Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
23
Antes de
llegar a la zona de baile ambas se detuvieron. Esther no había soltado la mano
de Maca, y Maca no había soltado la de Esther pues el segundo vaso de licor
estaba circulando por su mente, y tenía miedo de caerse.
- Esther,
no creo que pongan ninguna canción lenta esta noche -le dijo Maca acercándose a
su oído para que pudiera escucharla-.
- Espera,
¿estarás bien? –le preguntó Esther mientras la soltaba y se aseguraba de que
Maca lo tenía todo controlado-.
- Si, ve
-le dijo Maca y sintió un extraño vació en su mano cuando Esther subió una
pequeña escalera para hablar con la DJ-.
Mientras
la esperaba, Maca notó como los colores y sombras de la pista se movían más de
la cuenta. Aquel licor era más fuerte de lo que se había imaginado, sin embargo
aún mantenía su cordura casi intacta. A pesar de que Esther no se demoró, Maca
sintió al verla de nuevo a su lado que la había echado de menos.
- ¡Todo
arreglado! –le dijo sonriendo- ¿Preparada?
Maca dudó,
no tenía claro si aquello funcionaría, pero lo cierto era que su cuerpo parecía
estar bastante anestesiado.
- No lo sé
-dijo Maca con cierto temor-.
- Iré
despacio, lo prometo –le dijo Esther y le tendió una mano-.
Maca se
quedó mirando apenas un segundo aquella mano, la cogió con suavidad pero
también con firmeza, tenía la impresión de que sería el mástil que la sacaría a
flote si se hundía.
La música
empezó a sonar: “I’M WITH
YOU” (de AVRIL LAVIGNE)
Esther se
puso frente a ella y le tendió su otra mano, Maca también se la cogió, respiró
profundamente y la siguió una par de pasos hasta la pista. La música era muy
dulce, apenas una caricia y Maca cerró los ojos por un momento tratando de
encontrar la calma. Esther la miraba, era tan hermosa, y estaba tan perdida.
Quería ayudarla, pero la verdad es que no sabía si podría. Maca abrió los ojos,
Esther había dado un par de pasos hacia ella atraída por las manos de Maca que
habían tirado de su cuerpo sin soltarla.
- ¿Todo
bien? –le preguntó Esther antes de avanzar-.
- Si –le
dijo Maca-.
Esther
pegó su cuerpo más al de Maca, que al sentirla junto a ella contuvo un instante
la respiración. Ya estaban juntas, sólo faltaba que le dejara abrazarla.
- ¿Puedo?
–le preguntó Esther soltándose con cuidado de sus manos-.
Maca no se
vio capaz de decir nada, sólo podía mirar aquellos ojos que la observaban y
respirar. Esther fue todo lo suave que pudo, deslizó sus brazos por la cintura
de Maca y la atrajo hacia sí, abrazándola. El cuerpo de Maca tiritó, Esther no
quiso decir nada, la miró y luego se apoyó en ella. El cuerpo de Esther era
cálido, muy cálido, Maca cerró los ojos respirando la fragancia que salía del
cabello de aquella mujer. “Diosss…
cuánto deseo hacerlo”… pensaba Maca, todo a su alrededor daba vueltas y lo
único que la mantenía de pie era aquella mujer que la anclaba al suelo
controlando su calor. Esther alzó la mirada, y le sonrió, Maca decidió pasar
sus brazos alrededor de ella y dejó que sus cuerpos se movieran con cuidado,
balanceándose estrechamente unidos. ¡Lo habían conseguido!
Maca la
estrechó con fuerza, y Esther respondió reposando la cabeza en su hombro.
“Por
favor, deja de temblar…” suplicaba Esther en silencio, pues notaba como el
cuerpo de Maca tiritaba mientras se movían.
Cuando
había conocido a Maca, su despotismo, seguridad y dominación, le habían
parecido de lo más estimulantes. Aquel tipo de mujer, se le daba bien, la
divertían, podía jugar con ellas sin que nadie saliera perdiendo, pero esa
fragilidad que ahora contenía entre sus brazos… ese derretirse, ese escalofrío
supremo que manifestaba Maca sólo con que Esther la rozara, estaban
traspasándole el corazón.
Tras unos
minutos electrificantes la música se paró, y Maca se detuvo con ella. Esther
podía sentir la respiración agitada de Maca en su oído mientras aquella mujer
seguía abrazándola. Las manos de Maca se movieron por la espalda de Esther,
ella no quiso mover las suyas hasta estar segura de cómo estaba Maca. Tras unos
segundos Maca pareció aflojar el abrazo, deslizó los dedos por el cabello de
Esther y consiguió mirarla a los ojos.
- ¿He
aprobado, profe? –le dijo Maca en un susurro travieso-.
Esther se
relajó al instante. ¡Estaba bien!
- Si,
prueba superada –contestó Esther con una sonrisa-.
Entonces
Esther se quedó paralizada. Maca acarició su cara y la besó en la frente de un
modo cálido y sensual dejando al corazón de Esther latiendo de un modo
incontrolable, aturdido y desesperado… “¿¿Qué estás haciendo conmigo??” quiso
gritar Esther, pero entonces Maca dio un paso hacia atrás y se tambaleó. Esther
por instinto estiró su brazo y la atrapó atrayéndola contra su cuerpo
nuevamente.
- Creo que
es hora de llevarte a dormir gatita, oficialmente... ¡estás borracha!
–consiguió decir Esther, agradecida porque la realidad la apartara de sus
miedos-.
Letra en español de la canción “I’m with you”
Estoy parada en un puente.
Esperando en la oscuridad.
Pensé que ya
estarías aquí.
No hay nada más que lluvia.
No hay pasos en el suelo.
Escucho pero no hay
ningún sonido.
¿No hay nadie que esté
tratando de encontrarme?
¿Nadie vendrá a
llevarme a casa?
Es una maldita
noche fría.
Estoy tratando de
entender esta vida.
¿No me tomarías de la mano?
Llévame a un lugar nuevo.
No sé quién eres
pero estoy contigo.
Yo estoy contigo.
Estoy buscando un lugar,
buscando un rostro.
¿Hay alguien aquí
que yo conozca?
Porque nada me sale bien
y todo es un desastre.
Y a nadie le gusta
estar solo.
¿No hay nadie que esté
tratando de encontrarme?
¿Nadie vendrá a
llevarme a casa?
Es una maldita
noche fría.
Estoy tratando de
entender esta vida.
¿No me tomarías de la mano?
Llévame a un lugar nuevo.
No sé quién eres
pero estoy contigo.
Yo estoy contigo.
¿Por qué todo es tan confuso?
Quizás esté loca.
Es una maldita
noche fría.
Estoy tratando de
entender esta vida.
¿No me tomarías de la mano?
Llévame a un lugar nuevo.
No sé quién eres
pero estoy contigo.
Yo estoy contigo
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24
Esther se
despidió de Eva, y le dejó instrucciones para que avisara a Elena y Daniella de
que se había ido, pues ambas habían desaparecido en un privado, y Esther pensó
no sin razón, que no era oportuno interrumpirlas. El trayecto hacia el hotel de
Maca en el coche de Esther fue toda una odisea, realmente a Maca aquellos dos
pequeños vasos de licor se le habían subido raudos y veloces a la cabeza, y
Esther estaba muerta de risa con aquella nueva Macarena Wilson parlanchina y
descoordinada.
- ¡Desde
luego, no sabes beber! … jajaja…-le decía Esther cuando aparcó el coche, y le
sostuvo la puerta de copiloto para que saliera-.
- ¡Sí que
sé beber! –le espetó Maca frunciendo el ceño y como queriendo demostrarlo, se
negó a que la ayudara a salir del coche-.
Se
desabrochó el cinturón, y sin querer se enredó un pie con él.
- ¡Oh,
coño… esto es un pulpo, me tiene atrapada! –dijo Maca de pronto sin acertar a
quitarse el cinturón de encima-.
- jajaja…
-Esther se reía, se reía y mucho. Pues Maca estaba de lo más graciosa estirando
y enredándose ella sola-.
- ¿Pero
oyeeee, este coche cuantos cinturones tieneee? –Maca veía por lo menos tres. Por
fin acertó con uno de ellos y estiró, pero al soltarlo se dio en la barbilla
con él-. ¡Hostiaaaa que dañoooo! ¡Esto está vivoo!
-
jajajjajaj…. ¡pero qué burra eres!... jajajaj… ¡Anda estate quieta! –le ordenó
Esther-.
- No, si
yo quieta estoy, es este coche que parece un barco por Dios… ¿tú lo has apagado
seguro? –insistía Maca-.
-
jajajjaja….¡Que sí! jajaaj… ¡Anda,
déjame a mí! –le dijo Esther que se inclinó sobre ella para deshacer el enredo
que había montado con el cinturón-.
Maca
respiró aquel perfume de cerca, la proximidad del cuerpo de Esther le produjo
un cosquilleo por toda su columna y sin pensarlo, empezó a besar a Esther en el
cuello.
- ¡Me
encanta tu cuello! –murmuró Maca-.
Esther se
apartó y se le quedó mirando. Los ojos de Maca chispeaban, y en su rostro había
una sonrisa traviesa y dulce que la hizo sonreír a ella también.
- ¡Anda
vamos! ¡Niña mala! –y le tendió una mano para ayudarla a salir del coche-.
A Maca le
costó dos traspiés y un buen estirón para salir del vehículo, y ya que no
estaba en condiciones ni de oponer resistencia ni de pensar en nada, dejó que
Esther la ayudara conduciéndola de la cintura hacia el ascensor.
-
¡Quietecita ahí! –le ordenó Esther mientras la dejaba apoyada en el interior
del ascensor para apretar el botón de la séptima planta-.
-
¡Estheeerrrr… me estoy encogiendo! –gritó Maca, pues cuando el ascensor dio el
pistoletazo de subida, a Maca se le fueron aflojando las piernas hacia el
suelo-.
- ahhh…
jajjajaja…. ¡Arriba! –Esther se volvió de pronto y consiguió cogerla antes de
que se cayera al suelo. Como Maca pesaba más que ella, tuvo que valerse de todo
su cuerpo para mantenerla de pie-. ¡Dioossss… lo que yo decía, que no sabes
beber!
Pero Maca
no se rió, Esther la miró y vio el brillo oscuro en aquellos ojos color miel. Por
un instante fue consciente de que sus cuerpos se estaban aplastando mutuamente.
Maca estiró sus dedos y acarició con cierta torpeza el cabello de Esther, luego
se deslizó por su cara y finalmente se quedó fija en su boca acariciando
aquellos labios, aquellos labios que sonreían, que enmarcaban sus palabras. El
toque de campana del ascensor fue también la ruptura de aquel momento de
intimidad que estaban teniendo.
- ¡Ya
hemos llegado! –dijo Esther con un poco de voz tomada, y desvió la mirada al
exterior del habitáculo para aliviar
aquel momento de tensión-.
- ¿A
dónde? –le preguntó Maca otra vez más despierta-.
- jajaja..
a tu habitación, ¿dónde si no? –le contestó Esther-. ¡Venga vamos!
Por suerte
para las dos, la habitación de Maca no estaba muy lejos del ascensor, así que
llegaron sin muchos esfuerzos. Una vez dentro de la suite, Esther dejó caer a
Maca sobre la cama.
-
¡Diosssss como pesas! –le dijo Esther-.
- ¿Me
estás llamando gorda? –le espetó Maca apoyándose en sus codos para poder
mirarla, pues se había caído hacia atrás en la cama nada más Esther la había
dejado sentada en ella-.
- jaja…
pues no lo sé, como siempre te veo camuflada entre ropa… -le chinchó Esther-.
- ¡ahhh!...
–Maca quiso rebatir aquello, pero se le trababa un poco la lengua-. ¡Tú lo has
querido!
Esther se
giró al escucharla, pues estaba dejando sus cazadoras encima de un galán de
noche. Maca en un arrebato de orgullo, estaba intentando desabrocharse la
camisa para quitársela, pero no acertaba con el ojal del botón.
- ¡Joerrr…
a esto no le han hecho agujero o algooo! –empezó a refunfuñar Maca. Esther
intentaba contener la risa mientras la dejaba hacer. Maca estaba totalmente
enfrascada en los botones-. ¡A la mierda!
Esther iba
a dar un paso para ayudarla, pero Maca cansada de luchar con aquellos botones
rebeldes, intentó sacarse la camisa de un estirón por encima de la cabeza, con
tan mal atino que se quedó atrapada dentro de ella.
-
¡Estherrrr… me he quedao ciegaaa! –gritó Maca desde dentro de la camisa, pues
no veía nada-
- jajjajajaja…
¡por el amor de Dios!.. jajaja… -suspiró Esther muerta de risa-.
Se acercó
hasta Maca y le pidió que estuviese quieta, pues no dejaba de agitar los brazos
para zafarse de aquella oscuridad. Tras unos segundos, Esther consiguió sacarle
la camisa a Maca aunque sin desabrochar los botones. Maca se dejó caer otra vez
en la cama aliviada.
- ¡Uyyy
que sustooo! ¡La puta camisa estaba viva! ¡No veía ni una mierda! –dijo Maca
mientras se miraba la muñeca en busca de la gomilla que siempre llevaba
encima-.
Esther la
contempló hipnotizada, por primera vez veía a aquella mujer en sujetador. Un
sujetador de Calvin Clain negro muy sexy que resaltaba el color de su piel y un
lunar en su pecho derecho.
- ¡Por
Dios, que escurridiza estás esta noche! –decía Maca ajena a lo que estaría
pensando Esther, mientras conseguía atrapar su gomilla e intentaba recogerse el
pelo-.
El vientre
de Maca era perfecto, liso y apetecible, y al levantar un poco el tronco para
hacerse la coleta se dibujó en él las siluetas de sus abdominales, enmarcando
un ombligo redondo y coqueto.
- ¡Por
fin! –Maca se dejó caer nuevamente en la cama, pues había conseguido recogerse
el cabello con bastante esfuerzo-.
Tras unos
segundos se dio cuenta de que sólo hablaba ella, se sujetó sobre los codos y
miró con el ceño fruncido a Esther que permanecía al pie de la cama mirándola.
- ¿Por qué
estás tan callada? –le preguntó Maca de pronto, pero al ver aquellos ojos
marrones descansando en su vientre, un atisbo de conciencia se hizo en su mente
mareada. Maca dibujó una sonrisa satisfecha en su rostro-. ¿Te gusta lo que
ves?
- Ehh…
¿qué?... –Esther acababa de ser pillada de pleno, carraspeó-.
-
jajjajajajja… -Maca se rió, ahora quien ponía caras raras era Esther-.
- Ohhh, no
te ríassssss… -le regañó Esther-.
- ¡Es que
has puesto una cara!… jajajaj… -siguió divertida Maca-. ¿Entonces estoy, o no
estoy gorda?
La mirada
de Maca era pícara y sensual. Esther se tomó su tiempo para volver a tener un
poco de control, se acercó más hasta Maca y volvió a contemplar aquel torso
desnudo tan apetecible. Luego la miró directamente a los ojos y contestó.
- ¡Lo que
estás es como un queso, pequeña! –le dijo Esther con una sonrisa sensual que
hizo que el calor empezara a emanar en el cuerpo de Maca-.
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