viernes, 28 de marzo de 2014

Pretty Bollo -cap 45 y 46-

Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.



45

- ¿Sabes lo que estoy pensando? –le dijo de pronto Esther-.
- ¿El qué? –le preguntó Maca imitando su alegría-.
- Que deberíamos ir a ver alguna película al cine… hay gente… pero está oscuro –Esther alzó las cejas de forma juguetona-.

Maca no pudo evitar reírse, estaba claro que Esther quería que olvidara el mal trago cuanto antes.

- ¿Es que piensas meterme mano? –le preguntó entre risas-.
- Bueno, si te dejas… algo podré hacer, ¿no? –le contestó Esther riéndose con ella-.
- ¡Creo que eres bastante peligrosa! –y diciéndole aquello, Maca intentó hacerle cosquillas-.
- jajja… ayy… ajjajjaja… ¡ni se te ocurra!.. jajaja… -le advirtió alejándose de ella-.
- ¡Ohhhh! ¡tienes cosquillasssssssss!... jajajjaja… esto sí que ha sido el gran descubrimiento del día… jajjaja… -se animó Maca viendo que aquella mujer tenía puntos débiles-.
- jajaja… te lo advierto… jajajaj… mira que se defenderme… jajajaj… joder…. –se quejaba Esther-.

Ambas acabaron corriendo y esquivándose, Maca era más rápida de lo que pensaba Esther en un principio, pues acabó alcanzándola todas las veces hasta que rindiéndose se sentó en un banco.

- ¡Vale, vale… me rindo! –resopló Esther ahogada entre las risas y la carrera-.
- jajaj… ¡Vale! ¡está bien ganar de vez en cuando! –reconoció Maca sentándose a su lado, ella también estaba sin aliento, pero cada vez se sentía más a gusto con aquella mujer-.
- Bueno, ¿qué?... ¿cine y palomitas? O ¿cena en algún restaurante? –le volvió a proponer Esther y se giró para mirarla aun sabiendo que cuando se encontrara con aquellos ojos el corazón volvería a saltar en su pecho-.

Maca la miró y se pasó las manos por el cabello mientras lo meditaba.

- Mmm… creo que cine y palomitas, no me apetece el barullo de la gente –le dijo Maca y se giró para verla mientras se apoyaba con el brazo en el respaldo del banco-.
- Si, si… tú lo que quieres es que te meta mano… jajjajaj… -le volvió a pinchar Esther, pues cuando se sentía nerviosa le salía de forma natural la ironía-.
- jajjja…. Bueno, si cae algo… jajajjaaj…. –le contestó Maca jugando con ella-.

“Diossssss … ¿no habla en serio, verdad?... porque vamos, yo me lanzo como un misil si me deja… agggg… ¡me encanta!”… pensó Esther, pero no lo dijo, en su lugar alzó la ceja inquisitivamente y le contestó.

- Te advierto que aún no hemos terminado con los ejercicios, y que algo si te voy a tocar eh… -le espetó de pronto, pues había que tantear las posibilidades-.

Para su sorpresa Maca no se alteró en absoluto, le sonrió pícaramente y le susurró.

- Creo que aprobaré esta vez, profe…

Y a Esther casi se le descoloca la mandíbula, porque aquella voz ya no podía ser más sensual ni aquella Diosa más apetecible.

- ¿En serio? –le preguntó Esther alzando una ceja-.
- Bueno, siempre que no abuses demasiado de mí… creo que me defenderé –le contestó Maca-.
- jajajaj… vale, vale… sin corromperte entonces, anda vamos –le dijo Esther entre risas y ambas salieron hacia donde estaba el coche-.

Tras ver que en cartelera no había gran cosa, se decantaron por una comedia que según Esther tenía temática lésbica: “Los líos de Gray”…

- Así entramos en materia gatita…

Le había susurrado Esther mientras compraba las entradas, y Maca notó que se le erizaba la piel.

Como tenían hambre, pillaron un combo completo para las dos, entre bebidas, palomitas y chocolatinas se sentaron en un rincón de la sala por las últimas filas, pues por el centro había demasiada gente según Esther. A Maca notar que nadie se les sentaba cerca la puso un poco nerviosa. “¿Iría en serio lo de los tocamientos y los ejercicios esos?... porque vamos, yo me he puesto muy gallita, pero estoy cagá”, pensaba Maca incapaz de exponerle a Esther sus inquietudes.

Mientras esperaban la proyección todo fue bien, Esther parecía tan alegre como de costumbre y comentaban sin mayor malicia los tráiler y la poca gente que había para ser fin de semana. Por lo visto ya hacía cerca de un mes que la película estaba en cartelera, así que era normal que ya la hubiera visto todo el mundo. Cuando la sala se quedó a oscuras, Maca se removió en su asiento inquieta, cuando había aceptado ir al cine no había previsto las sensaciones que le reportaría la proximidad de Esther ni lo mucho que se le calaba su fragancia en la oscuridad.

- ¡Ya empieza! –le dijo bajito Esther para no molestar-.

Y Maca no quiso apartar la vista de la pantalla cuando Esther se recostó un poco hacia su lado, para acceder mejor a las palomitas que Maca sostenía. El inicio era un baile entre dos de los protagonistas, y Maca se descubrió pensando en lo distinto que era aquello de cómo se movía Esther en la pista de baile.

“Dios Maca… no pienses en eso ahora, relájate que estás a prueba”, se auto-reñía Maca por tener la cabeza en otras cosas más morbosas que la simple película.

El inicio era jocoso e inocente. Maca empezó a relajarse y se acostumbró a que Esther se le acercara para las palomitas mientras estaban entretenidas en la pantalla. De pronto apareció la tercera en discordia, Maca observó que la tercera protagonista estaba buena cuando se quedó en ropa interior, pero no se escandalizó porque lo que había visto en Esther desnuda la inquietaba muchísimo más. El problema vino cuando aquella rubia y aquella morena empezaron a besarse, sólo fue un beso, pero Maca sintió que el cosquilleo era eminente, no por la escena en sí, sino porque la mano de Esther se había posado en su muslo.

“Oh Dios mío… oh Dios míoooo…. “, gritaba la única neurona que le quedaba en activo a Maca, quedando totalmente alterada como la protagonista rubia en la película.

Esther ni siquiera movía su mano, simplemente la dejó allí posada en ella y Maca tuvo que hacer un verdadero esfuerzo por normalizarse, estaba claro que aquel era otro de sus maravillosos ejercicios de confianza, sin embargo Esther no podía ni imaginarse lo que aquel simple roce producía en ella.
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Conciencia de Maca: Contrólate… contrólate por Dios… que sólo es una puta mano.
Maca: sí… sólo una mano, no pasa nada, una mano sí
Conciencia de Maca: a ver respira Maca, mira la película… no hay nada sexual en ella, todo va bien
Maca: respiro, respiro… sexo no, “caca”… si, no pasa nada, todo bien… Oh, ohhh…. ¡¡La está moviendo, la está moviendooooooooo!!
Conciencia de Maca: ¡joderrrrrr que no, que noooo…! que es que se ha movido para coger palomitas, que no te va a hacer nada…
Maca: Diossss…. Yo me muero, por Dios santo… ¿pero tú sabes cuánto hace que no pillo en condiciones?
Conciencia de Maca: si no fueras tan brutita hija… tranquila eh… y respira por Dios, que te nos vas a ahogar otra vez.
Maca: sí, sí… respiro, respiro… uno, dos, tres… inspiro, espiro… ay dios, … cuatro, cinco, seis…

Esther por su parte libraba su propia batalla.

Esther: ¿y si subo la mano un poco más arriba? Total, tampoco es que vaya a tocarle na…
Conciencia de Esther: ¡ALTO! Como muevas esa manoooo, te la cortoooo a bocaos… ¿pero tú no decías que ibas a controlar esas hormonas, por Dios?
Esther: joderrrr… pero es que esto no es justo, ¿tú te has fijao en cómo está la chiquilla? ¿y cómo huele?... mierda, su cuerpo despide tanto calor que me estoy abrasando joderrr.
Conciencia de Esther: ¡qué su cuerpo despide calor! ¡qué su cuerpo despide calor!... ¿¿y lo dices tú, que tienes tal fogata en mitad de las piernas que te vas a quedar impotente a este paso del achicharre??... ¡anda, anda… déjate de excusas y compórtate, que ella ya ha cumplido su parte hoy hablándote de su pasado!
Esther: hostiaaaaaa… puta conciencia toca cojones… grrrggggggg el día menos pensado te cambio por la de Eva… joder, ella siempre pilla y no tiene estos comederos de tarro, joder.

46

- ¿Cómo lo llevas?

La pregunta de Esther en mitad del silencio hizo que Maca soltara un pequeño grito pues estaba haciendo un verdadero esfuerzo por serenarse.

- jajja… pero no griteeessss… jajaja… -se rió Esther de ella-.
- ¡Joder, lo siento! ¡me asusté!.. jijiji… ¡perdona! –se disculpó Maca con una sonrisa tonta en la cara fruto de los nervios-.
- ¿Te molesta mi mano? –insistió Esther-.

Maca se giró para mirarla a los ojos, Esther se quedó de piedra viendo lo mucho que le brillaban.

“Dioossss…. ¿ésta está caliente yaaaa? ¡¡pero si casi ni la he tocaooo!!”… pensó Esther para sí pero no dijo ni “mu”.
- No me molesta, pero me inquieta… -le dijo Maca-.

A Esther el notar que Maca estaba controlándose para no excitarse, hizo que se agitara en cuestión de segundos. Se recolocó en el asiento para poder mirar a Maca y estar más pegada a ella, luego cambió la mano que tenía en el muslo de Maca para llevarla a su mano.

- ¡Maca, voy a acariciarte! –le susurró-.
- ¿Quéeeeeeeeeeee? –Maca ahogo un pequeño grito-.
- Mírame, cierra los ojos… haz lo que te dé la gana, pero voy a recorrer este brazo con mi mano aunque me toque practicarte los primeros auxilios, ¡así no podemos estar! ¡Por Dios, es sólo un brazo!! –le dijo Esther con una seriedad y una voz tan firme, que Maca no pudo rechistar más-. ¿Preparada?
- ¡No! –Maca no estaba preparada para nada, aún seguía perturbada por el beso de la pantalla, y lo que era peor, la imagen de Esther desnuda ofreciéndose se le venía a la mente como una visión pasada a cámara lenta-.
- ¡Pues te aguantas! –le espetó Esther-.

Y su mano empezó a acariciar los dedos de Maca lentamente. Esther no dejaba de observarla, sabía que no podía transigir tanto con ella o no harían nunca nada, pero aun así estaba preocupada por si se precipitaba. Cuando alcanzó el antebrazo de Maca, vio como ésta entrecerraba los ojos, pero aún la respiración no estaba alterada así que siguió acariciándola hasta llegar al bíceps. Cuando llegó al final del hombro, Maca abrió los ojos.

- ¿Ya? –preguntó en un hilo de voz, Esther no podía comprender lo que pasaba en su cuerpo sólo con aquel inocente juego, Maca todavía no se lo había explicado-.
- ¡No! ¡Todavía no! ¡Quiero probar algo! –le dijo Esther que estaba extasiada viendo la oleada de placer que trasmitía aquel cuerpo sólo con el paso de sus manos-.

Cuando Maca sintió la mano de Esther en su cara acariciándola, tuvo que volver a cerrar los ojos, la tempestad que sentía era casi inaguantable.

“Dios mío, nooo… no me hagas esto… no, no puedo dejarme, no quiero”… rogaba Maca en silencio, pero su cuerpo reaccionaba ante aquella caricia pidiendo que continuara, no queriendo romper aquel maravilloso instante.

De pronto Maca notó los labios de Esther en su mejilla dándole pequeños y húmedos besos…

“ Ohhh… por favor… Diosssss”… aquella dulce tortura, acabaría con ella. Su cuerpo empezó a tiritar preso del deseo, Maca presionó los pies contra el suelo, la espalda contra el respaldo y se sujetó a la butaca.

“Dios mío eres tan dulce, tan hermosa… por Dios santo, porque no te rindes”, pensaba Esther que hipnotizada por aquel dulce aroma y la suavidad de aquella piel que besaba, había también cerrado los ojos dejándose llevar.

La nariz de Esther rozó el pelo de Maca, y los dientes el lóbulo de su oreja…

- Diosssssssss…. –Maca, no pudiendo resistir el pinchazo de deseo, se puso en pie de un salto, tirando las palomitas al suelo-.

Las personas de la sala se giraron por el susto.

- Perdón, es que me he mojado con la coca-cola… lo siento eh –se disculpó Maca ante aquellos ojos interrogantes que la observaban-.

Esther no podía aguantarse la risa… Maca estaba tan chistosa con las mejillas encendidas y aquella cara de vergüenza ante la mirada de la gente.

- Joder no te rías… -protestó Maca, pero ella también reía en el fondo-.
- jjajaja… lo siento… es que… jjajajaj… no me lo esperaba… -le dijo Esther hundiéndose en el asiento-.
- jajja… la que no se esperaba que le mordieras la oreja era yo, capullaa… -le espetó Maca y le dio un codazo para que se dejara de guasa, pues cuatro filas más abajo seguían girándose para mirarlas-.
- jajjaja… perdona… pero es que tenía que ver hasta donde podías aguantar.. jajaja… -le dijo Esther-.

Maca se giró y se le quedó mirando. La diablura que vio reflejada en su cara, hizo que a Esther se le quitara la risa de golpe.

- ¿Qué? –preguntó nerviosa Esther-.
- Que merezco una recompensa –le dijo Maca elevando una ceja-.
- ¿Una recompensa? –le preguntó inquisitivamente Esther, que sintió que el pulso se le aceleraba-.

Maca señaló su cuello, y Esther supo lo que le estaba pidiendo…

- ¿Ya volvemos a tus vicios vampíricos?.. jajaja… -se rió Esther, aquella mujer no paraba de sorprenderla-.
- Pon el cuello o te juro que voy yo a buscarlo, y va a ser peor eh… -le advirtió Maca que tenía la mirada encendida-.
- Joder, vale…  –le dijo Esther y se apartó el cabello como lo había hecho la noche del pub-.

Cuando los labios de Maca aterrizaron en la suave piel, el vello de Esther se erizó, pero cuando notó la lengua de Maca recorriéndole la yugular, una corriente húmeda y cálida la recorrió por entero, de pronto se vio como aquella noche en la que se desnudó ante ella y jadeó por sus caricias atentas… el recuerdo de aquella noche apareció en su mente vívidamente.

- ¡Dios, no me tortures más si no piensas terminarlo! –se quejó Esther en un susurro ronco que no ocultaba ya su deseo-.

Maca se separó complacida, su orgullo seguía intacto y reforzado por aquella súplica.

- Ahora estamos en paz… ¿es lo justo no? –le dijo Maca divertida-.
- Agggg… espérate a que pueda pillarte, y ya veremos qué es lo justo –le espetó Esther no pudiéndose contener, pues aquella mujer disfrutaba poniéndola caliente-.

Luego ambas se echaron a reír y siguieron disfrutando de la película todo lo humanamente que les fue posible, pues ya ninguna pudo ignorar la presencia de la otra.


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