La empresa de Pedro Wilson, está a punto de sacar al mercado un láser quirúrgico que revolucionará el mundo de la medicina, el cual ha sido creado por una joven prodigio en ingeniería robótica que resulta que además es su hija, Macarena Wilson. Sin embargo, otros intereses ocultos acechan al proyecto y amenazan con cambiar el futuro de Maca para siempre, si finalmente su trabajo sale a la luz en toda su magnitud. Con la amenaza de perder a su hija, Pedro aceptará la contratación de Esther García, una mujer misteriosa que tomará las riendas de la empresa en pro de un único fin, proteger a la joven. Algo que no le será fácil, dado el espíritu rebelde, guerrero y liberar de Maca, que ajena a lo que sucede a su alrededor, verá a Esther como su única amenaza.
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Kate y Esther fueron a por las copas para el resto, tratando de
serenarse en el camino.
-
Creí que iban a descuartizarte allí mismo, por Dios, que tensión –se
descargaba Kate algo más tranquila-.
-
Me lo merezco, es igual, están en su derecho –le contestó Esther
resignada-.
-
No, no lo están. La única a la que le dejaría partirte la cara es a
Maca, y en cambio es ella la que te ha tendido la mano, ¿qué nos dice eso? –le
dijo Kate-.
-
¿De verdad piensas que estoy en condiciones de pensar en estos momentos?
¿Ves esto? –le enseñó Esther las manos que le temblaban ligeramente-. ¡Pues no
es lo único que me tiembla!
-
Está bien, te lo diré yo… -se compadeció Kate de ella, y con una sonrisa
pícara le pasó un brazo por los hombros-. Amiga mía, eso nos dice que tu
táctica de desamor-odio con huída estrepitosa incluida, ha sido un completo y
descomunal fracaso. ¡Por Dios, si se podía hervir un huevo en el campo donde
confluían vuestras miradas!
-
¡Kate! –Esther no necesitaba oír aquello justo ahora, cuando verse
desbordada por la presencia de Maca ya era más que suficiente para mantenerla
en un sin vivir-.
-
¡Está bien me callo! Sólo una cosa -sonrió Kate-.
-
¿El qué? –le preguntó Esther mientras cogía una pequeña bandeja para
recoger todas las bebidas del grupo-.
-
¿Qué piensas decirle ahora? Porque digo yo que de algo tendréis que
hablar –quiso saber Kate-.
Esther intentó coger la bandeja, pero al primer signo de posible
“precipitación” la dejó de nuevo en la barra.
-
¡No tengo ni idea! Así que deja de ponerme más nerviosa y coge la puta
bandeja antes de que se me caigan las bebidas –le espetó Esther en un manojo de
nervios-.
….
-
¿Qué estás haciendo? –le preguntó Eva nada más se alejaron Kate y Esther
hacia la barra-.
-
¿Qué estoy haciendo de qué? –se hizo la sueca Maca, mientras veía
perderse a Esther entre la multitud-.
Eva la cogió del mentón obligándola a que la mirara. Mientras, Laura y
Bea se mantenían al margen de aquello.
-
Ya sabes a lo que me refiero. ¿Qué coño estás haciendo? –volvió a
preguntarle Eva con el ceño fruncido-. Volverá a lastimarte.
-
No sigas por ahí Eva –le advirtió Maca-.
-
¿Qué no siga por ahí? Te dejó hecha mierda, no pienso dejar…. –Eva
estaba bastante cabreada-.
-
Eva, ¡¡¡NO!!! –la atajó Maca con seriedad-. Lo que pasara entre Esther y
yo, fue entre las dos. Ella siempre se portó bien con vosotras, y casi la
habéis acribillado ahí fuera y ¿por qué exactamente? ¿por qué me dejó? Eso no
es un delito Eva, fue clara conmigo… y que yo sepa a nadie se le lapida por un
desamor –Maca suspiró viendo que Eva no dejaba de fruncir el entrecejo, sin
embargo Laura si empezó a pensar que quizá había sido bastante injusta con
Esther, a fin de cuentas nunca le había dado motivos para desconfiar de ella sino
más bien todo lo contrario, y lo único que había hecho su amiga y exjefa había
sido aceptar un trabajo en donde Laura claramente no hubiera tenido cabida,
desde que estaba con Eva, no-. Escucha, ya sé que lo pasaste mal por verme así
cuando se fue, pero si me quedé hecha mierda, estaba en mi derecho… era lógico.
¿Quién no sufre ante algo así? Os
agradezco muchísimo que os preocupéis por mí, en serio, pero no pienso dejar
que desaparezca otra vez por completo de mi vida sólo porque no quiera tener una
relación sentimental conmigo. También se convirtió en mi amiga, y la echo de
menos, ¿no lo entiendes? ¡Echo de menos hablar con ella! ¡estar con ella! Así
que por favor, guarda las armas esta noche, ¿lo harás por mí?
Eva sabía que la Maca
que hablaba en aquel instante, era esa parte que a veces, bajo la inmensa
montaña de aislamiento en la que se había sepultado, aún se aferraba a aquel
sentimiento casi palpable que existía trazando lazos entre Esther y ella. Por
muy racional que pareciera con sus palabras, la dirigía una fuerza
completamente irracional que acabaría pasándole factura al día siguiente, y por
una vez tuvo que reconocer que el amor tenía partes que apestaban, pues ese
sentimiento era el que ahora emanaba de Maca y del brillo casi enfermizo de sus
ojos, y sin duda alguna, el que terminaría por darle una patada cuando Esther
volviera a desaparecer de su vida.
-
No quiero que te haga daño –dijo Eva bajando la guardia-.
Maca la miró a los ojos, no quería hacerle
pasar por colchón paragolpes otra vez, ¿pero qué otra cosa podía hacer? No se
sentía capaz de renunciar a Esther de nuevo.
-
¿Quién dice que no me lo estoy haciendo ya yo sola? –le contestó Maca
como respuesta-.
Y Eva supo que no habría nada más que añadir, pues la tristeza
suplicante de su mirada no daba opción a réplica.
….
Kate divisó a las chicas que habían conseguido mesa y taburetes para
todas. Esther la siguió tímidamente, tratando de poner en claro aquella nube
descontrolada de pensamientos que discernían entre si habría sido mejor marcharse
que quedarse. Esther sólo veía un problema a aquella vocecita molesta que le
gritaba “debiste irte… luego todo será peor, cuando vuelvas a estar sola, será
peor”, y es que hubiera sido incapaz, absoluta y rotundamente incapaz, de
negarse a aquella petición e invitación que le había hecho Maca como caída del
cielo para sacarla del infierno que estaba viviendo.
-
Bueno, aquí están las bebidas…. Y más vale que las apuréis despacio,
porque la barra ahora mismo es una jungla a la que no recomiendo regresar en
breve –anunció Kate dejando la bandeja sobre la mesa-.
Esther se dio cuenta de que había estado ensimismada todo el camino, y
al levantar la mirada para volver a la realidad, fue cazada por los ojos insistentes
y brillantes de Maca. Por arte de magia volvió a sentir que el pulso se le
aceleraba y que el ritmo de sus inspiraciones dejaba de ser natural y
acompasado. Tras unos segundos donde todo parecía quieto, Maca la liberó
concentrándose en su bebida y Esther se dispuso a hacer lo mismo, sólo que al coger
su vaso el líquido de su interior se balanceó como una cama de agua. Bea miró a
Kate en cuanto percibió el temblor de Esther, y Kate se aventuró en una charla
de las suyas, trivial y alocada, a fin de que el silencio no terminara por
causar un verdadero desastre. Sin embargo Laura también se había dado cuenta de
lo mal que lo debía estar pasando Esther en aquella situación, y se sintió algo
culpable por no haberse puesto en el lugar de quien había sido no sólo su
superiora, sino también su mentora, su compañera, y sobretodo, su amiga.
Aquella actitud no era típica de la mujer que conocía, siempre firme e
impertérrita ante la presión, y con ello recordó que no habían sido pocas las
veces que Esther la había protegido cuando las cosas se habían puestos feas. Quizá
era hora de devolverle el favor, pues a pesar de la imagen deformada que se
había creado de Esther cuando sintió que la había apartado de su lado sin darle
opción a explicación, distaba mucho de la persona que tenía en frente suyo, de
la persona que en realidad sabía que conocía.
- Esther
Esther levantó la vista del vaso en cuanto reconoció que era Laura quien
se dirigía a ella.
-
Quisiera disculparme por lo de antes, no debí hablarte de ese modo.
Supongo que aún me siento algo dolida por el modo en que desapareciste –le dijo
Laura creando un gran silencio alrededor de la mesa-.
Todas miraron primero a Laura y luego a Esther, que tuvo que dejar el
vaso sobre la mesa antes de que se le fuera de las manos.
-
No te preocupes, me lo merecía. No
se puede decir que esté orgullosa de cómo hice las cosas, pero creí que era lo
mejor en aquel momento, ¡lo siento! –respondió Esther, sintiendo como sus manos
y su lengua se sentían atadas, habiendo tanto que explicar, y sin embargo,
debía guardar silencio-.
Laura y ella se miraron a los ojos en un momento de disculpa sincera, y
al final Laura la recompensó con un leve asentimiento con la cabeza y un esbozo
de sonrisa. Esther se sintió menos agobiada de pronto, quizá algún día pudiera
volver a ganarse su confianza, su amistad.
-
Bueno, pues el ambiente parece que está bastante “rarito” -no pudo
evitar hacer el comentario Kate, que pensaba que si volvía a sentir el fino
silencio cual cuchilla de acero, acabaría siendo ella la que se tiraría de los
pelos-. Por que no hablamos de algo un poco más constructivo, por ejemplo…
¿sabías que Maca es uno de los nombres que se barajan para el premio nobel de
este año? –preguntó Kate a sabiendas de que estaba completamente convencida de
que sí lo sabía, pero no quería perder la oportunidad de girar la conversación
en torno a aquellas dos mujeres-.
-
¡Enhorabuena! –le dijo Esther con una tímida sonrisa-.
-
Gracias, pero aún no es seguro -contestó Maca-.
-
¡¡¿Qué no es seguro?!! –Eva no pudo evitar entrar al trapo. Ya que
parecía que se había quedado sola con las lanzas en alto, optó por dejar la
guerra para otro día-. ¡Por Dios, no la dejan ni a sol ni sombra! Cuando no es
la televisión es la radio, por no contar con las entrevistas que ya ha tenido
que hacer para la prensa. Desde que se supo, no se le ve el pelo en la oficina,
es un secreto gritado a voces, se lo darán este año.
-
Pues no veas la ilusión que me hace -resopló Maca por lo bajo,
enterrando su comentario en un sorbo de bebida mientras Eva seguía parloteando
de los logros de su amiga y de la gente tan importante que se había codeado con
ella en los últimos meses-.
Sin embargo a Esther le recorrió un
escalofrío, sorprendida de lo fácil que le era descifrar aquella pequeña arruga
del entrecejo que indicaba que estaba bastante harta de que desconocidos se le
acercaran sin más sólo por un poco de publicidad, o cómo aquella ligera ceja
alzada, dejaba claro que Eva se estaba yendo de la lengua más de la cuenta… o
aquel cansancio repentino que marcaban sus ojos, y que expresaban lo fuera de
lugar que se sentía con todo aquello. Por un momento, sus ojos volvieron a
encontrarse mientras las demás comentaban los revuelos que el nombramiento de
Maca había causado, y ambas supieron a ciencia cierta que se comunicaban sin
necesidad de palabras.
95
Pese a lo que pudiera parecer en un principio, la velada fue
trascurriendo de forma pacífica aunque claramente marcada por la tensión que
envolvía la ex relación entre aquellas dos mujeres. Aún así, ambas se fueron
integrando en conversaciones correctas tratando de no conducir aquel primer
encuentro hacia un tremendo desastre. La sala tomó otro cariz cuando las
actuaciones en directo dieron lugar, Kate y Bea se escaparon del grupo para
reunirse con las personas con las que habían llegado a la fiesta y poder bailar
en la pista. Laura trató en vano de que Eva la siguiera en aquel claro
movimiento de dejar a Maca y a Esther a solas para que pudieran hablar, pues
Eva se resistía a esa iniciativa de todas de volver a unirlas. Esther podía ver
el recelo en los ojos de Eva, y aunque no podía reprochárselo, no significaba
que no le doliera, pues el grado de su protección medía sin duda el tipo de
dolor por el que debía haber visto pasar a Maca cuando la dejó, aquello la
destrozaba. Con la intención de descansar un poco del nudo que tenía en el
estómago, Esther se ofreció a ir a por bebidas, pues ya que Laura se había ido
con Kate y Bea a la pista, se le hacía cuesta arriba mantenerse enfrente de
aquellas dos mujeres a solas. En cuanto Maca se quedó en privado con Eva…
-
¡Por dios Eva! –suspiró Maca-.
-
¿Qué? –Eva sabía que le esperaba una queja-.
-
¿Por qué estás así? ¿Tan a la defensiva? –quiso saber Maca-. Entiendo
que estés preocupada por mí, pero no va a pasar nada, ¿porqué no puedes darle
una tregua? ¡Esto es demasiado!
-
Da igual lo que digas, me equivoqué una vez con ella, y no pienso
equivocarme dos veces, no después de ver lo mal que lo pasaste, no sabiendo que
en parte tuve la culpa -le soltó Eva-.
-
Espera, espera un segundo…. ¿Qué en parte tuviste culpa? ¿de qué estás
hablando, Eva? –a Maca le sorprendió aquella respuesta, Eva nunca había
mencionado aquel sentimiento-
-
Fui yo la que te empujó a sus brazos una y otra vez aunque tú te negabas,
fui yo la que se cegó creyendo que Esther guardaba para ti lo que Laura me da a
mí. ¿Cómo pude equivocarme tanto? No dejo de pensar que si no hubiera sido tan
cabezota, si no hubiera hecho de celestina y llenado tu cabeza de…. –Eva
llevaba guardando tanto tiempo aquellos sentimientos que la voz se le
estranguló-.
-
Eiii! – Maca la atrajo para sí y la abrazó-. Eva, tú no tuviste nada que
ver -Eva se separó un momento de ella y la miró con incredulidad-… bueno, quizá
un poco, pero no en lo importante. Me refiero a que si no hubiera albergado
sentimientos por Esther jamás habría pasado lo que pasó entre ella y yo. Tardé
mucho en ponerle nombre, pero los sentimientos ya estaban allí mucho antes de
que huyéramos a Italia, así que deja de atormentarte, porque en absoluto tienes
ni un ápice de culpa. Lo de Esther y yo no salió bien, pero lo que vivimos fue
perfecto, ahora lo comprendo y tú deberías dejar de estar resentida con ella,
porque yo no lo estoy, ya no.
-
¿Lo dices en serio? –le preguntó Eva algo aturdida por el cambio que
había sufrido Maca en todo ese tiempo, sin que ella se diera apenas cuenta-.
-
No te voy a engañar, aún duele, mucho… pero duele más por lo que sigo
sintiendo por ella y el saber que no me corresponde, que porque me dejara.
¿Quién soy yo para obligarla? Sería hipócrita que estuviera enfadada con ella
por no corresponderme, cuando yo hice y sentí lo mismo con respecto a Nando -Maca
se entristeció de pronto-. Te aseguro que no debe ser nada fácil para ella
estar aquí ahora delante de nosotras, aún recuerdo cómo es intentar recuperar
al menos la amistad de alguien a quien has querido y que todo sean murallas.
Maca guardó silencio y Eva entendió qué era lo que estaba pensando.
-
¿Aún no te habla? –le preguntó Eva por Nando-.
-
No, y ¿quién puede reprochárselo? Desde luego si crees que Esther no se
merece una oportunidad, yo no me merezco ni la milésima de las oportunidades,
¿no crees? –le dijo Maca con una sonrisa amarga-.
-
Nadie puede controlar de quién se enamora -le dijo Eva, que aunque
entendía que su amiga era culpable de haber hecho mal las cosas con Nando, no podía
verla acribillarse por sus errores-.
-
No, pero si puede controlarse el hacer bien las cosas, y yo no lo hice,
lo sabes –resopló Maca asimilando aquella realidad que sin duda había sido una
parte importante en su camino hacia tratar de no guardar resentimiento hacia
Esther por lo que había pasado-. Pero bueno, dejemos de hablar de ello, lo
hecho, hecho está…. Y yo ahora mismo lo único que quiero es que aquella mujer
no vuelva a desaparecer del mapa sólo porque sienta que la odiamos, ¿entiendes?
Eva miró en dirección a la barra, donde Esther esperaba con la mirada
cabizbaja a que sirvieran sus copas.
-
Creo que sí -tuvo que reconocer
Eva-. Pero hazme un favor…
-
¿Cuál? –le preguntó Maca-.
-
Prométeme que no volveré a tener que recogerte hecha pedazos si ella al
final desaparece –le pidió Eva-.
Maca la miró un segundo entendiendo sus temores, realmente era su mejor
amiga.
-
No sé si puedo prometerte eso… -le dijo con sinceridad cogiéndola de los
hombros-, pero sí te prometo que pase lo que pase, volveré a levantarme, ¿de
acuerdo?
-
De acuerdo…
----
Esther no lo vio venir, ¿cómo iba a hacerlo? En un segundo estaba
nadando contra la vorágine de sentimientos encontrados, de decisiones tomadas
que no eran las que ella hubiera deseado, y al siguiente una mano tibia se posó
en su hombro dejándola sin aliento.
-
¡Hola!
Fue todo lo que dijo Maca, y con sólo aquella palabra Esther se hubiera
caído de la silla sino fuera porque su mano estaba fuertemente aferrada a la
barra.
-
¡Hola! –contestó Esther con una voz distorsionada entre la ansiedad, el
miedo y los puros nervios de verse de pronto a solas con ella-.
-
Pensé que no te vendría mal un poco de compañía con tanta espera –le
dijo Maca que aunque igual de nerviosa que Esther, tenía cierta ventaja al no
tener que luchar con la culpa que sin duda sentiría la mujer con la que trataba
de dialogar-.
-
Sí, bueno… el chico me ha tomado nota, pero se les ha terminado el
hielo, así que hay que esperar –justificó innecesariamente Esther, pues no
quería que Maca pensaba que estaba refugiándose en la barra para no tener que
enfrentarse a ella-.
-
Esperaremos juntas entonces –le dijo Maca apoyándose en la barra a una
prudente pero corta distancia de Esther-.
Sin darse cuenta se quedaron en silencio. De pronto Esther cayó en la
cuenta de que quizá debería ofrecerle el taburete a Maca mientras esperaban.
Como si tuviera un resorte se levantó rápidamente de su asiento.
-
Oh… ¿quiéres sentarte? Quizá tarden un poco y yo… bueno yo no estoy
cansada, así que siéntate tú -dijo Esther de un modo muy poco habitual en ella,
pues su voz daba altibajos en la escala vocal y sus palabras eran rápidas y
atropelladas, por no decir lo nerviosos que eran los gestos de sus manos
mientras las decía-.
Maca no pudo evitar sonreír, aquella era una Esther bastante distinta a
la que recordaba, se le notaba demasiado que la situación la desbordaba, aceptó
para tranquilizarla.
-
¿Segura? –le preguntó antes de sentarse-.
-
Sí, sí… claro –corroboró Esther su ofrecimiento y Maca tomó asiento-.
Tratando de tranquilizarse y reprendiéndose mentalmente por su patético
comportamiento, Esther cerró los ojos apenas un segundo antes de proceder a
disculparse.
-
¡Mac..!
-
¡Esth…!
Ambas pronunciaron el nombre de la otra justo en el mismo momento,
atropellándose.
-
¡¿Sí?! –contestaron a la vez de nuevo-.
Y no pudieron evitar reírse de la situación.
-
Tú primero –le dijo Maca desempatando así aquella disputa-.
-
Bueno, yo sólo quería disculparme por… -Esther no sabía cómo unas
simples frases podrían expresar verdaderamente todo lo que en realidad sentía
por lo ocurrido pero, ¿qué otra cosa podía decir?-. ¡Lo siento! Nunca quise
hacerte daño.
Los ojos de Esther se clavaron en los suyos suplicantes, y Maca tardó un
segundo en darse cuenta de lo profundamente arraigados que estaban aquellos
ojos en su interior. El pulso se le aceleró. Cómo dolía aquel amargo recuerdo y
sin embargo… cómo la amaba.
-
Lo sé –le dijo con sencillez, y el silencio volvió a instalarse entre
ellas porque habían demasiadas cosas que se gritaban sin necesidad de articular
palabra-.
-
Perdonen la tardanza… eran dos whiskys y cuatro mojitos, ¿no? –por
suerte para ellas el barman apareció para introducir algo de diálogo entre ambas-.
-
Sí –le contestó Esther, luego se giró hacia Maca y le preguntó-. ¿Y tú,
qué ibas a decirme?
-
Oh, yo sólo quería que supieras que en realidad nos alegramos mucho de
verte. Ha pasado mucho tiempo sin saber nada de ti –le dijo Maca-.
-
Eh… lo siento –volvió a tener Esther la necesidad de disculparse también
por ello-, yo sólo pensé que sería más fácil si… yo… en fin… si yo…
-
¿Desaparecías de nuestras vidas? –terminó la frase Maca por ella, sin
que en sus palabras hubiera rencor sino más bien lo opuesto, comprensión-.
-
No quería hacerte más daño –le confesó Esther-.
-
Entiendo –aceptó Maca su respuesta, aunque el objetivo de la
desaparición de Esther no se había cumplido ni de lejos, pero no lo dijo-. Dime
una cosa, ¿pensabas reaparecer en algún momento?
Esther se quedó congelada por aquella pregunta, y sobretodo porque en
ella Maca desveló en su voz aquella tristeza y dolor que asomaba a veces en sus
ojos.
-
Maca…
-
No importa, no tienes por qué contestar a eso… era curiosidad, nada más
–Maca cambió de actitud en cuanto se dio cuenta que aquel momento de debilidad
podría asustar a Esther haciéndola huir de nuevo al ver que aún esperaba algo
más de ella-.
Esther la miró a los ojos tratando de ver sus verdaderos sentimientos,
con dudas, contestó a la pregunta…
-
La verdad es que estuve a punto de ir a veros hace unos ocho meses, pero
entonces tuve que salir del país y no he regresado hasta hoy –le confesó
Esther-. Lo que trato de decir, es que, os echo de menos, a todas… -Esther la
miró a los ojos-, pero tampoco voy a mentirte, si no hubiera sido por este
encuentro fortuito, no sé si hubiera tenido el coraje suficiente de acercarme a
vosotras esta noche... O cualquier otra. No lo sé. No sé si esto es buena idea.
La última frase de Esther apenas había sido un susurro mientras apartaba
la mirada de Maca y la concentraba en la bandeja que el barman les tendía con
las bebidas ya preparadas. Maca tuvo que procesar todo aquello con rapidez,
pues los gestos y la expresión de Esther decían mucho más que sus
esclarecedoras palabras. De pronto entendió que Esther seguía siendo la misma,
seguía protegiéndolas. Con un gesto espontáneo colocó su mano sobre la de
Esther deteniéndola de la acción de coger la bandeja. El estremecedor temblor
que sintió bajo su tacto procedente del cuerpo de aquella mujer, afiló sus
sentidos y confirmó lo que su corazón le decía desde que sus ojos se habían
encontrado… ¡aún sentían algo! La idea, la hizo marearse de pronto. ¡Esther aún
sentía algo por ella!
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