jueves, 17 de octubre de 2013

Dibujada en mi mente (TOMO 2) -cap 116-


undefined“DIBUJADA EN MI MENTE" (TOMO 2)
(Fanfic escrito para el foro Maca y Esther –Hospital Central-, por Sageleah)

DESCRIPCIÓN:
Una estudiante de bellas artes con gran talento  y una inocencia casi mágica, se adentrará en la edad adulta hipnotizada por una estudiante de medicina mayor que ella y un abismo de vivencias que las separan. Juntas descubrirán los claros-oscuros que la pasión y el amor encierran, en un relato donde el crecimiento personal y la lucha por ser uno mismo, combate con el equilibrio de forjar una unión entre dos mujeres, sus anhelos y sus miedos.


116

Alex no cenó con ellas. Se encerró en la habitación de Kate, y aunque ésta trató de tranquilizarla, no pudo encontrar el modo de sosegarla tras el punto y final que Esther le había dado. El estómago de todas estaba revuelto con la situación, y apenas probaron bocado pese a sus buenas intenciones. Maca miró en silencio como Esther se hundía en la silla, con el rostro desfigurado y pálido como la leche, mientras disimulaba removiendo el plato que apenas había tocado, como si esperara que la tierra se le tragara en cualquier momento. Saltaba a la vista que se sentía culpable, y Maca pensó que tenía razones para ello, aún así le dolió darse cuenta de lo mucho que le importaba el estado de Alex. “Si no fuera del tipo de persona que se preocupa de los demás, no te hubieras enamorado de ella…”, se recordó a sí misma Maca para detener aquel hilo de pensamiento que la ponía celosa, removía su ira y la arrastraba a un lado oscuro al que no quería regresar.

-       ¿Estás bien? –le preguntó Maca de pronto-.

Maca había estado tan callada desde que Esther aterrizó en la cocina tras la conversación con Alex, que escuchar su voz la sobresaltó.

-       Si… es sólo que… -Esther no pudo evitar contestar sinceramente a aquellos ojos que la taladraban-… Me siento mal. Todo es culpa mía.

Esther hizo un esfuerzo hercúleo para no ponerse a llorar cuando percibió que le temblaba la voz. No quería que Maca pensara que se arrepentía de la decisión tomada. Lo que le había dicho a Alex era duro, pero era la verdad. Nunca más volvería a estar con ella, nunca más volvería a cometer el error de poner en juego a Maca.

A Maca no le pasó por alto su dolor ni sus ganas de desbordarse tras aquella afirmación, así que se levantó y retiró el plato de la mesa en silencio. Algo la estrangulaba al saber que Esther sufría, sin embargo no pudo simplemente acudir a su lado y abrazarla para que se desahogara. No pudo. Al cabo de unos segundos, Esther se levantó también de la mesa y retiró su cubierto imitando a Maca. No hubo llanto ni tampoco más palabras. Maca se puso a fregar porque estar ocupada la mantenía alejada de aquella dualidad de sentimientos que sentía ahora mismo por Esther, pero en cuanto ésta se colocó a su espalda y le puso una mano en el hombro, no pudo mantener sus barreras.

-       Maca –la nombró Esther, y Maca tembló-. Siento haberte hecho esto, haberte hecho tanto daño –las dos guardaron un segundo de silencio ante la disculpa, y Esther no se atrevió a seguir tocándola, así que retiró la mano-. Es muy posible que una vida no me baste para compensarte y demostrarte cuánto lo siento, pero te garantizo que nunca dejaré de intentarlo. De verdad que deseo más que nada en el mundo que nos demos una nueva oportunidad. Haré lo que me pidas para ganarme de nuevo tu confianza. Sólo quiero que lo sepas. No volveré a fallarnos.

Un escalofrío cubrió las vértebras de Maca, que se concentró en cerrar el grifo del agua para no tiritar. La voz de Esther era una disculpa, una entrega, un ferviente deseo con pinceladas de duda y miedo, pronunciado en voz alta para las dos. Cerró los ojos porque quería creerla, porque la amaba y saber que se había acostado con otra no cambiaba sus sentimientos de la mañana a la noche, nunca mejor dicho. Estaba dolida, rota de alguna manera, pero incapaz aún de delimitar sus pedazos. “¿Por qué escogiste a Alex? ¡Maldita sea! ¿por qué no fue con cualquiera?”, se lamentó Maca en silencio. Un escarceo sexual podría haberlo borrado de su mente, pero Esther se había entregado a Alex, y Maca la conocía lo suficiente para saber a ciencia cierta que habría tocado su corazón. Pensar en ello la torturaba más de lo que podía admitir.

Esther dio un par de pasos hacia atrás en vistas del silencio que guardaba Maca. Sabía que las condiciones en las que iban a suceder las cosas entre ellas no habían quedado claras en el parque, pero en aquel momento le había bastando que Maca le hubiera dicho que pese al daño estaba dispuesta a intentarlo. No le prometió nada, no le dijo que la quería, pero Esther había notado en sus ojos el dolor, la incertidumbre y el amor herido que aún quedaba en ella. Una expresión que nunca olvidaría por mucho que viviera, y que siempre se arrepentiría de haberle provocado. Se sintió vacía, perdida y asustada, porque quería a Maca y sin embargo había perdido la razón con otra persona. Cada vez que lo pensaba tenía ganas de arrancarse la cabeza. Empezó a recoger el espacio que habían utilizado para no ponerse a llorar de nuevo allí mismo.

Maca escuchó el sonido de sillas y algo se activó dentro de ella. Se volvió para mirar a Esther, que cabizbaja juntaba las sillas a la mesa y no quiso racionalizar más porqué le dolía tanto su sufrimiento. Se acercó hasta ella y esta vez fue su mano la que tocó el hombro de Esther, la cual soltó un sollozo repentino que acalló rápidamente cubriéndose la boca con ambas manos, como si no se esperara que un gesto tan simple pudiera desbordarla, como si no tuviera derecho a llorar o despertar cualquier tipo de compasión hacia ella.

-       ¡Ven! –le susurró Maca, y sintió todo el calor del cuerpo de Esther abrazarse al suyo con una necesidad angustiosa-. Aún te quiero, sólo que… Necesito tiempo –pronunció Maca con dificultad, pero sinceramente-.
-       Lo sé… lo sé… lo siento –asintió Esther aún llorando en su regazo, intentando parar para no ser más injusta con ella de lo que ya lo había sido-… lo siento.
-       Shhh… lo sé, yo también lo siento –trató de calmarla Maca, y depositó un beso profundo en su cabeza mientras la estrechaba con fuerza contra su pecho. El llanto amenazaba en su garganta como agua hirviendo-.

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Tras la escena en la cocina, Maca insinuó que deberían descansar un poco.

-       Ha sido un día… complicado. Deberíamos tratar de dormir, mañana será otro día –dijo Maca-.

Y Esther asintió, siguiéndola por el pasillo en dirección al cuarto. El silencio volvió a instaurarse entre ellas, y Maca se quedó parada al entrar en la habitación y ver aún la cama con las sábanas revueltas de la mañana. El recuerdo de haber hecho el amor con Esther aquel mismo día, se ensució con la visión de Alex ocupando rincones de aquel mismo cuerpo. Algo visceral a lo que nunca había dado importancia y valor, se volvió contra ella revolviéndole el estómago.

-       Maca…
-       Creo que será mejor que hoy duerma en el salón –pronunció Maca de pronto nerviosa-.

Esther se quedó parada, y retiró la mano antes si quiera de haberla tocado para saber lo que le pasaba.

-       Sí, claro… -las palabras se le atragantaron en la garganta, pero sabía que no estaba en condiciones de pedirle nada, y sólo deseó que el ritmo que marcara Maca entre las dos, la devolviera a ella por mucho que tardara-… cómo prefieras.

Maca recogió su pijama a toda prisa, y un par de cosas personales que metió en su mochila. Esther la vio moverse por la habitación inquieta, como si tratara de huir a toda costa, y se abrazó a sí misma para calmar el frío que poco a poco iba sintiendo ante aquel incómodo momento. “No voy a llorar… no voy a ser la víctima. Le he partido el corazón… deja que se vaya, aguanta… aguanta”, se repitió Esther una y otra vez hasta que Maca pareció tenerlo todo y se detuvo a un solo paso de salir por la puerta. Esther aguantó algo más que la respiración cuando Maca se volvió para mirarla por última vez antes de marcharse.

-       No pasa nada, ¿vale?… yo sólo… -Maca quería disculparse por salir corriendo-.
-       … necesitas tiempo, lo sé, lo entiendo. No te disculpes, por favor –acabó la frase por ella Esther, entendiendo lo que su mirada decía-.

Maca dudó unos segundos. Le había consolado, le había asegurado que la quería y que iban a solucionarlo, pero algo que escapaba a su raciocinio la había impulsado a salir de allí como si la habitación estuviera ardiendo. Asintió con la cabeza, porque no quería descargar en Esther los pensamientos que la habían abordado al pensar en meterse a su lado en la cama. Le dio las buenas noches y trató de sonreírle para que no se preocupara. Cerró la puerta tras de sí deseando que todo fuera más fácil por la mañana.

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Maca se cambió en el cuarto de baño, y acomodó unos cojines en el sofá para propiciarse una cama. Agotada, se dejó caer en el respaldo y se tapó los ojos con uno de sus antebrazos, intentando mitigar el escozor que sentía. Al cabo de un rato, escuchó una puerta, y luego el peso de un cuerpo ocupar una plaza de aquel mismo sofá. Se giró para ver quien era. Kate le regaló una sonrisa cansada, y le acarició la pierna con la mano.

-       ¿Cómo estás? –le preguntó con sinceridad ensombreciendo su mirada-.

Maca notó su preocupación y soltó un profundo suspiro.

-       No lo sé. Me siento como si una apisonadora me hubiera pasado por encima, y al mismo tiempo, me cuesta reaccionar. No sé cómo estoy… y tampoco quiero pensar en ello –le contestó Maca-.
-       Comprendo… -asintió Kate-. Lo siento.
-       Ya… -Maca no tenía muchas ganas de hablar y ambas guardaron silencio unos minutos-.
-       ¿Cómo se encuentra?

Kate se volvió a mirar a Maca porque no sabía si había entendido su pregunta. Al ver sus ojos entendió que la había escuchado perfectamente.

-       Hemos reservado un vuelo, quiere que la lleve mañana al aeropuerto –le contestó Kate-. Me preocupa que Alex se vaya sola en su estado, pero… no ha admitido ninguna otra posibilidad. Está hecha polvo. Quiere a Esther, sabe que no debe, pero es lo que siente.

Maca guardó silencio, aquella información no le venía de nuevo, pero no le fue grato escucharla.

-       Lo siento, demasiada información… perdona –se disculpó Kate arrepintiéndose en el acto. La verdad es que estaba bastante preocupada por todas ellas, y su boca la traicionaba-.
-       Tranquila. Me lo imaginaba –le aseguró Maca, volviendo a guardar silencio-.
-       ¿Y Esther? ¿Cómo lo lleva? –quiso saber Kate, pues se había encerrado con Alex y no había podido ver en qué estado se encontraba, aunque confiaba en Maca-.
-       Arrepentida, asustada, castigándose a sí misma… ¡Todo esto es una mierda! –estalló Maca echando la cabeza hacia atrás y tapándose los ojos para que no la vieran llorar-.

Kate se acercó hasta ella y la abrazó. Maca necesitaba desahogarse, y lo hizo entre sus brazos hasta que casi no le quedaron fuerzas.

-       La quiero, Kate… te juro que la quiero, pero es que… -Maca intentaba explicar entre sollozos lo que sentía-.
-       Lo sé, cariño… -a Kate también le saltaron las lágrimas con su desgarro-.
-       ¿Por qué Kate? ¿Por qué con ella? ¿por qué no me lo dijo?... –le preguntó Maca aunque no esperaba respuesta-. Si me hubiera dicho que necesitaba una relación abierta… ¿sabes?, yo… yo lo hubiera entendido… me hubiera costado claro, pero… lo hubiera entendido. Siempre sentí que necesitaba, que querría vivir cosas, pero… no así, no con ella. No con Alex… -Maca rompió de nuevo a llorar con fuerza y Kate se sumó a su dolor-.
-       Por favor, no … no te castigues más Maca –le pidió. La generosidad de Maca era enorme, siempre lo había sabido, pero aquello era cruel y deseo con todas sus fuerzas, que no cargara también con aquella carga-.
-       Con Alex, Kate… con Alex. Alguien enamorada de ella, compatible con ella… su amiga, su confidente, alguien a quien admira… alguien de quién enamorarse… Kate… -sollozó Maca sorbiéndose los mocos para poder respirar-.


Kate la estrechó con fuerza contra su pecho y la consoló como pudo. Las dos lloraron hasta que la tormenta pareció alcanzar un alto, luego prepararon infusiones y pasaron la noche hablando de sus miedos, sus dudas, sus motivos… a fin de cuentas, de lo ocurrido.

2 comentarios:

  1. llevo un buen rato con los dedos pegados al teclado sin saber qué escribir, pero este capítulo realmente necesita una felicitación como Dios manda, aunque no sepa darla. Así que, aunque es quedarse muy corto, enhorabuena, me he emocionado y hasta tengo un nudo en la garganta... Sencillamente, ojalá más gente escribiera como tú.

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    1. Muchas gracias, me quedo sin palabras y me alegra enormemente que esta historia te emocione.

      Un saludo. Gracias

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