Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
Aquella noche, el sueño de
la pequeña niña volvió a su cabeza, la desesperación por no poder abrazarla se
manifestó en su cuerpo con sudores nocturnos y ansiedad
33
Eran las
diez de la noche cuando Maca por fin llegó a casa, después de un día
devastador. Su hermano le había acercado la agenda de eventos y Maca había
dudado de si podría llevar aquella función a cabo, pero luego pensó que quizá
Esther pudiera acompañarla y aquello la tranquilizó al recordar con agrado lo
que había pasado en la cena del club. Miró en el frigorífico, y alcanzó una
botella de leche que bebió directamente del envase, luego cogió el teléfono
inalámbrico y marcó la tecla directa de Ana, cuando escuchó su voz, pareció que
el pesado día se aligeraba.
- Hola Ana
–la saludó Maca-.
- ¡Hola
cariño! ¿Cómo lo llevas? –le preguntó Ana, pues Maca le había contado lo que
había pasado con Esther y desde entonces estaba al tanto del trabajo que estaba
llevando a cabo-.
- Es agotador,
pero lo he conseguido. El viernes estaré por allí –le dijo Maca con una
sonrisa-.
-
¡Perfecto! ¡Me muero por tenerte cerca! ¿Te recojo yo? –le preguntó Ana-.
- No, no…
voy a hacer que me lleven algunas de mis cosas en una furgoneta y de paso me llevo
la moto. Odio tener que ir cogiendo taxis, ya lo sabes –le dijo Maca-.
- Bueno,
pero al menos nos veremos para que te de las llaves y para cenar, ¿no? –le
preguntó Ana, pues se había ofrecido a dejarle su apartamento.
Maca había
intentado alquilar otra cosa, pero su amiga se había enfadado con ella cuando
rechazó su proposición, pues su apartamento estaba inutilizado desde que se
había ido a vivir con Luis y no podía entender que Maca no lo aceptara.
- ¿Estás
segura Ana? ¡Yo puedo alquilar cualquier cosa, ya lo sabes! –le dijo Maca-.
- Ni
hablar, ni hablar… te quedas en casa, así me la cuidas. ¿A qué hora llegas? –le
preguntó Ana desviando la polémica-.
- Quiero
estar allí sobre las cuatro o las cinco, para que los chicos no se tengan que
volver muy tarde –le dijo Maca-.
- Entonces
te esperaré allí –le contestó Ana-.
- ¡Genial!
- ¿Sigues
nerviosa? –le preguntó Ana, pues sabía que Maca había estado más intranquila de
lo habitual desde que se había decidido a seguir adelante con Esther-.
- Sí, no
puedo evitarlo –le confesó Maca-.
- ¿La has
llamado ya? –le preguntó Ana-.
- No,
desde el domingo no hablo con ella… la llamaré ahora a ver –el corazón de Maca
empezó a golpearla sólo con la idea-.
-
Tranquila, todo irá bien. Además, me tienes a mí –le dijo Ana para apoyarla-.
Maca no
pudo evitar sonreír. Tenía toda la razón, Ana siempre estaría con ella si la
cosa salía mal.
- Eso es
completamente cierto, gracias –le dijo Maca-.
- De nada.
Anda dúchate y come algo, ya me contarás como quedas con Esther, ¿vale? –se
despidió de ella Ana-.
- Eso está
hecho… hasta mañana –y Maca colgó el teléfono-.
Ana tenía
razón, sería mejor ducharse y relajarse un poco antes de volver a escuchar
aquella voz tan perturbadora.
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Esther
cenó con Eva, luego se marchó a su apartamento. Se deshizo la coleta en el
recibidor, y empezó a desvestirse por el pasillo. A pesar de haber disfrutado del
sexo con Alicia, sabía que algo no marchaba bien, pues cuando aquella belleza
pelirroja se había agachado para saborearla, la visión dulce de Maca había
atizado su memoria.
“Estoy
obsesionada… eso es lo que pasa, no dejo de pensar en si fracasaré, eso es
todo”… se dijo para tranquilizarse, pero en el fondo sabía que había estado más
hambrienta con Alicia de lo que solía estar, quizá para aplacar el deseo frustrado
de no haber podido hacerlo con Maca.
De pronto
el sonido de su móvil personal empezó a sonar, se quedó paralizada en sujetador
y miró a la cama donde éste descansaba. “¿Será ella?”… se preguntó, y se acercó
hasta él para divisar el nombre en la pantalla, era ella. Se tumbó sobre la
cama y descolgó…
- Creía
que te habías olvidado de mí -le dijo Esther nada más descolgar-.
“Dioosss…
cómo me gusta su voz”… se derritió Maca al escucharla.
- No
podría hacerlo ni aunque lo intentara -le susurró Maca con honestidad-.
“mmm…
aduladora”… pensó Esther.
- Me
alegro de que no lo intentes –contestó Esther-. ¿Cómo va el trabajo?
-
Precisamente te llamaba para eso, al final he podido solucionarlo, tendré una
agenda apretada pero al menos estaré allí todo el mes… -Maca enmudeció de
pronto. Esther se preguntó a qué sería debido, pero cuando iba a decir algo, Maca continuó-.
¿Te ha llegado el ingreso?
“… ufff…
el dinero”… se lamentó Esther, por alguna razón se sentía incomoda ante ella.
- Sí,
tranquila -le contestó y sin poder evitarlo quiso cambiar de tema-. ¿Cuándo
llegas?
- El
viernes por la tarde. Quiero llevarme algunas cosas así que, haré una pequeña
mudanza y me llevarán la moto en una furgoneta.
“ggg… dos
días más, mierda”… pensó Esther.
- Esther…
-la voz de Maca volvía a ser tímida-.
- Dime…
-le contestó Esther cerrando los ojos porque le encantaba escuchar su nombre cuando
lo pronunciaba Maca-.
- ¿Cuándo
podríamos vernos?... me refiero a… ya sabes… ¿dormir? –le dijo Maca y Esther pensaba
que se moría-.
“aaaaaaaahhhhhhhhh…
porqué tiene que ser tan dulceeee joderrrrrrr”… se inquietó Esther de pronto.
- No sé si
podrá ser ese mismo viernes, cariño –le dijo, y aunque se arrepintió de no
confirmárselo, su instinto contestó más rápido que su deseo-.
- Oh,
claro… por supuesto.. –le dijo Maca-.
Esther
supo que la había dejado fuera de juego.
“Mierda,
mierda… ¿por qué coño me importa tanto?”… se lamentó Esther, pero era
inevitable, le importaba hacerle daño a aquella mujer.
- Te llamo
el viernes y te lo confirmo, ¿de acuerdo? Es que igual voy con unas amigas a
cenar y no sé cuánto tardaré –le dijo Esther para tranquilizarla-.
- No, no
tienes que darme explicaciones –le dijo Maca un poco más tranquila tras
escuchar que era una cena en plural y no con una “amiga” en particular-.
- Lo sé,
no te las estoy dando –le contestó Esther-. Bueno qué, ¿no me cuentas nada?
“mmm… yo
te contaba hasta el libro gordo de “Petete””… pensó Maca un poco más relajada
tras presentir la sonrisa en la voz de Esther.
- ¿Qué quieres
que te cuente? –le preguntó Maca esbozando una sonrisa, pues se alegraba
enormemente de hablar con ella-.
- ¿Me has
echado de menos? –le preguntó con sensualidad-.
El nudo en
el estómago de Maca volvió a aparecer. “¿Qué si te he echado de menos… qué si
te he echado de menos?... desde que te bebí me acompañas siempre”… pero aquello
no podía decirlo.
-
Sinceramente, sólo un poquito -le pinchó Maca y luego se rió de su silencio-.
- Ah, muy
bonito, muy bonito… pues que sepas que yo a ti sí, y más de lo que me gustaría
–le dijo de pronto Esther y una sonrisa de maldad se le dibujó en la cara con
el silencio de aquella preciosidad-. Sobre todo, porque he empezado un curso de
primeros auxilios y no tengo con quien practicar… jajajajaj…
- jajajja….
Ohhhh cállateeee…. Eres una arpía, ¿lo sabías? –se echó a reír Maca con ella
por su comentario-.
“mmm… que
risaaaa”… pensó Esther, y se dio cuenta de que añoraba su sentido del humor y
su vergüenza.
- Bueno,
una arpía que podría practicarte el boca a boca entonces… jajajaj… -le dijo
Esther entre risas-.
“¿Lo dice
en serio?... porque si es por esa boca, yo vamos, me muero”.. meditó Maca.
- ¿Tú? ¿El
boca a boca?... no lo creo, me dejarías morir antes. Aún me acuerdo del relato
de tus normas ,… jajaja… -le dijo Maca con ironía, para aplacar el nerviosismo
que había provocado aquel comentario en ella.
- Mmm… no
me provoques, no me provoques… jajajaj…. –le dijo Esther y se rió junto a
ella-. Por cierto, ¿qué llevas puesto?
Maca
enmudeció de pronto… “¿el quéeee??”… pensó.
- Esto…
yo… -Maca era sincera por naturaleza y aquella pregunta la había cogido
demasiado por sorpresa como para poder reaccionar-… es que estoy en la cama.
- ¿Y?...
–Esther se incorporó de pronto, sospechaba lo que estaba a punto de decirle-.
- No llevo
nada -le dijo Maca ruborizándose tanto que creyó que saldría ardiendo-.
“Agggggggggggrrrrrr…. Por qué coño no estaré
yo entre esas sábanas”… pensó Esther con ansiedad y con el corazón golpeándole
entre los muslos.
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34
Esther no supo
que decir, su cabeza empezó a discutir con su deseo:
Conciencia de Esther: “no seas
burra y contrólate… mira que te la vas a cargar”
Esther: “Diosss… ¿entonces no
puedo jugar con ella? ¿ni un poquito?”
Conciencia de Esther: “jugar dice
la tía… cómo si fuera en eso en lo que estás pensando. ¿Tú estás tonta o qué?
¡Que soy tu conciencia… que a mí no me engañas!”
Esther: “agggrrr…. Esto no es
justo, no es justo”
Conciencia de Esther: “Vale lo que
tu digas campeona… pero como te pases de la raya y le dé el telele luego no me
vengas con los remordimientos, coño, que siempre estás igual”.
Esther lo
medito, su conciencia tenía razón, ¿y si la provocaba y le daba el telele?...
Trató de serenarse y se prometió que se controlaría luego habló.
-
¡Entonces tenemos una Eva! –le dijo Esther con un tono más ronco del habitual,
pues que le hubiera dado la razón a su conciencia no significaba que su cuerpo
no reaccionara ante aquella preciada información-.
- ¿A
quién? –Maca no sabía por dónde le caían-.
-
jajjajaja…. Adán… Eva… el paraíso… -le dijo Esther entre risas, pues Maca podía
ser tan inocente a veces-.
- ajajaj…
perdona, no lo cogí… jajaja… -se disculpó Maca aún incómoda por haber tenido
que darle aquella información-.
Un
silencio incómodo se instauró entre las dos, Maca por la vergüenza y Esther
porque no podía controlar sus pensamientos.
- ¿Y tú?
¿ya estás en la cama? –se decidió a preguntarle Maca para romper con esa
soledad-.
- Aún no,
acababa de llegar de cenar… me has pillado cambiándome –le dijo Esther-.
- Oh, lo
siento. Si quieres colgamos y te cambias -le dijo Maca incómoda por haber
interrumpido a Esther-.
- ¿Y por
qué no me cambio mientras seguimos hablando? –a Esther le salieron las palabras
antes de darse cuenta que volvía a coquetear-.
- Va… vale
–dijo Maca en un susurro pues le había pillado de improvisto la pregunta-.
- Bueno,
pues espera que ya estaba medio desnuda -le dijo Esther quitándose el sujetador
y notando como se ponía cada vez más caliente de saber que era la respiración
de Maca la que se oía en el otro lado de la línea-.
Con un par
de movimientos se desabrochó el pantalón de pinzas y se deshizo de la ropa
interior, abrió la cama y se introdujo dentro de las sábanas. “Ahora ya estamos
en paz…” pensó Esther.
- Ya, ya
me metí en la cama –le dijo Esther-.
Maca no
quería imaginarse en qué situación estaría Esther, pero opinaba que había sido
demasiado rápida para ponerse el pijama, así que antes de que su cabeza la
avisara preguntó.
- ¿Ya te
has puesto el pijama? –le preguntó-.
Y en la
comisura de los labios de Esther nació una sonrisa malévola, y es que no lo
podía evitar, le gustaba provocarla.
- Creo que
hoy no lo necesitaré -le dijo Esther y casi pudo percibir como Maca tragaba
saliva con dificultad -… ¿no ves que no tengo quién se me desmaye cerca?
- ¡Eres
una capulla…! jajjajaj… -y Maca se rió en respuesta a las carcajadas que había
soltado Esther tras el comentario-.
- jajajja…
como si no fuera cierto… jaajja –le reprochó Esther-.
Se rieron
durante un rato metiéndose la una con la otra, hasta que de pronto Esther lo
soltó.
- Bueno
qué, ¿dejamos de tontear y tenemos “mambo”? –le espetó de pronto-
“¿Cómooooooooo?...”
A Maca se le cayó el móvil de la oreja de la impresión… rápidamente lo buscó
sobre la almohada, pero al llevárselo al oído eran las carcajadas de Esther al
otro lado de la línea las que no podían dejar de sonar.
- jajaj..
¡¡¡se te ha caído?... jajajajjaja…. –Esther estaba muerta de risa, ¿cómo podía
ser tan impresionable una mujer como aquella?-… ajjajaja…. Lo ves, si es que
eres inocente, inocente… jajajaj….
- ohhhh
cállateeee… disfrutas torturándome… jajajaj… ¿te crees que no me he dado
cuenta? … jajajaja… -le reprochó Maca-
- jajaj…
pues para haberte dado cuenta, lo disimulas fatal… jajajaj… Anda coge bien el
móvil, no se te vaya a volver a caer… -la pinchó Esther-.
- jajaj…
tienes suerte de que no te pueda echar el guante encima.. jajja.. pero ya, ya
me vengaré, doña perfecta… jajajaj –Maca agradecía la alegría de aquella mujer,
pues la visión de aquel cuerpo maravilloso arqueando la espalda para ofrecerle
sus pechos se le repetía constantemente en la cabeza-.
- jajaj…
uy, uy… mira como tiemblo… -se partía de risa Esther-. Ah por cierto, ya he
comprado la bombona de oxigeno, ¡que lo sepas!
- aggg…
que malaaaa… jajajja… -le reprochó Maca-. ¿Es que no te doy pena?
“mmm… pena
no… pero un morbazooooo”… quiso decir Esther.
- mmmm…
deja que me lo piense…. –hizo que se tomaba en serio aquel dilema, luego
contestó-… no, creo que no.
- jajaj…
vale… captado, nada de lastimita… jajaja… -se rió Maca-.
“Ay dios
mío… yo no entiendo cómo me he podido meter en esto. Me llenan más unas risas
con esta extraña mujer, que todo lo que he podido tener con el resto de mujeres
y no he querido”… pensaba Maca mientras volvía a ponerse seria.
- ¿Estás?
–le preguntó Esther más tranquila-.
- Sí,
estoy… ¿y tú? –le dijo Maca-.
-
Evidentemente… ¿en qué piensas? –le preguntó Esther-.
- ¿La
verdad? –le contestó Maca-.
- Por
favor… -la animó Esther-.
- En que
hacía muchísimo tiempo que no me reía así con nadie, así que gracias
La voz de
Maca volvía a ser una caricia, un terciopelo acariciando sus tímpanos con
palabras cargadas de sinceridad y cierta melancolía.
“Volvió a
matarme…” pensó Esther que ante aquello, se quedó fuera de juego.
- De nada,
me alegro de que sea conmigo –le contestó con la misma honestidad-.
- ¡Esther!
–la llamó Maca-.
- ¿Sí?
–contestó ella-.
- De
verdad que me gustaría dormir contigo el viernes - Maca no tenía nada que
perder y sí mucho que ganar. Los últimos días apenas había podido pegar ojo, y
lo había aprovechado para trabajar en lugar de tener que molestar a Esther con
sus llamadas… pero ahora que la escuchaba y se sentía así, feliz y tranquila,
no quería desprenderse de ella-.
“Diosss….
No me digas esas cosas”… se resistía Esther a que su pequeño corazón pegara
brincos.
- Haré lo
que pueda, lo prometo –le contestó para serenarla-.
- Vale –se
resignó Maca con esperanza-. Bueno, quizá sea mejor que colguemos, supongo que
querrás dormir.
- Sí, será
lo mejor… -contestó Esther que estaba algo nerviosa por la inquietud que había
despertado Maca en ella con aquellas palabras-. Buenas noches preciosa, que
descanses.
- Buenas
noches Esther, lo intentaré –le dijo Maca y le mandó un beso por el auricular-.
Esther se
quedó tocada por aquel gesto tan dulce, y se lo devolvió. Hacia tanto tiempo
que no era consciente de aquellos gestos tan adolescentes, que cuando el móvil
enmudeció se sintió vacía de pronto.
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