viernes, 13 de septiembre de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 113-


undefined“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.


113

Londres.

Era casi la una y media del mediodía, cuando Esther entró en el cuarto para avisar a Maca de que irían a comer con Kate fuera. Aún no les había dado tiempo a instalarse y hacer una compra decente con que abastecer la nevera, así que tras pasarse casi toda la mañana jugueteando y hablando entre sábanas, Kate les había dado un toque para asegurarse de que seguían vivas y hacerles la propuesta.

-       Mierda, debí sacar las camisetas nada más llegar –se lamentó Maca mirando cuál de ellas estaba menos arrugada-.

Esther la contempló en el reflejo del espejo del armario. Maca tenía el pelo mojado tras la rápida ducha que se habían dado, y estaba en sujetador y vaqueros frente a su maleta. A Esther le pareció salvajemente hermosa.

-       Creo que en deshacer la maleta era en lo último que pensabas cuando llegaste –le indicó Esther con una sonrisa traviesa-.

Maca se giró tras su comentario.

-       Mmm… ¿me estás provocando? Porque te aseguro que me importa un bledo tener que volver a ducharme si es necesario –bromeó Maca haciendo un juego coqueto de cejas-.
-       Jajajaja…  estoy segura de ello, pero creo que Kate no aguantaría media hora más de retraso –le contestó Esther-.
-       ¿Qué tal ésta entonces? –le preguntó Maca cogiendo una del montón y poniéndosela-. ¿Está muy arrugada?

Esther se acercó hasta ella, y le pasó inconscientemente las manos por los hombros y por el abdomen para alisarla.

-       No, estás muy guapa –le dijo distraída-.
-       ¿En serio?

El tono íntimo que escogió Maca para hacer aquella pregunta, puso de nuevo el cuerpo de Esther en alerta. Era increíble que le causara aquel efecto raudo y devastador en las terminaciones nerviosas, sólo con un golpe de voz.

-       Sí… -contestó Esther, y no pudo evitar aquellos ojos sobre ella-. Estas hermosa, y además…
-       ¿mmm, hay más? –se interesó Maca apoyando las manos sobre su cintura para acercarla-.
-       Muy sexy –señaló Esther guiñándole un ojo coqueto y regalándole una de sus sonrisas desarmadoras-.
-       Jajajaja…. ¿sexy eh? –a Maca le hizo gracia que Esther rompiera la tensión sexual con su gesto-. Gracias por los piropos, cariño –le dijo Maca cogiendo esta vez su cara entre las manos-. ¡Te quiero!

Esther no tuvo que contestar a aquel sentimiento. Maca selló la conversación con un plácido beso, y ambas salieron de la habitación antes de engancharse de nuevo. En cuanto entraron en el salón Kate le hizo una señal a Esther.

-       Ah, ya está aquí. Te paso con ella, Encarna –contestó Kate al teléfono-. Tu madre.
-       ¡¡¿Mi madre?!! –se extrañó Esther-. ¿Mamá? –contestó Esther poniéndose al auricular-. ¿El móvil? No, no he recibido nada…. Sí, bueno, hemos estado entretenidas y no lo llevo encima –Esther se puso roja-.

Kate le dio un codazo a Maca para que se hiciera cargo de que en eso había tenido mucho que ver, Maca soltó una risa.

-       No, no te preocupes… sí, ahora lo buscaré y veré por qué no me llegan tus mensajes. ¿Pero ha pasado algo? –se inquietó Esther-. ¿Una foto? ¿Qué foto?... ahhh… para la boda del hijo de Paquita… sí, vale… que sí, les haré el retrato. No, no se me olvida… -Esther empezó a poner sus ojos en blanco, y Kate y Maca empezaron a reírse de ella-. Mamá, no seas pesada… estábamos a punto de ir a comer y…. que sí, que ahora cojo el móvil… sí, lo llevaré encima. Mamá, no va a pasarme ninguna desgracia, y si pasara no creo que llamándote por el móvil pudieras resolver mucho…

Maca se acercó a Esther, si seguían por aquella vía Encarna se preocuparía más, y Esther acabaría de los nervios por el control maternal.

-       ¿Dónde lo tienes? –le preguntó Maca acercándose a Esther-.
-       No sé, creo que en el bolsillo de la mochila –hizo memoria Esther-. Sí, mamá, es Maca... Besos de parte de mi madre.
-       Jajajaja… igualmente Encarna, no te preocupes que ahora le localizo el móvil –le gritó Maca al auricular y luego las dejó hablando-.

Entró en la habitación, y buscó la mochila de equipaje de Esther. Rebuscó en los bolsillos, y finalmente lo encontró. Miró la pantalla y entendió por qué Esther no había recibido ni uno sólo de los mensajes de Encarna, aún lo tenía en “modo avión”. “Jajaja… pequeño desastre con patas. Ya se podía Encarna tirar de los pelos, ya”, pensó Maca sonriendo. Le encantaban aquellos despistes de su novia. Estableció las conexiones y  se dio cuenta de que el móvil apenas tenía batería, así que buscó el cargador para ponerlo a la luz. El teléfono empezó a pitar con la llegada de mensajes perdidos. “Joder con mi suegra… sí que tiene que ser importante el retrato, sí”; pensó Maca y cogió el cargador antes de volverse a hacer cargo del móvil de Esther. Miró la pantalla y apareció el icono de correo electrónico, washapps y llamadas perdidas encendidos. Bajó la barra de notificaciones y se sorprendió de que en día y medio Esther hubiera recibido 17 llamadas perdidas estando en el extranjero. Por curiosidad le dio al botón de registro, y el nombre de Alex era el responsable de todas ellas. Maca entrecerró los ojos algo molesta. Siempre había desconfiado de las verdaderas intenciones de Alex al acercarse tan amistosamente a Esther, pero diecisiete llamadas perdidas era rayar el límite de la “posesión” amistosa para cualquiera.

-       ¿Lo has encontrado? –preguntó Esther asomándose a la puerta del cuarto-.
-       Eh, sí… -Maca se sobresaltó por la interrupción-. Lo tenías aún en “modo avión”, por eso no te llagaban los mensajes.
-       ¿Ah sí? –se hizo la sueca Esther a pesar de que había desconectado a posta su móvil en cuanto Maca había aterrizado-. Bueno, no importa…. Mamá tiene el fijo y tú estás aquí, así que quien me tiene que localizar, ya me tiene localizable.
-       Pues, no sé qué decirte… parece que Alex se ha estado tirando un poco de los pelos, te ha dejado diecisiete llamadas perdidas –le dijo Maca sin reproches, simplemente comentándolo-.

A Esther le entró un sudor frío nada más escuchar aquel nombre.

-       Deberías llamarla o mandarle algún mensaje. Estará preocupada por saber si habéis llegado bien –le dijo Maca dándole el móvil-.
-       Eh, sí… claro. Creí que Kate ya habría hablado con ella.
-       Pues a mí me parece que no lo ha hecho, sino no se hubiera vuelto loca tratando de localizarte –le contestó Maca con una sonrisa-. Venga vamos, o nos cerrarán las cocinas.

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Amsterdam

Alex pilló el equipaje de mano y se puso a la cola para pasar el control de seguridad del aeropuerto. Aún no sabía nada de Esther, pero había recibido un correo de Kate aquella misma mañana con temas de trabajo, y le comentaba que la ciudad era fantástica y que ya se habían instalado. La preocupación que había sentido Alex por la falta de noticias, ahora estaba teñida de nerviosismo y expectación por su espontáneo viaje. Se moría por volver a tener a Esther entre sus brazos y pasar el fin de semana con ella viendo Londres.

Londres.

Maca y Esther paseaban cogidas de la mano, mientras disfrutaban de un moca blanco a mitad de la tarde.

-       Kate está más rara que de costumbre, ¿no lo has notado? –comentó Maca-. Aprovecha cualquier excusa para dejarnos a solas, no es que me importe, me encanta estar a solas contigo; pero me sabe mal que se sienta excluida.
-       Supongo que el rol de carabina, no va precisamente con ella –le dijo Esther. También había notado que Kate las esquivaba propiciando que estuvieran a solas, seguramente intentando que hablaran de lo que Esther no se atrevía-.
-       Jajaja… no, supongo que no. ¿Pero no somos tan empalagosas, o sí? –preguntó Maca-.
-       Jajaja… ¿Bueno un poco sí, no? –le contestó Esther no pudiendo evitar reírse-. Si no nos llega a avisar para comer, ni siquiera sé si hubiéramos salido.

Maca se rió. Esther tenía razón, no habían sido demasiado sociables, pero es que el tiempo pasaba demasiado rápido, y Maca sólo estaba interesada en aprovecharlo. La conversación pendiente que tenía con Esther sobre su beca, le vino a la cabeza, y estuvo a punto de propiciar la charla, pero el miedo a estropear la visita en el segundo día de estancia, la frenó por completo. Ya habría mejor momento. Ahora sólo quería disfrutar de ella.

-       ¿Y qué hay de Alex? –preguntó Maca de pronto-.

A Esther se le atragantó el pequeño sorbo.

-       ¿Estás bien? –se preocupó Maca por ella-.
-       Sí… es que me he quemado y…. se me ha ido… –mintió Esther mientras tosía recuperándose de la sorpresa-, por el otro lado.

Maca le acarició la espalda con cariño para calmarla, y en cuanto Esther estuvo mejor continuaron andando.

-       Bebe despacio –la advirtió Maca-.
-       Sí – a Esther pareció comérsele la lengua el gato de repente-.

Sin embargo, las dos siguieron en silencio su paseo olvidando el tema interrumpido, y disfrutaron de las vistas del parque, mientras la tarde les regalaba lps últimos rayos del sol antes de plantearse regresar a casa.

Londres. 19h de la tarde.

-       ¿Sí? –Kate contestó al móvil sin ni siquiera mirar la pantalla-.
-       ¿Kate?
-       Alex… ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo por allí? –se alegró de escucharla Kate-.
-       Por allí no sé, pero por Londres empiezan a encender las luces, y es precioso –le comunicó Alex con una sonrisa enorme-.
-       ¿En Londres? ¡¡¿Qué… cómo??!! –Kate dejó lo que estaba haciendo, desconcertada-. Alex, ¿dónde estás? –la alarma de emergencia se encendió en su cabeza-.
-       De camino a la dirección que me diste en un taxi. He cogido un avión esta misma tarde, la casa se me caía encima. No sabes lo que os echo de menos, así que… ¡SORPRESA! ¡Estoy en Londres! –le anunció Alex pletórica-.

Kate se quedó muda como pocas veces lo había hecho en la vida. La bomba se había puesto en marcha, y ni con artificieros se librarían.

2 comentarios:

  1. me parece a mí que el pequeño desastre con patas se las va a ver muy pronto con un par de fieras indomables bastante furiosas....
    Me encanta esta historia, y el mote a Esther le queda perfecto jeje

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    1. A mí también me lo parece... veremos como queda :S

      Saludos.

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