajajaja... que vergüenza.... jajajaj... -dijo Eva riéndose, pues ya a lo hecho pecho-.
-         Bueno, parece que el día empieza con buen humor. ¿De qué os reís? -les preguntó Laura que entraba en aquel momento en la cocina-.

Eva se puso a su lado y le rodeó la cintura con el brazo.

-         Mejor que no lo sepas cariño -le dijo palmeándole la tripa cariñosamente-.

Laura la miró con el desconcierto plasmado en el rostro. Esther y Eva se miraron y se echaron a reír ya que se imaginaban como reaccionaría Laura si supiera que se les oía cuando hacían el amor. Maca sin embargo, ya no estaba allí, permanecía atrapada en aquel mar de dudas y desconcierto que se abría ante sí, mientras trataba de escapar mirando a través de la ventana.
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Fue después de comer cuando Laura apareció con los sobres que Esther le había encargado el día anterior.

-         Esto es para vosotras, llegó dentro de uno de los correos de ayer, por eso no os los he dado antes -les explicó Laura con naturalidad-.
-         ¡¡¡¿Para mí?!!!... ¿qué es? -se entusiasmó Eva en cuanto tuvo el suyo en las manos-.

Esther estaba fregando los platos, pero se dio la vuelta para ver sus reacciones. Esperaba que aquello las animara un poco, que no les hiciera sentirse tan apartadas de su mundo.

-         ¡Mis emails! ¡Qué guay! Mira Maca, de Bea... -Eva reaccionó mejor de lo que Esther esperaba. Se le veía encantada de tener noticias del exterior-.

Sin embargo la reacción de Maca fue completamente distinta.

-         ¿Qué es esto? -preguntó con la voz neutra y contenida-.
-         Son vuestros emails -les contestó Laura-.
-         Eso ya lo veo. ¿Quién los ha enviado? ¿Cómo los habéis conseguido? -preguntó, y evitando a Laura deliberadamente, se giró en la silla para mirar directamente a Esther-. ¿Esther?

Laura buscó la mirada de su comandante. Esther dejó de secarse las manos en cuanto captó la mirada sombría de Maca, hizo un gesto a Laura con la cabeza para señalarle que ella se encargaba del tema, luego contestó a Maca.

-         Ya sabes que tengo a parte de mi equipo controlando la situación en España, eso incluye la seguridad de los tuyos, pero también filtrar los canales de comunicación que puedan afectarnos a nosotras aquí -le dijo Esther-.

Maca no dijo nada durante unos instantes. Esther permaneció alerta, su instinto le decía que no había terminado. De pronto Maca se puso de pie, cogió el sobre aún sin abrir y con rabia lo rompió por la mitad, estampándolo después contra la mesa.

-         No quiero que vuelvan a enviarme los emails, los leeré cuando regrese. Así que dile a tu equipo que deje de fisgonear en mis cosas, ya no es necesario que filtren nada, porque no hay nada que entregarme, ¿estamos? -rugió Maca encarándola-.

Esther le mantuvo la mirada sin ponerse a la defensiva, pues sabía que eso sólo incrementaría la ira y la impotencia que Maca ya de por sí sentía. Una vez más, se había equivocado en su reacción.

-         Sí, así se hará si es lo que quieres -le aseguró Esther-.

Y Maca no pudo seguir peleando, por lo que salió de la habitación. Laura miró a Esther que de pronto se entristeció, luego miró a Eva que no había sido ajena a lo sucedido. Eva le cogió la mano a Laura y le hizo un gesto para que se fuera.

-         Bueno, voy a dar la ronda. Luego os veo -dijo Laura marchándose-.

Eva le dio un beso, y luego se incorporó, pues Esther se había puesto de nuevo a fregar para ocultar su frustración.

-         No se lo tengas en cuenta, ¿sabes? Para ella es bastante complicado todo esto. Maca tiene un concepto muy especial en lo que concierne a su intimidad -le dijo Eva en un intento de aproximarlas-.
-         Lo sé -dijo Esther-.
-         No, creo que aún no lo sabes -le discutió Eva-. Maca no ha sido siempre la persona que tú has conocido. Para nosotras las cosas no siempre fueron fáciles -Esther se giró a mirarla pues no la entendía, Eva sonrió-. Ser un cerebrito en la adolescencia, es más que ser un bicho raro. Te lo hacen pasar bastante mal en el instituto. Como ya sabrás Maca y yo nos conocemos desde crías, pero la realidad es que tuvimos que ir a institutos distintos y para Maca fue bastante más duro que para mí. Ella siempre ha sobresalido del resto, así que se cebaron con ella. Le robaban libretas, exponían en publico sus cosas simplemente para burlarse de sus rarezas... ya sabes, ese tipo de cosas. Le hicieron bastantes perrerías y ella era bastante retraída por aquel entonces. ¿Cuesta creerlo, eh? -hizo un alto Eva con una sonrisa-.
- La verdad es que sí -contestó Esther-.
-         Pues lo era. Era bastante niña en realidad, pero siempre fue tan orgullosa como ahora, así que jamás dejó que nadie viera lo que le ocurría, y se oponía a pedir ayuda. Ella y yo nos veíamos cada dos fines de semana, porque por aquel entonces mis padres estaban trabajando fuera pero volvíamos para ver a la familia y aprovechaba para darle apoyo y algunos consejos de como encarar a esa sarta de gilipollas...jajaja.. supongo que me llegó la vena peleona antes que a ella. ¡Quién lo diría! -Eva se rió recordando el pasado-. De todos modos todo terminó cuando fuimos a la universidad, aquello era otro mundo y nuestro momento, aunque tengo que decir que Maca llegó muy cambiada. Era más retraída, más fría y selectiva. Me costó mucho volver a sacarla de aquella cueva en la que se había metido, todavía hoy me doy cuenta a veces, como ahora, del daño que aquella etapa unida a su personalidad le causó. Nunca llega a mostrarse del todo, hay una parte de ella que nunca comparte, ni siquiera con quienes quiere.
-         Pero contigo parece no tener ese problema -le dijo Esther que estaba muy atenta a aquella parte de la vida de Maca que Eva se esforzaba en mostrarle por alguna extraña razón-.
-         Jajaja... que más quisiera -rió Eva, pero esta vez más con nerviosismo y tristeza, que otra cosa-. Lo único que yo he aprendido es a respetar un poco sus tiempos, y eso me ha brindado la posibilidad de entrar por una rendija de su mundo, pero sólo cuando ella quiere.
-         Entiendo -le dijo Esther-.
-         Con la muerte de su madre la cosa se complicó bastante, pero aún tengo esperanzas… -dijo Eva y se quedó a mitad de lo que iba a decir-.
-         ¿Esperanzas? -le preguntó Esther animándola a continuar-.
-         Esperanzas de que encuentre a la persona que la saque al exterior y le permita vivir de verdad -contestó Eva y luego la miró con intensidad-. Necesita a su igual, pero más fuerte, con menos miedos y que sí sepa lo que es entregarse a alguien.
-         Ya tiene a Fernando -dijo Esther a modo defensivo, aunque sabía que Eva no se estaba refiriendo a él, pero el peso que estaba dejando sobre sus hombros de pronto le pareció excesivo-.

Eva le sonrió, luego le apretó el hombro con la mano.

-         Lo sé, pero no es a quien ella necesita, ni con quien llegará a ser plenamente feliz.

Esther la siguió con la vista mientras Eva se marchaba sin más por la puerta dejándola consumida por la última revelación que acababa de hacerle. “Necesita a su igual...” Esther no pudo evitar que por su cabeza pasaran imágenes de la singular conexión que creaban ambas cuando trabajaban en armonía, las noches de laboratorio, como sus mentes se fusionaban sin más, sin cansarse ni perecer ante nuevos retos. Por un momento la línea que trazaban sus vidas pasó ante ella. ¿Acaso eran tan distintas? Ambas eran dos superdotadas en sus propios terrenos, ambas habían sido solitarias, introspectivas. Mientras ella había aprendido a canalizar su ira, su rabia y ese huracán que la devastaba con disciplina y autocontrol muy duro, Maca la volcaba en su creatividad y una férrima lucha por mantenerse fiel a ella misma.... “más fuerte, con menos miedos y que sí sepa lo que es entregarse a alguien”... ¿era así como la veía Eva? ¿fuerte, sin miedos.... capaz de entregarse a alguien con todos los abismos que aquello exigía?. Esther tuvo que sentarse, pues ella no se sentía fuerte ante la idea de perder a Maca, los miedos la consumían imaginando que se la quitaban de las manos pese a sus esfuerzos. ¿Podría entregarse a ella, tal y como Eva parecía estar segura de que era capaz? Se le paralizó el corazón en mitad del pecho al darse cuenta de que sí. Ya se sentía en cierta forma suya, y su fuero interno le gritaba que jamás podría entregarse a nadie como estaba dispuesta a hacerlo con aquella “niña” taciturna que encolerizaba tan rápido como un chasquido y era capaz de convertirse en un sólo instante en un ser vulnerable, amable y dulce.
......
65

Pasaron los días y para alivio de Esther, los enfados de Maca se iban tan pronto como venían, así que no tardaron mucho en volver a congeniar. Esther no podía evitar la necesidad de tenerla cerca, y Maca, en un intento de descargar tensiones, había pedido a Esther entrenar con ella. Así que contra todo pronóstico, volvieron a pasar más tiempo juntas. Salían a correr por la mañana, hacían taichí por la tarde y disfrutaban de la lectura y del ajedrez en los momentos más sosegados.  Eva las contemplaba en la distancia, esperanzada en que la charla con Esther diera sus frutos. En varias ocasiones había pensado tantear de nuevo el terreno con Maca, pero en el fondo sabía que era cuestión de tiempo que Maca se formulara las preguntas y sus aplastantes respuestas, así que desistió de añadir presión al asunto.
Aquella mañana decidieron ir todas al pueblo tras dos semanas de encierro. Mientras Esther y Laura gestionaban los asuntos de correos y de víveres, Eva y Maca se perdieron por el centro. Fue aprovechando aquel momento, cuando Eva no pudo aguantar más.

-         ¿Cuándo me lo piensas contar? -le preguntó Eva a bocajarro-.
-         ¿Contar el qué? -se extrañó Maca de la pregunta-.
-         Lo de Esther -le dijo Eva poniendo los ojos en blanco, como si fuera más que evidente-.
-         No hay nada que contar sobre Esther -le dijo Maca encogiéndose de hombros-.
-         Venga Maca, que te he visto poner “los ojitos” -le azoró ella-.
-         jajaja... ¿Los ojitos? ¿Qué coño es eso? -se rió Maca por la cara que había puesto Eva-.
-         Cuando coqueteas con alguien siempre pones esos ojos -le dijo Eva y la imitó-.

Maca frunció el ceño.

-         ¿Insinúas que coqueteo con Esther? -le preguntó-.
-         No lo insinúo, lo haces... de eso no tengo dudas, te conozco demasiado -le dijo Eva sin más, no quería pelear con ella, pero estaba dispuesta a empujarla hacia la puerta que ella parecía no decidirse a cruzar-. Venga, déjate de joder. ¿Qué pasa con Esther? ¿te gusta?
-         No es así de simple Eva -se puso seria Maca de pronto-.

“Ohhh.... se lo está planteando, esto promete”, pensó Eva sin perder de vista su meta.

-         ¿Qué no es tan simple? -le preguntó Eva, si conseguía que Maca pusiera palabras a lo que estaba viviendo en silencio, tendrían una oportunidad de sacarlo fuera-.
-         Sé lo que intentas Eva, yo también te conozco -le devolvió la pelota Maca-.
-         Sólo quiero saber qué pasa con vosotras. Últimamente os pasáis todo el día juntas, y tú sabes que ella está por ti. No juegues con ella Maca -le soltó Eva de pronto-.

A Maca aquello la hirió.

-         ¡No pretendo jugar con ella! -le dijo enojada -
-         ¿Entonces? ¿por qué le estás dando cancha? He visto como te mira cuando se cree a salvo de miradas. Para ella no eres un capricho, lo pasa mal, lo va a pasar mal, Maca -le dijo Eva-.
-         Ya lo sé... -murmuró Maca para sí mientras apartaba la mirada de Eva-.
-         ¿Qué has dicho? -le preguntó Eva que no la había oído-.

Maca dejó escapar un suspiro, luego se giró para encarar a Eva mientras se cruzaba de brazos y se recostaba contra la fachada de un edificio.

-         He dicho que ya lo sé, pero no creas que yo lo estoy pasando mejor. Estoy hecha un lío, Eva -le dijo Maca al fin-.

Eva se quedó con la boca abierta. ¿Era posible que estuviera reconociendo que sentía algo por Esther? Eva no esperaba que fuera a ser tan fácil.

-         Ahh... ¡te gusta! - acertó a decir Eva casi sin aliento-.

Maca puso los ojos en blanco, con ella siempre era o blanco o negro. Siempre se olvidaba de los matices.

-         Dímelo.... Esther, te gusta ¿no? -insistió Eva que no podía evitar sonreír ante la idea-.

Maca esbozó una sonrisa tímida, una sonrisa que Eva jamás le había visto, dulce y serena.

-         ¡Dios míoooooooo! ¡Estás loca por ellaaaaa! Lo sabía.... sabíaaa que lo vuestro no era normal... -empezó a dar saltos de alegría Eva con la noticia-.
-         Ya vale Eva, nos están mirando -la refrenó Maca-.
-         Vale, vale... pero cuéntamelo todo... ¿desde cuándo lo sabes? ¿cómo ha pasado? Y lo más importante... ¿a qué coño estás esperando para lanzarte? -Eva no podía dejar de balbucear, estaba súper nerviosa-.
- jajajaj.. ¿Eva? -Maca no podía controlarla-.
-         Vale, vale.... de una en una.... joder, es que estoy nerviosa y todo. A ver, ¿desde cuándo lo sabes? -trató de serenarse Eva, y la cogió del brazo para arrastrarla a un sito a parte mientras seguía interrogándola-.
-         Supongo que fue cuándo nos besamos, no estoy muy segura -dijo Maca encogiéndose de hombros-.
-         Espera, espera... ¿cuándo os besasteis? Creí que te había besado ella por sorpresa -la interrumpió Eva-.
-         Bueno empezó así, lo que no te conté es que le correspondí -Maca sonrió traviesamente mientras Eva abría los ojos como platos-. Luego me asusté de lo que sentí, de pronto me enfurecí, y terminé por pegarle la bofetada para apartarla de mí -Maca arrugó la nariz ante aquel recuerdo-. ¿Qué cagada, no?
-         Del todo -contestó Eva-. Desde luego no te imaginaba tan retraída, siempre te has lanzado a todo. En la facultad no tenías tantos miramientos, te gustaban y te lanzabas, y punto y pelota. Menudas broncas hemos tenido precisamente por eso.
-         Estás mezclando cosas Eva, esto no tiene nada que ver -le dijo Maca poniéndose de nuevo seria-.
-         ¿Por qué? -quiso saber Eva-.
-         Por que sí... eso eran chiquilladas, sin compromisos, sin ataduras... nada que entregar ni nada que recibir salvo el momento, salvo lo físico, salvo lo que siempre he sido capaz de dar de mí. No me preocupaba por el mañana pero.... -Maca se detuvo, estaba hablando demasiado-.
-         Pero Esther si te preocupa. Con ella piensas en el mañana.... ¡piensas en el mañana! ¡Qué fuerte! -Eva se tapó la boca, ¿en serio Maca había llegado ya a aquel punto con respecto a lo que sentía por Esther? Había demorado aquel interrogatorio con su amiga, con la sensación de que se estamparía contra un muro, que Maca aun no estaría preparada para pensar en unos sentimientos tan profundos como los que sin duda ya se había planteado. Se había imaginado a Maca luchando contra la barrera de lanzarse a los brazos de una mujer, pero Maca la había sorprendido... como siempre. Que Esther fuera una mujer no tenía nada que ver para ella-. ¡Tienes que decírselo!
-         ¡No puedo! -negó Maca con la cabeza-.
-         ¿Es por Fernando? -le preguntó Eva cayendo en la cuenta-.
-         No, no es por él -le dijo Maca y en su rostro se dibujó la culpabilidad pero también lo inevitable-. Admitámoslo, él siempre ha querido de mí algo que yo no puedo darle. Lo quiero, a mi manera, lo quiero... pero...
-         Lo sé -le dijo Eva apoyando una de sus manos en su hombro para reconfortarla-.
-         Tenerlo a mi lado cuando murió mamá fue... fue un salvavidas -suspiró Maca, se sentía culpable, cómo si lo hubiera utilizado a pesar de que jamás se había dado cuenta de ello antes-. Era tan fácil, con él siempre todo ha sido tan fácil. A pesar de querer más, nunca me lo ha pedido, ha respetado mi espacio y mis manías sin reproches, pero sé que nunca ha sido suficiente para él y yo no he podido... simplemente no puedo incluirlo.
-         ¿Y crees que a Esther si podrás? -la pregunta surgió de Eva sin más-.

Maca la miró a los ojos, algo en su mirada se iluminó con esperanza.

-         No lo sé, pero... Es difícil de explicar, pero ya la siento cerca de mí -reconoció Maca con miedo y alegría entremezcladas-. ¿Crees que soy una mala persona por darle más a ella de lo que he sido capaz de brindarle a él?
-         No, no lo creo -le dijo Eva y la abrazó-.
-         ¡Estoy hecha un lío! -susurró Maca-.
-         Pues yo creo que lo tienes más claro que nunca, sólo que tienes miedo -le corrigió dulcemente Eva y la apartó cogiéndola de los hombros para mirarla-. ¡Tienes que decírselo!
-         No Eva, no puedo....
-         ¿Pero por qué no? -Eva no entendía a que venía tanto miedo, Maca parecía haber admitido ya lo más difícil-.
-         Porque estamos hablando de Esther, no de una adolescente ni de alguien cualquiera. ¿Cómo voy a entrarle a una mujer como ella? ¿y qué pasa si luego... si luego no funciona? ¿Qué hago yo con eso? ¡No tengo ni puta idea de como enfrentarme a esto! ¡Estoy aterrada! Y sé que cuando crucemos la línea no habrá vuelta atrás, y para colmo, ahora estamos aquí encerradas, en medio de ninguna parte. Si todo va bien, supongo que será estupendo, pero si no... -a Maca le dio un escalofrío sólo de pensarlo-. ¡No puedo hacerlo! ¡No sé cómo reaccionaré! Cuando estoy con ella siento que no me conozco en absoluto, no quiero hacerle daño y sé que se lo haría.
-         Vale, vale..... tranquilízate -la volvió a abrazar Eva, viendo la angustia que Maca iba almacenando-. No hay prisa. Algo se nos ocurrirá, no importa.
-         Eva, no quiero hacerlo -le repitió Maca para que no hubiera duda de su decisión-.
-         Está bien -aceptó Eva acariciándole la cara-. Pero te estás perdiendo lo mejor.
-         Es posible....
-         ¡NO! ¡Es seguro!  -le dijo Eva esta vez más sincera mientras clavaba su mirada en la de Maca para que no huyera-.

....

Continuará...

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