PRÓLOGO:
Han pasado diez años. La prometedora estudiante de pediatría, Macarena Wilson, se ha transformado en una doctora de referencia en enfermedades infantiles del tercer mundo. Sus trabajos de investigación y su protocolo de actuación en desnutrición y enfermedades gastrointestinales pediátricas, son implantadas en hospitales de Europa. Su vida gira completamente entorno a su trabajo, y atrás quedó aquella joven camarera de bar de ambiente de noche, y modelo sin tapujos de día, que le dieron la oportunidad de labrarse un futuro.
Esther García por su lado, también salió de España tras la ruptura sin palabras con Maca. Terminó su carrera y entró en una espiral de autodescubrimiento, que la llevó a afincarse finalmente en Los Ángeles, llegando a tener el reconocimiento de la comunidad de bellas artes más fuera que dentro de su país. Actualmente sus obras alcanzan cifras escandalosas en las galerías de Nueva York, L.A y San Francisco.
10.
Jueves (cuatro días después). Hospital Central.
La semana fue
pasando sin grandes sobresaltos. Cruz no desaprovechó la oportunidad de
presionar a Maca para que aceptara el puesto, y Maca se limitó a aguantar su
pulso con prudencia mientras le pedía más tiempo. Al final, para
tranquilizarla, Maca había aceptado hacer una conferencia exponiendo los
avances de su última investigación. No era la primera vez que lo hacía, sin
embargo se notó ansiosa al estar de nuevo entre aquellas paredes.
-
¿Cómo lo llevas? –le preguntó Bea entrando en la pequeña
habitación donde Maca se había refugiado para repasar sus notas-.
-
Bien, un poco nerviosa, pero se me pasará en cuanto empiece
–le contestó ella-.
Bea se acercó
y se sentó en su regazo. Maca la rodeó por la cintura y dejó descansar la
cabeza sobre su pecho cálido.
-
Los vas a dejar con la boca abierta, no te preocupes –le
susurró Bea mientras le acariciaba la espalda para relajarla-.
-
Me conformo con no cagarla, francamente –le contestó Maca, y
al levantar la cabeza vio la sonrisa de Bea-.
-
¿Tú, cagarla? Tendría que ser en un mundo paralelo, no
conozco a nadie que se exija más a sí misma que tú.
Maca arrugó la
nariz tras aquello.
-
Eso no ha sonado muy atractivo que digamos –bromeó Maca. Bea
solía meterse con ella por no saber relajarse y dejarse llevar-.
-
Jajaja… ¿Querías que sonara atractivo? –le preguntó Bea
riendo tras aquello-.
-
Escuchándote pareciera que soy como aquella catedrática con
cara de culo fruncido que me daba disección en cuarto –le espetó Maca-.
Bea estalló en
risas tras su comentario, y Maca liberó tensiones uniéndose a ella.
-
Más bien eres como una de esas catedráticas súper sexys con
las que fantasean todos los alumnos -la corrigió Bea pasándole los brazos por
el cuello-. Te faltan sólo las gafas y esas faldas con medias tan provocadoras.
-
No pienso ponerme falda, que lo sepas –le dijo ella
bromeando-.
-
jajaja…. Menos mal –Bea la besó, y luego acarició con la
nariz la nariz de Maca-, porque estos vaqueros te hacen un culo estupendo.
-
Pervertida –le dijo Maca dándole un beso divertido-.
-
Sólo un poco –contestó Bea-.
Tras diez
minutos más de tonteo y conversación. Maca se preparó para dar la cara y acabar
con aquello.
-
¿Lista? –preguntó Bea mientras ambas se ponían de pie.
-
Qué remedio –le contestó Maca ya saliendo con ella de la
habitación-. Oye, ¿te ha dicho algo más Cruz?
-
No, la verdad es que no. ¿Y a ti? –le preguntó Bea-.
-
No, desde el martes no me ha vuelto a insistir, y ya te digo
yo que eso es raro. Normalmente es de las de “acoso-derribo” cuando quiere algo
–le dijo Maca-
-
Lo sé. Supongo que intenta darnos un poco de manga ancha
para luego apretarnos. Deberíamos procurar poner algo en claro este fin de
semana, sino te veo dando conferencias aquí todo el año –le dijo Bea-.
-
Conociendo a Cruz, seguro –reconoció Maca-. Encontraría
cualquier excusa para acapararnos.
-
¡Acapararte! –la corrigió-. En realidad sólo está interesada
en ti, y yo empiezo a sentirme culpable y no me…
Maca se plantó
delante de Bea y detuvo su paso e hilo de pensamiento.
-
¡Basta! –le dijo Maca con dulzura pese a su imperativo-.
Bea suspiró
mientras se miraban a los ojos, luego los cerró cuando Maca dio un paso más y
tomó su cara entre las manos.
-
Vamos a hacerlo, esto no cambia nada… -le susurró Maca
besándola en la frente-. Quiero hacerlo, no porque lo necesites ni porque nos
hayan puesto contra la espada y la pared, sino porque os quiero –Maca levantó
la barbilla de Bea y ambas volvieron a mirarse-. Os quiero Bea, y nada es tan
importante para mí como vosotras. ¿De acuerdo?
Bea asintió
sin saber qué decir. Maca notó la emoción en sus ojos, y sonrió para que no
llorara. Las dos se besaron olvidándose de dónde estaban.
----
El móvil de
Esther empezó a sonar interrumpiendo la playlist que estaba utilizando para
desahogarse mientras corría por el parque. Contestó sin mirar la pantalla
mientras aminoraba el paso para coger aliento.
-
¿Sí?
-
Cariño, ¿cómo estás?
-
Mamá… bien, muy bien, aquí… corriendo un poco. ¿Y tú? –le
preguntó Esther alegrándose de oírla-.
-
¿Ah, no estás trabajando? Pensaba que estarías en la galería
–se interesó su madre-.
-
No, no… iré más tarde a dar una vuelta y eso. Tenemos a
alguien para el horario de cara al público, y supongo que Kate se pasará un
rato también –le contestó Esther-. ¿Y tú? ¿estás libre?
-
¡Ay hija, qué más quisiera! ¡Qué va! Hoy tengo turno doble
–le dijo su madre-.
-
Oh… -Esther arrugó la nariz, no le gustaba que su madre
trabajara tanto, y menos ahora que ella podía mantenerla sin problemas, pero
Encarna había dejado muy claro que su profesión iba por delante-. Ojalá te lo
tomaras con mas calma, mamá. Sé que no quieres dejarlo, pero podrías al menos
limitarte a hacer tus turnos.
-
Lo sé, lo sé… pero es que Paquita necesitaba la tarde porque
su hija se casa y hoy tenían que ir a ver los retoques del vestido. No te
preocupes, hoy es sólo una excepción, no trabajo tanto –la quiso tranquilizar
su madre-.
Esther sonrió
porque no se la creía nada, pero era inútil discutir con ella, y al menos la
tranquilizaba saber que Víctor estaba de su parte y la refrenaba en aquel
sentido.
-
¿Entonces, cuando voy a poder verte? ¿Vas a venir a cenar
hoy? –le preguntó su madre-.
-
Ni de coña, acabarás a las tantas y necesitas descansar.
¿Mañana trabajas? –le preguntó Esther-.
-
Si, hago turno de noche, pero descanso el fin de semana –le
dijo su madre-.
-
Mmm… ¿quieres qué me pase y tomamos algo ahora? Estoy sólo a
dos manzanas del hospital. Podemos tomarnos un café en la cafetería de enfrente,
y planificamos para el fin de semana, ¿te parece? –sugirió Esther. Sabía que si
su madre la había llamado era porque deseaba verla-.
-
¡Ohh, estupendo! Vale –Esther sonrió al notar la alegría en
la voz de su madre-. Voy a terminar de mirar unas cosas y nos vemos allí,
¿cuánto tardas?
Esther se miró
el reloj.
-
Nada, diez minutos.
-
Vale, hasta ahora cariño.
-
Jaja… hasta ahora mamá –se rió Esther al notarla acelerada-.
La llamada
finalizó y la música volvió a los oídos de Esther que apretó de nuevo el paso
rumbo al Hospital Central.
----
El salón de
actos rompió en aplausos tras la ponencia de Maca.
-
¡Es increíble! Me parece mentira volver a tenerla aquí –dijo
Cruz dirigiéndose a Bea que estaba a su lado, mientras los aplausos
proseguían-. Nos ha dejado a todos con la boca abierta, estáis haciendo un
trabajo maravilloso.
-
Gracias, pero el mérito es sólo suyo –le contestó Bea, y
Cruz se volvió a mirarla-.
-
No digas tonterías. Sé que has dejado el puesto de
coordinación para acompañarla, y que has movido los hilos para que la
investigación saliera adelante. Cuando Rubén me dijo que no volvías a Sudáfrica
no me lo podía creer, tu hogar siempre estuvo allí.
Cruz y Bea se
miraron con entendimiento. Ambas se conocían desde hacía años, y pese a que Bea
tenía la virtud de camuflarse como un camaleón allí donde iba, Cruz siempre
había sabido que su naturaleza no terminaba de encajar en el mundo capitalista
y desarrollado.
Bea le sonrió
con la mirada y luego le dijo una frase en un dialecto que Cruz no entendió.
-
“El hogar habita en el corazón, escapando de los límites del
tiempo y de la tierra” –le tradujo Bea y Cruz asintió con la cabeza mientras le
regalaba una sonrisa-.
-
No me extraña nada que Maca se enamorara de ti –le soltó
Cruz de pronto-.
-
Jajajaj… ¿No? –Bea se rió tras aquel comentario tan
espontáneo-.
-
No.. jajaja… hasta a mí me entran ganas de hacerme lesbiana
sólo con veros –bromeó Cruz y se echaron unas risas-. No sé, desprendéis un
aura de comprensión y calma cuando estáis juntas, que os aparta de todo lo
demás. Hace un rato cuando os he visto en el pasillo hablando, he de reconocer que
hasta he sentido envidia. ¿Suena raro? –preguntó Cruz arrugando la nariz-.
Bea le sonrió,
sabía lo que quería decir y le estaba agradecida por atreverse a pronunciarlo
con tanta confianza.
-
Un poco, pero gracias. Eres una buena amiga –aceptó el
cumplido Bea y le apretó el brazo con afecto-. Anda, vamos… en cuanto baje del
escenario la acribillarán a preguntas, y no se le da muy bien lo de hacer
“sociales”.
-
Jajaja... Pues sabes que cuando corría por estos pasillos la
llamaban la “Diosa de fuego” o ¿era la “Diosa de hielo”?, no lo recuerdo muy
bien –le comentó Cruz-.
-
Jajaja… ¿En serio? ¿y eso? –se rió Bea, aquella anécdota no
la sabía-.
-
En serio, tengo entendido que se le pegaban como moscas a la
miel y que fuera de estas paredes lo de socializar se le daba mejor que bien.
Vamos, que era una casanova.
-
Mmm… interesante, y a mí que me cuesta chantajearla para que
simplemente salga conmigo a bailar –le dijo Bea con una sonrisa, y después las
dos siguieron hablando hasta llegar a las escaleras por las que Maca había
bajado del escenario, y donde ya compañeros de carrera la rodeaban para
felicitarla-.
-----
Al poco de
llegar Esther y pedirse un “Acuarius”, entró su madre por la puerta pidiéndole
a la camarera lo de siempre.
-
¿Hace mucho que esperas? –quiso saber su madre dándole un
beso y un abrazo-.
-
No, que va… acabo de llegar prácticamente. ¿Cómo va el día?
–se interesó por ella-.
-
Uf, pues como siempre. A partir de las tres entraré en
quirófanos y ya sabes que ahí se sabe cuando una entra pero no cuando sale,
pero la mañana, tranquila. Además, Maca está dando una conferencia…. –empezó a
decir sin más Encarna, pero Esther se atragantó nada más escuchar aquel nombre,
y su madre se paró para ayudarla-. ¡Santo Dios!... ¡Chiquilla, que te
atragantas!
-
Jo… der… mamá… No me des… tan fuerte, que sólo se me ha ido
por el otro lado –le pidió su hija para que parara de darle golpes en la
espalda-.
-
Es que bebes muy rápido, cualquier día tenemos un disgusto
–la regañó su madre por haberla preocupado-.
-
Eres una exagerada –le sonrió ella-
-
Si vieras lo que yo tengo que ver todos los días, otro gallo
cantaría.
La camarera
sirvió el café con leche de Encarna en aquel momento, y el silencio se posó en
la mesa durante un instante. Esther bebió un pequeño sorbo más de su vaso, y
esperó a que su madre terminara de prepararse el café antes de preguntarle.
-
Mamá, cuando has… has dicho, que Maca estaba dando una
conferencia, te referías a… -Esther tenía miedo de preguntarlo, pero algo en
ella la empujaba a hacerlo-.
-
Oh, ¿por eso te has atragantado? –cayó en la cuenta su madre
y los ojos se le abrieron chisposos, haciendo que Esther se sonrojara-. Sí, me
refería a “Maca”, ya sabía yo que vuestro encuentro de la otra noche dejaría
huella.
-
No digas tonterías –contestó Esther-.
-
No digo tonterías, y si te soy sincera te diré que no me
hace ni puta gracia –le espetó su madre-.
-
¡MAMÁ! –se escandalizó Esther, su madre no solía emplear
palabrotas-.
-
¿Qué? ¡Es la verdad! ¡Ni puta ni puñetera gracia! No me
malinterpretes, aprecio a Maca, sé que es una buena chica y que lo vuestro no
salió bien, que le fuiste infiel y todo eso… pero soy tu madre, y aunque no me
entusiasme verte tan “ligerita” en cuanto a tus relaciones, menos aún me gusta
verte sufrir, y Maca va a casarse… y tú, vuelves a tener esa mirada rara…
-
jajajja… ¿Qué mirada rara? –Esther se echó a reír, porque no
sabía por donde salir frente a aquel ataque de sinceridad de su madre-.
-
No te hagas la tonta, que sabes de lo que te hablo –Encarna
no quiso irse por la tangente. Esther se puso sería-.
-
No me hago la tonta, mamá, es simplemente que estás
exagerando –Esther cogió la mano de su madre entre las suyas-. Ya no tengo
veinte años,… tranquila, no van a hacerme daño.
-
Nunca se tiene edad suficiente para que no te hagan daño
–puntualizó con acierto su madre-.
-
Vale, pero ya sabes a lo que me refiero –le contestó-. Así
que dejemos de hablar de esto, y pasemos a lo importante. ¿El sábado? ¿dónde te
gustaría que comiéramos?
La sonrisa
aduladora de Esther, terminó embaucando a su madre, que pronto se olvidó del
tema y se ilusionó con poder hacer planes con su hija.
---
Esther se
dispuso a pagar la cuenta, mientras su madre iba un momento al baño.
-
¿Puedo? –le preguntó a la camarera-.
-
Sí, claro, están para eso –le dijo ella entregándole el
periódico-.
-
Gracias, sólo será un momento –le contestó Esther con una
sonrisa, y luego se dispuso a buscar la sección de cultura y espectáculos-.
A pesar de que
habían pasado cinco días desde la inauguración de su obra, aún encontraba
reseñas significativas de ella en la prensa local, y Esther quiso comprobar que
el anuncio de su galería seguía vigente como reclamo al público. Cuando lo
encontró, una sonrisa ilusionada cruzó su cara y sus ojos. “Es increíble… quién
me lo iba a decir”, pensó para sí. Si de niña alguien le hubiera dicho que
cumpliría sus sueños tan pronto, no lo hubiera creído. Ella siempre pensó que
sería como aquellos artistas cuya obra, con suerte, quizá alguien reconocería a
título póstumo.
---
-
Aquí estaremos mejor, ya verás…. No pensé que se
abalanzarían así. Ya se lo diré yo a Jaime y a Teo cuando los pille entre
guardias –decía Cruz entrando en la cafetería de enfrente del hospital-…
jajaja… tanta traumatología y pitos y flauta, y parecían que habían hecho un
master en pediatría con tal de impresionarte. De verdad, que estos hombres… -se
reía Cruz con ellas mientras las dejaba pasar-.
De pronto,
Maca alzó la mirada, y sus ojos le jugaron una mala pasada. Por un segundo
pestañeó dos veces, hasta que su cerebro procesó la sonrisa de una Esther
frente al periódico en la barra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario