viernes, 10 de enero de 2014

Pretty Bollo -cap 23 y 24-



Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.


23

Antes de llegar a la zona de baile ambas se detuvieron. Esther no había soltado la mano de Maca, y Maca no había soltado la de Esther pues el segundo vaso de licor estaba circulando por su mente, y tenía miedo de caerse.

- Esther, no creo que pongan ninguna canción lenta esta noche -le dijo Maca acercándose a su oído para que pudiera escucharla-.
- Espera, ¿estarás bien? –le preguntó Esther mientras la soltaba y se aseguraba de que Maca lo tenía todo controlado-.
- Si, ve -le dijo Maca y sintió un extraño vació en su mano cuando Esther subió una pequeña escalera para hablar con la DJ-.

Mientras la esperaba, Maca notó como los colores y sombras de la pista se movían más de la cuenta. Aquel licor era más fuerte de lo que se había imaginado, sin embargo aún mantenía su cordura casi intacta. A pesar de que Esther no se demoró, Maca sintió al verla de nuevo a su lado que la había echado de menos.

- ¡Todo arreglado! –le dijo sonriendo- ¿Preparada?

Maca dudó, no tenía claro si aquello funcionaría, pero lo cierto era que su cuerpo parecía estar bastante anestesiado.

- No lo sé -dijo Maca con cierto temor-.
- Iré despacio, lo prometo –le dijo Esther y le tendió una mano-.

Maca se quedó mirando apenas un segundo aquella mano, la cogió con suavidad pero también con firmeza, tenía la impresión de que sería el mástil que la sacaría a flote si se hundía.

La música empezó a sonar: “I’M WITH YOU” (de AVRIL LAVIGNE)

Esther se puso frente a ella y le tendió su otra mano, Maca también se la cogió, respiró profundamente y la siguió una par de pasos hasta la pista. La música era muy dulce, apenas una caricia y Maca cerró los ojos por un momento tratando de encontrar la calma. Esther la miraba, era tan hermosa, y estaba tan perdida. Quería ayudarla, pero la verdad es que no sabía si podría. Maca abrió los ojos, Esther había dado un par de pasos hacia ella atraída por las manos de Maca que habían tirado de su cuerpo sin soltarla.

- ¿Todo bien? –le preguntó Esther antes de avanzar-.
- Si –le dijo Maca-.

Esther pegó su cuerpo más al de Maca, que al sentirla junto a ella contuvo un instante la respiración. Ya estaban juntas, sólo faltaba que le dejara abrazarla.

- ¿Puedo? –le preguntó Esther soltándose con cuidado de sus manos-.

Maca no se vio capaz de decir nada, sólo podía mirar aquellos ojos que la observaban y respirar. Esther fue todo lo suave que pudo, deslizó sus brazos por la cintura de Maca y la atrajo hacia sí, abrazándola. El cuerpo de Maca tiritó, Esther no quiso decir nada, la miró y luego se apoyó en ella. El cuerpo de Esther era cálido, muy cálido, Maca cerró los ojos respirando la fragancia que salía del cabello de aquella mujer.  “Diosss… cuánto deseo hacerlo”… pensaba Maca, todo a su alrededor daba vueltas y lo único que la mantenía de pie era aquella mujer que la anclaba al suelo controlando su calor. Esther alzó la mirada, y le sonrió, Maca decidió pasar sus brazos alrededor de ella y dejó que sus cuerpos se movieran con cuidado, balanceándose estrechamente unidos. ¡Lo habían conseguido!

Maca la estrechó con fuerza, y Esther respondió reposando la cabeza en su hombro.

“Por favor, deja de temblar…” suplicaba Esther en silencio, pues notaba como el cuerpo de Maca tiritaba mientras se movían.

Cuando había conocido a Maca, su despotismo, seguridad y dominación, le habían parecido de lo más estimulantes. Aquel tipo de mujer, se le daba bien, la divertían, podía jugar con ellas sin que nadie saliera perdiendo, pero esa fragilidad que ahora contenía entre sus brazos… ese derretirse, ese escalofrío supremo que manifestaba Maca sólo con que Esther la rozara, estaban traspasándole el corazón.

Tras unos minutos electrificantes la música se paró, y Maca se detuvo con ella. Esther podía sentir la respiración agitada de Maca en su oído mientras aquella mujer seguía abrazándola. Las manos de Maca se movieron por la espalda de Esther, ella no quiso mover las suyas hasta estar segura de cómo estaba Maca. Tras unos segundos Maca pareció aflojar el abrazo, deslizó los dedos por el cabello de Esther y consiguió mirarla a los ojos.

- ¿He aprobado, profe? –le dijo Maca en un susurro travieso-.

Esther se relajó al instante. ¡Estaba bien!

- Si, prueba superada –contestó Esther con una sonrisa-.

Entonces Esther se quedó paralizada. Maca acarició su cara y la besó en la frente de un modo cálido y sensual dejando al corazón de Esther latiendo de un modo incontrolable, aturdido y desesperado… “¿¿Qué estás haciendo conmigo??” quiso gritar Esther, pero entonces Maca dio un paso hacia atrás y se tambaleó. Esther por instinto estiró su brazo y la atrapó atrayéndola contra su cuerpo nuevamente.

- Creo que es hora de llevarte a dormir gatita, oficialmente... ¡estás borracha! –consiguió decir Esther, agradecida porque la realidad la apartara de sus miedos-.

Letra en español de la canción “I’m with you”
Estoy parada en un puente.
Esperando en la oscuridad.
Pensé que ya
estarías aquí.
 
No hay nada más que lluvia.
No hay pasos en el suelo.
Escucho pero no hay
ningún sonido.
 
¿No hay nadie que esté
tratando de encontrarme?
¿Nadie vendrá a
llevarme a casa?
 
Es una maldita
noche fría.
Estoy tratando de
entender esta vida.
 
¿No me tomarías de la mano?
Llévame a un lugar nuevo.
No sé quién eres
pero estoy contigo.
 
Yo estoy contigo.
 
Estoy buscando un lugar,
buscando un rostro.
¿Hay alguien aquí
que yo conozca?
 
Porque nada me sale bien
y todo es un desastre.
Y a nadie le gusta
estar solo.
 
¿No hay nadie que esté
tratando de encontrarme?
¿Nadie vendrá a
llevarme a casa?
 
Es una maldita
noche fría.
Estoy tratando de
entender esta vida.
 
¿No me tomarías de la mano?
Llévame a un lugar nuevo.
No sé quién eres
pero estoy contigo.
 
Yo estoy contigo.
 
¿Por qué todo es tan confuso?
Quizás esté loca.
 
Es una maldita
noche fría.
Estoy tratando de
entender esta vida.
 
¿No me tomarías de la mano?
Llévame a un lugar nuevo.
No sé quién eres
pero estoy contigo.
 
Yo estoy contigo

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24

Esther se despidió de Eva, y le dejó instrucciones para que avisara a Elena y Daniella de que se había ido, pues ambas habían desaparecido en un privado, y Esther pensó no sin razón, que no era oportuno interrumpirlas. El trayecto hacia el hotel de Maca en el coche de Esther fue toda una odisea, realmente a Maca aquellos dos pequeños vasos de licor se le habían subido raudos y veloces a la cabeza, y Esther estaba muerta de risa con aquella nueva Macarena Wilson parlanchina y descoordinada.

- ¡Desde luego, no sabes beber! … jajaja…-le decía Esther cuando aparcó el coche, y le sostuvo la puerta de copiloto para que saliera-.
- ¡Sí que sé beber! –le espetó Maca frunciendo el ceño y como queriendo demostrarlo, se negó a que la ayudara a salir del coche-.

Se desabrochó el cinturón, y sin querer se enredó un pie con él.

- ¡Oh, coño… esto es un pulpo, me tiene atrapada! –dijo Maca de pronto sin acertar a quitarse el cinturón de encima-.
- jajaja… -Esther se reía, se reía y mucho. Pues Maca estaba de lo más graciosa estirando y enredándose ella sola-.
- ¿Pero oyeeee, este coche cuantos cinturones tieneee? –Maca veía por lo menos tres. Por fin acertó con uno de ellos y estiró, pero al soltarlo se dio en la barbilla con él-. ¡Hostiaaaa que dañoooo! ¡Esto está vivoo!
- jajajjajaj…. ¡pero qué burra eres!... jajajaj… ¡Anda estate quieta! –le ordenó Esther-.
- No, si yo quieta estoy, es este coche que parece un barco por Dios… ¿tú lo has apagado seguro? –insistía Maca-.
- jajajjaja….¡Que sí!  jajaaj… ¡Anda, déjame a mí! –le dijo Esther que se inclinó sobre ella para deshacer el enredo que había montado con el cinturón-.

Maca respiró aquel perfume de cerca, la proximidad del cuerpo de Esther le produjo un cosquilleo por toda su columna y sin pensarlo, empezó a besar a Esther en el cuello.

- ¡Me encanta tu cuello! –murmuró Maca-.

Esther se apartó y se le quedó mirando. Los ojos de Maca chispeaban, y en su rostro había una sonrisa traviesa y dulce que la hizo sonreír a ella también.

- ¡Anda vamos! ¡Niña mala! –y le tendió una mano para ayudarla a salir del coche-.

A Maca le costó dos traspiés y un buen estirón para salir del vehículo, y ya que no estaba en condiciones ni de oponer resistencia ni de pensar en nada, dejó que Esther la ayudara conduciéndola de la cintura hacia el ascensor.

- ¡Quietecita ahí! –le ordenó Esther mientras la dejaba apoyada en el interior del ascensor para apretar el botón de la séptima planta-.
- ¡Estheeerrrr… me estoy encogiendo! –gritó Maca, pues cuando el ascensor dio el pistoletazo de subida, a Maca se le fueron aflojando las piernas hacia el suelo-.
- ahhh… jajjajaja…. ¡Arriba! –Esther se volvió de pronto y consiguió cogerla antes de que se cayera al suelo. Como Maca pesaba más que ella, tuvo que valerse de todo su cuerpo para mantenerla de pie-. ¡Dioossss… lo que yo decía, que no sabes beber!

Pero Maca no se rió, Esther la miró y vio el brillo oscuro en aquellos ojos color miel. Por un instante fue consciente de que sus cuerpos se estaban aplastando mutuamente. Maca estiró sus dedos y acarició con cierta torpeza el cabello de Esther, luego se deslizó por su cara y finalmente se quedó fija en su boca acariciando aquellos labios, aquellos labios que sonreían, que enmarcaban sus palabras. El toque de campana del ascensor fue también la ruptura de aquel momento de intimidad que estaban teniendo.

- ¡Ya hemos llegado! –dijo Esther con un poco de voz tomada, y desvió la mirada al exterior del  habitáculo para aliviar aquel momento de tensión-.
- ¿A dónde? –le preguntó Maca otra vez más despierta-.
- jajaja.. a tu habitación, ¿dónde si no? –le contestó Esther-. ¡Venga vamos!

Por suerte para las dos, la habitación de Maca no estaba muy lejos del ascensor, así que llegaron sin muchos esfuerzos. Una vez dentro de la suite, Esther dejó caer a Maca sobre la cama.

- ¡Diosssss como pesas! –le dijo Esther-.
- ¿Me estás llamando gorda? –le espetó Maca apoyándose en sus codos para poder mirarla, pues se había caído hacia atrás en la cama nada más Esther la había dejado sentada en ella-.
- jaja… pues no lo sé, como siempre te veo camuflada entre ropa… -le chinchó Esther-.
- ¡ahhh!... –Maca quiso rebatir aquello, pero se le trababa un poco la lengua-. ¡Tú lo has querido!

Esther se giró al escucharla, pues estaba dejando sus cazadoras encima de un galán de noche. Maca en un arrebato de orgullo, estaba intentando desabrocharse la camisa para quitársela, pero no acertaba con el ojal del botón.

- ¡Joerrr… a esto no le han hecho agujero o algooo! –empezó a refunfuñar Maca. Esther intentaba contener la risa mientras la dejaba hacer. Maca estaba totalmente enfrascada en los botones-. ¡A la mierda!

Esther iba a dar un paso para ayudarla, pero Maca cansada de luchar con aquellos botones rebeldes, intentó sacarse la camisa de un estirón por encima de la cabeza, con tan mal atino que se quedó atrapada dentro de ella.

- ¡Estherrrr… me he quedao ciegaaa! –gritó Maca desde dentro de la camisa, pues no veía nada-
- jajjajajaja… ¡por el amor de Dios!.. jajaja… -suspiró Esther muerta de risa-.

Se acercó hasta Maca y le pidió que estuviese quieta, pues no dejaba de agitar los brazos para zafarse de aquella oscuridad. Tras unos segundos, Esther consiguió sacarle la camisa a Maca aunque sin desabrochar los botones. Maca se dejó caer otra vez en la cama aliviada.

- ¡Uyyy que sustooo! ¡La puta camisa estaba viva! ¡No veía ni una mierda! –dijo Maca mientras se miraba la muñeca en busca de la gomilla que siempre llevaba encima-.

Esther la contempló hipnotizada, por primera vez veía a aquella mujer en sujetador. Un sujetador de Calvin Clain negro muy sexy que resaltaba el color de su piel y un lunar en su pecho derecho.

- ¡Por Dios, que escurridiza estás esta noche! –decía Maca ajena a lo que estaría pensando Esther, mientras conseguía atrapar su gomilla e intentaba recogerse el pelo-.

El vientre de Maca era perfecto, liso y apetecible, y al levantar un poco el tronco para hacerse la coleta se dibujó en él las siluetas de sus abdominales, enmarcando un ombligo redondo y coqueto.

- ¡Por fin! –Maca se dejó caer nuevamente en la cama, pues había conseguido recogerse el cabello con bastante esfuerzo-.

Tras unos segundos se dio cuenta de que sólo hablaba ella, se sujetó sobre los codos y miró con el ceño fruncido a Esther que permanecía al pie de la cama mirándola.

- ¿Por qué estás tan callada? –le preguntó Maca de pronto, pero al ver aquellos ojos marrones descansando en su vientre, un atisbo de conciencia se hizo en su mente mareada. Maca dibujó una sonrisa satisfecha en su rostro-. ¿Te gusta lo que ves?
- Ehh… ¿qué?... –Esther acababa de ser pillada de pleno, carraspeó-.
- jajjajajajja… -Maca se rió, ahora quien ponía caras raras era Esther-.
- Ohhh, no te ríassssss… -le regañó Esther-.
- ¡Es que has puesto una cara!… jajajaj… -siguió divertida Maca-. ¿Entonces estoy, o no estoy gorda?

La mirada de Maca era pícara y sensual. Esther se tomó su tiempo para volver a tener un poco de control, se acercó más hasta Maca y volvió a contemplar aquel torso desnudo tan apetecible. Luego la miró directamente a los ojos y contestó.


- ¡Lo que estás es como un queso, pequeña! –le dijo Esther con una sonrisa sensual que hizo que el calor empezara a emanar en el cuerpo de Maca-.

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