jueves, 19 de diciembre de 2013

Pretty Bollo -cap 17 y 18-



Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.


17

- Sra. Wilson la llaman al teléfono.

La alta mujer se giró para ver al muchacho que la llamaba. En la bodega no utilizaban los móviles para no alterar el estado sobrio de los bidones, así que tendría que ir a la cabina exterior.

- Me disculpan un momento. Marcos les acompañará –se disculpó cortésmente Maca de aquellos dos ejecutivos y enfiló hacia el teléfono-.

Cuando cerró la puerta de la pequeña cabina, se sentó y cogió el auricular. El muchacho le había indicado que era Ana.

- ¡Sabía que no podías vivir sin mí! –le dijo Maca nada más coger el auricular.
- ¡Oh claro que no! Eres mi arpía favorita -le contestó su amiga Ana-.
- jajaja… vale, al menos me consideras algo tuyo –se rió Maca por su sarcasmo-. ¿Cómo estás?
- ¡Echa un manojo de nervios por tu culpa! –le contestó, pues el domingo Maca se había ido sin poder reunirse con ella para contarle lo sucedido-.
- ¿Y eso por qué? –Maca sabía muy bien por qué venía todo aquello, pero le divertía sacar a Ana de sus casillas-.
- Por qué dice la tía.. JA!... JA!… muy gracioso. ¿Me lo vas a contar o no? –le preguntó Ana-.
- ¿Contarte, el qué? –se hizo la loca Maca conteniendo una risa-.
- Agrrr…. Vale, entro al trapo, ¿me puedes contar “Reina de la morería”, que pasó en tu cita con la prostiiii??? ¿pleaseeeee? –le dijo Ana imitando una tranquilidad que no tenía-.
- jajajajjajajajaj…. ¿ahora ya se llama prostiii? … jjajajajajaj… Esther, se llama Esther –la corrigió Maca sin saber por qué-.
- Bueno, pues Esther. ¿Os acostasteis? –le preguntó inquieta-.
- ¿Desde cuándo el que me acueste o no con una mujer ha pasado a ser la primera pregunta? –le dijo Maca-.
- ¡Oh Diooooooooooossssssssss! ¡Deja de contestarme con preguntas y dispara antes de que me de un infartoooo! –la apremió su amiga-.
- Vale, vale… mi cita con Esther fue mejor de lo que yo creía, se comportó excepcionalmente y yo estuve relajada y alegre con la gente, así que para el negocio ha sido fantástico. Mi padre está encantado, porque ha recibido un montón de llamadas de amigos del club –le resumió escuetamente Maca a Ana-. En cuanto a lo de si me acosté con ella, no, no me acosté con ella pero durmió en mi habitación por si te interesa.
- ¿Qué si me interesaaaaaa? ¡Pues claro que me interesa! ¿Y entonces que hicisteis? –Ana estaba segura que había algo más-.
- Pues nada, hablar y dormir, y ya… -le contó Maca-.
- ¿Hablar y dormir? ¿Coñoooo, y por eso cobra? –Ana estaba más perdida que un pez fuera del agua-.
- Joder, no… no me cobró. Ainsss… es complicado de explicar –dijo Maca, dándose cuenta de que aun no estaba preparada para contar lo se traía  entre manos con aquella extraña mujer-.
- ¡No lo entiendo! –se quedó a cuadros Ana-. ¿No te cobró? ¿Y eso que significa? ¿Qué le gustas?

Maca se quedó meditándolo un momento, era cierto que Esther no le había cobrado, pero le había dejado claro que sólo era porque se sentía en deuda con ella por la vez anterior. La verdad es que con la intensidad que cogió la noche, al final no había podido aclarar con Esther cómo funcionaba el tema del dinero y las citas formales.

- No me cobró, y no creo que le guste. Bueno, quiero decir que sí, que algo le debo gustar, porque sino no me habría aceptado como cliente, ¿no? Pero no creo que fuera por eso por lo que no me cobró, lo hizo porque como la anterior vez se quedó dormida pues se sentía en deuda supongo –empezó a relatar Maca sin ton ni son-. Eso.

- Aaaahhhh… -Ana estaba más a cuadros todavía, se le había quedado la cara de “apagüetada” de Lina Morgan en el “Ultimo tranvía”-. ¡Pues no lo entiendo! ¿Oye esto de las prostitutas es siempre así de complicado? Yo pensaba que pagabas, follabas y ya.

Maca no puedo contener la risa y estalló a carcajadas. Aunque le costara reconocerlo, la verdad es que ella se sentía igual de fuera de juego que Ana, pues con Esther las normas convencionales no existían. Una cita con ella era, como tener una aventura a lo grande, nunca sabías cómo terminaría la noche.

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-¡Ohhhhhhhhh Diossss, paraaaaaaaaa! ¡Ya voyyyyyyyyy!

Esther se levantó de un salto de la cama, aquella noche no había dormido nada, y solo hacía un par de horas que había conciliado un sueño profundo. Se encaminó a la puerta, sabía que por la forma de llamar, Eva estaba al otro lado de la mirilla.

- ¿Por Dios, por qué siempre me tienes que levantar así? –le dijo Esther cuando se encontró con su radiante sonrisa frente a frente- Pasa
- Agggg nena, estás tremendamente buena aun hecha polvo –Eva la contempló en aquellos pantalones cortos que dejaban al descubierto sus trabajadas piernas- ¿Qué pasa, no has podido dormir?
- No. Estuve investigando sobre la motorista y me dieron las tantas. Creo que estoy empezando a llevarme el trabajo a casa –le contestó Esther mientras se metía en la cocina a preparar unos cafés-.
- Yo no me traería el trabajo, me la traería sólo a ella. Está como un queso al que no me importaría hincarle el diente, ¿qué no? -le dijo Eva sentándose en el banco de cocina-.
- ¿Sí? ¡Pues lo tienes crudo! –dijo en voz alta Esther sin pensar- No se puede hincar el diente a alguien que tiene problemas para ser tocado.
- ¿Eeh? –Eva por suerte no entendía a Esther cuando se ponía filosófica y pensaba que aquello era otra de sus metáforas-.
- No, nada… cosas mías –le dijo Esther-. ¿Encontraste algo de lo que te pedí?

Eva la miró con un destello en los ojos, cogió su bolso y sacó una revista, la misma revista de “Nosotras” donde Maca había concedido una entrevista.

- Sabía que la había visto en alguna parte, se lo comenté a Laura y aquí está. Ya sabes que ella es adicta a coleccionar todo lo que constituya la “cultura les” -le explicó sonriendo Eva-.

A Esther no le dio tiempo ni a tomar el primer sorbo de su café, se quedó mirando hipnotizada aquella portada que sostenía Eva, donde una Maca alegre, más joven y con el pelo suelto permanecía encima de aquella Harley que casi la había atropellado.

18

Maca había pasado todo el día trabajando, cuando llegó a su casa se duchó y se puso cómoda en el sofá. A pesar de haber pensado en llamar a Esther, no había encontrado el momento para estar lo suficientemente tranquila y hacerlo. Miró la hora, eran cerca de las doce… “¿estará despierta?”, se preguntó, y sin poder evitarlo decidió probar suerte, cogió su móvil y marcó el número ya memorizado de la tarjeta púrpura, al tercer tono Esther contestó.

- ¡Hola preciosa! –fue lo primero que le dijo Esther y Maca pensó que se moría tras escuchar aquel tono sensual y adormilado-.
- Ahhh.. Hola, perdona que llame tan tarde, ¿sabes quién soy, no? –quiso asegurarse Maca de que Esther no estaba pensando que hablaba con otra persona-.
- Mmm… déjame pensar, pelo castaño ceniza, ojos color miel, piernas largas, boca de ensueño… Maca, ¿no es así? –le susurró Esther y Maca se electrificó al instante. “¿Es así como me ve de verdad?”, pensó-.

Maca echó una mirada instintiva hacia la bandeja con whisky que tenía en la otra punta del salón, pero decidió que ya que solo iban a hablar, estaría bien. Quizá fuera hora de probar los efectos de la seducción en la distancia.

- ¿Es así como me definirías? –se recostó Maca en el sofá-.
- Podría ser una introducción aproximada, sí… ¿y tú a mí? –la retó Esther-.

“No me lo puedo creer… ¿quiere que coqueteemos al teléfono?”, pensó Maca un poco excitada ante las expectativas.

- Piel suave y caliente, melena castaña y ondulada, ojos marrones alegres… dulce, perversa a la vez… sonrisa infundible. Creo que te definiría así como introducción, ¿te identificas? –le dijo Maca con los ojos cerrados, pues se la estaba imaginando-.
- ¿Crees que soy perversa? –le coqueteo Esther al otro lado de la línea-.
- Sí, es posible, pero también he dicho que eres dulce –Maca no quería darle más pistas-.
- ¿Dulce cómo una tarrina de chocolate con leche fundido o como un algodón de azúcar rosa y blandito? –le bromeó Esther-.
- MMm… déjame que lo piense… -“sí, como un chocolate fundido que lamería y lamería” pensó, pero estaba claro que no podía decírselo- La verdad es que no estoy muy segura, aunque lo de blanditoooo…
- ¿Oyeeeeee…me estás llamando fofa? –la reprendió Esther con una sonrisa incontenible-.
- jajajaja… no lo sé, no te he tocado lo suficiente –le contestó Maca feliz de imaginarse esa sonrisa bella que sin duda Esther lucía-.
- ¡Por qué tú no has querido! –le espetó Esther con sensualidad y un nudo se hizo en la garganta de Maca-.

“¿Qué, ya no dices nada, pececito?”, pensó con malicia Esther viendo que se había hecho un ligero silencio al otro lado de la línea. Esther decidió que era hora de salvarla cambiando de tema.

- ¿Por cierto, cuándo pensabas contármelo? –le preguntó Esther-.
- ¿Contarte el qué? –se extrañó Maca-.
- Que eres Macarena Wilson… de bodegas Wilson -le dijo Esther con tono alegre-.

Maca ni siquiera se había percatado de que no le había dicho su nombre a Esther.

- ¿No te lo dije?
- No –contestó Esther-. Pero no importa, entiendo que tuvieras tus reservas, alguien de tu posición no se puede permitir que alguien como yo la pueda chantajear.

“¿QUÉEEE? ¡¡yo no … yo no he pensado jamás en eso!!”… quiso gritar Maca asombrada.

- Esther yo no sería capaz de pensar algo así –le dijo finalmente Maca-.
- Te creo, pero quiero confirmarte que jamás, óyeme jamás, nadie sabrá nada de lo que haya entre nosotras. Sólo seré ante la gente, una nueva conquista para ti, a la que dejarás cuando tú decidas.

La voz de Esther era seria y noble, y Maca supo con total seguridad, que cumpliría cada una de sus palabras como si fueran un juramento hecho a sangre.

- ¿Eso quiere decir que estoy dentro de tu círculo de admitidas definitivamente? –quiso bromear Maca, pues le gustaba mucho más la Esther alegre que la profesional y seria-.
- Eso depende –se animó Esther por el cambio de tono de la conversación-.
- ¿De qué depende exactamente? –Maca estuvo a punto de preguntarle si era por el dinero, pero le pareció una vulgaridad hacerlo, así que ni lo mencionó. El tema económico tendrían que hablarlo cara a cara la próxima vez-.
- De si te gusto –le ronroneó Esther y Maca se derritió-.

“¿Gustarmeee?... Casi me ahogo con sólo rozarme, si eso no es gustarme que baje Dios y lo vea”…

- Claro que sí, tonta –le dijo finalmente y sonrió complacida del silencio que había dejado en Esther por unos instantes-.


Durante más de una hora, Maca y Esther estuvieron hablando por teléfono, al principio coqueteando mutuamente, posteriormente pudieron conversar sobre el trabajo de Maca y el éxito de la cena en el club a la que asistieron. Estaba claro que aquello era el principio de algo, ahora sólo faltaba poner las barreras de seguridad que determinaran el qué.

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