martes, 4 de junio de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 98-




“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.

98

Amsterdam.

-       Esther… Esther, ¡espera! –le gritó por el pasillo Alex por puro instinto-.

Esther sin embargo no aminoró el paso, necesitaba salir de allí, y Alex tuvo que alcanzarla para detenerla.

-       Esther

Su nombre pronunciado en el desaliento de Alex, le hizo cerrar los ojos antes de girarse y responder a su reclamo.

-       Alex, ¿qué quieres? –le preguntó Esther con un tono más cortante del que pretendía. El corazón le golpeaba en el pecho como dos enormes timbales-.

Alex la miró sorprendida y dudosa, ahora que por fin la había detenido, no sabía muy bien qué decirle. Había sentido pánico al verla de nuevo alejarse y simplemente tuvo el impulso de retenerla.

-       Nada, simplemente te he visto marchar así y…. –Alex dudó, se sintió una idiota de repente. Sin embargo, algo la impulsó a intentarlo-. No hay nada entre Meike y yo, sólo quería que lo supieras.

El desconcierto y la emoción timbrearon en los ojos de Esther, que rápidamente los camufló como pudo, y se enfadó consigo misma al percibir el alivio involuntario que las palabras de Alex habían causado en su interior.

-       Alex, no tienes que darme explicaciones. Puedes estar con quien quieras, yo estoy con Maca, y ella conmigo, lo que tú hagas no me incumbe –le soltó Esther rígida y sin contemplaciones, presa de la turbación que sentía-

El dolor, el desconcierto y de pronto la rabia se instauraron en los ojos verdes de Alex, que se intensificaron como nunca frente a los de Esther. Tras el golpe, Alex se repuso.

-       Perfecto, totalmente aclarado –le espetó Alex tajante y dolida antes de abandonarla en mitad del pasillo-.

Esther tardó unos segundos en reaccionar y comprender lo que acababa de hacerle. Su primer impulso fue estirar el brazo y detenerla, pedirle perdón, borrar de su rostro aquella expresión que acababa de partirla en dos, pero no lo hizo... no podía. En su lugar se quedó quieta, temblando mientras la figura de Alex volvía al aula y su corazón la castigaba por dejar que aquello estuviera pasando.

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Alex entró en el aula y dio un portazo tras de sí. Meike aún la esperaba sentada en un pupitre y al verla tan alterada se puso de pie de un salto.

- ¿Qué ha pasado? ¿Estás  bien? -le preguntó de inmediato-.

Alex andaba de un lado para otro como si estuviera enjaulada. Aún no podía creerse lo estúpida que había sido al ir tras Esther, sirviéndole en bandeja que pudiera tratarla como acababa de hacerlo.

- ¡Esto se acabó! -sentenció Alex muy cabreada-. Estoy cansada de ser su amiga, su confidente, su perrito faldero... estoy cansada de ser la niña buena, a la que aporrean, la que siempre está dispuesta a escucharla y acatar sus deseos. ¿Qué pasa con mis deseos? ¿Qué pasa con lo que a mí me ocurre?
- Alex, tranquilizate...
- ¡NO quiero tranquilizarme!, a partir de ahora voy a hacer lo que me venga en gana porque soy una mujer libre y sin compromisos que no le debe cuentas a nadie. Estoy harta de pensar más de la cuenta, de cuestionarme si hago bien, de sentirme culpable por cada jodida cosa que hago o digo cuando estoy cerca de ella. De estar constantemente preocupada.  Renuncio a sentirme como una mierda intentando ser su amiga a cada minuto del día. Ella también me besó. ¡Joder!, que apechugue con ello... -el dolor y la rabia que habían causado las palabras de Esther en Alex, hicieron que finalmente se desbordara tras todo lo vivido-. Si a ella le importa un bledo lo que yo haga, a mí lo que ella quiera me importa dos. ¡A la mierda!

Meike la miró desconcertada recoger sus cosas, nunca la había visto así y tampoco conocía los detalles que habían detonado a aquella Alex, a la que tuvo que seguir a paso ligero para no perderla de vista.

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Esther llegó a casa alterada. Por más que racionalmente se autodefendía, una parte de sí misma la llamaba "traidora" y no la dejaba escapar de aquella reacción visceral que había sentido por Alex al verla con Meike. ¿Por qué le estaba pasando aquello? ¿por qué Alex se había tenido que fijar en ella? ¿por qué tuvo que besarla aquella maldita noche? Esther estaba enfadada consigo misma, pero también con Maca y con Alex. Ser de pronto el vértice de aquel triángulo, la hizo odiarse.

- Esther, Alex...

La voz de Kate la hizo enderezarse y salir de su dormitorio.

- Sí, estoy aquí. Ya has llegado... qué... -Kate salió a su paso muy sonriente-. ¿Pasa algo?
- ¿Qué si pasa algo? ... ¿a qué no sabes quien ha conseguido tres entradas para la inaguración de la galería de arte de Dona Ruper? -Kate estaba exultante, y antes de que Esther contestara, alzó en forma de abanico las tres entradas como respuesta a su pregunta retórica-.
- No puedo creerlo -se contagió de su entusiasmo Esther-.
- Pues créetelo porque esta noche nos vamos de marcha, y con cena incluida -le hizo saber Kate-. ¿Dónde está Alex? ¿todavía no ha llegado?
- No, todavía no.
- Ah, bueno, estará al caer -no le dio importancia Kate-. Me han dicho que habrá un catering con aperitivos interculturales, y actuaciones de improvisación en las salas. ¿No te parece impresionante? Menudo colofón para nuestra andadura en Amsterdam, ¿eh?

Esther no pudo más que asentir y seguir escuchando a Kate, que pletórica como estaba no se dio cuenta de la sombra gris pálido que se le había formado a Esther bajo la mirada.

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Si no fuera porque Kate se había cruzado en el claustro de profesores con ella y le había contado los planes para aquella noche, Alex ni siquiera se hubiera planteado volver a casa. Pero estaba dolida y harta de que la vapulearan, e internamente quería demostrarle a Esther lo que se estaba perdiendo al no escogerla. De ningún modo volvería a dejar que le agacharan la cabeza.

-       ¡Alex!, ¿qué, qué haces aquí? –le preguntó Esther sorprendida al tropezar con ella al salir del aseo-.
-       Vivo aquí –le dijo tajante- ¿Has terminado con el baño?
-       Eh, sí, sí claro –Esther reaccionó dubitativa, ni esperaba encontrársela tan pronto ni que le hablara de aquel modo, aunque sabía que se lo merecía-.

Alex entró en el cubículo en cuanto Esther cruzó la puerta sin prestarle más atención. Esther iba a marcharse, pero algo la detuvo, la disculpa que debía haberle dado antes a Alex y que sus miedos le habían impedido.

-       Alex, yo… -empezó a disculparse Esther pero Alex no la dejó-.
-       Esther tengo que ducharme, Kate llegará en un rato para prepararse –le dijo Alex y de repente se desprendió de su camiseta frente a los ojos perplejos de Esther-. Así que salvo que tengas un interés especial en verme desnuda de nuevo, te aconsejo que salgas de una vez… No vaya a ser que por mi culpa, discutas con tu novia, ya sabes… como lo habéis resuelto, pues eso –y dicho lo dicho se quitó el sujetador y empezó a sacarse los vaqueros por los pies-.

Esther se quedó tan boquiabierta que casi no reaccionó hasta que la vio deshacerse de los Levi’s y buscar el elástico de sus bragas. En aquel punto se giró despavorida saliendo a toda prisa del baño, sin entender qué coño acababa de pasar frente a ella.

“Ja… chúpate esa. Aquí el diálogo se ha acabado”, pensó Alex metiéndose en la ducha satisfecha por haber dejado descolocada a Esther aunque fuera por una vez.

….

Una hora y media más tarde las tres salieron de casa vestidas para la ocasión. Como no tenían coche fueron en taxi, y Kate empezó a ser consciente del alto voltaje que existía entre Esther y Alex, en cuanto la dejaron sentada en medio de las dos.

-       Bueno, pues que empiece la noche ¿no? ¡Estáis guapísimas, chicas! –dijo Kate en voz alta en un intento de entablar conversación-.
-       ¿Sabes que Katia la de contemporáneo participa en un espectáculo de la inauguración? –le comentó Alex a Kate de un modo casual y sin venir a cuento-.
-       ¿Sí? No, no lo sabía. Genial, a ver si la vemos –se alegró Kate de que Alex al menos le diera conversación, el silencio entre ellas empezaba a ser preocupante-.
-       Eso espero, Meike dice que hace unas cosas sorprendentes con el cuerpo, y no creo que se refiriera sólo a su trabajo… -soltó Alex de pronto sin dejar de mirar por la ventanilla del taxi-.

Kate se quedo con la boca abierta totalmente descolocada. Aquel tipo de comentario no era nada propio de Alex y buscó respuestas en Esther que cabeceó y guardó silencio. Entonces Kate supo con certeza que algo gordo se estaba cociendo, y que tendría que salir disparada de entre las dos en cuanto llegara a la fiesta si no quería que alguna bala la alcanzara en aquella guerra.

Quince minutos más tarde las tres entraron en el recinto dispuestas a evadirse. En la recepción las invitaron a una copa de vino y les entregaron un folleto informativo.

-       Bueno, aquí hay mucho que ver, ¿preparadas? –les preguntó Kate claramente emocionada por el ambiente y las obras que se exponían-.
-       Yo con vuestro permiso, me voy a ir por libre. Nos vemos dentro de un rato –les dijo Alex dando un trago y saliendo hacia otra sitio-.

A Kate sólo le dio tiempo a decir “vale”, luego cogió a Esther por un brazo para que se lo aclarara.

-       Vale, desembucha, ¿qué está pasando aquí? –la interrogó Kate en voz baja-.
-       Nos hemos enfadado, mejor dicho, se ha enfadado conmigo –le contestó Esther-.
-       ¿En serio? ¡No me digas! –ironizó Kate, aquello era más que evidente-. Ya sé que está enfadada, conozco a Alex. Lo que quiero saber es porqué ayer parecía dispuesta a reconciliarse, a acercarse, y hoy está así… –Kate no sabía muy bien cómo definir el humor de Alex en aquel momento-, peleona y cabreada.

Esther se frotó la frente, empezaba a dolerle la cabeza y su cuerpo era un verdadero enjambre de abejas que la tenía toda revuelta.

-       De verdad que no tengo ganas de hablar de ello ahora mismo, la cagué, y ya está. Lo arreglaré, le pediré disculpas, ¿de acuerdo? –le contestó Esther pidiendo un alto a aquella presión que sentía-.
-       De acuerdo, pero hazme un favor, dejar de haceros daño. Me vais a crear una úlcera entre todas, os lo juro –le pidió Kate de todas formas-.
-       Eso intento… –le dijo Esther algo desmoralizada-
-       Lo sé –Kate le acarició el cabello que se había alisado para la ocasión, y luego le pasó el brazo por la cintura-. Anda vamos, empecemos por aquella sala, parece que los canapés son más grandes.
-       Genial, porque ahora mismo mataría por kilos de helado –le reconoció Esther-.
-       Jajaja… no creo que haya helado, pero devoraremos tantos canapés como quieras. Vamos.

Continuará...

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