Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
21
Un poco
más allá de la una y media, Maca apareció en el mismo local. La guarda de
seguridad la había mirado sorprendida e incrédula cuando aquella sensual mujer
le había dicho que venía de parte de Esther, pero en cuanto le enseñó la
tarjeta morada le sonrió y la dejó pasar sin resistencia. La entrada a aquel
local era tan oscura, que Maca tardó unos segundos en adaptar sus ojos a la
escasez de luz. El olor a perfume de mujer inundó su pituitaria hasta marearla.
El golpe de las ondas sonoras impactó en su cuerpo y aquel entorno de calor y
olor femenino, le produjo un cosquilleo casi instantáneo. “Hacía mucho que no
salías de caza“, le recordó su conciencia y una sonrisa traviesa se dibujó en
su rostro. Maca se acercó al vestidor y conoció a Marta, a la que le dejó su
cazadora mientras le preguntaba si conocía a Esther. La chica, que no pudo quedarse
indiferente ante aquellos dientes blancos que lucía Maca, le indicó
cariñosamente que el local tenía un par de salas privadas para hablar y luego
una pista de baile central con dos barras a los laterales, seguramente Esther
estaría en la pista.
- Gracias,
un placer conocerte -le dijo Maca antes de adentrarse más en el local-.
- El
placer ha sido mío, cariño –le contestó Marta con ojos seductores y con una
sonrisa que seguramente no se había borrado aun de su cara aunque Maca ya le
diera la espalda-.
Echó un
vistazo a su alrededor. El ambiente era agradable y estaba cargado de mujeres
de todo tipo. Había llegado en la hora punta, de eso no cabía duda, pues la
pista estaba a reventar. Se acercó más y entonces la vio. El corazón le empezó
a latir con una violencia despiadada. Jamás hubiera imaginado que alguien
pudiera bailar así, pero allí en medio, a golpe de reggaetón, Esther bailaba
con una mujer más o menos de su estatura, con el pelo más rubio y perfectamente
acoplada a los pasos de su acompañante. Durante un tiempo no tuvo más ojos que
para Esther, su cadera, sus piernas, sus brazos… todo su cuerpo era grácil y acompasado,
volcánico y seductor. Nada importaba para Maca, sólo esa visión enfermiza de
aquella mujer que había tenido desnuda entre sus brazos. Por desgracia su
placer se convirtió en un rugido indescifrable cuando una mujer de pelo corto
puso las manos encima de Esther, la volteó y recorrió su pecho, su vientre y
sus caderas de un modo abiertamente sexual. Esther sonreía y la mujer
disfrutaba con ella, Maca sintió como la alegría y la pasión inicial se
transformaban lentamente en una ira contenida mientras veía como aquella mujer
acariciaba zonas de la anatomía de Esther que ella quería para sí.
Conciencia de Maca: ¿Qué
esperabas? Te presentas sin avisar, así que ahora no te lamentes porque esté
trabajando, y no contigo precisamente.
Maca: Me dijo que hoy no
trabajaba, sólo iba a venir a bailar con sus amigas
Conciencia de Maca: joder pues
como la toquen así sus amigas, no te quiero decir yo lo que es capaz de hacer
con las clientas.
Maca: ggggrrrrr…. ¡cállate!
Conciencia de Maca: Oye míralo por
el lado bueno, al menos hemos comprobado lo flexible que es… ¿Cómo coño ha
hecho eso?
Maca
quería salir corriendo, pero estaba paralizada por la imagen de Esther. No
hubiera podido correr ni aunque el suelo estuviera ardiendo, pues sólo podía
ver como la mujer de pelo corto hacía que Esther arqueara la espalda mientras
sus piernas estaban enlazadas en un movimiento de confianza plena.
Maca: ¡Creo que he tenido
bastante!... pensó Maca, no pudiendo poner nombre a lo que sentía en ese
momento.
Conciencia de Maca: ¡Ya te dije
que no era buena idea! Sólo a ti se te ocurre encapricharte de una prostituta.
Maca: ¿Encapricharme? ¡Yo no estoy
encaprichada de nadie!... quiso discutir Maca consigo misma.
Conciencia de Maca: sí, lo que tú
digas, por eso no dejas de babear aunque te esté poniendo unos cuernos como
castillos.
Maca: ¿Cuernossss? ¡Pero si yo no
tengo nada con ella!
Conciencia de Maca: Entonces por
qué estas celosa.
“¿Celosa?”,
pensó Maca… aquello que le hacía tener los puños apretados hasta cortarle la
circulación, ¿eran celos? Aquella realidad la dejó petrificada, tenía que ser
otra cosa, se miró las manos y las relajó, luego volvió a mirar hacia la pista,
una luz la traspasó dejando su cuerpo temblando de pies a cabeza.
Esther se
dio la vuelta y se encontró con sus ojos, de inmediato se paró en mitad de la
pista. “No puede ser, ¿qué hace aquí?”, pensó e instintivamente apareció una
sonrisa en sus labios deslumbrante. Esther se separó de Daniella diciéndole
algo y luego se puso rumbo a la figura sublime que tenía a unos quince metros
de distancia.
Maca quiso
correr de verdad, pero quedó atada por los ojos de Esther de un modo
inexplicable, así que trató de serenarse antes de que llegara a su lado. “Por
lo que más quieras, que no se te note, que no se te noteee… Oh Dios mío, ¡qué
guapa está!”. Pensó Maca y entonces Esther la alcanzó.
Por un
momento quedaron una frente a la otra, Esther no dijo nada, se limitó a
contemplarla de arriba abajo, apreciando lo sexy que estaba enfundada en esos
levi’s que le quedaban de miedo y esa camisa negra con tres botones
desabrochados que dejaban al descubierto un fino colgante de oro blanco
descansando a la altura de su esternón.
- ¡Estás
guapísima! –le dijo finalmente con un brillo en los ojos que Maca no supo como
interpretar-.
- Gra…
gracias, tú también –se limitó a decirle Maca-.
- ¿Cómo es
que has venido? Pensé que no llegabas hasta la semana que viene –le dijo
Esther-.
“No le
digas la verdad, no le digas la verdad”, le aconsejaba su conciencia.
- ¡Quería
verte!
“Alaaaaaaaaaaa
burraaaaaaaaaa… sincera y directa, sí señora, ahora sí que nos tiene pilladas
por el coñ…”, se quejó su conciencia, pero Maca era noble y no quiso mentir,
así que lo dijo sin pensar.
Esther se
quedó sorprendida por la seriedad de su respuesta. La miró, no tenía claro aún
cómo abordar a Maca.
- Creí que
hoy no trabajabas, por eso me pareció una buena idea… -le dijo Maca señalando
hacia la pista.
Esther se
percató de lo que habría visto Maca, por un momento pensó que aquella mujer
estaba teniendo un arrebato de celos, pero la verdad era que la expresión
corporal de Maca no lo transmitía en absoluto, así que rechazó la idea.
- Y no
trabajo –le contestó con una sonrisa-.
-
¿Entonces esas son tus amigas? –Maca necesitaba saberlo, aunque su experiencia
le hacía controlar lo que sentía de cara al exterior, aquel no saber la
concomía por dentro lentamente-.
- La
rubita es Eva, la morena de pelo corto es Daniella y aquella es Elena… -le dijo
Esther poniéndose a su lado para señalarle a las mujeres que la acompañaban
viendo que Maca quería explicaciones-.
- Eso no
contesta a mi pregunta –Maca se lo dijo sonriendo con malicia, no quería que
Esther supiera lo que realmente pasaba por su cabeza-.
Esther la
miró meditando lo que iba a decir, luego le sonrió y contestó.
- Eva es
mi mejor amiga, Daniella y Elena ya te lo imaginas, no puedo hablar de ellas
contigo –le dijo Esther, aquello le tendría que valer pues no estaba dispuesta
a romper la privacidad que tenía con aquellas dos mujeres-. ¿Suficiente?
- Claro
–contestó Maca-. Perdona, es que aún no sé cómo funciona, y no me gustaría
meter la pata.
Esther le
hizo una señal para que la siguiera hacia una zona cerca de la barra donde
había mucho menos ruido.
-
¡Pregunta! –la invitó Esther cuando se hallaron a salvo del ruido-.
- ¿Qué
quieres que pregunte? –Maca se quedó descolocada por un segundo-.
- Sobre lo
que no sabes, ¿qué es lo que quieres saber de mi trabajo? –le ayudó Esther
volviéndose cara a ella y mirándola con unos ojos que a Maca le llegaban
directos al corazón-.
“Tranquilízate
Maca, hay gente, todo va a ir bien, sólo habláis”. Maca luchaba por serenarse.
- Bueno,
aún no hemos hablado de cómo lo haces, no sé, ¿cómo lo haces, te llaman y tu
acudes? –Maca se sentía violenta preguntando aquellas cosas, se resistía a ver
a Esther como una prostituta-.
Esther se rió, “Oh Diosss… no puede ni
preguntármelo directamente”, pensó Esther.
- Vamos a
ver, te lo voy a poner fácil, porque veo que no eres capaz de preguntármelo. Tú
te estás refiriendo a cómo me pagan en realidad -Maca quiso decir algo, pero
Esther no le dejó-. Básicamente mis servicios duran un mes, prorrogables claro,
pero en principio un mes. En ese mes sólo tengo como máximo 4 clientes, y cada
una ingresa en una cuenta 6000 euros, el vestuario, cenas y extras van a parte.
- ¿Lo de
pasar la noche entera era un extra? –quiso saber Maca ya que hablaban del
tema-.
Esther la
miró con brillo en los ojos.
- Sí, era
un extra, aunque como no hicimos nada te salió muy caro. Cuando paso la noche
entera fuera no es precisamente para dormir, ¿sabes? ¡Sé hacer cosas! –le dijo
Esther sensualmente y Maca se quedó temblando-.
-
¿Entonces en un mes ganas 24.000 euros? ¿4 millones de pesetas? –le preguntó
Maca sorprendida, pero también deseosa de encaminar la conversación hacia algo
que no le recordara el sexo que podría tener con Esther si quisiera-.
- En
realidad se suele aproximar más a los 36.000 al mes, pero sí, más o menos –le
corroboró Esther-.
- ¿Pero
cómo haces para camuflar esos ingresos? Bueno quiero decir que… -Maca no se lo
podía creer-.
-
jajajaja… lo sé es mucho dinero, bueno tengo una empresa de relaciones
públicas. Espera… -Esther se acercó a la barra, y le pidió a la chica que le
entregara algo, luego le dio una tarjeta a Maca donde se podía leer la dirección
web de una empresa-. Ésta es, es una empresa real, sólo que mis ingresos los catalogo
como clientes vip que sólo trato yo.
- ¿Pero,
no es sospechoso? –quiso saber más Maca, intrigada por esa nueva faceta que se
le descubría de Esther-.
- Bueno, si
piensas que sólo me veo con ellas para echar un polvo, pues sí –Esther imitó la
cara de asombro que había aparecido en la cara de aquella bella mujer, se rió y
continuó-. Verás, durante ese mes no me veo con ellas sólo para hacer lo que
piensas, yo salgo con ellas, socializo con ellas, vamos a cenas, comidas, etc,
etc… Nadie puede ver algo ajeno a lo que mostramos.
-
¡Entiendo! ¡Hoy estás socializando entonces! –concluyó Maca señalando a la
pista donde seguían aquellas dos mujeres-.
- Sí, algo
así -le dijo Esther con una sonrisa encantadora que hacía que Maca no pudiera
enfadarse con ella-. ¿Ya está todo aclarado?
- Falta
algo –dijo Maca-
- ¿El qué?
–le preguntó Esther-.
- ¿Cómo lo
harías conmigo? –le preguntó de pronto-.
- ¿Quieres
entrar en mi mes? –le preguntó Esther-.
Maca
asintió. Esther se le quedó mirando un instante, viendo que hablaba en serio
contestó.
- Bueno,
mi consejo sería que el mes que decidas estar conmigo lo planifiques para pasar
el máximo tiempo en Madrid para que podamos aprovecharlo y yo pueda ayudarte.
Necesitaremos pasar tiempo juntas, si quiero que confíes en mí.
- ¡Ya
confío en ti! –le dijo Maca con seriedad mientras le apartaba el cabello de la
cara, Esther se sorprendió de verla tan entera aquella noche, de sus palabras y
de su gesto-.
- Entonces
será más fácil. Podemos empezar cuando quieras –le dijo Esther-.
- ¡Sólo
veo un problema! –dijo de pronto Maca y Esther esperó a que le dijera cual era-.
Creo que no podré pasar una noche en Madrid sin que estés conmigo, sin que
duermas conmigo… y eso me temo que me supondrá la quiebra.
A Esther
aquel dardo le dio de pleno en el pecho… “Diosssssssss…auaaaaau”… Esther estuvo
a punto de tambalearse ante aquella mirada sensual y directa, ante aquella
mujer que no bromeaba y le decía que quería pasar el mes durmiendo a su lado.
- Esther,
si me quedo ese mes en Madrid, ¿crees que podrás dormir conmigo, por favor?
–aquello ya no era un dejar caer las palabras a ver lo que pasaba, sino que se
lo estaba preguntando directamente, tan directamente que Esther por primera vez
se quedó sin palabras. Nunca le habían propuesto seriamente algo así-.
- Sí, creo
que sí –le dijo finalmente-. Aunque no puedo garantizarte que sean todas las
noches, no estás tú sola, lo siento.
Esther
hubiera deseado anular todas sus citas durante ese mes con tal de dormir con
ella, disfrutarlo sólo con Maca plenamente, pero su cordura y su instinto de
seguridad le decía que no podía hacerlo. Aquella atracción que las unía era muy
peligrosa.
- Lo
entiendo –Maca sonrió radiante por la confirmación-. Entonces dime lo que tengo
que ingresar y lo haré.
- Te lo he
dicho ya, seis mil –le dijo Esther-.
Maca
arqueó las cejas en un gesto adorable.
- Pero
pensé que lo de dormir la noche fuera era un extra –le dijo Maca de pronto confusa-.
Esther
dibujó una sonrisa enorme y sensual en los labios, volvía a manejar la
situación.
- Para ti
no, puesto que no me dejas follarte -le espetó Esther-
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22
Maca debió
poner una cara de asombro alucinante ante la contestación de Esther, puesto que
ésta empezó a reír a carcajada limpia sin poder contenerse.
- Ah, muy
bonitoooo…. Volvemos a reírnos de la “pija”, ¿no es eso? –le dijo finalmente
Maca encantada de que aquella mujer tuviera una risa tan sana y abierta-.
- jajajaj…
Es que has puesto una cara… jajajaj… -Esther se sujetaba el estómago,
finalmente hizo un esfuerzo para parar de reír-. Perdona.
Maca
esbozó una sonrisa afable.
-
Perdonada. ¿Por cierto, cuándo pensabas contármelo? –le dijo Maca-.
-
¿Contarte el qué? –le preguntó Esther risueña-.
- ¡Qué
sabes moverte así! –Maca hizo una señal con la cabeza hacia la pista, pero no
dejó ni un segundo de posar sus cálidos ojos sobre aquel cuerpo de Esther-.
- Lo tenía
reservado para la próxima vez que nos viéramos, pero ya que estás aquí… Creo
que es hora de que empecemos –le dijo Esther con una mirada coqueta-.
- Un
momento… quieres que yo… -Maca reculó un poco ante la mirada pícara que había
puesto Esther-
- Que
bailes conmigo, sí -le dijo Esther y dio el paso hacia Maca que ésta había retrocedido-.
- Ohhh…
no… no… ni hablar –le dijo Maca haciendo gestos de negación con todo el
cuerpo-.
- Me dijiste
que me dejarías acercarme -le recordó Esther con una seductora sonrisa-… y
quiero hacerlo. ¡Ahora!
Maca tragó
saliva, quizá haberse presentado así en aquel local no había sido tan buena
idea después de todo.
- En
serio, no puedo -Esther seguía mirándola inquisitivamente, aunque no dejaba de
sonreír-. ¡Esther, me moriré! -le suplicó Maca-.
- ¿Creí
que habías dicho que rodeada de gente lo controlas mejor? ¿No era así? –le dijo
Esther rememorando una de sus conversaciones telefónicas de la última semana-.
- Sí pero…
-lo que le había dicho a Esther era cierto, cuando estaba rodeada de gente
controlaba mejor la situación, pero nunca se había puesto a prueba con alguien
que se moviera como ella lo hacía-.
- ¿Pero
qué? –repuso Esther-.
- Yo no
puedo bailar contigo así, sería, sería como… -“Estar haciéndolo sin hacerlo”
pensó Maca, pero no podía decirlo, ni tan siquiera podía pensarlo. El calor
empezó a aparecer poco a poco-.
- ¿Cómo
tener sexo? –le susurró Esther acercándose más a ella-. ¿No es eso lo que tenemos
que trabajar, precisamente?
“
Diooooooooooooossssssssssss…. ¿dónde coño me he metidooooooo??”, en menos de un
instante la cabeza de Maca empezó a trabajar más rápido que los latidos de su
corazón. La respiración empezó a fallarle como lo había hecho la última noche
que se quedaron a solas, Maca se apoyó contra la barra del bar mareada.
“Oh, oh…
que se me va, que se me vaaaa, mierdaaaa”. Esther vió como la cabeza de Maca
iba a mil por hora sumiéndola de nuevo en aquel estado de perturbación que la
ahogaba sólo con la idea de que pudieran tener proximidad. Se puso delante de
ella por si se caía, y viendo que Maca no encontraba reposo a sus pensamientos
decidió actuar, la cogió de la barbilla y la obligó a mirarla a los ojos.
- ¡Respira!
¡Vamos a estar bien! ¡Estamos bien! ¡Respira!, ¿vale?. –Maca tembló, pero
empezó a respirar anclada por aquellos ojos que la sacaban de aquel torrente
que la oprimía-. ¡Eso es, así! ¡Así cariño, respira! ¡Muy bien, sigue respirando, así!
Maca
empezó a tranquilizarse, concentrada únicamente en su respiración, y en los
ojos y la voz de Esther.
- Gracias
-le dijo Maca cuando se sintió un poco más tranquila-.
- De nada -le
sonrió Esther-. ¡Eres un peligro!, ¿lo sabías?
- Lo … lo
siento… -se disculpó Maca torpemente-.
Esther se
quedó mirándola, luego le sonrió con una dulzura extrema. “Diosss… por qué no
me apuñalas directamente y me entierras ya”, pensó Maca que no podía evitar que
su corazón volviera a saltar ante aquella mujer.
- Creo que
me debes un baile -volvió a insistir Esther-.
- ¡Esther,
no puedo! ¿No lo has visto ya? –se excusó Maca-.
-
Bailaremos una canción lenta, sólo nos abrazaremos, no te provocaré lo prometo
-le dijo con sinceridad y levantó la mano derecha como haciendo un juramento-.
- No sé si
podré -le dijo Maca sin dejar de mirarla-.
- Sé que
podrás -le sonrió Esther-.
- ¿Cómo
estás tan segura? –le preguntó Maca-.
- Porque
prácticamente ya lo estamos haciendo -le susurró Esther y con la mirada le
indicó que mirara hacia abajo-.
Concentrada
en la voz y en la mirada de Esther mientras trataba de respirar, Maca apenas se
había dado cuenta del resto que la rodeaba. Las piernas de Esther ya se encontraban
enredadas en las de Maca para sujetarla, y sus caderas prácticamente estaban a
dos escasos centímetros la una de la otra. Maca la miró a los ojos sorprendida.
“¿Cuándo se ha arrimado tantooooooo?”, se preguntó alucinando.
- ¿Cómo…
cómo? –Maca quería decir algo, pero no acertaba a decir nada-.
- ¡Te lo
dije! ¡Conmigo estás a salvo! –le contestó sonriendo y luego se apartó viendo
que Maca ya estaba preparada-. ¡Vamos! ¡Es hora de que probemos!
Esther
hizo el amago de dirigirse a la pista, pero la mano de Maca la detuvo
cogiéndola del brazo.
- Espera…
-le dijo-.
Esther se
volvió para mirarla.
- Necesito
beber algo antes, por favor –le dijo Maca, y Esther aunque prefería que estuviera
sobria para ella, vio el temor reflejado en aquellos ojos color miel que la
ablandaban sin poder definir bien el por qué-. Necesito que me dejes hacerlo a
mi manera, por favor Esther.
“¿Y cómo
le digo que no… si es tan dulce?”, pensó Esther.
- ¡Está
bien! Creo que sé lo que necesitas para que el efecto sea rápido -Esther llamó
a Paz, la camarera-. Ponle un “pipiolo” doble, por favor.
- ¿Doble,
estás segura? –le preguntó Paz sorprendida, pero Esther se lo confirmó con la
cabeza-.
- ¿Qué es
un pipiolo doble? –quiso saber Maca viendo la cara que había puesto la chica-.
- Se toma igual
que el tequila, pero es digamos que un “pelín” más fuerte y más rápido… a ti te
irá bien –le dijo Esther sonriendo-.
Paz le
tendió un vasito con un líquido violeta a Esther, le acercó sal y un platito
con rodajas de limón ya cortadas. Esther cogió su propia muñeca y la lamió sin
dejar de mirar a Maca, cogió la sal y la vertió sobre la zona húmeda, luego con
la mano libre le tendió el vaso a Maca mientras ponía a la altura de sus labios
su muñeca ya preparada. Maca miró la muñeca con sal de Esther, y luego la miró
a los ojos.
- ¿Es que
quieres tumbarme? –le preguntó con una sonrisa-.
- Puede
que sí, puede que no… ¿Confías en mí? –le preguntó jugando a su juego-.
Maca no
contestó, cogió el pequeño vaso y se lo bebió de un trago sin pestañear, luego
apresó el brazo que le tendía Esther y chupó aquella muñeca de sal con una
sensualidad que hizo que a Esther le subiera un escalofrío por la espalda…”Mmm…
me encantaría jugar contigo, gatita” pensó Esther, mientras ponía media rodaja
de limón en la boca de aquella bella mujer.
- ¿Y ahora
qué? –le preguntó Maca viendo que Esther se recostaba en la barra con una
sonrisa victoriosa-.
- A
esperar que surta efecto –le dijo tranquilamente Esther-.
- No creo
que “eso” me vaya a hacer mucho efecto Esther, estoy acostumbrada a cosas más
fuertes –le dijo Maca sonriendo-.
Esther se
giró para mirarla.
- Ohhh, ya
lo creo que te hará. ¿Apostamos? –le preguntó Esther divertida-.
- ¿Y qué
te gustaría apostar? –quiso saber Maca, algo más relajada por la conversación-.
- Si gano
yo, dormiremos esta noche juntas… ¡desnudas! –le dijo Esther con un brillo tan
intenso en los ojos, que a Maca pareció cortársele el cuerpo de golpe-.
- ¿Y si
pierdes? –preguntó Maca con un nudo en la garganta-.
-
Dormiremos juntas, pero en pijama… ¿hay apuesta? –le dijo Esther sonriendo
satisfecha-.
“¿Me está
diciendo que quiere dormir conmigo esta noche pase lo que pase?”… se quedó
perpleja Maca ante aquella proposición. “Joerrrrrr… blanco y en botella,
lecheeee, serásssssss melonaaaa reacciona”… la apuró su conciencia.
- Pensé
que estabas con ellas –le dijo Maca mirando hacia la pista-.
Esther
miró como Eva bailaba satisfecha con una pelirroja, mientras Elena besaba
apasionadamente a Daniella en un rincón de la pista, “Jaaa… sabía que cuajarían”.
- ¡Ahora
estoy contigo! –le dijo Esther-. ¿Algún inconveniente?
- Por mí
parte desde luego que no. ¡Más bien, todo un placer! -le dijo Maca
seductoramente-.
Esther
entrecerró los ojos, y la volvió a mirar.
- A ver,
mírame a los ojos -le pidió, y Maca hizo lo que le pedía aunque le costaba no
perderse en su boca. Desde hacía unos segundos sólo podía mirar su boca-. ¡Creo
que ya estás resurgiendo pequeña!
Maca iba a
abrir la boca para rebatirlo, pero al dar un paso hacia Esther se dio cuenta de
que era verdad. El licor estaba haciendo efecto en su cuerpo calmando sus
instintos, dejando sólo salir su seguridad y ganas de jugar.
- ¡Creo
que acabo de ganar la apuesta! … jajajja… -se rió Esther-.
- ¡Mierda!
¡Odio perder! –masculló Maca con una sonrisa, pues en aquel momento pensar en
dormir desnuda con Esther ya no le provocaba el efecto que apenas cinco minutos
antes hubiera tenido tanto en su mente como en su cuerpo-.
- ¡A mí en
cambio me encanta ganar! –le dijo Esther seductoramente-. ¿Sigue subiendo?
Maca
entendió que Esther se refería al alcohol, aquella mierda de chupito se había
ido directo a sus venas, dejando una sedación en sus terminaciones nerviosas
casi inmediata. Su cuerpo iba cogiendo poco a poco la temperatura y equilibrio
justos.
- ¡Eso
parece! Recuérdame que pida la receta -le dijo Maca con una sonrisa-.
“¡Oh sí…
ya estás aquí gatita, lo noto!”… se dijo para sí Esther.
-
¿Entonces nos vamos a bailar? –le preguntó Esther-.
- Otro, y
bailamos… -le dijo Maca-.
Esther se
le quedó mirando sopesando si aguantaría otro chupitazo como aquel. Le miró las
pupilas y decidió que aún no estaban muy dilatadas, así que cedió.
- El
último de toda la noche, ¿de acuerdo? –le advirtió Esther-.
- Claro
–le contestó risueña Maca-.
Esther
hizo una señal a Paz y ésta le preparó otra ronda. Esther se dispuso a hacer el
mismo ritual de preparación que antes, pero no pudo porque Maca detuvo su brazo
antes de que llegara su muñeca a la boca. Esther se le quedó mirando. “¿Qué es
lo que estás tramando?” se preguntó para sí Esther.
- ¡En tu
cuello! –le susurró Maca de pronto.
La mirada
de Maca tenía ese brillo travieso que había conocido la primera noche que
pasaron juntas.
Esther
sonrió, Maca iba cogiendo color a marchas forzadas. “Vamos a ver hasta dónde me
llevas pequeña”… se dijo Esther segura de sí misma, y se apartó el cabello del
cuello para brindarle a Maca su cuello.
Antes de
que se diera cuenta, los labios de Maca ya estaban humedeciendo su yugular.
Maca vertió sal sobre su cuello, tragó deprisa el licor y volvió a recrearse en
aquella zona sensible, salada y perfumada de Esther.
“Mmmm… por
favo… mmm… me va a dejar un chupetón… auu mmm…¡a la mierda!”, pensaba Esther
entrecerrando los ojos disfrutando de aquel cosquilleo que sentía por todo el
cuerpo, mientras Maca saboreaba su cuello como una vampiresa hambrienta. Cuando
Maca la soltó, no se podía decidir quién de las dos estaba más perturbada por
aquel arrebato de proximidad.
Maca
dibujó una sonrisa de satisfacción en el rostro mientras terminaba de comerse
el limón. Ya no se sentía en desventaja y eso la hacía parecer insultantemente
segura de sí misma.
Esther se
tomó unos segundos para reponerse.
-
¿Contenta? –le preguntó finalmente-.
- ¡Mucho!
–le dijo Maca arqueando las cejas-.
-
¡Diosssss eres peor que una cría!... jajajaja… –se rió Esther-. ¡Anda vamos!
Esta vez
Maca si se dejó conducir de la mano de Esther hacia la pista de baile.
Me ha encantado! hacía tiempo que no me reía tanto y lo necesitaba.... Son geniales las personalidades de estas Maca y Esther, estoy deseando ver como vas desarrollando la historia ^^
ResponderEliminarGraciasss! Me alegra que te gusten estos personajes y aun más que te hagan reír.
EliminarUn saludo y gracias por pasarte por aquí para dejarme tus comentarios. Me alegran el día.
;)