lunes, 20 de enero de 2014

Dibujada en mi mente (TOMO 3) -cap 1-

¡ ESTRENO !


PRÓLOGO:

Han pasado diez años. La prometedora estudiante de pediatría, Macarena Wilson, se ha transformado en una doctora de referencia en enfermedades infantiles del tercer mundo. Sus trabajos de investigación y su protocolo de actuación en desnutrición y enfermedades gastrointestinales pediátricas, son implantadas en hospitales de Europa. Su vida gira completamente entorno a su trabajo, y atrás quedó aquella joven camarera de bar de ambiente de noche, y modelo sin tapujos de día, que le dieron la oportunidad de labrarse un futuro.


Esther García por su lado, también salió de España tras la ruptura sin palabras con Maca. Terminó su carrera y entró en una espiral de autodescubrimiento, que la llevó a afincarse finalmente en Los Ángeles,  llegando a tener el reconocimiento de la comunidad de bellas artes más fuera que dentro de su país. Actualmente sus obras alcanzan cifras escandalosas en las galerías de Nueva York, L.A y San Francisco.



1.-

10 años después. Galería de Arte. Madrid.


- Espera, te echo una mano –se ofreció Esther a ayudar a la transportista que con cuidado trataba de  entrar una de las obras de mayor volumen-.
- Te lo agradezco, me han dicho que es una obra muy cara, y el compañero que debía ayudarme ha tenido que salir pitando -le comentó la joven agradecida, sin saber realmente con quién trataba-. Su mujer está a punto de dar a luz.
- Pues parece que hoy va a ser un gran día –le dijo Esther regalándole una de sus sonrisas mientras terminaban de dejar el cuadro-.
- Sí, parece que sí –contestó la joven también sonriéndole a la mujer de pelo corto y sonrisa brillante-. ¿Trabajas en la galería?
- Algo así –contestó Esther sin dar muchas explicaciones, mientras se dedicaba a desenvolver el cuadro que habían llevado juntas-.
- Guauuu… es… es increíble –musitó la joven al ver el lienzo de tonos azules y piel marmolea, que plasmaba abiertamente un sesenta y nueve entre dos mujeres sin rostro-.

Esther observó gratificada la reacción de la transportista ante su obra. La joven se acercó un poco al cuadro para leer la firma y luego se alejó para apreciarlo en conjunto. Realmente era una obra majestuosa, además de provocativa.

- ¡Vaya! No había visto nunca algo así, debe costar una pasta. “E. G”… ¿sabes quién es? –preguntó la joven admirada, haciendo referencia a las iniciales que sellaban el cuadro-.
- Sí, la verdad es que es bastante caro –comentó Esther y luego le tendió la mano a la joven-. “E.G”, Esther García, mucho gusto.

La joven parpadeó sorprendida procesando la información, algo que complació aún más a Esther que esperó a que la transportista reaccionara.

- ¡¿Es tuyo?!

Esther asintió satisfecha.

- ¡Oh vaya! Menos mal que me ha encantado, sino hubiera quedado como el culo delante tuya… jajaja –se rió la joven impactada-. Soy Lucía, un placer.
- Jajaja… me alegra que te guste, Lucía –se rió también Esther ante la sinceridad de la joven-.
- Mi madre se moriría si viera algo así -comentó Lucía admirando la feminidad y la sutileza de los trazos de las piernas enroscadas en las caras-. ¡Me encantaría tenerlo presidiendo mi dormitorio! 

Las dos se miraron, y se echaron a reír mientras miraban el cuadro con entendimiento. Esther nunca dejaba de sorprenderse de lo amplio que solía ser el gay-radar, y antes de que pudieran pensarlo demasiado, las dos empezaron a coquetear sin disimulos.

….

En un taxi de camino al Hospital Central.

- ¿Por qué no dejas esos informes, y te relajas un poco? –le sugirió Bea cogiéndole una de las manos para que la mirara a la cara-.

Maca dejó de leer y la miró. Hacía casi una semana que estaban en Madrid, y sin embargo, seguía sin acostumbrarse. La sensación de inquietud al recorrer sus calles la ponía nerviosa.

- Tienes razón, tienes razón –reconoció Maca dando carpetazo a sus apuntes-.
- Lo sé, relájate –le contestó Bea con una sonrisa-.

Maca le devolvió la sonrisa, y apretó su mano con suavidad. Luego echó la cabeza hacia atrás en el respaldo y miró por la ventanilla del coche intentando serenarse. Quince minutos más tarde, pagaron al taxista y bajaron frente a urgencias. Maca miró aquellas puertas y el corazón le dio un vuelco, había tanto de ella allí dentro, que algo la paralizaba.

- ¿Estás bien? –le preguntó Bea tomándola por la cintura-.
- Nerviosa –contestó Maca-.
- Muchos recuerdos –apuntó Bea-.
- Muchos –respondió Maca-.
- Vamos, será bonito –la animó Bea dándole un beso en la mejilla-. Es hora de saber qué quiere de nosotras Cruz, ¿no tienes curiosidad?
- Curiosidad no es exactamente lo que siento ahora mismo, sino más bien pánico –le contestó Maca, pero por primera vez sonrió sin atisbo de tensión en las comisuras de sus labios-.
- Jajaja… bueno, entonces estamos como en casa. Te he visto crecerte en situaciones de peligro, y créeme, Cruz no va a ser aquí la pantera –le apuntó Bea guiñándole un ojo-. ¡Vamos! ¡Entremos!

Bea la cogió de la mano, y juntas atravesaron las puertas del hospital. Los recuerdos y gente que hacía años no veía, empezaron a llamar a su memoria, trasportando a Maca diez años atrás.

---

Galería de Arte. 15h.

- Esther, ¿dónde estás?
- Aquí, en la sala dos –gritó Esther mientras terminaba de supervisar la colocación de una de sus obras-.

Kate fue a su encuentro, y la vio recogiendo restos del cableado que ya no necesitaban.

- Genial, así está perfecto –apuntaba Esther a los chicos que la ayudaban-.
- ¿Cómo va eso? –le preguntó Kate llegando a su lado-.

Esther paró un segundo para darle un beso en los labios y contestarle.

- Casi listo, ¿y tú? ¿Cómo has quedado? –se interesó Esther-.
- Todos en sus puestos. Las cuñas de radio preparadas, nos van a publicar en unas doce revistas, cuatro del sector de arte y cultura de Madrid, y las asociaciones están avisadas. Además, apenas nos quedan ya invitaciones por entregar, así que mañana pistoletazo –le anunció Kate las buenas nuevas-.
- Buff… genial, ¿no? ¡Qué nervios! –expresó Esther con alegría, aunque también andaba bastante inquieta-.

No era la primera vez que iba a exponer su obra en España, pero sí la primera que lo hacía con una galería enteramente para ella y su nueva colección. En Nueva York y San Francisco, su nueva obra había tenido un reconocimiento notable, pero allí, a la vista de un público tal vez más conservador, se sentía inquieta por las críticas y la acogida de su arte. Kate lo sabía,  y rodeó con su brazo los hombros de Esther.

- Les va a encantar, ya lo verás –le dijo con confianza-.

Esther dejó apoyar la cabeza en el reconfortante hombro de Kate, y luego le pasó el brazo por la cintura. Para Esther era un pilar irremplazable en su vida.

- Eso espero, he puesto mucho de mí en estos lienzos –musitó Esther-.
- Lo sé, y son estupendos –le contestó Kate besándole la cabeza, y quedándose junto a ella mientras ambas contemplaban las paredes con las pinturas-.


- Señora, disculpe –uno de los operarios las interrumpió algo incómodo-.

Kate y Esther se le quedaron mirando, el muchacho parecía algo cohibido frente a sus muestras de afecto, y Esther se soltó de la cintura de Kate.

- ¿Sí? Dígame –le preguntó-.
- Sólo quería saber si nos va a necesitar para algo más, son las tres y nos gustaría ir a comer –le señaló el operario-.
- Oh, ¿tan tarde? Lo siento, si váyanse a comer. Por hoy ya lo tenemos todo listo, gracias por ayudarme –le dijo Esther y le tendió una mano amable-.

El hombre se la estrechó y luego salió de allí, no sin antes regalarles una mirada curiosa y una sonrisa indecisa. Esther esperó a estar a solas para girarse hacia Kate.

- ¿Lo ves? Por cosas como éstas, es que estoy nerviosa. Sólo estábamos abrazadas y este tío ya se ha quedado cortado… ¿cómo se quedarán los demás al ver algo así? ¡Oh Dios! ¿Y mi madre? –ahora sí que Esther se puso nerviosa de veras-.

Kate se echó a reír. Hacía mucho tiempo que no veía a la Esther ojiplática, nerviosa, y escandalizada, pero allí estaba, y la expresión de su rostro le trajo muchos recuerdos.

- Oh, cariño. No creo que tu madre se escandalice por ver esto –le dijo Kate-. Bastante bien te conoce ya la pobre, y sabe que no has parado muy quieta que digamos. Además, estamos en España, ¿no? El matrimonio igualitario es legal, constitucional y todo eso… supongo que ver un poco de amor lésbico en unas paredes no va a suponer un shock tan grande, ¿no te parece?
- Todo lo que tú quieras, pero a veces tengo la impresión de que es más fachada que libertad expresa. De todas formas, no nos vamos a meter ahora en política, que para eso no hemos venido –dijo Esther-.
- Cierto –corroboró Kate-. ¿Entonces qué?
- ¿Qué de qué?
- ¿Comemos? ¿o prefieres seguir atacándote los nervios? –le preguntó Kate con una sonrisa-.
- Ni hablar, a lo hecho pecho… a quien no le guste, pues que no mire. Vámonos a zampar –le contestó Esther alegremente-.
- Esa es mi chica.

Kate le pasó el brazo por encima, y las dos salieron de la galería para ir a reponer fuerzas. La cuenta atrás para la inauguración, estaba en marcha.

---
Hospital Central.

Bea vio como Maca salía de la sala de juntas, y se disculpó con algunas enfermeras para ir a su encuentro.

- Bueno, luego hablamos. Gracias por las entradas, chicas –dijo Bea y enfiló pasillo a bajo. Al llegar a Maca, ésta la miró sin decir nada-. ¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿Qué querían?

Maca siguió mirándola sin todavía poder asimilar la propuesta de la junta del hospital.

- Me estás poniendo nerviosa, o me lo dices, o entro y lo averiguo por mí misma –le advirtió Bea, la cual era muy capaz-.
- Creo… creo que quieren que dirija el Hospital Central –anunció Maca perpleja-.
- ¡¿Qué?! –Bea también se quedó alucinando-.

Cruz las había llamado hacía un par de días, para comunicarles que necesitaba hablar con Maca y hacerle una propuesta, pero en ninguna de sus hipótesis había cabida para algo de tal magnitud. Maca acababa de cumplir en septiembre treinta y seis años, y si aquello era cierto, se convertiría en la directora más joven de aquel hospital, algo sin precedentes.

- Parece que todos están de acuerdo. Han estudiado mi trayectoria, mis investigaciones, y quieren que vuelva a Madrid y me encargue de la dirección –le anunció Maca aún sin entender que había pasado en aquellas cuatro paredes, todo había sido tan rápido e inusual, que no le había dado tiempo a asimilarlo-.
- ¿Pero, tú te has enterado bien? ¿No querrán sólo que dirijas pediatría, urgencias o algo así? –le preguntó Bea-.
- Bea –la llamó Maca, y se preocupó esta vez de mirarla a los ojos porque sabía que la noticia la había cogido tan de improvisto como a ella-, me he enterado bien, quieren que sea la cabeza. Acaban de proponerme que dirija el Hospital Central, ¿te das cuenta de lo que significa?

Bea la miró concentrándose en sus palabras. Llevaban como cuatro años viviendo en Holanda, y ahora a Maca le proponían volver a Madrid, dirigir aquel enorme hospital de referencia nacional, a sus treinta y pocos años. Un giro de planes inesperado.

- ¿Y… y qué les has dicho? –le preguntó Bea-. ¿Qué piensas hacer?

Maca detectó el temor en el inusitado tono de voz de Bea. Se acercó, y le acarició el rostro para tranquilizarla.

- Es una decisión importante, les he dicho que tengo que pensarlo. ¿Te parece bien?

Bea asintió en silencio, luego alzó la mirada y se encontró con los ojos calmados de Maca.

- No nos precipitemos, ¿de acuerdo? –le propuso Maca y luego le sonrió-.
- De acuerdo –contestó Bea-.

Maca la besó en los labios y Bea cerró los ojos, confiando en que tomarían la mejor decisión para ambas.

1 comentario:

  1. Cuando vi "fin tomo 2" di por supuesto que era el último, así que al ver "tomo 3" casi salto de la silla!! jeje Este reencuentro tiene muy buena pinta ^^

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