lunes, 27 de enero de 2014

Dibujada en mi mente (TOMO 3) -cap 2-



PRÓLOGO:

Han pasado diez años. La prometedora estudiante de pediatría, Macarena Wilson, se ha transformado en una doctora de referencia en enfermedades infantiles del tercer mundo. Sus trabajos de investigación y su protocolo de actuación en desnutrición y enfermedades gastrointestinales pediátricas, son implantadas en hospitales de Europa. Su vida gira completamente entorno a su trabajo, y atrás quedó aquella joven camarera de bar de ambiente de noche, y modelo sin tapujos de día, que le dieron la oportunidad de labrarse un futuro.


Esther García por su lado, también salió de España tras la ruptura sin palabras con Maca. Terminó su carrera y entró en una espiral de autodescubrimiento, que la llevó a afincarse finalmente en Los Ángeles,  llegando a tener el reconocimiento de la comunidad de bellas artes más fuera que dentro de su país. Actualmente sus obras alcanzan cifras escandalosas en las galerías de Nueva York, L.A y San Francisco.

2.-


Sábado, 9.30h.


Kate aparcó el coche y entró por la puerta del estudio de Esther empleando su llave. Encendió un par de luces, pues tenía que recoger unos posters de réplicas de los cuadros más emblemáticos de Esther para la inauguración de aquella noche, y en cuanto el estudio se llenó de luz escuchó ruido en la zona donde Esther pintaba.

- ¿Esther? –la llamó Kate acercándose-.
- Sí, soy yo –contestó Esther-.

Kate escuchó unas risas, y supo que Esther no estaba sola. Cuando se encontraron, Esther se pasaba calmadamente los botones de una camisa, mientras una joven de pelo oscuro y más corpulenta que Esther se cubría con una sábana. La mirada de la chica era tímida, pero la sonrisa que llevaba en la cara no.

- ¡Buenos días! –saludó Kate sonriendo-.

Esther le devolvió la sonrisa, y se acercó a ella para darle un beso.

- Buenos días, no te esperaba tan temprano –le dijo Esther alborotándose el cabello con la mano, en una actitud relajada que a Kate le encantaba-.
- Nos hemos quedado cortos con los posters para la inauguración, venia a coger una caja de los que dejamos apartados –le apuntó Kate-.
- Oh, vale. Creo que los dejamos por aquí, te los daré –le dijo Esther, pero antes de salir a por ellos, Lucía se acercó hasta ellas, curiosa-. Ah, Kate… te presento a Lucía, nos ha estado ayudando con el transporte de los cuadros –las presentó Esther-.

Kate le tendió una mano a Lucía, la cual se la estrechó con amabilidad.

- Encantada Lucía, siento haberos interrumpido –se disculpó Kate, aunque su cara era de una diversión extrema-. ¿Y qué tal? ¿Esther te está tratando bien? ¿Todo bien por aquí?

Esther le dio un codazo a Kate, sabía que le encantaba escandalizar a las chicas que se llevaba a la cama, y quiso que en aquella ocasión se cortara un poco y no intimidara a la joven.

- Eh, sí… la verdad es que sí –contestó Lucía, cuya pregunta sólo la descolocó un par de segundos-. Aunque para mi gusto, nos ha faltado tiempo y práctica.

Esther se giró hacia Lucía en cuanto escuchó el último comentario, y Kate estalló en carcajadas tras ver su cara de sorpresa.

- jajaja… me gusta. Ésta puede que te ponga las pilas –le dijo Kate saliendo hacía la zona de almacenaje-.

Lucía sonrió a Esther con malicia.

- Eso me lo vas a explicar mejor cuando se vaya –le susurró Esther acercándose a Lucía. Luego la tomó del cuello posesivamente y le dio un beso que dejó a la joven temblando-. Ahora vuelvo.

Esther siguió a Kate para darle los posters que necesitaban.

- ¿Crees que serán suficientes? –le preguntó Esther-.
- Supongo que sí, de todas formas son sólo para la parte de tienda que habilitaremos esta noche. El lunes traerán los expositores y Ana se encargará de tener a alguien allí que se ocupe de esta parte. No te preocupes –le señaló Kate-.
- Estupendo. ¿Necesitas que me encargue de algo más? –le preguntó Esther-
- No, tranquila… creo que con Lucía vas a tener bastante de lo que ocuparte. ¿Cuándo diste con ella? –quiso saber por curiosidad Kate-.
- Ayer –sonrió Esther-.
- Jajaja… lo suponía. Ten cuidado, parece más en forma que tú, no está nada mal –apuntó Kate reconociendo el gusto de Esther-.
- Jajaja… aún me manejo con las de veintipocos, no como tú, descuida… –le contestó Esther riendo-. ¿Nos vemos para comer?
- ¿A las dos y media en Bers? –le sugirió Kate ya cargando con la caja de material-.
- Hecho. Te llamo en cuanto salga de aquí.
- Vale, yo voy a ver si consigo que nos dejen la tarde libre. No te canses demasiado, esta noche será movidita y te quiero a tope con las relaciones públicas –le señaló Kate dándole un beso para despedirse-.
- Descuida. Cumpliré mi parte como una buena chica –le gritó Esther desde el quicio de la puerta, pues no llevaba pantalones y no podía acompañarla hasta el coche-.
- Jajajaja… dejaste de ser buena chica hace mucho tiempo… pero te tomo la palabra –le dijo Kate subiéndose al vehículo-.

Esther también rió, y esperó a que se marchara del todo.

- Me gusta tu amiga, es simpática, y muy guapa –interrumpió sus pensamientos Lucía-.

Esther estaba de acuerdo, Kate era una mujer increíble, pero cuando notó como Lucía le rodeaba la cintura con el brazo desde atrás, y sintió que volvía a estar desnuda apretándose a su espalda, se le olvidó todo de golpe. Despacio, cerró la puerta y se volvió en aquellos brazos recientemente descubiertos. La miró a los ojos, y retiró aquel cabello largo de sus fuertes hombros para admirar la belleza de su rostro. Esther la acarició con dulzura primero, mientras sus respiraciones se templaban y las expectativas crecían poco a poco en la unión de su cuerpo a cuerpo, luego enredó sus dedos con fuerza en el cabello de Lucía obligándola a extender el cuello. Esther lamió aquella tráquea expuesta y mordisqueó su carne hasta sentir de nuevo el fuego.

- ¡Fóllame y calla! No perdamos más el tiempo –le rugió Esther en el oído, y Lucía no tardó en cogerla en brazos y lanzarse a aquella hoguera que Esther encendía-.


Madrid. Apartamento de Maca.

Maca cruzó la última manzana y se detuvo en el parque de enfrente de su viejo apartamento para estirar un poco antes de dar por concluida su hora de footing. Desde que el día anterior le habían propuesto la dirección del Hospital Central, tenía la cabeza embotada y necesitaba aire antes de sentarse a tomar decisiones que no le afectaban únicamente a ella. Estiró sus músculos, y se quitó el ipod antes de subir a casa. En cuanto abrió la puerta, el aroma a café recién hecho le indicó que Bea ya estaba despierta.


- Ya estoy aquí –anunció Maca dejando las llaves en el pequeño recibidor-.

Bea asomó la cabeza desde la cocina.

- Genial, llegas a tiempo para el desayuno. ¿Vas a ducharte primero? –preguntó Bea-.
- Sí, lo prefiero… pero ve desayunando tú si lo tienes listo –le dijo Maca quitándose la sudadera y entrando en la cocina para dejar la ropa sudada en el cubo de lavandería-.

Bea se quedó observándola mientras se desvestía. Maca tenía un cuerpo increíble y siempre le había sorprendido lo poco perceptiva que era ella al respecto. Su naturalidad ante la desnudez y el escaso valor que le concedía a su innato atractivo físico, la hacían todavía más atrayente si cabía.

- ¿Qué? –le preguntó Maca curiosa, tras detectar la mirada contemplativa de Bea sobre ella-.
- Nada –sonrió Bea y la ceja incrédula y alzada de Maca ante su respuesta la hicieron reír-…. Jajaja… Sólo me preguntaba si querrías compañía para esa ducha.

Entonces Bea lo notó. Sintió aquel cambio como una muda de piel en el rostro de Maca. Su cuerpo se tensó bajo la excesiva atención de los ojos color miel de Maca puestos en ella, y la piel se le erizó cuando se le acercó en actitud claramente dominante. Nunca se acostumbraría a aquel secreto velado que Maca guardaba y que la transformaba en un abrir y cerrar de ojos.

- ¿Por qué? ¿te sientes sucia? –le preguntó con picardía Maca, que sin esperar respuesta le sacó la camiseta del pijama a Bea-.
- Puede que un poco –contestó Bea divertida-.
- Mmm… me encanta cuando te sientes sucia –musitó Maca besándole la clavícula y deslizando sus manos por dentro de su pantalón-.
- Jajaja… lo sé, aunque es difícil sentirse sucia del todo en un piso de lujo como este. Por muy pequeño que sea, es un palacio comparado con la choza que teníamos en Titao, ¿te acuerdas? –le dijo Bea, mientras ya pasaba sus brazos por los hombros de Maca y ambas se regalaban besos de camino a la ducha-.
- Me acuerdo. Como también recuerdo que allí corríamos peligro de muerte por hacer lo que estoy pensando en hacerte –le contestó Maca-.
- Ups!!… -Bea simuló un escalofrío y luego le sonrió lascivamente-. Me encanta cuando te vuelves peligrosa. ¡Mi pediatra valiente!

Maca sonrió tras sus comentarios, y luego haciendo alarde de su buena forma física, la aupó en brazos para meterla en el cuarto de baño, mientras las risas de ambas se iban calmando a medida que los besos y las caricias subían la temperatura.


16h. Sobremesa en Bers.

La camarera les acercó los cafés y Esther no pudo evitar coquetear con ella. Le caía bien, y siempre que estaban en la ciudad, Kate y ella solían ir a aquel bar pequeño pero cosmopolita, propiedad de una amiga de su mentora.

- ¿Quieres parar, por favor? –le riñó sin mucha convicción Kate-.
- ¿Qué? ¡Si no he hecho nada! –sonrió Esther a su pesar-.
- Sí, tú nunca haces nada, pero siempre dejas caer la caña. ¿Qué pasa, que Lucía no ha estado a la altura? –hablando de los preparativos de la noche, Kate aún no había tenido oportunidad de sonsacarla-.
- Lucía es estupenda, y muy divertida –pronunció Esther relajada, mientras lamía la cuchara con leche condensada de su café-bombón-.
- Jajaja… sí, seguro que sí –Kate se rió, pero no añadió nada a aquel comentario automático de Esther. Las dos tomaron en silencio un par de sorbos de sus respectivos cafés-.
- Sé que piensas que estoy aburrida –le espetó Esther señalándola con la cucharilla. La cara de autosuficiencia de Kate a veces podía ponerla de los nervios-.

Kate se echó para delante antes de hablar.

- Lo que pienso es que follas mucho y te involucras poco –le contestó ella-.
- Auch!! –Esther hizo un gesto cómo si la quemara, y se echó hacia atrás en el respaldo de la silla mientras sonreía-.

Kate esperó a que Esther procesara. Aquella no era la primera vez que veía aquel caparazón en que Esther se había protegido, y tras las sonrisas, un atisbo de seriedad cruzó por la mirada de su pupila.

- ¡Estoy nerviosa! –confesó Esther-. Madrid siempre me pone tensa.
- Lo sé –dijo Kate, la conocía demasiado para no saberlo-.
- Es curioso, aunque pasen los años, la sensación de poder encontrármela en cualquier lado me persigue cuando estoy aquí –reconoció Esther-.
- Ya sabes lo que pienso al respecto –contestó Kate-.
- Sí, ya lo sé. Pero ella tampoco movió un dedo –Esther se tensó en un segundo-.

A pesar de haber superado lo de Maca, había partes que aún no estaban acomodadas en su interior, y su huida sin palabras era una de ellas.

- Esther, quizá no había nada que mover –le susurró Kate y le tomó la mano con cariño. Ella mejor que nadie sabía cuánto dolor y lo costoso que había sido sellar aquella cicatriz-.

Esther miró unos segundos a aquellos ojos azules. Su dulzura era tan apaciguadora como abrumadora. Kate tenía razón, Maca había entendido antes que ella misma que su relación estaba acabada, y sin embargo, a Esther no dejaba de dolerle aquella herida. Quizá fuera cosa de su culpabilidad enterrada pero no olvidada, o quizá las consecuencias de aquel primer amor idealizado de las edades tempranas. Fuera lo que fuera, ya no tenía importancia.

- Sí, tienes razón –Esther dio un par de golpes en la mesa, como espantando las malas vibraciones-. De todas formas, el pasado, pasado queda y de nada sirve ahora atormentarse en el “y si hubiera”, ¿no?
- Cierto –asintió Kate-. De nada sirve.
- Pues eso. Lo único que me interesa ahora es que la exposición de esta noche salga a pedir de boca y que las críticas, sean malas o buenas, suenen. Tengo ganas de que se oiga un gran estruendo –le dijo Esther con un brillo expresivo en los ojos-.
- Jajajaja… pequeña, créeme, jaleo vas a formar, y mucho –Kate estaba segura de que la nueva colección de Esther daría que hablar. No sólo era sublime en color y forma, sino que era toda una declaración desinhibida y sin tapujos, sobre el amor entre mujeres-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario