domingo, 16 de junio de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 100-




“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.


Amsterdam.

El mundo quedó detenido en un segundo. La música fue sustituida por el latido enorme de sus corazones, y el calor nervioso y voraz que empezó a emanar de sus cuerpos al sentirse pegadas la una contra la otra. El cuerpo de Esther tembló, asustado por la situación y aquel deseo punzante que trepaba sin control contra toda su voluntad. “Dios mío, no… tengo que salir de aquí, tengo que salir de aquí”, se reveló Esther que trató de liberarse de la sábana y empezó a moverse desesperada. Alex sintió su desasosiego y se sintió ofendida, si Esther no quería estar pegada a ella, tampoco la obligaría, así que comenzó también a tratar de liberarse de aquel estúpido lazo impuesto. Pero sus actos hicieron el efecto contrario, las enredaron aún más la una junto a la otra, y ambas estuvieron a punto de caer al suelo.

-       Esther, por favor, deja de moverte. Sé que no quieres estar conmigo, pero nos vamos a caer al suelo ante toda esta gente –le dijo Alex en un intento de ser coherentes-. Acabará rápido, te lo prometo.

Las palabras de Alex la detuvieron en el acto, aunque su interior se revolvía frenético como si estuviera corriendo. Aquello no estaba bien, lo que sentía por ella no estaba bien, ni tampoco aquellos agujeros que el distanciamiento entre Esther y Maca había creado en el transcurso del tiempo y por los que Alex se había colado sin previo aviso.

-       Quiero que pare… por favor, quiero mi vida de antes. No quiero ser esta persona, Alex… no puedo, por favor, no puedo… –suplicó Esther completamente vencida y angustiada, a punto del llanto-.

Alex tembló, rota por verla así de pronto. Había tardado en querer verlo, pero ahora sabía que la lucha que Esther estaba librando consigo misma, era tan fuerte y devastadora como la que ella misma vivía por Esther desde hacía mucho tiempo. Movió sus brazos una vez más haciendo espacio en la tela para rodearle la cintura y abrazarla. Esther la miró a los ojos sorprendida y aterrada al sentir sobre su cuerpo el calor de sus brazos.

-       Todo va a ir bien, tranquila –le susurró Alex serena y le regaló una dulce sonrisa ante la que el corazón de Esther se rindió, quería creerla-. No pasa nada, saldremos de esta, no pasará nada.

Y los labios de Alex le dejaron un beso suave en la frente que hizo que Esther cerrara los ojos y se entregara agotada. Alex notó como la cabeza de Esther por fin descansaba sobre su clavícula, sin lucha, y acarició su frente con la mejilla mientras permanecían por fin inertes. El olor a jabón y bodymilk de mora de Alex, permanecería para siempre en el recuerdo de Esther junto a aquel instante.

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Madrid.

Verónica terminó de ver la película sola, pues Maca tras la cena no duró ni media hora despierta en el sofá. Verónica apagó la tele y se sentó en la mesa de centro para contemplarla un momento antes de llevársela a la cama. Si algo le había reportado su enfermedad era aprender a ver a su alrededor las pequeñas cosas que antes ni siquiera miraba. Maca era una de esas cosas, durante años pasaron horas y horas de escapadas de cama sin complejos ni ataduras, sin preguntarse nunca más de la cuenta, sin cuestionarse el porqué de lo que hacían. Verónica se daba cuenta ahora de lo extraordinaria que había sido y era su relación con ella. Antes sin embargo la daba por hecho porque nunca había tenido que plantearse las cosas. Con todo el tiempo que habían pasado juntas, Verónica jamás se hubiera esperado que el día a día de Maca fuera tan duro. Sí, habían comentado cosas, pero nunca se la imaginó tan trabajadora ni tan entregada a su carrera, siempre se le había mostrado tan divertida y desinhibida cuando estaban juntas que simplemente no se le ocurrió que existiera aquella Maca formal y algo ermitaña en la que se transformaba en su día cotidiano. Le gustaba también aquella Maca, aunque acabara reventada en el sofá antes de las once de un jueves noche.

-       Desde luego, que poco fondo te veo. Y pensar que me costaba seguirte el ritmo cuando bajabas a Sevilla y nos acostábamos juntas… ¿Cómo coño lo hacías? –pronunció Verónica sus pensamientos, mientras cogía en brazos a Maca para llevársela a la cama. Siempre había podido con ella, y ahora que estaba más flaca se le antojó muy ligera-. ¡Joder, te estás quedando en los huesos! Mañana mismo empiezo a meterte en tapers la comida, nunca me gustó que me clavaras las caderas cuando lo hacíamos… Vas a romper a Esther cuando la envistas, acuérdate de lo que te digo, ella es una endeble comparada conmigo.

La dejó en la cama y la tapó sólo con la sábana. Estaban en Mayo y ya empezaba a hacer un calor notable. Fue al baño, se lavó los dientes y después se metió en la cama con ella. En pocos segundos ya la tenía pegada a su espalda en modo cuchara. Verónica se sonrió por ello, ya se había acostumbrado a las necesidades afectivas de Maca cuando dormía profundamente. Pensó con cierta tristeza que quizá fueran esos momentos lo más duro a lo que renunciar cuando se marchara.

Amsterdam

Finalmente las luces se encendieron y los asistentes empezaron a aplaudir. Alex y Esther se irguieron, y esperaron pacientes a que los bailarines terminaran de saludar y se decidieran a liberar a sus prisioneros, especialmente a ellas. La cosa tardó más de lo esperado, la gente se iba disgregando y el proceso fue lento hasta que les retiraron la sábana que las unía.

-       Vaya, estaba fuerte, espero que no os haya causado ningún daño –les dijo la persona que amablemente las desenrolló-.
-       No tranquila, estamos bien –le contestó Alex por ambas, aunque no estaba muy segura de cómo se encontraba Esther ahora mismo-.
-       Gracias a las dos por participar.
-       De nada, ha sido un espectáculo muy bonito.
-       Gracias. Disfrutar.

La chica las dejó a solas en busca de su siguiente pareja, y Alex tomó aire antes de enfrentarse de nuevo a Esther.

-       Esther… -la llamó suavemente Alex, desde que la luz se había encendido y habían vuelto a mirarse a la cara, parecía de nuevo bastante inquieta-. ¿Estás bien?
-       Creo que debería ir a buscar a Kate –le dijo Esther sin darle respuesta-.
-       Maldita sea, no puedes huir siempre –le espetó en voz baja Alex en un intento de retenerla-.
-       No estoy huyendo sólo… -si lo hacía pero, ¿qué más podía hacer?-.
-       Lo estás haciendo, lo sé, hice lo mismo en su momento, ¿lo recuerdas? –le dijo Alex ignorando lo que decían sus labios en contraposición a sus ojos-.
-       Alex, olvida lo que ha pasado ¿vale?, olvida todo lo que he dicho o lo que dije… Voy a buscar a Kate –le contestó Esther zanjando el tema-.

No podía enfrentarse a ella ahora, simplemente no podía. Todo su cuerpo ardía tras el contacto con Alex, y ya se odiaba demasiado por ello como para ponerse a justificar lo que le parecía injustificable. A Alex le entró el pánico de perderla nuevamente, estaba harta de quedarse quieta, estaba cansada de renunciar a ella. En un impulso la cogió del brazo y tiró de ella hasta volverla a tener en sus brazos. Atrapó su cara con las manos, y sus labios con los labios en contra de su voluntad, y sin embargo, sintió como ambas se reconocían hasta quedar sin aliento. Lo que antes estaba contenido se desbordó haciéndolas gemir a ambas, en una necesidad voraz de pertenencia que apenas las mantenía conscientes de lo que estaban haciendo. De pronto el ruido de cristal cayendo al suelo las hizo separarse sobresaltadas. Giraron la cabeza al unísono y allí estaba Kate con la boca abierta y una sola copa de Champagne en la mano, la otra se le había resbalado y reventado contra el suelo por la sorpresa de verlas enzarzadas en algo más que un simple beso. Esther y Alex se miraron tras verse a través de sus ojos, y se separaron de golpe como si se quemaran.

-       Oh, Madre mía… –pronunció Kate que había ido a por un par de copas para celebrar que se hubieran reconciliado, pues las había visto en el espectáculo y esperaba que hubieran hecho las paces-.
-       Kate, no es…

Kate alzó la mano que le había quedado libre en señal de “stop” frente a Alex.

-       ¡No, mejor no quiero saberlo! –Kate le tendió el Champagne a Alex -. Os dejo, voy a ver si encuentro a alguien para que limpie este estropicio.


Alex y Esther se quedaron muy quietas mientras la veían alejarse. Ambas reponiéndose aún de aquella interrupción tan brusca como necesaria, pues ninguna de las dos tenía la certeza de haber podido detenerse si no fuera por aquel sobresalto. Se miraron, y Alex pudo ver como en los ojos de Esther se vislumbraba la misma tormenta que sentía en los suyos. Aquello que existía entre ellas, fuera lo que fuera, ni por asomo había concluido.

Continuará....

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. jajjaja... manda huevos que me hayas tenido que hacer buscar el significado en San Google!

      ;-)

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    2. Era un post de prueba para saber si tus neuronas están funcionando o se te han clavado por el calor ...porque mira que eres perra si hasta Kate se nos espanto que menudo morreito...ains que envidia y de la insana que tengo!! :p

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