lunes, 16 de septiembre de 2013

De Blanco y Negro a Color - 92 y 93 -



La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
92

Esther no se molestó en entrar al salón donde los comensales iban a cenar, en su lugar se escabulló hasta la planta superior sin despertar sospechas. La invitación se la había enviado una gran amiga, y a pesar de las reticencias que había tenido en un principio a asistir a un acto tan próximo a Maca, en cuanto supo que regresaba a España la sola idea de poder verla de cerca había actuado como una droga atrayéndola hasta allí. Forzó una de las puertas que encaminaban al salón de celebración, y recorrió la estancia hasta salir al palco que le daría una vista desde arriba de lo que allí pasaba. Su corazón golpeaba con demasiada fuerza, tanto que creyó que no podría resistirlo. Tomó aire y empezó a buscarla con unos pequeños prismáticos por las mesas. “Mesa 6, mesa 6…”, se repetía mientras barría la estancia con prisas, pues había preparado aquella noche minuciosamente y sabía que Eva, Laura y Maca estarían en aquella mesa. En los cristales de sus prismáticos, Laura apareció sonriendo mientras le daba un poco de postre a Eva con su cuchara, Esther se dejó recostar contra el pilar desde el que se ocultaba. Se las veía tan felices juntas. El corazón le dio un vuelco de felicidad contemplándolas, aquello le recordaba lo mucho que había merecido la pena aquellos dos meses de infierno que había pasado cuando Laura había tratado de dar con ella en la DMIT. Restringir todo acceso a Laura, era algo de lo que no se arrepentía. Nunca se hubiera perdonado que Laura la siguiera en aquello, y el lazo de Eva con ella era tan fuerte, que no podía estar segura de que Maca no terminara descubriendo la verdad. No, no se arrepentía y menos después de ver la vida que hoy por hoy llevaba Laura, una vida llena de amor, felicidad y grandes expectativas. Tomó aire tras aquel paréntesis de pensamiento y al mover los prismáticos y dar con “ella”, un temblor repentino llegó hasta sus manos.

-       ¡Maca! –pronunció en un sin aliento-.

Era imposible que la escucharan, pero Maca alzó la cabeza de su plato en ese momento y Esther pensó que estaba más guapa que nunca. Su cabello estaba más largo de lo habitual en ella, y caía por su espalda descubierta como un manto delicado y fluido. Algo que no debía de resultarle demasiado cómodo, pues no tardó en hacer aquel gesto suyo tan característico que hizo que se lo apartara colocándolo sobre uno de sus hombros simulando una coleta. Esther no pudo evitar sonreír ante aquel gesto nervioso e impaciente, siempre le había parecido adorable y con el corazón latiéndole desbocadamente empezó a recorrer cada detalle de aquel rostro con los prismáticos. Sus ojos color miel, tan distantes ahora pero tan hermosos y vivos como siempre, su nariz, sus labios… Esther apartó la mirada un segundo pues el pulso empezó a fallarle. Trató de serenarse y volvió a buscarla con la mirada, Maca dejó los cubiertos sobre la mesa y se quitó la servilleta del regazo, por el altavoz la voz del encargado de ceremonias empezó a dar las gracias a los asistentes. El acto de entrega de premios iba a dar comienzo, pero ella no pudo apartar ni un sólo instante los ojos de Maca, ya no.
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Maca subió a recoger el premio y como era habitual en aquellos acontecimientos tuvo que decir algunas palabras. Kate se había pasado la velada inquieta tratando de localizar a Esther. A pesar del rechazo a asistir que le había dado su amiga hacía unas semanas, una esperanza ciega le decía que contra todo pronóstico iría. El hecho de que hubieran retirado la invitación que había dejado a su nombre apenas tres días antes, también ayudaba a que sus esperanzas se hicieran realidad. Maca agradeció el premio a su padre, a su equipo colaborador y entonces hizo algo que no había hecho antes…

-       …Y también quisiera agradecérselo a la persona que hace que hoy por hoy yo pueda estar aquí recogiendo este premio. Ella me hizo conocer que la ciencia y el ser humano tienen un  lado oscuro, y que ni el mejor de los propósitos está a salvo cuando trabajamos con tan avanzada tecnología, gracias a ella aprendí a contener la euforia que todo investigador siente ante su creación y aprendí a concentrar mis conocimientos en crear exactamente y al milímetro aquello que concebía sin dejar espacio a la manipulación y malos propósitos. Me mostró la cara más bella y la más dura de la vida en momentos que fueron cruciales para mí, así que pese a todo, gracias a Esther por hacer cosas que muy poca gente hubiera sido capaz de hacer… Gracias a todos. Buenas noches –se despidió Maca entre aplausos-.

Eva y Laura se miraron atónitas tras aquellas palabras, pero también aplaudieron. Pedro y Cruz también hicieron lo mismo, confusos pues era la primera vez en demasiado tiempo que el nombre de Esther salía de los labios de Maca, pero allí estaba y no sabían si ponerse de nuevo a temblar por las consecuencias que en el ánimo de Maca tendría o tranquilizarse porque parecía que Maca empezaba a superar aquel tabú. Sin embargo, una persona en la sala no miraba a Maca en aquellos momentos de gloria, Kate, pues por fin había conseguido localizar a una Esther que se había quedado clavada y petrificada ante su mención, bajando por un momento la guardia de su escondite.

-       Ahora vuelvo… -se apresuró a decirle Kate a Bea que no pudo ni tan siquiera preguntarle a donde iba-.

En cuanto pudo volver en sí, se escondió tras la columna. La angustia se materializó en ella como una daga afilada que le atravesaba el corazón. No podía soportarlo más, guardó los prismáticos y se apresuró a desaparecer por la habitación que había forzado para marcharse de allí antes de terminar derrumbándose del todo. Apresuró el paso y tomó el pomo de la puerta, y entonces, se topó de frente contra Kate… con sobresalto soltó el pomo y sus pies dieron varios pasos hacia atrás.

-       Por fin te encuentro, sabía que vendrías –la saludó Kate tapando el paso de salida-.
-       Hola Kate, me alegro de verte –le contestó Esther tratando de recomponerse-.
-       ¿Seguro que te alegras? Porque yo diría que hubieras preferido escabullirte sin más. Parece que viene siendo tu afición desde que has vuelto a las filas –le soltó sin ningún pelo en la lengua Kate-.

Esther se la quedó mirando un instante a los ojos, no podía reprocharle que estuviera molesta con ella, dado que salvo para unas cuantas llamadas de teléfono tampoco a Kate le había dejado acercarse. Esther suspiró, estaba claro que de aquella no podría librarse.

-       Me alegro mucho de verte Kate, y lo sabes –volvió a decirle Esther con sinceridad esta vez-.

Kate sonrió y abrió los brazos, luego le hizo un gesto con la cabeza para que se acercara y ambas se abrazaron.

-       Que conste que sigo enfadada contigo ni se te ocurra volver a aplicarme las técnicas de restricción de acceso, estuve a un pelo escaso de pringar a tu departamento de relaciones públicas en un caso judicial, así que no vuelvas a hacerlo o te las verás conmigo –le advirtió Kate mientras se resistía a querer soltarla. La había echado mucho de menos-.
-       No volveré a hacerlo, lo siento –se disculpó Esther agradecida de que con Kate todo fuera así de fácil-.
-       Bueno, ya está bien de sensiblerías, ¿cómo estás? –le preguntó soltándola-.

Esther sólo pudo encogerse de hombros.

-       Así que esas tenemos, ¿eh? –frunció la nariz Kate tras confirmar que su amiga estaba pasándolo de “puto culo”-. Si tan mal lo estas pasando, porque no renuncias, está claro que aún la quieres, vuelve a casa.
-       Kate, sabes que no puedo –Esther se puso fría de pronto. Lo último que necesitaba era que minaran más todavía las pocas fuerzas que le quedaban para mantenerse firme en sus propósitos-.
-       No, realmente no lo sé. Por Dios, mírate…. Miraosss, salta a la vista que ninguna de las dos lo ha superado –le gritó Kate a la cara y a Esther le dio un vuelco el corazón sólo de pensar que Maca aún sintiera algo por ella después de lo que le había hecho, después de lo que le había dicho aquel devastador día-. Puedes seguir huyendo si quieres, pero de esto no vas a poder librarte por mucho que corras…
-       ¿Crees qué no lo sé? ¡Por Dios, Kate! –saltó Esther desesperada ante la atenta mirada de Kate-. ¿De verdad crees qué no lo sé? ¡Me estoy muriendo, Kate! Vivo en una eterna agonía día tras días, y no necesito que vengas ni tú ni nadie a recordármelo… Huyendo dices… ¿es que acaso tenía una alternativa? –terminó soltando Esther con dolor sarcástico-.
-       Podías haberte quedado, deberías haberte quedado, haber luchado por ella en lugar de soltarle aquella bazofia de que no la querías y que lo primero para ti era tu trabajo…. ¿Tu trabajo? ¡Vamos no me jodas, Esther!, ambas sabemos lo que a ti te importaba volver a la DMIT después de que renunciaras. Cuando Maca me lo contó, supe que habías mentido como una cosaca, pero cuando fui a hablar contigo ya habías cerrado todas las puertas. Huiste… ¿te haces una idea de lo jodido que fue recomponer a Maca sabiendo que la amabas?

Esther se acercó a ella y la cogió por los brazos.

-       Tú no le dirías que yo…. Kate, dime que no le dijiste que  había mentido, que la quería –le pidió Esther con ansiedad-.
-       No, no lo hice… pero eso no evita que me arrepienta por no haberlo hecho. Esa niña estaba destrozada Esther, ¿en qué estabas pensando? Se que tu padre te pidió que volvieras, me enteré en el mismo momento que me hiciste llegar la documentación de Maca, pero todo iba bien Esther, hubiéramos podido ganar el caso sin necesidad de que os separarais.
-       No hubiéramos podido –susurró Esther apartándose de ella-.
-       Por supuesto que sí… -empezó a debatirle Kate, aquella conversación había quedado pendiente desde hacía demasiado tiempo-.
-       No, esta vez no, Kate –le volvió a repetir Esther mirándola con firmeza a los ojos-. Nunca hubiera renunciado a ella de no saber que era necesario, y lo sabes.
-       ¿De qué coño estás hablando? –le preguntó Kate sorprendida-.
-       Era ella o yo, así de simple. Pusieron sobre la mesa dos cartas muy claras, su fichaje o el mío. Había intereses internos que no puedo debatir contigo, pero créeme, los informes que te hice llegar, los pactos que permiten que Maca esté aquí, no hubieran  sido posibles de no estar yo dentro –le dijo Esther dejando a Kate con la boca abierta y sin nada que decir durante unos segundos-.
-       Debiste hablarlo con ella –habló por fin Kate-.
-       No vayas por ahí –le advirtió Esther viendo que Kate volvía a insistir en despertar a sus demonios más ocultos-.
-       Debiste contárselo, debiste dejar que decidiera en lugar de tomar la decisión tú de arrancaros el corazón a las dos… –le dijo Kate pero Esther la detuvo-.
-       ¡YA BASTA! Sé lo que pretendes hacer, pero no va a funcionar Kate, esta vez no –gritó Esther con un dolor que le hacía temblar desde la cabeza a los pies-. ¿Qué debí contárselo dices? ¿Contarle que todo lo que hicimos no había servido para nada, que en cuanto pusiera un pie en España se haría cargo de ella la DMIT? O mejor, mejor aún… ¿Qué la única forma de que volviera a llevar la vida que conocía junto a la gente que la quería era entregarme a mí a ellos? Seguro que eso hubiera sido mucho más fácil para ella, tener que escoger entre lo que sentía por mí o su familia y su vida –Kate agachó la mirada, en eso no podía llevarle la contraria. Esther se sentó en una de las sillas de la sala, agotada-. ¿Crees qué no pensé en huir con ella?, lo pensé mil veces, pero ¿qué vida hubiéramos tenido? Por supuesto, todo hubiera sido romántico y bonito al principio, como en Italia… con un poco de suerte hubiera soportado no ver a su padre durante años hasta que consiguiéramos una vía segura de comunicación, pero ¿luego qué? ¿Qué tipo de futuro podría haberle ofrecido? Renunciar de pronto a todo, a su vida, a su trabajo… vivir cambiando de país cada dos años, renunciando a nuevos amigos, viviendo con identidades falsas. ¿Crees qué hubiera consentido que ella eligiera algo así por mí? Ohhh… nooo… contárselo hubiera sido un error, porque por amor quizá me hubiera seguido sin saber lo complejo de su decisión y yo no podría vivir con la idea de que se lo habría permitido por un sentimiento egoísta que terminaría haciéndonos infelices a ambas.
-       ¡Esther! Yo no sabía… -Kate se acercó a ella-. Debiste dejar que te ayudara, sé que en su día tomaste seguramente la mejor decisión, pero no sé… el tiempo pasa, las cosas cambian… debe haber alguna forma de que tú y ella podáis estar juntas. ¡Ella aún te quiere! Lo sé.

Entonces los ojos de Esther se encontraron con los de Kate, y ya no pudo contener todo lo que la estaba matando.

….
93

Eva y Laura no dejaron de observar a Maca de reojo una vez se sentó en la mesa. Ninguna se atrevía a mencionar lo ocurrido, pero fluía entre ellas como una corriente eléctrica que les ponía los pelos de punta. El recuerdo del angustioso final entre Esther y Maca se convirtió en un gran tabú tras tres meses de maltrechos intentos de dar con ella. No sólo Maca había quedado herida con el alejamiento de Esther, también Laura que de repente se vio envuelta en una encrucijada de sentimientos y de propia identidad. Ahora sabía que estaba dónde quería estar, junto a Eva y llevando una vida lejos de aquel estado constante de alerta, pero eso no impedía que no se preguntara qué hubiera pasado si Esther no la hubiera dejado sin la opción de volver a aquella otra vida que juntas habían abandonado.
La entrega de premios llegó a su fin, y los comensales fueron invitados a pasar a otra sala para tomar una copa y disfrutar de algunas actuaciones. El ajetreo se hizo patente y la gente empezó a entablar conversaciones con asistentes de otras mesas.

-       ¿Por qué no vamos a reunirnos con Kate y  Bea? ¡Creo que necesito una buena copa! –sugirió Eva que se sentía bastante tensa con el silencio de las dos mujeres que la cercaban-.
-       Por mí vale –respondió Laura volviendo al presente-.

Maca simplemente se encogió de hombros y las siguió. A una distancia de cuatro mesas se encontraron con Bea sentada sola en su sitio.

-       Bea, venimos a raptaros y tomarnos unas copas juntas… ¿dónde está Kate? –la saludó Eva dándole dos besos y sentándose con ella-.
-       Hola chicas, enhorabuena por el premio Maca –le dijo Bea mientras también besaba a Laura y a Maca-.
-       Gracias –le contestó Maca-.
-       La verdad es que no sé donde se ha metido Kate, me dijo que esperara un momento y salió disparada. Lo cierto es que está tardando bastante, ¿porqué no salimos a ver si la pillamos por el camino? Seguro que está colgada del móvil con algún caso, creo que a eso es a lo único a lo que no me voy a acostumbrar nunca, a que la llamen a cualquier hora –les dijo Bea con una sonrisa afable-.
-       Ya veo…jajaja… Pues vamos –sentenció Eva poniéndose de nuevo en pie y las cuatro mujeres empezaron a abandonar el salón junto al resto de los asistentes-.

….

-       En serio, ¿no quieres quedarte? –le volvió a preguntar Kate que se resistía a dejarla marchar a escondidas-. Ha pasado más de un año, es hora de que al menos podáis comportaros como personas civilizadas y saludaros.

Esther la miró a los ojos con una sonrisa pícara en el rostro.

-       ¡¡Kate!! –le dijo con tono de reprimenda-.
-       ¿Qué? –se hizo la inocente Kate-.
-       Se lo que pretendes, pero no puede funcionar, no sin volver a hacerle más daño. Es mejor que dejemos las cosas como están, no quisiera tener que abrir otra vez esa herida ahora que comienza a cicatrizar –le dijo Esther con malestar-.
-       Pues vais a tener que encontrar un punto medio, porque como dejes de asistir a mi boda te mataré con mis propias manos, ¿me has entendido? –le advirtió Kate-.
-       ¿La has invitado? –le preguntó con el corazón palpitándole nuevamente con intensidad ante la idea de volver a verla, y cierto temor por no poder escabullirse de la posibilidad de encontrarse-.
-       Claro que la he invitado, Esther. Es amiga de Bea y mía también… y espero que vengáis las dos, aunque os tenga  que sentar a kilómetros la una de la otra si hace falta, ¿de acuerdo? –le respondió Kate-.

Esther asintió con la cabeza, de pronto un nudo se había instalado en su garganta ante la noticia. ¿Cómo no se le había pasado por la cabeza que invitarían a Maca? ¡Por Dios, en qué estaba pensando!

-       Esther, ni se te ocurra –la interrumpió Kate en sus pensamientos de encontrar una alternativa para escaparse de aquel compromiso-.
-       ¿El qué? –se sobresaltó Esther al escucharla, por un momento se había sumergido en su mundo de posibilidades-.
-       En lo que quiera que estés pensando, vas a venir, te guste o no, ¿y sabes por qué? –le preguntó Kate cogiéndola por los hombros-.
-       ¿Por qué? –le preguntó Esther relajándose un poco ante la mirada azul de su amiga y su sonrisa confiada y dulce-.
-       Porque eres una de las personas más importantes de mi vida, y necesito que estés allí conmigo. Te necesito a mi lado ese día, ¿de acuerdo? ¿Lo harás por mí? –le dijo Kate y en su rostro no había esa estela burlona que su amiga solía tener, sino una sincera petición a la que Esther supo que no podría negarse-.
-       Está bien, Kate –asintió Esther y Kate empezó a sonreír abiertamente-.
-       Gracias comandante. Es importante para mí que estés, lo sabes ¿verdad? –le dijo Kate mientras la abrazaba-.
-       Sí, también es importante para mí. Me alegro tanto por ti, Kate… quien nos lo iba a decir ¿eh? ¡Tú, casándote! –le contestó Esther también abrazándola-.
-       Te juro que cuando lo pienso me tiemblan hasta las pestañas…jajaja… -le confesó Kate con una carcajada de las suyas-. Pero luego me veo a través de sus ojos, y todo tiene sentido para mí, ¿sabes lo que te digo?
-       Creo que sí –le contestó Esther sonriendo-. Estáis hechas la una para la otra.
-       Cómo tú y Maca –le respondió entonces Kate en un susurro-.

Y Esther tuvo que guardar silencio mientras ambas se miraban, pues ella también sentía que Maca era la otra mitad que le faltaba.

De pronto, todo se precipitó.

-       ¡Kate! ¿dónde estabas? –la nombró Bea y al darse cuenta de quién era la figura a la que había tapado parcialmente con su silueta, se detuvo-. ¡Esther!

Todo el pelotón se detuvo tras Bea. Laura y Eva que iban hablando se giraron de golpe, sorprendidas tras escuchar aquel nombre, pero la más paralizada sin lugar a dudas fue Maca, que se quedó clavada con un sudor frío recorriéndola, cuando sus ojos imantados se encontraron con su polo opuesto, los de Esther.

El mundo se desvaneció en un instante, la luz, la gente… como en una película donde el foco principal se centra en las protagonistas, no había nadie más que ellas dos y aquel palpitar que amenazaba con salírseles del pecho a ambas. Un segundo perfecto donde sus ojos revivieron momentos únicos, y una corriente eléctrica y expectante amenazaba con aplastarlas una contra a la otra. Ambas se olvidaron de respirar en el mismo momento en que se divisaron.
Eva se repuso de la sorpresa y las miró a ambas, instintivamente se pegó a Maca en señal defensiva y amenazante, Esther lo vio en sus ojos, que le señalaban a ella como a la culpable. ¿Y cómo iba a reprochárselo? Seguramente había sido Eva la que había tenido que recoger los pedazos de aquel naufragio. La pesadez de su carga tiñó los ojos de Esther de una antigua tristeza, pero no dijo nada, simplemente apartó la mirada de Maca que ahora parecía un poco perdida, y trató de encontrar una digna salida.

-       Hola a todas – dijo al fin Esther-.

Bea miró a su futura mujer, y entendió que haría falta ayuda. Así que se acercó a Esther pese a que su lealtad estaba con Maca y le dio dos besos.

-       Hola Esther, ¿cuánto tiempo? ¿Cómo estás? –la saludó Bea con sinceridad, y Kate le tomó la mano con gratitud-.
-       Hola Bea, me alegro de verte. Estoy bien, gracias por preguntar –aunque a Bea no le pareció que estuviera bien en absoluto no la contradijo-. Kate me ha estado contando que os casáis… enhorabuena.
-       Gracias, la verdad es que ha sido una sorpresa, no pensé que esta anguila tan escurridiza me lo pediría en serio alguna vez –aprovechó Bea para distender un poco la tensión que se había creado en aquel encuentro-.
-       ¿A quién llamas anguila? –se quejó Kate ante el nuevo apelativo para dirigirse a ella-.
-       Jajaja… ya somos dos –reconoció también Esther con una sonrisa-. Me alegro muchísimo por vosotras.
-       ¡Gracias! –respondió nuevamente Bea mientras Kate le daba un beso en la cabeza-. No sabíamos que vendrías.
-       No, yo tampoco. Ha sido una decisión de última hora, trabajo, ya sabéis –puntualizó Esther viendo que las miradas volvían a centrarse en ella en busca de explicaciones que no podría dar sin delatar los verdaderos motivos de su presencia allí-.
-       Muy típico de la DMIT –exclamó Laura secamente, sin darse apenas cuenta-.

Esther se giró hacia ella, sabía que estaba dolida pero…

- Hola Laura. Me alegro de verte –la saludó con aplomo y candidez Esther, a pesar de que no le pasaba desapercibida la dureza con la que Laura la miraba franqueando también a Maca y a Eva en actitud defensiva-.
- Yo me hubiera alegrado más si hubiera podido verte cuando te busqué –le espetó Laura y todos se quedaron en silencio un instante-.
- Lo sé, lo siento, no era posible… ya sabes como es esto –le contestó Esther pasados unos segundos-
- Si, lo sé –respondió Laura sin restar un ápice a su reproche-.

Esther apartó la mirada de ella, pues por mucho que quisiera, no podría darle las explicaciones que se merecía sin arriesgarse a que Maca lo descubriera todo. Tendría que cargar también con haber perdido a Laura.

-       Bueno, tengo que irme –tomó Esther la decisión de marcharse-.
-       ¿Estás segura? –le susurró Kate que no podía reprocharle que quisiera salir corriendo en vista de lo tensas que estaban las cosas-.

Esther asintió con la cabeza.

-       A pesar de todo, me alegro de veros… -les dijo Esther mirándolas a todas en un rápido y nervioso reconocimiento-. Tengo que irme, gracias por todo Kate, nos vemos.
-       Sí, nos vemos… llámame –le dijo Kate dándole un último abrazo antes de dejarla marchar-.

El resto se quedó en silencio y Esther empezó a emprender su camino, pero entonces una voz que había estado callada se pronunció dirigiéndose a ella.

-       ¿Te apetece tomar algo? –le preguntó Maca fijando la mirada en su espalda-.

Todas se volvieron hacia ella, excepto Esther que creyó que sus piernas se convertían en gelatina en cuestión de un segundo. El llanto amenazó estrangulando su garganta, y tuvo que tomarse unos eternos instantes para poder recobrarse.

-       ¡Tomemos una copa! –le volvió a pedir Maca esta vez con la voz más clara. El temor de perderla otra vez la precipitaba desesperadamente a sacar una fuerza que no poseía. Llevaba más de un año sin verla… más de un año soñando con ella, ¿qué importaba lo destrozada que se quedara después de aquella noche?, el dolor seguía latente día tras día sin ella. Al menos esa noche la tendría cerca-. ¡Quédate un poco más!

El silencio era abrumador, pero Maca no se daba cuenta pues los latidos apresurados de su corazón batían una melodía frenética entre el miedo y la expectativa, que la ensordecía. Finalmente Esther se dio la vuelta y la miró de frente como sólo ella podía hacer, como si nadie más existiera en el mundo a parte de Maca.

-       Me encantaría –aceptó Esther esbozando una sonrisa que Maca mimetizó sin darse a pensar cuenta-.
-       Geniallll…. Vamos a por esa copa, me muero de sed –soltó Kate antes de que volviera a producirse el silencio, y tirando de ellas para ir a una sala donde la multitud y la música pudieran calmar aquel estado de tensiones, empezó su parloteo entretenido y disperso, mientras Esther iba a su lado con Bea, y Maca las seguía franqueada por Eva y Laura que no se separaban de ella-.

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